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La construcción social del conocimiento acerca de la juventud

Introducción
La problemática que se presenta, es el resultado de las experiencias de investigación
respecto a algunos acercamientos al fenómeno de la juventud relacionados con la Encuesta
Nacional de la Juventud (ENJ) realizado por el Instituto Mexicano de la Juventud en
nuestro país, en 2000 y 2005. La definición que se utiliza en la ENJ, es de tipo nominal,
respecto a la edad que tienen los individuos. Esta definición, aunque no es eminentemente
teórica, cumple con los requisitos metodológicos al tener un planteamiento conceptual en
donde se exponen las variables, el espacio y tiempo en el que van a ser efectuadas. La
magnitud y el alcance de esta encuesta, está respaldada, porque es a nivel nacional y porque
muestra las representaciones colectivas de un sector de la población determinado.
Dicha encuesta fue realizada por vez primera en 2000 y existe una segunda versión en
2005. En esta última, se plantea la ruta de este estudio dentro de los parámetros de la
informalidad a las nuevas formas de institucionalización, los estilos de vida juveniles, los
territorios significativos, como los jóvenes son partes de un contexto y las dimensiones
analíticas con las que se trabajan en este estudio. Aunque no se profundiza mucho en el
aspecto teórico, esto no le resta facticidad y viabilidad a la encuesta, por el contrario
visibiliza muchas de las problemáticas que en la vida cotidiana están presentes, que no es
fácil de aprehender de manera teórica y que de manera empírica se vislumbran distintas
visiones y complicaciones de acuerdo al espacio, sexo, condición socioeconómica, entre
otras, a la que se haga referencia.
Ahora bien, trabajaremos tres aspectos fundamentales; la primera parte se refiere a una
caracterización general de los jóvenes en nuestro país en donde se plantean algunas
características fundamentales para poder entender algunas funciones básicas a cerca de la
juventud, como son algunas aproximaciones a las definiciones, referente simbólico dentro
de la sociedad, funciones que ha tenido la juventud y las disciplinas que se han ocupado de
la juventud con su perspectiva de acuerdo a su objeto de estudio; en segundo lugar, se
esboza algunas consideraciones generales acerca de la construcción de un objeto de estudio
tratado dentro de la sociología, después algunas discusiones en torno a la juventud como
objeto de estudios; por último, se describirán algunas funciones y aportes que ha tenido la
ENJ como proceso de investigación y otros tratamientos que pueden contribuir a un mejor
desarrollo de la investigación dentro de la juventud.

Consideraciones generales acerca de la juventud


“La juventud es uno de los grandes referentes mitológicos de nuestra cultura, y
encontramos a los jóvenes detrás de los grandes problemas que preocupan en la actualidad
a la opinión pública –desempleo, crisis de valores, movimientos revolucionarios,
movimientos sociales, adicciones a las drogas, inseguridad pública, nivel y calidad de
enseñanza, las actividades del tiempo libre, el consumo cultural–” 1; por mencionar algunos.
La idea que se ha tenido de la juventud ha mudado de aires y esto se ha traducido en

1
Fernández Poncela, Ana María. Cultura política y jóvenes en el umbral del nuevo milenio. México,
IMJ-IFE, 2003, pp. 19.

1
diferentes formas de hacerse presentes en el espacio público, donde participan de maneras
distintas y de acuerdo a las necesidades presentes en cada entorno como la participación
ciudadana, la salud, educación, alimentación entre otras.
Estas demandas se han hecho cada vez más presentes y al mismo tiempo le ha dado a la
juventud, a lo largo de la historia, nuevas variantes que han formado diferentes
concepciones y significados dentro de la sociedad. Durante algún tiempo fue muy reiterada
la idea de asignarle un valor mayor a todo lo que representaba en sí y hacía un adulto; aun
cuando ambos pudieran realizar las mismas actividades y con equivalentes resultados.
Podemos referirnos desde las ocupaciones laborales, los salarios, el lugar en la familia y la
participación en la vida pública donde su participación era minimizada en relación con la de
los adultos. Se menguaba el papel de los jóvenes, cuando pudieran existir individuos
destacados, pues eran señalados principalmente por la inmadurez y la falta de reflexión en
cada una de sus reflexiones, por ende, no se le asignaba un lugar igual que al que se le
concedía a los adultos.
En contraste con el anterior planteamiento, vemos otro tipo de percepción, la cual
promocionó a los jóvenes como parte fundamental del futuro de las sociedades. Es decir, se
les dejaba a los jóvenes la tarea de mejorar las condiciones de cualquier ámbito y se le
asignaba un valor primordial y por tanto, se buscaba atribuirles y brindarles más y mejores
facilidades para poder ingresar a la vida pública. Se buscó ofrecerles una mejor educación,
participación, salud, entre otras que incrementaron el valor en sí mismo de los jóvenes. Este
tipo de valoración que se les asignó a los jóvenes fue contribuyendo para que
paulatinamente fueran accediendo, participando y haciendo presentes sus demandas, al
mismo tiempo que participaban en la resolución de los problemas sociales.
Esta idea se ha transformado y en los últimos años se ha considerado a los jóvenes como
parte imprescindible del presente y se les ha dado un papel más inmediato. En este sentido,
se busca una mayor inclusión en todos los aspectos sociales para que se retomen cada una
de las demandas y se lleven a cabo políticas públicas que coadyuven a un mejor ejercicio de
sus derechos y de sus obligaciones. Llamar a los jóvenes como parte del presente ha
logrado que los jóvenes de distintas culturas –los chavos banda, rockabilly, dark, hip hop,
Skinheads, punks, grafiteros, emos, tepiteños, entre otros– y de distintas ideas puedan
expresar sus inquietudes y expectativas como cualquier miembro de la sociedad.
En este tenor, esbozo una visión más amplia, que es la de no pensar que los jóvenes tienen
un papel menor al de los adultos, tampoco que son los hombres del futuro o del presente.
Sino más bien que son parte de una sociedad en donde, tanto los adultos como los jóvenes
son parte de la sociedad y, por ello, los jóvenes tienen tanto derechos como obligaciones, al
igual que los adultos. Bajo esta lógica, todos tienen derechos iguales a expresar sus
demandas y el Estado democrático está obligado a garantizar que así sea, preocuparse y
ocuparse tanto de los jóvenes como de los adultos, y los niños, sin importar los sectores y
las condiciones del resto de los individuos. Sin embargo, para todos los sectores de la
población, la participación, debe de estar guiada por una institucionalidad que debe de
respetarse y cultivarse, ya que un régimen democrático es el único que lo permite, además
de garantizar este tipo de participación.

