Nuevos caminos para un arriero de oro | La PatriaCompartir / GuardarCorreo

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Manizales, lunes 30 de agosto de 2010InicioSucesosManizalesCaldas

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DestacadoManizales
La Patria
2010-06-19 00
Al pie de la carretera que sube bordeando el cerro El Burro, en un descanso al
que llaman el Canelón del Atrio.Las mulas de Aurelio Muñoz dejaron de cargar
madera para la explotación artesanal del mineral. Ahora transportan insumos para
la exploración minera de Medoro. Alternativas.
Alexandra Serna
LA PATRIA | Manizales
"Al son que le toquen, baila uno, ¿sí o no?", le dice Aurelio Muñoz, de 53 años,
a Jhon Freddy Morales, mucho menor. Ambos son arrieros en Marmato, y hablan
sobre la escasez del trabajo.
"Hmmm", es la respuesta. La mirada del más joven parece absorta en el golpeteo
del zurriago de don Aurelio, quien explica que con ese elemento "espantamos a
las mulas para que se muevan".
Con la llegada de la multinacional Medoro al Pesebre de Oro, sin embargo, el
zurriago ha "descansado" un poco. El cierre de algunas minas donde se practicaba
el guacheo, que es una explotación ilegal y riesgosa, y el control que las
autoridades le hacen al comercio de madera, necesaria para sostener los
socavones, han mermado el trabajo de unos 40 arrieros de la localidad.
Los sábados, cuando la mayoría de mulas no trabaja y algunos mineros están
embebidos en las cantinas, las bestias de don Aurelio están listas para la
carga. Se les encuentra en una pequeña explanada del cerro El Burro, a la que
llaman Canelón del Atrio, pues se ubica detrás del templo parroquial y se
utiliza como parqueadero. Chivas, yips, busetas, camperos y hasta camionetas
lujosas llegan a diario, al ritmo que la carretera destapada les permite.
"Somos los más afectados en este momento, porque sin el permiso de la madera nos
quedamos sin qué hacer. Al menos a unos 200 guacheros los contrataron para
trabajar allá abajo". Se refiere a la infraestructura de Mineros Nacionales, que
Medoro adquirió este año, adonde en cambio llegan hasta tres camionadas diarias
de madera, según los habitantes.
Amor por la mula
Aurelio Muñoz dice que “ todo mundo no sirve para arriero.La sonrisa de don
Aurelio asemeja la malicia. Entre sus dientes sobresale una prótesis plateada,
que contrasta con el color canela de su piel. "Las quiero más que a la mujer”,
dice sobre sus mulas, pero su esposa luce más seria y como permanece callada,
rectifica: "hay que quererlas a las dos". Sonríe.
Lo más seguro es que ese mismo cariño por las bestias lo tuvieron los primeros
arrieros de Marmato. Desde hace por lo menos 470 años, cuando este municipio se
fundó, el infranqueable cerro cedió bajo el paso firme de las mulas. Sin su
presencia la explotación artesanal de las minas no hubiera sido posible y,
siglos después, transportaron la maquinaria y materiales para las primeras
empresas, desde la estación Salamina, adonde llegaba el tren.
Las manos de don Aurelio son toscas y sus uñas acumulan la tierra. Acumulan, más
bien, 41 años como arriero, muchos los vivió en Segovia (Antioquia), donde nació
y es también muy fuerte la actividad minera. Allí también Medoro quiere
explorar, pero desde ya se están oponiendo, en especial el sindicato de los
mineros.
"Mi papá administraba una finca y ahí fui aprendiendo". Aunque ya perdió la
cuenta de las mulas que ha tenido, recuerda con orgullo las 29 que tuvo cuando
trabajó con Ecopetrol. Ahora tiene 12, que tasa en unos $20 millones.
Se vino de su pueblo, hace dos años, porque el trabajo estaba muy malo. "Uno
sabe dónde rebuscarse. En Marmato se mueven las mulas, hay orito y mujeres
bonitas, por eso me vine". Y golpea de nuevo el zurriago sobre la roca en que
está sentado, la misma que se escarba en las entrañas de la montaña.
Aún se sigue levantando a las 5:00 de la mañana para estar pendiente de sus
animales, y los alimenta con mogolla y salvado de maíz para que "cojan fuerza".
Por día, la comida y el mantenimiento de los cascos de sus animales puede
costarle unos $20 mil.
No se imagina haciendo otra cosa. "Nace uno con el gusto por la mula. Quisiera
volver a los 20 años para seguir arriando por mucho tiempo más".
