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DOCENTE : Arq.

Ivana Guardia

MATERIA : Teoría del Territorio

INTEGRANTES : Salazar Rita Mahely

Flores Catacora José Martin

Quiroga Daniel

Cuellar Paniagua Edilberto

Vargas Jaime

GRUPO : “I” Mañana


Santa Cruz – Bo2010

La Antigua Grecia
El término Antigua Grecia se refiere al
periodo de la historia de Grecia que
abarca desde la Edad Oscura de Grecia ca.
1100 a. C. y la invasión dórica, hasta el año
146 a. C. y la conquista romana de
Grecia tras la batalla de Corinto. Se
considera generalmente como la cultura
seminal que sirvió de base a la
civilización occidental. La cultura de
Grecia tuvo una poderosa influencia
sobre el Imperio romano, el cual la
difundió a través de muchos de sus
territorios de Europa. La civilización de los
antiguos griegos ha sido enormemente
influyente para la lengua, la política, los
sistemas educativos, la filosofía, la
ciencia y las artes, dando origen a la
corriente renacentista de los siglos XV y XVI en Europa Occidental, y resurgiendo también durante los
movimientos neoclásicos de los siglos XVIII y XIX en Europa y América. La civilización griega fue
básicamente marítima, comercial y expansiva. Una realidad histórica en la que el componente geográfico jugó
un papel crucial en la medida en que las características físicas del sur de la península de los Balcanes, por su
accidentado relieve, dificultaban la actividad agrícola y las comunicaciones internas, y por su dilatada longitud
de costas, favorecieron su expansión hacia ultramar. Un fenómeno sobre el que incidirían también de forma
sustancial la presión demográfica originada por las sucesivas oleadas de pueblos (entre ellos aqueos, jonios y
dorios) a lo largo del III y II milenios a. C.
Tras las civilizaciones minoica y micénica, en los siglos oscuros (entre el XIII y el XII a. C.) la fragmentación
existente en la Hélade constituirá el marco en el que se desarrollarán pequeños núcleos políticos organizados
en ciudades, las poleis.
A lo largo del periodo arcaico (siglos VIII al V a. C.) y del clásico (siglo V a. C.), las polis fueron la verdadera
unidad política, con sus instituciones, costumbres y sus leyes, y se constituyeron como el elemento
identificador de una época. En el periodo arcaico ya se perfiló el protagonismo de dos ciudades, Esparta y
Atenas, con modelos de organización política extremos entre el régimen aristocrático y la democracia. La
actividad de las polis hacia ultramar fue un elemento importante de su propia existencia y dio lugar a luchas
hegemónicas entre ellas y al desarrollo de un proceso de expansión colonial por la cuenca mediterránea. La
decadencia de las polis favoreció su absorción por el reino de Macedonia a mediados del siglo IV a. C. y el
inicio de un periodo con unas connotaciones nuevas, el helenístico, por el que la unificación de Grecia daría
paso con Alejandro Magno a la construcción de un Imperio, sometiendo al Imperio aqueménida y al egipcio.
En opinión de algunos especialistas, en esta fase la historia de Grecia volvía a formar parte de la historia de
Oriente y se consumaría la síntesis entre el helenismo y el orientalismo

Cronología de antigua Grecia


Algunos historiadores consideran que los primeros Juegos Olímpicos Antiguos en 776 a. C. señalan el
comienzo del período conocido como la Antigua Grecia. Entre el fin del período micénico y los primeros
olímpicos transcurre una época llamada la Edad Oscura de Grecia, de la cual no existe ningún escrito y
quedan pocas reliquias arqueológicas. Hoy en día, este período se incluye en el término Antigua Grecia.
Tradicionalmente se consideraba que la época de la Antigua Grecia finalizaba con la muerte de Alejandro
Magno en 323 a. C., dando comienzo al período helenístico.[1] No obstante, se extiende el periodo de la
Antigua Grecia muchas veces para incluir el tiempo hasta la conquista romana de 146 a. C. Algunos autores
tratan la cronología de la Antigua Grecia como un continuo hasta la llegada del cristianismo en el siglo IV;
pero esta opinión es poco convencional.
La Historia de la Antigua Grecia suele subdividirse en varios períodos según la alfarería y los sucesos
políticos, sociales y culturales:[2]
 La Edad Oscura (h.1100-h.750 a. C.) muestra diseños geométricos en la cerámica.
 La Época Arcaica (h.750-h.500 a. C.) sigue, mientras que los artistas creaban esculturas en posturas
estiradas con la «sonrisa arcaica» onírica. Se suele considerar que la Época Arcaica termina al
derrocar al último tirano de Atenas en 510 a. C.
 El período clásico (h.500-323 a. C.) ofrece un estilo distinto, que después se consideraba como
ejemplar (i.e. «clásico»); el Partenón se construyó durante esta época.
 El período helenístico (323-146 a. C.) es cuando la cultura y el poder de Grecia se expandió en el
Oriente Próximo y el Oriente Medio. Este período comienza con la muerte de Alejandro Magno y
termina con la conquista romana tras la Batalla de Corinto (146 a. C.).
 La Grecia romana, comprendida entre la conquista romana y el restablecimiento de la ciudad de
Bizancio y su nombramiento, por el emperador Constantino I, como capital del Imperio romano (la
Nueva Roma) renombrada Constantinopla en el año 330.
 La Antigüedad tardía, hasta inicios del siglo VI, con el declive del politeísmo romano frente al avance
del cristianismo. El final de este período se suele simbolizar con el cierre de la Academia de Atenas
por parte de Justiniano I bajo el edicto del año 529, que además prohibía el paganismo, el judaísmo y
cualquier religión no cristiana.

Organización del Estado


Tras la desaparición de la civilización micénica los griegos formaron pequeñas comunidades, que
evolucionaron en el siglo VIII a. C., y se convirtieron en ciudades. Estas ciudades se conocieron con el
nombre de "ciudades-estado" o polis.
A diferencia de las ciudades de los grandes imperios (Mesopotamia, Egipto, Persia), que estaban organizadas
alrededor del palacio real y del templo, el centro de la polis lo constituía el ágora, un espacio abierto donde los
ciudadanos acudían para comerciar y para intercambiar ideas. En el ágora tiene lugar la vida política de la
polis, y en ella surge también la filosofía griega.
El aspecto orográfico de Grecia hizo que las polis se situaran en su gran mayoría en territorios costeros de
difícil acceso y en valles que estaban rodeados por montañas.
Las polis se constituyeron como una unidad política, social y económica de Grecia, pero si bien compartían
una lengua, religión común, lazos culturales y una identidad racial e intelectual que exhibían con orgullo, los
habitantes de estas ciudades no pudieron fundar un estado unificado. Existía una gran rivalidad entre las
diferentes polis, consideraban que el reducido tamaño de cada una era lo más idóneo para practicar una
adecuada política.