2
Un proceso importante en el estudio de la juventud, ha sido el tránsito de la juventud como
el destino de nuestras sociedades actuales que habían tomado una particular trascendencia
en años precedentes, en donde se busca al joven como una forma de solución a los
problemas –suscitados en un tiempo espacio determinados– y se le asigna una gran carga
para reivindicar el rumbo de la vida social. Ahora bien, estudios más actuales han transitado
de un mundo del porvenir a un espacio en donde se ve a la juventud más como amenaza y
como categoría al margen de la sociedad; es decir, la carga de los jóvenes ha desvanecido,
pero no necesariamente ha sido de una manera positiva, puesto que se asocia más como
delincuente, un mal para la sociedad y una figura de la cual debemos estar alejados. Esta
construcción ha influido en la concepción actual de la juventud, no sólo desde la
perspectiva del sentido común, sino también ha tenido una gran influencia en los estudios
que se realizan desde la academia para construcción social del conocimiento acerca de la
juventud.
La vida juvenil tiene trayectorias y condiciones que han ido permeando el modo de hacerse
parte en la sociedad, por ello para comprender el fenómeno joven hay que tomar en cuenta
que se da en un periodo de transición entre la infancia y la vida adulta, y así mismo que
dentro de esta transición, hay subetapas fundamentales – probablemente no las únicas– que
son la adolescencia2 y la juventud3, a las cuales tienen que hacer frente, en este proceso
versátil, los individuos que se encuentren en este trama. Dentro de dicho proceso, los
jóvenes tienen necesidades y representaciones4 acerca de la sociedad que sin lugar a dudas
han sido motivo de grandes discusiones y debates complejizados por la variedad de
perspectivas con las que se implementan dichas indagaciones.
La adolescencia y la juventud se encuentran en medio de la infancia y la adultez, por ello,
es una transición hacia algo más completo que la infancia, pero menos integral que la etapa
adulta, es decir, es una etapa de formación en la que el individuo se conforma de acuerdo a
los referentes sociales. Precisamente porque están en proceso de formación, “los conceptos
de joven y adolescente están construidos sobre la base de la incomplementariedad de los
sujetos a que se dirigen” 5; así pues, se encuentra en constante búsqueda de la
complementariedad que hace a un individuo convertirse en adulto. Estos referentes
sociales, se van integrando al joven, dentro de la variedad que la misma sociedad le

2
Álvarez Villar. A. “Adolescencia”, en Diccionario UNESCO de Ciencias Sociales, España, Planeta-
Agostini, 1987, p 65.
3
Reguillo Cruz, Rossana. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Buenos Aires,
Norma, 2000, p. 23.
4
El concepto de Representaciones es retomado de Émile Durkheim quien planteaba que la vida social
está hecha, toda ella de representaciones. Las representaciones colectivas expresan la forma en que un grupo
se considera en sus relaciones con los objetos que la afecten. La sociedad se representa a sí misma y al mundo
que la rodea y por ende hay que considerar a la naturaleza de la sociedad, no la de los particulares. Cada
individuo está constituido por un sistema de ideas, sentimientos y de costumbres que expresan, no su
personalidad, sino el grupo o los grupos diferentes a los que pertenece. "En ciencia, las representaciones,
útiles a la práctica, no deben sustituir a las cosas de las que proceden." No es necesario buscar remedios sino
de las explicaciones, y desafiarse del idealismo y la ideología. Ver: Émile Durkheim. Las reglas del método
sociológico, España, Folio, 2002; Émile Durkheim. Educación y Sociología, México, Coyoacán, 2006 y;
Émile Durkheim. “Répresentations individualles et représentations collectives”, en Revue de métaphysique et
de morale, tomo VI, Paris, 1889. (www.lesclasiques.com.cd).
5
Nauhardt, Marcos. “Construcciones y Representaciones”, en JOVENes, No. 3, enero-marzo, México,
CIEJ-IMJ, 1997, p. 41.

