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lectura 6 rr Exe Adon Semmario de teblemas Kegionales Capitulo 1 Gsarela Canciin? Nester (1999) he qlobaltcacén GLOBALIZARNOS O DEFENDER LA IDENTIDAD: ina nade, Edd: Paidés (COMO SALIR DE ESTA OPCION ‘ é ee a * se > Vee : aw 22 Lagloliecion imaginada INTEGRACION DE CIUDADANOS © LOBBY EMPRESARIAL cionan las sociedades latinoamericanas, que en ls t= se acentiia la dependencia econsmica y cultural respecto de los centros _globalizadores, Pero a la-vez las integraciones econsmicas y los convenios {ie libre comercio tegionales generan signos de esperanza. Después de la fomesas sobre “la Patria grande” y los fracasos de ‘Mercosur y demés convenios regionales estimula expectativas. ‘A principios de ladlécada de los noventa pudo pensarse que los Estados latinoamericanos estaban reordenando con rapidez las economias nacio- rales para atraer inversiones y volverlas més compelitivas en el mercado global. Pero desde la crisis mexicana de-1994 hasta Ja ocurrids en 1998- yan ‘poder de los gobiemos. Los acuer fe Fevelait como apoyos a la convergencia monopélica de los sectores em- presaralesy financieros més concentrados, Las evaluaciones acudémicas de nuestras fragiles aptitudes para construir, mediante integraciones con- tinentales, instancias que fortalezcan a las sociedades y cultura latinoa- mericanas (McAnany y Wilkinson, 1995; Recondo, 1997; Roncagliolo, 1996), no permiten ser oplimistas. Tampoco los datos de estudios recientes que registran la suspicacia de trabajadores y-consumidores cuando escu- han a los empresarios y gobemantes anunciar la nueva via para moder- g Tuzaise con la doble férmula de “globalizacion e integracidn regional”. Se observa un desenciientro entee Io que las élites econdmicas o politicas pre- ican y fo que opina la mayoria de los diudadanos. : En abril de 1998 se desarrollé en Santiago de Chile la Il Cumbre de las idos -en alianga con varios gobierno lati- in de un Area de Libre Comercio de las. ‘Américas para ir liber ios intercambios. Se proponia integrar para mnomias nacionales de la regidn eon el fin de favorecet ‘exportaciones, y mejorar la posicién del continente en io 17.500 entrevistas, reveld que los ciudadanos no r realizada en noviembre y di la Corporacion Lati- > & Globulzamoso defender a identdad:cimo sali de ena opcion 25 -sompattan ese optimismo, Los resultados de esta indagacién, entregados gobernantes en esa Cumbre de Santiago, decfan que apenas e128 por “gue au pais estaba progresanda, y en casi todas las naciones emipreciacisn empeard respecio de 1996, Las instituciones que los mis- ss Preuestacos consideraban con més poder (gobiemo, grandes empre- yaneos y partidos politicos) eran aquellas en las que menos * gnfiaba, Las crisis de gobemnabilidad, las devaluaciones, junto al au- mo del desempleo y la pobreza, fueron algunos de los hechos que con ‘a un ruimero creciente a dudar de la democracia y pedir mano du- ‘lento, Salvo Costa Rica y Uruguay, donde la credibilidad iio segua siendo alta, en el resio de América Latina el ‘nada saisfecho” con el desemperto de ias expectativas son que au- crisis de sociabilidad y la En una interpreta- ‘erecimiento econ’ ‘cuentas macrosociales van ‘manifiesta como miedo al (Lechner, 129: 187 ¥ 192). \ Ja Unién Europea, con el? por cien- 37,5 por ciento e importa el 43,6 por les comercializados (Garretén, . Babine ~ emilos de cada pafs~ la negociaci _ presentantes, los compromisos entre grupos empresariales sobre los inte= ese piblicos mayeritaros, ye abildeo(o“Ibbysmo” sobre las instan- En a Uniéin Buropea sea intentado reducir la opacidad de los acuer- dios supranacionales y acercarlos a la comprensién ciudadana. Al estable- cx Juno atgos comers, progranas eur: y cults que abarcan a los quince paises miembros, se busca integrar a la socieda- des, La formacién de “un espacio audiovisual europeo” ha sido sustenta- Glbateamos o defender a idenided: co air de ona opeién 25 ges y Eureka que fa “orecen Tas coproducciones ‘esa region Y 5u circulacién en los paises que la componen, o sea mucho ue Ia defensa retGrica de la identidad. En la misma linea, los ciudé- ‘anos de los quince paises comparten un pasaporte europeo, se crearon' ina bandera y un himno de Europa, se fijaron énfasis anwales compartidos ‘europeo del cine, de la seguridad en los caminos) y se efectian es- tudios periddicos para identificar una “opinién piiblica europea’ (Mora- € instalacién del euro como moneda tinica a partir de 1999, proceso