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© Elena Pacheco Zaragoza 2008

Este libro está licenciado bajo Creative Commons:
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

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FRAGMENTOS

ELENA PACHECO ZARAGOZA

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A mi familia
a mis amigos
y a ti, por ser mi inspiración

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“Un pintor, es un hombre que pinta lo que vende.
Un artista en cambio, es un hombre que vende lo que
pinta.”
Pablo Ruíz Picasso

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Índice
Prólogo.........................................................................................11
PORQUE EL AMOR TAMBIEN PUEDE DESTRUIR..............13
YA NO TENGO...........................................................................17
AQUÍ ESTOY (MIL GOTAS DE LLUVIA)...............................18
HISTORIAS CUALQUIERA DE UN VIAJE.............................19
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD............................................23
UNA HISTORIA SIN FINAL.....................................................33
TIEMPO.......................................................................................39
MANERAS DE AMAR...............................................................43
DAME CALOR............................................................................47
LUNA...........................................................................................51
¿SERIAS FELIZ CONMIGO?....................................................52
AMOR..........................................................................................53
EL CAMINO QUE ME MARCA UNA NUEVA SONRISA......55
FRAGMENTOS...........................................................................57
                    NADA ES IMPOSIBLE...........................................61
                               CICATRICES..............................................107

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Prólogo

Ocurrió en un jardín.

Toda la espesa superficie verde se tiñó de agua. Miles y 
miles de gotas de vida se encargaron de que ocurriese el milagro. 
Algo nació aquella mañana de otoño, algo pequeño pero grande, 
silencioso pero atronador, naturaleza pero arte.

Los pájaros, en un arrullo de amor, se arremolinaron en 
torno a ella. La lluvia la empapó haciéndola especial y algunos 
pequeños animalillos corrieron a darle la bienvenida. Aquella 
mañana de otoño nació ella, la rosa más bonita del jardín. Era 
única entre las demás y llamaba la atención por su color inusual. 
Era una rosa mística, poetisa, artista, soñadora, inconformista... 
Pero sobre todo, era una rosa de plata.

Elena Pacheco Zaragoza te brinda en este libro la 
oportunidad de introducirte de lleno en su mundo. Un mundo de 
realidad y de fantasía, una bola de espuma en la que las burbujas 
son palabras que tejen una gota de jabón. Burbujas que nos hablan 
de recuerdos y de anhelos, de pensamientos y deseos, de 
inquietudes y pasiones que cabalgan deprisa por esa orilla que tan 
bien conoce, llamada Fragmentos.

Porque su obra es como una pequeña parte de nuestras 
vidas, diminutos fragmentos de cada uno de nosotros. Y es que, al 
leer su libro, vemos reflejado en un conjunto de letras nuestras 
más íntimas reflexiones, eso que tanto nos cuesta expresar con 
palabras, y que parece que Elena descubre, como si quisiera 
invadir o conquistar de alguna manera, un trozo de nuestros 
latidos más profundos.

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Su puño una nube, su pluma un relámpago, y su obra una 
gran tormenta que empapa nuestras vidas, como una caricia suave 
de un amor correspondido, la mirada de un niño que pide 
compasión, o la palabra amiga que siempre buscamos en nuestros 
momentos más amargos...

Con este libro, Elena nos abre una puerta a la inspiración a 
base de reflexión e ilusión, los ingredientes de una receta que 
irremediablemente conlleva al éxito, puesto que esa palabra no 
significa otra cosa que sentirse a gusto con lo que uno hace e 
identificado con lo que escribe. En su empeño por pintar un 
lienzo en blanco, por escribir unos folios sin letras y por llenar un 
espacio vacío, la autora de esta especialísima recopilación de 
escritos nos regala un manantial, que supone el punto de partida a 
una vida dedicada al arte en su completa manifestación.

A la noche y al día, a los animales, a la labor del hombre, 
a una sonrisa, a los cánticos solemnes, a la libertad de expresión, 
a la justicia, al cielo azul, a los sueños, a la familia, a un guiño, a 
las estrellas, al cariño eterno, a ella, a los amigos, a la Tierra, a los 
grandes poetas, al amor, a la vida... a todos ellos, por estar 
presentes de alguna u otra manera en este libro, gracias.

Y gracias a ti Elena, porque ya eres una escritora 
excepcional, pero sobre todo, por ser todavía mejor persona.

Fernando de la Cruz Sánchez

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PORQUE EL AMOR TAMBIEN PUEDE DESTRUIR

El reloj vuelve a pitar anunciando que ha pasado otra hora más.


Me vuelvo a levantar para mirar que hora es, aunque sabía que
hora era. Las cuatro de la mañana. Llevaba desde la medianoche
sin poder dormir, llorando en silencio para no alarmar a mis
padres, pero había dejado de llorar desde hacía una y media. Me
dolía la cabeza mucho, tenía los ojos cansados y la boca pastosa.
Llevaba así desde hacía cinco meses, desde que ella sentenció
nuestra amistad. Había sido mi mejor amiga desde hacía dos años
y lo mejor que me había pasado. Siempre había sido una persona
solitaria e incluso fría. Nunca había tenido buenos amigos, nadie
que me entendiese. Hasta que le conocí a ella. Tenía dieciséis
años, ella quince. Yo acababa de empezar el bachillerato y ella
iba a empezar el último de la secundaria. Fue el primer día y la
confundí con alguien de mi edad. Era más madura que las demás
chicas de su edad, tanto física como mentalmente. A pesar de
todo nos hicimos muy buenas amigas. Me explicó que quiso
cambiarse a ese centro porque había tenido algunos problemas en
su antiguo instituto. Y la verdad es que nunca lo entendí pues era
muy buena amiga. Como era nueva y yo ya llevaba cuatro años
allí la ayudé muchísimo. Tanto que nos convertimos en amigas
inseparables. Era una persona alegre, vivaz y cariñosa que me
alegraba el día con una sonrisa llena de ternura o un cariñoso
abrazo. Siempre me escuchaba y me escuchaba a mi cuando le
aconsejaba. Y siempre me comprendió y me ayudó a ser una
persona más extrovertida. Gracias a ella hice muchos amigos y
amigas en el instituto
Pero todo comenzó a cambiar. Se fue distanciando de mi cada vez
más y más hasta el punto de no hablarnos. Y lo que era peor es
que estaba pasándolo mal, tan mal como yo. Intenté muchas veces
hablar con ella pero no podía decirme la razón de todo aquello.
Estaba cambiando, había perdido toda su alegría, sus ojos estaban
apagados, casi siempre llorosos y estaba de mal humor. Y yo
también empecé a cambiar. Sobre todo después de aquel día, en

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que me gritó “¡te odio!”, tras el enésimo intento de arreglarlo
todo. Al ver en sus ojos qué reflejaba pensé que realmente la
había perdido, no sabía cómo, pero la había perdido. En eso
llevaba pensando esas cuatro horas...y en la carta que le había
enviado hacía dos semanas y que no había contestado. Ya que
rehusaba de escucharme, decidí mandar una carta sin remite, para
que al menos la abriese y leyese. Tal vez no fue lo correcto. Cinco
minutos antes de que el reloj pitará dando las cinco, caí dormida
profundamente. Me desperté dos horas después cuando mi padre
me levantó para ir a clase, a la universidad, a la nueva vida que
llevaba ahora. Y sin ella, me estaba costando acostumbrarme.
Tras varias largas horas de clase volví a casa. Por inercia miré en
el buzón...y para mi sorpresa había una carta e iba dirigida a mi.
La abrí y miré quién firmaba. Era ella. Empecé a leerla cuando
llegué a casa y me encerré en mi habitación. Mis padres no habían
llegado, no lo harían hasta dentro de dos horas. Abro el sobre,
tumbada sobre la cama y comienzo a leer

“Hola
Siento no haberte contestado antes. No sabía si hacía bien
contestando y diciéndote la verdad (y aún mientras escribo sigo
dudando), pero lo debo hacer, por la amistad que tuvimos...y que
tras esta carta jamás recuperaremos. Empezaré diciéndote la
verdadera razón por la que me alejé de ti, que no fueron las
últimas palabras que te dirigí. No te odio. Sino te amo. Me duele
tener que decírtelo, sé que soy una persona muy importante para ti
y no te mereces nada de lo que te he hecho. Intenté durante
mucho tiempo controlarme, no enamorarme de ti. Pero no soy yo
quién elige de quién enamorarme o no, nunca aprenderé que al
corazón no se le puede dominar.
Me distancié de ti porque cada día te amaba y deseaba más, hasta
el punto que el dolor me pudo y no podía controlar mis impulsos.
Estar cerca de ti cuando te abrazaba, me enloquecía, por el olor de
tu pelo, por saber a qué saben tus labios y querer perderme en tu
cuerpo... si no me alejaba lo estropearía todo y no podría
recuperar jamás nuestra amistad.

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Puedo imaginarme como reaccionarás ante esta confesión, sé que
sufrirás mucho y que acabarás odiándome por ello. Tienes todo el
derecho de hacerlo pues me lo merezco. Me importas demasiado
como para perderte para siempre, prefiero distanciarme de ti,
olvidar y empezar nuestra amistad de cero, dentro de un tiempo
cuando pueda recuperar todo lo que eché a perder. Pero si no me
quieres ver...lo entenderé
Hasta siempre

Sendas lágrimas recorrían mis mejillas, lágrimas de amargura.


Comprendía un poco mejor todo pero me preguntaba como había
sucedido, cómo no me di cuenta antes de que amaba con locura.
No reprimí mi llanto. Jamás la odiaría a ella...odiaría al deseo y al
amor. Mientras que el mundo vive por ellos moría yo. Por destruir
mi amistad, mi alma y mi felicidad.

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YA NO TENGO

Vacío. Eso es lo que va a quedar de mi. Vacío. Llevo horas con la 
mente nublada pero en realidad estoy pensando en todo. ¿O es que 
en realidad lo estoy sintiendo? No pongo atención en nada, solo 
en tu ausencia. Porque para mi la sola presencia de algunas 
personas llenan más que aquellos que pasan más tiempo a tu lado. 
Y tú me has llenado más en cinco minutos que otras personas que 
han pasado muchas más horas conmigo. 
Ya no tengo tu sonrisa, que me animaba cada mañana a 
levantarme de la cama para verla, a pesar de depararme un día 
oscuro, que se tornaba más claro nada más verte.
Ya no tengo tu alegría y tu vivacidad que de algún modo me ha 
estado dando vida a mi. Tus ojos soñadores y tu forma de pensar 
que hacía que recuperara las ganas de luchar por aquello en que 
creía y había dejado de creer. Tu sola presencia me bastaba para 
seguir adelante en la vida. Ya no tengo nada de todo eso.
Vacío. Eso es lo que va a quedar de mi. Vacío y oscuridad. Porque 
no te das cuenta de lo mucho que tienes hasta que lo pierdes, de lo 
que te importan las personas hasta que solo te queda su ausencia. 
De la luz que guía tu alma hasta que se apaga. Eso es lo que has 
sido tú, una luz que encontré en la oscuridad en la que se hallaba 
mi alma cuando se adentró en la soledad y el dolor de 
sentimientos pasados.
Ya no tengo vida......solo pienso en ti.

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AQUÍ ESTOY (MIL GOTAS DE LLUVIA)

Aquí estoy, escribiéndote lo que no puedo expresar en palabras,


lo que soy incapaz de decirte mirándote a los ojos. Que soy
incapaz de seguir soportando esta situación, de no poder tenerte a
mi lado siempre, no poder sentirte, no poder oler tu perfume, no
poder besarte cada vez que lo desee y acariciar tu rostro mientras
lo hago. Me cuesta no poder amarte todos los días, protegerte de
cualquier mal posible, de ser tu consuelo cuando no eres feliz, de
no ser la luz que te guía en la oscuridad, de no ser la persona por
la que te desvelas cada noche, en la que piensas a cada hora...
Aquí estoy, bajo mil gotas de lluvia, escribiéndote una carta cuyas
letras se emborronan con el agua pero qué sé que serás capaz de
leer porque las palabras dictadas por los latidos del corazón no se
pueden borrar y si crees en el amor serás capaz de leerlas...¡más
que eso! Serás capaz de sentirlas.
Porque quiero que seas capaz de leer que te quiero con locura,
tanto que me duele el corazón. Pero sé que es también porque no
tengo seguridad de encontrar correspondencia. Hago esto para
poder desahogarme, para poder sufrir menos, no tener tantas
dudas y saber si mereció la pena arriesgar tanto. Pero me seguirá
doliendo desearte tanto, desear que tus manos me recorran cada
noche y vivir de tu mirada.
Aquí estoy, dejándote de escribir esta carta, para que las mil gotas
de lluvia dejen de caerme sobre el rostro y me sepan a agujas que
me atraviesan y llegan hasta mi corazón donde se clavan, las mil
gotas de lluvia de un cielo gris, que de algún modo es como mi
corazón.

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HISTORIAS CUALQUIERA DE UN VIAJE

Hay ocasiones en las que acabas aborreciendo cualquier vehículo 
móvil de cuatro ruedas y prefieres caminar aunque se trate de un 
camino largo. A diario para ir y venir de clase puedo llegar a 
coger cuatro autobuses si mi padre no puede llevarme por las 
mañanas. Y dependiendo de la línea que cojas para volver a casa 
puedo llegar a las tres de la tarde...o cerca de las cuatro. Son esos 
días (los que llego a las cuatro) en los que maldices al despistado 
que ha estampado la parte delantera de su coche con la trasera del 
vehículo que se encontraba pocos metros por delante, provocando 
atascos kilométricos y embotellamientos en casi más de la mitad 
de la capital y durante varias eternas horas. Insultos, maldiciones, 
prisas, quejas, retrasos, nerviosismo y desesperación. 
Sentimientos que sacuden como a conductores como a pasajeros y 
que son comunes en todos. Los unos porque llegan tarde a clase, a 
trabajar o simplemente a una cita matinal con el amado o la 
amada, que acaba de llegar a la ciudad y espera en el aeropuerto, 
o una reunión de gran importancia para la empresa donde 
trabajan. Los conductores pueden compartir sentimientos con las 
personas que los acompañan y si son conductores de autobús 
sienten desesperación por ellos, por la responsabilidad de llevar a 
los pasajeros a su destino y que no podrán llegar a tiempo. 
También porque el retraso de su llegada colapsa las marquesinas y 
paradas del autobús. Dicho sea de paso que si se trata de la hora 
del desayuno o del almuerzo y está en un atasco, los sentimientos 
de ese conductor o conductora no son muy diferentes de los 
demás. 
Vidas, historias que vienen y van según bajan y suben del 
autobús. La mía, claro está, se une a esas vidas. A veces me 
pongo a pensar en ello, en esos días de los que ya he hablado y en 
los que estoy desesperada por estar, tiempo de más, de pie o 

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sentada en el autobús que me lleva a casa. Aunque ya de por sí 
tarda en llegar treinta minutos hasta donde resido aquel día con el 
atasco tardó mucho más. Con disimulo y sin ánimo de ofender 
observo a cuantos se suben y bajan. Desde donde estoy me fijo en 
un hombre mayor, de unos treinta y tantos o cuarenta años. Es un 
hombre delgado, de semblante serio y cansado, muy bien vestido, 
con traje verde oscuro y una corbata de color negro. Va cargado 
con un enorme maletín, de color negro también. Pienso que puede 
tratarse de un empresario, lleva como quince minutos discutiendo 
por el móvil. Tal vez hable con su jefe o con un cliente 
importante. Hace un gesto de enojo pero no dice nada durante 
unos segundos. Imagino también que puede tratarse de un 
profesor que imparte clases a colegiales o a jóvenes de 
bachillerato y que con quién discute es su mujer. Poco después 
toca el timbre para bajarse en la siguiente parada Dentro del 
autobús el sonido de las conversaciones era más alto de lo 
habitual, hay sobretodo muchos grupos de estudiantes que han 
salido de clase hace veinte minutos y ahora han conseguido coger 
el autobús. No presto atención a ninguno de ellos sino a una 
joven, de más o menos mi edad, que monta en la misma parada en 
la que se ha bajado el señor de antes. Era de las últimas de la larga 
cola de personas que esperaba el autobús. A punto de salir llega 
otra chica más corriendo, con su mochila dando saltos sobre sus 
hombros al ritmo de su carrera. Finalmente subió jadeante. Paga y 
dirige su mirada en general al interior del vehículo, intentando 
buscar un asiento libre (algo imposible) y su mirada se cruza con 
la de la primera chica que observé que subió. La reacción que 
tuvieron cada una lo dijo todo. Ambas palidecieron y mantuvieron 
la mirada durante casi un minuto, reflejando muchos sentimientos 
en sus ojos. Estaba claro que se conocían de antes y que no 
esperaban verse allí. Subieron más personas y la que estaba de pie 
encontró la excusa perfecta para romper el incómodo contacto 
visual y cambiar de postura, dándole la espalda a la que era su 
amiga y “acomodándose” cerca de las barras para agarrarse (y no 
caerse en una mala curva). Ambas se quedaron absortas en sus 

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pensamientos. Sin lugar a dudas eran dos amigas cuya amistad no 
pasaba por buenos momentos. Malentendidos, discusiones, 
formas de pensar diferentes, un chico...hay mil y unas malas 
razones para poner en entredicho una relación de amistad. 
Empieza a pasar el tiempo, el viaje casi está llegando a su fin y se 
baja más gente de la que se sube. De los que se baja, hay una 
chica muy guapa acompañada de un chico muy alto y delgado. 
Ambos conversan sin desánimo y con mucha confianza, parecen 
muy buenos amigos. No dan la sensación de que sean algo más 
que eso, algo raro hoy en día, pero mi idea es corroborada 
momentos después, cuando la chica se despide de su amigo y se 
baja del autobús. El chico, después de puesto en marcha el 
vehículo, sigue con la mirada a la chica hasta que la pierde de 
vista; no puede evitar dejar escapar un suspiro de resignación. Sí, 
son buenos amigos pero él tiene mucho que callar si quieren 
seguir igual. A pesar de que sus sentimientos lo ahoguen. Cada 
vez somos menos en el autobús, algo que no me extraña en 
absoluto. Rara vez y a esas horas, llegan más de cinco personas 
hasta el Parque del Sur. Estoy tan aburrida que casi me 
duermo...pero tengo detrás mía el sonsonete de un ruidito de 
música, el procedente de un niño de catorce años que la escucha 
en su reproductor de Mp3. Parece algo de Heavy metal, aunque no 
me lo termine de creer, porque sería el primero que no estuviera 
escuchando reggeaton. Momentos después lo comprendo, cuando 
se baja y veo que se trata de un chico vestido de negro y con una 
camiseta del grupo Mago de Oz. Era el único ruido que se oía en 
el autobús unido al de las gotas de lluvia (una de las causas de los 
atascos de hoy) que golpean con furia el cristal de las ventanas. 
Los demás pasajeros están ensimismados, pensando en sus cosas 
o en nada. Algunos intentan percibir algo entre la intensa lluvia y 
otros sencillamente disfrutan viéndola caer. Una mujer delante 
mía leía un libro cuyas páginas estaban algo amarillentas. Me 
percato entonces de la presencia de dos personas sentadas en los 
asientos reservados normalmente a minusválidos: son una mujer y 
supuestamente a su lado se sienta su hija, pues hay gran parecido 

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físico entre las dos. La chica bien podía aparentar los diez u once 
años...si no portara en sus manos un bebé recién nacido. Bien 
podría tratarse de su hermanito (o hermanita) pero por las 
palabras que logro escuchar de la conversación que mantienen las 
dos (como “ginecólogo”, “matrona” o “eres incorregible”) y los 
gestos de enojo de la mujer, creo que el niño es su nieto, no su 
hijo. Regalo sorpresa de ese arrebato de pasión que tuvieron en su 
momento, nueve meses antes su madre y su padre, si es que a éste 
lo llega a conocer. No resulta tan extraño como la pareja que más 
tarde suben al autobús, cinco paradas antes de llegar al final del 
viaje. Aparentemente son dos buenas amigas, una de ellas lleva 
una camiseta con el mensaje “Read my lips” a la altura del pecho. 
No era llamativa pero sí curiosa. Mi móvil comienza a sonar y 
desvío mi atención a él. No necesité mirar de quién se trataba 
sabía que era mi madre para saber donde diablos andaba metida. 
Tras asegurarle que estaba a punto de llegar me doy cuenta de un 
detalle sobre las dos chicas de antes...antes no estaban 
tan...cariñosas como estaban antes. Me quedé perpleja ante la 
actitud de ambas he intento no fijar mucho la mirada...y más 
cuando se dan un tórrido beso. Quién lo diría ¿no? aprovechan 
que casi nadie les presta atención y que hoy en día esas 
demostraciones amorosas son tan normales como las de cualquier 
otra pareja de heterosexuales. Finalmente el autobús para, ha 
llegado a la última parada del viaje, es decir, mi calle. Me bajo 
junto a los cuatro o cinco que quedábamos: la mujer con su hija y 
su nieto, que ya estaban algo más relajadas y caminaban 
silenciosas en dirección contraria a la que tomaría yo; la pareja de 
chicas que agarradas de la mano subían la cuesta de la calle y por 
último un hombre de unos sesenta años que permaneció charlando 
con el conductor, el cual paró el motor del autobús y se bajó a 
estirar las piernas. Todavía tal vez, le quedaba otro viaje más antes 
de comer... 

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UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

-¡Una maldición!-exclamó mi madre-¡eso es lo que tiene ese


maldito peñón!
Desde hace muchos años, siempre ocurría igual en el pueblo
donde mi madre y yo vivíamos. Un lugar que nos atrajo por su
tranquilidad (aparente), un pueblecito pesquero ubicado en la
costa, con una playa paradisíaca para los amantes del mar, que
disfrutan escuchando las olas lamiendo la arena blanca y sentir la
brisa marina azotando la cara... y también de ese peñón,
perfilándose en el horizonte. Es una preciosa vista que
disfrutamos desde mi casa. A pesar de parecer un lugar aislado,
está muy bien comunicado con la metrópoli, nunca llego tarde a la
universidad.
Normalmente la tranquilidad colma el ambiente, siempre y
cuando no sean las cinco de la mañana, hora en que siento en
sueños el despertar del pueblo, el de los lugareños que se preparan
para atarear y que me terminan de despertar a mí con el motor de
sus barcos al irse a alta mar.
Tradicional y sereno, así es el lugar en el que mi madre y yo
vivimos.

