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Iv. | EL PAPEL DE HITLER EN LA SOLUCION FINAL ‘Me justarla dar las gracias al Levertulme Trust ‘por su apoyo en la preparacién de este ensayo. i La mentalidad de Hitler:ila «eliminaciémy de los judios como salvacién de Alemania Las primeras y ‘iltimas declaraciones politicas de Hitler We las que se tiene constancia estuvieron relacionadas con la Cuestién Judia. En una carta escrita en un momento tan temprano como septiem- bre de 1919, utilizando Ja terminologia biolégica que frecuente- mente desplegaria, declaré que las actividades de los judios producfan ‘una tuberculosis racial en las nacioness. Afirm6 categoricamente que los judfos eran una raza, no tina religién. El antisemitism como movimiento politico, declar6, deberia basarse en la «raz6nv, no en la emocién, y deberia conducir a la eliminacién sistemitica de los derechos de los judios. Sin embargo, conclufa, el sobjetivo finale, que sélo podia alcanzarse con un gobierno de efortaleza nacional» tenfa que ser la «eliminacin completa de los judiose.1 " BberhardJickel y Axel Kuhn, eds, Hider Siliche Aufsichnugen, 1905-1924, ‘Seutigat, Deutsch Verlags-Anstalt, 1980, pp. 88-90; traducci6n al inglés de Jeremy Wo asf ir it mane Sle ia {ln su Testamento Poltico, dictado en visperas de su suicidio,con €1 Bjército Rojo en las puertas, Hitler declaré: «No me queda la menor duda de que si las naciones de Europa fueran de nuevo consideradas como meros bloques de acciones, quedando en ‘manos del dinero internacional y los conspiradores financieros, entonces también esa raza, que es la verdadera culpable de este conflicto asesino, volveria a ser a responsable: la “juderia"! También quiero que nadie tenga la menor duda de que esta vez millones de nifios de los pueblos arios de Europa no morirfan de hambre, millones de hombres adultos no suftirian la muerte, y cientos de miles de mujeres y nifios no moritian quemados y bombardeados en las ciudades; sin que el verdadero culpable hubiese expiado su culpa, aun por medios més humanos».? Casi veintiséis afios separan ambas declaraciones. En ningiin aso eran teucos propagandistidos. No hayiduda de que represen- tan creencias bisicas feryientenjente arraigadas. En su miiclco esta~ ba el vineulo entre la guerra y Jos judios que existia en la menta- Jidgd de Hitler,del principio al fin de su «carrera» politica. En un. terrible pasaje delMein Kampf; Hitler expresaba su creencia de que ¢elistctificiojde millones de hombres en el. frente» no habria sido necesaria'si ydoce ovquince mil de estos,jadios corruptores del pueblo hubiesen sido. cael a los gases t6xicos,? No era una i ' Noakes y Groficy Pridham, eds, Nexigm, 1919-1945. Documentary Reade, vl. 1, Univetsity of eter Press, Exeter, 1983, pp. 12-14. Wernet Miser, ed; Hills Brg sind Notizen. Sein Well in handsciflichen Dohumenten, Dros Veriag, Disseldor 1973, pp. 360-36; raducido al ingles en Nast Conspiracy and Aggresion, ditado por la Ofie ofthe United States Chief of Counsel for Prosecution of Axis Criininalcy, US Government Printin Office, Washington, 1946-1948, vol. 6, p. 260. 2 Adolf Hider, Mein Kempf, Munich, Zentaverlag der NSDAR, 876-888, redicién, 1943, p. 772:traducio al inglés como Hitlers Mein Kempf. con una inroduecin de D.CWaee, Radias Books, Londres, 1972, p.620.[Mi lucha varias ediciones en espaol, a mis reciente de Asociaci6n Cultral Editorial Ojeda, Barcelona; 2004] iter y fa Solucién Final 157 prescripcién para acciones futuras. Pero esa idea nunca lo aban- doné. Los escritos y discursos de Hitler ilustran la sorprendente con- timuidad de un pequeiio niimero de ideas bisicase inaleerables que se convirtieron en su fuerza impulsora interna. Independientemente de las peculiaridades de su politica oportunista y de los ajustes propagandisticos que fireron haciéndose necesarios a lo largo de Jos aiios, estas ideas fueron una constante desde su entrada en el mundo de la politica hasta su muerte en el banker. Rara vez nos encontramos con un politico que durante un periodo de tiempo tan prolongado se aferre con esa tenacidad a un cuerpo central de ideas. Y por repulsivas que fuesen, y por irracional que fuera su base, constituyeron un argumento circular y retroalimentado, impenetrable a la critica racional, algo que podemos denominar sin lugar a dudas una Weltanschauung, 0 ideologia.* Esta estaba completamente formada en 1925.En realidad constaba solamen- te de tres elementos, siendo cada uno de ellos un objetivo a largo plazo mas que una meta politica pragmitica de tipo medio, y descansaba en su totalidad sobre la premisa de la existencia huma- na como un combate racial: 1. Asegurar la hegemonia de Alemania en Europa. 2, La consecucién de un «espacio vital» (Lebensraum) que gatantizara la base material para el futuro a largo plazo de Alemania 3. La eliminacién de los judios. Todo ello equivalia a una visin de la salvacién de Alemania, del faturo glorioso que le aguardaba.Y sélo podia conseguirse, * “Wéase Boerhard Jckel, Hides Weltnschasun, Extwu ciner Herechaf§* edicion, Seutgatt, Deutiche Velag-Ansyalt, 1991 1 tema Sai ne | declaré repetidamente Hitler, mediante um liderargo heroico que, en 1924, emper6 a ver representado por su propia persona. Las tres tendencias dela visi6n, ademis, podian hacerse realidad de un solo plumazo con la destruccién de la Unién Soviética y con la erradicaci6n del ebolchevismo judio». La guerra en el Este que acabaria iniciindose en junio de 1941 era, por lo tanto, un ele- ‘mento intrinseco de esta visibn. La Wiltanschauung, sin embargo, era en st misma la racionaliza~ cién de un sentimiento més profundo ¢ intenso de Hitler: una ardiente sed de venganza contra aquellos que habfan destruido todo lo que él consideraba vilido. La guerra de 1914-1918, en la que experiment6 personalmente la inmensa carniceria como sol- dado comprometido y valiente, fanitico de la causa alemana, le habia proporcionad un objetivo por primera vez en su vida. En tuna de las escasas cartas que escribié desde el frente, en 1915, hablaha dellenorme sagriicio|en forma de vidas humanas nece sario para crear una patria en la posguerra que seria «mis pura y limpia de toda iniluencia ajenas.> Asi vefa aquellacolosal carnice- rfa:no en términos de sufrimiento humano, sino como algo que ‘merecia la pena para la creacién de una Alemania mejor. Fue por esto por lo que la noticia, intsperada tanto para él como para tantos otros, deila capitulacién alemana en noviembre de 1918, que le legé estando hospitaliztdo en Pasewalk, Pomerania, ecu- perindose de'una intoxicaciéni por gas mostaza, le result6 tan tremendamente traumitica. Habia identificado plenamente su destino personal con el del Reich alemén, La intensa sensacién las ‘Srdenes relacionadas con los temas mis sensibles.!