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Siempre tiendo a pensar en la otra orilla de la historia, como si Ariadna y el

monstruo no fueran ms que el ovillo que los une.


Entonces, cuando me conts que tu vecino baldea la vereda, pienso en las
gotas anticipando su paracaidstico homicidio, abriendo sus bocas y sus ojos a
la noche.
Cuando decs que el tren pas muy tarde, imagino las caras de la gente en el
andn, escrudiando a los que van en el vagn, intentando adivinar humanidad
donde no hay ms que jueves cansados.
Si explics que paraste a comprar chicles en el kiosco, percibo la envidia del
alfajor que dejaste a un costado, cmo se le aplastan las capitas del rencor! Y
cuando, luego, pase una nena y lo elija, estar muy estrujado y duro para
disfrutar su destino.
Tu sobrino gritaba goo goo gjoob en el comedor, y pienso en la madre riendo
y descifrando un cdigo que cree ingenioso, una ocurrencia fugaz, o la leve
sospecha de que lo haya visto en esos nuevos dibujitos animados. Intuyo que
le puede haber sacado un par de fotos, quizs te las muestre en el asado del
domingo, y vos estalles de risa y de creacin al mismo tiempo.
Si te res me pregunto quin llora atrs tuyo, alejado de tus huesos, en un
rincn.
Pienso en la tierra, que tambin se llueve al escucharnos; las voces, los ecos,
me traen silencios y ah capto, ah rapto, la velocidad de los mitos.

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