La mañana en la que mi madre despotricaba a esa roca de gran


tamaño, que vemos desde casa, no fue esa actividad la que nos
despertó... sino el silencio abrumador del luto y el siniestro sonido
de las campanas de la capilla tocando a deshora. A un kilómetro
del puerto y a medio camino de nuestra casa, se eleva ese peñón
de unos ocho metros o más de altura, aproximadamente. Un
pequeño gran detalle que diferencia nuestro pueblecito del resto,
un “detalle” que ha espantado gran parte del turismo que
habitualmente suele llegar.
Sin todavía una explicación razonable, escalaban ese peñón
pobres desgraciados que no encontraban sentido a su vida y
acudían allí para dar fin a su amargura. Algunos vecinos que son,
además de pescadores, submarinistas, siempre aseguraron que al

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peñón le rodea una serie de arrecifes y rocas salientes que
facilitaban el trabajo y la intención a esos infelices. Lo que no
terminaba de explicar es por qué iban allí precisamente, incluso
personas que no residían en mi pueblo. Hubo casos en los que las
autoridades tardaron una semana en localizar un familiar de la
víctima o en identificarlo. Al lograrlo, se percataban de que no
vivía allí y había tenido que ser un amigo, un hermano, su
madre... quién acababa allí, buscando a su ser querido, que ya
criaba algas en el fondo del mar.
El ayuntamiento por su parte, se había planteado alguna vez
cerrar la playa, algo que no llegó nunca a hacer. Muchos
lugareños pensaban que el alcalde no quería dar más mala imagen
al pueblo, si cerrando la playa la prensa se hacía eco del cierre de
lo más emblemático del lugar o dándole una imagen siniestra
nada favorecedora.

-Algún día dejaran de venir ¿no crees?-me decía mi madre


desde la puerta, observando con ojos melancólicos el pasar de los
que guardaban luto e iban a enterrar al último. Era una escena
verdaderamente desoladora, siempre lo era.
-Ojalá Dios te oiga, mamá, ojalá te oiga-le dije mientras cogía
mi mochila y salía poco después-me voy a clase.
Era el único lugar donde podía vivir sin angustias, sin pensar en
quien sería el próximo en lanzarse al vacío.

Noche lluviosa, tormentosa. Me era imposible conciliar el sueño


porque soplaba un terrible viento que sacudía la casa. Las gotas
de agua golpeaban con furia el cristal cubierto de vaho, del frío
extremo que hacía. Un fuerte temporal que azotaba con ira el mar;
podía sentir las olas embestir al peñón. Además, no dejaba de
darle vueltas a la idea de que era la noche perfecta para que
alguien se tirara.
-¡Marina! ¡Despierta rápido!-justo en el momento en que
conseguía dormirme, mi madre me llamó muy alterada.
-Mamá que me había dormido al fin... -me quejé con voz
ronca.

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-¡Alguien está escalando el peñón!-alegó, con los ojos
desorbitados, pálida y sudorosa. Estaba más alterada de la cuenta
y sabía la razón, la misma por la que se desvelaba a menudo por
las noches. Debió ser en uno de esos desvelos que descubrió a
quién allí se subió. Supongo que por ese mismo motivo o porque
estaba cansada de siempre lo mismo, que reaccioné, me puse una
bata y las deportivas, me acoplé también un chubasquero y salí a
adentrarme en la tórrida lluvia que todavía caía. Corrí y corrí
hasta llegar al peñón, como alma que lleva al diablo, pensando en
que si me demoraba más, más probabilidades había de que dicho
individuo se hubiera partido el cráneo contra las rocas. Me alivió
un poco el distinguir una silueta que parecía estar sentada o
agachada. Quien fuera no parecía importarle ni el tiempo ni
mojarse. No me pensé dos veces el cometer una locura al escalar
el dichoso peñón, corriendo el peligro de resbalar y caer, pero una
fuerza que desconocía hasta el momento me empujaba a hacerlo.
Al llegar a lo más alto, el hombre (lo deduje por su amplísima
espalda) estaba ya en pie, preparado para dar fin a todo.
Caminando, siendo muy cuidadosa en donde ponía mis pies, lo
agarré con fuerza de un brazo.
-¡Espera!¡No te tires!-con la densa lluvia, tenía dificultades
para distinguirle la cara cuando se volvió a mirarme, pero me
podía imaginar la sorpresa pintada en ella. Sin duda, no me debía
esperar a mí ni a nadie allí, mucho menos a esas horas.
-¿Por qué no?-repuso con voz muy grave, una voz que sin
embargo tenía un tono que me resultaba muy familiar.
-¡Sé que todos venís a suicidaros aquí, a acabar con vuestra
vida! Óyeme bien, sea lo que sea lo que te deprime, no lo hagas
¡no te deprimas y sigue adelante!-fueron unas palabras que
surgieron solas de mi boca, como si ya hiciera tiempo que
desearan hacerlo, como si hubieran sido reprimidas en aquel
fatídico día que mi madre y yo recordábamos a veces con
amargura, días o noches como la que estaba viviendo en ese
instante. Unas palabras que no había sido capaz de decir a nadie
de los que por allí habían pasado.
-No servirá de nada, mi vida no tiene sentido-contestó

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cortante, molesto tal vez por mi repentina intervención. Sacudió
su brazo, con una violencia innecesaria y con paso decidido se
dirigió al final de las rocas. Me abalancé sobre él, sujetándolo por
los hombros; dejaba de llover en el momento en que
forcejeábamos, él luchando por liberarse de mí y yo por que no se
tirara... hasta que caímos al vacío repentinamente, sin tener
tiempo de gritar. Esperaba con horror notar mi cráneo o mi cuerpo
estrellarse contra las rocas, notar como mi vida se desvanecía y
teniendo como único testigo a aquel desconocido que sólo
intentaba salvar.
Para mi sorpresa lo único que noté chocar contra mi cuerpo fue la
superficie del agua y la arena del fondo del mar arañando mi cara
y mis manos. Después unas manos me sacaban con fuerza a la
superficie. Acabábamos de descubrir el punto flaco de aquel
lugar.
-¿Estás bien?
-Eso creo-respondí cuando dejé de escupir agua y toser. Lo
miré y me quedé petrificada. La lluvia había amainado, empezaba
a amanecer y gracias a los primeros rayos de sol, pude reconocer
al hombre que estaba frente a mí y que no era tan desconocido.
-Ah... tú...
-¡Profesor!-exclamé con asombro. Era mi profesor Matías,
que me daba clases en la universidad. Era un becario que se
acababa de licenciar y por entonces llevaba un tiempo de baja
Lo obligué a que entrara en mi casa y se cambiara de ropa. Mi
madre lo examinaba de arriba abajo y con razón, estaba
irreconocible, parecía cualquiera cosa menos un profesor de la
universidad. Tenía un aspecto muy descuidado, su ropa empapada
y su pelo mojado no ayudaban en nada. Una de nuestras vecinas
nos ofreció ropa de su marido para que se vistiera y mientras me
bañaba en agua caliente mi madre preparaba café y leche
calientes. Al salir con ropa limpia y seca, ya estaban sentados en
la mesa. Durante el baño me paré a pensar en porque no lo había
reconocido: era el profesor más popular de la facultad, por ser el
más joven y el más atractivo, trayendo loquitas a todas las
estúpidas de mi clase, Al tratar con él perdía todo por la boca, era

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frío, rudo y muy seco a la hora de pronunciar sus palabras. Si
alguna de esas chicas lo hubiera visto como lo vi yo esa
madrugada, lo dejarían de adorar y los que ya lo detestaban lo
detestarían más... o se compadecerían de él.
Estaba cabizbajo, removiendo su café, así se veía, si cabía, más
triste. Tenía una barba de varios días, diría que semanas, estaba
demacrado, ojeroso, el pelo descuidado y grasiento, con un
aspecto flácido, de no comer bien o no comer. Tenía razón en que
no pasaba por el mejor momento en su vida y me pregunté por
qué. Mi madre nos dejó a solas minutos después de llegar yo,
quería ir a comprar. El momento oportuno para hablar con él.
-¿Se encuentra mejor?-asintió, tomando sorbos de su café con
desgana. Me iba a costar sacar algo más que una conversación de
besugos. Pensé que seguramente sería mejor ir directa al grano-
¿podría saber qué es lo que ha traído a un profesor como usted a
un pueblo apartado como este?-pregunté con la mayor delicadeza
posible, para no encontrarme con una negativa de respuesta. No
dijo nada, terminó de beber el café, como si no me hubiera oído.
Cuando creía que no lo haría contestó:
-Mi mujer me ha abandonado por otro- francamente era una
noticia que rompería el corazón a más de una. A mi parecer no era
una sorpresa, lo extraño habría sido que fuera soltero.
-¿Y esa es razón para dar fin a su vida?
-Era la mujer de mi vida-zanjó con sequedad. Sentí que me
sonrojaba ligeramente, emocionada de saber que nuestro
“querido” profesor sabía hablar tan bien sobre sus sentimientos,
nadie sería capaz de imaginárselo. De todos modos en un día le
habían sucedido cosas que ninguna otra persona que lo conociera
se imaginaría que le ocurriría.
-Esa no es razón para suicidarse. Debería ser más optimista y
pensar que la vida le dará otra oportunidad para amar y ser
amado, más tarde o temprano-no dijo nada, sus ojos hablaban por
él, parecía que me decían “eso es lo que tu crees”. Ojos tristes y
desconfiados. Tenía que comprenderle, estaba en una casa ajena,
la casa de una alumna suya, cerca del sitio donde había pretendido
acabar con su depresión, con una ropa que no era suya... y

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hablando con una chica que no había hecho más que darle
reprimendas. Era más que comprensible su actitud.
Mi madre volvió para recordarme que tenía clase y que no se me
fuese el santo al cielo. Me recordó que tenía algo más que decirle.
-Eres una persona libre de hacer lo que quiera y de hacer o no
caso a mi consejo. Yo no soy nadie para obligarlo a hacer nada
pero le vendría bien un cambio de aires, cambiar de rutina, es una
buena manera para empezar a olvidar. Así que le aconsejaría que
diera ese cambio, empezando por volver a las clases.
-Tengo pedida la baja-alegó como si aquello bastara para
excusarse.
-Me es igual. Mis amigos y compañeros le echan de menos,
imparte muy bien las clases y nos gustaría que volviera. Nos
cansa un poco el sustituto que tenemos, a mí por lo menos-dicho
esto hablé con mi madre para que cuidara de él y lo acompañara a
su casa cuando se asegurara que estaba en condiciones de volver.
Mientras iba hacia las clases pensé que todos mis esfuerzos
podían ser vanos. Nunca había intentado hacer lo que había hecho
en esta ocasión, puesto que jamás he tenido esa oportunidad que
había tenido con Matías. Ya con el hecho de haber intentado
persuadirlo de su intento de suicidio, era un paso pero... ¿era
suficiente? ¿le habría conseguido quitar esas ideas de su cabeza
para que lo intentara?

Los resultados los pude comprobar al cabo de tres días, cuando


nos anunciaron que Matías volvía a las clases. Regresó como si
nada, como si lo de varios días antes no hubiera sido a él a quien
le hubiera pasado. Volvía a ser el Matías que todo el mundo
conocía, con el pelo limpio, afeitado y muy sonriente. Algunas
cotorras de la clase murmuraban cosas sobre que estaba
divorciado y que por eso estaba más delgado, que había pasado
una mala racha. Pero pronto imperó su autoridad y acalló los
murmullos malintencionados. Me alegré porque ya se estaba
recuperando y que no había tenido necesidad de cometer ninguna
locura. Volvía a ser el mismo.

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Una semana después de volver, al final de una de sus clases,
empezaba a recoger para irme.
-¿Marina?
-Sí, profesor...
-¿Tiene clase ahora?
-Eh, no, ahora tengo descanso
-¿Puedo tomar algo con usted? Quiero comentarle algo
Las estúpidas que estaban haciendo como que buscaban algo que
se suponía que había caído al suelo o buscando cosas en los
pupitres, se quedaron con caras de aleladas, más cuando salimos
juntos.
Me llevó a la terraza de la cafetería de la facultad junto a la
nuestra. Sólo empezó a hablar tras servirnos nuestros refrescos
(coca cola y zumo).
-No soy muy ducho en explicar mis sentimientos, suelo ser
muy brusco... pero haré un esfuerzo. Quería-respiró hondo-quería
darte las gracias por lo que ya sabes-estaba azorado, diciendo esas
palabras, haciendo que me sonrojase también y sintiendo cómo se
me aceleraba el corazón
-De nada, es lo menos que podía hacer-me sonrío ¡era la
primera vez que lo veía sonreír! Y tenía una sonrisa preciosa...
-Esos días me sentía acabado-una expresión más seria
sustituyó su sonrisa-y no veía otra salida que esa. Y me
avergüenzo de ello, porque es muy cobarde. Tenías toda la razón:
siempre hay un motivo para seguir viviendo y volver a sonreír-yo
también opté por una expresión más seria pero me alegré de verás
de que estuviera mejor. Unos segundos después, de silencio, me
dice- Hay algo que me gustaría saber ¿por qué me ayudaste?
-Porque no resultan agradables las consecuencias que hay tras
recoger los restos de quienes se tiran.
-¿Sólo eso?-guardé unos segundos de silencio, no estaba
segura de si debía explicarlo.
-Nos trae amargos recuerdos a mi madre y a mí.
-¿Amargos recuerdos?
-Sí, ese peñón, no es una simple roca para mi madre y para mí
-¿Y eso?-preguntó sin llegar a comprender. Respiré hondo,

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debía contarlo todo para que me entendiera... y al fin y al cabo, él
se había sincerado conmigo y me había abierto su corazón.
-Mi padre fue quién abrió la fatídica lista de quienes hicieron
lo que no hizo usted-Matías abrió los ojos como platos y
murmuró “puedes tutearme”-hace muchos años mi padre se
separó de mi madre, para irse a vivir con una amante. Al cabo de
seis meses, la vida le hizo pagar el daño que le causó a mi madre,
siendo abandonado por su amante, que se fue con uno más joven
que mi padre.
-¿Qué sucedió entonces?-preguntó cuando yo tomaba aire,
aunque creo podía imaginárselo.
-Mi madre lo seguía amando e intentó que volviesen juntos
pero mi padre no quería verla ni en pintura. Estaba muy afectado
por lo de su amante tanto que... bueno, te lo puedes imaginar.
-Sí, lo imagino, lo siento-dijo algo cabizbajo-supongo que ese
suceso os marcó ¿me equivoco?
-Digamos que sí, que tenemos secuelas. Un año y medio
después de su muerte, otros y otros le siguieron al infierno. Yo
tenía catorce años cuando mi padre falleció y siempre me he
quedado con las ganas de decirle a mi padre lo que... lo que te dije
yo a ti
-Ahora entiendo porque me hablaste con tanta claridad, sin
andarte con rodeos-dijo con una amplia sonrisa pero apenas pude
disfrutarla, bajé la cabeza algo avergonzada. Fue una hora muy
agradable, empecé a conocer a Matías de verdad y ver que no era
para nada una persona ruda y cínica que muchas veces
demostraba ser en su papel como profesor.
No fue la primera ni la última ocasión en la que nos quedamos a
comer o a tomar algo en los ratos libres, entre clase y clase. Su
presencia era tranquilizadora y me gustaba estar con él, con
confianza y sin tener la presión de pensar que él era un profesor y
yo una alumna. Matías se las ingeniaba siempre para que olvidara
ese detalle. Era envidiada por muchas de mi clase, que me
odiaban por ser la preferida del profesor. Una envidia que a mí
me resbalaba, podría jurar que más de una de ésas querría estar
en mi lugar para beneficiarse a su costa, aprovechando su

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situación de amantes para sacar un aprobado en la asignatura sin
hacer nada (bueno). El tiempo pasó, llegando los meses de más
calor, de más agobios y de nervios a flor de piel, siendo habituales
las discusiones por tonterías. Más de una de esas aprovechadas
frustradas me quiso sacar de mis casillas, sin conseguirlo porque
acababa zanjando el tema o sencillamente me iba del lugar donde
me empezaban a acosar. Me sentía entonces demasiado feliz para
perder el tiempo y gastar energías con nadie. Habían pasado
varios meses desde que ayudé a Matías, que se recuperó por
completo y en el transcurso de ese tiempo nadie había vuelto a
subirse al peñón, hecho que se notó en el humor de mi madre, que
estaba más contenta y con más vitalidad.
Pasábamos por esa inmejorable situación, que ya no esperábamos
la llegada de nadie a ese lugar para otra intención que no fuera la
de hacer turismo. Así pues, cierta tarde que mi madre y yo
salimos a comprar por la capital, volvimos a casa al crepúsculo.
Dejábamos la compra, momento en que irremediablemente
debíamos fijarnos en el peñón... mi madre gritó
-¡Marina hay alguien subido!-el miedo y la amargura
volvieron a su rostro más envejecido de lo que debiera tenerlo. De
espaldas como estaba, me volví y reconocí la silueta de Matías
erguido en lo más alto.
Si la noche que lo detuve corrí rápido, aquella tarde lo hice más
aún, por algo más que se escondía en mi corazón, algo que fue
naciendo y creciendo cada hora, cada día, cada semana y cada
mes que fue pasando.
-¡MATÍAS!-grité a pleno pulmón al llegar y me observó subir
desconcertado, no esperé a que respondiera para hacerlo.
-¿Qué pasa?-me dijo en cuanto llegué a su lado.
-¿Qué pretendes hacer? ¡Estás loco! ¿O qué?-barboteé un
montón de palabras incomprensibles y sin sentido, dichas con
rapidez y casi sin aliento. Matías se había sentado,
comprendiendo la razón de mi alteración comenzó a reírse a
mandíbula batiente, sin poder cesar en mucho rato. Sentada a su
lado, lo vi como se reía con cara de ofuscada y muy colorada por
el ridículo que acababa de hacer.

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-¿De verás creías que me encontraba aquí porque quería...?-no
pudo reprimir más carcajadas.
-No le veo la gracia, te conté si no recuerdo mal por lo que
este sitio es famoso-repuse con frialdad a pesar de que en el fondo
me aliviaba que estuviera allí por gusto.
-Muy desagradable por cierto. Mira allí-señalo al horizonte,
donde se podía apreciar cómo el sol se ocultaba tras el mar. Pude
presenciar esa magnifica puesta de sol con Matías, que aprovechó
el mágico momento para confesarme.
-No estaba aquí ni para lo mismo de la última vez, ni por la
puesta de sol. Tenía ganas de verte pero no estabas. Y, como
ahora esta playa me trae buenas vibraciones, quise quedarme aquí
a esperar. Pero tan hechizado estaba con las vistas panorámicas
que no he percibido la luz que ahora hay en tu casa.
-¿Qué quieres decir con que te trae...?-posó sus dedos en mis
labios para que no prosiguiese
-Este peñón me recuerda a ti, y si me recuerda a ti, me siento
muy feliz.
Me quedé embobada disfrutando de esa amplia sonrisa de
ensueño y esos ojos que irradiaban una gran ternura, que muy
pronto supe que era dirigida especialmente a mí.

De igual forma que sin una explicación coherente se convirtió en


una playa maldita, en escenario final de vidas llenas de dolor, se
convirtió desde esa tarde en una playa paradisíaca, en la que los
turistas subían al peñón para disfrutar de las magnificas vistas.
Sin embargo para mí y para Matías era un lugar de renovación, de
volver a empezar a vivir... de segundas oportunidades.

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UNA HISTORIA SIN FINAL

Tenía ahora más razones para estar nervioso y no dormir bien.


Estaba lloviendo mucho y con el agua y la tormenta no había luz
en la calle, volviéndola más tétrica, si es que eso era posible. No
sabía que hora era, pero calculé que serían cerca de las tres de la
mañana. Mis dos compañeros de piso seguían durmiendo
plácidamente, cosa que me resultó inusual, porque Óscar
detestaba las tormentas y Hugo se despertaba con un suspiro.
Salí de la habitación, busqué algo de beber en la cocina y me fui a
la terraza donde me senté a observar la lluvia de caer y a pensar.
Sabía que si estaba en una ciudad que no sentía mía, en un piso
que se caía a pedazos (al día siguiente ya aparecerían las goteras y
más grietas en el techo), ubicado en un barrio donde los
narcotraficantes paseaban como Pedro por su casa... la culpa era
mía por cobarde, por no tener valor y enfrentarme a los problemas
de frente. Aunque si esa noche estuve así era porque por una vez
le había echado valor. Todavía no se lo había contado a Curro,
pensando que siendo su vecino se enteraría pronto.