ACPM en vez de madera
Cada animal soporta hasta 12 arrobas. Los de vida corta, llegan a los 6 años;
los de vida larga, a los 20.Cuando don Aurelio llegó a Marmato, la multinacional
que antecedió a Medoro, la Colombian Goldfields, ya había comprado los derechos
de explotación de 87 minas que, según la Gobernación de Caldas, son el 80% del
total de títulos. Según voceros de la Junta Pro-defensa de Marmato, hay unas 400
minas, pero no todas están legalizadas.
Recién llegó de Segovia, este arriero producía en un día hasta $150 mil, pues
sus mulas transportaban unas 10 cargas de madera, cada una a $15 mil. Sin
embargo, la compañía quebró a finales del 2008, y las minas estuvieron
abandonadas cerca de un año. Para los arrieros la situación no fue tan grave,
porque les siguieron suministrando madera a los guacheros hasta que Medoro los
empezó a controlar, desde finales del año pasado.
De todas formas las mulas de don Aurelio siguen disponibles en el Canelón del
Atrio, y se siguen moviendo. "A mí me buscó un día un ingeniero de la empresa y
me dijo que les cargara el ACPM. Así trabajamos unos cuatro arrieros". Los
otros, como cuentan algunos, se dedican a guachear o a recoger café, salvo
cuando hay algún trabajo para sus bestias.
Además de ese combustible, sus animales cargan el aceite y las tuberías para las
diamantinas, que son las máquinas de exploración de la Medoro y que mueven con
frecuencia. En un día sus bestias transportan unas 10 cargas, a $9 mil 500 cada
una, osea que produce $55 mil menos que antes.
"El camino más duro es de la mina La Calavera, que está más o menos a una hora
de la bomba –en el Canelón del Atrio-, pendiente arriba". Otro de los caminos
más difíciles, por lo angosto, es el de 100 pesos, que viene desde la base del
cerro.
No obstante, cree que su trabajo le durará entre cuatro y cinco meses más. "No
se sabe… el tiempo es el que lo dice todo". Sonríe de nuevo, y la prótesis
plateada reluce. Apenas es sábado en la tarde, y le llega una pequeña carga. El
hijo que lo acompaña, de cuatro que tiene, y su esposa le ayudan a amarrar dos
canecas de aceite y varias cajas.
Mientras tanto otros arrieros, los pocos que hay a la vista, siguen acariciando
a sus mulas, a ver qué resulta. En semana el movimiento es mayor, pero ellos
insisten en que el trabajo no es el mismo. Las autoridades local y
departamental, por su parte, reconocen la situación, mientras la ONG que
contrató Medoro para hacer el acompañamiento social asegura que tienen planes a
corto y largo plazo para los arrieros.
San Antonio, que es el patrono del pueblo, seguirá escuchando sus peticiones, y
El Burro, que parece rasguñado por tantos años de actividad minera y algunos
deslizamientos, les seguirá abriendo sus caminos para que lo cosquilleen. Si la
explotación a cielo abierto se cumple, en unos tres o cinco años, esas rutas
serán historia. ¿Los arrieros también?
Las posibles alternativas
Aunque algunos voceros de la comunidad insisten en que las restricciones a la
compra de dinamita y de madera para los pequeños mineros son una presión para
que le vendan sus títulos a Medoro, entidades como Corpocaldas lo desmienten.
"En Marmato ya no hay oferta de madera, pues acabaron con los bosques. Además,
los controles siempre se han hecho, pues son los que exigen las normas, como la
Ley 99 de 1995", dijo Juan David Gartner, Director de Corpocaldas.
Esto explica, en parte, la disminución del trabajo para los arrieros. ¿Qué
alternativas tienen?
Patricia Gómez, encargada de la Gobernación de Caldas para Marmato, señaló que
al Concejo Municipal le corresponde formular una política pública sobre el
desarrollo productivo. "El Ministerio de Minas y Energía se ha quedado corto en
el asunto y esperamos que cumpla la solicitud del presidente Uribe, del consejo
comunal, de ir allá".
Uriel Ortiz, Alcalde Municipal, sostuvo que la situación no es tan grave para
los arrieros porque a ellos los está contratando Medoro. Al preguntarle cuántos
arrieros y mulas hay en Marmato, y cuántos están empleados, no supo responder.
"No creo que ellos vayan a desaparecer, porque las condiciones geográficas los
hacen indispensables".
El Director de la Corporación para estudios interdisciplinarios y asesoría
técnica, Alberto Rodríguez, que es la ONG que contrató Medoro para hacer el
acompañamiento social, sostuvo que se harán grupos focales con ellos para
construir juntos unas políticas. También habló de un sistema de compensaciones
cuando hay afectación no mitigable.
De inmediato, "tenemos un comité de empleo al que pueden enviar sus hojas de
vida. En julio llegará otra empresa para exploración que contrató Medoro y
seguramente habrá trabajo para ellos". A largo plazo pueden formarse como
técnicos en el Sena, mediante una alianza que pronto se concretará.
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