3
permite, es decir, de acuerdo a las condiciones sociales brindadas por el Estado y la
socialización que las familias tienen. Estas pueden ser tradicionales o pluralistas como las
que se tienen hoy día y que permiten el desarrollo de varios grupos juveniles ya
mencionados.
Ahora bien, “la juventud y la vejez no están dadas, sino que se construyen socialmente en
la lucha entre jóvenes y viejos”6; por ello, el proceso histórico es importante para poder
explicar cuáles son los límites, ya de por sí no muy claros y que dependen de los enfoques y
las disciplinas desde los cuales se miren los fenómenos de la juventud. En esta misma
lógica, podemos parafrasear un argumento de Tourain7 quién plantea que la juventud no es
una categoría social, sino una construcción cultural y administrativa, una parte de la imagen
que una sociedad tiene de sí misma, más para poder organizarse que para crear segmentos
y, así, poder coadyuvar al desarrollo de los distintos sectores que integran a una sociedad.
Sin embargo, se traducen en distintas perspectivas que son tomadas de acuerdo a las
características de los grupos juveniles, las acciones y símbolos que el joven considere más
factibles y que son los que cumplen con sus ideas, es decir, hay vínculos que los hacen
pertenecer a tal grupo y no a otro.
Por otro lado, “la juventud es una consecuencia del factor productivo, ampliamente
expresado en la demanda social de calificación impuesta sobre el individuo, así como la
privatización de la familia y la separación de los niños de la vida adulta” 8, en esta misma
perspectiva, “la juventud como hecho social, adquiere relevancia como parte de los proceso
de reproducción de la sociedad. La juventud se inicia con la capacidad del individuo para
reproducir a la especie humana y termina cuando adquiere la capacidad para reproducir a la
sociedad”9; es decir, cuando ya están establecidas las condiciones necesarias para poder
seguir con la ordenación de las estructuras sociales, que previamente se fundamentan y
cultivan en la educación10 (escuela) y la familia, puesto que son los principales mecanismo
de socialización en el joven. Estos mecanismos se han ampliado a otros factores como los
medios de comunicación, principalmente la televisión, que ha tenido gran peso a la hora de
que el joven decide por qué camino seguir.
Un punto importante para poder abordar el tema de la juventud es la de cómo se construye
y se justifica el estudio de la juventud, es decir, cómo se plantea su construcción como
objeto de conocimiento. Es menester darnos cuenta de que el tipo de construcción como tal,
es social, es decir influyen factores que van desde la familia, el Estado y los medios de
comunicación, además de que depende de la perspectiva del investigador y del interés que
desee ampliar. En consecuencia, es importante destacar la necesidad de realizar una lectura
histórica crítica de las diversas perspectivas sobre la juventud, tales como las que
consideran a la juventud como: etapa de desarrollo psicobiológico, momento clave para la
integración social, como dato sociodemográfico, agente de cambio, problema de desarrollo,
generación o como construcción social. En las investigaciones que se desarrollan desde la
6
Bourdeau, Pierre. Cuestiones de sociología, Madrid, Istmo, 2000, p. 164.
7
Tourain, Alain. “Juventud y democracia en Chile”, en Última Década, No. 8, CIDPA, Chile, 1997.
8
Morch, Sven. “Sobre el desarrollo y los problemas de la juventud” en JOVENes, No. 1, julio-
septiembre, México, CIEJ-IMJ, 1996, p. 99.
9
Brito Lemus, Roberto. “Hacia una sociología de la juventud”, en JOVENes, No. 1, julio-septiembre,
México D.F., CIEJ-IMJ, 1996, p. 28.
10
Ver: Durkheim, Èmile. Educación y sociología. México, Coyoacán, 2006.

4
academia, se ha creado una división que no precisamente es única y definitiva, pero sí es la
que ha guiado los estudios de la juventud y la adolescencia –aunque en ocasiones se utiliza
como sinónimo o de manera homóloga–.
“Disciplinariamente se le ha atribuido y endosado la responsabilidad analítica de la
adolescencia a la psicología, en la perspectiva de un análisis y delimitación, partiendo por
el sujeto particular y sus procesos y transformaciones como sujeto; dejando a otras
disciplinas de las ciencias sociales la categoría de juventud, en especial a la sociología,
antropología, historia, educación, entre otras”11. Dentro de este entramado de asignaciones
disciplinares de los conceptos, surgen divergencias en torno a “la poca problematización a
cerca de los conceptos y las categorías con las que suele pensarse a los jóvenes dentro de la
vida social. De manera muy fácil, poco crítica se asumen como datos ciertos conceptos que
llevan a lecturas muy parciales,”12 quedando en el tintero la discusión de la pertinencia de
los conceptos más adecuados para tratar los estudios sobre juventud.
Esta lectura significa partir de que el género, la juventud, la raza, la etnia, la preferencia
sexo-afectiva, entre otras, implican condiciones sociales que no son “naturales” o
inamovibles, sino son construcciones sociales. Estas condiciones son las que dan la pauta
para poder afrontar a la juventud y entender algunas de las condiciones y las ideas que se
plantean en grupo juvenil. En efecto, no existen las mismas asociaciones en los jóvenes,
pues se puede seguir el rumbo de los distintos grupos juveniles o seguir la trayectoria
institucional y participar más en la vida pública institucional. Esto significa asumir que la
juventud permanentemente se está construyendo y re-construyendo, históricamente. Cada
sociedad define a la “juventud” a partir de sus propios parámetros culturales, sociales,
políticos y económicos, por lo que no hay una definición única; por ende la necesidad de
especificar en cada estudio, si se está refiriendo a la juventud como un concepto nominal o
se hace referencia a un concepto teórico y la perspectiva y la disciplina a través de la cual
se está abordando.