° Hasta ladécada de 1970, se dio en general por sentado que la Solucién Final se puso en funcionamiento a partir de una ‘ini- ca orden directa de Hitler. El supuesto partia de una perspectiva del Tercer Reich centrado en él, que ponia un fuerte énfasis en Ja voluntad, las intenciones y las directivas politicas del dictador. Esto iba con frecuencia de la mano de la reivindicacién, tal y como aparece expresada en el influyente libro de Lucy Dawidowicz, de que Hitler habfa seguido un edisefio grandioso» o un eprograma de aniquilacién» cuyo origen se remontaba a la experiencia trau~ miatica que vivi6 al final de la Primera Guerra Mundial, y de que, aun a pesar de los ocasionales ajustes ticticos, la implementacién del plan simplémentovesperd|a que surgiera una oportunidad, como la que aparecié en 1941."" Gerald Fleming, ino de los pri- meros historiadores que investigé sisteméticamente las evidencias de la implicacién de Hitler en la puesta en marcha de la Solucién Final, coincidié en ver cun plhin estratégico» para hacer realidad el objetivo de Hitler, que se remontarfa a su experiencia en la revolucién alemana de 1918.'? Los priméros bidgrafos de Hitler siguieron una linea similar. Rudolph Binion offecié una expli- "© Véase Leni Yahi, Some Remaths about Hitler’ Impact on the Nazi Jewish Policy, Yad Vshem Swe, n° 23, 1993, pp. 282-236, © Lucy Dawidowice, The War against the Jews, 1933-1945, Penguien, Harmondsworth, 1977, pp. 193-208. Gerald Fleming, Miler und die Endlssung. Es it der Flues Wisco, Limes Verlag, Wiesbaden/Minich 1982, pp. 13-27; edicién en inglés: Hitler and the Final Solution, University of California Press, Berkeley, 1994, edicin en rstica, pp. 1-16. ° Alan Bullock, Hider A Study in Tyranny, Pengien, Harmondsworth, 1962, pp. 702-708 [Hitler estudio de una tani, Gialbo, Barcelona, 1972): Joachim C, Fest, Hier Eine Begraphic, Ute, Frankfurt/Berlin/ Viena, 1972, vo. 2, p. 930 [Hitr, Hitler y' i Solucién Final «168 cacién epsicohistéricas de este objetivo patol6gico, viendo la entrada de Hitler en el mundo de la politicaicon el objetivo de matar 2 los judios como la venganza por la derrota de Alemania, asociindolo subliminalmente con la muerte de su madre en 1907, después de ser tratada por un médico judio." En la década de 1970 fae poco a poco ganando terreno una reacci6n a esta pronunciada concentracién de la luz del foco en Hitler. Fue entonces cuando tomé forma otro enfoque interpreta- tivo del'Tercer Reich,lo que acab6 conociéndose como el enfoque sestructuralistay,o «fizncionalistay, a diferencia del sintencionalista. Lo que se subrayaba aqui, mis que la direccién politica personal de Hitler, era la fragmentacién de la forma de hacer politica en un sistema de gobierno epolicritico», con lineas de administraci6n con- fusas y caéticas, liderado por un «dictador débile!®a quien lo que ‘mis le preocupaba era la propaganda y mantener su prestigio. En relacion con la politica antijudia, los enfoques eestrucruralistas» se alejaban del papel del individuo —sin poner en duida ni el antise- mitismo paranoico de Hitler, indispensable para la salvaje persecu- cién que desembocé en el genocidio, ni su responsabilidad moral— para fijar su atencién en las «estructuras» de gobierno del Tercer Reich y las efunciones> de los organismos competentes que se afi naron por marcar epautasy para la accién, odiosas, pero vagamente cexpresadas. En un articulo esencial publicado en 1977, que inicié tun debate que ha seguido resonando desde entonces, Martin Broszat defendié que Hitler no habia dado ninguna eorden exhaustiva de exterminio generals, sino que habjan sido los problemas en la apli- uorial Planeta, Barcelona, 2005];John Toland, def Hitler, Doubleday, Nueva York, 1976, pp. 88-89 [Adolf Hitler, Empresa Editorial Cosmos, Made, 1977. “Rudolph Binion, Hitler emong she Germans, Elsevier, Nueva York/ ‘Oxford/Amsterdam, 1976, pp. 1-35. 'S Para exe término véate Hans Momsen, Beantetum in Driten Rech, Deutsche ‘erlage-Antalt, Stutgat, 1966, p. 98, not 26. 166 Hitt, tos alemahesy Ya Solicién Final | catién de'los planes de deportacién, surgidos a partir del inespera- do fracaso en el intento de dertotar ripidamente a la|Uni6n Soviética en el verano y el otofio de 1941, lo que levé a los'sitrapas nazis de los territorios ocupados del este a empezar a tomar la iniciativa de ‘matar a los judios de sus regiones. La matanza fue sancionada retros- pectivamente desde arriba, pero slo de forma gradual, en 1942,y acabé:convirtiéndose en un programa de exterminio exhaustivo. En consecuencia, no existié un plan a largo plazo para la aniquila- En el funeral de éste,celebrado el 9 de junio, Himmler explicé a los lideres de las SS que tendiian completada la «migracién» (Volkenvandenung) de los judios en cuestién de un aio. Tal es el momento, deduce Brayard, vinculando los anuncios de Himmler con los conocidos comentarios draconiatios sobre los judios que Hitler realiz6 en torno a esta época, en que se inicié la Solucion Final, entendiéndose como tal el programa para la completa y veloz erradicacién de todos los judios de Europa. Parece quizi mis plausible; sin embargo, considerarlo como el iltimo paso en Ja escalada para establecer un programa extensivo de matanzas para toda Europa. El magistral estudio de Peter Longerich sobre las «politicas de aniquilacién» ya habia establecido, de hecho —algo que actualmente: esti ampliamente aceptado, también por Brayard—, que el programa exhaustivo de'exterminio de los judas de Europa se desarroll6, entre el verano de 1941 y el verano de 1942, como un proceso en escalada y con diversos impulsos de ace- leracién.” En marzo y abril de 1942, tal y como Longerich demuestra, ya sp estaban elabprando planes para deportar a los Judios del oeste de Europa hacia el este,y para extender la matan- 22 en Polonialy Europa Central, Probablemente, el asesinato de Heydrich proporcioné el impetu necesario para acabar de unir Jos hilos. Parece seguro, teniendo en cuenta las evidencias fragmentadas ¥ poco satisfactorias de que disponemos, que todos los intentos de establecer un momento preciso en el que Hitler decidié poner 3 Florent Bayard, Lawson nae dele question juve, La telnige le temps et les adores de a dison, Fay, Pacis, 2004. ‘Bradley ESmith y Agnes F Peterson, eds, Henrich Himmler Geheimreden 1933 bis 1945, Propylaén Verlag, Frankfare, Berlin, Viena, 1974, p 159, » Longerich, op at, pp. 579-584 | | Prliprenr=g ‘en marcha la Solucién Final tropezarin con jobjeciones.Y, natu- ralmente, en gran parte depende de lo que pueda entenderse como tuna orden del Fihrer. Fue una directiva precisa y clara, simple- ‘mente una eluz verde» o un egesto de asentimientos? La interpre tacién descansa ademas sobre el dilema de sila decisi6n de empren- der la Solucién Final se considera como un proceso continuo, con ajustes y fasés de aceleracién a lo largo de un periodo de aproximadamente un afio, o ise busca un momento en el que un salto cualitativo concreto puedle considerarse como conformador de la decision. 'Y aun asi, los relatos estructuralistas o funcionalistas en los que el papel de Hitler queda minimizado o marginado tampoco resul- tan satisfactorios. El énfasis que pone Aly, por ejemplo, en los bloqueos de los planes nazis para la transferencia de poblacién y el reasentamiento de alemanes y la radicalizacién de la politica antijudfa, aun siendo vilido, no explica por qué cl fracaso de los planes de deportacién condujo al genocidio ‘inicamente de los judios.