Religión
La mitología griega se compone de historias contadas por los griegos antiguos sobre sus dioses y héroes, la
naturaleza del mundo, y los orígenes y la importancia de sus prácticas religiosas. Los mayores dioses griegos
eran los doce olímpicos:

 Zeus – el dios del cielo y el trueno; el de mayor rango y el más poderoso, regidor del monte Olimpo
 Hera – la consorte de Zeus, reina de los dioses, la diosa del matrimonio, la fidelidad
 Poseidón – junto con Hades el controlador de los mares, de los océanos y de los terremotos
 Ares – el dios de la guerra, la crueldad y del asesinato
 Hermes – el dios mensajero, también de la orientación, los viajeros, los pastores, los ladrones, el
consuelo y las reuniones
 Hefesto – el dios del fuego, la fragua, el trabajo
manual, los artesanos y las armas
 Afrodita – la diosa del amor
 Atenea – la diosa de la sabiduría, la educación y la
guerra; la protectora de los héroes
 Apolo – el dios de la danza, las artes, la música, la
arquería, la prudencia y la belleza masculina
 Artemisa – la diosa de la caza, los animales, la
castidad y las amazonas
 Deméter – la diosa de la tierra, las flores y las plantas,
la comida y la agricultura
 Hestia – la diosa del calor de hogar y la familia

Otras deidades importantes incluían:


 Hebe – la diosa de la juventud y la ayudante de los dioses
 Helios – el dios del sol
 Selene - la diosa de la luna
 Hades – el dios del inframundo y de los muertos sobre los que el reina
 Dioniso – el dios más joven del panteón, y el dios del vino, la naturaleza en estado salvaje y la
sexualidad abierta
 Perséfone – la diosa del inframundo
 Heracles – un héroe y un semidiós de fortaleza extraordinaria

Los padres de Zeus eran Crono y Rea que también eran los padres de Poseidón, Hades, Hera, Hestia y
Deméter.

Familia
Higiene y cuidado personal [editar]A pesar de la modestia en la que vivían muchos griegos, estos tenían un
especial cuidado por su higiene personal. Desde el periodo arcaico, desde niños aprendían a nadar y se
bañaban en rios y en el mar. Durante la época clásica, las casas comenzaron a tener cuartos de aseo y
pequeñas bañeras, hechas de barro, piedra o ladrillos. Estas se llenaban con agua caliente y se vaciaban a
mano.
También surgieron los baños públicos, lugares de encuentro y discusión, solo para hombres, porque las
mujeres no concurrían a ellos.
Las mujeres libres llevaban largas cabelleras (a diferencia de las esclavas, las cuales llevaban el cabello
corto), a las que les solían dedicar diversos cuidados durante diversas horas del día. También podía requerir
varias horas el embellecimiento con cosméticos y perfumes. Las mujeres libres se maquillaban para
diferenciarse de las esclavas; solían prestarle especial atención a sus uñas y se rasuraban el vello corporal.
La higiene corporal contrastaba con la suciedad y el desorden de las ciudades.
Indumentaria
El traje ordinario en la Antigua Grecia constaba de dos piezas:
La inferior, el quitón, era una túnica, por lo común, sin mangas que llegaba hasta las rodillas y se ceñía a la
cintura.
La superior, el himatión, consistía en una especie de manto rectangular que se echaba sobre el hombro
izquierdo y se recogía por el lado opuesto, dejando ordinariamente libre en sus movimientos el brazo de esta
parte; y cuando se iba de viaje o de guerra se cambiaba el himatión por la clámide, capa rectangular en tres
de sus lados y algo circular en la parte que rodeaba el cuello, más corta que el manto y abrochada con fíbula
sobre el hombro derecho.
Alimentación
Salero de cerámica barnizado en negro, Siglo V a. C., Museo del Louvre.Los antiguos griegos hacían tres
comidas al día:
Un desayuno (ἀκρατισμός / akratismós), compuesto de pan de cebada mojado en vino puro (ἄκρατος /
ákratos); al que eventualmente se le agregaban higos o aceitunas;
Un almuerzo (ἄριστον / ariston) somero, que se tomaba al mediodía o al principio de la tarde;
Una cena (δεῖπνον / deĩpnon), la comida más importante del día, que tenía lugar generalmente a la caída de
la noche;
Puede añadirse una merienda (ἑσπέρισμα / hespérisma), que se solía tomar al anochecer.
Comían sentados; el empleo de banquetas estaba reservado a los banquetes (de ahí su nombre). Las tortas
de pan podían servir de plato, pero son más corrientes los recipientes de terracota o de metal. La vajilla se
refina con el tiempo y, por ejemplo, encontramos platos de materiales preciosos o de vidrio a lo largo de la
época romana. El tenedor es desconocido; se come con los dedos. Se ayudaban de un cuchillo para cortar la
carne y de una cuchara semejante a las cucharas de hoy en día para comer sopas y caldos.