El camino hacia a construcción de un objeto de estudio


Al abordar un problema social dentro de la sociedad, es menester darse cuenta de
que la forma de crear y analizar un objeto de estudio tiene como precedente varios procesos
como el de la observación, descripción y comparación, que convierten las tareas en un
proceso artesanal. En este proceso artesanal, el intelectual tiene que integrar y moldear la
forma en la que accede a la problemática e incluso en ocasiones retomar parte de la
experiencia propia para poder aprehender la realidad social. El análisis de la realidad social,
en este sentido, puede estar constituido y planteado de acuerdo a las perspectivas de interés,
acotadas y redefinidas en el proceso de la investigación una o más de una ocasión. Es decir,
por un lado, actuar como un sujeto dueño de su realidad, de sus acciones, de sus
percepciones y representaciones como imagen de lo que le rodea, pero, por el otro, un
sujeto considerado como “cosa” –en términos durkhemianos– que sirve como objeto a
observar y estudiar.

11
Dávila León, Oscar. “Adolescencia y juventud: de las nociones a los abordajes”, en Última Década,
No. 21, Chile, CIDPA, 2004, p. 87.
12
Reguillo, Rossana. “Organización y agregaciones juveniles. Los desafíos para la investigación” en
La construcción de lo juvenil. Padilla Herrera, Jaime Arturo (Comp.). México, Causa joven-CIEJ, 1998, p. 53.

5
En este tenor, es fundamental tener los presupuestos básicos para poder afrontar la
problemática, puesto que en ocasiones se confunde la tarea de un científico social como lo
ha planteado Durkheim acertadamente: “en lugar de observar las cosas, de describirlas, de
compararlas, nos contentamos con tomar conciencia de nuestras ideas, de analizarlas, de
combinarlas. En lugar de una ciencia de realidades, no hacemos más que un análisis
ideológico”13. Es decir, hay que recurrir a los hechos para confirmar las generalidades que
inferimos, pero siempre hay que tener claro que el objeto de la ciencia es el que va de las
ideas a las “cosas”, no de las “cosas” a las ideas y a partir de ahí crear propuestas de
análisis teórico-metodológicas que coadyuven a entender la realidad que nos rodea.
Los adelantos tecnológicos, que han caracterizado a la sociedad en los últimos años,
acaecen un nuevo rumbo para la investigación en las ciencias sociales, principalmente los
que se orientan por el análisis y la reflexión a través de los métodos estadísticos.
Específicamente con las computadoras surgieron nuevas formas de tratar a los hechos
sociales, la implementación de bases de datos en distintos programas y bajo distintas
lógicas. Sin embargo, esto no fue todo, pues “a medida que una generación de
computadoras da paso a otra, los teóricos y metodólogos sociales comienzan a ver en sus
cualidades sistemáticas materia apta para la construcción de modelos sociológicos”14.
Una de las principales herramientas que se utilizan en este tipo de método son las bases de
datos –el punto clave de estas es ir más allá de una tabla o archivo donde se puede mostrar
información, mediante la creación de un conjunto de tablas que se pueden relacionar (Base
de datos relacional) para obtener algunos resultados, pero de dos tablas o más, e incluso de
dos o más bases de datos–. Esto es fundamental, puesto que se pueden combinar los datos
de distintas bases de datos. Este tipo de herramientas permite tener toda la información bien
ordenada, cada una correspondiente a su materia y al mismo tiempo tener la facilidad de
poder cruzar en cualquier momento para poder analizar las tendencias que se van dando con
todos estos datos. Es decir, crear variables a partir de distintas características y poder
presentar con una mayor claridad lo que los individuos piensan o hacen.
Esta perspectiva metodológica por la que se han guiado varios estudios se denomina
método cualitativo. Esta propuesta metodológica ha recibido una crítica que tiene que ver
con un argumento carente de profundidad respecto del objeto de estudio, puesto que “para
obtener resultados basta con tener un problema bien definido, disponer de información
mínima respecto a los modelos estadísticos disponibles, los datos pertinentes, la máquina y
los programas adecuados”15. El resto del trabajo se realiza adecuando algún tipo de
perspectiva de análisis de acuerdo a la disciplina que se ejerza. Ahora bien, en cuanto a los
trabajos realizados, “no se trata de impugnar por principio la validez de la utilización de un
material de segunda mano, sino de recordar las condiciones epistemológicas de ese trabajo
de retraducción, que se refiere siempre a hechos construidos (bien o mal) y no a datos” 16.

13
Durkheim, Èmile. Las reglas del método sociológico. España, Folio, 2002.
14
Friedrichs, Robert. Sociología de la sociología. Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p. 34.
15
Cortés, Fernando. “Avatares de la estadística social en América Latina” en Tratado latinoamericano
de Sociología, De la Garza Toledo, Enrique. España, Anthropos/UAM-I, 2006, p. 60.
16
Bourdieu, Pierre, Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude. El Oficio del Sociólogo.
México, Siglo XXI, 2004, p. 55.