que culminaré en el 2002 con la desaparicién de las monedas na- Cionales,a‘ianza la unificacién econdmica y tiene fuertes consecuencias ara la comunidad simbélica identitaria. Estos cambios son ampliamente “Etnies yexplcados con ustracionesdidécticas para todos os electo- res, Sin embargo, los periodistas conceden poco espacio dees: xcimientos y confiesan su dificultad para tr fos. Analistas preocupados por la participaci smiplgjidad técnica de la europeizacién de la polt ‘el ideal de una democracia fundada en la transparencia y \dde cada uno de acceder sin dificultad alo que esté en jue- te" (Abélis, 1996: 110). antropoldgicos y sociopoliticos sobre la integracién eur0- pea los programas destinados a construir proyectos comes Foon eaiahes pare supers la dstancisentvela Buropa de los eres® deres 0 de los gobernantes y la de los ciudadanos. Pese a que en ese con viene reconocienclo el papel de la cultura y de las integraciones supranacionales més que dos regionaies, la formacién de elementos de identiic no basta para que la mayoria interiorice esta nueva escala de lo social. ‘Una explicacién posible es que no,logran,muc programas volun” eR AE rat lt hatoeenssled., ‘sea, con las diferencias y los conflictos que no son reductibles a tna ide - tidad homogénea.. ‘Muchos intelectual y' sociales, por ejemplo quienes se ret ilada por Pierre Bourdieu en diez len- bajo consenso social el ‘teorfa globalizadora que no toma en cuenta en los calcutlos Sociales, los costos en enfermedades y suirimientos, 26 Laglobalizacién imaginada x § twocha de elcioncia “la rentabilidad financier de los inversores~y descul- da la atencién de los clientes y usuarios (Bourdieu, 1998: 45-46). 3 _Las once lenguas que se hablan en el Parlamento Europeo corespon- ++ dena diferencias culturales que no se disuelven con los acuerdos ecen- moos de interac j cone Jue avm prenae * construir esferas piiblicas, entos de construir 4goras de- Seprene le lugares no pregunta que surge es si, ante e50s poderes andnimos y translocalizados, puede ha- ber sujetos en la produccién y en el consumo. Les trabajos se hacen cada CGlobaleanaso defends a ideatdad: edmo slic de es opcisn 27 jonales, fantasméticas sociedades andnimas que dic- vr empresas transnacionales, : =a {tn desde lugares poce- conocidos reglas indiscutiblese inapelab Sea aorta ds smitado To que los sindicatos pueden negociat, ya ‘ao las empreses sin 130, con marca pero sin nombre, le Haman. “Alexibl- Los Angeles, México, Buenos Aires, Nueva Yo lisimulndos en tuna bahia de Estados Unidos ‘gez més para ot:0s,ni siquiera para patrones ojefesidentificables,sino pa~ j 28 Lagdlobalizacin imaginada so seran entrevistados para una encuesta de rat cionales al poder, la sensacién de ser consultado, no modifican pi fa, camo se ve por ejemplo en as investigaciones, recientes de ia y Rosalfa Winocur, la percepcién de que los me- dios hablan desce posiciones inabordables: Sus disefos y sus decisiones se hacen en lugares inaccesibles, por estructuras organizacionales y no por persona: En otto tiempo, algunos pensamos que los estudios sobre hibitos de consumo podrian contribuir a conocer lo que efectivamente quieren los re- ‘Aun estas indagaciones pueden servir para democratizar las po- Iiticas culturales en ciudades, radios 0 centros culturales independientes, cen Ia esfera de lo microptiblico. Pero la mayor parte de las encuestas de au- diencia no! :a conocer los habitos de consumo, sino confirmar 0 descan- firmar las prferentas puntiaes exe diay en exe horaro. Noestdian ne- cesidades de receptores particulares, sino “piiblicos” 0 “a gustos désal ‘grama en escritorios y estudios de ‘Una discilsion de fondo sobre comunicaciohes masivas no pued ten los acontécimientos estructurales en dramas personales o fam asiente no sélo en sut espectacularidad morbosa, como suele de en que mantienen la ilusién de que hay sujetos que importan, que sufren Globalinass o defnder Ia idenidac emo sie de ex opciin 2) Io que sucede en otros lugares de entretenimiento y trabajo del ,Quué se puede cambiar, o al menos controlar, gracias a esta proli- ireceional de informaciones? zAd6nde nos conducen la ex ‘0 en innovaciones politcas, teenoldgicas y artsticas, ‘odo parece institucionalizarse precariamente bajo reglas de una reproduc- cidn a corto plazo, Jesvalida de proyectos, consagrada a la especulacién cecondmica o la acum "Tal vez pedemo do de la oposicién frecuente entre lo global y lo local. Hay sborar ‘me-fo més complejo, las articulaciones