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Curso doctorado Metodología Filosófica

Prof. Jaime Nubiola


Universidad de Navarra

Receta de una recensión


Beatriz Sierra

1. Definición y objetivo

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define


recensión como "noticia o reseña de una obra literaria o científica". Si
vemos reseña dice: "noticia y examen de una obra literaria o
científica". Esta definición nos da más pistas, puesto que hay que
hacer dos cosas. En primer lugar dar noticia, esto es, decir "de qué
va" la obra en cuestión y, en segundo lugar, examinarla, es decir,
analizarla y ponerla a prueba, determinar si es buena o mala.

¿Cuál es el objetivo? Ayudar a un posible lector en los dos sentidos


que acabamos de decir. Por un lado, contarle brevemente el
contenido del libro, la tesis de fondo que se mantiene (darle noticia),
para que pueda saber anticipadamente si un libro le interesa o no y
guiarle en su lectura. Por otro lado, darle una valoración crítica del
libro (examen) que pueda hacerle pensar en aspectos implícitos de la
obra o, en su caso, desechar su lectura. De ahí la responsabilidad de
hacer bien una recensión de cara a la difusión de un libro (Ej.: la
crítica de cien es determinante a la hora de elegir una película).

2. Ingredientes

Según lo dicho los "ingredientes" de toda recensión serán:

—Presentación. En primer lugar, los datos del libro cuya finalidad no


es otra que tener su "carnet de identidad": autor (de quién es hijo),
editorial (dirección), fecha y lugar de publicación (fecha y lugar de
nacimiento) y número de páginas. Una vez que sabemos de qué
vamos a hablar, es necesario enmarcar la obra en la trayectoria
profesional de su "padre" con unas breves pinceladas biográficas que
nos darán una idea de sus intereses y prestigio, lo que nos ayudará a
valorar la obra y su contenido.

—Resumen del contenido del libro destinado a dar noticia de él. En el


siguiente punto desarrollaremos este apartado.

—Valoración crítica orientada a examinar la obra (no al autor).


Destacar los aspectos positivos y negativos si los hubiera.
3. Modo de hacer

Lo primero que hace falta es haber trabajado bien la obra y haberla


comprendido. Después presentarla de manera breve, clara y accesible
al lector que no ha leído ni una palabra del libro y, por tanto, no sabe
a qué nos referimos si no aludimos expresamente a ello. Para hacer
una buena recensión hay que tener en cuenta su forma y su
contenido, estan ambos intrínsecamente unidos.

La forma no es algo accesorio al contenido de la recensión, no es


algo de lo que se pueda prescindir, sino que va íntimamente ligado a
él. Sin embargo, por motivos expositivos, aquí van a analizarse por
separado. En el aspecto formal vamos a fijarnos en dos puntos: el
"vestido" (la apariencia), y las buenas maneras (el protocolo).

Exactamente igual que nuestra manera de presentarnos indica en


cierto sentido nuestra forma de sr y no es algo meramente externo,
sino ligado a nuestra personalidad, una determinada estructuración,
orden y articulación de las ideas expresadas ayuda a comprender el
contenido. No sólo ayuda, sino qeu sólo cuando se ha comprendido
algo su modo de expresión refleja esa armonía. Es importante a este
respecto saber contruir párrafos: ideas diferentes constituyen
párrafos distintos, pero un salto de párrafo no debe suponer un salto
en la argumentación. Deben estar enlazados.

Es importante también conocer el protocolo a la hora de hacer algo.


El protocolo no es más que el procedimiento adecuado para cada
circunstancia. En cualquier trabajo académico, y no sólo en una
recensión, es preciso tener en cuenta una serie de normas. Voy a
referirme concretamente a dos: el modo de citar libros, artículos y la
necesidad de dar una referencia completa de todo aquello que se cite
textualmente. Es preciso destacar de alguna manera tanto los títulos
de los libros como los de las revistas poniéndolos en cursiva o, si no
es posible, subrayados, mientras que los artículos irán entre comilla.
El libro que cito a continuación quiere servir de ejemplo y, al mismo
tiempo, como recomendación en la tarea de aprender a escribir o
cualquier obstáculo del trabajo intelectual: GUITTON, Jean, El trabajo
intelectual, Rialp, Madrid, 1977. Cuando en una recensión se cita
literalmente alguna frase o párrafo del libro es necesario ponerlo
entre comillas y a continuación entre paréntesis la página en la que
se encuentra (p. 25) por ejemplo. Esto posibilita al lector poder
encontrar rápidamente lo citado por si quiere leer más detenidamente
su contexto.

El objetivo de una recensión era —recordemos— que alguien que no


ha leído el libro pueda hacerse una idea lo suficientemente clara y
completa de él. Si la recensión pretende ahorrar tiempo al lecto, a la
vez que guiarle, es obvio que debe ser breve, pero ha de estar bien
articulada. Debe formar un todo ordenado, de forma que todas las
piezas encajen y unas ideas se deriven de otras. Para lograrlo es
necesario pasar por tres fases cuando se piensa en su contenido.
Estas responden a las preguntas: ¿qué escojo?, ¿cómo lo explico?,
¿es un buen libro? Vayamos paso por paso.

