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Segunda parte La Argentina desde la perspectiva regional’ * Los capitulos correspondientes a las regiones Patagonia, Pampa Bonaerense, Centro y Nordeste fueron elaborados sobre la base de los documentos de la serie “La Argentina por Regiones”, publi- cada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Territorial y la Gestién de la Infraestructura de la Fundacion Hemandarias. Agradecemos a !os autores que participaron de la coleccién y, con su aporte, forman parte de esta obra: Arq. Marcela Clot, Lic. Ménica Clot, Dra. Cecilia Erbiti, Lie. Eduardo Estévez, Lic. Luciana Guido, Lic. Albina Lara, Lic. Marcelo Laseano, Lic. Lucia Pesci, Dr. Alejandro Rofman, Lic. Victor Saller, Lic. Graciela Sommariva. El concepto de region y el método regional. La renovacion te6rica y metodolégica Juan A. Roccatagliata Al abordar Ia geografia argentina desde la perspectiva regional surge la necesidad de pre- cisar el concepto de region y el valor actual de la geografia regional. El concepto de region es complejo y ambiguo. Durante décadas constituyé el eje central de los estudios geogrificos. La irrupcién de las corrientes cuantitativas cclipsé en parte los es- tudios regionales. En ese sentido se mantuvieron extensas discusiones, que giraron en torno al concepto y al método regional En verdad no hay tema mas discutido en la geografia y a su vez de mayor factura geogra- fica que el concepto de regién, La geografia no ¢s la {inica disciplina que utiliza el vocablo regién, pero en ella adquiere un especial significado, Para los economistas, por ejemplo, la regién constituye un problema opera- Cional o de mera especulacién académica que permite esclarecer algunos aspectos relevantes del Proceso econdmico y de las leyes que lo igen. En cambio para la geografia la division regional del espacio es cuestion de primera importancia, Asi, el gedgrafo estudia la organizaci6n de un espa- cio diferenciado, individualizado y organizado (Roccatagliata, J. A., 1984), Sin embargo las mutaciones en el pensamiento geografico operadas en el proceso hist6ri- co han hecho variar la concepcién regional. En las iltimas décadas del siglo XX las discusio- nes fueron arduas y significaron un cambio profundo en el concepto y sobre todo en la meto- dologia del andlisis regional. Desde el momento en que Schaeffer (1953) escribié su famoso articulo sobre el excepcio- nalismo en la geografia, el paradigma regional, que hasta entonces habia campeado en la geo- grafia, fue objeto de nutridas polémicas. EI paradigma clasico que tenia a la region como centro de sus preocupaciones se inspird, “desde el punto de vista filosdfico, en Kant; fue esbozado por Hetiner con el peso del prestigio académico y lo Ilevé a la practica un hombre de la talla de Vidal de la Blache en sus célebres monografias regionales. Richard Hartshorne le dio el encuadre tedrico en su afamada obra The nature of geography (Hartshorne, 1939), la que para algunos gedgrafos era la verdadera teoria de Ia geografia (Rey Balmaceda, 1985) pensada claro hace mas de medio siglo. Los conceptos ideogrficos que esta sustenta y en los que la region alcanza valores culminantes fueron precisamente el blanco de las encendidas criticas de Schaeffer. La concepcién excepcionalista y en consecuen- cia idiografica, la falta de principios comunes de validez universal que expliquen satisfacto- tiamente la organizacion regional y el concepto de diferenciacién areal que prevalece sobre el de integracién de areas fueron los aspectos sobresalientes de la discusién, Hartshorne respondié primero con el articulo “Excepcionalism in Geography Reexamined” y luego con su obra Perspectives on the nature geography (Hartshorne, R., 1959). En ella quedaba clara la oposicién al determinismo positivista y a la afirmacién del histo- 476 Juan A, ROCCATAGLIATA ricismo, etapa “clisica” o regionalista. La cristalizacién de la geografia regional permitié man- tener la unidad de la geografia y su carcter cientifico monista. Pese a ello las ciencias transitaban en las postrimerias de la