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Medios monotemáticos
Álex Ramírez-Arballo
Hace unos minutos pensaba en qué escribir para hoy y decidí recorrer
los medios virtuales en búsqueda de un estímulo, de alguna señal; la verdad es
que salí de esas habitaciones irrespirables con un profundo mareo. No sé, de
veras, cómo es que le hacen estas personas para trajinar día a día, minuto a
minutos (algunos de ellos le siguen en Twitter) hablando de las supuestas
calidades de tal o cual candidato, las perversiones de aquel otro y, sobre todo,
explicando a sus lectores un amasijo de rebuscadas tramas en las que una
corrupción total explicaría el proceder absolutamente mezquino de los
protagonistas. Parece que lo saben todo. En realidad se trata de la simple
expresión de filias y fobias y de la especulación sobre todo y sobre todos, así de
sencillo.
Por qué no abandonan, así fuera por un tiempo breve, sus compulsiones
y dedican sus esfuerzos reporteriles a la búsqueda de las otras historias, las de
los que no tienen voz y que sufren y gozan en cada barrio del orbe; por qué no
desarrollar esa veta riquísima del periodismo de investigación; por qué no
entusiasmarse con la idea loca de seducir día a día a ese ser invisible y cercano
que es el lector. A los periodistas en el siglo XIX se les llamaba cronistas y me
parece que este género –tan delicioso y tan lleno de posibilidades- está
arrumbado por ahí, lleno de telarañas y olvidado casi por todos. Falta, así me
lo parece, mucha imaginación, mucha voluntad y mucha formación entre
quienes se han hecho de un oficio que consiste sobre todo en entretejer
relaciones de subvención y zalamería con los caballeros del poder en turno.
Hacen falta, pues, plumas mucho más pulidas y personas con más arrestos
para empuñarlas.