Una vez que se ha leído con atención el libro y se ha comprendido


perfectamente cuál es el problema de fondo, la argumentación y los
problemas derivados, viene el difícil momento de la SELECCIÓN.
Cuando se ha leído un libro que nos ha costado esfuerzo y tenemos
que contárselo a alguien se corre el riesgo de pretender explicarlo por
entero con todo tipo de detalles. A primera vista todo parece
"importante". Así que antes de pasar a resumir su contenido es
necesario pararse a pensar qué es lo imprescindible sin lo cual el
lector no podrá hacerse una idea del libro. Este momento de
selección, de preparación, que nos facilitará concentrarnos en lo
esencial, es semejante al de hacer una maleta. Se trata de escoger
solamente lo útil, lo que realmente se vaya a utilizar en la
explicación. Es necesario, además, escoger pocos "trajes", pocos
"equipos" de ideas, pero cada uno con todos sus complementos. Esto
es, seleccionar las ideas principales, mostrando a partir de ellas
aquellas secundarias que sirvan para realizarlas y explicarlas mejor,
formando un conjunto armónico. Cada cosa, cada idea, debe ir en su
lugar reflejando su importancia, de manera que todas las ideas estén
ordenadas. El orden posibilita que haya un mayor número de ideas en
un espacio menor. Evitar los "por si acaso". La pregunta "¿y si me
hace falta?" ha de rechazarse en el acto. Si algo no nos parece
imprescindible es mejor suprimirlo y no cargar con "pesos inútiles".

El proceso de selección va inseparablemente unido a la


estructuración, a la forma y, al mismo tiempo, a una segunda fase o
etapa que no viene después, sino que se solapa con la primera. Es la
de ANÁLISIS-SÍNTESIS o si se quiere, como explicaré a continuación,
de DISECCIÓN-RECOMPOSICIÓN. Cuando ya se han elegido las ideas
principales y su orden de exposición, el siguiente problema es: ¿cómo
las explico? La solución, aunque nada fácil, viene de la mano del
dominio del lenguaje, del uso correcto de la palabra, que es el
instrumento que tenemos para "diseccionar" la realidad. Es algo
semejante, en este caso, a lo que hacen "los de Ciencias" cuando
aprenden a manejar el bisturí para diseccionar una rata. Hay que
saber utilizar las palabras para "cortar" en el punto preciso el libro
que tenemos en las manos y analizarlo, investigar lo qeu no se ve,
esto es, todos sus implícitos, de manera que podamos entender su
dinámica interna y "meternos en la piel" del propio autor. Manejar
con destreza nuestro idioma es la clave para desentrañar los
misterios de la "anatomía y fisiología del pensamiento". Y después de
analizar: sintetizar, recomponer. Es necesario que lo analizado vuelva
a tener sentido en el todo del que formaba parte. Esta labor no
requiere menor precisión que la anterior; no basta con unir de
cualquier manera las partes, las distintas ideas y argumentos, sino
que hay que coserlas, enlazarlas de manera que formen una unidad.
Tienen que engarzar unas con otras. Todo el análisis ha de ir
enfocado a una síntesis que sea reflejo de lo que se tenía en el punto
de partida. Es preciso respetar las ideas del autor, no crear un nuevo
libro. La recomposición ha de dejar intacto aquello que se ha
diseccionado.

Hemos llegado a la última parte: ¿es un buen libro? La VALORACIÓN


CRÍTICA es un juicio sobre el libro, no sobre el autor, en el que se
alude a sus aspectos positivos y negativos (si los hay). No es lugar
para decir si a uno le ha gustado o no el libro porque éste puede ser
bueno y no gustarle al qeu hace la recensión y viceversa. Tampoco es
el momento de confesar nuestra ignorancia en un determinado
aspecto. Si bien es verdad que no podemos saberlo todo, no hace
falta reconocerlo cuando no viene el caso. En la valoración se
examina al libro, no a nosotros. El juicio emitido sobre la obra no
debe ser una expresión de nuestros sentimientos, sino una opinión
fundamentada y revestida de carácter objetivo.

4. El estilo

Seguir todo los pasos asegura que el resultado sea una recensión,
aunque no necesariamente una buena recensión. Como toda receta
necesita práctica y arte. Como en repostería, hay que "coger el
punto" y el punto en una recensión es el propio estilo, que se forja
escribiendo y leyendo las recensiones de otros, corrigiendo y
mejorando la propia receta después de haber aprendido de las de los
demás.

Fecha del documento: marzo 1995

Diseño de la página: Izaskun Martínez


Ultima actualización: 6 de febrero 2006

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