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El barómetro

El barómetro es un
elemento tecnológico clave
de la actualidad, que se
utiliza para medir la
presión atmosférica.
Fue inventado por
Evangelista Torricelli en el
siglo XVII.
Su descubrimiento respon-
dió a una necesidad, la de
elevar agua por encima de
los diez metros de altura.
Pero antes de conocer los detalles de su invención,
veamos cuál era el marco socio cultural de la época.
Florencia, Toscana
Durante el siglo XIV, Toscana ocupó un
lugar destacado en el renacimiento cultural
italiano, con figuras como Dante, Giotto,
Petrarca y Boccaccio; el dialecto toscano se
convirtió en la lengua literaria de Italia.
En 1406, Pisa se sometió a Florencia, que por
entonces se convirtió en el mayor poder en
Toscana.
Después de 1434 Florencia sería gobernada
por la familia Medici.
En la corte de esa
familia, Galileo Galilei,
quien se convertiría en
uno de los más grandes
científicos de la historia,
comenzaba a gestar
ideas que revoluciona-
rían la forma de pensar
la Naturaleza.
Sus trabajos le valdrían,
en 1841, la construcción
de la llamada “Tribuna
di Galileo”, un homena-
je a sus logros y apor-
tes científicos, inaugu-
rado en el marco del “III
Congreso de Científicos
Italianos”.
Construida por el
arquitecto florentino
Giuseppe Martelli, la
“Tribuna di Galileo” se
encuentra en el “Pallazzo
Torrigiani”, dentro del
“Museo della Specola”,
una sección del “Museo
di Storia Naturale di
Firenze”.
El estilo de Sabatelli era neoclásico. Había estudiado
en Florencia y en Roma.
Al momento de pintar el ábside de la “Tribuna …”, en
1841, Italia estaba movilizada por diversas
revoluciones, tales como la independencia de Austria,
de los Borbones y de los Estados Pontificios. Además,
se producía la puja entre dos movimientos, uno
republicano y anticlerical, y otro proveniente del
Neogüelfismo, consistente en una federación de
estados italianos presididos por el Papa y el ejército
piamontés.
Culturalmente, el neoclasicismo estaba llegando a su
fin, para dar paso al romanticismo, movimiento del
cual sus autores reivindicaban el Cristianismo frente al
paganismo grecolatino.
Uno de los frescos pintados por Luigi Sabatelli,
muestra a Galileo junto a sus discípulos y a un
escolapio que lo auxiliaba en sus tareas diarias.
Precisamente, uno de esos discípulos era
Evangelista Torricelli, el inventor del barómetro.
El escolapio
Clemente Settimi
(1612 - ? )

Vincenzo
Viviani
(1622-1703)
Evangelista
Galileo Torricelli
Galilei (1608-1647)
(1564-1642)

