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LA CHANCLA DEL DELEGADO

Que tal gente, ya estamos de regreso para contarles ahora una anécdota ocurrida en esta colonia
Arboledas (en donde tienen su humilde casa), de mi queridísima ciudad de los tamarindos, Iguala, Guerrero.

Pues resulta que en esta temporada de torrenciales lluvias, también aquí, como en muchos otros
lugares de la República, se nos inunda la colonia, gracias a Dios que no hay pérdidas humanas solo muebles y
enseres domésticos entre otros, como mi cisterna, que es de esas de plástico negro y que quedo aplastada
como bote de aluminio, a pesar de estar enterrada, así que imaginen la cantidad de agua que tenemos bajo
nuestros pies.

Al tratar de llegar a mi casa en mi moto, ¡sorpresa!, la primer laguna en la entrada de la misma, me


arme de valor después de cruzar unas palabras con un vecino que también llego en su moto, y acelerando mi
poderosa Italika 125, avance entre las aguas……..solo unos tres metros antes de que el motor de mi caballo de
acero dejara de funcionar, así, que me tuve que desmontar de el para empujarlo, el agua hasta las rodillas
mientras platicábamos con el vecino a quien le sucedió lo mismo.

Segunda sorpresa, dentro de mi casa ya teníamos también nuestra laguna y con aplomo, cubeta en
mano comencé a sacar el agua de mi casa………solo por unos minutos, pues con una sola cubeta no me daba a
basto y era más la que entraba que la que sacaba.

En fin al salir a hablar con los vecinos y ver que se podía hacer en esos momentos, me encuentro con
nuestro Delegado de la colonia quien ya también andaba en la faena, en pantalones cortos y su par de
chanclas americanistas (como él dice, de 500,000 dólares), pues resulta que en el tremendo río que se forma
en las calles mi “delegadazo” pierde una de sus ya tristemente famosas chanclas y sin poder caminar entre
piedras, lodo, agua y demás cosas flotantes, no faltó el vecino que le auxiliara en prestarle un repuesto de
chancla, claro de otro color, pues también este vecino había extraviado una, así que ya se imaginaran la facha
de nuestro delegado.

Dos días después y a medio dormir por el ajetreo en la inundación, el buen samaritano prestador de la
chancla aparece en casa del delegado para pedir la devolución de la misma, pues….tercera sorpresa, ¡encontro
el par de su chancla!, entonces el delegado no tuvo más remedio que devolverla, no sin antes comentar que
su esposa ya había tirado la otra chancla americanista que quedo sola, sin pareja, y salir, ahora si con sus tenis,
a recorrer los daños de la colonia; al llegar al final de una de las calles, que por cierto fue la más afectada, y
que dos automóviles resultaron totalmente afectados, y en donde se acumula la mayor parte del lodo y
piedras que arrastra el agua, cuando cuenta a los vecinos como le dolió la pérdida de las de 500,000 dólares,
alguien dice “¿no será su chancla esa que está ahí?”; cuarta sorpresa………asomada tímidamente entre lodo y
piedras, se encuentra la famosa y americanista “chancla del delegado”, a lo que el delgado responde con más
nervios que nada, “…..nnno, no creo que sea la mía…..” .

¡Ah que mi delegado¡.

Teofilo Cardoso.

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