LOS INTELECTUALES Y
LAS INSTITUCIONES
DE LA CULTURA
josé joaquin brunner
angel flisfisch
Facultad Latinoamericana de Ciencias SocialesCAPITULO VII
Los intelectuales en el campo cultural:
las estrategias
Todo campo articulado de posiciones supone comporta-
mientoc octratégicos de parte de quiénes las ocupan a de
aquéllos que procuran acceder a ellas.
Las estrategias son, en este sentido, pricticas de célculo
racional que se definen por una posesion frente a otras, coman-
dadas por el interés de mantener esa posesion a lo largo de
situaviuucs de fuerza vambiantes y de expandir su cspacio de
control en medio de esas situaciones cambiantes'. Michel de
Certau habla. por eso, de précticas aue se hallan orientadas por
lo que él denomina “una economia del lugar propio”.
El lugar propio esta definido por esa posesion que permite
capitalizar y, asi, aumentar las posibitidades de juego en cada
situacion. Funda la posibilidad de un célculo racional orientado
hacia ol control del juego on que distintos poseedares campiten
por valorizar sus posesiones.
Constituye socialmente por ta posesion de un cay
cultural que ha sido valorizado por la educacién, adquisicion
a partir de 1a cual logra acceder a posiciones decisivas en el
funclonamienty del campy cultural, Por ly geucial se ated
de posiciones en alguno de los aparatos comunicativos que
ejercen una funcién hegemonica dentro de ese campo cul
tural
En otras palabras, el intelectual ocupa un lugar propio en
e1_campo cultural en viriud def caplial que Dosee ya part
cual se comporta estrategcamente.—————_
Sine cnc Teapacts) el intelectual ora orien-
tado por las probabilidades de mercado, al menos, en un doble
sentido: primero, en relacidn a las posiciones que le permitirén
desempefiar su funcion (Iuego: frente a Una estructura de opor-
tunidades escasas en el mercado de trabajo); segundo, en rela-
cién a laa probabilidades do “realizar” cu capital cultural a
través de los “productos” (materiales y simbélicos) que entran
112en el mercado, y cuyo valor no depende exclusivamente de su
valor de cambio en dinero sino, ademds, de las otras retribucio-
Bel mercado simbélice ¥ que Henn que
5 r Bignado, as
2 ST Toma as posclones Tapert
figs en el iereado de trabajo y, sobre todo, Tas oportunlettee
ihtomenir el propio saberervensg
DS SOUSTED NESS Teksiane, todo eélculo de
capital, cuando la adquisicion se verifica a través del mercado
o'r ef, 8 onenta por Ta competencia y el compromiso de inte.
eget CONTE TYMHM-A-SOMRET QUE Todas Toe strato a
una sifuacion de mercado como Ta que afecta ti
oF et tompromioe se areres on Te OWE deen de— 5e3,_en_Ta_doble direc
matitener_o de_mejorar_Ta_relacion_pose:
mantener dea sibn/
posicin, a través de su valorizacion en el mercado y de su con
Lo anterior no excluye la posibilidad, en cualquier com-
portamiento estratégico de los intelectuales, de una conside-
Facion (prictica o puramente ideal) de autogobemar el compor-
tamiento por determinaciones racional-valorativas, esto e
mediante la inferencia de reglac a partir de principios y valores
cuya universalidad supera los rasgos objetivos de la situacién
laboral (y, en general, de mercado, del intelectual), como
anpita a laceilo el Mlosofo.
Como se sefialé anteriormente, la autonomia del_campo
cultural hace posible “conversiones_paulinas” en la carrera de
(como hecho de vida) en términos preferenciales de identifica-
ciones raviunalvalorativas y por ende de lealtades religiosas,
ideoldgicas, intelectuales, cientificas, etc, Con todo, ellas se dan
-simulténeamente— en’ una. sitincion ‘donde por ls’ preva
“JOgica de la situacion” viene impuesta la consideracién del
cdlculo como competencia por posiciones e influencia y como
compioumisy de intereses en funcion de posiciones e influencia.