¿Quién me iba a decir que el cambio de carrera iba acabar


significando tanto para mi? Mi intención era estudiar magisterio y
por no recuerdo qué, acabé matriculándome en Filología Inglesa.
Y allí volví a ver, al cabo de muchos años, a Raquel, mi amiga de
la infancia. Se fue a vivir a Inglaterra, durante unos cuatro o cinco
años y desde entonces no sabía nada de ella. La vi en cuanto entré
a la primera clase/ presentación que tenía y la reconocí por su
ojos, grandes y verdes. Estaba muy guapa, no la recordaba así. Se
alegró un montón al reconocerme y en cuanto tuvimos una hora
libre, nos fuimos a la cafetería. Como siempre habló por los
codos, contándome su vida en Londres, hasta que poco meses
antes había regresado. Había estado en una residencia de
estudiantes, yendo a un instituto donde hizo muchísimos amigos y
colegas, hablaba inglés a la perfección...me contó también que
echaba muchísimas cosas de menos, de aquí, como la comida de

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su madre, nada que ver con la que se preparaba allí (siempre ha
sido una chica muy espabilada) o le servían en el comedor del
instituto. Otra cosa que había echado de menos había sido el
ambiente de aquí de la ciudad. Londres no tiene nada que ver con
Málaga, la gente era bien distinta y me había echado de menos a
mi y a todos los amigos que dejó aquí. Y por último que en esos
últimos meses se ha dado cuenta que las juergas de aquí no tienen
nada que envidiar a las de allí. Por supuesto no quedó ahí todo.
Gracias a las clases recuperamos nuestra antigua amistad y
volvimos a ser inseparables...demasiado, tanto que empezó a
costarme caro.
Había pasado todos esos años saliendo con muchas chicas, de
rollo de algunos días, de lío de una noche (a veces más de una) o
como mucho salía un mes con ellas cuando me creía enamorado.
Siempre había sido un mujeriego, nunca me había visto a mi
mismo saliendo con una chica, en plan película romántica. Sin
embargo, Raquel, sin saberlo, me hizo ver poco a poco la luz.
Sucedió sin darme apenas cuenta, porque la costumbre de tenerla
siempre a mi lado, ocultaba mis verdaderos sentimientos hacia
ella. Unos sentimientos que salieron a flote cuando no venía a
clase. Empecé a echar de menos su sonrisa, las tonterías que me
ponía cuando nos pasábamos notitas en las clases en las que nos
aburríamos... llevaba tanto tiempo sin enamorarme así de nadie
que en un principio lo vi normal. ¡Cuán equivocado estaba! Algo
tan simple se fue convirtiendo en mucho más: en deseo. Deseo de
tenerla entre mis brazos, de besarla hasta no poder más, de
acariciar su pelo cuando apoyaba su cabeza en mi hombro...poder
amarla en la noche. Eran sentimientos de cuyo peligro no me dí
cuenta hasta que, para empezar, mi ilusión de poder conseguirlo
se rompió. Fue una mañana después de una de nuestras clases.
-Toni, ¿tienes algo que hacer esta tarde?-me preguntó con su
habitual sonrisa.
-Además de estudiar, nada.
-¡Fantástico! ¿Podrías acompañarme al aeropuerto?
-Sí pero...¿para qué? ¿ya te vas a ir?
-¡No, hombre, no! Es para recoger a Philipps, mi novio-

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aquellas palabras me dejaron anonadado; noté como un vacío
dentro de mi y la cabeza dándome vueltas, como si me hubieran
dado un fuerte mazazo en ella
-A-ahh ¿tienes novio? No me habías contado nada pillina.
-Es verdad-contestó sonrojándose.
-Entonces te acompañaré, para conocerlo y ver si es un buen
chico.
Hice un esfuerzo muy grande para aparentar indiferencia y que no
se notara que me había chocado lo que me acababa de decir.
Aparentar interés y serenidad cuando por dentro quería morirme.
Llegué ese mismo día a mi casa (a la hora de comer) pensando
que había sido un bobo enamorándome de ella, ¿cómo no iba a
tener novio si había estado en Londres cuatro largos años? Siendo
tan linda persona lo extraño habría sido lo contrario.
Sólo acababa de empezar mi calvario. Hacer el papel de mejor
amigo y ver como otro se la lleva y hace suya delante de tus
narices. Y no poder hacer nada, para no echarlo a perder todo.
Resignarme a olvidarla.
Cuando se lo confesé a Curro, le faltó tiempo para matarme.
-¿¡Y no vas a hacer nada!?¡Tío, que es la primera vez que te
enamoras de verdad de una chica!
-¡Ya lo sé Curro! No, no voy a hacer nada-me miró con el
ceño fruncido-es Raquel, mi mejor amiga, no una chica
cualquiera
-Eso ya lo sé bien, pero yo no la dejaría con ése sin pelear y
sin que supiera de lo que soy capaz-tal y como lo dijo sabía que
eso para él significaba liarse a guantazos con el individuo en
cuestión, no hacerse valer por su inteligencia. A ése no lo
cambiaría ni la chica más guapa del mundo.
-De verdad que no Curro. No quiero fastidiarlo todo-no
insistió más, con el ceño muy fruncido, enojado porque no soy
hombre de acción. Nada fue fácil, no podía olvidarla y tenía que
ver su sonrisa todos los días, la que antes me alegraba el día,
ahora me envenenaba, por no poder gritar que la amaba. Llegué a
un punto en que me resultaba tan insoportable que tomé una
decisión: al año siguiente me iría a Madrid a seguir la carrera. Si

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no lo hacía así, llegaría a un punto en que no podría más y la
perdería como amiga y sería mucho peor. Mis padres se
sorprendieron, intentaron persuadirme para que cambiara de idea
pero al final lo comprendieron. Curro me dijo de todo en un
principio, lo más bonito que me dijo fue “cobarde maricón”;
luego se tranquilizó y después de llamarme cabrón me dijo que
me echaría de menos.
Despedí a casi todos mi amigos, menos a Raquel. Con ella quería
hablar a solas.
-¿En serio? ¿Te vas a Madrid?-me miraba perpleja y triste.
-Sí, ahora soy yo quien toma su camino.
-¡Pero si aquí tienes a todos tus amigos! Me tienes a mi ¿por
qué ese cambio repentino?-tuve que ver como los ojos se le
llenaban de lágrimas. Me dolía verla así pero...
-Te equivocas...tengo casi todo, me falta lo más importante.
-¿El qué?-por unos segundos quise decirle “tú” pero abrí la
boca para decirle algunas palabras más
-El amor que no tendré nunca de una chica.
-¿Una chica? No sabía que estabas enamorado-me dijo
sorprendida, ella también conocía mi fama de mujeriego.
-Sí, lo estoy. No te preocupes por mi, estaré bien.
Con muchas lágrimas y un abrazo, la despedí, sin decirle quién
era esa chica...

Cayó otro relámpago, haciendo el suficiente ruido para despertar


a media ciudad...sin embargo sólo oí el sonoro ronquido de Hugo.
Después de casi un año allí, pensando en ella a todas horas y
hablando con ella todos los días, tanto por teléfono, como por el
msn...la mañana de aquel día tan tormentoso, quise calmar mi
sufrir. Le eché valor y le escribí un mail diciéndole quien era la
chica que me quitaba el sueño desde hace tiempo.
Escribir sobre mis sentimientos, nunca había sido mi fuerte, sólo
me dediqué a describir cómo me sentía a su lado. Siendo sincero,
sin necesidad de recurrir a poesías. Luego me quedaba esperar. Lo
único que tenía que perder era su amistad, pues, si algo había
aprendido durante mi estancia en Madrid, era que nada era

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imposible y que con un poco de suerte ocurriría todo lo contrario,
que nuestra amistad se hiciese más fuerte. El rechazo para mí, no
era lo que más me atemorizaba.
Pasaron algunos días sin tener noticias de nadie por culpa del
apagón que sufrimos a causa del temporal. Cinco días después,
alguien llamó a la puerta de nuestro piso a las ocho de la mañana.
Hugo y Óscar protestaron, habían pasado una noche catatónica
que venía con premio: una resaca memorable. A mi pesar,
ninguno se movió y me tocó levantarme para abrir. Me quedé
petrificado
-¡Hola Toni! ¡Cuánto tiempo sin verte!
Con una maleta de viaje pequeña, muy abrigada por el frío que
caía sobre Madrid y sonriente, me observaba desde la puerta con
sus preciosos ojos verdes.

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TIEMPO

Siempre había oído historias sobre el mismo tema pero nunca creí
ninguna de ellas, porque nunca me habían gustado las cosas
paranormales. Ni creía en Dios, ni en fantasmas, ni en vida en
otro planeta...nada de eso. Sólo creía en lo que veía. Por lo que
aquella historia tampoco me la creí...hasta que me ocurrió a mi

Era una de esas noches en las que amenazaba tormenta, azotaba


un fuerte viento, haciendo mover las persianas de toda la casa. Y
como soy persona de tener un sueño muy ligero, me desvelé.
Cambié de postura en la cama incontables veces para encontrar la
más cómoda para volver a dormirme y que además no me
molestase el resplandor blanco de cada trueno. Era imposible.
Finalmente me incorporé y me senté en la cama apoyando mi
espalda en la pared y mirando hacia la ventana. Tal vez viendo
caer las tormentas me quedaba dormida. Comencé a tararear todas
las canciones que me gustaban hasta que lo oí. Todavía me
pregunto si ya estaba dormida y lo soñé...o estaba despierta. En
mi móvil ponía que eran las cuatro de la mañana
El silencio comenzó ahora a envolverlo todo. El temporal había
pasado, la lluvia había amainado y el viento pasó a ser una suave
brisa. Todo era calma. Y por fin me estaba entrando sueño, los
párpados me pesaban y mi cuerpo estaba flácido.

¡TIC TAC TIC TAC TIC TAC!

Oí el tenue sonido de un reloj, por un instante pensé en que, ahora


que todo era silencio, oía la aguja segundero de alguno de los
relojes. Sin embargo, el sonido se hizo más fuerte, lo sentía más
cercano. Salí del trance en el que estaba y recordé de repente, que
en la casa no había ningún reloj de péndulo.

¡TIC TAC TIC TAC TIC TAC!

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El sonido no cesaba y sonaba cada vez más fuerte, era como el
latido de un corazón desbocado. Hasta que de repente...paró. No
lo volví a oír en los siguientes cinco minutos y poco después caí
dormida.
Desperté por la mañana temprano, cosa rara por la mala noche
que había pasado. Mi madre estaba hablando por teléfono cuando
me encaminé hacia la cocina. Noté que hablaba con un tono
lúgubre. Algo había ocurrido. Colgó cinco minutos después y
entró a la cocina.
-Hoy no podré ir a recogerte a clase, no me esperes.
-¿No? ¿Ha pasado algo?-bajó la mirada con tristeza.
-Anoche se murió tu tío, en un accidente de coche. Eran las
cuatro de la mañana, había dejado de llover pero su coche patinó
y chocó con otro vehículo. Murió poco después.
Me quedé helada pensando en el reloj que había escuchado sobre
esa misma hora y recordé la historia que José Manuel me contó
días atrás.

FLASH BACK

-¿Sabes lo que le pasó a mi hermano una vez?


-No ¿el qué?
-¿Has oído hablar del reloj de la muerte?
-¿El reloj de la que? No me hagas reír José, que sabes muy
bien que no me gustan esas tonterías.
-Bueno ¡al menos escúchame!
-De acuerdo.
-Bien...pues mi hermano en cierta ocasión, oyó de sonar un
reloj, uno de péndulo. Estuvo como quince minutos
oyéndolo...hasta que de repente paró.
-¿Y?
-¡Tía que en mi casa no hay relojes de esos!
-Entonces ¿qué?
-Entonces, poco después nos enteramos que nuestro vecino
del cuarto falleció...sobre la misma hora en la que mi hermano
escuchó el reloj. Al principio no le dimos importancia...pero

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después de leer una página web, nos dimos cuenta que sí tenía
importancia...

FIN FLASH BACK

Eso era lo que me traía de cabeza, me había ocurrido exactamente


igual, había oído un reloj de péndulo durante unos minutos, se
había parado definitivamente...y lo que es peor coincidía con la
hora en la que mi tío había tenido el accidente y había fallecido...

...mi hermano oyó el reloj biológico de nuestro vecino...sin


embargo lo llaman reloj de la muerte pues si se para...es que esa
persona ha fallecido

Lo mismo que le había ocurrido a mi tío...se le había ido la vida


cuando paró el reloj...cuando para el tiempo...cuando paró todo en
ella.

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MANERAS DE AMAR

No dijiste nada durante cerca de cinco minutos, el tiempo que ella


tardó en llegar a la cafetería, pedir e irse de nuevo. Dejaste una
frase en el aire, desviando la mirada hacia su figura, pareciese que
tuvieses un sensor que saltara en cuanto ella hiciera acto de
presencia en tu campo de visión...o simplemente aparezca en el
mismo lugar donde te halles. La cuestión es que todo desaparece
aparentemente de tu alrededor, tus ojos dicen de más, la sonrisa
ha desaparecido de tu inexpresivo rostro...inexpresivo para quien
no haya vivido la misma experiencia.
No me habías dicho quién era, ni cómo era, sólo sabía que
llevabas mucho tiempo enamorado de ella. Sin embargo no me
fue necesaria más información, podía percibir que esa chica era
ELLA. ¿Para qué saber más? Sabía que tu rostro expresaba el
amor que sentías, un amor que se transformaba en veneno en cada
ocasión que ella ignoraba tu presencia y tu mirar. Expresabas tu
dolor, tu decepción o frustración porque anhelabas que te mirara y
por lo menos te sonriera.

El sabor amargo de un amor no correspondido y que un largo


periodo de tiempo suele borrar. Algo que por desgracia solemos
probar todos, porque casi siempre nos enamoramos de la persona
equivocada. Porque así es el amor, no se busca sino que se
encuentra y cuando nos queremos dar cuenta nos hemos
enamorado profundamente...y en ocasiones de la persona
equivocada. Equivocada por muchas y distintas razones que
complican la posibilidad de que se pueda tener una relación con
esa persona en concreto. Ya sea porque su corazón pertenece a
otra persona o porque no sienta lo mismo. De alguna manera u
otra nos hace daño, nos envenena, nos hace morir de amor.
Si hay algo más doloroso que ese tipo de amor es la duda. Te
duele amar en silencio porque crees saber que no te
corresponde...pero eso, crees saber, porque resulta ser la persona
que tienes más cerca de ti, porque sea tu mejor amigo o amiga, la

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persona que mejor conoces y crees conocer sus sentimientos. Y a
nuestro pesar nos asalta la duda, nos preguntamos si no sentirá el
mismo miedo que nosotros a abrir el corazón y a expresar lo que
real y sinceramente sentimos; si merecería la pena hacerlo. Entras
en una situación de disputa entre sentimientos y razón: crees que
es mejor callar y no corres el riesgo de romper una bonita amistad
y también crees que es mejor arriesgarse para no pasarte gran
parte de tu vida preguntándote qué hubiera ocurrido si se lo
hubieras dicho, si no se convirtió en un “pudo ser pero no fue”.

Desgraciadamente tu no disfrutas de esa ventaja, la de una duda,


que aunque te atormente al menos te da vagas esperanzas. Tú y
muchas personas sufrís más porque esa duda está más que
disipada y sin poder evitarlo buscas (y no encuentras) un pequeño
gesto de amor por parte de esa persona al que aferrarte y que tu
dolor sea más pequeño. En ocasiones, haber disipado la maldita
duda ha significado llevarse por delante cualquier otro tipo de
relación amistosa, más cercana o más distante. Lo que hace que
duela más, hay quienes pueden sobrevivir al desamor
conformándose con sólo la presencia de esa persona.
El fluir del tiempo suele aliviar el dolor, cicatrizar las heridas y te
da las fuerzas para que puedas purificarte y volverte a enamorar.
Siempre pasa, el amor como todo es efímero y siempre
curas...también puede ocurrir que no encontremos otra manera de
curar, que transformemos poco a poco ese tan gran amor en odio.
Odiar no es algo tan terrible pero si una pena que se pierda un
sentimiento tan hermoso en los revés de la vida y en nuestras
lágrimas de amargura. Acaba siendo comprensible que no puedas
ver a quien sólo te ha dado sufrimiento, a quien rechaza nuestras
palabras, nuestra mejor sonrisa...nuestros sentimientos. Roban
nuestra alegría y cambian nuestra personalidad. Excusas
suficientes para que en poquísimo tiempo del amor pases al odio.
De todos modos al final siempre puedes volver a empezar. A
nuestro pesar, este tipo de experiencias acaban siendo vivencias
que nos llenan más o menos, sirven para ayudarnos a madurar, a
conocer la cara más amarga de lo más hermoso de esta vida. Una

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vivencia que se ve completada al conocer a otra persona que sí
nos corresponderá en sentimientos, dándonos lo que
anteriormente no pudimos tener. Posiblemente el mejor remedio
al dolor que causa un amor no correspondido, una experiencia que
al vivirla hace que disfrutemos de un nuevo amor y relación con
mayor vitalidad y todas nuestras energías.
Son maneras de amar, hay veces en las que tienes la suerte de
encontrar el amor donde y con quien menos te lo esperas, que
seas correspondido y seas feliz por muchos años. Hay veces en
que tras muchos años de amistad descubres que eso que tanto
buscabas y anhelabas lo tenías justo al lado. Hay veces en las que
quien parece que no te puede ni ver, quien siempre discute
contigo, resulta que lo hace porque le importas. Y hay otras veces
en las que te enamoras en un segundo, en el que tu mirada y la de
otra persona se cruzan en silencio un instante, acabas perdiéndote
y descubriendo mucho, más allá del color de sus ojos.
Mil y una maneras de empezar o terminar una historia o un
sentimiento. Y observando como terminas por bajar la mirada con
infinita tristeza (mientras ella sale sin tan siquiera mirar nuestra
mesa) sólo puedo decirte que olvides...tarde o temprano alguien te
amará.

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DAME CALOR

La luna luchaba inútilmente por que su luz amarillenta se


derramara por todo el paisaje, pero la densa oscuridad de las
nubes que amenazaban con lluvia no la dejaban.
La poca luz sin embargo, daba un brillo casi fantasmal al agua,
que embrujaba a quién se sentaba a las orillas del lago a
observarlo. Reflejado como un espejo en el agua cristalina, se
veía el paisaje que se abría camino en la otra orilla de donde se
encontraba ella, de donde nos encontrábamos los dos.

Era su rincón preferido, un lugar apartado de la civilización, un


paraje casi virgen donde la mano humana no había hecho sus
estragos. Poca gente conocía aquel lugar pues el acceso era casi
imposible, Sólo nosotros habíamos descubierto una ruta para
llegar allí y es por eso que siempre íbamos allí cuando nos
encontrábamos en una situación como la que estaba pasando ella.

Me resultaba curioso y casi irreal verla allí después de tanto


tiempo, pues había sido yo quién había ido allí últimamente y
muy a menudo. A aquel paradisíaco lugar, donde olía siempre a
hierba fresca y a rosas, donde el sonido del agua, de los insectos y
los animales te relajaba, solíamos ir desde pequeños a compartir
juegos, confidencias o simplemente a relajarnos, habiendo hecho
la promesa de dejar al otro en soledad si estaba allí porque lo
necesitaba. Sin embargo, a pesar de haberla mantenida desde
entonces durante todo esos años, aquella noche no podía dejarla
sola.
Últimamente íbamos allí sin contar con la presencia del otro, sin
tenerlo a nuestro lado para compartir la experiencia de estar en
aquel lugar. Últimamente no teníamos tiempo libre para estar con
el otro y eso era lo que había estado lamentando en todas esas
visitas a nuestro rincón que, había hecho solo. Y que siempre
había deseado que ella hubiera aparecido por allí.

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Sin embargo, era porque todo había cambiado entre nosotros sin
que nos diéramos cuenta, sobretodo para mí. Ella había
encontrado un amor, alguien con quién también compartir aquel
rincón y yo…había descubierto lo que era no tenerla a mi lado
siempre. Me había enamorado.
¿Cuántas veces había echado de menos su sonrisa? ¿Cuántas
veces había querido tenerla a mi lado y oírla susurrar? ¿Cuántas
veces había deseado tenerla a mi lado y amarla hasta que la noche
no nos dejara ver? Tantas y tantas y ahora estaba allí, de espaldas
a mí, sentada y abrazada a sus piernas, con la mirada perdida en la
superficie del lago.

Me senté junto a ella en silencio, no quería molestarla. Ella


apenas se movió para mirarme y hundir su cabeza entre sus
piernas.
-Me siento estúpida-murmuró, no sabía si para sí o quería que
la oyera-he estado perdiendo el tiempo…
-No digas eso, no ha sido culpa tuya
-¿Has sentido alguna vez esta sensación? La que tienes
después de haber luchado fervientemente por algo que amas y que
deseas y resulta que lo que menos espera, destruye todo tu trabajo
y tus ilusiones.
Te sientes estúpida, vencida y engañada y piensas que tus
esfuerzos han sido en vano
Habló despacio, con cierta dificultad pues quería contener el
llanto y la última frase la acompañó con el lanzamiento rabioso de
una piedrecilla al agua, rompiendo su armonía y deformando el
reflejo del paisaje
-Sí…creo que muchas veces y en muchas situaciones. Pero no
hay que desanimarse por ello. No pienses que has perdido el
tiempo en algo que al final no ha servido de nada o que se ha
acabado perdiendo. Piensa que al menos has invertido tu tiempo
en algo que te gustaba, que deseabas…que amabas. ¿Qué al final
no ha valorado tu esfuerzo? Ese no es problema tuyo sino de la
otra persona, que se ha aprovechado de ti y te ha traicionado. Peor
ha sido para él porque ha invertido su tiempo en algo que en

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realidad no quería
Levantó su cabeza y apoyó su barbilla, sobre sus manos y a su
vez sobre sus rodillas. Siguió con la mirada a una luciérnaga que
cruzó con parsimonia el lago de lado a lado en dirección a los
árboles que nos cercaban por detrás a varios metros. Algunas
lágrimas se le escaparon y rodaron por sus mejillas para acabar
mojando sus manos.
-Gracias por…haber olvidado hoy nuestra promesa y haberte
quedado aquí. No merezco tu apoyo después de cómo te he estado
tratando en las últimas semanas
-Tienes razón. Has estado insoportable-dije sonriendo pues mi
intención no era la de reprocharle o herirle-pero me importas
mucho como para dejarte de lado
-Siento…frío-dijo al cabo de unos minutos en silencio
dejando fluir más lágrimas
-¿Frío? Hoy no hace…
-¿Me…me das calor?
Ante mi mirada atónita, se movió y extendió sus brazos
pidiéndome así que la abrazara. Y así lo hice, la abracé con fuerza
ante una luna ya oculta por las nubes que empezaban a descargar
gotas de lluvia que caían sobre nuestros rostros como agujas
afiladas.

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LUNA

Tú, que sales cada una de esas noches angustiosas, en las que te 
reflejas en mis lágrimas. Tú que no faltas a la cita para ver cómo 
me ahogo en el deseo y en la ternura de este amor tan profundo, 
que me quema la piel y me hiere el corazón. Tú, que te burlas de 
mí, que sonríes de forma malévola, testigo de cómo mi alma se 
rompe en mil pedazos. ¡Tú! Maldita cobarde, que ocultas tu 
rostro, que te escondes tras el sol, que mientes y das luz cuando 
en realidad nos sumes en la oscuridad de nuestros corazones. 

¡Luna! Que te regocijas con mi sufrimiento y de mi dolor, que 
iluminas mis noches más dolorosas y te vas cuando más te 
necesito. ¿Cuándo llegará el día que me veas llorar de felicidad? 
¿Cuándo llegará esa noche que te sonrojes al verme brindar este 
amor y derrochar tanta pasión? ¿Cuándo llegará esa noche en la 
que veas que he ganado esta batalla? A este paso, probablemente 
nunca. Sólo llegará la noche en la que veas mi barco hundirse y yo 
con él.

Otra estrella se apagará en el cielo…..

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¿SERIAS FELIZ CONMIGO?

Te he dejado de ir un millón de veces. Me he quedado sentada,


viendo como te alejas de mi lado, para dejarte marchar a unos
brazos que no eran mío, pero que deseaba en el fondo, que lo
fueran. Siempre lo hacía pensando que no necesitabas conocer
nada de mí, nada de lo que sentía, que me moría al verte con una
sonrisa de oreja a oreja, dando tu amor a una persona, que
deseaba que ser yo. Pero lo hacía por ti, pensando que yo no sería
capaz de hacerte feliz, que a mi lado no tendrías esa sonrisa
aunque tuviese tu amor.

Te he dejado ir y me he equivocado un millón de veces. Porque


todas esas ocasiones, te he visto tu cara más tierna… pero
también la más dura, cuando te levantas después del golpe,
cuando tarde me percato, que me he equivocado y lo único que
has conseguido ha sido una herida más para las que llevas hechas.
Hasta que te falte corazón y no puedas más.