6
En efecto, la validez y facticidad de este tipo de análisis se fundamenta al explicar las
características que tiene un grupo, de acuerdo al tiempo y el espacio correspondiente.
En este tenor, las investigaciones se efectúan en torno a objetos construidos, que no tienen
que ver precisamente con las representaciones individuales, por ello la necesidad de tener
presentes los preliminares epistemológicos. Esto, en la lógica de que el rigor analítico se
funda en “un objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea, [y que por tanto]
no puede ser definido y construido sino en función de una problemática teórica que permita
someter a un sistemático examen todos los aspectos de la realidad” 17. Sin embargo, ésta no
es la única fase para el análisis de la realidad de los fenómenos sociales, puesto que una vez
fijada esta necesidad, ulteriormente hay otras características para el abordaje adecuado de
un objeto de investigación, no sólo para mantener un orden en el proceso de investigación,
sino para que también sea riguroso y reconocido como un esfuerzo científico social.
Efectivamente, algunas de estas etapas las podemos reconocer siguiendo una de las reglas
del método sociológico de Durkheim, en los estudios sobre juventud, en la que plantea: “no
tomar jamás por objeto de las investigaciones más que un grupo de fenómenos previamente
definidos por ciertos caracteres exteriores que le son comunes e incluir en la misma
investigación a todos los que respondan a esta definición” 18. Bajo este presupuesto, tenemos
muy claro que el grupo al que se refiere están definidos de una manera poco profunda, es
decir, la parte de la definición no ha sido planteada en todo su esplendor; por ello, nuestra
inquietud de plantear un esquema teórico que responda a la definición de este grupo de
análisis. Es necesario partir de una construcción teórica a partir de la cual se construya el
objeto de investigación, en lugar de extraer del lenguaje cotidiano y del sentido común
nociones de objetos construidos por unas dinámicas que se escapan totalmente de la
realidad.
Ahora bien, el análisis de la realidad social que exploramos aquí es el del fenómeno de la
juventud. La juventud, como cada objeto de estudio, presenta sus cualidades específicas
que tienen que ser consideradas al indagar sobre cada una de sus características, estas
características deben de ser explícitas, puesto que dentro de este segmento podemos
localizar otros subgrupos en los que cada uno vislumbran acciones y símbolos diferentes
que cohesionan a individuos de una misma ideología o de un mismo origen. A estos se les
ha denominado culturas juveniles, que anteriormente ya se han referido, pero que cada una
de estas culturas juveniles merece un alto grado de atención por las particularidades que les
dan forma y expresan las representaciones que los jóvenes conciben.
La diversidad de formas de pensar y actuar de los jóvenes no permite homogeneizar
–no sólo a los jóvenes, sino a todos los segmentos de la población– sus actitudes y
comportamientos individuales y mucho menos colectivos. Precisamente por esto, “las
identidades sociales refieren procesos intersubjetivos inscritos en relaciones sociales
históricamente situadas, por lo cual, implica, concomitantemente, interacciones y
representaciones complejas de lo individual y lo colectivo y sólo adquiere sentido dentro

17
Bourdieu, Pierre, Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude. El Oficio del Sociólogo.
México, Siglo XXI, 2004, p. 54.
18
Durkheim, Èmile. Las reglas del método sociológico. España, Folio, 2002, p. 65.

7
del contexto social más amplio y en su relación con lo no juvenil” 19. Es decir,
independientemente de cada problemática, es menester formular la situación en un
determinado tiempo y espacio para poder aprehender la sustancia y las cualidades
específicas de un grupo social y todas las repercusiones que tiene en el entorno social.

