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CARTA ABIERTA A JOSÉ BONO

JOSÉ MARTÍ GOMEZ 11-12-2007


A propósito de su afirmación sobre la posibilidad de que Rodríguez
Zapatero no se presente a una tercera reelección se ha dicho de
usted que es lenguaraz. De serlo, no lo fue nunca hasta que, contra
todo pronóstico, arrebató a UCD su feudo en Castilla-La Mancha y se
afirmó como líder. Antes, sus viejos amigos recuerdan que estuvo
diez años sin abrir la boca ni una sola vez en la ejecutiva del PSOE.
Felipe y Alfonso le tenían acojonado. Recuperó la voz y empezó a
actuar por su cuenta al sentirse fuerte en su feudo, provocando
enfrentamientos con Borrell, recelos de Felipe y enfados de Guerra.
Con él, mientras usted fue lo que un ex correligionario define como
un pardillo de pueblo, mantuvo buena sintonía.

El buen rollo arrancaba de los días en los que usted fue el primero en
abandonar el barco del PSP de Tierno Galván y Guerra le montó un
chiringuito para verificar el seguimiento de la unidad de los dos
partidos. A decir verdad no he comprendido nunca como un político
como usted estaba en el PSP, partido al que llegó procedente de
IKADE, escuela de los jesuitas. Llegó con Pérez Mariño y Benavides,
hoy embajador de España ante la OTAN, y su entrada en la política
clandestina fue a través del despacho jurídico-político abierto por Raúl
Morodo. Le conocí a usted en el juicio por los asesinatos de los
abogados laboralistas de Atocha. Llevaba la acusación particular por
la muerte de Luis Javier Benavides, hermano del viejo amigo. En los
recesos de aquellas jornadas tensas en la que los ultras que se
sentaban a mi espalda me clavaban las rodillas en los riñones
susurrándome que iban a leer atentamente lo que publicaba, se
quejaba de que no le daban cancha, pero es que actuaba Stampa
Braun como gran estrella.

Es curioso lo que me pasa con usted: me gustan pocas cosas de las


que dice y sin embargo me fascina como personaje que cultiva a las
folklóricas, no en balde le adora la manchega universal que es Sara
Montiel, y los jubilados a los que de paso que llevaba a ver el mar les
metía en los autobuses videos promocionales de su persona que
provocarían la envidia del Chávez populista. Me fascina de usted, en
fin, que sea capaz de publicar dos libros hagiográficos sobre su vida y
obra en los que, esto sólo es una intuición, está la mano de José
Sanromá, ex líder de los pro chinos españoles que cuando vio que no
podía bañarse en el Tajo sosteniendo el libro rojo aceptó trabajar a su
lado como asesor. Una cosa es cierta: no sabe vivir sin política. Y no
por dinero. Su esposa, propietaria de la franquicia de una conocida
joyería de ámbito estatal, gana mucho más de lo que pueda ganar
usted presidiendo el Congreso. A la espera de que la boda de una de
sus hijas con el vástago de un conocido cantante una a las dos
Españas a través de fastos político-folklóricos, nos queda por saber si
continúa sin comer pollo. ¿Qué trauma infantil provocó que aborrezca
el pollo? Le saludo atentamente.

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