Entiéndase bien: toda situacién de mercado —en el sentido:
ampio en que empleamos aqui los términos— y todo compor-
tamiento que condiciona, pueden ser “traducidos” y muchas
veces lo son— en términos de convicciones y necesidades ideales
(afectividad por ejemplo, o seguridad, 0 compafierismo, etc.).
wee que san propia
113No hay en esto mentira, a lo més una mala fe determinada por
Ja posicion de cada cual en el juego. El ejemplo de la Autocriti-
ca de Morin viene otra vez ai caso, En un momento en que a
comienzos de Ios aflos 5U le vuelve a rondar la idea de “conver-
tirse”, y de abandonar el Partido Comunista francés, el autor
recusida lac dudas que lo corrofan: fuera del Partido uno se
volvia en el tipico intelectual pequefio burgués y, de remate,
anticomunista, “También me asustaba la idea... de perder el
cdlido arropamiento de los camaradas, el sésamo maravilloso
que consistfa en el ‘es un amigo’ que, fuera donde fuere, abre
1a pucrtas do le confianza ¥ de la fratornidad”, Temor @ cr
mirado como renegado, Ademés, “tenfa miedo de la soledad, de
la vuelta a empezar desde el principio en la soledad”, En medio
de las confusiones, de las trampas, de la unidad entre un nihilis-
mo creciente y un misticismo que se exacerbaba (doble efecto
del cstalinismo) Morin concluye: “cl partido cra a la ver mi
ciudadela y mi celda”®
Efectivamente, todo célculo estratéico en el campo cultu-
ral_esté_contaminado-por consieraciones_que_se hacen_con
‘arregio a valores; por To mismo, Ta racionalidad formal del cdlcu-
(Soe ete porter tor comet Se enitiemezla puderosaiernte con tonsfdcrac a
nalidad_sustantiva a través de la cual se plantean “exigencias
Giicas, politicas, utilitanias, hedonistas, estamentales, igualitarias
odean
—troameriortrossteate inmediato a otro tipo de cues.
tlones.
estrateging individ TE de Tor TnelecTnlas. donde eT problema
dee elacion entre el calculo onginado en las situaciones de
mercado y las exigencias de racionalidad sustantiva de valores se
resuelve siempre por medio de una compatibilizacion precaria
que, desde el punto de vista del actor, adopta la forma del
‘compromise (en uno u otro sentido polur: de prevalencia de loa
ideales 0 de transaccién con la materialidad de la situacion;
polos de mayor pureza o contaminacion, regido uno por la
moral de la conviccién y el otro por la moral de la responsabili-
dad)*. Pero, en verdad, lo més importante desde el punto de
vista_de Ta soviolugia de Tus uitelectuales sun lay estiategias
colectivas empleadas por ellos, esto es, aquéllas que son perse-
auidae por un astomrlo-de Hediiduce hente at meteato de
posiciones yen TUNCTON de Ta valorizacion de posiciones relat
14yamente escasas pero compartidas,
feralura especializada contemporinea es rica en ejem-
plos referidos a este tipo de estrategias colectivas empleadas por
distintos grupos de intelectuales*
En gencial, pucie decitse que las estrategias colectivas
empleadas en situaciones de mercado tenderin a garantizar
@ sus participes el disfrute de probabilidades u oportunidades
monopolizadas, Las probabilidades apropiadas, dird Weber, se
aman derechos. Pero, en verdad, se tratard de establecer
mediante estas estrategias ya bien estatutos legalmente recone.
cidos de monopolizacion de oportunidades o bien monopolios
de hecho que pedan efectivamente imponerse.
En cualquier caso, estas estrategias constituyen, cuando
son relativamente exitosas, un cierre social (social claw) a
elacion social cerrada segtin los traductores de Weber. Este
Lltimo distingue cuatro modalidades tfpicas de cierro: en virtud
de la tradicion (por ejemplo, sobre 1a base de la apropiacion
familistica de oportunidades); por razones afectivas (por ejem-
plo, en relaciones personales sahre la base de la exclusivided de
sentimientos); en virtud de la racionalidad de valores (comuni.
dad de fe, secta); en virtud de una actividad racional con arrexlo
4 fines (Uipicamente, asociacion de carécter monopolista en cl
mercado). Son las dos tiltimas las que mas nos van a interesar en
telaciOn a Jos intelectuales: la tercera se aplica, por ejemplo, en
el caso de los partidos politicos; a tiltima, en el de las asociacio-
nes de profesionales.