entre inmediato y lo intercultural, Es necesario trabajar con las rmetéforas a las que se acude para designar los cambios en las maneras de hacer cultura, comunicamos con los diferentes o que imaginamos seme- jantes, y construir coneeptos que permitan analizar la redistribucién que ‘en este tiempo globalizado est ocurriendo entre lo propio y lo ajeno. ‘Como una primera via para organizar esta diversidad de situaciones, ¥ repensar la impotencia que induce la leanfa 0 la abstraccidn de los vinct- los, propongo tomar en cuenta el esquema con que Craig Calhoun, y Iue- 0 Ulf Hannerz (1998), reformulan la antigua oposicién entre Gemeinshaft ¥y Gesellschaft, entre comunidad y sociedad. La globalizacién ha compleji- ‘zado la disiincién entre relaciones primarias, donde se establecen vinculos directos entre personas, y rélaciones secundarias, que ocurren entre funcio~ nes o papeles desempeados en la vida social Bt cardcterindirecto de m™u- por tecnologias y grandes organizaciones: escribimos a una institucion © llamamos 2 una olicina y obtenemos respuestas despersonalizadas, del mismo mode que cuando escuchamos aun politico o recibimos informa cidn sobre bienes de consumo en radio 0 televisin. ‘Me intere:a, sobre todo, el iltimo tipo diferenciado por Calhoun, las = laoionescuaiernaras, en las que wna de las partes no es consciente dela exis- tencia de la relacin: acciones de vigilanca, espionaje telefénico, archivos Ge informacion que saben mucho de los individuos al run datos cens2- I ‘rédito y otros tipos de informacidn. A veces se busca interacciones y se nos trata como “clientelas imaginadas” (Calhoun, 1992; Hannerz, 1998), por eemplo cuando nos envia propagan- Glbalinamoso defnder a idenidads chino sare eta opciin 31 dias. ala glebolizacén, se tata de indagarsies posible insitur sujetos en as feluras sociales ampiadas. Bs cierto que la mayor parte de la producciGn $e consis sctuales sn organizasos en escenario que no contsol- Ug ya menudo ni siquieraentendemos,pero en medio delas tendencias proyectan las perspectivas periféricas a y 19998). ‘MODS DE IMAGINAR LO GLOBAL. La globalizacién puede ser vista como un conjunto de'estrategias pare -realiza la hegemonia de macroempresas industriales, corporacionesfiran~ ‘cieras, majers dl cine, la television, la miisica y Ia informética, para apro~ ‘piarse de los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y el dinero ‘ie las paises pobres, subordinéndolos ala explotacién concentrada con que sos actores reordenaron el mundo en la seguinda mitad del siglo XX. 32. Laplobalizacion imaginada Pero la globalizacién es también ef horizonte imaginado por sujetos co- lectivos e individuales, o sea por gobiemnos y empresas de los paises de- ‘pendientes, por realizadores de cine y televisin, artistas e intelectuales, ‘fin de reinsertar sus productos en mercados ms amplios. Las politicas slobalizadoras logran consenso, en parte, porque excitan la imaginacién de millones de personas al prometer que los dos més dos que hasta ahora an cuatro puede les ha sucedido a quienes su saciones financie Las nuevas fronteras de la desigualdad separan cada vez més a quienes ‘son capaces de conectarse a redes supranacionales de quienes quedan arrinconados en sus reductos locales. ‘como dij, entre pocas naciones. Lo que se anuncia como globalizacién es- td generando, en la mayoria de los casos, interrelaciones regionales alian- z2s de empresarios, circuitos comunicacionales y consumidores delos pai ses europeos 0 los de América del Norte o los de una zona asiéica. No de inismo tiempo, imaginar cémo podris conjuntos linghistices con mayor niv cultural. | ‘No estoy identificando imaginario con falso. As{ como se establecis que las construcciohes imaginarias hacen posible la existenca de las socieda- des locales y nbcionales, también contribuyen a la arquitectura de la glo- Gobaizrnoso defender a idencdad: emo lie de esa opciin 33 Gril Ford no expresa sélo la cultura norteamericana, ni un film de Spielberg lo hace tnicamente respecto de Hollywood). Los converte eri eeiblemas de sn imaginario supranacionalyAun lo que persista de la cul- fra brasilefia 9 mexicana en una telenovela, de la francesa en un perfume, televisor, son integradas en relatos y précticas que po- ‘uiere decir que se tiene la potencia de inventar historias”. ‘Conia expansién global de los imaginarios se han incorporado a nues- {ro horizonte ealturas que sentiamos hasta hace pocas décadas ajenas-a ‘nuestra existencia, En Occidente, unos