Economía
Los griegos eran principalmente campesinos dedicados a labores de producción agropecuarias. De hecho
puede decirse que corresponden a sociedades de auto consumo; sin embargo el comercio entre ciudades era
también muy importante. Estos contactos también se debieron a los continuos enfrentamientos bélicos entre
estados.
En Atenas una gran parte de la población estaba implicada en el comercio, ya fuera ambulante o en un
establecimiento.
Medicina
Antes de Hipócrates, existían los curanderos que trabajaban en los santuarios y había también médicos laicos
que trataban de aplicar métodos experimentales y eran clasificados entre los llamados demiourgoi que eran
profesionales que trabajaban para el pueblo con capacidad para crear o transformar y en cuyo colectivo se
incluían adivinos, médicos, carpinteros y aedos.
A partir de Hipócrates la medicina adquiere conocimientos
autónomos, separándose completamente de la religión. Se
describe el cuerpo humano como una asociación de los
cuatro humores: flema (agua), bilis amarilla (fuego), bilis
negra (tierra), y sangre (aire). La enfermedad se desarrolla
por una pérdida del equilibrio de estos humores. El
mantenimiento de la salud se efectúa a través de la dieta y
la higiene. Estas ideas persisten durante la Edad Media y el
Renacimiento.
A partir de entonces ya se daba importancia al diagnóstico
basado tanto en los síntomas como en el historial de los
pacientes. Se prepararon recetarios que incluían sedantes,
purgantes, astringentes y diuréticos. Diversos instrumentos
encontrados cerca de los santuarios de Asclepio, el dios de la medicina, prueban que se empleaba también
cirugía.
El método hipocrático era muy acertado al tratar dolencias simples tales como las fracturas y luxaciones
óseas. El banco hipocrático y otros dispositivos fueron utilizados con este fin.
Ejército
El ejército espartano Ilustración de un Hoplita.Este poder terrestre de Esparta se basaba en primer lugar en
un sistema educativo desde la infancia totalmente orientado a la preparación para la guerra.
De los 16 a los 20 años el adolescente se convertía en irene de primer, segundo, tercer o cuarto año. El
«irenado» correspondía a la efebía ática, con la diferencia de que ésta era más breve, dos años tan sólo.
A los 20 años todo espartano se incorporaba al ejército activo, pero su formación militar no había finalizado.
La educación de los espartanos se prolongaba hasta la edad madura.
De los 20 a los 30 años, estos jóvenes guerreros, aunque estuvieran casados, seguían viviendo con sus
«camaradas de tienda», y seguían comiendo todos juntos (sissitías).
Todavía no se les permitía el acceso al ágora, ni podían ejercer sus
derechos políticos. Para ellos la vida familiar no podía empezar hasta
después de los 30 años, pero laterada además por la costumbre de
esas comidas en grupo.
A los 60 años el espartano quedaba al fin liberado del servicio militar, y
podía formar parte del Senado (Gerousia). Pero seguía pasando
mucho tiempo en los gimnasios vigilando los ejercicios de los niños y las
luchas de los irenes.
El ejército espartano, mandado por uno de los dos reyes que
vigilaban a menudo los éforos, estaba compuesto únicamente por los
hoplitas, ciudadanos de pleno derecho o periecos.
Esta infantería pesada estaba dividida en 5 regimientos (mores o moras), mandados por los polemarcos, a
cuya orden estaban los locagós, jefes de batallón, los pentecontarcas, comandantes de compañía y los
enomotarcas, jefes de sección.
Las distintas unidades maniobraban con tal flexibilidad que provocaron la admiración del ateniense Jenofonte,
sobre todo por pasar de la formación de marcha en columna a la formación en línea: un movimiento de
conversión ponía al instante a todas las secciones a la altura de la sección de cabeza, que se había detenido;
si en ese momento hubiera aparecido por detrás una tropa enemiga, cada fila habría llevado a cabo una sabia
contramarcha para que los mejores soldados estuvieran siempre frente al enemigo en primera línea.
Los hoplitas de Esparta, se distinguían a simple vista de los de otras ciudades por el color de su túnica y por
su cabellera. Sus túnicas eran de color escarlata para, según decían, «que la sangre no se notara», mientras
que en el ejército ateniense, por ejemplo, sólo el traje de los oficiales estaba adornado con franjas púrpuras.
LLevaban el pelo largo, lo que en la Atenas de Pericles era un arcaísmo.
Antes de la batalla limpiaban y cuidaban esa cabellera que por lo general debían llevar bastante descuidada.
Antes de la batalla de las Termópilas un jinete persa enviado por Jerjes como observador al campo de
Leónidas consiguió sorprender a los soldados espartanos «algunos de los cuales, nos dice Heródoto, se
dedicaban a realizar ejercicios, mientras que otros se peinaban».
Esparta tenía plena confianza en sus hoplitas, decididos a morir antes que retroceder. Tenía una caballería
muy exigua.
En el campo la disciplina era muy estricta, y la menor falta se castigaba con bastonazos. Las faltas graves
suponían la muerte o la degradación militar y la pérdida de los derechos cívicos.
La única debilidad de Esparta desde el punto de vista militar (debilidad que a la larga fue mortal) era la falta
de hombres, la oligantropía. Sus hoplitas eran admirables, pero escasos. La casta de los Iguales (homoioi),
cuya existencia material estaba ligada a las propiedades rurales (cleroi) cultivadas en su provecho por las
clases inferiores, era sumamente cerrada y, por egoísmo, limitaba el número de hijos, hasta el punto de que
la pérdida en las batallas la redujeron sin cesar y terminaron por aniquilarla literalmente.
En Platea, en el 479 a. C., había 5.000 hoplitas espartanos (acompañados por 5.000 hoplitas periecos y por
una multitud de 35.000 hilotas ligeramente armados); un siglo después, en Leuctra en el 371 a. C., habría ya
tan sólo 700 hoplitas espartanos. (Jenofonte, Helénicas, vi, 4, 15)
Sin embargo, a pesar de su reducido número, los hoplitas de Esparta, a causa de su perfecto entrenamiento y
de su sentido del honor y de la disciplina, siguieron siendo los dueños indiscutibles de los campos de batalla,
hasta el momento preciso de la batalla de Leuctra, donde fueron vencidos por el ejército tebano de
Epaminondas.
El ejército beocio Los beocios siempre tuvieron una de las mejores caballerías de Grecia. Sus hoplitas no
llevaban el escudo redondo habitual, sino un escuo ligeramente ensanchado por ambos lados.
En el siglo IV a. C., Górgidas creó el famoso «batallón sagrado» de Tebas, una tropa de élite de 300 hombres
nada más, pero concebida como una «unidad de choque». Los hoplitas de este batallón eran parejas de
amantes. En Tebas, cuando un joven llegaba a la edad de enrolarse, era su erasta quien le regalaba su
equipo militar completo, la panoplia.
Epaminondas logró por fin dominar la táctica de los lacedemonios, mediante un nuevo sistema de combate: el
ataque en orden oblicuo, y así es como pudo vencer a los guerreros de Esparta.
El ejército ateniense En Atenas, la infancia y el comienzo de la adolescencia se desarrollaban con mayor
libertad y en condiciones muy diferentes a Esparta.
El joven ateniense se ejercitaba con regularidad en la palestra, bajo la dirección del pedotriba, y la gimnasia
era una preparación normal para el oficio de las armas: la
lucha, la carrera, el salto y el lanzamiento del disco
desarrollaban la fuerza física y la elasticidad. En cuanto a la
quinta prueba del pentatlón, el lanzamiento de jabalina, se
trataba ya de un ejercicio puramente militar.

Para los hombres adultos, que habían superado ya la edad de la


efebía, la gimnasia constituía el mejor medio de
mantenerse en forma y de entrenarse entre dos campañas. En
el siglo V a. C., la mayoría de los atenienses de todas las edades proseguían con este entrenamiento que les
mantenía preparados para soportar las fatigas militares.
A partir del siglo IV a. C., hubo cierto relajamiento en la práctica del deporte. En esa época fue precisamente
cuando las ciudades griegas trataron de confiar a soldados mercenarios la tarea de defenderlos, a cambio de
un sueldo, mientras que antes de la guerra del Peloponeso, los ejércitos griegos estaban compuestos casi
exclusivamente por ciudadanos.
Todo ateniense tenía que servir a su polis de los 18 a los 60 años. De los 18 a los 20, era efebo. En este
momento realizaba su aprendizaje militar.
De los 20 a los 50 años, como «hoplita del catalogo (lista de reclutamiento)» o como jinete, formaba parte del
ejército activo, alguna de cuyas clases (y a veces todas) se movilizaban al comienzo de la campaña militar
fuera del país (éxodos).
De los 50 a los 60 años pasaba a ser veterano, los presbytatoi, que con los efebos y los metecos de cualquier
edad integraban una especie de ejército territorial encargado de defender las fronteras y las plazas fuertes del
Ática.
En tiempos de paz el grueso del ejército solo era una milicia disponible, excepto los efebos, que durante dos
años estaban ocupados por entero en sus ejercicios y, por esa misma razón, exentos de cualquier deber
político o incluso de comparecer ante la justicia. Eran ciudadanos desde el momento de su ingreso en la
efebía, pero no ejercían sus derechos hasta que habían transcurrido esos dos años.
El ateniense pasaba pues 42 años de servicio y cada una de estas 42 clases se designaban con el nombre de
un héroe epónimo. Los ciudadanos que habían llegado a los 60 años quedaban liberados de toda obligación
militar y se convertían en diaitetas, árbitros públicos, algo parecido a los «jueces de paz».
Al inicio de la guerra del Peloponeso en el 431 a. C., Atenas poseía un ejército activo de 13.000 hoplitas y
1.000 jinetes, y un ejército territorial de 1.400 efebos, 2.500 veteranos y 9.500 metecos, unos 27.400
hombres.
A pesar de una teoría de origen alemán que ha prevalecido durante largo tiempo, es cierto que en le siglo V a.
C. existía la efebía. Los hoplitas de Maratón habían recibido seguramente una formación militar. Solo cabe
preguntarse si a partir de ese momento todos los atenienses estaban obligados a pasar por la efebía, es
decir, si la clase humilde, los tetes, que eran sobre todo remeros de la flota, estaban exentos de ella.
Aristóteles nos describe con detalle la institución en el siglo IV a. C., que tal vez no había sufrido cambios
importantes desde la época de Pericles.