De modo que el cierre social persigue siempre una maximi-
zacion de las retribuciones, limitando el acceso a los recursos y
las oportunidades a un cfrculo de elegibles, 0 bien, reduciendo
la disponibilidad (volvigndoto raro) un bien material o simbé.
lico.
Los motivos que conducen al cierre social pueden ser,
igualmente, muy variados. El propio Weber distingue: el deseo
de suantener una alta calidad y por tanto (eventualmente) el
Prestigio y las probabilidades inherentes de honor y (eventual-
mente) de ganancia, Segundo, of desco de pruluvit escasee Ue
las probabilidades de satisfaccion 0 monopolio de consumo
(como ocurre, tipicamente, con ciertos t{tulos académicos, por
eiemplo). Tercero, el deseo de escasez en las probabilidades
lucrativas (por ejemplo, los antiguos gremios, y las nuevas
corporacionse de profesionales).
MsEI deseo de mantener una alta calidad puede ir asociado
con el de producir una escasez de consumo (enrarecimiento de
las satisfacciones), y este ditimo puede asuciarse con la motiva-
cion de restringir el ambito de posibilidades lucrativas, etc.
‘A su ver, las formac qua adaptan en el campo cultural
esas estrategias podrén ser muy variadas. Por ejemplo, la man-
tencion de una alta calidad podré conseguirse (aparente 0
realmente) a través del desarrollo de un lenguaje altamente
especializado (y por ende hermético) que excluya de su uso
Gy cu ol Limite, de su cumprension) a Lodos 10s Legos; 10 cual
puede darse en tomo a una disciplina cientifica 0 escuela de
nensamiento Ta reduecién de las posicionse lucrativas diope
nibles en un campo especifico de trabajo podré lograrse, por
ejemplo, por vfa del credencialismo, que liga como exigencia
(legal o'no) e! desempento de la funcion con da posesién de un
titulo educacional
‘Como cs evidente, las estalegias de clerre social tienen por
objeto eliminar, reducir o regular la competencia por medio de
un estatuta de exeinsinnes que, a la ves, tonderd a cor impugna
do por los que han sido colocados fuera del juego o bien obliga-
dos a participar en él desde posiciones subordinadas. Estos
iltimos podrén siempre recurrir una contra-estrategia de pro-
testa (voice) o de salida (exit), segiin sean las condiciones de la
situaciou’. Deade el puuty de vista de lus excluidos, las estrate-
sias de oposicion tenderdn, generalmente, a adoptar alguna
modalidad redistrihuitiva, enya objeto puede cor ya bion produ
cir una redistribucién marginal de probabilidades o bien una
expropiacion de los privilegios monopolisticos existentes,
Las estrategias colectivas de cierre social en que se hallan
empefiados los intelectuales conforman una de las dinémicas
principales de estructuracion dentro del campo cultural. Ellas
definen una base de agrupamiento y una base de clivages, y son
constitutivas de los conflictos que oourren on este campo.
Normalmente, tenderdn a engarsarse en y a través de los apara-
tos comunicativos, no s6lo para introdueir dentro. de ellos
relaciones cerradas (por ejemplo, en tomo al control del merca-
do de posiciones) sino, también, para la operacién hacia fuera
de esos aparatos (por ejemplo, a traves de matriculas restringi-
das, cierre en tomo a los grados académicos, up-grading de
estos, otorgamiento o no do status universitario para cativies
profesionales y semi-profesionales, etc.)
116E] hecho de que se haya establecido con éxito un cierre
social no implica, sin ombargo, que desaparceva cl vunilicto
entre aquellos elegidos que participan de él. De un lado, ellos
tienen que hacer frente a la presion desde fuera: del otro, a la
presion desde dentro y abajo. Ademas, més importante, ese
“hermetismo de cardcter interno” como lo denomina Weber
puede dar lugar, y tenderd a hacerlo, a la competencia entre los
propios participes por las probabilidades monopolizadas, situa
ci6n que en el limite presiona por el establecimiento dle apropia-
ciones por vida, como ocurre tipicamente con la cdtedra
universitaria
El hecho de conecbis ol eampo cultural y 1a accion de los
intelectuales en términos de estrategias y contraestrategias
introduce un grado de movilidad a este campo que no 06 admi
do, frecuentemente, cuando se lo analiza s6lo en funcidn de las
clases sociales y de la reproducci6n de las desigualdades existen-
tes. En este Gllimo caso, la consideracion de las reproducciones
adquiriré preeminencia sobre la consideracion de las estrategias
y, Por ende, se tendera a pasar por alto el conflicto en torno a
las oportunidades de obtener y mantener posiciones y de valori-
zat posesiones.