** Esto leva de nuevo directamente hasta el papel de la ideologia, a menudo infravalorado en los relatos estructuralistas. ‘Basindose en una antigua tradicién antisemita, los judios ocupaban tun lugar singular en la demonologfa nazi y en los planes de «lim- pieza» racial. Los judos habfan sido el enemigo ideol6gico nime- ro uno de los nazis desde el principio, y su tratamiento asesino en 1941 fue la continuacién, no sélo de muchos afios de persecucién vertiginosa, sino también de repetidas declaraciones por parte de eres nazis, destacando entre ellos el mismo Hitler, abogando por su teliminacién», De modo que con ello volvemos a Hitler y a su papel en la operatividad del sistema de gobierno nazi. 2 Ve Ulich Heber, Nitti Vmichtingpoiti 1939-1945. Neve Forchingen und Kontoversen, Fischer, Frankfurt, 1998, p. 27: edicin en inglés, [National Secialist Extermination Policies. Contemporary Perspectives and Controversies, Berghahn Bools, Nueva York/ Oxford, 2000. 118) Hitler, tos olemaints y ta S Parece imposible aislar una tinica orden concteta del Pihrer que diera inicio a Ja Soluciéni Final en una politica de extermi- nio que se perfil6 en un proceso de radicalizaciénique se prolon- 6 alo largo de un periado aproximado de un afio. Por otto lado, todo indica que el programa de exterminio no se desarrollé sin que Hitler jugara un papel decisivo. Para reconciliar estas dos aseveraciones, deberiamos buscar tanto una serie de autorizaciones secretas para los pasos concretos de la radicalizaci6n, que slo pueden deducirse a través de evidencias indirectas 0 secundarias, como diversas sefiales piblicas, 0 «seméforos verdes», para entrat en accién. Deberfamos asimismo reconocer que Hitler fe el por- tavoz supremo.y radical de un imperativo ideolégico que,en 1941, se habia convertido en prioridad para sla totalidad> del aparato del régimen. Dentra de este amnbito de trabajo, tenemos ahora que considerar de qué modo Hitler fie dando forma al camino hacia el-genocidio. ~ | La dialéctica de la radical antijudia antes de la guerta acién en la politica nazi Con el ascenso de Hitler al poder el 30 de enero de 1933, el control de los instrumentos dé un sistema de Estado moderno y sofisticado pai6 a manos de una élite protogenocida, respaldada por un enorme movimiento'de masas —el partido nazi y sus variopintas suborganizaciones—, unido por la visién ut6pica de la salvacién nacional alcanzable a través de la limpieza racial, en el coraz6n de la cual estaba la «eliminacién» de los judios. La visién, tanto en sus aspectos «positivos» (la creacién de una «comunidad del pueblo» unificada;la reconstruccién del orgullo, la grandeza y Ja prosperidad nacional) como en sus elementos «negativos» (la destruccién, no s6lo la derrota, de los oponentes politicos; a «eli~ minacién» de aquellos cuya debilidad fisica o mental o minusvalia sue Solucién Final 179 se considerase como una amenaza para la salud y la fortaleza de la poblaci6n; la exclusién de los judfos de la vida piblica y su climinacién fisica de Alemania), estaba personificada por la figura del lider. La Weltanschauung de Hitler —un conjunto de objetivos visionarios mis que de objetivos politicos concretos— sirvi6, por Jo tanto, para integrar las fierzas centrifiagas del movimiento naz para movilizar a los activistas y para legitimar iniciativas politicas Ievadas a cabo para obedecer su voluntad expresada o impli- cita, La laxitud de los imperativos ideolégicos animé de muy diversas maneras a os funcionarios del régimen a «trabajar para el Fihrer»,” es decir, a contribuir al logro de los objetivos visionarios {que Hitler representaba, Entre éstos, la veliminaciéne de los judios era una meta tangible, en la que la fijacién patol6gica de Hitler coincidia con la convic¢ién principal de la élite gobernante nazi y fomentaba ademis el antisemitismo generalizado y a menudo amargo de las bases del partida, un hervidera de odio en el que se vertié un brebaje venenoso de quejas socioeconémicas, rabia y resentimiento.Y entre la élite antisemita que gobernaba el Esta do alemin, nadie adopté una postura més radical que Hitler res- pecto a la seliminacién» de los judios. En innumerables discursos oftecidos a lo largo de la década de 1920 habia exigido que los jjudios,a quienes asociaba a menudo con alimaiias o bacilos,fueran «eliminados», equiparando a veces su eliminacién con la de un parisito © un germen que s¢ extirpa para conservar un Srgano sano. Esta imagineria implicaba que la «eliminaciéns significaba destruccién o eaniquilaciéne (Vernichtung),un término que Hitler utiliz6 en sus similes bacteriolégicos. Se trata de un lenguaje que no sélo es extremo, sino que apunta ademas hacia una mentalidad proto genocida, El hombre con esta mentalidad era quien estaba ® Var, para este concepto, fan Kershavt, Hier, 1889-1936, Hubris, Pengui, Londses, 1998, pp. 529-531. [Hille 1889-1936, Ediciones Peninsula, Barcelona, 2007) 190) Hitler los ademas y ta Slatin Final ahora al frente del Estado alemén. E innumerables alemanes tra~ taban en todo momento de hacer realidad lo que interpretaban como sus deseos. Hitler fue un politico lo bastante astuto como para saber cuin- do rebajar el tono de su violento antisemitismo. A principios de la década de 1930, cuando el partido nazi explot6 las condiciones de la depresign econ6mica y del colapso politico para ascender hacia el poder, sus discursos empezaron-a centrarse menos en el antisemitismo. Sabia que el NSDAP nunca saldria victorioso de las gigantescas reuniones electorales utilizando tinicamente ataques verbales contra los judios. De modo que Hitler se adapt a las circunstancias. Sus convicciones intimas —sobre todo el lugar central que ocupaba la celiminaciéne de los judios en su visién ideolégica—, sin embargo, no se habian alterado ni una pizca. Una vez en el poder, Hitler sabia que debia mantenerse ticticamente alerta, sobre'todo con rgspecto alas presiones internacionales sobre Ja economia aun débil de Alemania y su fiigil posicién militar, ara seguir adelante con sus medidas contra los judios, medidas ‘que deseaba petsonalmente,y que el movimiento nazi estaba exi- giendo. Cuando era necesario, podia y mantenfa a raya a los radi- cales del partido. En otras ocasiones, le resultaba atil desatar su violencia contenida contra los judios. Esto produjo un caracteris- tico proceso de radicalizacién a lo largo de la década de 1930: de acuerdo con los deseos expresados 0 supuestos de Hitler, los radi- cales del partido recibfan una «luz verde» para intensificar las medi- das:contra Jos judios; la presién para entrar en accién iba gene- rindose desde abajo, y Hitler, manteniéndose distanciado, la aprobaba; cuando, por razones domésticas o externas, las formas violentas de persecuci6n se volvian contraproducentes, Hitler intervenfa para canalizar los ataques en forma de una legislacién antijudia tremendamente discriminatoria, aplacando en.cada fase a los radicales y progresando en la radicalizaci6n de las medidas adoptadas. Existia, por lo tanto, una «dialéctica» continua entre Ir oS Fisal 181 acciones ssalvajese desde abajo y discriminacign orquestada desde arriba. Cada fase de radicalizacién era més intensa que la que la precedia. De esta manera, la inercia no se desvanecia nunca. Cuando se considera el papel que Hitler desempeiié en el surgimiento de la Solucién Final, merece laipena tener presen- te también el que jugé en la Cuestién Judia antes de la guerra. Es evidente que los pasos decisivos que se dieron entre 1933 y 1939 cen la cada ver mis radical persecucién de los judtos fueron toma- dos con su aprobacién y autorizacién, incluso en los casos en que, por motivos ticticos, se mantuvo piiblicamente distanciado 0 escondiendo la naturaleza de sus intervenciones. El modelo habi- tual consistia en dar a conocer qué favorecia la acci6n (invariable mente indicado a través de virulentas declaraciones péblicas) y en dar su aprobacién verbal a las medidas mis radicales mediante discusiones confidenciales y poco detalladas. Hitler estuvo impli- «ado, sin lugar a dudas, cuando tuvieron que tomarse las decisio~ nes de mayor importancia (con respecto, por ejemplo, al boicot de 1933, las Leyes de Néiremberg de-1935 y el pogromo de 1938). Los cambios de politica mis relevantes exigieron su aprobacién. Resulta dificil imaginarse que no fuera ast durante los meses de 1941-1942 en los que el exterminio de los judfos empezé a con- figurarse como una opcién politica concreta. Cuando el expansionismo alemén condujo hacia una fuerte tensi6n en los asuntos de politica exterior y la amenaza de guerra fue aproximindose, Hitler empez6 a explayarse en las consecuen- cias para los judios. Su obsesién por lo que consideraba culpa de los judios —el inmenso pero inétil esacrificio de sangre» de ‘Alemania durante la guerra de 1914-1918, y la calamitosa derro~ ta y revolucién que la habian seguido—, nunca le abandoné. Culpaba ya a los ajudios belicistas» de Gran Bretaiia y Estados Unidos, asi como a la perniciosa sbolchevique judia» Unién Soviética, de cualquier nueva conflagtacién que pudiera produ- cirse.Y el crecimiento y la propagacién de Alemania significaba 282 ey enon a Sati Pia ahora que las ideas de «eliminacién» de los judios ya no quedaban confinadas tinicamente al Reich. «Los judios deben salir de Ale~ mania, si, fuera de toda Europa», le dijo a Goebbels a fines de noviembre de 1937. «Eso llevar atin algin tiempo, pero deberi pasar y acabaré pasando». En el clima antijudio que reinaba en Alemania por la época en Ja que se-produjo el pogromo de la Reichkristallnacht del 9 y 10 de noviembre de 1938 —un clima mis amenazador que nunca—, Jos «signos de una mentalidad genocida» eran claramente eviden- tes en la direccién nazi. Las amenazas a la existencia de los judios estaban especificamente vinculadas al estallido de una nueva gue~ rra."' El mismo Hitler seguia conectindolo con la venganza por Jo sucedido en 1918, Dirigiéndose al ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Frantisek Chvalkovsky, el 21 de enero de 1939, declaré: «Los judios serin destruidos. Los judios no provocaron el 9 de noviembre de 1948 a caimbio de nada. Esta fecha ser ‘vengada»."? Naturalmente, no estaba anunciando a un diplomati- co extranjero un plan o un progfama de exterminio preconcebi- do. Pero se trataba de sentimientos que no eran simple retérica o propaganda. Detris de ellos habia mucha sustancia. En su largo discurso en el Reichstag del 30 de enero de 1939, en ‘su mayor parte una desafiante diattiba contra los que describia como belicistas occidentales inspirados por los judios, declaré Hitler: En el transcurso de mi vida he sido muy a menudo profeta, y nor malmente he sido ridiculizado por ello [...]. Hoy seré profeta una “© Elke Frich, cd. Die Taebcher von Joseph Goebel, Sar, Manich, 1993, Par- te lyvol 4p. 429. 1 Véase Tan Kershaw, Hite, 1936-1945. Nemesis, Penguin, Londres, 2000, pp. 129-153. [Hitler 1936-1945, Ediciones Peninsula, Barcelona, 2007) © Aten zur Deutschen Auswirtigen Polit, 1918-1945 Nandenhoeck & Ruprecht, Gouingen, 1971, Serie D, vo. IV, p. 170, doc. 158, Hitter yta Solucién Final 183 ‘ver mis: si los financieros judios internacionales| de dentro y fuera de Europa, lograran triunfar arrastrando de nuevo a las naciones a ‘una guerra mundial, el resultado no serd la cbolchevizaciéne del mundo, y por consiguiente la victoria de los judios, jsino la aniqui- lacién de la raza judfa en toda Europal® No fite ésta la decisin de avanzar hacia «[la] misi6n irrever- sible», un anuncio previo al de la Solucién Final." Ni fue un simple egesto retérico concebido para poner presién sobre la comunidad internacionals.** El discurso, aunque sin inaugurar un programa de exterminio que s6lo se materializaria tres afios des~ pués, puede no obstante considerarse como clave en cuanto al papel que jugé Hitler en la Solucién Final. La frecuencia de la repeticién de la eprofectas (que, significativamente, feché a menu- do erréneamente el 1 de septiembre de 1939, el dia en que empe- 26 la guerra), y en coyunturas decisivas del despliegne del geno- cidio, demuestra hasta qué punto estaba grabada en su cabeza. Entre 1941 y 1945, en los afios en que la Solucién Final afecté a los judios de Europa, Hitler se refirid tanto en pablico como en privado, y en mis de una docena de ocasiones, a su «profecia» de 1939. En estos afios, ningtin lider nazi pudo ignorar la «profeciae que el Fihrer habia hecho respecto a los judios. Joseph Goebbels, Hans Frank y Alffed Rosenberg estaban entre los subordinados {que aludieron a la misma en distintas ocasiones. También el pébli- co aleman escuch6 a Hitler hablar abiertamente de ella en desta- cados discursos a la naci6n, en un mfnimo de cuatro ocasiones, Max Domarus ed. Hitler Redon und Protlamatonen 1932-1945, R. Lov “Wiesbaden, 1973, vol. 3, ps 1058; taducido al inglés en Jeremy Noskes y Geofiey Pridham, eds, Naxin, 1919-1945. Deommenary Reader, vo. 3, Exeter Univesey Pres, Exeter, 1988, p. 1049, Davwdowicz, War Again he Jeu, op tp. 206. “Hans Momsen, sider’ Reichstag Speech of 30 Janoary 1939s, Histor anid ‘Memory. n® 9, 1997, pp. 150-151 1h eo enn Sn nd s6lo en 1942, en el mismo rhomento en que las espeluznantes operaciones en los campos dé la muerte de Polonia avanzaban a toda maquina. Su repeticién servia también a un propésito mis amplio. Sin necesidad de tener que utilizar un lenguaje explicito, la sprofecias, més alld de su efecto propagandistico para condicio- nar a la poblacién en contra de la compasién humanitaria hacia los judias, sefial6 cambios ent la escalada de la violencia, actud como acicate para la accién fadical transmitiendo el «deseo del Fihrers, e indicé a los chombres de confianza» el conocimiento ¥ la aprobacién del genocidio,por parte de ése. La profecia de Hitler y la implementacin de la Solucién Figal Hitler regres6 a su sprofecite el 30 de encro de 1941, cuando su guerra contra el gran enemigo ¢judio-bolchevique» iba adqui- riendo forma concreta en su|cabeza. Et las semanas previas al discurso, habia acordado con Heydrich désarrollar un nuevo plan para deportar a los judios de la esfera de.dominio alemana, que sustituyese al fagaz y ya difunto proyecto de deportatlos a Madagascar: La direccién de las SS ya habia divulgado la idea de deportar a los juidios europeos a la Conquistada Unién Soviética tuna vez finalizada la guerra, que se anticipaba como una ripida victoria sobre el bolchevismo.{ La repetici6n de la «profecia» en esta coyuitura, pues, five un indicio velado de que la hora de la verdad en lo referente a los judios estaba muy cerca Cuando la «profecfa» de Hitler vuelve a aparecer en los archi- vos, en verano, el genocidio se habia ya disparado en la Unién Soviética. La masacte, de entrada limitada bisicamente a hombres “Aly, Endlssng, op ct pp. 272-273. Hitler yJa Solucién Final 185 Jjudios, que se habia iniciado con la marcha alemana sobre la URSS €] 22 de junio de 1941, se habja extendido imasivamente desde agosto en adelante y habia pasado a incluir también a mujeres y nifios judios. Esta extensién crucial de la masacre fue posterior a tuna serie de discusiones individuales que tuvieron lugar a media~ dos de julio entre Hitler y Himmler. No consta ningéin informe escrito de las conversaciones. Pero podemos deducir con mucha probabilidad que el resultado five que Hitler dio a Himmler auto- rizacién para aumentar el ntimero de unidades de asesinato en el este” Hitler queria mantenerse informado de los avances en la ‘matanza. Segiin un mensaje del 1 de agosto del jefe de la Gestapo, Heinrich Miller: Hay que presentar al Fihrer informes continuos sobre los trabajos de los Einstazgnippen en el Este>.** ‘A mediados del verano de 1941 los fandticos del partido y los Iideres de la policfa presionaron con vehemencia para que los judios, descritos como agitadores peligrosos en la retaguardia, fueran eli minados de las ciudades alemanas. Un paso en este sentido fue obligarlos a lucir algin tipo de identificacién en su vestimenta, Se sabia que s6lo Hitler podia tomar esa decisién. Goebbels se encar- 196 de presentar el caso. Encontré al dictador, al que visit6 en el Fiihrerhauptquartier el 18 de agosto, recuperindose de una enfer- medad. A pesar de los asombrosos éxitos de Ja Wehrmacht en las primeras semanas de ataque contra la Unién Soviética, en agosto habia ya signos inquietantes de que no se alcanzarfa la victoria hasta bien entrado el invierno. Después de la primera discusién importante con los Iideres de su ejército, Hitler sufiia una fuerte tensién nerviosa. Goebbels llegé en buen momento para exponer ‘su caso y solicitar permiso para obligar a los judios a lucir la estre- Ila amarilla, Hitler concedié al ministro de Propaganda lo que le © Browning, «Hitler and the Euphoria ofVicrorys op. dp. 140 Fleming, ler und die Endlosing op. at. p85. 1 | toate Sta Pl soliditaba.¥:con ello, recurrié una vez més a la «profectav que habia emitido en el Reichstag, expresando su conviccién de que estaba haciéndose realidad con una misteriosa certeza. «Los judios no tendran muchos motivos para reirse en el futuro», dijo Hitler.” Este momento clave de la radicalizacién de la politica antijudia dentro de Alemania fue, sin lugar a duidas, interpretado por Hitler como un paso‘adelante en el cumplimiento de su «profecia». La decision —que, una ver, mis, los lideres nazis reconocian que s6lo podia tomar Hitler de deportar a los judios al este, adoptada en.septiembre de 1941, constituyé un paso importante en direcci6n hacia el geMOCIS total. Hasta aquel momento Hitler habfa insistido en esperar a conseguir la victoria final en el este. Ahora, percatindose de que la guerra se prolongatia y consciente de que Estados Unidos acabaria implicindose tarde 0 temprano, accedié a las demandas de diversos lideres nazis —explotando la deportaciéin por parte-de Stalip de cientos de miles de alemanes dejla regién del Volga a Jas zonas despobladas del oeste de Siberia y del Kazakinstan para presionat en busca de medidas de vengan- za de deportar a los judios alemanes, austriacos y checos al Este, aun cuando Ja guerra no habia finalizado. Fue un cambio de poli- tica crucial-Y la decision, indicida por Himmler el 18 de septiem- bre de 1941, la tomé Hitler en persona. Precisamente en este ‘momento, el departamento de Propaganda del partido nazi dis- tribuyé pésteres entre todas las sucursales de la organizacién con- teniendo las palabras de la «profecia de Hitler.5! Evidentemente, la eprofecian habia adquirido ya una categoria simbélica, actuando como arma de propaganda, endureciendo el clima de opinion, para preparar a la poblacién alemana para la deportacién de los judios. © ‘Die Tageucher von Joseph Goebbels, Parte I, vol. T, pp. 265-266, 269. ® Die Emordng der ewopiischenJuden,p. 157. % Reproducido en Kershaw, Hider. Nemesis, ustracion 45. Hitter yp Solucién Final 187 Los problemas logisticos provocados por éllos mismos como consecuencia de Ia decisién de iniciar la depbrtacién dieron un ‘empujén fuerte ¢ irreversible a los impulsos genocidas en Polonia, el Biltico y otros territorios conquistados del este. En otofio empezaron a darse ripidamente, uno tras otto, los pasos hacia un _genocidio general, mientras el avance alemén vacilaba y los planes para una deportacién a gran escala hacia las zonas desérticas rusas se pospusieron primero, y se abandonaron después. Un mes después de dar la orden de deportar a los judios del Reich, con Himmler y Heydtich invitados a una cena en su cuar- tel general,y en el contexto de los comentarios que traicionaban su conocimiento de los intentos de las SS de ahogar a mujeres |judias en los pantanos del Pripet, Hitler recordé a su entorno su eprofeciar de destruccién de la eraza criminal» que habia sido la responsable de los muertos deila Primera Guerra Mundial y «aho- za de nucvo de milese de personas cn la guerra en curso. El genocidio flotaba en el ambiente. Estando en marcha los preparativos para la deportacién de las primeras tandas de judfos desde Berlin y otras ciudades alemanas, Goebbels, que continuaba siendo uno de los mis vehementes defensores de la deportacién, caldeé el envenenado ambiente con urarticulo amenazador publi- cado el 16 de noviembre de 1941 en su periddico Das Reich, titalado «Los judios son culpables». En éste, que circulé entre las twopas del frente oriental asi como por toda Alemania, Goebbels invocaba directamente la eprofeciay de la eaniquilaci6n de la raza jjudia en Europa» de Hitler, comentando que «estamos experimen- tando en estos momentos el cumplimiento de esta profeciae. Probablemente, dada la importancia del tema, el articulo fixe pre~ viamente discutido con Hitler. Un comentario afiadido por Goebbels, sobre que cualquier compasién hacia los judios era 3 Aadalf Hite: Monslegue, p16. 