Fresco de Luigi Sabatelli


El escolapio Clemente Settimi había sido designado
por José de Calasanz para servir de secretario a
Galileo, en 1637, quien por entonces ya había
quedado completamente ciego.
Los escolapios pertenecían a “La Orden de los
clérigos regulares pobres de la Madre de Dios de las
Escuelas Pías”, orden religiosa fundada por San José
de Calasanz (1557-1648) en el siglo XVII. Calasanz
es considerado por muchos un gigante de la
pedagogía, pues fue él quien inició en 1597, con la
fundación de la Escuelas Pías, la larga y difícil
marcha hacia la universalización de la enseñanza
gratuita.
Hablar de Galileo y de todos sus logros sería injusto
en el marco de este trabajo, pues superan con
creces la invención del barómetro; lo que sí diremos
aquí es que Torricelli tuvo en el “Dialoghi delle
nuove scienze” del pisano una fuente de inspiración
para continuar él mismo con experimentos de toda
índole.
En la pintura de Sabatelli también está Vincenzo
Viviani, quien fuera discípulo de Galileo y pupilo de
Torricelli.
Viviani editó la primera colección de trabajos de
Galileo, entre 1655 y 1656, y fue uno de los
primeros miembros de la "Accademia del Cimento“,
junto a Torricelli.
Participó en experimentos
para determinar la velocidad
del sonido y realizó varios
estudios en el campo de las
matemáticas (el Teorema de
Viviani se debe a él) y
estudios de ingeniería, como
el análisis de los cauces de
los ríos.
Además, experimentó con la
rotación de los péndulos,
190 años antes que la
demostración de Foucault. Vincenzo Viviani
Sin lugar a dudas, la ciencia
inspiraba en aquellos
hombres el afán por el
descubrimiento, tanto que los
llevaba a analizar los hechos
desde puntos de vista
privilegiados.
Tal el caso de Torricelli, quien
precisamente dando por
tierra con las enseñanzas
aristotélicas, demostraba que
el vacío podía crearse, hecho
demostrado en su experi-
mento con mercurio.
Ahora bien, ¿cómo se produjo la invención del
barómetro?
Torricelli había recibido de parte de Galileo el pedido de
estudiar el problema de las bombas de vacío, utilizadas
para extraer agua, que no podían elevar ese fluido a más
de diez metros. Por entonces, se suponía que el horror al
vacío, propuesto por Aristóteles, era el que hacía subir el
líquido, y que las bombas deberían estar mal diseñadas,
pues no podían superar la mencionada altura.
Torricelli, realizando un experimento con un tubo de
vidrio cerrado por un extremo y lleno de mercurio,
observó que, al invertirlo y colocar el extremo abierto en
un recipiente con el mismo metal líquido, se producía un
descenso del nivel del lado del tubo que estaba cerrado.
Algo extraordinario había sucedido.
En la parte superior se había creado un
vacío parcial, algo que era, supuesta-
mente, imposible. Torricelli tenía en sus
manos el experimento que daba por
tierra con casi 2000 años de dogma
irrebatible, el del “horror vacui”.
La observación más importante que
hizo Torricelli fue que el nivel de
mercurio tenía variaciones de un día
para otro, lo cual identificó con
variaciones de la presión atmosférica.
Esa fue la idea principal: el mercurio no
seguía descendiendo porque la presión
atmosférica lo impedía.
Evangelista Torricelli miró lo que todo el mundo había
visto, pero pensó lo que nadie había pensado: que
vivimos sumergidos en el fondo de un mar de aire y
sometidos a la presión atmosférica; pero esto nunca lo
publicó, pues no estando en la Biblia, corría el riesgo de
ser acusado de ateo. La Iglesia Católica consideraba
hereje a quien creía en el vacío y no había otra manera
de explicar el espacio provocado por el descenso de la
columna de mercurio. Se lo contó, sin embargo, en una
carta a Marin Mersenne, un clérigo menor que pensaba
que la causa de la ciencia era la de Dios, por lo que se
dedicó a su difusión.
Esto provocó que la noticia llegara a oídos de Blaise
Pascal, quien comprobó, mediante un experimento en el
monte Puy-de-Dôme, que Torricelli estaba en lo cierto.
Conclusión
Si bien hay quienes sostienen que la utilidad del
barómetro fue apreciada posteriormente a Torricelli, es
innegable la genialidad de éste. El sólo hecho de pensar
que estamos sumergidos en un mar de aire, visualizando
el peso del mismo sobre nuestros cuerpos, constituye
una genialidad.
Seguramente muchos habrían sido los descubrimientos
que habría realizado, si no hubiera muerto a la temprana
edad de 39 años por la fiebre tifoidea.
Agradezcámosle pues el barómetro, las importantes
mejoras que realizó al microscopio y al telescopio y el
descubrimiento de un sólido de superficie infinita y
volumen finito (“Cuerno de Gabriel”), entre otros.
Apéndice
Calasanz y Galileo