Y una vez más, te ves lanzada a los brazos de unos a otros, brazos
que no te dan amor, palabras vacías de sentimiento y besos que no
te dan ni frío ni calor. Y es así como me vuelvo a preguntar
¿serías feliz conmigo?

Quisiera poder amarte, tenerte entre mis brazos, sentir tu


respiración… acariciar tu corazón y devolverlo a la vida. A veces
pararía el tiempo, bajaría a los infiernos y lucharía a
contracorriente por tal de tenerte. Pero siempre me pregunto lo
mismo ¿serías feliz conmigo?

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AMOR
Una amiga
Un amigo

La frase favorita de cada uno, cada vez que conocían a alguien,


cada vez que presentaban al otro a un colega, a un conocido, a un
familiar… amigos y nada más.

¿Amigos? ¿De verdad eran sólo amigos? Realmente era lo que


hasta ellos mismos querían… ser sólo amigos… pero aquello ya
se estaba escapando de cualquier control.

Ella lo sabía, lo había notado. La había amado como nunca antes,


la había tratado con mucha dulzura… con mucho amor. Así la
miraba ahora debajo de las sábanas de blanco inmaculado, una
mirada diferente a todas las demás… no era la primera vez que
hacían el amor.

Siempre que ocurría aquello, dormía con ella, se duchaba y se


marchaba a casa como si nada hubiera ocurrido. Así había
ocurrido hasta aquel día y ella no le exigía nada. Habían quedado
así, como amantes ocasionales, sin ataduras, sin compromisos, sin
promesas, sin sentimientos de por medio… nada más que esa
atracción tan peligrosa que sintieron desde que él entró a la clase.

También fue por eso que intentaron que aquello no llegara a


más… él era un profesor, becario pero le daba clases a menudo en
sustitución a un profesor… y ella era una simple alumna
Pero aquel atardecer, todo eso desapareció… desapareció el
mundo, desaparecieron los problemas, las personas… sólo
existían ellos y aquel sol que se ponía tras el horizonte, con sus
últimos rayos reflejados sobre el mar.

Habían intentado controlar aquello que era como el agua, que se


intentaba limitar, se intentaba controlar, se intentaba atrapar… y

53
siempre acababa tomando su rumbo, escapándose de nuestras
manos.

“Al amor no se le puede controlar” pensó ella cerrando los ojos,


abriéndolos cuando notó su mano acariciando su rostro. Ellos
habían jugado a ser Cupido… y Cupido se burló de ellos.

-Te quiero

Le susurró, no se había dado cuenta que volvía a estar junto a ella.


Aquellas palabras le removieron hasta el alma. Eran las palabras
que más deseaba oír pero que no las esperaba.

Volvió a cerrar los ojos...

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EL CAMINO QUE ME MARCA UNA NUEVA SONRISA

En momentos como éste, en los que me siento tan estúpida, me


pregunto ¿cómo diablos me enamoré de ti? ¿cómo me pude
enamorar de una persona que se pasa más tiempo haciéndome
sentir tan imbécil, tan gilipollas... tan poca cosa, tan poco querida,
tan despreciada y tan... piltrafa?
No lo sé, imagino que paradojas del amor. O porque cuando me
empecé a enamorar de ti las cosas eran diferentes. Me tratabas
con más cariño y porque antes eras más dulce y no un puñetero
muro de piedra con el que me estrello cada dos por tres, ese con el
que siempre te rodeas, sobretodo cuando tienes problemas.

Antes todo era diferente, confiabas en mí, contabas conmigo, te


gustaba que me preocupara por ti porque siempre te ha gustado
que los de tu alrededor te quisiesen, que te quisiesen tus amigos.
Porque aunque fueras una persona aparentemente dura eras tan
frágil por dentro, tan sensible.
En momentos como éste me pregunto donde mierda se fue todo
eso. Donde mierda se va todo eso que se supone que hay dentro
de ti cuando coges todas mis ilusiones y las tiras por el retrete,
cuando me sonríes un día y al otro me obligas a levantarme
después de golpearme con ese jodido muro de piedra.

¿Sabes? Antes me levantaba, aturdida, preguntándome que


demonios había pasado, me levantaba para intentar encontrar
explicación a algo que a estas alturas no le encuentro. Y ahora,
me levanto y puedo asegurarte que por última vez.

He dejado pasar todo esto, te he perdonado una y un millón de


veces. Pero ya me empiezo a cansar, de llorar tanto (ya no me
quedan más lágrimas), de sentirme tan poca cosa en tu vida, de
verte en brazos que no son míos... de no poder amarte pero
encima, no tener nada de tu amistad.

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Ahora me vuelvo a levantar... pero esta vez por orgullo. Porque
gracias a ti, he aprendido que hay vida más allá de tus ojos,
porque gracias a ti, he caminado por los senderos del lado más
amargo del amor, porque gracias a ti, me he hecho más fuerte...
porque he aprendido a vivir sin ti... y ahora me has enseñado a no
esperar nada más de ti. Esperar amor de tus manos y de tus labios,
era una quimera... pero tú y solamente tú, me has enseñado que
tener algo lo más cercano a la amistad, es toda una odisea que ni
el propio Ulises habría vivido.
Te aseguro que si me levanto ahora... es para caminar en
dirección contraria. No pienso buscar nada más de ti. Si quieres
algo de verdad y sincero, sólo tienes que ir tras mi espalda y la
sombra que proyecta mi figura por el sol que se pone y
abrazarme. Porque ya no te orientarás por mis latidos pues a la luz
hacia la que ahora camino, me guía una nueva sonrisa... y no es la
tuya.

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FRAGMENTOS

Blanco. Al igual que un lienzo sin pintar. Sólo que delante de mí


hay un papel. Pero lo miro igual que lo puede mirar un pintor que
no tiene muy claro que quiere trazar. Ideas vagas, imágenes que
se suceden en tu cabeza desde el exterior o desde tu memoria. Un
paisaje. Una foto. Recuerdos. Sensaciones. Experiencias pasadas.
Vivencias. Tantas y tantas cosas que se forman dentro de tu
cabeza o mueven tu mano para formar letras que corren por el
papel, formando palabras que no terminan de encajar, que no
terminan de armonizar, que no terminan de gustar. Letras, trazos
o colores. O líneas y líneas, pintadas o escritas.

A veces es que no sabes lo que estás haciendo pero necesitas


llenar ese espacio vacío que te desafía, que hace que, si lo miras
largamente, tu mente se quede blanca. Vacía.

Será por eso que a veces me planto delante del papel escribiendo,
escribiendo y escribiendo cualquier cosa que se me pase por la
cabeza y sea capaz de ser transmitido a mis dedos, porque otras
veces soy incapaz de plasmar todo aquello que se me pasa por la
cabeza.

¿Qué has pintado? ¿Qué es lo que has escrito? ¡Qué cuadro tan
bonito! ¡Qué historia más dramática! ¡Cuántas expresiones
podemos utilizar para expresar lo que la obra que ha concebido
otra persona nos ha transmitido! Desde las más sencillas que he
enumerado hasta verdaderas tesis, criticas y reflexiones de un
sencillo cuadro o un simple poema.
A veces me resulta absurdo que haya personas que pretendan
hacer que una obra abarque más de lo que realmente abarca. ¿Qué
es lo que se encuentra en la superficie del papel o del lienzo que
horas, días, semanas o años antes era blanco? Principalmente
IMAGENES.
La imagen de un amanecer en la montaña, de un sol que sale e

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ilumina la fresca hierba cubierta de rocío, los árboles y por
supuesto, la montaña.
La imagen de una noche clara, con un cielo negro estrellado, con
una luna llena casi besando la mar no completamente oscura, que
refleja a la dama de la noche y sus acompañantes diminutas las
estrellas. Una mágica escena que pocas veces tenemos
oportunidad de apreciar ¡pero qué bella es!
La imagen de una ciudad en ebullición, gente que viene y va,
gente que entra y sale de las tiendas, que baja y sube de coches,
motos, autobuses o taxis, gente que corre, gente que camina
despacio con la mirada vacía, absorta. Contaminación y violencia.
Ciudades que no duermen, que no paran ni de día ni de noche,
presumiendo de la mejor iluminación artificial del mundo y del
mejor cartel de actividades nocturnas: cines, casinos, burdeles,
dinero que se derrocha, discotecas, desenfreno, coches a toda
velocidad, drogas, asesinatos silenciosos...
Pueblos casi fantasmas, con demasiadas casas y muy poca vida
para habitarlas. Pero que disfrutan de una paz y armonía que ya
no se llevan. Y de una naturaleza que ya es difícil encontrar
salvaje, sin que la mano del hombre la haya pervertido.
Millones de retratos de personas, personas que han marcado una
época, personas anónimas que nadie conoce pero cuya mirada ha
fascinado a un pintor o un fotógrafo, personas que ni siquiera
saben que quienes los retratan están ahí, observando.
Fotografiando o simplemente guardando en su retina aquello que
ven. Una escena cruenta de guerra, una escena de paz, de sosiego.
Escenas de batallas, de personas dando su vida y su último aliento
por la bandera bajo la que se reúnen, bajo la cruz o por el dios en
el que creen y que tienen fe. Escenas terribles de tristeza, de
devastación, de inocentes que caen, de inocentes que los lloran.
De ciudades que se convierten en simples esqueletos sin vida... si
no quedan completamente destruidos.
Escenas también de milagros, de una vida que acaba de nacer, en
un hospital, una casa, en medio del caos de la ciudad (como una
luz dentro de la oscuridad)... en medio del océano, en un callejón
oscuro, en medio de un bosque, de la selva. Seres tan pequeños

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como hormigas y tan grandes como siete hombres.
Supervivencia en una tragedia, una respiración entrecortada,
dificultosa. De nuevo aliento. De volver a nacer.
Nacimiento, vida, armonía, paz, amor, odio, caos, muerte,
tristeza, soledad.

Creación. Destrucción

Tantas cosas que he enumerado y tantas que podría seguir


enumerando, describiendo. ¿Qué es todo esto? Imágenes. De todo
lo que nos rodea, de lo que vemos y de lo que no llegamos nunca
a vivir. Imágenes que se pueden plasmar con total perfección en
una prosa, en un poema, en una pintura, en una fotografía. En
algo que antes era un trozo de papel blanco, en un trozo de lienzo
o en cualquier superficie posible. Imágenes que nos rodean... o
fragmentos de nuestra realidad. Esa que personas como nosotros,
plasman tal y como lo ven o tal y como la sienten. Describen lo
que ven o describen lo que les hace sentir o lo que les despierta
dentro. Imágenes, ideales, creencias... pero sobre todo son
fragmentos.

Porque todo ello son instantes que entrelazados pueden componer


un verso, un poema, una historia, un relato, una novela, una
pintura o toda una saga o colección. Todo ello conforma la
realidad, tu mundo. O mi mundo. O el de ellos.
Mundos reales o mundos encantados, inexistentes pero que aún
así forman parte de nosotros y de nuestra imaginación, con la que
también podemos crear nuestro mundo. Nuestra propia vida,
nuestra propia ciudad, nuestro propio país y nuestras propias
guerras.
Mundos o realidades que con nuestras obras, ponemos un límite,
un principio y un fin. Fragmentos del lugar donde nos ha tocado
vivir pero que a pesar de ser eso, fragmentos, los perpetuamos
hasta la eternidad.

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60
                    NADA ES IMPOSIBLE

(Relato corto)

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Capitulo Uno: Cuando la ilusión se rompe

La vida da muchas vueltas y durante toda tu vida se cruzan


muchas personas que crees que son tu amor verdadero. Pero el
verdadero amor está en la persona que menos esperas, la que
parece inalcanzable y la que más sentimientos te despierta...

************
¡PLOM!
-Se acabó no puedo más-dije cerrando el libro de golpe.
Mi amiga María dio un respingo. Al contrario que yo, ella llevaba
casi una hora estudiando concentrada.
-Vanesa ¡si no has aguantado ni una hora!-me susurró al
oído pues estábamos en la biblioteca de la universidad.
-No puedo, en serio es que no puedo más. Lo siento tía, yo
me voy-María se quedó enfurruñada, viendo como salía cargada
con mis cosas. No mentía, no podía más, no podía concentrarme
en los estudios y eso que en dos días tenía los exámenes de
selectividad. Pero había alguien que me quitaba el sueño desde
hacía semanas: Hugo, el hermano pequeño del dependiente del
videoclub. Me gustaba todo de él: su pelo corto y negro como el
azabache; su piel morena que daban ganas de recorrer con mis
labios; aquel cuerpo perfecto que me inspiraban a hacer más de
una locura; unas grandes manos que excitarían a cualquiera al ser
acariciados por ellas y esos ojos color verdes-miel que
contrastaban con su moreno. Y su voz, que me erizaba los pelos,
cuando hablábamos a veces. Yo iba mucho al videoclub, a
alquilar películas o a veces juegos para el ordenador, e iba con
mucha más frecuencia desde que Hugo se quedaba a veces como
dependiente. Era un chico al que le encantaban las pelis, por lo
que a veces nos quedábamos como media hora comentando tal y
cual película. Disfrutaba mucho con esos instantes, en los que
podía mirarle a los ojos sin temor y deleitarme con su presencia y
su voz, que no era ni muy grave ni muy aguda. Para más inri, la

62
ventana de mi cuarto daba a la calle donde estaba el videoclub, el
cual estaba separado del portal de mi bloque por unos diez
metros. En los ratos libres me pasaba las horas muertas mirando
por la ventana. A veces él estaba en la puerta del negocio jugando
con su sobrino (porque le encantaban los críos) o hablando con
algún colega.
Lo conocía desde hacía dos años pero hasta entonces no empezó a
quitarme el sueño y a darme cuenta de que estaba enamorada de
él. Sobre todo desde que empezamos a ser más amigos y
hablábamos de otros temas además del cine.
Aquella tarde, que debería estar estudiando, quería pasarla
también con él. Simplemente no me esperaba lo que me iba a
encontrar.
Al salir de la biblioteca me fui a la parada del autobús a esperarlo.
Normalmente desde el campus a casa se tarda (cogiendo dos
autobuses) una hora como mucho pero a mi se me antojó como
tres. Soy una persona muy impaciente y si además ansiaba verle
aún más. Me quedé más tranquila cuando entré por la puerta de
mi casa. Allí solo estaba mi padre, que trabajaba con el
ordenador.
-¿Ya has vuelto de estudiar?-
-(Sabía que me lo acabaría preguntando) Pues...seguiré
después es que allí no me puedo concentrar. Voy a bajar al
videoclub a que me guarden unas películas para el fin de semana.
-De acuerdo...-dijo mi padre con resignación porque sabía
que discutir conmigo era inútil. Bajé con gran rapidez por las
escaleras y me faltó correr para llegar al videoclub, de las ganas
que tenía de verlo. Sin embargo frené mi carrera al tropezar con la
dura y cruel realidad. En ese momento noté como me faltaba el
aire. Me encontraba a escasos metros de la puerta del videoclub,
por la que salía Hugo acompañado de una chica que llevaba el
carrito de su sobrino y a la cual él le hacía mimos. “No puede
ser”pensé desesperada “¿él tiene novia? ¿desde cuando?”. Intenté
que Hugo no me viera y esperé a que se alejase con ella. Mientras

63
caminaba con pies de plomo, recordaba todas las veces que lo
había visto allí en el videoclub, los días, cuántos, cuántas
horas...quería hacer todos los cálculos posibles para afirmar
aquello, para saber en qué momento se me escapó, en qué
momento otra se le cruzó. Los volví a mirar en la lejanía; estaban
besándose.
-¡Mierda!-dije entre dientes y aceleré el paso para entrar
en el videoclub. Su hermano Carlos estaba en ese momento solo,
ordenando algunas películas.
-¡Hola Vanesa! Mi hermano se acaba de ir hace unos
instantes con Paola y Juanito.
-¿Quién es Paola?-Juanito era el hijo de Carlos.
-¿No te ha hablado de ella? Es su novia-para que Carlos
no notase que me había afectado la noticia y que me había
quedado hecha polvo, fingí interesarme por unas películas que
había en el estante de al lado mía. Aquello confirmaba mis
sospechas más que evidentes. Y si Carlos la conocía...
-¿Ah si?-dije mientras observaba la parte trasera de la
carátula de una de ellas-no me ha hablado de ella. ¿Salen desde
hace poco?-esperé la respuesta con un halo de esperanza, de que
Hugo saliese con ella desde hacía poco, así tendría una
oportunidad.
-No qué va, llevan casi cuatro años saliendo.
-¿¡Cuatro años!?-dije con exagerada sorpresa, más de la
que debería.
-¿Te sorprende?
-Hombre, pasa mucho tiempo aquí y nunca la había visto.
Pensaba que no salía con nadie...
-¡Ja, ja, ja, ja! Es difícil que la hubieras visto, ella no es de
aquí. Vive en Barcelona. Hugo la conoció en el viaje de fin de
curso de bachillerato. La conoció una noche en una discoteca y se
enamoró de ella. Fue un flechazo. Ella era una chica tímida, poco

64
lanzada y mantuvieron correspondencia como amigos durante un
año, hasta que Hugo fue a verla allí y le confesó todo lo que
sentía. Desde entonces salen. Cada vez que la carrera les permitía,
iban a la ciudad del otro a verlo, hasta que ahora ella ha decidido
venir aquí para irse a vivir con Hugo. Mientras preparan el piso
vive en casa de mis padres.
-Vaya...
Reservé dos películas para el sábado y me fui a casa sin saber
cómo. No podía quitarme de la cabeza las palabras de Carlos
sobre Hugo y su relación con Paola. Ni se me pasó por la cabeza
la remota idea de que mantuviera una relación a distancia ni
durante tanto tiempo.
Me encerré en mi cuarto y me tumbé en la cama. Lo último que se
me apetecía era estudiar para los exámenes. Mi cabeza era una
maraña de sentimientos, de dudas, de preguntas sin respuestas, de
la búsqueda de una esperanza inútil. Unas pocas palabras fueron
capaces de desencadenar un abismo en mi interior. Un abismo
que desencadenó un mar de lágrimas desconsoladas.

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66
Capítulo Dos: Olvidar es difícil

No estudié nada en absoluto en los dos días que me quedaban


antes de los primeros exámenes. Sólo me venía a la cabeza las
palabras de Carlos acompañadas de la imagen de Hugo y Paola
besándose. Y unas ganas terribles de llorar por lo ilusa que había
sido. Así que llegué al primer examen de los de selectividad
prácticamente en blanco. Sin embargo tuve suerte y cayeron
algunas cosas que me sabía de Historia. Al salir del examen de
Lengua y Literatura, nos fuimos María y yo a almorzar en la
cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras. Tras sentarnos, mi
amiga me preguntó sobre mi estado de ánimo
-Vanesa ¿estás bien? Te noto triste ¿tan mal te ha ido en los
exámenes?
-No es eso María
-¿Entonces?
-...-probé algunos bocados de mi comida antes de contestar-es
sobre Hugo
-¿Qué te ha pasado? ¿Te has peleado con él? Oh, no me digas
que...-aguantando las ganas de llorar delante de toda aquella gente
le conté a María todo lo referente a lo que había descubierto días
atrás.
-¿En serio? Ni me lo habría imaginado. Chica, tú anímate, hay
muchos chicos en este mundo y cómo él seguro que hay más. No
te deprimas y menos ahora con los exámenes
-Ya lo sé, pero no es tan fácil...
-Mira, no tienes nada que hacer. Él no es para ti, te lo digo yo
que soy una romántica empedernida y sé que es la típica historia
de amor perfecta. No tienes ninguna posibilidad.
Por una vez agradecí que María fuera tan franca conmigo. Lo
necesitaba para darme cuenta de una vez de la realidad tan cruda
que tenía delante. Hugo no me correspondería jamás. Iba a
empezar una nueva vida junto a una persona que no era yo. María
tenía razón: su corazón pertenece y pertenecerá a otra.
Y sin embargo olvidar me iba a costar. Por un lado porque estaba

67
enamoradísima de él y por otro...que no podía romper nuestra
amistad. Primero porque no se lo merecía y segundo porque sería
demasiado descarado dejarlo de lado, dejar de ir con tanta
frecuencia al videoclub, evitarlo...justo después de llegar su
novia. Se notaría a legua que me gustaba Hugo. Así que, tras una
intensa semana de exámenes de selectividad, llegó el sábado y por
tanto no tenía más remedio que ir al videoclub. Y para mi mala
suerte estaba Hugo de dependiente.
-¡Hola Vanesa!-saludó feliz tras atender a dos señoras-llevas
varios días sin venir por aquí.
-¡Ah! Es que esta semana he tenido los exámenes de
selectividad-dije apenas sin voz y luego intenté hablar con más
seguridad-entonces he estado estudiando toda la semana y de mi
casa a la universidad y de allí a casa.
-Vaya que, has estado muy liada. Habías reservado dos
películas ¿no?
-Sí...-mientras iba a buscarlas entró la última persona que
deseaba que entrase en ese momento. Una chica rubia, de pelo
largo, ojos verdes y cara de angelito: Paola
-Ah, hola-me dijo con una voz melodiosa
-¡Paola!-dijo Hugo que le dedicó una sonrisa muy dulce, la
que creía que sólo me dedicaba a mi, y después la besó. Tras su
beso me miró y dijo-quiero presentaros a las dos. Vanesa, ella es
Paola, mi novia.
-Encantada de conocerte-Paola me dio dos besos en las
mejillas.
-Igualmente.
-Entonces tú eres la chica de la que tanto me ha hablado
Hugo, que sois muy buenos amigos-“qué gracia pues de ti no me
ha hablado nunca Hugo”pensé con amargura.
-Sí, hablamos mucho de muchas cosas ¿verdad Hugo?-el
chico asintió algo extrañado por mi expresión, que quería decirle
algo más, decirle lo que sentía...pero no era lo adecuado. Los veía
tan felices...
Me entregó las películas que había reservado, las pagué, me
despedí aparentando como podía que todo seguía igual y salí

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notando un inmenso vacío en mi corazón. ¿De verdad lo podría
olvidar así? Tener que verlo cada día con ella, cómo eran felices y
vivían cada día su amor. Me iba a costar la vida misma. Había
recibido algunos palos en el amor pero ninguno tan fuerte...