A comienzos del año ático, en Hecatombeon, los jóvenes atenienses de 18 años se inscribían como demotas,
es decir como miembros del demo de su padre. La asamblea del demo comprobaba su edad y decidía
mediante votación si eran hijos legítimos y de condición libre. Cualquier impugnación suponía su remisión
ante un tribunal de la Heliea y el joven convicto de impostura era vendido inmediatamente por el Estado como
esclavo.
Más tarde la Bulé sometía a los efebos a un nuevo examen. Las aptitudes físicas de los jóvenes las
valoraban, sin duda alguna, bien la asamblea del demo, bien la Bulé en un consejo de revisión e incluso un
tribunal en caso de impugnación.
En el templo de la diosa Aglauro, al norte de la Acrópolis, los efebos prestaban más tarde este juramento, con
la mano extendida sobre el altar:
No deshonraré las armas sagradas que llevo; no abandonaré a mi camarada de lucha; combatiré por la
defensa de los santuarios del Estado, y transmitiré a la posteridad no una patria empequeñecida, sino más
grande, más poderosa, en la medida de mis fuerzas y con la ayuda de todos. Obedeceré a los magistrados, a
las leyes establecidas y las que se instituyan debidamente; si alguien intentara abolirlas se lo impediré con
todas mis fuerzas y con la ayuda de todos. Honraré los cultos de mis padres. Tomo como testigos a las
divinidades: Aglauro, Hestia, Enio, Enialio, Ares y Atenea, Areia, Zeus, Talo, Auxo, Hegemones, Heracles, los
Limites de la patria, los Trigos, las Cebadas, las Viñas, los Olivos y las Higueras.
Esta lista de divinidades, sobre todo Aglauro, Talo, Auxo, y la inclusión de los límites y de los frutos del Ática
tenían un carácter arcaico muy evidente: dicha fórmula de juramento es seguramente anterior al siglo V a. C.
Para dirigir a los efebos, el pueblo elegía a un sofronista (censor) por tribu, de una lista de tres nombres
elegidos por los padres de los efebos, y un cosmeta (director), jefe de todo el cuerpo efébico. Él nombraba
también a los instructores de los efebos (pedotribas) y a los maestros especiales que les enseñaban a luchar
como hoplitas (hoplomaquia), a tirar el arco y lanzar la jabalina: en la época de Aristóteles se había añadido
un instructor para maniobrar la catapulta, recientemente inventada. El traje distintivo de los efebos, la clámide,
parece haber sido, en su caso, negra.
El año de servicio se iniciaba dos meses después del comienzo del año civil, boedromion. Cosmeta y
sofronistas empezaban por llevar a sus efebos a visitar los santuarios del Ática (que deberán defender), luego
acuden a El Pireo donde estaban acuartelados, unos en Muniquia, otros en la Acté.
El sofronista recibía dinero para los efebos de su tribu (cuatro óbolos por cabeza y día) y compraba lo
necesario para la alimentación de todos, pues comían por tribus.
Tal vez se hacía ya entonces la división entre infantería y caballería, en esta escuela de efebía, pero no es
seguro. El cosmeta debía preocuparse por convertir a los efebos en buenos jinetes y enseñarles a lanzar la
saeta desde el caballo.
De este modo transcurría el primer año, al final del cual se celebraba en el teatro una asamblea del pueblo,
donde se pasaba revista a los efebos en movimientos de orden cerrado. En ese momento el estado les daba
un escudo y una lanza, hacían marchas militares por el Ática y estaban acuartelados en las fortalezas.
Durante ese segundo año los efebos se comportaban como peripoloi, esto es, como soldados patrulleros en
torno a las fortalezas de Eléuteras, de Filé y de Ramnunte.
En Ramnunte, unas inscripciones del siglo IV a. C. permiten evocar la vida de los efebos y sus relaciones con
la población local. Los ejercicios de los efebos requerían un elevado consumo de aceite y ciudadanos de
Ramnunte contribuían con sus propios fondos, con una generosidad que les suponía agradecimiento y
honores (coronas) otorgados por los efebos y sus jefes.
El pequeño teatro de Ramnunte tenía una animación especial gracias a la presencia de los efebos: Sentados
en los lugares de honor (de la proedría) los magistrados del demo y los oficiales de la guardia participaban en
los espectáculos que allí se celebraban, sobre todo concursos de comedias.
Deporte
Desde los primeros tiempos, los ejercicios físicos del hombre, tenían como finalidad su supervivencia; se
preparaban para cazar, pescar y defenderse. Pero en la Antigua Grecia los ejercicios físicos adquirieron una
mayor importancia. Para los griegos, la belleza y la fuerza física perseguían un objetivo: la educación
armónica y completa del cuerpo y del espíritu.
La principal manifestación deportiva de la Antigua Grecia fueron los Juegos olímpicos en la antigüedad.
Los Juegos olímpicos en la antigüedad (llamados así por
celebrarse en la ciudad de Olimpia) fueron fiestas religiosas,
culturales y deportivas celebradas en la antigua Grecia (776 a. C. -
392 d. C.) en honor a los dioses mayores. En ellos participaban los
atletas, que debían ser ciudadanos, sólo hombres, y se entrenaban
durante años en los gimnasios.
Existen muchas leyendas acerca del origen de los antiguos Juegos
Olímpicos. Una de ellas asocia los primeros Juegos con el
concepto de la antigua Grecia de εκεχειρία (ekecheiria) o Tregua Olímpica. La fecha de comienzo de los
mismos sirve como referencia al calendario helénico y se considera en el año 776 a. C., aunque las opiniones
de académicos la sitúan en un intervalo entre el año 884 a. C. y el 704 a. C.
Los juegos ocuparon un lugar muy importante en la vida pública de las ciudades. Los organizaban y presidían
sus magistrados que representaban en ellos al estado. La vida pública quedaba paralizada durante las fiestas
ya que se suspendía toda actividad oficial. Durante ellas solamente se resolvían
los asuntos de extrema urgencia. Ejercían una gran influencia en las relaciones
de los estados, se acudía a ellos desde los sitios más remotos y se establecían
treguas de carácter sagrado. Los juegos públicos eran una ocasión de
acercamiento entre los Estados Griegos. Constituían el alma de las relaciones
interhelénicas, puesto que equivalían a verdaderas asambleas generales del
pueblo griego. Progresivamente además de las polis de la Grecia continental,
aumentó la participación de las múltiples colonias griegas diseminadas por las
costas del Mediterráneo. Olimpia se convirtió en una poderosa fuerza, que
aglutinó, con la idea de un panhelenismo creciente, a todos los emigrantes
griegos dispersos por el mundo helénico. La participación oficial de las ciudades
griegas en las ofrendas y sacrificios y la colaboración de los particulares creaba
una sensación de hermandad y surgía el sentimiento de la pertenencia a una estructura socio-política superior
al de la polis. Paralelamente el espíritu de competencia, monopolizado tradicionalmente por la nobleza, se
extendió al resto de la sociedad, que sin abandonar aun sus raíces religiosas, infundieron en el deporte
características más democráticas.
Juegos cotidianos
Aquiles y Áyax jugando a los dados. Museo británico. Londres.La información que existe en relación a este
tema se ha obtenido fundamentalmente de tres clases de fuentes: representaciones en cerámica, juguetes
hallados en los santuarios (donde eran ofrendados a los dioses al casarse o llegar a la mayoría de edad) y
juguetes hallados en tumbas de niños formando parte de su ajuar.
Entre los juguetes de recién nacidos se encontraban campanillas y biberones con forma de animales. Para los
niños más mayores existían peonzas, aros, cometas, carretes (usados como yo-yo) y muñecas realizadas con
terracota o madera tallada entre las cuales se han hallado incluso con brazos articulables. También había
juegos en grupo como la mosca ciega y el lanzamiento de nueces y huesecillos de animales.
Otro juego de grupo que muy popular era el ephedrismos: parece ser que consistía en tratar de golpear con
un accesorio un objeto clavado en el suelo; el perdedor debía llevar sobre sus hombros al ganador y debía de
tratar de llegar a una meta con los ojos tapados por el compañero que estaba sobre él y atendiendo a las
instrucciones verbales de un tercero.
Los adultos jugaban a los dados y a la morra. También había juegos de mesa que se realizaban sobre
tablillas y se usaban una especie de bolitas como peones, pero se desconocen las reglas de estos juegos.
Costumbres atenienses
Clases sociales. En Atenas del siglo V a.c, la progresiva ampliación de la participación política no alcanzó
nunca a todas las clases sociales que eran:

