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1 Las tareas de campo fueron realizadas en octubre de 2002 a cargo del Lic. Marcelo Weissel y colabora-
dores.
2 Para dicha tarea contamos con el asesoramiento técnico del Consv. Alberto Orsetti, del Área de
Conservación y Restauración, Dirección General Casco Histórico, dependiente de la Secretaría de
Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A R Q U E O M E T R Í A L AT I N O A M E R I C A N A
hierro provenientes del sitio “La Estancia”, las cuales se llevaron a cabo a fin de detener el
deterioro físico y químico que los afectaban y lograr una mayor estabilidad de las piezas.
CONSIDERACIONES GENERALES EN RELACIÓN AL DETERIORO
DE METALES
Los objetos metálicos sufren ataques que no se observan sobre otros materiales (Montiel
Leguey, 1999). En la mayoría de los casos, la acción oxidante del medio ambiente provoca un
estado variable de deterioro en los objetos arqueológicos metálicos. Esto se debe principal-
mente a la presencia de oxígeno y agua en el medio en que se encuentran enterradas, al mismo
tiempo que se ven afectados por diferentes agentes (sales, sustancias oxidantes, bacterias,
acción de la luz, etc.). Es por esto que el medio ambiente específico de cada zona influye en la
velocidad de corrosión del metal (Iglesias, 2006, Montiel Leguey, 1999).
Los metales tienden a su estado estable en combinación con distintos elementos, como ser
oxígeno, hidrógeno, azufre, entre otros. El proceso de corrosión de los mismos es el resultado
de la reacción del material con el medio, produciéndose de esta manera la formación de un
óxido u otro componente a partir del metal original. Como consecuencia, el material original
sufre una transformación, tanto a nivel de su composición como de su estructura física (Ciarlo,
2006:88).
Algunos de los factores que se deben tener en cuenta al momento de evaluar los efectos
producidos sobre artefactos metálicos son:
l Características químicas del suelo: grado de acidez o alcalinidad, salinidad, humedad, etc.
(Montiel Leguey, 1999, Pifferetti, 2001).
l Características físicas del suelo: composición, textura, porosidad, permeabilidad al aire,
conductividad eléctrica, etc. (Montiel Leguey, 1999, Pifferetti, 2001).
l Características biológicas del suelo (Montiel Leguey, 1999, Pifferetti, 2001).
l Características de la aleación metálica.
l Factores naturales del medio ambiente: clima, temperatura, precipitaciones.
l Acciones antrópicas (Montiel Leguey, 1999).
l Relación con otros elementos metálicos (Ciarlo, 2006).
El grado de corrosión que pueden sufrir los artefactos metálicos no dependen generalmente de
su antigüedad sino de las características que se desprenden de la interacción medio ambiente-
aleación metálica (Pifferetti, 2001). Los objetos metálicos son altamente sensibles a los
procesos químicos, pudiendo ser modificados de manera drástica cuando son enterrados
(Sease, 1984). Es por esto que el objetivo de la conservación de materiales arqueológicos es
minimizar el deterioro de las piezas y, en consecuencia, la pérdida de información, ya sea
cuando los materiales son extraídos de la matriz que los contiene, como así también durante su
embalaje, transporte y posterior análisis (Sease, 1984, Stanley Price, 1984). El tratamiento de
conservación aplicado sobre piezas metálicas busca revertir el proceso de corrosión que ellas
hayan sufrido. Los objetos de hierro en particular, se corroen fácilmente, acumulándose en su
superficie formaciones de óxidos e hidróxidos de hierro. La corrosión de las piezas de hierro
puede ser muy severa resultando difícil su restauración (Montiel Leguey, 1999).
MATERIAL METÁLICO DEL SITIO “LA ESTANCIA”
Los materiales procedentes del Sitio “La Estancia” presentan diversos grados de oxidación,
desde leves alteraciones superficiales hasta la casi completa alteración de la pieza. Las piezas
sometidas a tratamiento de conservación consisten en:
- Una pieza de 37 cm x 34 cm; 2.600 Kg. La misma fue identificada como “Pie de carruaje para
ascenso, mapeo 54” (Weissel, 2006) (Figura 1).