-Aunque te cueste debes hacerlo-me dijo Carolina, mi prima y


que para mi era como mi segunda mejor amiga-debes pensar que
es feliz así. Si de verdad lo amas debes resignarte y desearle lo
mejor con esa chica.
No contesté, no me salían las palabras. Estaba en su casa, como
todo los sábados, para ver las películas que yo alquilaba. Me reñía
por ser siempre yo la que las alquilaba pero por otro lado sabía
que lo hacía por amor.
-Tienes razón pero ponte en mi lugar...
-Comprendo perfectamente tu situación, que no puedes dejar
de ser su amiga ahora porque te estarías delatando a ti misma.
Pero tienes que hacer algo si no quieres acabar odiándole a él y
cogiéndole manía a ella.
-A ella ya le tengo manía-era mentira eso es lo que quería,
porque para colmo parecía ser una gran persona, una buena
chica...perfecta para él.
-Entonces haz méritos pero para no odiarle a él. Si es tan buen
chico como dices no deberías perderle...como amigo.
-Lo sé, lo sé...veamos las pelis anda
Tras una tarde entera viendo películas llegué a casa tan harta...que
no tenía ni ganas de pensar en él. Dormí mal al igual que días
anteriores, por culpa de las pesadillas. Soñaba con que lo tenía
entre mis brazos...y después venía una chica sin rostro y me lo
arrebataba. Fue el único sueño que recordaba por esa
peculiaridad, en vez de tener el rostro de Paola, no tenía rostro
reconocible. Sin embargo me sirvió para darme una idea, que me
ayudaría a olvidar aquel amor. Ese día no, porque era Domingo.
Pero al día siguiente lo pondría en práctica...

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70
Capitulo Tres: Navegando en busca de un amor

Mucha gente encontraba pareja por la red por lo que me dije ¿por
qué no la iba a encontrar yo? Me dediqué toda la tarde a buscar
un cibercafé, hubiera preferido que me hubiera acompañado
María o alguna amiga pero no les apetecía. A tres kilómetros de
mi casa encontré un interlocutorio que además tuve la suerte de
que era baratito: un euro y medio la hora. Pagué para estar dos
horas, una no me parecía suficiente. El chico que estaba a cargo
de todo me colocó en el primer ordenador que había libre. Los
ordenadores estaban predispuestos en mesas rectangulares y
separados cada uno por pequeños estantes. Esperé unos minutos
para que mi ordenador entrase a Windows. En casa tenía un
ordenador, antiguo en comparación con los ordenadores del
momento, pero no tenía Internet. Sin embargo los ordenadores los
entendía bastante bien y de todas maneras sobre navegar por
Internet, lo había probado en el instituto, a la hora de informática.
Recordé que mi compañera de ordenador, Cristina, tenía correo
electrónico y que me dijo en cierta ocasión: norma número uno:
una buena ligona de Internet debe tener al menos un correo
electrónico.
Mientras buscaba la página correspondiente para hacerme una
cuenta de correo, reí para mis adentros. La que más utilizaba la
gente era el Hotmail. Estuve unos minutos pensativa, buscando un
buen nombre para mi correo... “Mmm.........¿duende86?, no, no
me termina de convencer....¿elfa? tampoco.......Uff......¡ya sé!”
Puse lo que más me gustaba Océanoazul986...
Luego me metí en el único chat que me conocía por Cristina,
Terra, desde el cual podía entrar al de cualquier ciudad de España.
Me metí en Málaga y al cabo de cinco minutos ya estaba en el
general del chat. Al principio me maree, todo el mundo hablando
al mismo tiempo, no podía seguir ninguna conversación. Muchos
otros se hacían publicidad...

<<<ChicocamXXX: enseño mi po*** por la cam...


<<<Morenowapo: alguna chica simpática para

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charlar un rato?
<<<Bisex27: ¿alguien quiere pasar un buen rato?
soy discreto...
<<<Rubiojosazules: alguna chica para
intercambiar foto?

Las conversaciones eran más o menos de ese tipo, algunas muy


normales, otras muy fuertes y otras eran conversaciones entre
varios internautas. No se podía seguir ninguna sólo podía leer (y
si podía) algunas frases sueltas hasta que se abrió una ventanita
más pequeña a la izquierda, en cuyo borde superior ponía
“Moreno19”

<<<Moreno19: hola simpatika18 wapa cómo


estás?

En el borde inferior había el mismo recuadro para hablar...o creía


que era ahí donde escribía Cristina cuando chateaba y si no me
fallaba la memoria aquella ventana era lo que se llamaba un
“privado”

<<<simpatika18: hola moreno estoy bien y tu?


<<<Moreno19: Bien gracias, dime de donde eres?
<<<simpatika18: de Málaga
<<<Moreno19: Yo también...oye...¿tienes novio?
<<<simpatika18: no
<<<Moreno19: entonces te enrollarías conmigo?

Me quedé cuajada delante del ordenador, no supe que responder.


Estaba un poco desesperada pero no para llegar al punto de liarme
con el primero que me encontrase y sin conocerlo de nada. Miré
el reloj del ordenador. Había pasado ya algo más de una hora. No
sabía lo que me esperaba, otra hora aguantando privados de los
tíos, diciendo tonterías y dejando de hablar cuando decías que no
tenías foto. En fin que salí muy desilusionada del interlocutorio.
Y sin embargo no perdí del todo los ánimos y volví otra vez al día

72
siguiente (tras ver mientas volvía a casa, a Hugo y Paola de
manitas) y ya tuve más suerte. Volví a pagar para estar dos horas.
Tras cuarenta y cinco minutos en el chat...

<<<Malagueñosimpatiko: ola se puede?


<<<simpatika18: sí claro!!
<<<Malagueñosimpatiko: como estas?
<<<simpatika18: bien gracias y tu?
<<<Malagueñosimpatiko: bien también eres de
Málaga no?
<<<simpatika18: claro
<<< Malagueñosimpatiko: me alegro, bueno dime
cm te llamas?
<<<simpatika18: Vanesa y tu?
<<< Malagueñosimpatiko: Adolfo encantado
Vanesa!! Muaks
<<<simpatika18: igualmente
<<< Malagueñosimpatiko: bueno cuéntame
estudias o trabajas?
<<<simpatika18: estudio, voy a hacer una carrera
si apruebo selectividad
<<< Malagueñosimpatiko: jejeje yo trabajo en una
empresa de móviles.

De momento la conversación iba a un buen cauce y a pesar que


muchas otras habían comenzado, así tuve la sensación de que ésta
iba a ser distinta. Otros muchos chicos me estaban agobiando con
sus privados así que decidí estrenar el correo electrónico

<<<simpatika18: oye ¿tienes msn? Así podemos


hablar mejor que aquí me están agobiando
<<< Malagueñosimpatiko: Jajaja de acuerdo,
agrégame

Me dio su dirección y lo agregué.


-Adolfo- ha iniciado sesión

73
-Adolfo-: Rehola ¿océano azul? Te gusta el mar?
-océano azul: Sí mucho
-Adolfo-: y...¿k otras cosas te gustan? No sé
aficiones...
-océano azul: pues sobretodo dibujar cuando tengo
tiempo y hacer natación
-Adolfo-: interesante

Mantuvimos una conversación bastante amena durante todo el


tiempo que tenía. Me contó lo que le gustaba hacer (montar en
bicicleta, hacer snow en invierno y en la sierra, jugar al fútbol...),
que hacía en su trabajo y su gran afición por el manga japonés. Y
claro, así transcurrió el tiempo y llegaron las despedidas.
-océano azul: siento tener que dejarte, estoy en un
interlocutorio y se me ha acabado el tiempo :p
-Adolfo: oh ¡qué lástima! Pero ¿volverás a
conectar?
-océano azul: sí claro
-Adolfo: hagamos una cosa ¿tienes móvil? Dámelo
y así, cuando conectes me das un toque ok?
-océano azul: de acuerdo

Le di mi número y salí del interlocutorio muy feliz. Al fin había


encontrado a un chico más normal que el resto del chat. Tan
ilusionada estaba que ni miré hacia el videoclub cuando entré a
mi portal.

74
Capitulo Cuatro: Una nueva ilusión

-¿En serio? ¿Qué has ligado con uno del chat?


-Sí
-Pero oye ¿estás segura? Es muy fácil que te engañen ¿eh?
-Es extraño pero sí estoy segura. Sólo he experimentado
cuatro horas en la red pero me han bastado para comprobar que
Adolfo es completamente distinto a los demás que hay en el chat.
-Entonces...¿ya has olvidado a Hugo?
-Si te soy sincera María....todavía no. En cierto modo lo he
olvidado un poco, ya no pienso tanto en él pero...
-...pero sigues enamorada ¿verdad?
-Sí. Mira ya llegamos.
Las dos veníamos de estar en el centro e íbamos ahora al instituto
para conocer nuestras notas en Selectividad. Tenía que admitir
que tenía una mínima esperanza de aprobar sin problemas, a pesar
de que los exámenes podría haberlos hecho mucho mejor y si
suspendía era con razón.
-Se te ve nerviosa...-mi cara y mis tembleques debían decirlo
todo. Ni a la hora de conocer la nota final de Filosofía estuve tan
nerviosa.
Al bajar del autobús respiré hondo intentando tranquilizarme al
menos un poco. Sólo conseguí ponerme aún más tensa, en
especial cuando entré al instituto y vi a muchos de mis
compañeros arremolinados delante del panel que había al lado de
secretaría.
-¡Hola Vanesa, María!
-Hola José ¿cómo te ha ido?-José era uno de mis compañeros
de clase, un chico que me atrajo en un principio, bastante
atractivo...pero ya tenía a Hugo en mi mente y quedó como un
buen amigo.
-Muy bien chicas, espero que a vosotras igual-dijo guiñando
un ojo y yéndose por donde nosotras habíamos entrado. Yo me
quedé mirando como se iba y María miró las notas
-Vanesa...
-...-pensaba en si no me equivoqué al estar tanto tiempo

75
enamorada de Hugo y haber perdido la oportunidad de salir con el
hombre que me correspondía...(supongo que los nervios me
hacían pensar chorradas y ponerme filosófica)
-¡Vanesa!
-¿Qué pasa?-malhumorada me volví a María que tenía la cara
iluminada de felicidad
-Vanesa.........que estamos aprobadas-tuve que haber puesto
los ojos como los dibujos manga cuando ponen los ojos como
platos. No me lo podía creer así que miré el tablón y ahí estaba mi
nombre junto a las notas. Mis ojos se fueron directamente a la
nota media final.
-No me lo puedo creer...........¡TENGO UN SEIS!-exclamé
eufórica. Comprobé el resto de notas y los únicos exámenes que
había suspendido fueron Inglés e Historia.
-¡Qué bien tía, podemos hacer Historia del Arte!-mi amiga
estaba tan feliz como yo de haber aprobado aunque la verdad es
que la nota nos importaba poco, si sacábamos mucha o poca. Para
Historia del Arte no pedían demasiada nota...sólo un cinco.
Después de la feliz noticia quedamos para ir en dos días a por la
solicitud para matricularnos en la Facultad de Filosofía y Letras.
Yo tenía esa tarde una cita en el interlocutorio...

Llegué a la hora de siempre, y al entrar en el Messenger ya estaba


él allí. Tal y como me pidió la última vez le di un toque cuando
iba de camino al interlocutorio
-Adolfo-Muy buenas!
-Océano azul-Holaa!!
-Adolfo-¿Cómo estás?
-Océano azul-Muy bien! Esta mañana he conocido la nota de
Selectividad
-Adolfo-¿Y qué tal?
-Océano azul-Pues he aprobado!!
Y le conté cómo me sentía, lo feliz que estaba y las ganas que
tenía de matricularme. Era extraño pero me sentía segura
“hablando” con Adolfo, sentía que podía confiar con él pero ¿por

76
qué? Casi al llegar la hora de irme....
-Adolfo-¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta?
-Océano azul-ehmmm....hazla y te diré si es indiscreta o no :-
P
-Adolfo-¿Tienes novio?
-Océano azul-Jajajajajajajaja-me reí porque me hacía gracia
que llamase indiscreta a esa pregunta cuando otros estúpidos por
el chat me habían dicho cosas peores-no, que va, sino no estaría
aquí :-P...¿y tú? ¿la novia donde la dejas cuando conectas?
-Adolfo-¿yo, novia? Jajajajaja, qué va, qué va...
-Océano azul-Vaya es extraño que un chico tan simpático
como tú no tenga pareja
-Adolfo- ^_^ lo mismo digo :-P
-Océano azul- bueno yo tengo que irme ya, han pasado las dos
horas. La verdad que hablando contigo se me pasa muy rápido
-Adolfo- ^_^ de acuerdo...besos y cuídate mucho. ¡Hasta la
próxima!
-Océano azul- Lo mismo digo! Chaooo

Al acostarme aquella noche, me di cuenta de que eso del ciber-


amor era como una droga. Me pasé todo el resto de ese día y de
algunos más pensando en él y dejando volar a mi imaginación:
cómo sería físicamente, cómo serían sus ojos, su pelo, su
sonrisa...y cómo sería nuestro primer encuentro en la realidad.
Todas esas fantasías estaban haciendo “olvidar” a Hugo,
ayudando a que no pensara en él en absoluto. Claro que, no
esperaba que un ciber-amor tenía más desventajas que ventajas.
Los días pasaban y frecuentaba cada vez más los interlocutorios,
tanto que mi padre se pensó ponerme Internet en casa (al fin y al
cabo, lo que gastas en los interlocutorios, podríamos ahorrarlo y
gastarlo en poner Adsl-me dijo). Mi prima se alegró muchísimo
de que hubiera encontrado un chico.
-Aunque parece interesado en ti, mantente alerta, Internet
es muy peligroso y hay muchas personas que están dedicadas a
timar a la gente como donjuanes...
-Sí, ya lo sé

77
-Bueno, de todas maneras toma mi dirección de correo
electrónico. Si tu padre te va a poner Internet, va siendo hora que
vayas agregando más gente-me decía mientras lo apuntaba en un
trozo de papel y me lo entregaba-cuéntame ¿ya fuiste a echar los
papeles de la solicitud?
-Sí, fui la semana pasada, pronto sabré si me han admitido o
no.
-Seguro que sí, Historia del Arte no es que sea una carrera
muy solicitada. Además piden como media un cinco ¿no?
-Exacto
Carolina tenía Internet en su casa pero nunca había conectado
cuando yo me quedaba en su casa. Y aquel día sin embargo sí
conectó. Me dijo que quería hacerme algunas recomendaciones
-Lo primero recomendarte que protejas lo mejor que
puedas tu bandeja de entrada. Puedes poner el nivel máximo de
seguridad en el filtro de correos no deseados, de manera que sólo
te llegarán aquellos correos que tú deseas. Para asegurarte de que
llegan perfectamente debes hacerte una “Lista Segura” con las
direcciones de correo de tus amigos y amigas.
Segundo, espero que sepas como denegar el acceso al msn a
aquellos indeseados
-¿Cómo?
-¿Ves este muñequito?-con el puntero del ratón marcaba a
un símbolo, el del muñeco verde de msn rodeado por el signo de
prohibición, y que estaba en una esquina de la ventana de
conversación-si le das le deniegas el acceso a la persona que
quieras. Así no podrá hablarte pero te tienes que asegurar de
bloquear sus mails...
Estos y otros muchos fueron los consejos que ella me dio sobre
Internet Después de explicarme las funciones del msn me
recomendó páginas web donde podría descargarme un buen
antivirus y cortafuegos para no acabar estropeando el ordenador.
Fueron consejos muy útiles, que me podrían servir para cuando
mi padre me pusiera al fin Internet

78
Capitulo Cinco: Es pasión de necios, la prisa

Todo parecía ir viento en pompa: me habían admitido en Historia


del Arte, salía a menudo con mis amigas y con Adolfo me llevaba
muy bien. Ya no me dolía tanto ver a Hugo en el videoclub con
Paola y podía seguir siendo su amiga con toda la naturalidad
posible.
Mi padre me puso a principios de Agosto el Adsl. Como él y yo
somos unos negados de la informática, tuvo que venir mi prima a
preparármelo todo. Estaba muy feliz porque así podía hablar con
Adolfo cuando quisiera. Sin embargo lo primero que me trajo esa
decisión de mi padre fue un disgusto muy grande. Conecté con
toda la ilusión del mundo al día siguiente de que me pusieran
Internet y me encontré con que Adolfo no estaba conectado. Le di
un toque al móvil para que conectara, pero no me conectó en toda
la tarde. “Bueno”pensé “a lo mejor está haciendo otra cosa”.
Desgraciadamente no conectó en toda la semana y yo empecé a
temerme lo peor y que mi prima tenía razón, en que Adolfo
podría ser un rompe-corazones y que sólo había estado jugando
conmigo. Me entristecí muchísimo y de la rabia que me dio volví
a meterme en el chat.
Estuve manteniendo algunas conversaciones con algunos
estúpidos del chat hasta que me saltó un privado, de una persona
cuyo nick me gustó desde un principio. Se llamaba Ocean´s, igual
que mi dirección de correo.

<<<Ocean´s: hola guapetona


<<<Simpatika: hola ¿k tal?
<<<Ocean´s: más o menos...bien
<<<Simpatika: me alegro, qué edad tienes?
<<<Ocean´s: es necesario que lo sepas?
<<<Simpatika: eh? no...
<<<Ocean´s: siento ser tan brusco. No estoy de
buen humor
<<<Simpatika: ahh no pasa nada
<<<Ocean´s: quería preguntarte que sueles buscar

79
en un sitio como este

Tardé un poco en responder porque sinceramente no me lo había


planteado. Unas semanas atrás buscaba un amor ¿y ahora? Estaba
despechada por el palo con Adolfo ¿buscaba a otro para
sustituirlo? ¿o qué?

<<<Simpatika: para serte sincera no lo sé. Pero


estate trankilo, no busko lo que tal vez busken otras
<<<Ocean´s: es un alivio saberlo, necesitaba a
alguien para hablar con normalidad. Tienes msn?

Le di mi dirección y lo agregué. En el msn también tenía ese


mismo apodo...
-OCEAN´S- Buenas de nuevo...veo que tenemos un nick muy
parecido
-Océano azul- Sí, me gusta el mar
-OCEAN´S- A mi tb por ser el único lugar casi ilimitado en
este mundo donde todo tiene un fin, un límite-“vaya, que
profundo”
-Océano azul: ohh ya veo. Dime de qué te gusta hablar
-OCEAN´S-de todo, no me importa hablar de cualquier tema
Comenzamos hablando temas sin importancia hasta que al fin
tocamos un tema que nos interesaba...bueno al menos a mi.
-Océano azul-ya lo creo que sí, es uno de los mejores
sentimientos del mundo, el amor. Dime, ¿tú estás enamorado, te
gusta alguien...?
-OCEAN´S-Sí tengo novia
La verdad es que no me sorprendió, porque si algo había visto con
frecuencia en Internet eran chicos con novia pero coqueteando
con otras en el chat. Aún así, las palabras que aparecieron a
continuación en la pantalla:
-pero es como si no tuviera, pasamos tiempos muy difíciles.
Creía estar enamorado de ella, perdidamente enamorado de ella,
pero el tiempo y la distancia han enfriado mis sentimientos
-vaya...debe ser muy duro...¿y no puedes romper con ella o...?

80
-ojalá pudiera
No continúo la frase y no lo hizo hasta pasado un buen rato.
Mientras tanto, yo veía varias paginas web interesantes desde
hacía un buen rato. Me preguntaba a donde iba a llegar todo
aquello. El sonido de que Ocean´s me volvía a hablar me
sobresaltó.
-te lo voy a contar a ti, porque me has parecido una chica
simpática y con la que se puede hablar. Además puedo confiar en
ti sin miedo a ser traicionado. Sólo si tu me lo permites, me
gustaría que fuéramos buenos...ciber-amigos
-Jajajaja como quieras-me hizo mucha gracia eso de ciber-
amigos.
-...... No puedo romper con ella, llevamos mucho tiempo
saliendo. Es la chica con la que he salido desde siempre, la que
toda mi familia y amigos conoce...por eso digo que se han
enfriado mis sentimientos. Le tengo mucho cariño pero me he
dado cuenta de que no siento pasión, no me atrae en absoluto, no
la deseo. De esta forma me acabo fijando en otras mujeres hasta
que llegue un punto en que me enamore de otra y le haga daño a
ella. Lo peor de todo es que no puedo hablar de esto con nadie
más. Todos están seguros de que hacemos buena pareja, de que
todo va de maravilla...me da miedo decirles que no es así, que
todo ha tocado a su fin. Estoy cansado de esta historia donde todo
es una fachada pero a la hora de la verdad no soy capaz de tomar
riendas en el asunto. Sé que vas a pensar que soy un cobarde, lo
entiendo, pero ponte en mi situación para que me comprendas.
Muchos aspectos de mi vida se irían al garete...

Leía con mucha atención todo lo que me iba escribiendo ocean´s


con ayuda de frases cortas para que no perdiera el hilo ni la
concentración. Aunque su historia me resultó emotiva había algo
que me enojaba.
-Es verdad eres un cobarde por no enfrentarte a la realidad.
Resulta más cómodo seguir adelante ¿verdad? ¿Por qué no eres
capaz de sincerarte con ella y dejarle todo claro, de que ya no la
amas y que no puedes seguir con la relación?-tardó un poco en

81
contestar porque parecía que le sorprendió que le contestara así.
-Cierto, es más cómodo seguir adelante pero es más correcto
ser sincero como tú dices. Pero ya te he explicado por qué no
puedo hacerlo. Mi vida perdería su equilibrio desde el momento
en que rompa la relación.
-Visto así ¿no es eso amor? Que tu vida gire entorno a la
persona que amas, porque la compartes con ella. Da igual que no
sientas ahora pasión, tal vez sólo sea algo pasajero. Si la amas
¿qué más da lo demás?
-Déjame que te pregunte algo ¿has mantenido alguna vez en
tu vida una relación estable?
-Soy demasiado joven, sólo tengo 18 años
Volvió a tardar un poco en responder. Realmente me sentía
desesperada con él, me sentía enojada y seguía sin saber por qué...
-Ya veo aunque mucha gente, nuestros padres o abuelos,
empezaron sus noviazgos a esa edad. De todos modos si no has
mantenido una relación estable como la mía, no puedes entender
mucho lo que me ocurre a mi :-P. Es verdad, es posible que se
trate de amor pero ¿sabes? No creo que sea amor de verdad.
-Pero deberías sentirte afortunado, al menos tienes a alguien
que te ama y te corresponde. No todo el mundo corre tu misma
fortuna. Yo por ejemplo, estoy enamoradísima de un hombre que
ya tiene pareja y que intenta olvidarle con un chico que conoce en
el chat y que ha desaparecido de repente.
Todo esto lo escribí a gran velocidad como si me estuviera
desahogando y me sorprendí con lágrimas en los ojos. ¿Qué me
estaba pasando?
-Visto desde ese punto de vista, tienes toda la razón del
mundo, no tienes la misma suerte que yo. Pero si lo piensas bien,
la situación es semejante, pues soy yo el que no corresponde en
sentimientos.
No contesté nada. Me limpiaba las lágrimas que rodaban por mis
mejillas, dándome cuenta de mis verdaderos sentimientos. Había
dejado de pensar en Hugo pero no había dejado de estar
enamorada de él. Y cuando había encontrado un “remedio” a la
enfermedad del amor...desaparece por arte de magia.

