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Diario de una mujer en campaa.

Da 35. Nuestra relacin.


Al trmino del da me acompa a dormir la cara de Don Jos , quien pareciera que esperaba
desde hace tiempo nuestra visita. Estaba recargado en la puerta de su cerco con su uniforme
puesto lo que me haca suponer que trabajaba en Ayuntamiento, sin embargo ya en la platica
sabemos que fue despedido y que el cancer lo ha atacado despiadadamente con gran
agresividad.
Me invito a pasar a su casa y yo me sent halagada porque en estos tiempos no cualquiera da
entrada a su hogar a una extraa y menos con logos de partidos. El punto es ese, que yo NO
era una extraa para el, ramos dos amigos que se conocen por primera vez, nuestra relacin
se resumi slo en la necesidad: la necesidad que el tena de hablar y la ma, la cual era
escuchar.

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