década del cincuenta por nue- vas preocupaciones y la geografia no permanecia ajena a dichos cambios. La revolucién teorética y cuantitativa eclipsé, al menos por un tiempo, a los estudios regio- nales; sin embargo, en la tiltima parte de la década del ochenta se noté un cambio positivo con nuevas perspectivas. En efecto, el concepto de region es de sumo interés para el conjunto de la sociedad.' Ello ha llevado a que varias ciencias sociales se ocuparan del tema regional. La economia, la sociologia y la ciencia politica han incorporado la dimensién espacial. No seria conveniente que la geografia, que se preocupé primariamente por el tema regional y para el cual esta tedrica y metodolégicamente preparada, lo abandone en el preciso momento en que adquie- re mayor relevancia su estudio. Para bien del tema y por cierto de la geografia, las nuevas corrientes del pensamiento geo- grifico a partir de los setenta y la cocxistencia de varios paradigmas en el campo teérico de nues- tra ciencia fortalecicron el concepto y el método regional, aunque bajo enfoques diferentes ba- sados en la busqueda de principios explicativos de caracter general. Asi prevalecfa la integracién de superficies sobre el concepto de diferenciacién areal, el de espacio funcional o nodal sobre el de homogeneidad basica. La regién era concebida en- tonces como un sistema abierto en la interaccién con el entorno. El acento se ponia mas en el nucleo que en los margenes o limites, mas en las funciones que en el marco natural y la socie- dad interesaba cn cuanto a su comportamiento espacial. Asi la regién, como espacio percibido y vivido, resultaba el marco adecuado para la investigacién y la accién. Nuevas ideas, modernos presupuestos metodolégicos y sofisticadas técnicas, algunas na- cidas en el seno de la revolucién tecnolégica, han vigorizado al viejo concepto regional. Uniformidad y funcionalidad, dos enfoques geograficos para explicar e interpretar la conformacién espacial Como quedé sefialado en las lineas precedentes, una profunda transformacién y una re- noyaci6n tedrica y metodoldgica iniciada a partir de fines de la década del cincuenta afecté al concepto y al método regional ‘Al definir o al intentar definié la region se adopta una posicion filos6fica con respecto a la misma geografia. Lo esencial consiste en la biisqueda de principios explicativos generales que permitan interpretar la organizacién de espacio y las estructuras regionales, concibiendo a la region como un sistema espacial integrado procedente de procesos comunes, aunque sin negar aque- llas individualidades que son el “gesto” particular de cada espacio diferenciado. Todo ello en una diferente valoracién del andlisis regional, donde este no se concibe co- mo el fin mismo de la geografia sino como una contribucién en la dilucidacion de proble- mas mas complejos. Asi concebida, la unidad regional se basaba en dos principios. Uno esta referido a la uniformidad y cl otro a la cohesion o funcionalidad, aspectos que muchas veces se combi- nan y se traducen en determinadas formas de organizacién. Sobre estos conceptos parecia existir bastante consenso entre los gedgrafos (de Civit, M. F., 1984) y sobre ellos nos hemos expresado en otra oportunidad. Surgen dos tipos de regiones: las homogéneas o uniformes, también llamadas regiones formales, y las regiones funcionales o polarizadas, también denominadas nodales. Estos dos tipos de regiones surgen del seno mismo de la geografia, apoyada en su teoria, en su méto- do y sobre todo en su modalidad operativa, en la concepcidn clasica de la disciplina. Tanto el concepto de regién formal como el de regién funcional son utiles en todas las etapas del quehacer geografico en la medida en que sean aplicados oportunamente. EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL. LA RENOVACION... 