Los ciudadanos
Eran los únicos que podían poseer tierras, y dedicarse a los asuntos de la Polis. Para los griegos, la
verdadera ocupación del ciudadano era participar en la política de la ciudad. Sin embargo también se
distinguían por las cualidades propias que tenían.
Los Metecos Eran los extranjeros residentes en Atenas. Eran libres y podían participar de ceremonias
cívicas y religiosas. Tenían en sus manos la mayor parte del comercio marítimo, la banca, y la producción
mercantil. Pero carecían de derechos políticos y no podían tener una tierra, salvo que piedieran un permiso.
Los esclavos Estaban en el último peldaño de la escala social, eran propiedad de otras personas, carecían
de libertad. El esclavo no tenía derecho sobre su persona y estaba obligado a trabajar contra su voluntad.
Pero el propietario no tenía sobre el esclavo derecho de vida o muerte.
El esclavismo En la Atenas de Pericles la proporción esclavos/ciudadanos libres era quizá de 3 a 2. En otras
polis (Quíos, Egina, Corinto) probablemente más. Aristóteles daba por supuesto la necesidad de esclavos en
abundancia y Jenofonte proponía como proporción ideal 3 a 1. Lo verdaderamente importante es que por
primera vez los esclavos fueron utilizados de forma habitual en la artesanía, la industria y la agricultura en
escala superior a la utilización doméstica, propia de una concepción menos utilitaria y más de ostentación
Al tiempo que la esclavitud se hacía general, la naturaleza de la esclavitud se hacía absoluta: ya no consistía
en una forma relativa de servidumbre entre otras muchas, a lo largo de un continuo gradual, sino en una
condición extrema de pérdida completa de libertad, que se yuxtaponía a una libertad nueva y sin trabas. La
libertad y la esclavitud helénicas eran indivisibles: cada una de ellas era la condición estructural de la otra, en
un sistema diádico que no tuvo precedente ni equivalente en las jerarquías sociales de los imperios del
Oriente Próximo, que no conocieron ni la noción de ciudadanía libre ni la de propiedad.
Costumbres espartanas
Los únicos que poseían derechos políticos eran los espartanos descendientes de los conquistadores dorios,
llamados “astoi” o “ciudadanos” (término más aristocrático que el de “polités”, habitual en otras ciudades
griegas). También se les conocía como “Homoioi” (“Pares” o “Iguales”). Recibían educación militar desde los
7 a los 17 años y adquirían la mayoría de edad a los 30, cuando podían ser parte de la Asamblea de los
Ciudadanos y tenían que casarse. Existía un cierto número de ciudadanos considerados cobardes en el
combate, a los que los historiadores denominan con el término latino de “tresantes” (“los temblorosos”).
Según Heródoto, Jenofonte, Plutarco y Tucídides, a los “temblorosos” se les sometía a toda clase de
desprecios y vejaciones: obligación de pagar el impuesto de soltería, expulsión de los equipos de pelota, de
los coros, de las comidas en común, etc. Su estado de marginación era casi tan absoluto como el de los
ilotas, con la excepción de que ellos sí podían acceder a los lugares públicos (siempre en los últimos puestos)
y que les estaba permitido redimir su deshonra mediante actos de valor en la guerra.
Un auténtico espartano debía ser hijo de padres espartanos, haber recibido la educación espartana, hacer
sus comidas junto a los demás ciudadanos en los comedores públicos y poseer una propiedad suficiente
como para permitirle sufragar los gastos de su ciudadanía.
El nombre de “Homoioi” (“Iguales”) es testimonio, según Tucídides, del hecho de que en Esparta “se ha
instaurado la máxima igualdad entre el estilo de vida de los acomodados y el de la masa” (I, 6, 4): todos llevan
una vida en común y austera.
Los periecos Eran descendientes de los miembros de las comunidades campesinas que no opusieron
resistencia a los invasores Dorios y, por lo tanto, no fueron sometidos por la fuerza. Los periecos podían vivir
en libertad en sus tierras, pero carecían de derechos políticos. Se ocupaban de las actividades artesanales y
comerciales. Debían pagar al Estado altos tributos y podían ser obligados a incorporarse al ejército.
Los Ilotas Eran descendientes de los miembros de las comunidades campesinas que opusieron resistencia
a los invasores Dorios. Estaban obligados a servir a los ciudadanos; el Estado los distribuía ente los iguales
para que trabajaran sus tierras. Los ciudadanos se quedaban con casi todo lo producido, mientras que sólo
una pequeña parte les correspondía a los ilotas. No tenían ningún tipo de derechos y carecían de protección
de las leyes. No eran esclavos sino siervos públicos y como pertenecían al Estado, no podían ser comprados
ni vendidos.
La educación espartana
La educación espartana (“agogé”), sistema educativo introducido a partir de Licurgo, se caracteriza por ser
obligatoria, colectiva, pública y destinada en principio a los hijos de los ciudadanos, aunque parece que en
ocasiones se debió admitir a ilotas o periecos, y los hijos de un ateniense como Jenofonte se educaron en
Esparta. La educación espartana estaba enfocada principalmente a la guerra y el honor, hasta tal punto que
las madres espartanas decían a sus hijos al partir hacia la guerra: "vuelve con el escudo o encima de él", en
referencia a que mantuviesen el honor y no se rindiesen nunca aunque con ello perdieran la vida.
Esparta practicaba una rígida eugenesia. Nada más nacer, el niño espartano era examinado por una comisión
de ancianos en el "Lesjé" (“Pórtico”), para determinar si era hermoso y bien formado. En caso contrario se le
consideraba una boca inútil y una carga para la ciudad. En consecuencia, se le conducía al "Apótetas" (lugar
de abandono), al pie del monte Taigeto, donde se le arrojaba a un barranco. De ser aprobado, le asignaban
uno de los 9.000 lotes de tierra disponibles para los ciudadanos y lo confiaban a su familia para que lo criara,
siempre con miras a endurecerlo y prepararlo para su futura vida de soldado.
A los siete años (o a los cinco, según Plutarco) se arrancaba a los niños de su entorno familiar y pasaban a
vivir en grupo, bajo el control de un magistrado especial, en condiciones paramilitares. A partir de entonces, y
hasta los veinte años, la educación se caracterizaba por su extrema dureza, encaminada a crear soldados
obedientes, eficaces y apegados al bien de la ciudad, más que a su propio bienestar o a su gloria personal
(ésta última, el ideal de los tiempos homéricos). Los muchachos deben ir descalzos, sólo se les proporciona
una túnica al año y ningún manto y, sometidos a una subalimentación crónica, se les fuerza a buscarse su
propio sustento mediante el robo. Las disciplinas académicas se centran en los ejercicios físicos y el atletismo
(los espartanos sobresalieron regularmente en los Juegos Olímpicos), la música, la danza y los rudimentos de
la lectura y escritura.
Por lo que a la educación de las niñas se refiere, se encaminaba a crear madres fuertes y sanas, aptas para
engendrar hijos vigorosos. Por ello, insistía igualmente en la educación física, así como en la represión
sistemática de los sentimientos personales en aras del bien de la ciudad.