Construcción de la juventud: el caso de la Encuesta Nacional de la Juventud


En el caso específico de la juventud, podemos entender las condiciones que posee este
grupo en sí mismo. Para poder entender esta complejidad, es menester desarrollar un
enfoque de análisis y de aplicación del conocimiento basado en los métodos de las ciencias
sociales. Este es uno de los valores más factibles a la hora de acercarnos a nuestro objeto de
estudio –en este caso la juventud– puesto que emite subjetividades y percepciones acerca
de lo que le rodea. Por ello, no es clara la forma en la que se abordan dichos temas y, en
ocasiones, “los investigadores tienden a sesgar el trabajo y de alguna manera, dejar lagunas;
identificar juventud con zonas urbanas, haciendo a un lado lo rural y lo étnico. Porque si
bien el concepto como tal, de moratoria en la adolescencia y en la juventud, trae una
historia que tiene que ver con la industrialización y otros procesos urbanos, la
diferenciación entre niñez y adultez, como periodo de transición, existe en todas las
culturas”20.
A la sazón de estos términos, es evidente que no es permisible hablar de integridad,
puesto que la forma de pensar y actuar del joven está en constante cambio, además de que
dentro de lo considerado como juventud hay otros segmentos que deben considerarse de
manera distinta. Por ello, la forma en la que se puede avalar los estudios es a través del
análisis, la discusión entre los pares que de igual manera se encargan de vigilar, describir y
analizar los distintos tipos de comportamientos del fenómeno juvenil. En este sentido, “es
importante mantener en la discusión, la atención y la diferenciación entre los jóvenes como
sujeto empírico y en tanto sujeto-objeto de conocimiento. Ello significa que el estado del
Arte, está centrado en la recuperación del pensamiento y el conocimiento construido en
torno a los jóvenes”21. Es decir, debe de haber una especificidad en el planteamiento de una
investigación, ésta consiste en distinguir si se está tratando el objeto de estudio desde el
punto de vista cualitativo o cuantitativo, lo que permitirá ubicar y entender el sentido del
análisis de la problemática como, por ejemplo, una encuesta realizada en México, en donde
se define a la juventud nominalmente.
“En los estudios de juventud en particular, han estado centrado en dar cuenta de la
etapa que media entre la infancia y la adultez, las que a su vez, también se constituyen en
categorías fruto de contracciones y significaciones sociales en contextos históricos y
sociedades determinadas, en un proceso de permanente cambio y resignificaciones” 22. De
acuerdo a la perspectiva o enfoque de análisis, se establece el tiempo y espacio en el que se
desarrollará el estudio. Por lo tanto, no podemos concebir a la juventud como un fenómeno
19
Valenzuela Arce, José Manuel. “Culturas juveniles. Identidades transitorias” en JOVENes, No. 3,
México, CIEJ-IMJ, 1997, p. 13.
20
Valenzuela Arce, José Manuel. “Culturas juveniles. Identidades transitorias” en JOVENes, No. 3,
México, CIEJ-IMJ, 1997, p. 15.
21
Reguillo, Rossana. “Organización y agregaciones juveniles. Los desafíos para la investigación” en
La construcción de lo juvenil. Padilla Herrera, Jaime Arturo (Comp.). México, Causa joven-CIEJ, 1998, p. 54.
22
Dávila León, Oscar. “Adolescencia y juventud: de las nociones a los abordajes”, en Última Década,
No. 21, Chile, CIDPA, 2004, p. 85.

8
único y mucho menos, un objeto que ya tiene determinadas las cualidades. Por el contrario,
como un fenómeno que continuamente reverdece, reforma y toma diferentes posiciones
dentro de la sociedad.
La juventud, como objeto de estudio, no debe considerarse un fenómeno estático, ni mucho
menos un tema agotado, sino más bien, como un objeto cambiante y que se renueva
conforme pasa el tiempo y de acuerdo a las circunstancias que se dan en cada espacio
social. “La noción de juventud incluye entre sus dificultades la inaprensibilidad. Siempre se
corre el riesgo de manera demasiado estrecha o demasiado amplia. Cuando se renuncia a
quedarse en la dimensión cronológica del término, o se desea rebasar una visión
unidireccional de las trayectorias juveniles, su delimitación precisa se diluye en múltiples
esferas y experiencias”23, tal es el caso de los estudios que se han realizado simplemente
utilizando los indicadores que proporcionan las instituciones gubernamentales o sociales
para tratar a la juventud como un segmento que no puede vislumbrarse, más que como
aquello que está delimitado por la edad y la demografía donde se encuentren dichos
sectores.
El planteamiento que hemos realizado no pretende negar la existencia de la juventud como
objeto de estudio, tampoco como una etapa del desarrollo humano, mucho menos como
actores sociales, pues no es muy difícil vislumbrar a sectores en donde estén involucrados
los jóvenes. En este sentido, lo que cuestionamos es la inexistencia de un cuadro de análisis
o una construcción teórica que conceptualice adecuadamente a la juventud. “esta es una
duda epistemológica, que hace referencia, no a la negación de la realidad, sino a la
existencia de su correspondiente teórico. La investigación social sobre juventud no ha
establecido una ruptura epistemológica con la realidad, para construir un objeto teórico que
sirva como referente conceptual y al mismo tiempo, como el fundamento de una disciplina
científica para el estudio y la comprensión de la juventud”24.
Sin embargo, por otro lado, podemos decir que “los datos estadísticos apelan a una
cientificidad que mostraría verdades objetivas en un tiempo detenido. Pero, tanto imágenes
como métodos y datos estadísticos, constituyen instrumentos para la materialización de
proyectos sociopolíticos determinados, es decir, contienen intereses subjetivos de
construcción social”25. Los estudios estadísticos siempre buscan conformar una realidad que
pueda ser aprehendida a través de la representación como imagen de algún fenómeno,
independientemente de su validez empírica. En este tenor, no cuestionamos la utilidad de
los métodos empíricos, sino la falta de teorización antes de afrontarnos con la realidad que
de por sí es compleja y se vuelve más ambigua cuando no tenemos bien establecido y
delimitado aquello que vamos a explorar.
El ubicar a la juventud como un dato empírico significa englobar a todos los jóvenes que
estén alistados en los rangos de edad, rangos que resultan un tanto arbitrarios porque son

23
Monsiváis Carrillo, Alejandro. “Ciudadanía y juventud: elementos para una articulación conceptual”,
en Perfiles Latinoamericanos, No. 20, México, FLACSO, 2002, p. 166.
24
Brito Lemus, Roberto. “Hacia una sociología de la juventud”, en JOVENes, No. 1, julio-septiembre,
México D.F., CIEJ-IMJ, 1996, p. 25.
25
Muñoz Tamayo, Víctor. “Imágenes y estudios cuantitativos en la construcción social de la juventud
chilena. Un acercamiento histórico (2003-1967)” en Última Década, Chile, CIDPA, 2004, p. 94.

