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La libertad de informaciónn, imprescindible para el desarrollo democrático

"Si yo tuviera que decidir entre un gobierno sin prensa y una prensa sin gobierno, no
vacilaría un instante en preferir lo segundo". Así se pronunció el tercer presidente de
Estados Unidos de América, Thomas Jefferson, hace más de doscientos años. Para
Jefferson la verdadera vida democrática dependía más de que los ciudadanos estuviesen
bien informados que de que el curso de la realidad estuviese guiado únicamente por los
políticos. Lo mismo pensó el decimosexto presidente Abraham Lincoln cuando afirmó:
“Que el público conozca los hechos y el país estará a salvo”. Para él sin un
conocimiento preciso de las opciones que estuviesen en juego y sobre todo sin una
transparencia comunicativa de las acciones de gobierno, el resultado desvirtuaría la
razón de ser del sistema democrático1.
De lo que hablaban ambos presidentes era de la libertad de información. Un
concepto avalado por la Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos. Una
parte de la Carta de Derechos del país que prohíbe que el Congreso haga ley alguna con
respecto a la adopción de una religión o que prohíba el libre ejercicio de la misma o que
coarte la libertad de palabra o de prensa; o el derecho del pueblo a reunirse
pacíficamente y a solicitar del Gobierno la reparación de agravios2 .
Lo cierto es que la libertad de informaciónn es un elemento imprescindible para
el desarrollo democrático. El Diccionario de la Real Academia Española se refiere a la
democracia como la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el
gobierno y como el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. Así,
para que el pueblo intervenga en la toma de decisiones es necesario que pueda acceder a
la información y que pueda hablar. Es decir, necesita hacer uso de la libertad de
información y de expresión.
Estas dos manifestaciones también están protegidas por la Constitución española
en su artículo 203 donde contiene, por un lado, el derecho de expresión y difusión de
cualquier modalidad de pensamiento mediante cualquier procedimiento, y, por otro, el
derecho a comunicar y recibir libremente información veraz por cualquier medio de
difusión.
Sin embargo, aún viviendo en una sociedad democrática muchas veces los
ciudadanos e incluso los medios de comunicación, a menudo conscientes de ello, ven
privado su derecho a la libertad de expresión privándoles de su dignidad.
Y es esta la situación que se plasma en la película de Michael Mann, “El
Dilema”. En ella vemos como Jefrrey Wigand, antiguo bioquímico de la tabacalera
Brown & Williamson se enfrenta a la decisión de hablar públicamente sobre las
artimañas de esta empresa al aumentar el grado de nicotina en sus cigarrillos para
aumentar la dependencia a este producto de sus consumidores. Y por otro lado, vemos
la autocensura que sufre la CBS, enfrentándose la línea editorial de este medio a sus
propios intereses financieros, ya que sus abogados temen una demanda millonaria pues
Wingand tiene un contrato de confidencialidad con la compañía tabacalera.
Wingand tiene miedo a hablar, recibe amenazas incluso de muerte dirigidas no
solo a él sino también a su propia familia. Vemos aquí un ejemplo real de lo que ocurre
en la sociedad democrática de hoy en día donde el verdadero poder es detentando por un
1
Laguna Platero, Antonio. Política y televisión: Las perversiones de la
democracia. Ámbitos. 2003.
2
Constitución de los Estados Unidos. Versión en español. Disponible
en Web: http://www.lexjuris.com/lexuscon.htm
3
Constitución Española. Disponible en Web:
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/constitucion.html
conjunto de empresas globales cuyo peso es incluso a veces más importante que el de
los gobiernos. A lo largo del filme podemos observar como el miedo se va apoderando
de este bioquímico, así en un primer fax que envía al periodista Lowell Bergman,
productor del programa de CBS 60 minutos, señala “No quiero, no puedo, no lo haré”,
su tensión aumenta cuando alguien acude a su casa por la noche. Sin embargo, su
actitud va a cambiar. Ayudado por el periodista va a enfrentarse al dilema moral que
sufre y va a decidirse a revelar lo que Bergman denomina “información vital que el
pueblo americano debería saber”. Pero, ¿por qué es tan importante que rompa el