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-Oye, me tengo que ir a trabajar. Ha sido un placer conocerte.
No suelo conectar mucho pero intentaré mandarte e-mails ¿ok?
Yo también puedo ayudarte ¿sabes? Tengo más experiencia y te
puede ser muy útil.
-Vale, gracias.
-Hasta la próxima.
<<<Es posible que Ocean´s no contesté porque aparece como
No Conectado>>>
Poco después desconecté del Messenger pero seguí como una
autómata navegando por la red sin saber siquiera por donde lo
hacía. Todo había sido tan extraño, la charla con Ocean´s, su
problema, el mío.......el mío, que creía haber solucionado y no, no
estaba solucionado, ni siquiera un poquito...me preguntaba con
amargura por qué todo tenía que necesitar su tiempo, por qué no
todo podía ser de inmediato...

83
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Capitulo Seis: Nada es perfecto

Era viernes por la tarde, estaba aburridísima y necesitaba 
distraerme para dejar de pensar en mi depre. Y no se me ocurrió 
otra cosa que bajar al videoclub a alquilar alguna película. Bajé 
todo lo despacio que podía por las escaleras mientras me decía a 
mi misma “¡por favor que no esté él, que no esté él, que no esté”. 
No sirvió para nada. Era de esas ocasiones en las que el destino te 
jugaba malas pasadas. Al entrar allí estaba él, sentado tras el 
mostrador, haciendo algo en el ordenador de la tienda, donde con 
seguridad guardaba la base de datos del videoclub, con las 
películas y los socios.
­¡Hola Vanesa! Chica, últimamente estás muy perdida. 
¡Me alegro de verte!­quitó la vista del ordenador y me sonreía tan 
dulcemente como siempre. Respiré hondo de nuevo y tragué 
saliva como llevaba haciendo desde hacía mucho tiempo. La frase 
“tranquilízate Vanesa, tranquilízate” me la repetí una y otra vez.
­¡Ho­hola Hugo! Sí, es que me han puesto Adsl y he 
estado un poco enganchada.
Estaba siendo sincera, había estado tanto tiempo enganchada a 
internet por Adolfo que no tuve en cuenta que apenas sí pasaba 
por allí. Veía mucho la entrada desde mi cuarto pero no bajaba 
para nada.
­¿En serio?¡Espero que no te estés bajando las películas 
por ahí!¿eh? Es broma, puedes hacer lo que quieras, pero quiero 
seguir viéndote por aquí
Sentí un intenso dolor en mi corazón, ese tipo de palabras me 
dejaban hecha polvo. Tragué saliva por enésima vez e intenté 
cambiar de conversación.
­¿Qué haces en el ordenador?
­Nada importante, introducir los datos de las nuevas 
películas y juegos. Lo de siempre vamos.
La verdad es que no veía desde mi posición nada de lo que hacía 
en él, la pantalla estaba completamente vuelta a él. Pero se le veía 
bastante relajado para hacer una actividad semejante que sabía por 

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las clases de informática, que requería su tiempo. Además de que 
sobre el mostrador no había rastro de esos juegos nuevos o 
películas...¿me estaba mintiendo? No, no, seguro que eran cosas 
mías...¿por qué me tenía que mentir?
­Aja...¿cuál película me recomendarías para alquilar?
­Hummm....pues....­se levantó de su asiento y se dirigió a 
uno de los estantes cercanos a mi y que se encontraba medio 
vacío­...me ha llegado Constantine, tengo Spiderman 2 que creo 
que no la has visto, Hellboy, no sé...dependiendo de lo que te 
apetezca ver. ¿Has visto ya Resident Evil 2? 
­Creo que me voy a llevar Constantine
­Muy bien señorita
Suerte que era una película que luego me gustó muchísimo pero la 
escogí por alquilar alguna. Hugo se acercaba mucho a mi para ir 
mostrándome las películas y sentía que las piernas me fallaban. 
Podía notar perfectamente el olor de su loción de afeitado y la 
cabeza me estaba dando vueltas.
Poco después me faltó poco para salir huyendo de allí pero me 
contuve, tenía que irme lo más tranquila y natural posible. Como 
no iba a salir hasta dos horas después, al llegar a mi casa me puse 
en Internet para ver mi bandeja de entrada. Mi intuición no me 
falló y tenía un e­mail de Ocean´s. Pinché en él y lo abrí

Hola!!
¿Cómo estás? Espero que muy bien y que estés disfrutando del 
verano. Yo estoy aquí, bastante liadillo con el curro y demás pero 
he sacado un momento para escribirte. No podía sacarme de la 
cabeza lo que me dijiste la última vez que hablamos. Si me 
cuentas (si quieres) tu problema puedo ayudarte más a fondo. Pero 
a rasgos generales: si amas mucho a alguien pero que esa persona, 
sabes que no te va a corresponder, es inútil perder el tiempo 
esperando a que ocurra el milagro. Es posible que sea la persona 
destinada a hacerte feliz para siempre y con la que compartas toda 
tu vida...pero eso es algo muy complicado de saber y no puedes 
dejar de pasar la vida sin aprovechar otras oportunidades que te 

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ofrezca la misma. Por ahora busca la mejor forma de olvidarle y 
buscarte a alguien que te quiera. Ten muy en cuenta esto que te 
voy a decir: sólo ama a quien realmente te ama no a quien te da 
falsas esperanzas. Algo que te puedes aplicar con los ciber­
amores, un camino fácil pero inestable para encontrar a alguien.
Te dejo, tengo mucho que hacer
Besos

Vi que el e­mail me lo había enviado pocos minutos antes de que 
yo entrase. Si hubiera tardado menos en el videoclub 
posiblemente me habría encontrado con él. Decidí responderle de 
inmediato:

Hola Ocean´s
Acabo de venir de la calle, he abierto el correo y acabo de leer tu 
mensaje. Gracias por tus consejos pero es lo mismo que me ha 
contado mucha gente así que tal vez me digas algo nuevo 
contándote todo más al detalle. Estoy enamorada de un hombre 
que no sabía que llevaba saliendo cuatro años con una chica, que 
conoció de otra ciudad y que ahora van a irse a vivir juntos. No 
me hace falta que me diga nadie que yo en esa historia “perfecta” 
sobro. Lo peor de todo es que nos hemos hecho tan buenos 
amigos que me veo casi en la obligación de seguir sonriendo y 
haciendo como si tal cosa, como si nada me afectase. No quiero 
romper esa amistad.
Lo de Internet, ya me he dado cuenta que no es nada fiable. 
Das muy buenos consejos que la verdad que te los podrías aplicar 
para ti xD ¿sigues con tu novia en las mismas o ya van las cosas 
mejor? Espero que tengas más suerte que yo
Besos

Era un mensaje muy breve pero no sabía que más escribirle por lo 
que lo envié de inmediato. Me arreglé para salir y luego me fui. 
Saliendo del portal eché un vistazo de reojo al videoclub; en la 
puerta estaba Hugo con Paola, de juegos de manos y besuqueos. 

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Aparté rápidamente la mirada y desaparecí detrás de la esquina, 
sintiendo como si un puño se hubiera cerrado sobre mi corazón. 
Aquella noche me lo pasé estupendamente y en cuanto comencé a 
bailar me olvidé de Hugo y de todo.
Pasaron algunos días más antes de recibir el e­mail de Ocean´s. 
Cuando fui a llevar la película que alquilé, estaba Carlos. Ya sabía 
que estaría él porque estuve casi una hora esperando a que Hugo 
saliese de allí con Paola agarrada de su brazo, dirigiéndose al 
lugar donde les esperaban la pandilla de Hugo para irse en los 
coches a dar una vuelta. La parejita había abierto la tienda juntos 
y no me apetecía ir allí para pillarlos en plan acaramelados porque 
eso acabaría de hundirme la moral. Un par de días después de esto 
abrí el correo y encontré la respuesta de Ocean´s:

Hola!!

Por fin he sacado un ratito libre para escribirte. Me ha 
sorprendido tu historia, incluso más que la mía (jejeje). Es muy 
fuerte que después de un tiempo largo enamorada de una persona 
ahora te encuentres con que lleva cuatro años saliendo con una 
persona. Ha tenido que ser un golpe muy duro para ti pero debes 
reponerte, no es el único chico en el mundo. Pueden haber 
muchos como él. Sin embargo, si a tu pesar lo quieres demasiado, 
tienes la opción de esperar a ver que pasa. No te quiero decir nada 
más para no darte falsas esperanzas porque eso es peor que 
cualquier otra cosa. Tú decides, esperar un poco más u olvidar.
Sobre mi....no sé que decirte, si esto está mejor o peor. Algo 
puedo asegurarte: no tengo más suerte que tú, tenemos la misma. 
Estamos en la misma situación, tenemos que disimular nuestros 
propios sentimientos para no hacer daño a otras personas y 
romper muchas cosas hermosas. 
Te dejo, ya va siendo hora de irme. No hace falta que contestes de 
inmediato, hazlo cuando tenga muchas cosas que contarme. 
Espero que en el próximo correo me cuentes algo más feliz. 
Recuerda que todo es efímero...tanto es así que a veces lo bueno 

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es demasiado breve
Hasta la próxima!!

En cuanto terminé de leer el correo mi móvil comenzó a sonar y 
pocos segundos después la musiquilla cesó. Un toque. Al mirar el 
móvil me sorprendo al comprobar que es Adolfo. No sabía si era 
porque iba a conectar o me lo daba porque sí. Al rato recibo un 
sms suyo que me decía que no había conectado en todo ese 
tiempo porque estaba muy liado con su trabajo y que había estado 
también sin saldo, que en cuanto pudiera conectar me avisaría. No 
sabía si alegrarme o no. Todavía le daba vueltas a lo que me había 
escrito Ocean´s. ¿Y si esperaba? Tal vez Hugo, al irse a vivir con 
su novia, tenía problemas y acababa rompiendo con ella. “No, no 
va a ocurrir eso” me negué “eso es tener falsas esperanzas, se 
llevan demasiado bien para que ocurra”. Decidí seguir como hasta 
ahora, mantenerme al margen, pero no pensaba que el propio 
Hugo iba a enredarme aún más.

Pasó el tiempo y Agosto dio paso al fresco otoñal de finales de 
Septiembre. Mi prima me recomendó que me llegase de vez en 
cuando por la facultad para comprobar si ya estaban los horarios e 
ir haciéndome una idea de a que hora entraba y a que sitio debía 
ir.
­Normalmente los de primer año vais a los aularios. Hay 
teléfonos para llamar a la secretaría pero a estas alturas, con los 
que se matriculan ahora, no cogen los teléfonos­me explicó 
Carolina algunas horas antes de salir hacia la que iba a ser mi 
facultad. Llamé a María y le expliqué lo mismo. La muy floja 
prefirió quedarse en casita antes que coger dos autobuses. 
Maldiciéndola durante todo el camino hasta el centro, me 
apresuré en cruzar la Alameda para coger el autobús para la 
universidad. Pagué y me encontré con que Hugo estaba sentado al 
final del autobús.
­¿Vanesa?­me preguntó sorprendido cuando me vio. 
Estaba leyendo el folleto­libro que daban en el autobús, que solía 

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traer un pequeño relato
­Hola, no te esperaba aquí­dije intentando disimular que 
me había entrado de todo por el cuerpo.
­¿Vas a la universidad? Ah, claro ¿has entrado a alguna 
carrera?
­Sí, a Historia del Arte. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?­le 
pregunté mientras dejaba que me sentase junto a él. No quise 
sentarme pero no quería parecer descortés.
­Pues yo, que voy a hacer quinto...de Historia del Arte­
respondió tranquilamente y con una gran sonrisa. No me lo podía 
creer. ¡Hugo estaba estudiando Historia del Arte!­¿te sorprende? 
¿Nunca te lo había dicho?­me preguntó al ver la sorpresa pintada 
en mi cara.
­No y eso que hablamos mucho.
­Es cierto, me extraña que no te lo comentara. Soy muy 
despistado, a veces se me olvidan las cosas. Se me pasaría 
contártelo­hice otra mueca insondable, en un intento en que no se 
convirtiera en una mueca de amargura al pensar “sí como por 
ejemplo que tenías novia desde hace cuatro años”
­Es igual, por lo menos lo sé ahora que voy a entrar. Me 
gustaría que me contaras muchas cosas sobre la carrera.
Y así, durante veinte maravillosos minutos, me olvidé de todo y 
escuché con atención a todo lo que me contaba sobre Historia del 
Arte, a medida que respondía a mis preguntas. Se notaba que le 
encantaba la carrera, por la forma de la que hablaba de ella. 
Llegamos a la parada adecuada y llegamos al vestíbulo de nuestra 
facultad. Lo único que había visto de allí, era la secretaria. Más 
allá del tramo de escaleras que subía, tras cruzar una puerta de 
cristal, no conocía nada. 
­Vamos sígueme­me dijo Hugo que ya tenía un pie puesto 
en los escalones. Tras las escaleras nos esperaba  un largo pasillo 
al aire libre, cuya zona central era la única cubierta con una 
techumbre de piedra, a lo largo del cual se articulaban una serie 
de módulos donde estaban las aulas. Los precedía una gran puerta 
doble, junto a la cual o sobre a ella, una placa informaba de las 

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aulas que se trataban o de los departamentos que había. El 
“pasillo” era muy ancho, de unos siete o diez metros. Estaba 
dividido en dos por una serie de jardincillos y bancos de piedra 
(era ésta la parte cubierta por el techo). Hugo anduvo bastante 
hasta bajar otro tramo de escaleras. Aquí se abría otra especie de 
vestíbulo. A nuestra izquierda estaba la biblioteca y enfrente había 
unos paneles informativos
­Es aquí donde ponen los horarios de todas las carreras y 
todos los cursos­se acercó y comenzó a buscar. Todo a nuestro 
alrededor era silencio. No había mucha gente por allí, casi todos 
estaban en la biblioteca o en el césped que había cerca. Pero el 
ruido de sus conversaciones apenas nos molestaban. Me acerqué a 
comprobar mis horarios. Tardé un rato en dar con ellos...mejor 
dicho, dar Hugo con ellos.
­Mira Vanesa, aquí están tus horarios
­¿En serio?
Al acercarme también me acerqué a Hugo, más de lo que lo había 
hecho hasta ahora, tanto que podía notar perfectamente el calor 
que desprendía su cuerpo. Hice como que los examinaba con 
atención pero en realidad tenía la mente en blanco. Olía a 
perfume, era un olor fuerte pero agradable. Y sentía su mirada fija 
en mi. Así lo comprobé cuando me volví. Me miraba muy 
fijamente a los ojos, una mirada extraña, que jamás le había visto. 
No mostraba expresión alguna, no sonreía, ni estaba serio, ni 
tampoco triste. Parecía decisión. Podía ser que se decidió a hacer 
lo que yo menos me esperaba cuando le pregunté, para intentar 
romper el silencio:
­¿Cómo te va con Paola? ¿Va a estudiar aquí?
El moreno que me traía de cabeza desde hacía tiempo sólo apoyó 
sus manos en el cristal que había a mis espaldas y unió sus labios 
a los míos.

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Capitulo Siete: Sin pena ni gloria

Me quedé paralizada. No podía creer lo que estaba sucediendo.


Tenía a Hugo, pegado a mi, besándome con dulzura y
acariciándome el pelo con una mano. Por unos instantes todo se
esfumó a nuestro alrededor y disfruté con intensidad aquel
momento que me supo a gloria bendita. Desgraciadamente duró
poco. El tiempo que tardó mi conciencia en recordarme que él
mantenía una relación que ya duraba cuatro años. Abrí los ojos,
puse mis manos su duro pecho y lo aparté con suavidad. Cerré los
ojos para no ver su expresión. Sólo los volví a abrir tras notar
lejos de mi su presencia, cuando ya no notaba tan cerca ni su calor
ni su aliento
-Hugo, sabes que no puede ser. No puedo estar con un
chico con novia. Lo siento.
Fueron las únicas palabras que conseguí que me salieran antes de
marcharme sin mirar atrás. No quería verlo, no quería ver la cara
que había puesto después de oír mis palabras. Si lo hacía, me
ilusionaría, me haría esperanzas y no podría hacer lo que debía:
olvidarle.
En cuanto llegué a mi casa me fui directa al ordenador como una
exhalación, sin apenas saludar a mis padres. Estaba muy nerviosa
con lo que había ocurrido, con el sabor de sus labios rodando
todavía por los míos y me temblaba el pulso cuando encendía el
ordenador y después intentando escribir el mail a Ocean´s. Quería
que me lo explicase, él que era un chico y no conocía cara a cara.
Le expliqué todo lo que me acababa de ocurrir y le preguntaba
que si fuera él porque lo haría, porque actuaba así. La respuesta
no llegaría de inmediato, eso ya lo sabía, pero me daba igual, la
quería tarde o temprano. Almorcé y por la tarde recibí la visita de
mi prima Carolina.
-¿Cómo te fue esta mañana? ¿Sabes los horarios?
-Más o menos-notando a legua lo nerviosa que estaba me
preguntó con una ceja arqueada.

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-¿Te ha pasado algo? Te noto rara-solté una carcajada
entre amarga y nerviosa.
-Sí y no te lo vas a creer cuando te lo cuente. Pero antes
déjame que llame a María ¿te importa?
-No, claro que no.
Veinte minutos después estábamos en una tetería cerca de donde
vivía mi amiga, tomando té o batido. Se quedaron boquiabiertas
cuando les conté todo lo que aconteció en la mañana. La primera
en hablar fue María:
-No me lo puedo creer ¿en serio te besó? ¡No me lo
esperaba de él, tiene novia!
-Está muy claro. Hugo no es trigo limpio, Vanesa. Me
parece que se ha dado cuenta de que tú sientes algo por él y que
está jugando contigo. Debes de tener mucho cuidado con él.
-Tu prima tiene razón, no parece que sea tan buena
persona como lo sueles pintar.
Permanecí unos instantes en silencio, escuchándolas hablar y
luego su silencio, esperando a que dijese algo. Eran unos instantes
en los que tenía la mente en blanco.
-Es normal que penséis así porque no lo conocéis. Pero yo
sí lo conozco y me temo que no tenéis razón ninguna de vosotras.
No es por el amor, que ciega lo veo así. He hablado mucho con él,
como amiga, y sé que no lo ha hecho por gusto. Sé que es darme
vanas esperanzas pero yo lo veo así.
Esta vez fueron ellas las que no me dijeron nada durante unos
segundos, mirándome con tristeza después de lo que acababa de
decir. Para mi sorpresa, Carolina me sonrió y dijo con calma:
-Tal vez. Nosotras apenas sabemos cómo es él por lo que
tú nos cuentas. Y si tienes, razón, ten muy claro que no tienes casi
ninguna salida. Lleva mucho tiempo con una persona como para
romper con ella sólo porque esté empezando a sentir algo por ti.
Si no rompe con ella ya puedes darte por satisfecha, porque

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realmente le conoces bien y tenías razón.
-No te preocupes, nos tienes a nosotras si necesitas ayuda,
Vanesa. Creo que ya te lo dijimos, no es el único hombre sobre la
faz de la tierra
-De todas formas, antes de distanciarte debes hablar con él
y dejarle las cosas claras. Y si puedes hacerle ver que a ti no te
gusta él mejor
Parecía que me sentía mejor por momentos, sobre todo cuando
me terminé mi té japonés. Era lo que más me gustaba de aquella
tetería, que preparaban muchos tipos de té, incluso el japonés.
Hablamos de ese té, de la ceremonia del té y que me gustaría ver
o participar en una y otros temas banales hasta que nos
terminamos nuestras bebidas y Carolina nos acompañó hasta casa
de María. Cené en casa de mi amiga y volví a la mía rozando la
medianoche. Quería evitar lo inevitable, soñar con él, soñar con el
beso y mucho más, el poder besarlo una y otra vez y el poder
colmarlo de caricias. Al despertar en la madrugada, lágrimas de
amargura rodaban por mis mejillas. Era demasiado doloroso,
desear tanto y no poder poseerlo, sólo en unos sueños que luego
me causaban todavía más dolor.
Ocean´s no me contestó, lo hizo mejor, conectó una tarde por el
msn
-Hola wapisima ¡leí ayer tu e-mail!-me escribe nada más
entré
-Entonces me puedo ahorrar las explicaciones
-Sí, estoy muy sorprendido, no esperaba nada parecido por
su parte. Si hubieras sido tú la que hubiese tomado la iniciativa lo
entendería ¡pero de él no!
-Ve al grano, por favor tú lo entiendes ¿verdad?
-Sí y creo que está siendo sincero pero a la contra está
confundido
-Qué está siendo sincero?