186) Hitler, tos alomanes y la Solucién Final inapropiada, reflejaba con toda seguridad un sentimiento convin- centemente expresado por Hitler en més de una ocasi6n, a medi~ da que la Solucién Final fue haciéndose realidad.» El 11 de diciembre de 1941, después del bombardeo japonés de Pearl Harbor, acontecido cuatro dias antes, Hitler anuncié la declaracién de guerra de Alemania a Estados Unidos. Por enton- ces, como hemos apuntado, estaba empezando la matanza de judios, en el Warthegau, en el oeste de Polonia, y estaba en marcha la construcci6n de un pequefio campo de exterminio en Belzec, en el este de Polonia, mientras los judios deportados del Reich ya hhabjan sido fsilados a su legada a Kowno y Riga. Pero seguian siendo aiin soluciones locales, més que generales. El cambio de situacién después del 11 de diciembre proporcioné un nuevo ‘Smpetu hacia una solucién exhaustiva. Al dia siguiente, Hitler se dirigié a los lideres del partido en la cancillerfa del Reich en Berlia, en un diseurso que, como hems apuntado, Christian Gerlach considerd el anuncio de su «decision bisicas de exterminar alos judios. Hemos visto motivos para dudar de esta interpretacién. Incluso asi fue un discurso importante. Al dia siguiente, Goebbels resumié en’su diario lo que Hitler habia dicho, Su breve informe indica cémo, en el tema fundamental de Ja politica antijudta, podian haberse iniciado fases cruciales de radi- calizacién. «Con respecto a la Cuestién Judia», anoté Goebbels, ve] Fibrer esti decidido a dar un golpe limpio. Profetiz6 que de pro- vocar otra guerra mundial, experimentarian su aniquilacién. No fueron palabras vacias. La guerra mundial esti aqui.La aniquilacién de los judios debe ser la consecuencia necesaria, BS una cuestion que no puede contemplarse con sentimentalismos». Era una repe- tici6n del punto de vista expresado en su articulo publicado un mes antes. «No seritimos compasién por los judios, la nica compasién ® Das Rech, 16 de noviembre de 1941, Hitler y fe Solucién Final 189 ¢s hacia el pueblo alemén. Si el pueblo alemin ha vuelto a sarificar dieciséis mil muertos en la campajia del este, losiinstigadores de este sangriento conflicto tendrin que pagar con su vida». En la atmésfera inmediatamente posterior al decisivo momen- to de la entrada de Estados Unidos en la guetta, larepeticién de 1a eprofectas de Hitler fre, para prosegnir con el relato de Goebbels, ‘més amenazadora que munca. Cuatro dias después, e116 de diciem- bre, Hans Frank, gobernador general de Polonia, dirigiéndose a sus subordinados en Cracovia, repitié la eprofecia» de Hitler uti lizando palabras casi idénticas a las que Hitler habia empleado en Berlin. «Qué sucederd con los judios?s, pregunté retéricamente. «gCreéis que seran acomodados en pueblos del Ostland? Nos dije- ron en Berlin: gPor qué vais a darnos tantos problemas? (...] iLiquidadlos vosotros mismos'».Y concluyé: Debemos destruir a los judios donde quiera que los encontremos». Pero no sabia cémo sucederfa. Evidentemente, el programa exhaustivo de exterminio de los judios estaba atin pendiente de desarrollo. Se calculaba que en su dominio haba tres millones y medio de judios. «No pode- ‘mos fusilar a tres millones y medio de judiosr, declar6, ano pode- ‘mos envenenarlos, pero tenemos que ser capaces de dar los pasos suficientes para llevar a cabo con éxito su exterminio».5 Y los pasos se dieron en el transcurso de las semanas siguientes. Hans Frank y sus subordinados no necesitaron una orden especi- fica de Hitler. Comprendieron perfectamente bien el significado de la repeticién de la eprofeciay: habia Negado el dia del juicio final de los judios. La eprofecia» sirvi6 como elemento catalizador dela conviccién interna de Hitler de que la guerra levarfa ala des- truccién final de la sjuderfa» europea y las acciones de sus subor- Die Tagebucer von Joseph Goebbels, Parte I, vol. Il, pp. 498-499. ® Werner Prig y Wolfgang Jacobmeyer, eds., Das Dientiagebuck der deutschen Gonersgouverteus in Palen, 1939-1945, Deuteche Verlags-Anstal, Stuttgart, 1975, pp. 437-458 190 Hitler, tos alemanes y ta Sobiciin Final dinados, decididos a hacer todo lo posible para «trabajar para el Fahrer» y hacer realidad los supuestos deseos de Hitler. Poco mis de un mes después, en la conferencia de Wa e 20 de enero de 1942, para discutir la organizacién de To que Heydrich denominé la préxima Solucién Final de la Cuestion Judfa», la mano derecha de Hans Frank, Josef Biihler, secretario de Estado del Generalgouvernement, pregunté directamente si podia empezarse en su zona. Queria eeliminarv a los judios de alli, en st mayoria, subray6, no aptos para trabajar, y «solucionar» alli la Cuestién Judia lo antes posible. Las autoridades locales harfan todo lo posible para cooperar.* Bithler, y detris de 61 Hans Frank, tenian el camino abierto. En la primavera de 1942, lo que empe- zaba a emerger ripidamente como un programa exhaustivo de exterminio se extendié hasta determinados municipios del Generalgouvernement cuando trenes abarrotados de judios empeza- ron a dirigirse haciaYos recién construidos campos de Belzce, Sobibor y, un poco después, Treblinka, en lo que pronto se cono- ceria como la Aktion Reinharll.” Diez dias después de la Conferencia de Wansee, el 30 de enero de 1942, en unidiscurso offecido en el Sportpalast de Berlin, Hitler volvié a invocar st eprofeciab, «Ya declaré el 1 de septiembre de 1939 ante el Reichstag alemins, dijo (como siempre, equivocan- do expresamente la fecha de su «profeciay), «que esta guerra no tocari a su fin como los judios imaginan, con la exterminacién de los pueblos ario-europeos, sino que el resultado de esta guerra % Die Ermoriung der europaischen Juden, p. 91. Bl exdio autorizado de la CConferencia de Wannsee es de Mark Roseman, The Vl, the Lake the Metng-Wansee sand the Final Solution, Penguin, Londees,2002. [La wills, las la rennin: ls Conferecia de Wannsee 7 a Slucién Final, RBA Libros, Burelona, 2002), 9 VéaseYitchak Arad, Belz Sobibor Tinka The Operon Reinhard Deth Camps, Indiana University Pres, Bloomington, 1987,y Bogdan Musil, Dautche Zivivensalig tnd Judemerlgung im Generagouverncment Ene Flltudie sm Dirt Lublin, 1939 1944, Hacrasowitz, Wiesbaden, 1999, Parte II, especialmente pp. 29 y siguientes, nerf Solucién Final 191 seri la aniquilaci6n de los judios. Por primera vez, la vieja ley judia no aplicari: ojo por ojo, diente por dienter.#* Controlando las reacciones al discurso, la SD (Sicherheitsdienst) remarcé que la declaracién de Hitler habia sido interpretada como «que muy pronto cl tiltimo judio desapareceria del territorio europeor.” A finales de marzo de 1942, Goebbels escribié explicitamente en su diario sobre la liquidacién de los judfos del municipio de Lublin del Gobierno General. «Esté evandose a cabo el juicio de los judios, que es birbaro, pero completamente merecido», anot6. «La profecia que el Fiihrer hizo en el sentido de que pro~ vocarian una nueva guerra mundial empieza a hacerse realidad de Ja manera mis terribles.¥ afadi6: «También aqui, el Pihrer es el inquebrantable adalid y portavoz de una solucién radicaly. Durante la primavera y verano de 1942, la deportacién a los campos de la muerte polacos —que incluian ya el mayor de todes, Auschwitz Birkenau— se extendi6 a todo el Generalgouvernoment y Eslovaquia, yfinalmente a los pases ocupados del este de Europa. Las decisiones mis importantes relacionadas con la esolucién de Ja Cuestién judia» tomadas previamente, como la introduecién de la estrella amarilla 0 la deportacién de los judios del Reich, habian exigido la autorizacién de Hitler. Resulta inimaginable que no fuera requerida y otorgada también para el programa de asesinatos en masa.