pocos comerciantes, artistas y rell- ¢ics0s, investigadores y aventureros se habfan interesado-hasta mediados Gel siglo XX por los modos de vida del lejano oriente. Ahora la India Ja~ ‘pon, Fong Kong Ios ejemplos podrian multiplicarse- se volvieron desti- de trabajo. Por 19 hablar de la expansi6n Europa, Estacios Unicos y América Latina, ni ¢2 otros intercambios que ‘cotidiana ~junto con artefactos japoneses o de Tai- lay mucho msg. expansi¢n hacia terrtorios antes ignorados. Lain- tcnsificacié de los intercambios, sobre todo cor: pafses de regiones veci- nas, replantes los estereotipas que tenfamos acerca de ellos. Entender Ja lobalizacién requiere, decfamos, explorar céino estin cambiando en ‘América Latina los imaginarios respecto de Europa y Estados Unidos. En verdad estin cambiando? Vamos a ir examinando qué relatos sobre los otros persisten (obstaculizando nuevas oportunidades de’integracin) y cudles nuevos se van formando en los intereambios migratorios, comercia- Jes y turstcos recientes. También habrd que ver cémo se modifica la ma 34 La plobaliaci imaginada snera de mira la integracin sila narran empresarios, cudadanes 0 indo= cramentados. : Tin la medida en que Uega ala globalizacén sigifice para la mayoria intereainbio con los otrs mas o menas cercanos, srve para re- rension que tenfamos de sus vidas. De ahi que ls fronteras ivan Inboratorios de lo global. Por eso buscarem 6 Jabal en las feonteras en ln multi entacidn de prblicos medistios. tanto, los estudios sobre migracio- iag interculturales estén llenos de sidad y memoria, Por tanto, las tensiones entre globalizacién ¢ interculturali economia, cierta parte de la sociologia y la comunicacién) y los que cons- {ruyen narraciones melodramélicas con las fisuras, las violencias y los do- interculturalidad (la antropol zadores, 0 su fracas0, 0 los nuevos de ficaciOn apurada del mundo, poco aos recientes algunos narrador diferencias locales y st ela preocupacion por ‘acontece cuando ambos movimientas coexisten | Globe iamnasodefende Is identdad: como slic de esta opeiin 35 _Lahipétesis es que las cifras de los censos migratorios, de la exculacién lanelaria de inversiones y las estadisticas del consumo adquieren mas ‘cuardo se eargan con las narrativas de la heterogeneidad. En las ras, reaparecen los sujelos. A la inversa, los relatos enunciados por Yocales dicen més si nos preguntamos cémo hablan, a través de los ‘jramas particclares, los grandes movimientos de la globalizacion y los ‘Giecursos colectivos que establecen las reglas actuales de la produccién y Jas modas del consumo. No es féciljuntar ambas petspectivas en esta épo- ‘en que cada ver se cree menos en la capacidad explicativa de un para~ igma. Pero al mismo tiempo es imposible entender convivencias frecuentes como exige nuestro mundo si compartimnent sociedades, como lo hizo el relativismo cultural que imaginaba sutosuficiente, :Qué relatos -ni simplemente épi ‘pueden dar cuenta de las recomposiciones que se van. te lo local y lo global?” de pablacién indigena, uno de los ps {importante en la historia y la cultura de este pais, y como frontera con “Amnética Central, Varios meses después se vio que entender lo que en el ‘movimiento zapatista habia de prolongacién de un largo pasado y de in- novacién politco-comunicacional requeriatrascender el paralelismo de la texplicacin econémica y la antropologica, sus maneras desvinculadas de contar lo que integra y lo que distingue o margina "No logramos deshacemos del asombro que generan estos hechos regre- sando a los relatos (econémicos 0 antropol6gicas) que dieron consistencia ¢ organizaciones sesgadas de los datos: es necesario mantener la sorpres yy admitir Ia muliplicidad de narraciones. es cuestion de escri- ‘mas compleja sino de elaborar explicaciones e ir ‘que lo globel “se estnci rocstructura para sc srevivir, y quizés obtener algunas ventajas, en los in~ {ercambios que se gtabalizan mnero de 1994 estall6 una subversién neozapatista en el | 36 Lain imagineda Por més que se quiera circunscribir las investigaciones tuna ciudad] o a los extranjeros radicados en un pais pat ‘momento eh que ~si uno trabaja en Occidente- tiene que hace izaciones sobre el desarrollo de Occidente los viejos supues- fla y la epistemologia occidentales permanecen como hip6- y las miradas que hablan de la inti- ‘Me parece que en esta tarea tene- eT aes MEMSar i ml BHEMSE z = i] ERs! Wee CHM THOM MESH /EmNree GHSMN BRU hee A HT7HOHH @_ BOS F ie ae We lil a me a WEEE a ‘Migrantes