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Lado, cuadrado, cubo, dado. Geometría plana y del espacio. Creación en síntesis. El ojo
de Dios entre un triángulo equilátero mirando de lado. La túnica de Cristo. Los dados
dando giros y giros y .Urra! ¡Urra!, ¡Bájate de ahí si eres el Dios de los judíos!... Los
dados con sus lados rodando, tras, tras, tras, tras contra el tapete verde y, ¡As! ¡Es mía!
¡La túnica es mía!... La suerte es un regalo de los Dioses, ¡bebamos por ella!
¿Desde cuándo se vinculan los dados con los Dioses? ¿Donde aparecieron por primera
vez los dados? Vamos por partes. Primero el origen. Dios creó el universo. Debió ser a
imagen y semejanza de sí mismo, redondo para que rodara eternamente, para que
alcanzara para todos, para que fuera más manejable, moldeable, acomodaticio, sin
aristas, opaco, sin destellos, gris, anti reflexivo y anárquico. No lo hizo cuadrado por
que le pareció demasiado ordenado o, quizás, muy parecido a sí mismo, formal,
calculador, frió, reflexivo y cortante en las aristas. Excesivos cálculos,-pensaría-, para
tan poca cosa, además si lo hiciera cuadrado no podría jugar a los dados... Pero ahí está,
redondo, mostrando su mejor cara el planeta azul, para regocijo de su inventor, que lo
ve desde la gran pantalla...
Muchas frases dicen relación a los dados y nos descubren parte de su significado: "La
suerte está echada ", Julio Cesar. "Un lanzamiento de dados nunca abolirá el
azar",Stephane Mallarme. "Estoy convencido de que Dios no juega a los dados", Albert
Einstein. "Dios no solamente juega a los dados sino que a veces los lanza donde no
podemos verlos" Stephen Hawking. "Si Dios jugara a los lados Ganaría" Ian Stewart.
"el dado del juicio...el mismo que ustedes, caballeros, usan en éste su tribunal", François
Rebeláis. Y muchas otras que no citaremos para no hacernos prolijos del azar... de los
dados.
Al parecer no hay acuerdo, los dados, esos pequeños cubos numerados por los lados
siguen rodando. Robusta redondez de su significado, abur, abur, azar, azar... Pares o
nones y siempre lo mismo. Dios no juega a los dados porque si jugara ganaría, y, si no
ganara, los lanzaría allí donde no pudiéramos verlos. La trampa esta en el origen. Es un
galimatías, la razón de la sin razón: ¡El origen de la ciencia! Que conste que no es de mi
cosecha tal afirmación y que, para validarla, he citado a las mejores mentes de nuestro
tiempo. Ahora bien, ¿Qué decimos los hombres? ¡Nada!. Si nos sometemos al azar, si es
el dado del juicio el que se usa en el tribunal, si los fenómenos de causa y efecto son
puro azar, si puro azar es la vida y azar es la creación, ¡que rueden y rueden los dados!
¡Que sea lo que los dados quieran!
Sea como fuere, con dados y sin ellos, aun nos queda la esperanza de ganarle una
partida a la vida, de jugar la suerte del burro y arrancarle un destello de luz a nuestro
pobre cacumen a pesar del acierto del poeta: