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Algunas veces y sin pensarlo mucho, Guille se subía al

techo para ver si por un motivo (aunque fuese pequeño) su


corazon de hotel comenzara a latir a mil por hora. Pareciera
que mucho tiempo habia pasado desde que habria sentido
esa emocion de adolescente, cuando lo vio por primera vez
y le parecio que era su mundo entero, tan guapo y
elegante, con los bigotes bien peinados y los ojos verdes
tan expresivos como misteriosos. Pero luego eran solo ella
y la luna, y Guille se hacia como que no se aburria de las
mismas platicas de siempre con la Luna. Nomas de verla
sabia perfectamente lo que su hermana la celeste le iba a
platicar: redonda, seguro hablaria del amor, de los poetas,
de los suspiros y de la magia; en cuna, entonces le daba
por la maternidad y le preguntaria miles de veces por su
cria y le contaba que ella se moria de ganas de tener uno
igual que ella, blanco y con ojos de magia; si se vestia de
negro, le daba por filosofar y entonces entablaba la
conversacion eterna entre la vida y la muerte… y de estar
partida, se le partia el corazon y lloraba por el que nunca
regreso.

Nada mas quehacer, pensaba Guille mientras la luna


hablaba, mientras se relamia los bigotes y se bañaba) mas
que asomarse de vez edn cuando a la vuelta de la esquina
y esperar. ¿A que? A nada.

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