esperando la noche para cruzar la barda nstruida con planchas de acero que s2 usaron para pistas que separa a México de Estados Unidos, de aterrizaje en el desierto durante la Guerra del Golfo. U'DADO. BeELIGROY, AEA Tit PARRA. Tijuana a San Diego Capitulo 2 LAGLOBALIZACION: OBJETO CULTURAL, NO IDENTIFICADO yongamos ‘sobre su capa~ cas y cor juncién de cambios tecnol6gices y mercantiles s6lo adopta formas globales ‘cuando se establecen mercados planetarios d icaciones y del saparecer la Unis de este proc ies y comunicacionales. Por mi parte, entiendo mes para sostener, de acuerdo con la expresién de Japrimera generaci6n. ralizacién. La las navegaciones 46 La gltalinaciéa imaginads tes y comerciantes del siglo XIX y comienzos del XX fueron integrando ‘parte de lo que hay lamamos el mercaclo mundial. Pero la mayoria de los ‘mensajes y Bienes consumidos en cada pais se producian alli mismo, el tu- ‘ulto de informacin y objetos extemos que enriquecia Ia vida colidiana debia pasar por aduanas, someterse a leyes y controles que protegfan la walguiera que sea la comarca que mis palabras evo- icho un antropélogo o un periodista que contaban asus com- we sucedia lejos de ellos cuando las sociedades nacionales y ‘mas desde Ih primera mitad del siglo XX al engendrar organismos, empre- sas y movithientos cuya sede no esta exclusiva ni principalmente en una nnacién. Phillips, Ford y Peugeot abarcan varios paises y se mueven con bastante independencia respecto de los Estados y las poblaciones con los que se vinclan. No obstante, en este segundo movimiento las interconexio- nes llevan In marca de las naciones originarias. Las peliculas de Holly- ‘wood transinitieron al muundo la visién estadounidense de las guerras ya ‘vida cotidiana, las telenovelas mexicanas y brasilefas emocionaron a ita- Iianos, chinos y muchos otros con la manera en que las naciones produc- toras la cohesién y las rupturas familiares. La globalizacin se fue preparando en estos dos procesos previos a tra- -vés de una intensificacién de dependencias reciprocas (Beck, 1998), el cre- cimiento y la aceleracién de redes econémicas y culturales que operan en tuna escala mundial y sobre una base mundial. Sin embargo, fueron nece- sarios los satélites el desarrollo de sistemas de informacién, manufacts- ra y procesdmiento de bienes con recursos electrénicos, transporte aéreo, trenes de alta velocidad y servicios distribuides en todo el planeta para construir un mercado mundial donde el dinero, la produccién de bienes y mensajes, se desterritorialicen, las fronteras geogrificas se vuelvan porc- sas y las aduanas a menudo se tomen inoperantes. Ocurre entonces una interaccién més compleja e interdepencliente entre focos dispersos de pro- ‘duccién, circulacién y consumo (Castells, 1995; Ortiz, 1997; Singer, 1997). No quiero sugerie un determinismo tecnol6gico, sino sélo su papel facili tadot. En verdad, los nuevos flujos comunicacionales einformatizados en- nes de capit riales y financieros, a la desregulacion y la climinacién de restricciones y controles nacionales que sujetaban las tran- sacciones internacionales, También se requitié que los movimientos trans- fronterizos de las tecnologias, los bienes y las finanzas fueran acompalia- a qlobaliacién: objeto cultural noideniicado 47 cidn del espacio y el tiempo. listincién conceptual e hist6rica me parece convincente, sostener que toda apertura e integracin internacio- para todos. El agravamiento de problemas y conflicos (aminacién, violencia, narcotréfico-, cuando la liberaliza- ~éesempleo, cin global se subordina a intereses privados, lleva a pensar en la necesi- Gad de que la globalizacion sea politicamente conducida y que la disputa entre los grandes capitales sea regulada mediante integraciones regionales (Uni6n Europes, Mercosur) A esta altura se discute sila globalizacion es inevitable, yen que grado, e incluso si es deseable en todos los aspectos de Ja produccién, la circulacién y el consumo (Singer, 1997). "Eatas divergencias respecto del significado y el alcance de la globaliza- cin permiten extraer algunas conclusiones elementales pero con fuertes consecuencias te6ricas y metodolégicas: a) la globalizacién no es un para- sigma centfico, ni econdmico, en el sentido de que no cuenta con un obje- cliramente delimitado ni ofrece un conjunto coherente y con- nds que un orden social o un tinieo proceso, es resultado ranentos, en parte contraditorios, con resultados abiertos, la tercera fuente de ingresos externos en