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MEXICO
Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Septie
mbre 2007
INTELIGENCIA EMOCIONAL
“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la
persona correcta en la inmensidad correcta, en el momento correcto, por el
motivo correcto, y de la forma correcta…. Eso no es fácil.” Aristóteles.
Consideró que es esta una de las situaciones más difíciles de llevar a cabo en
la vida por que somos seres humanos muy viscerales que nos dejamos llevar
casi siempre por el impulso y las emociones; ya que estas tienen un poder
mental impresionante en nuestra forma de actuar.
Goleman comenta que existen dos mentes la emocional y la racional
entrelazando su funcionamiento para guiarnos en el mundo y que las
interacciones de los primeros años son básicas para determinar el
comportamiento en la adolescencia y edad adulta.
Hace ya más de veinticinco siglos, Tales de Mileto afirmaba que la cosa más
difícil del mundo es conocerse así mismo.
Una vez que tomamos conciencia de cuáles son los verdaderos sentimientos
que pugnan por salir a la superficie de nuestra conciencia, podemos evaluarlos
con mayor acierto, decidir dejar a un lado unos y alentar otros, y así actuar
sobre nuestra visión de las cosas y nuestro estado de ánimo. En esto se
manifiesta, entre otras cosas, que somos seres inteligentes.
«Nuestro corazón –ha escrito Susana Tamaro– es como la tierra, que tiene una
parte en luz y otra en sombras. Descender para conocerlo bien es muy difícil,
muy doloroso, pues siempre es arduo aceptar que una parte de nosotros está
en la sombra. Además, contra ese doloroso descubrimiento se oponen en
nuestro interior muchas defensas: el orgullo, la presunción de ser amos
inapelables de nuestra vida, la convicción de que basta con la razón para
arreglarlo todo. El orgullo es quizá el obstáculo más grande: por eso es preciso
valentía y humildad para examinarse con hondura.»
Esas personas de las que hablábamos, tan inoportunas, son así porque apenas
han desarrollado su capacidad de captar esos mensajes de los demás: se han
quedado –por decirlo así – un poco sordas ante esas emisiones no verbales que
todos irradiamos de modo continuo.
Sin duda, pues nos proporciona una posibilidad de mejorar. A medida que
aumente nuestro nivel de madurez ante esos mensajes no verbales que emiten
los demás, seremos personas más sociables, de mayor facilidad para la
amistad, emocionalmente más estables, etc.
En otras palabras, un don para despertar simpatía. Esto no quiere decir que
socialicen continuamente. Significa que trabajan conforme a la suposición de
que nada importante se puede hacer solo. Estas personas tienen una red de
conocidos lista para ser activada cuando es necesario.
Las habilidades sociales son la culminación de las otras dimensiones de la
inteligencia emocional. Las personas tienden a ser muy afectivas al manejar
relaciones en las cuales puedan entender y controlar sus propias emociones y
puedan tener empatía con los sentimientos de los otros. Incluso la motivación
contribuye a las habilidades sociales.
Recordemos que las personas que están orientadas al logro tienden a ser
optimistas, a pesar de los fracasos y retrocesos. Cuando las personas están
muy bien, su "brillo" se ve reflejado en las conversaciones y encuentros
sociales. Son populares, y con razón.
Hay toda una serie de habilidades sociales que nos permiten relacionarnos con
los demás, motivarles, inspirarles simpatía, transmitirles una idea,
manifestarles cariño, tranquilizarles, etc. A su vez, la carencia de esas
habilidades puede llevarnos con facilidad a inspirarles antipatía, desalentarles,
despertar en ellos una actitud defensiva, ponerles en contra de lo que hacemos
o decimos, inquietarles, enfadarles.
Por eso, la dificultad de trato de muchas personas no está en que les falte
amabilidad o cordialidad, sino en que no saben compartimentar. Al permitir
que sus frustraciones contaminen otras situaciones distintas de la causante
originaria, hacen pagar por ellas a quienes no tienen nada que ver con el
origen de sus males. Ese tipo de personas sufre con facilidad muchas
decepciones, porque se ven arrastradas por sus estados de desánimo,
crispación o euforia.
Son un poco simples, se lee en ellos como en un libro abierto, y son por eso
muy vulnerables: el que sepa captar sus cambios de humor jugará con ellos
como con una marioneta, con sólo saber tocar los puntos oportunos en el
momento oportuno.
—Es cierto que muchas veces experimentamos sentimientos que no nos
parecen adecuados..., pero estar todo el día pendientes de corregirlos, produce
una tensión interior.
Debe ser un empeño cordial y amable, como un sano ejercicio, practicado con
deportividad, que no nos agota ni nos angustia sino que nos hace estar en
buena forma, nos enriquece y nos permite disfrutar de verdad de la vida. ¿Y
cuándo puede uno sentirse ya satisfecho de cómo es su estilo sentimental?
Son listas nuestras emociones? Probablemente sí, pero podrían serlo aún más.
Dotar a nuestras emociones de inteligencia no sólo es “posible” sino “muy
recomendable”. Así lo vienen demostrando los expertos. Ser inteligente
emocionalmente “ayuda a sentirse bien con uno mismo y con las personas con
las que nos encontramos”. Aunque sólo por eso merecería la pena, detrás de la
inteligencia emocional hay muchos otros beneficios
Es importante hacer énfasis en que la construcción de la inteligencia emocional
propia no puede ocurrir sin un sincero deseo y un esfuerzo concertado. Un
seminario breve no ayudará; tampoco puede uno pretender que la solución sea
comprar un manual de cómo hacerlo.
Resulta mucho más difícil a aprender tener empatía - interiorizar la empatía
como una respuesta natural hacia las personas. Pero puede lograrse. Ralph
Waldo Emerson escribió: "Nunca una cosa grande se consiguió sin
entusiasmo". Si nuestra meta es convertirse en un verdadero líder, estas
palabras le servirán como guía en sus esfuerzos para desarrollar alta
inteligencia emocional.