477 Son itiles también para los propésitos de la investigacién y de la ensefianza, pero sobre todo para la accién. Las regiones de planificacion, en cambio, obedecen a objetivos politicos y, si bien su iden- tificacién no debe desconocer las bases geograficas, su disefio no responde a la teoria y ala metodologia de la geografia sino a las estrategias a seguir. Las regiones formales obedecen en el marco del pensamiento cldsico a la concurrencia y ala conformidad entre varios fenémenos (Rey Balmaceda, R., 1972 y 1980). También a la ho- mogeneidad generada por las condiciones naturales por el tipo de actividades, 0 a una sim- biosis de ambos. También integra la concepcién de regién formal la repeticién en un espacio determinado de hechos heterogéneos que guardan estrecha relacién entre ellos (Daus, F., 1969 y 1982). La personalidad de la regin se percibe en el paisaje. En ese sentido Juillard (1962) soste- nia: “el paisaje expresa, pues, el estado momentineo de ciertas relaciones, de un equilibrio inestable, entre las condiciones naturales, técnicas de transformacién de la naturaleza, tipos de economia y estructuras demograficas y sociales del grupo humano”. La personalidad propia, individualizada pero comparable a las demas, donde se acentita una comunidad cultural —sentimiento de pertenencia y vivencia~ dotada de cohesién, estructurada por estrechas relaciones, espacialidad funcional y jerarquizacién, son atributos propios de la region, pero algunos de cllos anuncian la concepcién funcional de la region. Las regiones funcionales se basan en principios de organizacién espacial superior: la exis- tencia de una red urbana; las jerarquias medidas en términos de actividades, poblacién, acce- sibilidad; las redes y los movimientos constituyen el disefio basico. Aparecen como destaca- dos los mecanismos de funcionalidad, lo “invisible” de la geografia. La region funcional responde a una polarizacién econémica. Asi funcionalidad, vivencia y comunidad de cultura se constituyen en los factores de la cohesién regional. Basado en la vida de relaciones, el espacio funcional se expresa mas por su centro nodal y las redes que de él parten y convergen, que por los limites. Resulta significativo el papel de la metropoli regional, sus funciones y servicios. Segiin Juillard (1967) la regién funcional es el tiltimo nivel en el que se encuentran y se coor- dinan las diferentes fuerzas que intervienen en la vida econémica y social del nivel nacional. Dumolard (1975) sosticne que la region nodal es un sistema abierto y complejo. La es- tructura regional es el estado interno de ese sistema. La regi6n se caracteriza por las propiedades de sus lugares y por las relaciones entre ellos. En consecuencia, los limites se establecian por medio de la identificacion de las relacio- nes entre ellos. La aplicacién de la teoria general de sistemas a la geografia regional ha sido un paso po- sitivo. “Asimilando la regién a un sistema —sostiene Dauphine- el gedgrafo posee un marco tedrico formal” (Dauphine, A., 1995). Entre nosotros, Difrieri reconocié esa importancia y sostuvo que el verdadero fin del geé- grafo es orientar sus esfuerzos a la investigacion adecuada de la estructura regional, mas que al estudio analitico de los elementos en si (Difrieri, H., 1963). La idea de estructura, sostenia Difrieri, “se corresponde con la de totalidad y comprende ade- mis la idea de las relaciones entre las diversas partes de esa totalidad y la de la totalidad misma”. La regién es un conjunto espacial, es un sistema estructurado y dotado de cohesién y fun- cionalidad. En este sentido cabe recordar lo explicitado por Harvey (1969) cuando manifiesta que “el concepto de funcién supone la nocién de estructura, constituida esta por un conjunto de rela- ciones entre unidades, manteniéndose la continuidad de la estructura, mediante un proceso vi- tal, constituido por las actividades de las unidades constituidas”, La comunidad cultural, la percepcién de los habitantes del espacio habitado, la vivencia, el comportamiento y la herencia social son variables significativas en el andlisis regional, lo que contribuye a destacar los atributos de la regionalidad. 