9
construidos de una manera parcial, pues omiten las construcciones teóricas importantes
para poder valorizar los hechos sociales de una manera más compleja y completa. Además,
se ha utilizado para poder tener un mejor control poblacional, en otras palabras, “las
personas jóvenes son ubicadas principalmente como dato estadístico. Estos estudios
generalizan características o comportamientos a toda la gente joven, invisibilizando la
diversidad de condiciones y realidades”26. Al ocultar la diversidad de condiciones y
realidades, se restringe el acceso a los verdaderos problemas, que no permiten
contextualizar eficientemente a la población estudiada. Así pues, se crea la necesidad de ir
más allá de los datos en sí mismos, tomando otras dimensiones, segmentos y tipos de
análisis previos a la identificación de los datos empíricos.
En la gran mayoría de estudios cualitativos, se menciona la edad como principal factor para
analizar las actitudes y representaciones de la realidad27 de la juventud, algunos de estos
han sido utilizados por instituciones en México. Estas instituciones son: el Instituto
Mexicano de la Juventud (IMJ) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
informática (INEGI), el primero ha tomado la edad de 12 a 29 años y el segundo 15 a 29
años para el análisis de los fenómenos que se desarrollan en la sociedad. Sin embargo, no es
suficiente plantear estas edades como un marco para el análisis, pues es lo único que se
tiene en común, esto más que una categoría social, puede entenderse como una categoría
biológica, además de que no es grupo homogéneo.
En efecto, la diferencia que hay entre la edad mínima y la máxima es demasiado grande, la
diferencia que hay entre un universitario y un campesino son distancias enormes, por ello,
se ha cuestionado la funcionalidad y representatividad con el solo indicador de la edad y
sexo. De ahí que la aparición de la Encuesta Nacional de Juventud ha tenido como objetivo
central posicionar la importancia de contar con diagnósticos certeros sobre la condición
juvenil, que permitan visibilizar la heterogeneidad de este grupo social, así como evidenciar
las complejas transformaciones que viven.
Una de las preocupaciones centrales que estuvo al inicio de la elaboración del proyecto de
la Encuesta Nacional de Juventud (ENJ), fue la construcción de un instrumento que
sirviera a múltiples interesados en el campo de lo juvenil, bajo la tesis de que información
que no se usa, no tiene sentido. Por tanto, en el plan de difusión se contempló la posibilidad
que los resultados obtenidos se pudieran analizar a nivel de cada entidad federativa, con el
fin de mostrar las particularidades que conformaban la heterogeneidad juvenil en nuestro
país y, ubicarlas en los contextos locales específicos donde los jóvenes fueron encuestados,
dándole un sentido concreto a sus respuestas. (ENJ; 2000)
En la última Encuesta Nacional de la Juventud 2005 (ENJ-2005), si bien los autores se han
preocupado por platear esta problemática al abordar los fenómenos de la juventud, donde
han delineado, que hacer referencia a joven “se trata entonces de actores situados,
históricos, cuya definición excede a la perspectiva que se contenta con el establecimiento
de rangos de edad.”28 (ENJ; 2005; 16) Aunado a ello, consideran joven a: “una categoría
necesariamente relacional, que se constituye de maneras diferenciadas, según los lugares
26
Alpízar, Lydia y Bernal Marina. “La construcción social de las juventudes” en Última Década, No.
19, CIDPA, Chile, 2003, p. 7.
27
Berger Peter y Luckmann Thomas. La construcción social de la realidad. Argentina, Amorrortu,
1968, p. 13.

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estructurales y simbólicos que los actores juveniles ocupan en la sociedad” 29 (ENJ; 2005;
16). Esto marca un camino porque se sigue, no obstante, es necesario ampliar la ruta para
poder explicar y analizar la realidad que cada vez se vuelve más compleja.

Por una complementariedad de la encuesta


Evidentemente existe la preocupación por dar cuenta de la complejidad que envuelve la
noción de joven, sin embargo, dentro del documento sólo queda planteada esta inquietud
que valdría la pena retomar, no sólo como un tema que quede en el tintero. Sino como un
tema paralelo y que necesariamente confluye las herramientas teóricas con las prácticas,
puesto que esto permite una mayor y más profunda explicación del fenómeno de la
juventud. Ahora bien, la Encuesta Nacional de la Juventud ha sido realizada en dos
ocasiones –la primera en 2000 y la segunda en 2005– y aunque es uno de los mayores y
mejores logros en términos empíricos –estos estudios no se cuestionan este planteamiento,
por el contrario, se festeja la existencia de este tipo de estudios y más aún la frecuencia con
la cual se efectúa y que seguramente seguirán realizándose como un proyecto para entender
las problemáticas con la que los jóvenes se enfrentan en la sociedad–, no se le ha ofrecido
un lugar a la formación de un esquema teórico que delimite los espectros que abarcan los
estudios de juventud en ninguna de las dos ocasiones.
Una circunstancia que juega un papel importante en los resultados de la encuesta es la
procedencia. Es decir, quién es el que dirige y efectúa ésta herramienta en la vida cotidiana;
en este caso, la encuesta está dirigida por una institución, en lo que interviene el gobierno,
más no una universidad o un organismo académico o de investigación, lo que puede
ocasionar algún tipo de sesgo a la hora de aplicarse. Sin embargo, no se encuentra
totalmente demeritada ya que es una de las pocas encuestas que se realizan a nivel nacional
y ello le otorga un grado de objetividad en sí misma. Evidentemente, los problemas
tradicionalmente alegados sobre la metodología de encuesta permanecen presentes en la
investigación que tomando esta técnica se realiza sobre los jóvenes. Así pues, es menester
considerar la realidad, la limpieza de las respuestas y la historia social, que inciden en las
respuestas que se obtienen en un contexto dado. Estas mismas respuestas pueden
contrastarse con las de otra situación o periodo, si es que hay la facilidad para hacerlo como
en el caso de la ENJ, que se ha realizado en dos ocasiones.
La realidad de los jóvenes descritas en los planteamientos empíricos han reconocido la
heterogeneidad de este segmento de la población. Sin embargo, “una vez reconocida esta
heterogeneidad podemos preguntarnos si las representaciones individuales y las
representaciones colectivas no dejan de parecerse, sin embargo, en tanto que unas, como las
otras son representaciones y si, como consecuencia de estas semejanzas, no serían ciertas
leyes abstractas comunes a los dos reinos”30. Esta heterogeneidad que se da en una fracción
de la población es la que hace necesario definir al joven sui generis, por las características
de los hechos que quedan fuera de las explicaciones generales de los estudios. En otras