“'Tal y como Florent Brayard ha argumentado, es muy probable que todo esto tuviera lugar durante las discusiones con Himmler mantenidas bajo el impacto del asesinato de Heydrich. Hite Reden nd Protlamationen pc, vl. 4, p. 1829. 2» Heinz Boberach, ed, Meldungen aus dem Reich. Die gehsimen Lagbeichte des Sicherkeiteienstes der SS, 1938-1945, Pawlak Verlag, Hetesching, 1984, vol. 9, 3235, ‘© Die Tagebchor vor Joseph Goebel, Parte I, vl. 3, p. 561 © Vease Peter Longevich, The Unurton One: Hers Role in the Fil Slition, ‘Tempus, Londres, 2001, p10. © Brayard, La wsluton finale del question juies, op cit, pp. 16-18, 465-473, | 9} Hit loeaemones yt Solin Final El jefe de las SS, Heinrich Himmler, que era el principal res- ponsable de la aplicacién del programa de exterminio, declar6 repetidamente que actuaba bajo la autoridad de Hitler. En un memorando' secreto de 28 de julio de 1942, dirigido al SS-Obergruppenfiihrer, Gottlob Berger, jefe de las $S-Hauptamt, por ejemplo, Himmler declaraba: «Los territorios orientales ocu- padosrestin liberindose de judios. El Fithrer ha puesto sobre mis cespaldas el peso de la implementacién de esta dificil orden». Con toda seguridad, hablé en priyado con Hitler sobre la politica de exterminio en diversas ocasiones documentadas.® Segiin el testi- monio de la posguerra proporcionado por su antiguo ayudante personal, Otto Giinsche, y su criado, Heinz Linge, Hitler most un interés directo por el desarrollo de las cimaras de gas y hablé con Himmler sobre la utilizacién de los furgones de gusificacién. Aungue su testimonio no ¢s preciso en muchos sentidos y-no es de fiar en cuanto a sw nivel de detalle, Adolf Eichmann, que fue efectivamente-el director» de la Solucién Final, Dieter Wiscileny, uno de stisidelegados, y Rudolf Hoss el comandante de Auschwitz, afirmaron después de la guerra que las érdenes que recibieron © Fleming, Hier und die Bnlisune, opt pp. 62-68, 163-165. % sReichsfihrer-SS to Gottlob Berger, 28 de Julio de 1942, Berlin Document Center, S$-HO, 933 © Caeslaw Madajeryk, «Hitler's Direct Influence on Decisions Afectng Jews during World War I, Yad Vishem Suis, 2° 20,1990, pp. 61-65; Herman GramyeZiat Genesis der"Endlsung"s, Das Unectargine Tedtada por Ursula Bittner, Christan ‘Verlag, Hamburgo, 1986, p. 14; Peter Witte eta, eds, Der Dienitalender Henrich Himes, 1941-1942, Christians Verlag, Hamburg, 1999, p. 294, Henrik Eberle y Mathias Uhl, Des Buch Hit, Gustav Libibe Verlag, Bergh Gladbach, 2005, pp. 196-197. Los pra en even no hacen mencin de los judios yy tansmiten Ia impresién de que ls vetimas de la gusificacin fueron cindadanos soviticos. El texto, cuya procedenciay previsto receptor —Stalin—~ lo hace pro- Dlemitico en dstintos aspectos,contnéa (véave nota 195) afrmando que las e&maras de gas fueron establecidas en primer lugar, y sguiendo la orden personal de Hitler, ‘en Charkow, aunque, de hecho, no se constrayeron cimara de gat en lo territorios ‘cupados de la Uni Soviica, Ir Sta Pal 198 para aplicar la Solucién Final vinieron directamente de Hitler.” Lideres de segundo y tercer nivel directamente implicados en la Solucién Final no mostraron ninguna duda en cuanto a que estaban cumpliendo «el deseo del Fiihrer».* No hay motivos para dudar de que tuvieran raz6n,y que la autoridad de Hitler —mis probablemente dada en forma de consentimiento verbal a pro- puestas normalmente presentadas por Himmler— estaba detris de toda decisién de magnitud y relevancia. Hitler se mantuvo informado en todo momento de la magni- tnd de la seliminacién» de los judios,a veces de forma detallada. E129 de diciembre de 1942, por ejemplo, Himmler le entregé un informe, uno de una serie de ellos, sobre los ebandidos» liquidados en el sur de Rusia y Ucrania en el transcurso de los tres meses anteriores. El total de sejecutados» ascendia a 387.370. De éstos, 363.211 eran judfos.® Era una clara indicacién de que, como Hitler habia acordado con Himmler un afio antes, los judios esta ban siendo exterminados en el este «como partisanos.”’A finales de 1942, la matanza dejé de estar limitada al este para extenderse por las zonas de Europa ocupadas por los nazis.Y cuando Hitler repitié su «profecia», en un discurso offecido en Miinich frente a © Browning, Fatefl Months, pp, 23-26; David Cesarani, Eichmann: His Life and Crimes, Londres, William Heinemann, 2004, pp. 91, 98-103; Martin Broszt, ed, Konmandant in Awschuite.Autbiogphische Aufsehnangen dee Rudolf HOB, Deutscher ‘Taschenbuch Verlag, Minich, 1978, pp, 157, 180-181;Karin Orth, Rudolf HOB und die "Endlasung der Judentrage”, Drei Argumente gegen deren Datierung auf den Sommer 1941», Westatgesicht, 18, 1977, pp. 45-57: Richard Overy, Intentions ‘The Nazi Ele in Allied Hands, 1945, Pengvin, Londres, 2001, pp. 357, 359-360 Untrogatorios el Teer Reich en el bangulle, Tasquess Eaiores, Barcelona, 2003}. Fleming, Hier und ds Endlsang, op. ct, pp- 119-126, © Berlin Document Center, SS-HO, 1238, Reichafthrer-SS,29 de diciembre de 1942, «Meldung an den Fuhrer uber Bandenbekimpfungy, informe presentado a Hitler el 31 de diciembre de 1942; reproducido en Fleming, Hite nd die Endisung, itustracion 4 (ene p. 128 y p. 129). % Der Dioutslender Heinrich Hiner, 294, 4 Hitler ls dlemariesyta Soluién Final |i vieja guardia» del partido el 8 de noviembre, segin los calculos de las SS habjan muerto ya cerca de cuatro millones de judios.”" Hitler continué estrechamente implicado en la Soluci6n Final. El modelo ya era conocido. Siguiendo su «profecia», el objetivo de Hitler de «eliminars —que a estas alturas nadie dudaba que equivalia a ematar-— a los judios de Europa era lo que sentaba las bases. Dentro de este cometido general, se presentaria a Hitler una propuesta de radicalizacién para gestionar algunos aspectos con- cretos del problema general. Hitler daria su aprobacién y a conti- nuacién se desarrollatia la accién. De este modo, en septiembre de 1942, Hitler accedié a una peticién de Goebbels de eliminar a los judios que trabajaban en el sector armamentistico y trasla~ darlos al este, La redada de estos judios se levé a cabo en enero de 1943.” En diciembre de 1942 Hitler accedié a la peticién de Himmler de eacabar» con entre seiscientos y setecientos mil judios en Francia, donde la parte sur del pats estaba también bajo ocu- pacién alemana (y en parte italiana). Sélo las dificultades diplo- miticas de la deportacién, taito con los italianos como con los franceses, impidi6 la aplicacién de la orden.” Cuando la guerra se puso en contra de los alemanes, estas difi- cultades diplométicas se intensificaron. Los aliados de Hitler, con un horizonte futuro posnazi,se mostraron cada vez més reacios a deportar a sus judios hacia las cmaras de gas.Tras la crisis militar alemana que siguié a la catistrofe de Stalingrado, Hitler se impli- cé directamente para intentar