478 JuAN A. ROCCATAGLIATA Para afirmar dichos rasgos, los geégrafos radicales consideran necesario poner el acento en los criterios socioecondmicos, los que se convierten en factores de diferenciacién. Ya sea que se aborde Ja problematica regional desde la homogeneidad o desde la hetero- geneidad de caracteres, con ello se tendran dos caminos validos para explicar e interpretar la organizacién regional del espacio geografico. Por lo dicho, los conceptos de regién formal y funcional no son considerados antagé- -nicos, al contrario, son necesarios ambos para comprender cualquier porcién de la superfi- cie terrestre. En un interesante trabajo Hart (1982) sostiene que las diferentes ramas de la geografia conyergen cuando intentamos entender un lugar, una region. Al respecto sefiala: “nuestras ramas sistematicas y las disciplinas afines deben supuestamente generar teorias acerca de pro- cesos que nos ayudaran a eniender lugares, areas y regiones. La geografia regional, a su vez, debera supuestamente proporcionar una base empirica que permita probar ciertas teorias”. En sintesis, puede sostenerse que el concepto regional ha sido enriquecido permanen- temente y existe con ello un marco teérico valedero junto a renovados métodos y técnicas que le permiten a la geografia incursionar en un tema que siempre ha sido su principal pre- ocupacion. En la reunién de la Association of American Geographers, celebrada en Miami en 1995, uno de los temas centrales de discusién fue la denominada “Nueva Geografia Regional”. En esta tendencia aparece la idea de considerar a las regiones como construcciones sociales (Murphy, 1991). Es decir, se considera oportuno enfocar las atenciones al contexto local, co- mo la esfera dentro de la cual la gente experimenta, explica y reconstituye escalonadamente las estructuras sociales. Segtin Murphy, es necesario interrogarse sobre: cémo la regién Ilegé a ser una unidad es- pacial socialmente significativa; cémo es percibida, vivida y considerada por sus habitantes, y cO- mo ha variado esa consideracién en el tiempo. Para cllo se propone el desarrollo de una teoria social que, incorporando la reflexion geografica, permita que los marcos regionales no estén tra- tados simplemente como abstracciones especiales 0 “dados a priori”, sino que se penetre en las causas de su organizacién y evolucién. El concepto espacio-tiempo es culminante en este en- foque, atendiendo al significado del proceso de regionalizacién. Se trata de la identificacion de regiones como formaciones geograficas e€ histéricas social- mente significativas, que estin transformandose constantemente. Para Anne Gilbert, otra autora preocupada por estos temas, las tendencias de los tiltimos afios en la Geografia Regional, muestran tres aproximaciones al estudio de las regiones: la re- gién como una reaccién a los procesos capitalistas, la regién como un foco de identificacién y la regién como un medio para la interaccién social Verdaderamente, son pocos los gedégrafos que han ensayado estudios regionales desde es- tas perspectivas, mas atin si se desea presentar un cuadro completo del territorio de la Republica Argentina. Por esa razon, tratandose esta obra de un texto, se debera recurrir a ciertos enfo- ques, que permitan mostrar el conjunto de los cuadros regionales, aunque estos resulten ser un telén de fondo (en el decir de Murphy) y no se encuadren totalmente en los marcos teéricos de la geografia. La aplicacién del concepto y el método regional a la Republica Argentina La aplicacién del concepto regional al territorio de la Repiiblica Argentina fue una tarea en- carada por destacados tratadistas, entre ellos es posible destacar a Daus (1968), Difrieri (1958), Rohmeder (1943), Siragusa (1968), Chiozza (1977) y Zamorano (1964). Algunos otros auto- res encararon divisiones regionales de la Argentina, pero basados en criterios especificos, co- mo la de Unidades morfolégicas (Frenguelli, 1946), Unidades climaticas (Celestina Garcia, EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL. LA RENOVACION... 