Para comprender cabalmente la personalidad de José Calasanz, es


conveniente hablar de sus relaciones con un gran científico contemporáneo:
Galileo Galilei (1564-1642). Ambos fueron coetáneos y vivieron y sufrieron
parecidas circunstancias.
Los dos grandes hombres de la pedagogía y de la ciencia se conocían, se
trataban y se tenían mutuo respecto y consideración. En sus vidas hay
muchos paralelismos. El primero de ellos es que ambos defendieron la
enseñanza de las matemáticas y de la ciencia, lo que resulta natural en un
hombre de ciencia, pero no tanto en un pedagogo de aquel tiempo. Cuando
se analiza la obra pedagógica de Calasanz, resulta sorprendente su interés
constante por la enseñanza de las matemáticas. En una época en que los
estudios humanísticos tenían la máxima vigencia, sin olvidar esas tendencias
generales, él intuyó la importancia futura de las matemáticas y las ciencias,
de ahí sus continuas recomendaciones para que se cultivasen en sus escuelas
y para que se profundizaran en la formación de sus maestros.
En relación con las matemáticas y con Galileo, hay que recordar que
algunos escolapios distinguidos fueron fervorosos discípulos del gran
hombre de ciencia y que compartieron y defendieron sus concepciones
cosmológicas, que tan controvertidas y revolucionarias resultaban
entonces. Recordemos que el modelo cosmológico galileano, que seguía los
planteamientos de Copérnico y de Kepler, entraba en contradicción con el
modelo ptolomeico que había estado vigente durante toda la Edad Media, lo
que valió a Galileo un proceso de la Inquisición en el que fue sancionado y
obligado a retractarse.
En relación a ese hecho hay que destacar que, pese a que Galileo había
caído en desgracia y había sido sancionado por los inquisidores, Calasanz
ordenó que los miembros de su congregación le prestasen toda la ayuda
necesaria y permitió que los escolapios continuasen como alumnos a su
lado, recibiendo sus enseñanzas matemáticas y científicas. Así pues, es
justo reconocer que, con respecto a Galileo, José Calasanz y los escolapios
mantuvieron una posición valiente y digna que les honra. Es éste un
episodio poco conocido que pone de relieve la amplitud de miras de ese
gran pedagogo.
La defensa y la ayuda que los escolapios prestaron a Galileo fue utilizada
por los enemigos de Calasanz y de su obra. Una denuncia presentada ante
el inquisidor de Florencia, referida al escolapio Francisco Michelini, que
sería el sucesor de Galileo en la cátedra de matemáticas, decía:
"El Padre Francisco Michelini, de las Escuelas Pías, tiene por doctrina
verdaderísima, y enseña públicamente, que todas las cosas están
compuestas de átomos y no de materia y forma, como dicen Aristóteles y
todos los demás. Sostiene también que la Tierra se mueve y el Sol está
quieto, teniendo por cierta esta doctrina y otras del señor Galileo, hasta el
punto de estimar todas las demás por falsas y nulas y declararse enemigo
de Aristóteles, llamándole ignorantísimo, mientras tiene al señor Galileo por
oráculo, por oráculos sus opiniones, y ensalza al dicho señor Galileo a
primer sabio del mundo con otros títulos magníficos y de encomio."
A pesar de esos ataques, los escolapios no dejaron de ayudar a Galileo y
siguieron siendo fervorosos discípulos suyos. Eran tal la consideración y el
aprecio que Calasanz sentía por él que, además de enviarle a Settimi para
que lo auxiliara como secretario, dictó órdenes muy claras al rector del
colegio de Florencia: "...y si por acaso el señor Galileo pidiese que alguna
noche quedase con él el P. Clemente Settimi, concédaselo y Dios quiera que
sepa sacar el provecho que debería“.
En Florencia los escolapios llegaron a dirigir una prestigiosa Escuela
Superior de Matemáticas que fue muy importante en la formación de sus
maestros. Igualmente en Roma, Génova, Nápoles y Podolín hubo
importantes centros de enseñanza matemática dirigidos por escolapios que
habían sido todos ellos discípulos de Galileo Galilei. Entre sus profesores y
alumnos muchos serían después grandes hombres de ciencia.

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