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El libro tibetano de los muertos,

Estos no sólo desempeñan un papel


determinante en el consciente humano. Sabemos ahora que la verdad de los dioses y
diosas consiste precisamente en esos arquetipos, rechazados por el pensamiento del
hombre occidental de hoy, así como por tantas generaciones anteriores. Por tanto, esta
perspectiva nos permite ver que lo que nos parecía simplemente la simbología mítica de
una cultura particular, tiene en realidad un significado universal y encierra una verdad
para la humanidad tanto presente como futura. Por esta razón, consideramos las
enseñanzas del Bardo-Thodol como una obra preciosa de la literatura universal, como la
Biblia, el Corán, los Upanishads, el Yi-King, el Tao-te-king, y como los dramas de
Shakespeare, de Goethe, la Divina Comedia de Dante y las grandes obras del
Renacimiento. P.2

El Bardo-Thodol no dice que el hombre haya caído de su paraíso


original por culpa de un acto mítico de desobediencia o de estupidez; por el contrario,
desarrolla todo un proceso metafísico de pensamientos; a saber, que la naturaleza
espiritual de luz del hombre consiste en algo inaprehensible, silencioso y luminoso, que
se eleva en el corazón de cada uno cuando se apagan todos los pensamientos, todos los
deseos, todas las ataduras con cualquier clase de objetos. Es el espíritu puro. Nuestro
texto le llama «desnudo». Esta naturaleza espiritual de luz no es algo captable o
presentable, no se experimenta de forma inmediata más que en lo más hondo de la
meditación, tras un largo camino y un largo desarrollo espiritual. Esta naturaleza
espiritual de la luz es la propia naturaleza del ser humano. Por ella, el hombre en su
esencia está unido a todos los Budas, uno con todos los seres. Se le llama naturaleza de
Buda o germen de Tathagata (3). El sufrimiento no es algo que venga del exterior y se
apodere del
hombre. Consiste en esa insaciabilidad del hombre que le une al mundo de los objetos,
en esa espera que jamás podrá satisfacerse. En el Bardo-Thodol, el espíritu del hombre
es el pivote de la reconquista del Paraíso.p.10

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