479 7). Unidades fitogeogréficas (L. Parodi, 1947), (Cabrera, 1958), Regiones geogrdficas des- Ja dominante climatica (Galmarini y Raffo del Campo, 1966). También hubo divisiones regionales realizadas con fines econdmicos, de desarrollo o pla- icaciOn. Entre ellas deben destacarse las del Consejo Federal de Inversiones (1963), la del ituto Torcuato Di Tella (1960) y la del Consejo Nacional de Desarrollo (1967). En lo concemiente a las divisiones regionales para el ordenamiento ambiental y territorial len destacarse los trabajos de Chiozza (1978), Roccatagliata (1976 y 1984) y Allende (1980). Del andlisis de las divisiones regionales basadas en el concepto de region geogrifica, se luce que existen entre los autores marcadas diferencias, a veces en la identificacién de las. jones y la mayoria de las veces en lo concemiente a la extension espacial atribuida a cada gion y a sus limites. Salvo alguna que otra excepcién, los autores no dicron el marco tedrico previo a su tarea delimitacién regional. En consecuencia, campearon diferentes criterios, no solo en la iden- fificacién de las regiones, sino también en su denominacién. Han faltado en general un mismo marco y criterio para encarar cada tarea. Por otro lado como el concepto de region es una abstraccién, una teoria a los fines del Pensamiento y de la investigacién geografica, es licito pensar que han de existir tantas divi- siones regionales de la Argentina como gedgrafos la encaren y en virtud de la diversidad de . criterios que sustenten. La aplicacién del concepto de regién al caso argentino En lineas precedentes se han delineado los principales rasgos que deberian caracterizar una region geografica; pero si se quisiera sintetizar en un concepto se coincidiria con Juillard en sostener que “la region est4 dotada de una cierta autosuficiencia, no en cl sentido de una aularquia econdmica sino en la medida que la mayor parte de los servicios y funciones mas importantes estan representados en ella, de manera que la region es capaz de satisfacer la ma- yor parte de las necesidades de sus habitantes al poseer su metrdpoli, un poder de impulso y decisi6n, y al no ser necesario recurrir al escalén superior mas que en terrenos especiales o su- perespecializados” (Juillard, E., 1967). Si se admite el concepto transcripto y se lo aplica a la Republica Argentina surge la duda de la posibilidad de individualizar autenticas regiones, pues no existen espacios regionales don- de se cumplan cabalmente los principios de regionalidad enunciados. Tal vez, y pasando por alto muchos factores, se podria convenir que Cérdoba, Mendoza, Tucumén, Rosario y sus regio- nes inmediatas estarian en condiciones de aceeder medianamente a esos requisitos, y también lo estaria por cierto la regién Pampeana. . Al querer disefiar una divisién regional del espacio geografico argentino sosteniendo los principios de uniformidad y de funcionalidad se presentan varios problemas que deben ser pon- derados adecuadamente. Las dificultades surgen con claridad, ya que debe admitirse que reali- zarla no es tarea facil como, por ejemplo, que al intentar una delimitacién regional no se debe esperar una aceptacién general en el ambito geografico. Los problemas principales para encarar la tarea son de orden metodolégico y de informacion por un lado, mientras que por el otro las caracteristicas que asume la organizacién del territorio argentino, en término de su evolucién y umbrales de ocupacién, complican la situacién, En lo concerniente a la delimitacién de regiones formales o uniformes, el problema estri- ba en el criterio a seguir y en la cleccion de la dominante. Esta tarea no es simple y, si bien los nucleos regionales pueden establecerse con relativa simpleza, cl tema cambia cuando deben trazarse limites, Si se trata de regiones funcionales no todos los métodos y técnicas utilizados resultan apropiados para el territorio argentino. Por otro lado, las técnicas mas sofisticadas requic- Ten un apoyo estadistico basado en una informacion muchas veces inexistente. Hay casos 480 JUAN A. ROCCATAGLIATA en los que la informacién disponible no abarca todo el territorio nacional, al menos en el mis- mo nivel de desagregacion. Esto torna dificultosa la tarea de homologar los datos para el nivel nacional. En lo atinente a la