- Una pieza de 50 cm x 16 cm, de 4.550 kg. Identificada como “Pieza de fundición, mapeo 55”
(Weissel, 2006) (Figura 2).
P R E S E RVA C I Ó N Y C O N S E RVA C I Ó N
pieza fue sometida a una técnica electroquímica para completar su limpieza. Se aplicó esta
técnica debido a que este sector de la pieza presenta distintos niveles de láminas que podrían
ser alteradas si se las limpiaba mecánicamente. Por otro lado, la base del estribo es el área que
presenta mayor grado de deterioro, y si bien la electrólisis es un proceso químico agresivo,
tomando las precauciones necesarias resultó ser el menos dañino.
La pieza fue colocada es una cubeta con una solución de soda cáustica al 2% la cual actúa
como medio conductor entre dos electrodos. Uno de los electrodos es sujetado al artefacto, a
modo de ánodo (polo negativo), mientras que el otro se sujeta a una plancha de aluminio,
cátodo (polo positivo). Luego se aplicó, durante 4 horas, una tensión de aproximadamente 10
V. El paso de corriente provocó un ligero burbujeo al mismo tiempo que comenzó la reducción
de los productos de corrosión a su estado estable (Ciarlo, 2006, Landa et al., 2006, Traversa et
al., 2002). Se debe tener en cuenta que tanto la corriente y el voltaje aplicados como así
también la solución utilizada determinarán la correcta eliminación de los cloruros y, por lo
tanto, la estabilización del artefacto. A esto también debe sumarse el tamaño y estado de
deterioro de la pieza (Ciarlo, 2006). Una vez aplicado este método, se realizó una segunda
limpieza manual del objeto para desprender los restos mineralizados en el sector donde se
aplicó la electrólisis. Mediante un torno con cepillos de cerdas de acero se limpiaron las
oquedades que no pudieron ser tratadas manualmente.
Finalmente, se aplicó alcohol etílico para evaporar los restos de humedad que hubieran
quedado en el artefacto. Luego se aplicó una capa de ácido tánico, el cual inhibe la corrosión
del hierro. Después de esta aplicación fue necesario dejar secar la pieza varias horas, para
luego limpiarla con un cepillo de cerdas de plástico y así retirar los residuos producidos por las
reacciones químicas propias de este producto. Una vez terminada esta etapa se aplicó un
barniz, AC 80 diluido al 10% en Xileno, el cual sella y protege la superficie del artefacto para
evitar la acción del medio ambiente (Figura 1).
Pieza de fundición
Para la limpieza mecánica del artefacto de fundición, se retiraron con cepillo de cerdas de
plástico los restos de sedimento y productos de corrosión que aún tenía adheridos. Luego se
procedió a la remoción del óxido con cepillo de cerdas de acero de varias medidas, y en
algunos casos martillo y cincel. Las tareas de limpieza mecánica fueron llevadas a cabo en
varias etapas debido a que la pieza se encontraba totalmente cubierta de óxido. Además, la
superficie rugosa y las pequeñas oquedades con óxido presentes en este artefacto obligaron a
realizar un trabajo con un mayor grado de detalle y para esto se utilizaron cepillos de alambre
accionados por un torno y en algunos casos agujas de acero para remover las mineralizaciones
producidas por la corrosión (Figura 2). Una vez despejada la superficie de la pieza fue posible
identificar en su cara interna el número “406” y posiblemente una letra “A” debajo de éste
(Figura 3).
Al igual que en la pieza anterior, se aplicó alcohol etílico y luego el ácido tánico, el cual inhibe
la corrosión del hierro. Una vez seca, la pieza fue cepillada manualmente a fin de retirar los
residuos producidos por el ácido. Finalmente, la pieza fue barnizada con AC 80 diluido al 10%
en Xileno. Ambas piezas fueron almacenadas en cajas de cartón utilizando planchas de
polietileno expandido a modo de base contenedora para asegurar su resguardo (Figura 4).
Iglesias, M.T.
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Landa, C., E. Montanari y H. De Rosa
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Molinari, R., L. Ferraro, H. Paradela y S. Caracotche
2001 Odisea del Manejo: Conservación del patrimonio arqueológico y perspectiva holística.
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