28
Instituto Mexicano de la Juventud, Encuesta Nacional de la Juventud 2005, México, IMJ, 2006, p.
16.
29
Instituto Mexicano de la Juventud, Encuesta Nacional de la Juventud 2005, México, IMJ, 2006, p.
16.
30
Durkheim, Èmile. Las reglas del método sociológico. España, Folio, 2002, p. 19.

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palabras, “lo primero que hay que hacer es pues abandonar el realismo ingenuo, el que cree
que de lo único que se trata es de descubrir los problemas”31.
Es necesario un esquema teórico, fundamentado, debido a que “más allá del rasgo biológico
diferencial entre jóvenes, viejos y adultos, hay quien considera que no existe un criterio de
identidad de los jóvenes como sujetos” 32; y no como meros datos que se distinguen con
edad, sexo, condición social, etc. En este sentido, las representaciones individuales y las
representaciones colectivas que tienen los jóvenes de sí mismos, requieren ser examinadas
desde el punto de vista objetivo y subjetivo, porque es precisamente este par de aspectos lo
que conforma la vida cotidiana de los jóvenes. Las encuestas pueden complementarse con
la observación participante, el análisis documental, y los diarios de los propios jóvenes.
Ante todo, no se debe de olvidar que siempre los fenómenos cambiantes y complejos, en
donde hay una serie de subdivisiones de culturas juveniles, necesitan un abordaje
metodológico complejo.

A manera de conclusión
Bajo las líneas de análisis que han sido expuestas, recomendamos dos puntos
fundamentales en los estudios emprendidos sobre juventud. El primero tiene que ver con la
necesidad de crear un modelo de análisis teórico-epistemológico que permita aprehender
con una mayor facilidad el concepto juventud y que no sólo quede en indicadores como
edad, sexo, condición social, entre otras. El segundo tiene que ver con el manejo de la
información en las distintas formas en que se realizan los análisis de los hechos sociales
que se presentan la vida cotidiana, específicamente el de los estudios empíricos que no se
demeritan, pero que sí es necesario considerar algunos contornos a través de los cuales se
llevan a cabo y la posibilidad de agregar otro tipo de estudios como la observación
participante, el análisis documental y los diarios de los propios jóvenes.
Las tareas en germen, que son fundamentales y que deben ser consideradas en próximos
estudios para los científico sociales, son los de atender la necesidad de generar apertura, no
sólo en los planteamientos teóricos, sino también en los empíricos, considerándose el
dinamismo de los actores involucrados en el segmento considerado como joven. Mejorar la
información que se tiene disponible, que ha emanado de bases de datos y análisis
cualitativos, pero que sólo quedan en las generalidades y pocas trabajan variables
interrelacionadas con todos los indicadores que son posibles, a fin de crear datos a partir de
la información recolectada. Se deben trabajar estos datos con calidad, es decir, con un
alcance teórico y empírico que permita la solución de problemas sociales.
Queda en el tintero, también, distinguir claramente cuáles son los alcances y las
articulaciones entre la investigación empírica y teórica, definiendo los mecanismos y
criterios utilizados en el proceso de investigación para mantener una mayor pluralidad de
perspectivas analíticas y enfoques teórico-metodológicos. Así mismo, la posibilidad de
plantear una sociología de la juventud que, de considerarse pertinente y con el alcance
suficiente, habría que considerar las variables que podrían integrarlo. Dentro de la
sociología han existido varias preocupaciones por ocuparse de un tema que causa y seguirá
31
Ver: Tourain, Alain. “Juventud y democracia en Chile”, en Última Década, No. 8, CIDPA, Chile,
1997
32
Fernández Poncela, Ana María. Cultura política y jóvenes en el umbral del nuevo milenio. México, IMJ-
IFE, 2003, p. 19.

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causando polémica en la vida pública. La sociología de la juventud tendría que ubicar los
presupuestos epistemológicos en donde tienen que especificarse las condiciones teóricas y
metodológicas que pueden incluirse en este tipo de abordaje sobre la pluralidad de las
culturas juveniles que cada vez son más versátiles y diversas.

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13
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