contrato de confidencialidad que tiene firmado con la empresa y se decida a hablar?.
Antes de resolver esta cuestión, es necesario afirmar que tanto Bergman como
Wingand fueron valientes, algo imprescindible en la sociedad del momento en el que las
amenazas están a la orden del día y la autocensura es una realidad. Así, fue una decisión
certera que se decidiese a hablar a la prensa porque lo que hacía la tabacalera era abusar
de su propio poder. Este ciudadano tenía cobertura para enfrentarse a la falsedad que la
tabacalera estaba transmitiendo. Es cierto, que tenía un contrato de confidencialidad, sin
embargo, el contrato era inmoral, algo contra lo que la libertad de información pretende
luchar. En una sociedad democrática en la que uno de sus principales pilares es la
transparencia, es necesario que los ciudadanos sepan la verdad y, por ello, Wingand se
dedice a contarlo. Y al hacerlo acierta.
Por otro lado, vemos la actitud del medio de comunicación. Los abogados de
CBS se niegan a emitir la entrevista. A este punto llegan cuando sus ideas editoriales se
enfrentan a los intereses económicos, surgiendo aquí el dilema que en el filme aparece
bajo el título de Información vs Dinero. La CBS, sin embargo, opta por la segunda
opción, poniéndose en evidencia algo que uno de los protagonistas de la película señala:
“La prensa es solo libre para sus dueños”. En efecto, el medio de comunicación pierde
su integridad a favor del dinero. Algo que no ocurría antes cuando se hablaba de la
prensa como cuarto poder. La esencia de los medios está en su lucha contra el abuso de
poder. Sin embargo, estos nuevos grupos mediáticos han traicionado a los ciudadanos y
se han puesto de la lado de la lógica de mercado, respondiendo más a los intereses de
los grandes grupos, y de las grandes empresas como las tabacaleras, que a los de los
individuos. Esto ha provocado que se oculte información muy importante que los
ciudadanos deberían conocer.
Este es solo un caso recogido una película. Un caso que está basado en hechos
reales tal y como señala su director al principio del filme (basada en en el artículo "The
Man Who Knew Too Much", de Marie Brenner”. Es tan solo un capítulo de algo que
ocurre todos los días en diversos países con democracias incluso muy avanzadas, en las
que los gobiernos y los grandes grupos globales, que en muchas ocasiones se sitúan por
encima, dominan a los individuos y no a sus sus ordenamientos jurídicos. Así, en el
caso de la Consitución de Estado Unidos no respetan el principio de “Nosotros, el
pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer la
justicia, garantizar la tranquilidad nacional, tender a la defensa común, fomentar el
bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra
posterioridad, por la presente promulgamos y establecemos esta Constitución para los
Estados Unidos de América”. Y sustituyen éste Nosotros, el pueblo por la lógica
mercantil.
Por tanto, es necesario defender la libertad de información en el sistema
democrático porque tal y como señala Hesse la democracia es cuestión de ciudadanos
informados, mayores de edad y no de masas ignorantes y apáticas, conducidas sólo por
afectos e impulsos irracionales, tenidas en la oscuridad sobre su propio destino por sus
bien o malintencionados gobernantes 4.
Así, y tal y como señala Ramonet hay que recuperar el cuarto poder que ha
desaparecido. Un cuarto poder que era gracias al sentido cívico de los medios de
comunicación y al coraje de valientes periodistas, aquel del que disponían los
ciudadanos para criticar, rechazar y enfrentar democráticamente decisiones ilegales que
pudieran ser inicuas, injustas e incluso criminales contra personas inocentes. Era, “como
se ha dicho a menudo, la voz de los sin-voz”5 pero desapareció con la globalización .
Por ello, es necesario volver a recuperarlo para defender los derechos de los
ciudadanos y el desarrollo democrático de la sociedad, porque el pueblo tiene que tener
voz. Una voz que debe sustituirse por la lógica mercantil.

4
Solozabal Echevarría, Juan José. Aspectos constitucionales de la
libertad de expresión y el derecho a la información. Revista de
Derecho 1988. Disponible en web: http://74.125.155.132/scholar?
q=cache:Nkbl5TXRAFcJ:scholar.google.com/
+hesse+solo+cuando+el+ciudadano+se+&hl=es&as_sdt=2000
5
Ramonet, Ignacio. El cuarto poder. Disponible en web:
http://www.mariomorales.info/?q=node/8.

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