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Había una mujer galesa que vivía en un valle muy alejado de cualquier
pueblo o ciudad. Era una persona simple y muy trabajadora, que
desconocía los modos de vivir del mundo actual. A costa de un gran
sacrificio económico hizo instalar la electricidad en su casa.
Un vecino le dijo un día: “Usted utiliza las luces eléctricas tan poco,
que me pregunto si le sale a cuenta lo que le constó instalarlas.
Claro que sí, contesto lo mujer, las enciendo cada noche para ver
donde están las lámparas de petróleo y después las apago.
Parece increíble. Con toda la fuerza de la electricidad bajo su poder,
con solo dar vuelta a un interruptor, seguía despabilando las mechas,
vertiendo el petróleo y encendiendo las lámparas apestosas.
La fuerza de Cristo es nuestra, se obtiene con solo pedirla; sin embargo
hay muchos que continúan sirviendo al Señor con cansancio y fatiga, a
veces animados, pero la mayor parte de las veces abatidos.
¿De qué manera servimos al Señor?, o más bien la pregunta correcta es,
¿verdaderamente servimos al Señor? Damas y caballeros, servir a Dios significa que
estamos de acuerdo con la forma en la que Dios quiere que le sirvamos.
Creer que se sabe algo no es suficiente. Hay que vivirlo, y entonces podremos
comprobar la medida del conocimiento que tenemos. En otras palabras, lo que quiero
decir es que, la vida práctica es una muestra del conocimiento que se tiene de Dios.
¿Qué es lo que debemos cumplir de verdad? “La ley real”. ¿Qué es lo que
hace que esta ley sea real?, ¿a qué se está refiriendo con la ley real?
La ley real, como ella misma lo indica, proviene de un Rey. En este caso a la
ley a la que Santiago está haciendo referencia es a la misma ley de Dios.
Ahora, esta ley es real porque Dios es el Rey del universo. Apocalípsis 19:16
se refiere al Señor Jesucristo como REY DE REYES Y SEÑOR DE
SEÑORES.
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Todos los que decimos que somos cristianos estamos dentro de esta
categoría. Nadie es libre de hacer su propia voluntad, todos hemos sido
comprados por la sangre de Cristo, y lo que ahora nos corresponde hacer es
obedecer, sin rebeldía, la ley de Dios.
Cada uno de los mandamientos que Dios da en este texto tiene que
ver principalmente con la relación que existe entre dos personas. Es cierto
que en el contexto en que Dios da estos mandamientos se está dirigiendo a
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pueblo de Israel, pero el contexto muestra claramente que esto es una ley
civil, la cual todas las personas debemos obedecer y practicar.
Esa es la idea que Santiago presenta aquí. Una persona peca porque
no alcanza el “blanco” que Dios ha establecido que alcancemos. Estamos
fallando al no obedecer el mandamiento explícito que Dios nos ha dado a
través de Moisés, los profetas y Cristo. No estamos cumpliendo el objetivo
que Dios nos ha dado.