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La tradición cognitivista
También William James puede considerarse el primer referente de esta tradición. En este
marco, la principal contribución de James fue la de promover el cambio de una aproximación
de procesos que hoy vuelve a reivindicarse. Aún así, cabe no olvidar que la propuesta de James
enfatiza las relaciones entre las vivencia emocional consciente y la activación fisiológica
periférica, un énfasis que ha inspirado a los modelos que se centran en el análisis del rol del
feedback visceral, somático o facial, en el origen de la experiencia emocional.
La aparición de esta tradición teórica se debe, al menos en parte, al fracaso de los modelos
unidimensionales basados en el concepto de arousal o activación inespecíficos. De hecho, la
teoría bifactorial parece solucionar la cuestión de la inespecifidad de la activación sugiriendo la
necesidad de una segunda etapa, que determinaría la cualidad de la emoción a partir de una
valoración cognitiva de dicha activación en su contexto. Es esta dimensión cualitativa la que
hace posible la experiencia emocional.
La cognición determina la emoción, aunque la activación somática siga siendo necesaria.
Los modelos centrados en la valoración cognitiva (appraisal)
El modelo pionero y una de las teorías que más han influido en el ulterior desarrollo de la
psicología de la emoción, es la aproximación de Arnold (1960). Según esta autor, primero se
da una valoración intuitiva e involuntaria que califica los estímulos, percibidos o imaginados,
como positivos o negativos. Dicha valoración tiene un componente motivacional, dado que
puede inducir una tendencia a la acción (y los ajustes fisiológicos necesarios) que, si resulta
suficientemente intensa, genera el fenómeno emocional. El sentimiento, entendido como
experiencia consciente, surge en cambio de la valoración del estimulo previamente percibido,
así como de la activación fisiológica experimentada. Arnold también estudio las bases
neurofisiológicas de la emoción, analizando su congruencia con el modelo propuesto.
Lazarus defiende que, en lugar de darse la valoración genérica bipolar (bueno, malo) propuesta
por Arnold, se da una valoración primaria que ya en sí es específica. Según sea la valoración,
será la emoción. Así pues, evaluaciones de amenaza conducen a emociones de miedo,
evaluaciones de injusticia a emociones de rabia, evaluaciones de curiosidad a emociones de
interés, etcétera. Cada emoción implica un tipo concreto de valoración, una tendencia
especifica a la acción (poder motivacional) y una expresión particular. El número posible de
evaluaciones y, por tanto de emociones depende del conocimiento emocional del individuo y
es, en consecuencia, específico de cada uno. Del mismo modo, cambia también la forma de
actuar de cada sujeto, su manera de enfrentarse al entorno. Lazarus analiza estas estrategias
de afrontamiento (coping), sugiriendo que existen dos grandes modos de afrontar una
situación determinada: a través de la acción directa y a través de un proceso de revaloración
(reappraisal), a nivel puramente cognitivo, lo que repercute en nuestra capacidad de
afrontamiento y, por ende, también en la vivencia emocional subsiguiente.
El constructivismo de Mandler: de los esquemas inconscientes a la conciencia emocional
Según Mandler, los aspectos fundamentales de la experiencia emocional son los siguientes.
Entre los nuevos modelos de la experiencia emocional, destacan por su repercusión los
formulados por Frijda (2005) y Barret (2006). La idea central que subyace a estas
propuestas es que la representación mental de la emoción en un contexto o situación
específicos es un flujo de conciencia que cambia continuamente según la evolución del
afecto esencial (dimensión agradable-desagradable) y su interacción y mutua
determinación con las valoraciones realizadas. El cerebro integra y procesa continuamente
información sensorial del mundo que nos rodea, sensaciones somatoviscerales de nuestro
propio cuerpo y el conocimiento que, a través de la experiencia, hemos acumulado acerca
de los objetos y situaciones.
Las aproximaciones dimensionales
Referencia Bibliográfica