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MI FILOSIFIA DE LA EDUCACIÓN

(Filosofía: philo = amor, sofía = sabiduría)

Sócrates se clasificaba a sí mismo de filósofo, amigo de la sabiduría, en el sentido


ético-moral.

Platón, influido por la escuela pitagórica, usa esta palabra con más frecuencia que
su maestro y en un sentido más amplio, distinguiendo la filosofía de la ciencia
matemáticas, mejor que Aristóteles, quien la extiende a todo el saber racional.

La distinción entre la filosofía y la historia es muy clara.

Xenócrates, discípulo de Platón, divide la filosofía en tres partes: la teoría del


conocimiento (Lógica), natural (Física) y Ética.

En la antigüedad el campo de la filosofía, abarcaba todos los planos del


cocimiento. A partir de 1654 las distinciones precisas de la filosofía y las ciencias
de la naturaleza física se van separando.

En la actualidad esta forma se está reinvirtiendo con la teoría del caos y los
nuevos descubrimientos de la física teórica.

Los conceptos de “Filosofía del Derecho”, “del Arte” y “de la religión”, designan su
relación con la filosofía, especialmente con la naturaleza del espíritu y el desarrollo
del ideal espiritual que hace posible la existencia de los juicios de valor.

La Filosofía de la Educación es, por su propia naturaleza y expresión, un saber


filosófico.

Este saber no es siempre bien recibido por los alumnos, porque sus temas, que
también son sus problemas, se plantean alejados de la realidad de sus vidas y de
su lenguaje y poco o nada vehículo a su comunicación, a su interés y a su
creatividad.

Esta situación es lo más opuesto al origen y al significado etimológico del vocablo


filosofía.
Creo que si el maestro ha de ser pedagogo, ha de ser maestro filósofo.

Este es el sentido que tiene la conversión herbartiana de la Pedagogía en ciencia


formal.

Desde entonces queda obligado el maestro a estrechar sus relaciones con la


Filosofía.

El desprestigio actual de la Filosofía en ciertos países y, en consecuencia, de la


Filosofía de la Educación, radica en su teórico alejamiento de la vida.

Esta concepción de la Filosofía estrechamente vinculada o identificada con la


ineficacia, la esterilidad, el aburrimiento y a la incomprensión, se convierte en
inutilidad. Ni lo fue en sus orígenes y no tiene que serlo en la actualidad

Estamos convencidos de que la Filosofía que no surja del contacto con la realidad
cotidiana, sino al margen de ella, quizá sea Filosofía, pero no una filosofía de la
vida y, por tanto, no una Filosofía de la Educación.

Sin Filosofía de la Educación queda sin respuesta, al menos de modo explícito,


todo lo que afecta a la reflexión, a la crítica, al fundamento, a los fines y a los
valores.

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