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Título: La Prueba de la Fe y el Favoritismo 3ª Parte. Lugar: Iglesia Cristiana Neza


Pasaje: Santiago 2:8-9 Fecha: 28 de Febrero de 2010
Propósito: Confrontar, Auto examinar, Exhortar.
Idea Central: Dios ha escogido lo peor del mundo, por lo tanto no debemos luchar
contra la voluntad de Dios.

Había una mujer galesa que vivía en un valle muy alejado de cualquier
pueblo o ciudad. Era una persona simple y muy trabajadora, que
desconocía los modos de vivir del mundo actual. A costa de un gran
sacrificio económico hizo instalar la electricidad en su casa.
Un vecino le dijo un día: “Usted utiliza las luces eléctricas tan poco,
que me pregunto si le sale a cuenta lo que le constó instalarlas.
Claro que sí, contesto lo mujer, las enciendo cada noche para ver
donde están las lámparas de petróleo y después las apago.
Parece increíble. Con toda la fuerza de la electricidad bajo su poder,
con solo dar vuelta a un interruptor, seguía despabilando las mechas,
vertiendo el petróleo y encendiendo las lámparas apestosas.
La fuerza de Cristo es nuestra, se obtiene con solo pedirla; sin embargo
hay muchos que continúan sirviendo al Señor con cansancio y fatiga, a
veces animados, pero la mayor parte de las veces abatidos.

¿De qué manera servimos al Señor?, o más bien la pregunta correcta es,
¿verdaderamente servimos al Señor? Damas y caballeros, servir a Dios significa que
estamos de acuerdo con la forma en la que Dios quiere que le sirvamos.

Cuando llegamos a un trabajo, debemos de obedecer las normas que están


establecidas en ese lugar. No podemos llegar e imponer lo que a nosotros nos gusta o
lo que está más acorde con nuestras preferencias, porque son precisamente eso,
preferencias que tenemos de lo que nos gusta a nosotros. Pero al llegar al trabajo
debemos entender que se ha establecido un parámetro dentro del cual nos debemos
comportar.

Esto se aplica de la misma forma a la iglesia. La iglesia no es un club social


en donde venimos a distraernos o entretenernos. La iglesia es el único lugar en el
mundo donde se despliega la gloria de Dios, y si Dios mismo está en la iglesia,
entonces la iglesia debe comportarse según el plan que Dios ha establecido que se
cumpla.

La desobediencia a Dios es una muestra clara de rebeldía, hacer a un lado la


sabiduría de Dios, y poner por encima nuestro criterio sobre el de Él. Sin embargo,
¿Qué dice la Biblia en relación a esto? Muchas veces nos jactamos de creer que
sabemos entender la Palabra de Dios, sin embargo con nuestra conducta damos una
amplia demostración de la falta de sensatez, humildad, sabiduría, prudencia que
tenemos; más bien damos muestra de nuestra arrogancia espiritual en la que estamos.
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Creer que se sabe algo no es suficiente. Hay que vivirlo, y entonces podremos
comprobar la medida del conocimiento que tenemos. En otras palabras, lo que quiero
decir es que, la vida práctica es una muestra del conocimiento que se tiene de Dios.

Estudiemos Santiago 2:8-9 y entendamos

I. La condición para no pecar


Nuestro texto dice: “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, bien hacéis…”
Observemos primero la condición que Santiago explica a su audiencia: “si en
verdad cumplís…”.

Es interesante notar la forma en que Santiago confronta a sus


hermanos con su pecado. Ya en el v.5 les habla con un corazón compasivo,
no mostrando ira o considerándose limpio de pecado como para creerse juez
sobre ellos. Santiago simplemente está explicando la Palabra de Dios, pero lo
hace con autoridad.

La razón por la que Santiago utiliza un mandamiento en cada 2


versículos es porque tiene la autoridad que Dios le ha dado. Recordemos
que también Santiago es considerado como un apóstol por Pablo, por lo
tanto tiene la autoridad necesario, la que proviene de Dios para exhortar a
sus hermanos a arrepentirse de sus pecados.

Cuando Santiago dice “si en verdad cumplís” está enfocándose en


la forma en que tomamos la Palabra de Dios para usarla. No es suficiente,
dice Santiago, escuchar la Biblia, recitarla o memorizarla, tal como lo ha
explicado en 1:22. Es útil, pero lo más importante es cumplirla en verdad,
así como lo explica también en 1:25

Es decir, no disfrazando el comportamiento con la apariencia de


cumplimiento u obediencia de la Biblia. Actuar con verdad es actuar de
forma transparente. La vida cristiana debe ser transparente dentro y fuera de
la iglesia. No debe ser un despliegue de mentira e hipocresía solo por tratar
de ganar el favor de alguien, sino una muestra de la transformación que Dios
ha estado haciendo en nosotros.