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-Sí, mírame a mi!! Es posible que esté pasando por la
misma situación que yo! Tú misma me lo has dicho, lleva tiempo
manteniendo una relación a distancia y que cada equis tiempo se
veían, calculemos unas tres, cuatro o cinco veces al año. De ahí a
verse todos los días...
-Quieres decir que pueden llevarse tanto bien como mal
¿no?
-Je, vas aprendiendo muy rápido. Ten en cuenta que las
cosas entre él y su novia son diferentes, y la felicidad que antes
les embargaban cuando se veían ahora puede haber desaparecido
-Visto así, tienes mucha razón. Pero ¿esa es razón para
jugar conmigo?
-Mmmm
-Mi prima me había dicho que podría haberse dado cuenta
de mis sentimientos y que puede estar jugando conmigo
-Es normal que se llegue a pensar lo peor de él. Pero
démosle el beneficio de la duda. Por su edad y teniendo una
pareja estable dudo mucho que sea capaz de jugar con los
sentimientos de una chica...mejor dicho de dos, porque en ese
juego entran también los de su novia
-En resumen, tú crees que puede sentir algo por mi...o
qué?
-Voy a ser muy sincero contigo para intentar que no te
hagas falsas esperanzas. Sería muy mezquino y egoísta pensar que
él va a dejar a su novia por ti, porque te quiere y por esa razón lo
hace. Recuerda en todo momento mi situación, no es fácil dejar a
una persona que puede tener esperanzas en que la relación siga
adelante. Si la deja la puede herir.
-Cht...ya me sé esa cantaleta
-Ja, ja, ja, ja!! no te lo tomes así mujer. Pero espera aún no
he terminado. Tampoco puedes pasar ese beso por alto, estoy
seguro que no es de esos que reparten besos a diestro y siniestro,

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ni que haya sido algo instintivo o accidental.
-¿Qué me sugieres?
-Que hables con él para que te aclare que significado ha
tenido para él ese beso. Y que sea muy, muy sincero. Ahora debo
irme, hazme caso. Chao

Pasé algunos días meditándolo todo. La verdad sea dicha, tanto


Carolina como Ocean´s me recomendaban lo mismo, hablar con
él. Desde nuestro encuentro en la facultad lo evité a toda costa
pero iba a ser hora de ir a buscarle. Me pasé otros dos días de
vigilante en mi ventana durante las horas que permanecía abierto
el videoclub para saber cuando estaba Hugo solo allí. Al tercero
lo vi abriendo la tienda solo así que aproveché para bajar. Estaba
muy nerviosa, como semanas antes, pero esta vez deseaba que no
viniesen ni su novia, ni sus colegas, ni su hermano.
Entré. La tienda estaba en esos momentos vacía y Hugo estaba en
el ordenador, haciendo algo muy aburrido por lo que mostraba su
semblante.
Saludé de una forma casi imperceptible pero parecía que Hugo
esperaba oírme llegar porque se sobresaltó y me miró. Abrió la
boca para devolverme el saludo pero de repente entraron tres
torbellinos al videoclub.
-¡Hooolaaa Hugooo!-dijo uno de los torbellinos, un chaval
rubio de unos siete u ocho años, que venía acompañado de otros
dos niños de su misma edad, un chaval pelirrojo y otro moreno,
muy parecido físicamente al primero y que saludaron a Hugo con
la misma efusividad. Llegó un cuarto chaval con un balón de
fútbol en las manos.
-¡No me habéis esperado!
-Es que eres muy lento
Se pasaron como dos minutos discutiendo entre ellos hasta que
Hugo decidió intervenir. Se calmaron hasta que volvieron a

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discutir por la película que querían alquilar. Al cabo de una media
hora salieron del local dejándonos otra vez solos. Nos miramos en
silencio, queriéndonos decir mucho sin mediar palabra.
-Siento mucho lo que...-comenzó balbuceante, inseguro de
lo que iba a decir.
-¡No pasa nada!-le corté con frialdad-lo he olvidado, no ha
sido nada para mi, sólo venía a decírtelo-era la mentira más
grande que había dicho en mi vida pero quise seguir un poco el
consejo de mi prima. Quería de momento mantener las distancias.
Pero no esperaba el resultado que tuve. Me empecé a retirar para
irme cuando Hugo me cogió del brazo y me retuvo.
-¡No te vayas! Ahora soy yo quien tiene que hablar
contigo. Sé que me estás mintiendo. Eso beso significó mucho
para ti...y para mi también.
-¡No seas idiota! ¡Tienes novia!-salté.
-Lo sé-me espeta con brusquedad-ya sé que tengo novia y
la quiero. Pero ahora estoy confundido por ti, porque empiezo a
sentir algo por ti también.
Por fin pude mantener la mirada fija en sus ojos, que me miraban
con súplica y decisión. No debió de ser fácil para él esa confesión.
Por fin parecía que las cosas estaban más o menos claras y que
podía tratarse del principio de una historia feliz...pero ni mucho
menos. Por la puerta del videoclub apareció Paola acompañada de
Carlos.. Hugo me soltó el brazo de inmediato.
-¡Hola cariño!-Paola se lanzó a sus brazos y lo besó
apasionadamente.
-Yo...será mejor que me vaya-dije con voz entrecortada y
sintiendo que allí sobraba.
-¡Vanesa!-se acercó ahora a mi y me saludó con
efusividad-¡quédate, quiero que escuches esto que voy a decir!
-¿De qué se trata?-preguntó Hugo, mirándola a ella
primero, que sonreía ampliamente a mi lado y luego a su hermano

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que tenía una sonrisa picarona
-Pues...¡qué nos vamos a casar!

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Capitulo Ocho: Nothing is perfect

Un silencio espeso invadió todo el videoclub. Las palabras de


Paola provocó, sin que ella lo supiese, una situación muy tensa.
Hugo la miró algo perplejo, todavía le costaba creerlo.
-¿Q-que nos vamos a casar?-miró a su hermano pidiéndole
una explicación.
-¡Sí!-exclamó su novia felizmente y abrazándole con
fuerza-nuestro piso ya está preparado, podemos irnos a vivir
juntos, por lo que en cuanto lo supe busqué fecha para nuestra
boda. Nos casaremos a finales del próximo verano ¿qué te
parece?-y ahora se vuelve a mi-y tú estás invitada, Vanesa, me
caes muy bien y quisiera verte allí.
Ni siquiera supe cómo pude oírla, había entrado en estado de
shock después de esas palabras. Como mejor supe y sin demostrar
que la noticia me había caído como una patada en el estómago,
me despedí de todos. Volví a casa, estaba sola. Por lo que nadie
oyó mi desgarrado grito de rabia, para desahogarme. Después no
sabía si reír, llorar desconsoladamente...o sencillamente gritar
pero esta vez de odio. Opté por sencillamente calmarme y
quedarme tumbada en mi cama antes de que alguno de mis
vecinos me tomara por loca. No podía creerlo, no podía. Mientras
a mi me había dicho que me quería le decía a la novia que sí, que
se casaban (sabía que ni había dicho sí, ni había dicho no, pero
me empeciné en que sí había contestado). Y no podía creer que
llegara a ser tan mezquino, de alguna manera u otra lo era. Me
estaba haciendo daño a mi y daño a ella, tomando una u otra
decisión. O me mentía a mi o engañaba a su novia. Me eché a
llorar desesperada. ¿Por qué era así de dura la vida? Ahora sí que
no podía ser mío, ahora estaba comprometido...
Me fui al ordenador, abrí mi correo y encontré un mail de Adolfo
en donde me sugería quedar en cuanto tuviéramos vacaciones o
algún fin de semana suelto. Me quedé en blanco delante de la
pantalla del ordenador, leyendo sus palabras una y otra vez.
Despechada como estaba, le contesté que estaba de acuerdo y que
me encantaría conocerlo. Por otro lado, Ocean´s entra al poco de

100
enviar el correo a Adolfo. Apenas me saludó cuando ya le estaba
contando todo. Necesitaba desahogarme. La reacción de Ocean´s
fue la que me esperaba
-Increíble......parece una mala broma!!!
-Por desgracia no lo es, es cierto
-¡Qué mal! ¿no? Tan cerca que estabais de aclarar todo y
te sale con esa sorpresita
-Pues sí, muy mal. Ya no hay nada que hacer
-¿Vas a renunciar a él? ¿no luchas por él?
-¿¡COMO VOY A LUCHAR!? Ocean´s que Hugo se
casa, está comprometido, su novia está muy ilusionada con todo
ello, tiene esperanzas.....sería romper con demasiadas cosas y yo
no tengo tan mala sangre como para hacerlo y competir por él
-Pues yo sí lo haría, tengo el valor de luchar hasta el final
por la persona que quiero de verdad... si la tuviera en la cabeza
claro.
-Pero ese es tu caso, que lo tienes clarísimo. Hugo no, está
muy confundido y ahora con esto no sabrá que hacer
-Mmmm-después de escribir esto, tardó un poco más de la
cuenta en proseguir-ciertamente, si me encontrara en su situación,
en un primer momento no sabría que hacer. Además yo mismo no
soy nadie para hablar, que no soy capaz de ser sincero conmigo
mismo, mi pareja, mis amigos y mi familia. Pero suponiendo que
él no sea como yo...me lo pensaría mejor antes de casarme con la
persona equivocada
-Ya, pero estamos en las mismas, eres tú no él, no me
sirve de nada
Volvió a quedarse unos instantes sin responder, entonces me dice
lo que menos me esperaba que me propusiera.
-Llevo algunos días pensando que tal vez podríamos
conocernos en persona. Ya hace mucho que nos conocemos por
aquí y parecemos amigos de toda la vida. Lo menos que me
gustaría que podríamos hacer es conocernos e ir a tomar algo.
Sólo eso, nada más
Me lo explicó todo con frases cortas, para que lo leyera todo del
tirón y rápidamente. En ningún momento se me pasó por la

101
cabeza aquella posibilidad, de conocer en persona a Ocean´s y
saber quién es el chico que me había estado ayudando todo ese
tiempo
- ...Creo que es buena idea. Cuando tú tengas tiempo me
dices y quedamos
-Estupendo ¿qué te parece pasado mañana? No trabajo y
podríamos pasar la tarde juntos

Me indicó un lugar donde localizarnos perfectamente sin


problemas, me dijo la hora y me describió la ropa que iba a llevar.
Además, me pidió que llevará algo simbólico, algo por lo que
distinguirme de otras chicas. Él llevaría un pañuelo pirata en la
cabeza, de color negro. Le dije que llevaría algo de color rojo,
llamativo, para que me reconociese.
Los días que pasaron hasta el día de la cita, fueron extraños. El
último golpe recibido me dolió como nada hasta entonces.
Evitaba a toda costa pasar por delante del videoclub para evitar
coincidir con él y que me volviera a abrir una herida que no se
había terminado de cerrar. Me pasé por la facultad, esta vez en
compañía de María, para ver los horarios. Al día siguiente al de la
cita con Ocean´s, empezaban las clases. Le conté todo a mi mejor
amiga y le expliqué que iría a ver los horarios de Hugo, para
evitarle también allí.
-Ahora sí que lo tienes mal. Lo siento mucho, me habría
gustado que hubieras acabado lo mejor posible con él.
-A mi también me habría gustado pero las cosas han
acabado así, por lo menos podré darle la espalda sin temer por
nuestra amistad. Él conoce mis sentimientos y yo los suyos. Nada
me impide acabar con todo...aunque me duela.
-Venga anímate anda, ya hemos llegado. Quiero que me
enseñes todo lo que hayas visto ya-me dijo apremiante y con una
gran sonrisa-cuéntame ¿vas a ver a ese chico Ocean´s? ¿qué ha
pasado con Adolfo?
-Con Adolfo, estoy esperando a que me conteste, si le
parece bien lo que le dije. Y a Ocean´s lo conoceré mañana.
-¿No conoces su nombre?-me preguntó con una ceja

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arqueada y casi desvelándome lo que me iba a decir cuando le
contestara
-No, francamente no lo vi necesario, su nick me gusta y
me he acostumbrado a llamarle así
-Ten muchísimo cuidado, aunque parezca un tío de lo más
normal, los de Internet no son ninguno de fiar-hice un gesto
desdeñoso. Me había hartado de oír siempre lo mismo.

Como ya acostumbraba, hice caso omiso y ya estaba al día


siguiente de camino al lugar acordado. Vestí con unos tejanos que
no llegaban a cubrir los tobillos, unas deportivas con calcetines
bajos y en la parte de arriba una camisa roja, con una muñeca
dibujada. Llegué algunos minutos antes de la hora acordada y
eché un vistazo general a la calle, intentando divisarle. De
momento los chicos que estaban por allí no llevaban un pañuelo
negro a la cabeza. Me preguntaba como sería físicamente...idea
que inmediatamente deseché. Estaba allí para charlar, no para
ligar. Pasaron diez minutos desde que llegué y...
-¿Océano Azul? Mejor dicho...Vanesa-no, no podía ser,
estaba alucinando, esa voz era increíblemente parecida a...
-¡¡Hugo!!-exclamé tras girarme lentamente, a ver a mi
ciber amigo que estaba a mis espaldas...y que no era otro que
Hugo, que llevaba el pañuelo pirata negro en la cabeza.
-No me esperabas...-le dediqué una mirada asesina
-No, no puedo creérmelo...no puedo creer que tú seas él,
Ocean´s. Dime la verdad ese chico es amigo tuyo-me intentaba
auto convencerme de que era simple casualidad, no podía ser
que...
-Soy yo, Vanesa, aunque te cueste creerme.
-Entonces...
-¿Entramos a una cafetería? Tomamos algo y te lo explico
todo.
No muy lejos de donde estábamos había una cafetería con una
mesa libre. Estaba muy nerviosa, apenas podía articular media
palabra, no podía creer que el chico con el que llevaba hablando
algunos meses fuera él precisamente. Después de que nos

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sirvieran, Hugo empezó a hablar. Se había quitado ya el pañuelo
de la cabeza.
-Supongo que tengo muchas que contarte sobre lo de
Ocean´s-tomé un sorbo de mi infusión antes de contestar
bruscamente:
-Muchas cosas. Empezando por si es verdad todo lo que
me contaste de tu novia...porque después de lo del otro día pienso
que me mentiste compulsivamente-una risa amarga salió de su
garganta de la que quedó una sonrisa triste cuando me habló:
-Por desgracia te dije toda la verdad-dejé de mirar nuestras
tazas para mirarle a él a los ojos, unos ojos vidriosos-¿recuerdas
todo lo que te conté el primer día?
-Sí, que era como si no tuvieras novia, que no la querías
pero que no podías romper con ella.
-En lo único en lo que te mentí fue en que se trataba de
una relación a distancia, no diaria como daba a entender. Algo
que cambia mucho el panorama. No la veía todos los días así que
cuando iba allí a Barcelona a verla, era el paraíso, sentía que
estaba enamorado como el primer día. Sin embargo eso cambió al
venir Paola aquí dispuesta a que nos fuéramos a vivir juntos.
“Tuvimos nuestra primera discusión seria, me sabía mal que ella
dejase a todos sus amigos para venirse a vivir aquí conmigo y le
insistí que fuera yo quién se trasladara. Por mucho que discutí
acabó siendo ella la que se trasladó. Fue el primer paso para el fin
de mi amor por ella porque me sentía culpable de su
distanciamiento con su familia y amigos. Mis padres la recibieron
como un miembro más de la familia y nos ayudaron a encontrar el
piso. Ahora Paola y yo vivíamos bajo el mismo techo y aunque al
principio me hizo ilusión consiguió que dejara de amarla. Todo
empezó a ser distinto, nuestro amor se fue convirtiendo en rutina
y yo en un magnifico actor. Tal y como te conté, mis amigos, mis
padres, mi hermano...a ellos les gustaba Paola, éramos la pareja
perfecta. Demasiado perfecta para ellos...e imperfecta para mi. La
ilusión del principio la fui perdiendo y me encontraba enjaulado
en mi propio dolor”

104
Tenía la sensación de que todo lo soñaba, que nada de lo que me
contaba era real sin embargo sus ojos entristecidos eran la
realidad más pura. Jamás lo había visto así.
-Entonces entré en Internet, buscaba alguien con quién
desahogarme de alguna forma. Fue cuando di contigo, la única
chica normal de todo el chat y la única que no me tomó por loco.
-Te tomé por muchas cosas...
-Sí, como cobarde, creo recordar-su sonrisa se amplió-y
no me extraña. Al principio no sospeché que se tratara de ti, sólo
estaba seguro que no eran dos amigas que se suelen meter en ese
mismo chat. De ahí mi omisión de algunos detalles.
-Entonces como que ahora...
-...como he sabido que eres tú...por lo que tú me contabas,
empezaba a haber muchas coincidencias con mi propia vida. Al
principio no lo tomé muy en cuenta...hasta que los hechos se
sucedieron y tu vida con la mía propia se fueron acercando hasta
que me dí cuenta, cuando me contaste lo del beso y el
compromiso con Paola, que no era casualidad, que eras tú. Y
viendo que estaba a punto de perderte por ello...decidí esta cita.
“Tú entraste a mi vida no hace mucho y aún así es como si nos
conociéramos de toda la vida. Compartimos aficiones, formas de
pensar, el gusto por el cine... incluso la carrera. Me habías llegado
al corazón pero no me dí cuenta de nada, de inmediato. Como se
suele decir, sólo te das cuenta de lo que tienes hasta que lo
pierdes. Y me dí cuenta de lo que significabas para mí cuando las
cosas comenzaron a cambiar, cuando frecuentabas mucho menos
el videoclub, cuando a veces parecía que me evitabas.
-Estaba confundido pero creo que...merece la pena arriesgarse
¿no?
Tenía ganas de llorar, no sabía si de felicidad o de tristeza, pero
quería llorar todo el veneno que llevaba por dentro. Lo que sabía
era que aquello era el comienzo de algo...e iba a ser muy bonito.
Es lo que único que podía pensar en aquel instante en que me
sonreía con dulzura. Sabía que todo era complicado pero como él
decía: merecía la pena arriesgarse.

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106
CICATRICES

(Relato corto)

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La luz penetraba a través de la persiana o lo que quedaba de ella y 
caía de lleno sobre su rostro. Abrió los ojos lentamente y apartó la 
cara; tendría que decirle al casero que hiciera algo con esa 
persiana porque no se podía bajar más para que la luz no se colara 
cada mañana en su habitación antes de lo que él quisiera, pero es 
que tampoco se podía subir.
Se levantó desganado, se estiró y con paso tranquilo se fue al 
cuarto de baño, saltando por encima de todo aquello que estaba 
tirado en el suelo de su diminuta habitación, empezando por la 
colcha de la cama, algunos botes de pintura, un par de pinceles, 
ropa sucia, alguna muda limpia e incluso bolsas vacías de patatas 
fritas. Llegado a su destino se enjuagó la cara y después se quedó 
un rato observando los ojos del sujeto que le devolvía la mirada en 
el espejo rajado.
“¡Hoy tienes mala cara chaval!” se dijo así mismo y cualquiera 
que lo viera, pensaría que se quedaba corto. El pelo, como 
siempre, estaba algo grasiento y muy encrespado y seguiría así 
por mucho que se peinara y se lo lavara, sus ojos estaban 
hundidos y tenía unas grandes y remarcadas ojeras (aunque desde 
hacía muchos años las había tenido) que hundía aún más sus ojos 
negros. La barba llevaba tres días sin rasurar pero disimulaba una 
delgadez que siempre lo había caracterizado y que siempre se le 
había notado más en las mejillas y también la palidez de su rostro, 
que se acentuaba en invierno y cuando se resfriaba. Además 
disimulaba la cicatriz de un corte que iba del mentón a la mejilla 
izquierda.
Aquel día se había levantado más pálido de la cuenta pero porque 
había dormido muy poco; llevaba cuatro días durmiendo poco y 
mal, por pesadillas y por los fantasmas de su pasado, que siempre 
venían a visitarle. Siguió con su rutina espartanamente, la de 
asearse, intentar peinarse, irse a la cocina y empezar a prepararse 
el desayuno. Mientras la leche se calentaba y el pan se tostaba, iba 
a por el periódico que tan “amablemente”, el cartero dejaba en su 
puerta. Normalmente solía leerlo mientras desayunaba, para 
después pensar en que haría primero esa mañana, si dedicarse a 

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las tareas del hogar o trabajar primero. Probablemente fuera antes 
a comprar pues en la nevera, los alimentos básicos empezaban a 
brillar por su ausencia (leche, huevos, embutidos o congelados).
Sin embargo, una llamada hizo que cambiara el curso de su rutina 
y probablemente el de su vida durante las siguientes semanas.
­¿Sí?­preguntó después de que momentos antes echase la 
leche en su taza preferida
­¿El señor Raúl Sánchez?­preguntó una voz severa pero 
cansada al otro lado de la línea. 
­¿Raúl? Me llamo Víctor Sánchez­dijo con una risita... sin 
embargo, esa confusión le recordó a algo...
­Señor Sánchez, soy de la comisaría de policía­dijo tras 
unos segundos de silencio, después de su aclaración­me gustaría 
que viniera por aquí pues le han puesto una denuncia­se echó las 
manos a la cabeza. Lo sabía.
­¿Y puedo saber las razones por la que se me han 
denunciado?
­Por impago de su alquiler y por molestar reiteradamente a 
sus vecinos.
Se quedó con la boca abierta y para malestar suyo, tuvo que 
desayunar rápidamente, vestirse y salir para la comisaría. 
Lamentó, cuando iba por el portal de su bloque, no haberse 
encontrado con el incomprensivo de su casero, porque como 
temía, había sido él. No había otra persona que lo confundiera con 
su vecino de al lado, con el cual pretendía emparentarlo su casero 
y con quien en realidad, no tenía nada que ver, es más, ni se 
hablaban.
Se pasó toda la mañana declarando, dando su versión de los 
hechos y explicando su relación con el casero. Le explicó que era 
verdad que no pagaba el alquiler a su debido tiempo pero es que 
su trabajo le impedía tener los pagos. Vivía casi del día a día, de 
los encargos que recibía y de las exposiciones y en ocasiones su 
tío le tenía que ayudar para llegar a fin de mes, porque había 
meses en los que no tenía apenas trabajo; estaba en decadencia en 
aquellos años.

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Después de unas cuantas horas hablando, salió del despacho y 
esperó fuera, porque iban a llamar a su casero y solucionar 
aquello sin necesidad de un juicio. Fue entonces cuando llegó.
Venía acompañado por un policía de paisano, el cual no hacía más 
que repetir su nombre (Pablo) y recriminarle cosas bastante 
desagradables, agarrándole con fuerza de su brazo y torciéndolo 
hasta ponerlo a su espalda.
No era un chico muy delgado, pero tampoco muy fornido, se 
notaba que practicaba algún deporte pero que no lo practicaba con 
frecuencia. Vestía como cualquier chico de su edad (le calculó 
unos diecisiete o dieciocho años) a excepción, claro está, de 
ciertos cortes que tenía la ropa y una bonita herida 
(probablemente de un corte también) que tenía en el brazo 
contrario al que le sujetaba el policía. El chico forcejeaba un poco 
con él y repetía de vez en cuando la frase “no ha sido culpa mía”. 
El hombre ignoraba esta frase y aceleraba sus pasos para llevarlo 
a los calabozos.
Se levantó de su asiento y decidió seguirlos hacia allí, tenía 
interés en el muchacho; por unos momentos le recordó a él 
mismo, en su adolescencia.
­¡Venga, entra!­le empujó con violencia al interior del 
primer calabozo que encontró vacío.
­¡Maldita sea!­después blasfemó en voz tan alta que debió 
enterarse toda la comisaría.
­Te voy a cortar esa lengua Pablito. Prepárate porque tal y 
como te prometí la última vez, me encargaré de que pases un 
tiempo a la sombra.
­Perdone señor oficial­le dijo apoyando su mano en el 
hombro del policía, algo que no pareció gustarle.
­¿Puedo servirle en algo?
­Me gustaría saber lo que ha hecho este chico para acabar 
aquí­le preguntó en un tono afable y con una sonrisa de oreja a 
oreja.
­¿Éste?­le señaló con el dedo y con desprecio­meterse en 
otra de sus peleas, como siempre por drogas y otros asuntos 

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turbios­Víctor lo miró detenidamente: tenía el rostro crispado por 
el dolor que le causaba la herida de su brazo, que se tapaba con un 
pañuelo. Para él, tenía más aspecto del típico adolescente que 
siempre buscaba bronca más que de dedicarse a ese mundillo. 
Pero ¿quién sabía?
­¿Y donde están los demás implicados? ¿Por qué solo lo 
detiene a él? Porque supongo que no fue el único que repartió 
golpes y cuchilladas ¿verdad? Al fin y al cabo tiene un corte en 
un brazo y que usted ni se ha molestado en curar.
­Esto...­comenzó el policía con cara de apuro pues Víctor 
le había pillado los dedos; ahora sonreía con malicia.

