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Esta Navidad nos trajo un

regalo fuera de lo común: El


libro de nuestro compatriota
Mario Casartelli.
De Mario no nos sorprende
las sorpresas, pero esto
sobrepasa lo inesperado.
El sienta su posición y
alienta a tomar conciencia
sobre la sistemática
aniquilación del pueblo
palestino. Y la impunidad
criminal de las potencias.
Apenas nosotros nos
adentramos en la web para
corroborar la visión de Mario, nos horrorizamos con lo que
encontramos. Imágenes muy fuertes. No apta para sensibles.
Nada justifica la
muerte de un niño.
Y menos si es un
asesinato.
Más inocentes
asesinados.
Masacrados,
destrozados.
En el libro de Mario vemos
una imagen de un padre que
trata de proteger a su hijo,
un niño que llora de terror.
La cámara rápida recoge el
momento en que el cuerpo
del hombre es atravesado
por las balas cobardes y
ambos son acribillados.
En niño cae y su llanto de
incredulidad demencial se
transforma en paz eterna.
El cuerpo del padre se
resiste a dejar de defender a
su hijo y, a pesar de ya estar
muerto, aún queda erguido
como señal de resistencia.
Nada justifica el
asesinato de inocentes.
Israel abusa de su poder y
explica las razones de su
proceder.
Pero nada justifica la cobardía.
Ni siquiera intentan ocultar tanta
vileza. No les importa.
Creen que tienen derecho a
“defenderse”. Esto no es
defensa, es crimen.
Nosotros, que sabemos lo que es
el genocidio, reconocemos sus
síntomas.
Personas como Mario Casartelli
abren los ojos al mundo para que por lo menos sientan
indignación. Grandes, prepotentes, cobardes, infames.
Nada justifica el asesinato de niños. El dolor de María en la
cruz es una constante entre las madres palestinas.
Nada justifica tanto horror. Nada justifica que aquellos que
deben detener esta aberración se crucen de brazos. Quizá en
la próxima cumbre, en medio de bocaditos y manteles
blancos se pongan de acuerdo para una próxima reunión.
¿Dónde está la humanidad?
Nada justifica el asesinato de
inocentes. Nada.
¿Quién le dio
derecho de
asesinar con
tanta
impunidad?
Nada justifica el
asesinato de
inocentes.
Nada.
¿Y si fuera tu hijo el que está por arrojar la piedra? En pleno
siglo 21 ya no podemos tolerar la barbarie. Es hora de
erradicarla del planeta. Esto sucede. Es real. Ahora. ¿Y vos
qué hacés?
Gracias Mario. Es un buen regalo esta obra tuya. Ojalá que
todos recibiéramos un ejemplar para sentir vergüenza de no
hacer nada.
Ojalá que las orugas del odio se detengan como por arte de
magia. Cada segundo que pasa, un inocente hijo nuestro es
asesinado. Y nada justifica tanta cobardía.
Cobardía de esos asesinos.
Cobardía de nuestro silencio cómplice.

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