¿Qué es lo que debemos cumplir de verdad? “La ley real”. ¿Qué es lo que
hace que esta ley sea real?, ¿a qué se está refiriendo con la ley real?
La ley real, como ella misma lo indica, proviene de un Rey. En este caso a la
ley a la que Santiago está haciendo referencia es a la misma ley de Dios.
Ahora, esta ley es real porque Dios es el Rey del universo. Apocalípsis 19:16
se refiere al Señor Jesucristo como REY DE REYES Y SEÑOR DE
SEÑORES.
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Entonces, la ley que Santiago explica es la Palabra de Dios y de Cristo: Las


Escrituras, la Biblia. Esta es la ley que todo hombre y mujer deben cumplir.
En capítulo 1:22-15 lo encontramos con mucha claridad. Ahora pensemos
en lo siguiente, ¿Cómo obedece un súbdito las normas de su rey? La
respuesta es: con todo su ser.

El Dr. Evis Carballosa en su comentario sobre Filipenses, citando al


profesor Kenneth S. Wuest, dice lo siguiente:
“Hay cinco palabra griegas usadas en el Nuevo Testamento para describir
uno que hace servicio,… Doulos es la más común. Esta palabra describe uno
que nació dentro de su condición de esclavo, uno atado a su señor como su
esclavo, uno que está en relación permanente con su señor y dicha relación
solamente la muerte la puede quebrantar, uno cuya voluntad está
absorbida en la voluntad de su señor, uno que sirve a su señor hasta el
punto de desatender sus propios intereses.”

Todos los que decimos que somos cristianos estamos dentro de esta
categoría. Nadie es libre de hacer su propia voluntad, todos hemos sido
comprados por la sangre de Cristo, y lo que ahora nos corresponde hacer es
obedecer, sin rebeldía, la ley de Dios.

Entonces, la condición general para no pecar, obviamente es


obedecer verdaderamente la Palabra de Dios. Pero Santiago ha estado
hablando de un tema específico, por lo tanto ahora orienta su explicación a
este tema: amar al prójimo.

Santiago cita el mandato que Dios dio al pueblo de Israel en el


desierto en Levítico 19:11-18, donde leemos: “"No hurtaréis, ni engañaréis,
ni os mentiréis unos a otros. "Y no juraréis en falso por mi nombre,
profanando así el nombre de tu Dios; yo soy el SEÑOR. "No oprimirás a tu
prójimo, ni le robarás. El salario de un jornalero no ha de quedar contigo
toda la noche hasta la mañana. "No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo
delante del ciego, sino que tendrás temor de tu Dios; yo soy el SEÑOR. "No
harás injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni complacerás al rico,
sino que con justicia juzgarás a tu prójimo. "No andarás de calumniador entre
tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo; yo soy el SEÑOR.
"No odiarás a tu compatriota en tu corazón; podrás ciertamente reprender a
tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él. "No te vengarás, ni
guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo
como a ti mismo; yo soy el SEÑOR .

Cada uno de los mandamientos que Dios da en este texto tiene que
ver principalmente con la relación que existe entre dos personas. Es cierto
que en el contexto en que Dios da estos mandamientos se está dirigiendo a
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pueblo de Israel, pero el contexto muestra claramente que esto es una ley
civil, la cual todas las personas debemos obedecer y practicar.

¿Cuál es el tipo de amor que debemos practicar hacia nuestro


prójimo? El mismo tipo de amor con el que cuidamos y servimos a nuestro
cuerpo. Lo protegemos del frío, lo cubrimos, lo atendemos cuando está
enfermo, etc., ese es exactamente el tipo de amor con el que debemos tratar
a nuestro prójimo.
El Señor Jesucristo lo explicó en Mateo 6:43-48 de una forma muy
clara. Este es el tipo de comportamiento que honra a Dios. Solo cuando
hacemos esto, estamos haciendo algo bueno, algo que exalta a Dios.

II. La realidad del pecador


“…pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos
por la ley como transgresores.”
Santiago comienza este versículo con una idea de oposición al
pensamiento que acaba de explicar: “pero”. Es decir, en un sentido opuesto.
Les ha explicado lo necesario para no pecar, y lo que se necesita para no
pecar es obedecer a Dios, pero ¿qué sucede si no se obedece a Dios? Es lo
que a continuación va a explicar Santiago.

Primero, les recuerda el pecado que han estado cometiendo: “si


hacéis acepción de personas”, en otras palabras, distinción entre las personas
con un fundamento que, Bíblicamente no es correcto. Hace una separación
que no tiene ninguna justificación desde la perspectiva de Dios.