Arquitectura
Es una arquitectura arquitrabada, es decir, las columnas y los muros son los soportes sustentantes de unos
entablamentos o elementos sustentados horizontalmente, cerrándose el edificio por una cubierta a dos
vertientes.
Los templos se asientan sobre un basamento, llamado "Krepis", dividido en gradas denominándose la parte
superior "estilóbato".
Los ordenes arquitectónicos por orden de cronología son el: Dórico, Jónico y Corintio.
En el orden Dórico la columna arranca directamente del suelo. Es decir, carece de basa. Cosa que no ocurre
en los otros dos órdenes posteriores.
Dórico:
Tiene el fuste estriado de arista
viva, o sea, el fuste acanalado
tiene las estrías situadas una a
continuación de otra, formando
aristas.
En la parte superior del fuste se
sitúa el collarino, que es la línea
que señala el comienzo del
capitel.
El capitel consta de equino (parte
redondeada y convexa) y ábaco
(paralelepípedo que recibe
directamente la carga del
entablamento).
Los ordenes Jónico y Corintio:
La basa esta formada por
molduras convexas y cóncavas.
Los fustes son más altos y
esterilizados que en el Dórico.
Con estrías de arista muerta, esto
es, que las estrías están más
separadas por lo que no forman
aristas.
El capitel jónico consta de volutas, que son dos grandes espirales situadas a los lados, equino, que es la
parte que se hunde entre las dos espirales, y ábaco.
El capitel corintio esta formado por hojas de acanto. El dintel esta formado por el arquitrabe (en el dórico el
arquitrabe es ancho y completamente liso; en el jónico y corintio esta dividido en tres bandas horizontales), el
friso (en el dórico con metopas o espacio liso decorado con relieves escultóricos y triglifos o espacios
decorados con bandas verticales; en el jónico y corintio los frisos son continuos sin triglifos y decorados con
relieves formando escenas) y cornisa (parte superior del entablamento, con su saliente protege a las fachadas
y tiene a veces decoración geométrica).
El dórico es austero y sólido.
El jónico es más esbelto y ligero.
El corintio es de riqueza decorativa y colosalismo.
Como templo más importante del arte griego esta el Parthenón de orden dórico, pero con elementos
constructivos y decorativos de orden jónico, y construido en mármol y parte de el policromado.
Clases de templos: hípetro (sin techo), próstilo (con pórtico con columnas), in antis (cuando los muros de la
cella o naos avanzan hasta el frente), anfipróstilo (con pórtico delante y atrás), períptero (rodeado de
columnas), pseudoperíctero (con columnas adosadas a los lados), áptero (sin columnas), monóptero
(circular), tetrástilo (de 4 columnas), hexástilo (de 6 columnas), octástilo (de 8 columnas) y decástilo (de 10
columnas).

La ciudad griega
Por las circunstancias orográficas de Grecia, los núcleos de
población (rodeados de los correspondientes campos de cultivos)
están próximos al mar, que sirve de vía de comunicación entre
ellos. El hombre griego entendía que la ciudad no debía ser
demasiado grande para que sus miembros pudieran participar en la
gestión de la misma. Se tendía a edificar en lugares altos para una
mejor fortificación de cara a los frecuentes ataques de los
invasores del interior y los piratas de la costa; esta protección se
completaba con murallas, fosos, terraplenes, torres.