la economia mexicana y la prime- ra en la salvadorefta. Pero ademés se envian relatos de un pais a otro, s€ amplia el ho:izonte de cada cultura nacional y se construyen rituales com pparlidos que ablandan las fronteras. Casi suprimen la distancia, Una radio boliviana en Buenas Aires, ademés de transmitir melodias y noticias que ppropone ritos para encuentros imaginarios: “Nuestra po, la comunicacion ya no se produce “alrededor del fuego de la aldea si~ 56 Laplobalzacisn imapinada tista reprodujo el caballo en camisetas y post n rios aztecas y “los monitos de Disney”. Tambi de troyano a fin de que se los pusieran quienes deseaban lado del “monumento”, como alusién irénica a los regis- ‘que se hacen los turistas junto a los simbolos de la mexi- ‘grupos que intentan borrar la distancia sin olvidar su diferencia étnico-na- | quieren hacer solr0s ¥ nosotros con ellos”; se hace explicito el conflict, pero no se lo representa con imagenes nacionalistas sino con un simbolo muiltinacional Estos cuatro ejemplos representan modos actuales de reelaborar los en- laces y quiebres entre lo concreto y lo abstracto, lo inmediato y lo intercul- tural. La dificltad de denominar estos cambios y comunicarnos con 10s arlos con metéforas y ondenarlos con rituales! dlistintos modos de concebir la redistibu- uriendo entre lo propio y lo ajeno. Necesi- objetivo que nos sea posible obtener st jones deben nombs de contacto? Sugert al comien- tulo por qué unas tt ottas palabras desigrian con mayor per- tes procesos, cudles dejan fuera demasiadas novedades © tradiciones persistentes y cudles quedaron ancladas en otras 6pocas. Pero al mismo tiempo las narrativas y metiforas sugieren la coexistencia de épocas diferentes en las tensiones entre lo local y lo global, y vivencias con- \radictorias de los actores, cuya intensidad y polivalencia es dificil ence~ rar en conceptos. 2Bs el uso de metéforas un recurso deficiente, provisional, del pensa- miento social, apenas admisible mientras vamos configurando conceptos © 28 una necesidad para comprencer mejor cémo cémoactuar en Jos discursos duros sobre globalizacién conviene tomarlas en setio y como ‘ectirso nada iransitorio. Desborda ls abjetivos de este libro ocupazme del ral menos, que incorporo las uienes hablan de globalizacion no con la inten- ncia la precariedad de esos discursos sino porque metiforas empleadas cin de pone® ener 58 La loalzacidn imaginada en o que se dice sobre lo global se manifestan, de manera extrema, eterminaciones de lo social. Las operaciones metaf6ricas pueden das como alusiones a lo que no se deja alrapar por conceptos univ Jo que vivimos y esta en tensiGn eon lo que podrfamos vivir, entre lo es- tructurado y lo desestructarante. ‘azones andlogas, la narracin es mucho més que un recurso para cultura. Todo discurso socioeconémico puiede set lefdo como mos de interpulturalida diferente y 1o parecido, constr asunto arduo para las, licacién, metaforas, se verd que he tra- ‘metiforas como: fe importan los estudios ‘pensar y a la vez permite porque ayudan a tecrear esos urar nuevas lecturas ~desde el | i 1a gobaliacin: object no identifieado 59) set TRABAJO DE CAMPO SOBRE MEXICO EN EDIMBURGO ‘En esta acticulacién de lo objetivo y lo subjetivo no se trata sélo de la itividad de los informantes. Como se volvié frecuente en estudios cul- es y antropoldgicos, es itil que el iavestigador explicit en qué mes contexiuales e, incluso, con qué ubicacién personal o grupal, selec- ios dates y con.truye las preguntas, a fin de controlar en lo posible tino exii igido, como cxalquier mexicano, a preguntarse si habitar este pals Ser latinoamericano o norteamericano. Por ahora quiero 10 flro hecho queme hizo evicente la urgencia de renovar ‘iencias sociales para reflexionar sobre universos tan vastos y diversi- ‘cuando me deseubsr, en octubre de 1996, haciendo antro- ‘en México, que estudié en Francia y en los iltimos afios log sob ul ‘Nos hab‘ ‘América Latina en el mundo angloparlante con el ‘os con paises latinos de Europa, como Francia e Italia, que han aportado ringentes migratorios, y que tuvieron y tienen vigorosa in stro continente, gPor qué los intercambios académicos y las eanos se expanden més en Estados cionario de goen San Miguel de Allende, en el Distrito’ Federal y en otras ciudades. En {os intervalos de sus viajes de una mesa a otra, me iba relatando que habia estudiado ingenieria en Querétaro y que tuvo una beca para trabajar “en ‘cuestiones dlc biologfa marina” en Guaymas, pero