A sus ojos, de acuerdo a sus “preferencias” solo escoge a personas de


las cuales puede obtener algún beneficio personal. Por lo tanto el primer
pecado que resalta aquí, es que no está poniendo sus ojos en Dios, sino en
los hombres. Se ha concentrado tanto en sí mismo que se ha olvidado que
su vida ha sido comprada por Dios y que, por lo tanto, debe vivir solo para
Él.

¿De qué otra forma está pecando quien practica el favoritismo?


Bueno, aparte de haber quitado sus ojos de Dios, se ha rebelado contra Dios,
ya que está violando de manera abierta el mandato de “amar al prójimo”.
Muchos trataran de justificarse como el fariseo de Lucas10:29 diciendo
¿quién es mi prójimo? La respuesta de Cristo seria: toda persona que está a
tu alrededor.

Ahora, nuestro texto dice que quien hace acepción de personas,


“comete pecado”. ¿Qué es pecado? Una respuesta rápida es no obedecer a
Dios, quebrar las normas de Dios; no someterse a la Palabra de Dios.
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Literalmente en griego quiere decir “errar al blanco” o “fallar al


blanco”. Es como un cazador que está queriendo atrapar a una liebre, pero
no calcula bien la distancia, el viento y muchos otros factores, y cuando
dispara no logra que su flecha atraviese su blanco.

Esa es la idea que Santiago presenta aquí. Una persona peca porque
no alcanza el “blanco” que Dios ha establecido que alcancemos. Estamos
fallando al no obedecer el mandamiento explícito que Dios nos ha dado a
través de Moisés, los profetas y Cristo. No estamos cumpliendo el objetivo
que Dios nos ha dado.

Por eso pecamos, porque quebrantamos la ley de Dios. No nos


sometemos a las normas y mandamientos que Dios nos ha dejado en Su
Palabra. Y así como este mandato hay muchos otros en los que debemos
pensar. Cuando pensamos en Éxodo 20:12-17, los últimos 6 mandamientos
se centran en las relaciones que deben existir entre las personas y su prójimo,
y es interesante notar que todos los mandamientos están relacionados, como
lo veremos la siguiente semana.

Entonces pecamos porque no nos ajustamos al estándar de justicia


que Dios demanda de nosotros, pecamos porque nos rebelamos contra Dios
al hacer a un lado su Palabra; pecamos porque creemos que nuestro
pensamiento es superior al de Dios; pecamos porque creemos que la
sabiduría de Dios se ha estancado con el paso del tiempo; pecamos porque
hemos quitado nuestros ojos de Dios y los hemos puesto en seres mortales,
criaturas que, al igual que nosotros han sido creadas y que no nos pueden
dar el perdón de pecados, porque solo Dios puede hacerlo.

Ahora, una vez que hemos pecado, dice Santiago: “y quedáis


convictos por la ley como transgresores.” En otras palabras, es acusado por la
ley.

Quien los juzga como pecadores es la ley. Recordemos lo siguientes:


la ley es real porque proviene del Rey, por lo tanto tiene la autoridad
necesaria y suficiente para acusar a cualquier persona que no se somete a las
normas del Rey. Así que si se practica el favoritismo, la Biblia misma juzga a
tal persona que está retando abiertamente a Dios.

La ley acusa al pecador, pero Santiago utiliza un título particular


“transgresor”. Un transgresor es una persona que excede los límites
establecidos por las leyes. En otras palabras, es una persona que quiebra la
ley de una forma extrema.

Entonces, por un lado la persona que muestra favoritismo peca al


no alcanzar a obedecer el mandato de Dios de amar al prójimo, pero
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también excede el mandato al llevarlo a cabo, de tal forma que en un


determinado momento, tiene u deseo depravado de maldad en contra de
quien no muestra el favoritismo.

Recordemos que cuando dice “malos pensamientos” en v. 4 está


explicando que el tipo de pensamiento que se tiene sobre estas personas son
los de desprecio total, considerarlo como personas que no tienen valor
alguno.

La pregunta obvia es ¿muestra usted favoritismo en la iglesia? Hay


dos respuestas para esta pregunta: una respuesta positiva en la que no se
practica el favoritismo; y una respuesta negativa en la que si se practica el
favoritismo.

Pero dentro de la respuesta negativa hay otra pregunta ¿Si usted


practica este pecado de favoritismo, es una práctica frecuente, constante, es
algo por lo que es reconocido/a en la iglesia?

Si una persona practica este pecado de forma habitual, continua


como un estilo de vida, entonces esa persona no es cristiana, es solo un/una
simpatizante a quien no le importan las demás personas y solo se esfuerza
por obtener un beneficio personal. Es un pseudo-cristiano, un simpatizante,
una persona que no ha sido redimida por Cristo.

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