Una vision tan compleja y abundante en matices como
Ja de Bourdieu tiende sin embargo a ese sobre-énfasis en la
mecénioa do las reproducciones, y a wiia Lumsiguleiite desvalo-
rizacion del papel de las estrategias.
Puesto en términos muy esaueméticos, Rourdien afirma
la existencia de estructuras de desigualdad de clases que son
internalizadas por medio de la formaci6n de un habitus de clase,
Proceso mediante cl cual se adquieren esas “estructuras estruc.
turantes”, que luego resultan en pricticas y estrategias cond
cionadas situacionalmente, las cuales no harfan sino reproduoir
esas estructuras iniciales en que el sujeto se halla posicionado,
Ast, la reproduccién de las desigualdades (estructuras de opor-
tunidades monopoizadas) serfa casi automdtica a través de
estrategias que, frente a cada situacion, serfan generadas (a la
manera de una gramdtica generativa) por ol habitus adquiridy
principaimente por medio de la primera socializacion fami-
liar®.
EI problema con esta vision es que no da lugar para el
conflicto, atando demasiado estrechamente los términos de la
ecuacién: estructura (distribucion de posiciones)/adquisicion/
7habitus/précticas situadas (0 estrategias).
‘De alguna manera, la teoria de Bourdieu vuelve a determi-
nar férreamente el campo cultural, sujetandolo a uita 1ogiva Ue
reproduccion sin brechas.
‘Las esttategias empleadas en el campo cultural, y aqui nos
interesan sobre todo las empleadas por los intelectuales (pero
podrian anatizaree otras, por eiemplo las de los consumidores
Ge cultura), no fesponden sin embargo linealmente a su génesis.
Es decir, ésta no las programa exhaustivamente, Mas bien,
segiin hemos visto, la reproduccion del capital cultural consti
tuye posesiones que: (a) permiten competir por posiciones, las
QUE (0) Sum usatlas come bass do intentos de cierre social. y
(o) necesitan ser valorizadas en el mercado; que (d) son emplea-
das, también estratégicamente, de acuerdo con una racionalidad
sustantiva o de valores, (e) lo cual implica logicas de compromi-
so 4 nivel individual y ldgicas de proyecto (ideologias) a nivel
Colectivo, ({) frente a contraestrategias que pruvicucu de “todos
lados”, esto es, desde el propio interior y el exterior de los cir-
cuitos lieiméticos, (g) lo cual se vuelve especialmente visible a
nivel de los aparatos comunicativos principales, los cuales, (h)
te hallan, ademas, cruzados por los conflictos mas generales
dentro de la sociedad en cuestion.
Pero todo esto nos pone ya frente al tercer tema que nos
hemos propuesto abordar: la Urausformacién del saber en
influencia,
118NOTAS AL CAPITULO VII
1 Pura todo el capitulo, véase M. de Cert, Arts de Faire, Unién Générale
GFeditions, 1980, especialmente el volumen I
1M, Weber, Economy Socintad, Fondo de Cultre Econémics, 1969, wp
a 68-76,
3 E.Morin, Autocrtic, op. eit, pp. 171-176
4M. Weber, op. cit 9.64
5M. Weber, “La Politica como Vocacin’ ico y el Centifico, Alan
24 Béitoral, 1967. Véase también A. Fusisch, "Max Weber, moral de convic
cin y politica defensiva", Critica & Utopia iniinoamericana de cencias wei
tes, 8, noviembre, 1982,
6 Véase las obras de Debray, Konrad y Szelényi, y especialmente M. Safatth
Larson etadss en los capitulos Il y TV de este libro.
7. -A.0. Hirschman, Exit, Voice and Loyalty, Harvard University Press, 1970,
AP, Bourdieu, La Distinction, Les Editions de Minuit, 1979,
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