­Y aquí vivo yo.
Después de arreglar el asunto de su casero y poder liberar a Pablo, 
lo llevó a su piso. El chico le contó los hechos con pelos y 
señales... bueno, con lo que le convenía, Víctor notó que ciertas 
cosas no cuadraban y que posiblemente había omitido muchos 
detalles. Pero no le importó... de momento no, antes prefería 
dedicarse a curarle la herida del brazo que toscamente le vendaron 
en la comisaría.
­Todavía no me he enterado de por qué me has traído hasta 
aquí, viejo­le dijo el chico con una voz anormalmente grave, algo 
que le sorprendió mucho. Le dijo que tenía diecisiete años.
­No me llames viejo, chaval. Sólo te llevo diez años. Y si 
te he traído aquí es para que pases la noche y después mañana por 
la mañana, vuelvas a casa.
­No necesito de tu hospitalidad, puedo volver a mi casa.
Víctor se volvió para observarle con una mirada que le dedicaba a 
pocos: la de quién ha vivido mucho en poco tiempo, la de alguien 
que sabe más de lo que muchos creen. Una mirada que solía 
intimidar y casi lo que consigue con el chico, pero por lo menos 
consiguió que guardara silencio y aceptara la oferta de quedarse 
en casa, de momento esa noche.
Aún quedaba la tarde por delante cuando terminó de curarle la 
herida con muchos quejidos del chico, pero para Víctor lo 

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consideró un día perdido. Tendría esa tarde que ir a hacer las 
compras, ya lo necesitaba para la cena de aquella noche y 
conociendo a sus vecinas, aquella tarde las tiendas estarían llenas 
de mujeres dispuestas a lo que sea por conseguir lo que deseaban 
comprar, preferentemente si había rebajas o descuentos. Decidió 
dejar a Pablo a cargo de la casa “tienes que estar aquí cuando 
llegue el casero y entretenerlo hasta que yo regrese” le encargó 
antes de irse a comprar, algo que el chico aceptó a regañadientes. 
Víctor tenía razón y no era buena idea que se dejara ver por las 
calles, estaba seguro que lo esperaban para terminar lo que habían 
empezado y que el policía había interrumpido. Le daba mal rollo 
estar en la casa de un completo desconocido que simplemente le 
había evitado la estancia en la cárcel al menos ese día, pero no 
tenía otra opción. En cuanto Víctor salio por la puerta, decidió 
husmear un poco por la casa y ver que tenía ese tipo allí.
Pasó del salón a la cocina y de allí al dormitorio y al baño. Al 
cabo de cinco minutos estaba de nuevo en el salón. Aquel sitio era 
muy pequeño y agobiante, dudaba que pudiera quedarse allí ni 
siquiera esa noche. Pensando en esto, fijó sus ojos en las cortinas 
grises del salón y se acercó. La descorrió y descubrió tras ellas 
una inesperada y amplia terraza cerrada donde Víctor guardaba lo 
que él creía que debía ser su trabajo: muchos lienzos, algunos eran 
obras terminadas, otras a medio pintar, otras sólo tenía manchas 
de colores formando una obra incomprensible y otros eran 
simples lienzos blancos.
Movido por la curiosidad, observó todos los cuadros de lo que 
podía distinguir algo y comprobó que Víctor no se decantaba por 
un tema concreto, que pintaba absolutamente de todo. Pero hubo 
un cuadro en concreto que le llamó mucho la atención: un callejón 
oscuro, de esos que él mismo conocía, con todos los detalles que 
le eran familiares, como los cubos de basura y la misma basura 
desperdigada por todo el callejón, un gato escuálido caminando 
entre ella y el olor, que aunque no se podía impregnar en la 
pintura, él podía sentirlo de igual manera, el olor de la basura y de 
la mierda que estaba por todas partes... también podía imaginarse 

112
el olor que debería desprender la figura que había en medio del 
cuadro. 
Un niño, de unos doce años, que aunque no estaba plasmado al 
detalle, parece que Víctor se centró en su cara, donde cualquiera 
podía leer un gran sufrimiento e imaginarse cualquier desgraciada 
historia sobre por qué ese niño estaba en esa calle, con esas ropas 
y con esa tristeza infinita. 

Al cabo de casi una hora, Víctor volvió a casa, encontrando a 
Pablo sentado en el salón viendo la televisión. Vio que tras él 
estaba la cortina de su terraza abierta así que imaginó que el chico 
había estado curioseando por allí. Le molestó un poco pero al 
parecer le había interesado su trabajo porque dejó sin volumen la 
televisión y le preguntó:
­¿Te dedicas a pintar? ¿Es ese tu trabajo?­Víctor suspiró.
­Sí, ese es mi trabajo. Soy pintor y al parecer a mi casero 
no le debe gustar y por eso le da ya por denunciarme.
­¿Por eso estabas hoy en la comisaría?
­Sí­dijo desde la cocina, a donde había ido a soltar las 
bolsas de la compra y a empezar a meter las cosas en la nevera­me 
ha denunciado porque al parecer está harto de que no le pague 
pero si has dado una vuelta por la casa te darás cuenta que yo 
también tendría motivos para denunciarlo.
­Ajá... y, ¿cuánto tiempo llevas ejerciendo ese oficio?­le 
preguntó educadamente, algo que a Víctor le extrañó un poco, 
supuso que algo de respeto le imponía al pobre porque esperaba 
un “viejo” al final de cada una de sus frases o alguna coletilla 
similar.
­Llevo desde hace algunos años, unos siete más o menos 
viviendo de esto pero desde siempre se me había dado bien la 
pintura y el arte en general.
­¡Qué raro! porque normalmente las personas que lo tienen 
como don se dedican al arte desde muy jóvenes… al menos así 
ocurría con los grandes maestros.
­¿Te interesa el arte?­preguntó sorprendido.

113
­Sí, un poco­comentó algo azorado, bajando la mirada a 
sus zapatillas, lo que hizo sonreír a Víctor.
­Eso es bueno, que te interese el arte y todo lo relacionado 
con él. A la gente de hoy día no le interesa en absoluto y por tanto 
hay menos trabajo, menos personas interesadas en que alguien 
haga arte y el poco arte que se hace, yo no lo podría definir como 
tal… ese supuesto arte es…
­Es una mierda­terminó Pablo, haciendo sonreír aún más 
al joven pintor. Terminó de guardarlo todo en la nevera y en la 
despensa y salió al salón.
­¿Qué cuadro te ha gustado más?­le preguntó indicándole 
con la cabeza la terraza.
Pablo se levantó del sillón y cogió el cuadro que había tenido 
momentos antes entre sus manos, el del callejón oscuro y se lo 
entregó a Víctor.
­Ya veo­comentó al verlo y dedicándole una mirada que 
decía que entendía más de lo que Pablo creía.
­Me llama la atención el chico que hay ahí y me 
preguntaba si sería un... modelo real­estas palabras salieron de su 
boca de forma titubeante­porque en los demás cuadros parece que 
utilizas modelos reales.
­Sí, suelo utilizar modelos reales en mis cuadros, 
sobretodo suelo retratar chicos jóvenes y a veces mujeres. Pero en 
esta ocasión el modelo no es real­explicó, mirando con tristeza el 
cuadro...con una tristeza vacía­el modelo… soy yo mismo.
­¿Tú?­preguntó Pablo incrédulo­oye pues aquí te ves muy 
joven ¿eh? ¿Qué edad tenías ahí? Veinte años desde luego que 
no...
­”El modelo no es real” ¿no es eso lo que te he dicho?­
contestó burlón­es un autorretrato hecho de memoria de cuando 
tenía esta edad.
Tal y como se imaginó, Pablo le dedicó una mirada que mezclaba 
sorpresa y que a la vez se imaginaba lo que estaba a punto de 
contarle.
­¿No te he dicho que empecé a pintar con veinte años? Si 

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no empecé a pintar antes fue por una buena razón. Pero déjame 
que te lo cuente cuando haga la cena ¿te parece?
Pablo aceptó pero esperó impaciente y expectante a lo que el 
pintor le tenía que contar. Víctor no tardó en hacer la comida y 
acomodar a los dos en el salón para comer, salchichas cocidas y 
huevo frito.
­¿Y bien?­requirió el chico cuando estaban terminando. 
Habían pasado casi toda la cena sin apenas dirigirse algunas 
palabras y se estaba poniendo nervioso.
­No seas tan impaciente­le dijo burlón y siguió a lo suyo, 
que fue recoger la mesa. Después, se sentó frente a él en la misma 
mesa y comenzó su relato:
Le dijo que tenía tres años cuando su padre murió y aún teniendo 
esa edad, tiene recuerdos vagos de que para él no fue ningún 
golpe duro, al contrario fue un alivio. Su padre era un alcohólico 
y les hizo la vida imposible tanto a él como a su madre y fue por 
eso que su muerte, resultó un alivio. Sin embargo, fue un alivio 
fugaz pues su padre les dejó en la ruina, tenía muchísimas deudas 
y problemas económicos que su madre tuvo que asumir. Fue esa 
mala situación de su familia, la que empujó a su madre a vivir de 
la prostitución y a él lanzarlo, con seis años de edad, a robar, 
puesto que su madre apenas pudo cuidar de él. Robaba para 
comer, robaba para darse algún capricho... robaba para sobrevivir. 
Vivía en la calle y de la calle, tanto que dormía más en ella que en 
su casa, en cualquier solar ruinoso o debajo de un puente, eso si 
es que encontraba sitio y no tenía que dormir a la intemperie o 
pelear por el sitio para dormir con otros mendigos e indigentes. 
A los once años se metió en el mundo de la droga, se convirtió en 
camello y se dedicó a venderlas en cualquier parte, en puertas de 
institutos de toda la ciudad, en suburbios y callejones que ya había 
conocido cuando era un crío. Se relacionaba con mafias y con 
otros vendedores. A los trece años era todo un delincuente en 
potencia. Lo conocían todos los policías de la ciudad, las mafias y 
otros delincuentes como él, ladrones, asesinos y violadores, pero a 
diferencia de estos últimos, él ejercía sus actividades porque no le 

115
quedaba otro camino, otra opción.
Su madre desapareció literalmente, lo abandonó pero no le 
importó, nunca cuidó de él verdaderamente. No tuvo nunca una 
educación decente y por tanto nunca tuvo otra salida que la 
delincuencia, por eso no se planteó siquiera trabajar. Fueron doce 
años muy duros para él en los que vivió demasiadas cosas. 
Gracias a Dios, poco antes de que cumpliera los dieciocho años, 
un día que fue a parar a la cárcel por unos altercados en los 
terrenos colindantes a un instituto (unos escampados llenos de 
basura) con algunos alumnos a los que le vendía droga, lo sacó de 
allí su tío. Ni siquiera lo conocía y pensaba que no tenía más 
familia que sus padres pero al parecer tenía a quién le preocupaba. 
Le sacó allí y le dijo que lo buscó en todos los rincones de la 
ciudad porque se enteró que su madre había muerto y sabía que 
tenía al menos un hijo. Siguiendo las pistas de los delitos que 
estaba cometiendo fue como lo localizó. Lo acogió e hizo lo 
indecible para adoptarlo. Se hizo cargo de su educación mientras 
tanto y de reinsertarlo en sociedad. Su tío regentaba una pensión 
donde también vivía y donde lo puso a trabajar. Poco a poco fue 
rehaciendo su vida y así, trabajando en la pensión, redescubrió su 
faceta de pintor y artista y comenzó a ganarse la vida así.
­De pequeño me dedicaba a hacer pintadas de graffiti así 
que nunca perdí la práctica.
Pablo guardaba silencio, alucinado con el relato que le había 
contado. No le miraba a los ojos y Víctor confirmó que su historia 
no distaba mucho de la vida del chico, que en esos momentos 
pensaba en eso mismo, en la similitud de ciertas cosas de su vida 
con la del pintor. Como Víctor sospechaba, lo que dijo el policía 
en la comisaría, tenía algo de verídico.
­Y ¿cómo llegaste a convertirte en pintor?­preguntó para 
borrar esos recuerdos.
­Eso es otra historia Pablo... lo que quiero decirte con toda 
esta historia, mi historia… es que este cuadro es el recuerdo de un 
callejón donde me hice esta herida­y señaló a una pequeña herida 
que representaba la cicatriz de su cara­la primera de muchas que 

116
iría recibiendo a lo largo de mi vida. Es un recuerdo amargo de 
una vida que no tuve más remedio que vivir. Con este cuadro 
pretendo enseñar la cruda realidad, la vida que llevan otras 
personas con las que trataba a diario y que, chicos como tú, de tu 
edad, intentéis vivir la vida lejos de este mundo. Porque sé que a 
los jóvenes de hoy en día os entusiasma mucho... y no tiene nada 
de divertido. Cuánto más lejos estés­se levantó­más y mejor 
vivirás.

Esa noche Pablo durmió en el sofá del salón, que era lo más 
incómodo sobre lo que había dormido en su vida (a excepción de 
algunos bancos del parque), aunque lo que se dice dormir, durmió 
poco, dándole vueltas a lo que le había contado Víctor  sobre su 
vida y que no era demasiado diferente a la suya... y tenía razón, lo 
hacía por placer y no por necesidad. Así no podía sentirse más 
que un mierda.

­¡¡NO TIENES VERGÜENZA!!­alguien dio un portazo 
despertándole de las pocas horas de sueño que había disfrutado y 
vio desde su posición a Víctor en mangas de tiranta poniendo las 
dos manos en la puerta y juró que gruñó. Se irguió y venía hacia 
allí, con medio rostro lleno de espuma de afeitar. Gracias a Dios 
que no llevaba la cuchilla porque por la mirada de exasperación 
que le dedicó y el grito que le despertó, debía ser su casero.
Desayunaron juntos en la cocina y Pablo se preparó para irse. Le 
dio las gracias y antes de salir por la puerta decidió expresarle la 
idea que había tenido y que llevaba dándole vueltas desde que se 
levantó.
­¿Pu­puedo trabajar para ti de modelo para uno de tus 
cuadros? Supongo que te vendría bien para tu trabajo... y me 
gustaría tener un retrato mío­Víctor sonrío ante el gesto de 
solemnidad que había adoptado para decirle aquellas palabras.
­Bueno, tanto como trabajar no, porque no te voy a pagar­
le dijo burlón­mucho menos si va a ser una obra para ti. Ni vas a 
cobrar, ni te voy a cobrar. Vente cuando quieras, pero a partir de 

117
mañana ¿vale?
Con un asentimiento, el chico se fue a casa y al día siguiente, por 
la mañana temprano, estaba de nuevo en la diminuta casa del 
pintor, que le empezó a explicar lo que tenía pensado pintar.
­Es una exposición que tengo dentro de menos de un mes 
y uno de los temas es el desnudo encuadrado en distintas 
situaciones y lugares­le enseñó algunos de los cuadros que ya 
tenía hecho, una mujer con su recién nacido a orillas de un río 
(que más bien parecía un vertedero), un anciano frente a un asilo 
cochambroso y un niño de cuatro años que estaba sin terminar­me 
haría falta incluir en esta serie un cuadro o dos más y he pensado 
que uno de esos cuadros sea tu retrato, si no te importa.
A Pablo no le hacía mucha gracia desnudarse (aunque no era 
integral) delante de otra persona... aunque Víctor le daba 
confianza así que, muy ruborizado, se desnudó para que él lo 
pintara. Estaba encantado de poder colaborar con él.
Le llevó un tiempo terminar su obra, bastante, más de lo que 
Pablo imaginó que le llevaría a alguien hacer un cuadro. Pasaba 
mucho tiempo en casa del joven, gran parte de las horas de pie, 
sentado, en una postura u otra mientras Víctor abocetaba todo con 
gran rapidez y con todo lujo de detalles. No se terminaba nunca 
de decidir por una postura en concreto y Pablo imaginó que sería 
porque aún no tenía muy claro como iba a culminar la obra.
Los pocos ratos libres en los que descansaban para comer o 
simplemente relajarse, los dos fueron afianzando una relación que 
era un tanto curiosa, al menos para Pablo era así: no era amistad 
porque no se parecía en nada a la clase de amigos que él tenía. 
Tampoco se podía tomar como una simple relación cordial entre 
pintor y modelo porque hablaban mucho, Víctor le enseñó mucho, 
le redescubrió el mundo del arte desde otro punto de vista. El uno 
se sorprendió del interés del otro por algo que a las personas de su 
edad no les solía interesar, y el otro se sorprendió de que supiera 
tanto a pesar del pasado tan complicado que había tenido. 
No fue lo único que compartieron, compartieron risas, 
experiencias y anécdotas de su vida… Pablo le dejó caer algunas 

118
experiencias respecto a la vida que llevaba ahora…como 
“camello”. Víctor se convirtió de repente en su válvula de escape 
y lo comprendía sin reprenderlo y sin decirle lo que tenía o no 
tenía que decir. Simplemente lo sabía escuchar.

¿Era por la mañana temprano? No lo sabía pero de nuevo el sol le 
calentaba la mejilla y eso quería decir que por lo menos había 
amanecido. No quería levantarse todavía, aquella noche no habían 
dormido casi nada. Estiró su brazo esperando encontrar algo más 
que las frías sábanas de su cama. Abrió los ojos de repente y miró 
alrededor suya, empezando por el suelo: sólo estaba su ropa. Se 
puso su ropa interior y fue por toda la casa buscándolo.  No 
estaba, se había ido. Lo único que quedaba de él era su perfume 
caro que siempre le hizo pensar que era un niño pijo y su retrato, 
casi terminado... y una nota. Ese trozo de papel no estaba la noche 
antes sobre el televisor y se temió lo peor. La cogió con una mano 
temblorosa y la leyó. Solo ponía las siguientes palabras:
“No puedo cumplir mi promesa, lo siento”.
Ni siquiera una despedida. Nada de nada. Algo mareado se fue 
para el cuarto de baño y se miró en el espejo. Tenía la misma 
mala pinta que el día que se lo encontró pero además, una tristeza 
infinita le empezaba a invadir. En su torso se podían ver cada una 
de las cicatrices que se había hecho a lo largo de su vida, las de 
una batalla tras otra, las de las derrotas, las de una injusta infancia 
malvivida, las de un duro aprendizaje... y ahora las que esa misma 
noche él le había hecho. “Cicatrices” o marcas que desaparecerían 
de su cuerpo, a diferencia de las otras, sin dejar ni rastro tal vez, al 
cabo de pocas horas. Sin embargo, las que se quedaban en su 
alma no se borrarían jamás... ésas que ahora le hacían sentir un 
imbécil y echarse las manos a la cara.
­No debería haberme precipitado tanto...

Víctor se pasó muchos días sin pintar, se pasaba las horas sentado 
en el sofá, durmiendo en su cama o si tenía ganas, buscaba su 

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rincón favorito en la playa, donde se pasaba ese tiempo paseando 
por la orilla. Se sentía un fracasado porque no era la primera vez 
que le pasaba, líos amorosos tenía a sus espaldas unos cuantos, 
sólo unos pocos algo más serios y que llegaron a ser algo más que 
un simple lío de una noche. El muchacho le había embrujado, por 
lo que le recordaba a él, por su inteligencia, su interés en todo y 
porque tenía dentro de sí mucho más de lo que solían tener los 
chicos de su edad. Y como siempre le ocurría cuando algo le iba 
muy mal, no sabía cómo actuar, no sabía si debía dejarlo pasar, si 
debería buscarlo y hablar con él... no sabía qué hacer.
Este malestar se le solía pasar pintando pero no tenía ganas de 
eso, así que se decidía por simplemente dejar pasar las horas y 
reflexionar, algo que también le ayudaba y algo de lo que no pudo 
disfrutar en su infancia. Darse tiempo para sí mismo sin sentir que 
era perseguido y salirse de la rutina que le marcaba esa sociedad 
consumista donde el tiempo era ahora su enemigo.
Pero era consciente de que su mundo se paraba pero el de los 
demás no y lo aprendió de la forma más cruel. Una semana 
después de aquella noche, su tío lo llamó a casa.
­Creo que lo he encontrado­le dijo simplemente cuando 
levantó el aparato. Su tío, era como su segundo padre pero 
también un amigo y no solía preguntar sobre nada que le contase. 
Fue al único al que le confío aquella historia, la de su modelo y 
que estaba preocupado por él.
­¿Dónde?­preguntó angustiado.
­Me temo que tus suposiciones eran correctas...
Le citó en la puerta de su pensión y de allí lo llevó ante la puerta 
de otro edificio que habría querido evitar a toda costa.
­Lo ingresaron hace tres días, coincidía con la descripción 
que me diste y se llama Pablo.
­¿Cómo lo has encontrado?­preguntó con voz ronca.
­Rumores de la gente que va a la pensión... lo que ha 
hecho este chico ha llegado a oídos de personas que viven en el 
otro extremo de la ciudad.
­¿Qué ha hecho?­dijo esta vez con apenas voz porque se 

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estaba temiendo lo peor.
­Creo que ya empiezo a entender tu interés en ese chico­le 
dijo simplemente y lo alentó a que entraran a verlo.
Estaba ingresado en cuidados intensivos. Su pronóstico, según los 
médicos era de muy grave. Había recibido muchísimas puñaladas 
y al parecer un disparo. Algunas de las cuchilladas las había 
recibido en la cara y lo hacía casi irreconocible. Víctor supo que 
era él por la herida del brazo que había recibido semanas atrás y 
por lo que le contó su tío a continuación.
­Se dedicaba a vender droga... como tú... e iba a hacer una 
venta jugosa a otros camellos pero la policía los pilló en una 
redada. Él se salvó, pero la mayoría de la banda con la que 
negociaba no, a excepción de algunos que fueron tras él pensando 
que había sido él quién había dado el soplo a la policía.
Su tío le dejó unos momentos a solas con él. Estaba postrado en 
una cama, en estado de coma (había perdido mucha sangre) y 
completamente entubado y lleno de vendas.
-Así que por eso no pudiste cumplir tu promesa ¿eh?
Fuiste incapaz de renunciar a tu mundo por una vida mejor. Lo
preferiste y así estás ahora. Cubierto de cicatrices. Como yo.

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