prefiriéirse a Los Ange- los siguience a un amigo. “Me interesaba conocer a gente de otros paises ims que a los mismos de siempre.” También habfa vivido en San Francis- 0, Canada y Paris, y habfa ido combinando lo que escuch6 en esas socie- ‘ade heteregéneas con visiones propias sobre la multiculturalidad. Me dijo que en Los Angeles “son cosmopolitas, pero no tanto porque muchos ‘grupos sdlo se ven entre ellos. Se encuentran en los lugares de trabajo, Pe- | | i 60 La pbc magia ‘negros” afirmaba que “creen mu- ‘tan discriminados. Son fuertes ie nos pierde es que para hacer ‘porque nunca quieren per Los Angeles que le pregunté cuando entiendo algo y me do yy tepresentar cad: Chianti ‘Cuanda quise jo que su esposa er por much le gustabar los escoceses porque “no son cosmopolitas. Son gent dad que hal en esta ciudad de 400.000 habitantes”. ‘Al final fme dijo que querfa poner un restaurante mexicano de calidad, pero no le gustaban las tortillas que llegan a Edimburgo para venderse en Jos restaurantes fex-mex porque las traen de Dinamarca. (Me hizo recordar las fiestas ep Ja Embajada de México en Buenos Aires, cuando el 15 de sep- tembre, pata celebrar la inclependencia mexicana, se reinen los pacos mexi- ‘eanos que viven ahi con centenares de argentinos que estuvieron exiliados en México, y el embajador contrata al tinico grupo de mariachis que pue-- de conseguirse en Argentina, formado por paraguayos residentes en Bue- ‘mera preferencia va hacia los italianos. Esa inclinacién procede de que ese 1a globlinién: objet cultural no identlicado 61 a precario que se llama la comida argentina se formé con la enérg! nencis de migrantesitalianos, que se mezelaron con espaniles, j- 25 y gauchos para formar idad. Pertenecer a una ‘dentidad de fusidn, de desplazados, ayud6 a este filésofo convertido en anlropéloge a representar Ia identidad mexicana ante un mexicano casado fon tna €3c0cesa, que representaba la italianidad en un restaurante de Edimburg 'Sé que entre los millones de mexicanos residentes en Estados Unidos, , pueden encontrarse historias semejantes uiénes y cémo representan hoy la nacio- ls 4 terzitorio de la nacién. No era el lugar ddefinfa nuestras pertenencias en esa noche de Edim- bburgo. Tampoco la lengua ni la comida constituan marcas identitarias que yo inscribieran rigidamente en tna sola nacionalidad. El y yo habiamos repertorios habitos y pensamientos,signos heterogéneos ‘Fos permitian desempefiar roles diversos e incluso fue ‘Me pareciéevidente que ya no es posible entender estas paradojas con ‘una antropologia para la cual el objeto de estudio sean las culturas locales, tradicionales y estebles. Y que, por tanto el futuro de los antropélogos (¥ de ottos cientfcos sociales) depende de que reasumamos esa otra parte de Ia discipline que nos ha entrenado para examinar la alterdad y la intercul- tural elo local y lo global James Clifford escribe que deben ser las “culturas transiocales”, las media- nde se habita y ls itineraros: es preciso “repen- Bicos. qu algunos carabios te6ricos necesarios en las nociones habituales de cultura La cultura relefiida, Los cambios globalizadores han modificado la ma- era ultura, Ente los aos sesenta y ochenta de este siglo Ios e josemiéticos, y con ellos la antropologia, la sociologia y {fueron estableciendo que la cultura designaba los proce s0s de prodiccién, elreulacién y consumo de la significacién en la vida S0- 62. La globalizacin imaginada ), esa definicién -concebida para cada sociedad y con pre~ lidez universal~ no ineluye lo que constituye a cada cultu- vo que emerge al menos entre la asi, ser apreciada como un ve- Jos grupos es llevadia a cabo” relacién de dos grupos’. hiculo o medio por el Jave que uegaen fo cultural como mero suplemento clad. En pri- tants veces ‘urbanes y me- dlidticos. En segundo término, hoy es evidente que representamos ¢inai- tuimos en imagenes lo que a nuestra sociedad le sucede en relacin con otras, porque las relaciones teritoriales con lo propia estén habitadas por Jos vinculos con los que residen en otros teritorios, nos hablan y envian mensajes que Hejan de serajenos en Ia medida en que muchos de los nues- ld, muchos de ello legan hasta aqui. Esas formas de organi- imaginario que son las metéforas y narrativas tratan de orde- su dispersién| y su inconmesurabilidad mediante una delimitacién que La globlinacién: objec cultural no identfiendo 63 orden que hace posible el funcionamiento de Ia sociedad los actores que la abren a lo posible. hacitndase