El acceso a la ciudad se hacía mediante puertas abiertas en la muralla que a menudo estaban compuestas
por tres vanos: uno más grande para el paso de carruajes y caballos y los dos más pequeños situados a
ambos lados para los peatones. Estos huecos se cerraban con puertas de madera recubiertas con planchas
de bronce. A estas fortificaciones se las denomina acrópolis, “ciudad elevada”, y constituyen un primer
elemento destacable de las ciudades griegas, siendo Atenas la principal de ellas.
Poco a poco la acrópolis se fue despojando de viviendas para albergar los templos y los edificios de uso civil.
Al mismo tiempo muchos habitantes se trasladaban a vivir a las partes bajas que rodeaban la acrópolis dando
lugar a una verdadera ciudad, más abigarrada que la acrópolis, más llena de vida y bullicio, constituyendo el
segundo elemento destacable. Los habitantes de los diferentes núcleos de población dispersos en torno a su
acrópolis acudían a la misma para sus actividades económicas, políticas y religiosas, lo cual les daba una
conciencia de unidad frente a los griegos de otras acrópolis.
Atenas había crecido desordenadamente, sin un plan urbanístico, por lo que la mayoría de sus calles eran
estrechas y retorcidas, con innumerables casuchas muy modestas, aunque si bien es verdad había algún
barrio de cierto acomodo con viviendas más amplias. Pero los barrios de los artesanos padecían el
hacinamiento motivado por pequeños talleres que estaban distribuidos en las calles por oficios; y mucho más
el de las viviendas anejas que debían albergar a una población creciente sin posibilidad de ampliación:
paradójicamente el desarrollo económico conducía a un empeoramiento de las condiciones de vida, agravado
por la escasez de agua.
De todos modos, a causa del clima de Atenas, la gente hacía la vida fuera de las casas trabajando en la calle.
Uno de los aspectos que caracterizaban el área urbana ateniense era el bullicio. Otro rasgo de la Atenas
democrática era que el pueblo no mostrara reverencia alguna ante los personajes importantes,
despreocupándose incluso de cederles el paso: Platón lamentaba que hasta los asnos circularan por allí a sus
anchas como si creyeran tener también ellos derechos democráticos. En cambio, al llegar la noche las calles
se volvían inseguras por carecer de iluminación; así los transeúntes procuraban circular en grupos portando
antorchas por temor a posibles robos o ataques. Frente a este hormiguero urbano la Acrópolis ofrecía una
magnífica imagen, por haber sido reconstruida tras la invasión del ejército persa.
El tercer elemento de la vida urbana ateniense era el ágora, centro de la vida económica, social y política. Los
griegos construyen sus plazas públicas en forma cuadrada, con dobles y espaciosos pórticos, adornándolas
con numerosas columnas, sostenidas con arquitrabes de piedra o mármol formando así galerías en la parte
superior para pasear. En el caso de Atenas, estaba atravesada diagonalmente por la calle de las Panateneas
(que partía del santuario de Eleusis y conducía directamente a la Acrópolis) dividiéndola en dos mitades: la
occidental albergaba una serie de edificios y monumentos suntuosos e importantes para la ciudad, mientras
que la oriental era el mercado propiamente dicho, con sus innumerables tiendas y talleres, instalados a la
sombra de los árboles que formaban una especie de toldo para protegerse del sol.
La solución para aunar estos elementos y resolver los problemas de crecimiento fue el planeamiento: las
ciudades crecían según un plan y bajo un diseño de tipo cuadrangular o hipodámico. Todas las calles debían
de tener la misma anchura, y la distribución de oficios debería hacerse con criterios lógicos.
No podemos olvidar el elemento mítico o religioso que influía sobre el urbanismo en Grecia. Así, se suponía
que las polis griegas siempre tenían a un fundador mítico y ese fundador mítico debía ser un héroe por lo que
había que honrar su memoria, bien colocando su tumba en un lugar visible en la ciudad o bien levantándole
un monumento conmemorativo donde no estaban los restos (algunos autores apuntan que el Lapis Niger de
Roma posiblemente era griego).
Sin embargo, poco a poco el aspecto racional se iba imponiendo como nos cuenta Vitruvio, en “Los diez libros
de arquitectura”, en los que establece las condiciones del asentamiento de la ciudad: “Antes de echar los
cimientos de las murallas de una ciudad habrá de escogerse un lugar de aires sanísimos.
Este lugar habrá de ser alto, de temperatura templada, no expuesto a las brumas ni a las heladas, ni al calor
ni al frío; estará además alejado de lugares pantanosos para evitar las exhalaciones de los animales
palustres, mezcladas con las nieblas que al salir el sol surgen de aquellos parajes, vician el aire y difunden
sus efluvios nocivos en los cuerpos de los habitantes y hacen por tanto infecto y pestilente el lugar. Tampoco
serán sanos los lugares cuyas murallas se asentaren junto al mar, mirando a Mediodía o a Occidente, porque
en estos sitios el Sol, en verano, tiene mucha fuerza desde que nace, y al mediodía resulta abrasador; en los
expuestos a Occidente, el aire es muy cálido a la puesta del Sol. Y estos cambios repentinos de calor y frío
alteran notablemente la salud de los seres que a ellos están expuestos.” Añade además que antes de fundar
la ciudad o levantar los campamentos de invierno se inmolaban reses y la observación de sus entrañas
determinaba si el lugar era o no salubre para su asentamiento. Relata el caso de la ciudad de Mitilene, en la
isla de Lesbos, en la que “cuando sopla el viento de Mediodía (S.) las personas enferman, y cuando el
Gállego (O.), tosen; y cuando la Tramontana (N.), se restablecen.”
Este clima racional y empírico se manifiesta en los avances técnicos descubiertos por los griegos. En el siglo
III a. C. Arquímedes creó un sistema teórico sobre la multiplicación de la fuerza que se consigue con la
palanca, el efecto de la cuña y la utilización del plano inclinado o la polea. Los nuevos dispositivos mecánicos
favorecieron sobre todo a la ingeniería civil y la minería. Mediante esta mecanización parcial de los trabajos
manuales, surgieron grandes establecimientos y el urbanismo cobró un importante auge, pudiendo dedicar
mayores recursos a la arquitectura y al arte en general.

La Vivienda
La ciudad-estado griega, la polis, tenía un plano ortogonal, más regular cuanto más organizada estuviese la
ciudad. Tenían edificios y lugares públicos donde se reunía el pueblo, y donde se organizó la democracia y
surgió la filosofía. Estos lugares son los templos, el ágora, el mercado que a veces estaba cubierto con
soportales (la stoa). También fue necesario construir edificios de administración y de ocio, como los teatros y
los estadios. El plano tópico es el que aplicó en Mileto Hipodamos, al que Aristóteles atribuye el habernos
legado la doctrina de la distribución lógica de la ciudad.
Este plano se basa en la disposición ortogonal de las
calles y las manzanas. Todas las calles debían de tener la
misma anchura, y la distribución de oficios debería
hacerse con criterios lógicos. Los griegos construyeron
colonias en diferentes partes del Mediterráneo, y para la
construcción de nueva planta de una ciudad este tipo de
plano es muy útil. Ciudades como Mileto, Atenas, Esparta,
Antioquía, etc., tienen esta tipología, modificada sólo por
la topografía. Siempre que se puede, el plano está
orientado en dirección norte-sur, con lo que todas las
viviendas tenían una fachada con vistas al sur.

