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ATALANTA E HIPÓMENES

por Álvaro Utrilla


Mi nombre es Hipómenes y ésta es mi historia de amor y desdicha:
¿Conocen a Atalanta? ¿Acaso no han visto nunca a la mujer más bella del
Universo?
Atalanta es tan bella como veloz, la primera vez que la vi quede inmerso
en un profundo amor, lo que me llevó a competir en una prueba a vida o muerte
por su amor.
Atalanta, tras consultar a un oráculo fue advertida de que no contrajese
matrimonio. Pero ella estaba obligada por su padre a ello y organizó una
prueba donde el vencedor se casaría con la bella mujer, pero si, por el contrario,
el pretendiente era derrotado se enfrentaba a su muerte.
Yo veía perecer a muchos hombres, pero mi amor por ella era tan fuerte
que decidí correr semejante carrera. Antes de enfrentarme a tan arriesgada
prueba consulté a Venus el modo de proclamarme vencedor. La diosa, que vio
que mi amor era verdadero, me dio tres manzanas de oro de su jardín.
Debía tirarlas durante la carrera para que Atalanta las fuese recogiendo
y así perdiese tiempo, tras ello me fui decidido al lugar donde me enfrentaría a
mi gloria o a mi muerte.
Atalanta aceptó correr, su mirada me dio fuerzas ya que no me miró con
la indiferencia habitual con la cual miraba a los demás pretendientes. Comenzó
entonces la carrera. Corrí como ninguna otra vez lo había hecho y en el
momento en que Atalanta me alcanzó, tiré la primera manzana, tomando así
nuevamente ventaja y así sucesivamente hasta que al tirar la tercera manzana
conseguí llegar a meta el primero.
Más adelante me confesó que debido al amor que sentía hacia mí, al
llegar a la meta no corrió todo lo que podía, ya que quería estar junto a mí.
Tras la carrera vivimos felices durante un tiempo, compartiendo cacerías,
en las cuales Atalanta era experta, y hazañas. En una de estas persecuciones
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por el bosque encontramos uno de los santuarios de Cibeles, allí Venus nos dijo,
al pasar frente al templo, que debíamos entrar y pasar allí la noche y
enamorados como estábamos nos detuvimos y desatamos nuestro amor, pero no
fuimos conscientes de que todo era parte de la venganza llevada a cabo por
Venus, ya que yo, el pobre Hipómenes , desagradecido de mí, no hice ofrenda
alguna para darle las gracias a la diosa que tanta ayuda me había prestado
para poder conseguir el amor de mi vida y mi felicidad.
Cibeles al descubrirnos dentro de su templo entró en cólera por el
sacrilegio y la profanación de su templo y nos mostró toda su ira. Primero
pensó en mandarnos al Averno, pero ya que éramos jóvenes no nos dio muerte y
decidió un castigo distinto y cruel, en ese momento nuestros jóvenes cuerpos
empezaron a transformarse en los de un león, así fuimos condenados a tirar de
su carro sagrado eternamente.
Mi historia quiero que les lleve a reflexionar sobre una cosa tan simple
como es el agradecimiento hacía alguien que nos presta su ayuda para nuestro
beneficio personal, y les prevengo, pues, de que no sigan mi ejemplo, ya que el
no agradecerle a Venus la ayuda que me prestó me costó la pérdida de mi vida,
junto a mi amada Atalanta a la cual amaba y amo.

Hipómenes y Atalanta
Museo del Prado - Autor: Guido Reni

Fuente de Cibeles, Madrid.

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