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LOS SOLDADOS PASAN

Marchando, con la mirada fija


van los soldados.
Los llevan a la guerra,
los llevan a dar muerte,
o tal vez a morir.
A que mueran de horror,
a ver cómo sus hermanos
se desangran y a sembrar dolor.
A ver hambre, miseria y tristeza.
A ver cómo el odio y la ignominia
se apoderan del mundo.
Los frustrados soldados de la vida
pasan con el fusil listo para matar.
¡Atención!
¡Apunten!
¡Disparen!
¡El fuego ha estallado!
Fusilando están en la marcha
a los cabecillas del amor,
de la juventud,
de la patria verdadera,
de la justa lucha,
de la paz
y del pueblo que quiere tener libertad.
Los pasajeros del odio
pasan con sus municiones
preparadas para la masacre,
para obligar a gente incauta
a confundirse con sus sucios ejércitos
y así profanar la paz de la tierra
fusilando gente indefensa y humilde.
¿Por qué aquellos que son los culpables
de que la guerra exista
no salen a luchar,
sino que mandan a los campesinos,
a muchachos ingenuos
y a muchos otros a morir por ellos?
¡Guerra!
¡Qué estupidez tan grande y mísera!
Ahí vienen los pobres soldados
con sus carabinas, con sus metralletas,
con sus granadas, con sus cañones
y con todo el armamento habido y por haber
a combatir contra la raza humana,
a exterminar la bondad y el amor,
a destruir las esperanzas,
a matar inocentes
y a infundir el odio.
Los soldados pasan victoriosos
y no se dan cuenta cuánta desgracia hay en sus vidas.
Soldados obligados o no, todos pasan
por encima de los muertos
y de las ruinas que deja la guerra fatal.
Guerra de unos,
muerte de otros.
De combatientes
que quedan inermes;
como también civiles:
hombres, mujeres y niños
que caen por el impacto
de las balas traicioneras
que se anidan en sus cuerpos,
sacándoles el alma
y destrozando sus vidas.
Pasan los soldados
Y el mundo entristece y llora,
pues siembran la muerte
en nombre de sus grandes jefes.

Noviembre 13 de 1973

EDGAR A. URUBURU PRIETO

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