MODELO DE VIVIENDA GRIEGA ANTIGUA


MODELO DE CASA GRIEGA ANTIGUA POR ADENTRO

La casa griega
La casa griega se organiza en torno a un patio central. Solían ser de adobe, y no especialmente de buena
calidad: en Grecia se daba más importancia a la vida pública que a la privada. Las casas ordinarias se
componían de un piso bajo con dos piezas muy pequeñas, y de un piso alto, al que se subía ordinariamente
por una escalera exterior. La parte inferior estaba abierta en la roca y las paredes eran de madera, de ladrillos
o de argamasa. En el interior de las viviendas, las paredes estaban blanqueadas con cal; no había
chimeneas. Las casas ricas se parecían a los palacios homéricos, y comprendían tres partes:
Una entrada que guardaba un portero,
El departamento de hombres, cuyas salas y cámaras daban a un patio rodeado de un pórtico
Y por último, el departamento de mujeres, que daba a un jardín
Durante el periodo helenístico este tipo de ciudad se extiende por todo el mundo ya que se crean muchas
urbes nuevas, varias con el nombre de Alejandría en la antigua Persia. Sin embargo, en parte, los lugares
tradicionales, como el ágora, habían perdido su función.
Los templos griegos
El templo fue, sin lugar a dudas, uno de los legados más importantes de la arquitectura griega a occidente.
Era de una forma bastante simple: una sala rectangular a la que se accedía a través de un pequeño pórtico
(pronaos) y cuatro columnas que sostenían un techo bastante similar al actual tejado a dos aguas. En los
comienzos éste fue el esquema que marcó los cánones.
Del perfeccionamiento de esta forma básica se configuró el templo griego tal y como hoy lo conocemos. En
sus comienzos, los materiales utilizados eran el adobe para los muros y la madera para las columnas. Pero a
partir del siglo VII a.C. (período arcaico), éstos fueron reemplazados por la piedra, lo que permitió el agregado
de una nueva hilera de columnas en el exterior (peristilo), con lo que la construcción ganó en
monumentalidad.
Entonces surgieron los primeros órdenes arquitectónicos: el
“dórico”, al sur, en las costas del Peloponeso y el “jónico”, al
este.
Los templos dóricos eran más bien bajos y macizos, los más
austeros de todos, utilizándose en un principio troncos y
posteriormente, columnas en piedra. Se elevan sobre unas
gradas desde donde arranca directamente el fuste decorado
por unas veinte estrías unidas a arista viva, ensanchándose
ligeramente en la parte central. El capitel está formado por el
equino (en el origen, muy ancho y abierto), especie de
almohadilla sobre la que descansa el ábaco, paralelepípedo de base cuadrada. Sobre el capitel se desarrolla
el entablamento que tiene tres partes: arquitrabe, friso y cornisa La cornisa carga sobre el friso; al ser la
cubierta a dos aguas se forma en las fachadas el frontón, en cuyo tímpano aparecen relieves. El arquitrabe es
la zona inferior, liso y en el friso encontramos triglifos (estrías verticales) y metopas (espacios decorados con
relieves).
La construcción jónica es de mayores dimensiones y más esbelta. El fuste descansa sobre unas molduras
denominadas basa; 24 estrías que finalizan en redondo decoran el fuste que acaba con un hilo de perlas
llamado contario.
El capitel consta del cimacio decorado con ovas y flechas sobre el que descansan las volutas, elemento
definitorio del orden jónico. El arquitrabe está formado por tres fajas que avanzan progresivamente mientras
que el friso está decorado con relieves. La cornisa es similar al orden dórico. Más adelante, en el período
clásico ( siglos V y IV a. C.), la arquitectura griega arribó a su máximo apogeo. A los dos órdenes ya
conocidos se sumó el “corintio”, que sigue las normas del jónico, incorporando novedades en el capitel. El
cuerpo troncocónico tiene forma de cesto adornado con hojas de agua, caulículos y rosas debido a una
leyenda que narra como la diosa Gea quiso homenajear a una joven doncella fallecida. Sus familiares
depositaron el cesto de labor sobre su tumba e inmediatamente empezaron a crecer de él una doble fila de
hojas de acanto y cuatro parejas de tallos que se enrollan sobre si mismos, situándose sobre el conjunto una
rosa o palmeta. Presente el platero Calímaco en este “milagro”, decidió plasmarlo, dando lugar al capitel
corintio. En algunas ocasiones el fuste de la columna es reemplazado por figuras. Si son masculinas se
denominan atlantes o telamones mientras que si se trata de figuras femeninas se llaman cariátides.
En tiempos de la dominación helénica (siglo III a. C.) la construcción, que conservó las formas básicas del
clasicismo, alcanzó el punto máximo de la fastuosidad. Columnas de capiteles ricamente ornados sostenían
frisos trabajados en relieve de una elegancia y factura insuperable.
Como dijimos, el templo es el edificio principal de la arquitectura helénica.
Tiene planta rectangular y suele estar formado por tres partes: el pronao o vestíbulo abierto definido por la
prolongación de las naves laterales y dos columnas entre ellas; la nao o cella dividido habitualmente en
diferentes naves separadas con columnas, situándose en su interior la estatua del dios titular del templo; el
opistodomo, estructura similar al pronao pero en el lado opuesto, utilizado habitualmente para guardar los
tesoros de la ciudad o del templo.
El más famoso de los templos griegos es el Partenón de Atenas, levantado en honor de la diosa Atenea
Partenos por los arquitectos Ictinos y Calícrates, siguiendo las órdenes de Pericles. Es de orden dórico y está
realizado en mármol blanco del Pentélico mientras que las tejas son de mármol de Paros. En su conjunto
destaca la perfecta simetría con que fue construido, guardando las proporciones de tal manera que algunas
líneas se han curvado o las columnas se han inclinado para que la deformación visual las enderece. La
decoración de los frisos pertenece a Fidias al igual que la famosa estatua de marfil y oro que guardaba la
cella. También merece la pena destacar otras construcciones de indudable valor social como el Teatro, en el
que podemos apreciar en tres partes: la escena donde se representa la obra en cuestión; la orquestra de
planta circular utilizada por el coro y la gradería de planta semicircular rodeando a la orquestra. El de
Epidauro, con una acústica envidiable, es el más importante, edificado por Policleto el joven.
Por su parte el odeón tiene una forma similar al teatro, es de proporciones más reducidas y se utiliza para
audiciones musicales. Los sepulcros no tienen especial importancia para los griegos siendo el más
representativo el Mausoleo de Halicarnaso, levantado para el sátrapa Mausolo por su viuda, constituido por
un cuerpo jónico porticado y un remate piramidal en gradas coronado por la cuadriga de Mausolo.
Todas las construcciones que acabamos de describir se vieron reflejadas en Roma, superando sus
cualidades estéticas en contados casos, pero fundamentalmente, mejorando las condiciones técnicas y
arquitectónicas.
Pintura
Para hablar de la pintura griega es necesario hacer referencia
a la cerámica, ya que precisamente en la decoración de
ánforas, platos y vasijas, cuya comercialización era un negocio
muy productivo en la antigua Grecia, fue donde pudo
desarrollarse este arte.
Al comienzo los diseños eran elementales formas geométricas
-de ahí la denominación de geométrico que recibe este primer
período ( siglos IX y VIII a. C. )- que apenas se destacaban
sobre la superficie.
Con el correr del tiempo, éstas se fueron enriqueciendo
progresivamente hasta cobrar volumen. Aparecieron, entonces, los primeros dibujos de plantas y animales
enmarcados por guardas denominadas "meandros". En un próximo paso, ya en el período arcaico ( siglos VII
y VI a. C. ), se incluyó la figura humana, de un grafismo muy estilizado. En medio de las nuevas tendencias
naturalistas, ésta cobró mayor importancia al servicio de las representaciones mitológicas.
Las escenas se organizaron en franjas horizontales paralelas que permitían su lectura girando la pieza de
cerámica. Con el reemplazo del punzón por el pincel los trazados se volvieron más exactos y detallistas. Las
piezas de cerámica pintadas comienzan a experimentar una notable decadencia durante el clasicismo (siglos
IV y V a. C.) para resurgir triunfantes en el período helenistico(siglo III), totalmente renovadas, plenas de color
y ricamente decoradas.

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