cargo de la cultura. Segiin comenzamos a ver los datos macrosociales muestran la globalizacién como ‘una etapa histérica configurada en la segunda etapa del siglo XX, en la cual la convergencia de procesos econémicos,financieras, comunicaciona- les y migratorios acentia la interdependencia entre vastos sectores de mu- chas socieciedes y genera nuevos flujos y estructuras de interconexién su- pranacion<| ‘Analicemos los tramos de esta definicién. Al caracterizar la globaliza~ fenémeno iniciado en la segunda mitad de! siglo XX, no olvido, las transformaciones ocurridas desde el comienzo del capi- xdemidad fueron prepar: riodo global. Pero tativas y cuantitativas en -vacién que quiero hacer es que la definicién no sélo sel {factozes més elaborados en las teorias de Ta globalizacién: inancisros y comunicacionales. Los:procesos globales ~y las {genes que los representan- se vienen constituyendo por la circulaci6n ‘mie fluida de capitaes, bienes y mensajes;pero también de personas que se ‘asladan entre paises y culturas como migrantes, turistas,ejecutivos, estu- diantes, profesionales, con frecuentes idas y vueltas, manteniendo vincu- 4s asiduos entre sociedades de origen y de itinerancia, que no eran posi- bles hasta riediados del siglo XX. Incorporar este aspecto a la teorfa de la slobalizacicn, como lo hacen varios antropélogos (Appadurai, Hannerz, Ortiz, entre otros) y algunos sociélogos (Beck, Gic asi dei ‘vez la libertad y la fatalidad de los mercados, pero con lara la economia al imposibilitarle dislogos consister iolgicas y antropol6gicas que se niegan a prescind ido se preguntan por el lugar donde se juegan la libertad y tos de capitales, bienes y mensajes, pienso en el desarraigo de las migran- 64 La globaliactn imginals te que no vive donde nacié. -de las personas que hacen, reproducen y padecen la glo- las que son excluidas de ella— vuelve posible encon- trar responsables de esos procest : evaporase ener ign juri tiltimos aftos. Pero el argumento ‘que més interesa es que la rea las personas y los grupos en la teorfa social permite concebir a la globalizacién de otras maneras La reorganizacién mundializada de las sociedades parece ser un proce- +0 irreversible y que deja pocas pé de lo global. En este sentido, la metafora de las hormigas que disuelven banderas es pertinente. Pero este realisimo econémico, politico y comuni- cacional no implica admitir con fatalismo el modo unidimensional en que vienen globalizdndonos los economistas y empresarios con la aceptacién complaciente o malhumorada de gran parte de los consumidores. Pensar Esto se insintia en la comparacién de los imaginarios de nifios jugan- do fitbol en la calle, de los bolivianos transtert : lar poder frente al fatalismo predominante de los economistas. Los consumidores pedemos expandir el lado activo de nuestros comportamientos hasta llegar a rein- ventar la majera de co dela lo- balizacién ing as tela ssp r | | \ La lobaiacin:abjcocukual no ientifcalo 65 cea revolucicnes, vanguardias politcas,artisticas y otros imaginarios trans- formadores. El problema del sentido (abierto) de la globalizacién hace en ‘su teorfa conjuntamente las cuestiones culturales y politicas. todas maneras,1o es por voluntarismo que incluyo lo imaginario en Ja definicién. de lo global. Mas bien, por rigor descriptivo. Por una parte, Ja definiciss: propuesta indica convergencia de prooesos empiricamente ob- seroables ~sconémicos, financieros, comunicacionales y migratorios- que ‘acentuaron la interdependencia a escala mundial. Al mismo tiempo, la in- tensificacisn de vinculos antiguos y la construccién de nuevos flujos y = tructuras de intercambios no coloca a todos los habitantes del planeia en consumen bienes y mensajes globalizados. i Benedict Andesson ‘ones “comunidades imaginadas" porque “aun Jos miem- .cidn mas pequéa no conocerdn jamés a la mayoria de sus ‘no los verdn ni oirdn siquiera hablar de ellos” (Andersory wdavia més pertinente llamar imaginada a la globalizaci6n. Recordaba Anderson en el mismo text la frase de Emest Renan segin a ‘unicaciones no se acompafiara con bros de todas las sociedades podemos llegar a conocer, ver y ofr alos otr0s, y con elolvido de quienes nunca podrén incorporarse a las redes globales. or eso, lo imaginario se impone como un componente de la globalizacién. La segregacién es el reverso “necesario” de las integraciones, y la desigual- dad limita las promesas de la comunicacién. —j

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