convencerlos de que fireran mis cooperadores. Obsesionado como nunca por la idea de que los Judios demoniacos estaban detris de la guerra, presioné a sus alia~ % Hitler Reden und Proklamationen, vl. 4, p. 1937: Der Dienthalender Heinrich Hiner 9.73. ® Longerich, The Unuvten Onder, pet, pp 109,114 ® Madajceyk, eitler’s Direct Inflaence on Decisions Affecting Jews, p. 645 Longerich, The Unuriten Onder, pp. 115, 120. Hitter yfo Solucién Binal 195 dos rumanos y hiingaros para que agudizaran la persecucién. Su lenguaje, cuando se dirigié al lider héingaro, almirante Horthy, a mediados de abril de 1943, fae particularmente virulento. Hitler le pidi6, sin resultado, que adoptara una postura mas dura respec to.a los judios, mencionando que los judios polacos estaban sien- do tratados como un bacilo tuberculoso que ataca a los cuerpos sanos.” Un mes después, hablando con Goebbels, Hitler equiparé a los judios con insectos y parisitos, declarando «los pueblos modernos no tienen otra alternativa que exterminar a los Judios».75 La eprofecia», a aquellas alturas convertida ya en un cliché uti- lizado pata legitimar a los demis y a si mismo en cuanto a que la guerra que él habfa iniciado, que estaba acercando cada vez mis a Alemania a la perdicién, habia sido inevitable, segufa profunda- mente incrustada en la psique de Hitler. El 26 de mayo de 1944 se dirigi6 a una numerosa reunién de oficiales en el Obersalzberg, en Berchtesgaden. En un pérrafo central de su largo discurso, se refirié al tratamiento de los judfos. Alli articul6 de nuevo el viejo concepto que lo habia poseido desde 1918, por el que considera ba a los judios una quinta columna en la retaguardia, traidora y plagada de impulsores de la sedicién y revolucionarios. La elimi- nacién de los judios habia liquidado este peligro dentro de Alemania, expuso. Se defendi6 contra las sugerencias de que su objetivo podria haberse conseguido ms humanamente, subrayan- do una vez mis la guerra como un todo o nada, una lucha a vida o muerte, dando una visién apocaliptica de lo que sucederia silos, enemigos de Alemania salian victoriosos, y hablando de los horro- res del bombardeo de Hamburgo y otras ciudades, resumiéndolo % Andreas Hillgruber, ed. Statimaner und Diplomaten bei Hil, Vertauliche Afecichnungen ber Uneredungen mit Vreter des Auslandes, 1942-1944, Bernard 8 Graef, Frankfurt, 1970, pp. 256-257. Die Tagebicher von Joseph Goebiels, pate U, vo. 8.288, 196 | Hittertos dlemanes y ta Soluc de la siguiente manera: «Toda esta bestialidad ha sido organizada porllos judfos».” Los sentimientos humanitarios eran; por lo tan- to, «crueldad hacia su propio pueblo», Continué apuntando a la accién que estaba a punto de emprenderse contra los judios en Hungria —la horrible destruccién de la comunidad judia hiinga~ ra se desplegaria, de hecho, en el transcurso de las semanas siguien- tes, siguiendo las presiones directamente ejercidas por Hitler— para eliminar alo que denominé «una red homogénea de agentes ¥ espias», Fue en este momento cuando volvié una vez mis a su eprofeciar de 1939, declarando que en el caso de producirse una guerra no seria la nacién alemana, sino los judios los que serfan serradicados».-Los oficiales que constituian el piblico de la ‘Wehrmacht respondieron con.una tormenta de aplausos.” Durante las tiltimas semanas de la guerra, a «profecia» sirvié a Ja necesidad de autojustificacién de Hitler. Aunque los iltimos ‘monéllogns de 1945 sobieviven sélo de forma dudosa,’ los comen. tarios sobre los judios realizados el 13 de febrero suenan auténti- camente hitlerianos,y estin pebfectamente alineados con las repe~ ticiones de su «profecia» que hemos apuntado, «He luchado abiertamente contra Jos judfos, dice el texto. «Les di una altima advertencia al estallar la guerra: Nunca los dejé con la incertidum- bre de que si pretendfan hundir el mundo en una guerra, esta vez no setfan perdonados, que las alimaiias de Europa acabarian sien- do erradicadase.”” Como vimos al principio, su tiltimo manifiesto ing, Hitler und die Enlsung op. ct, p. 173; Madajceyk, Hiers Direct Influence on Decisions Affecting Jews, p. 67 ” Hians-Heinrich Wilhelm, sHiders Anspache vor Generalen und OfBieren am 26,Mai 1944, Miinechchliche Mining, n° 2, 1976,p.156;¢ idem. «Wie geheim war die Endlsung?, Miscellanea: Festschrift ir Helmut Kravenick um 74. Geburstag, estado por Wolfgang Benz, Seatigart, Deutsche Verlag-Anstal, 1980, pp. 134-136, % Vase Kershaw, Miler Nemesis, os ct, pp. 1024-1025, nots 121 » Hiespoltsches Tstement, Die Bormann-Diksate von Februar und April 1945, Kanus, Hamburgo, 1981, p. 69. | Hasscsnrect a7 politico segufa atin incitando a la implacable persecucién de los, judios. Conclusiones La eprofeciay que Hitler realizé el 30 de enero de 1939, que con tanta frecuencia invocarfa en afios posteriores, tiene derecho a ser considerada la clave para acceder tanto a la mentalidad de Hitler, como a su forma de proporcionar edirectivas para la acciém»® en relacién al elemento central de su ideologta. Como tal, subra~ ya la fuerza impulsora ideolégica central del nacionalsocialismo, 'y muestra también la manera en que ideas fiandamentales e inal- terables fueron acomodandose a las formas cambiantes de draco niana persecucién, y traducidas a decisiones politicas mis radica~ les si eabe. llustra, de hecho, cémo el slidcrazgo carismiticor! ‘operd en el rea crucial de la politica genocida, y cémo los acti- vistas nazis de los distintos niveles del régimen estaban duchos en saber cémo «trabajar para el Fiihrer sin tener que esperar la lle~ gada de una orden concreta de éste. Parece improbable que Hitler diera una orden nica y explicita para ejecutar la Soluci6n Final Dentro del marco inalterable de su sprofectar, no necesité mis Judios europeos. ‘Al habiar, como hizo en marzo de 1942, de Hitler como «el inquebrantable adalid y portavoz de una solucién radicale a la % Un término de Martin Broszat, Sovisle Motivation und Furer-Bindung des [Nationalsorslisnus, Vente lr Zeitgechicte, n° 18, 1970, p. 403 1 Sobre Ia forma en que aplic este término al gobierno de Hitler, véase Lan Kershaw, Hier Profle iPower, Longman, Londres, 1991, pp. 10-14, | I 198 | Hitter os alemanesyta Soluctén Pinal (Chiestion Judia, Goebbels resumfa correctamente el papel jugado por Hitler en la Solucién Final. Este papel fue a menudo indi- recto, més que manifiesto, dando con frecuencia su aprobacién mis que iniciando las acciones. Las efusiones de odio sin prece- dentes fueron una constante entre los cambios politicos. A menu= do tuvieron un motivo propagandistico o de movilizacién, y nor- ‘malmente fueron generalizadas/Incluso asi,no cabe la menor duda: el papel de Hitler fue decisivo'e indispensable para el despliegue de Ia Solucién Final. De habe estado eniel poder de Alemania otra forma de gobierno nacionalista, habria introducido proba- ‘Blemente una legislacién discriminatoria contra los judios: Peto sin Hitler, Ja creacién de un programa para el exterminio fisico de los judios de Europa resulta inconcebible.

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