Indescifrable. Un auténtico invento alemán. Era capaz de decir que ganaría un
equipo. Y su ondulado atrevimiento abrió la puerta a un equipo. Diríamos más: ¡a un sueño!. De gentes famosas pero sin olimpo. De jugadores humildes y sacrificados. En ese pasillo hasta la fama, le fue siguiendo una constelación de jóvenes que creyeron que vivir una pasión era tan exquisito que estaba a su alcance.
La larga viruta que nacería en la colmena de los españoles à
. Diríamos que deseábamos una nueva Brasil. Con merengue y baile. Con entusiasmo y decidida a compartir su felicidad. Y esta movida la puso ese bendito equipo, para que todos fuéramos como ella:
Sufrimiento, sencillez, alucinación y hasta el deseo de imitar un beso. Como
aquel que dio fin a la Segunda Guerra Mundial. Pero mas tradicional, menos orgiástico, aunque cargado de sentimiento.