organizacién del espacio, aspecto culminante en las tareas de regionalizacién, debe destacarse para el caso argentino el grado alcanzado y los umbrales que ello establece. En efecto, se esta ante un extenso territorio, de ocupacién moderna, escasamente poblado Por una sociedad en desarrollo, con mutaciones socioeconémicas répidas con fragmentaciones socioterritoriales y con relativas posibilidades tecnoldgicas y de inversion. A su vez ¢l cxtenso territorio se dilata en el extremo austral de América, en una posicién geogrifica periférica, marcada por un significativo desprendimiento y atravesado por una carac- terizada diagonal arida. Todo ello ayudé a consolidar una centralidad politica y econémica que alenté la desigual distribucién de la poblacién, la gran concentracién urbano-demografica y econémica por un lado y las debilidades de las densidades por el otro. La presencia de ciudades “metrépolis incompletas”, la existencia de una red de transpor- tes radial y centralizada y un movimiento convergente hacia el 4rea central metropolitana, se alterna espacialmente con los extremos espacios indiferenciados y la fragilidad en la epider- mis fronteriza. Es importante advertir que un territorio de mas de tres millones de kilémetros cuadrados no puede ser ocupado a pie firme por treinta y siete millones de habitantes. En consecuencia, de- be aceptarse que todo lo expresado marca ciertos “umbrales” que deben ser ponderados ade- cuadamente en el momento de identificar los cuadros regionales. En cambio, debe admitirse que la estructura regional de la Argentina muestra un cuadro re- gional variado y complejo, con un grado de evolucién y organizacién espacial diferencial, con marcados contrastes, producto de las influencias de los condicionantes esbozados en lineas ge- nerales, Por esa raz6n, sostencmos que los conjuntos regionales constituyen sistemas de escasa con- solidacién y complementariedad interregional con fuerte dependencia del area central. Como-se manifestara en lineas precedentes, la uniformidad y la cohesion o funcionalidad constituyen dos alternativas valederas para comprender la conformacién regional de la Argentina. Ambas son necesarias cuando se las aplica oportunamente y en forma complementaria. En lo concerniente a las regiones uniformes 0 formales se ha tomado como base la di- visién regional propuesta por Zamorano (1968). Sobre ella se han introducido algunas mo- dificaciones, que estén expuestas a la critica, en funcién de armonizar distintos puntos de vista. El método fundamental estriba en adoptar un criterio y solo bajo ese criterio ~aunque con cierta amplitud— diferenciar todas las regiones del territorio argentino. En ese sentido, y como lo sostiene Zamorano (1985), se pueden tomar cuatro elementos diferenciadores. En primer término: las actividades como guia, como dominante general que permita in- corporar los demés clementos conformadores de la regién. En segundo lugar: considerar la organizacién del espacio promovida por las actividades, “uno de los tres componentes basicos del espacio humanizado” (Isnard, H., 1975). Las actividades que se eligen son aquellas que influyen con més peso en la organizacién del espacio regional, sc hacen presentes en la imagen del paisaje y se constituyen en el “gesto” de la region. Los limites no pueden ser tajantes, ya que se est ante sistemas abiertos que se interpene- tran. “En ese sentido conviene adoptar el trazado suelto que deja algo indecisas las zonas de con- tacto” (Zamorano, M., 1985). Los mismos criterios, pero cambiando la escala de observacién y en consecuencia el ni- vel de percepcién, deben ser mantenidos para identificar dentro de las regiones los subespa- cios menores como subregiones y comarcas. EL CONCEPTO DE REGION Y EL Mi DO REGIONAL. LA RENOVACION... 481 Las regiones formales obedecen a la concurrencia y correlacién en un espacio dado de fac- tores diversos del Ambito fisico, biolégico y de la vida humana, pero la entrada en el anilisis regional es la organizacién humana del espacio, y desde esa dominante se deben interpretar fodas las correlaciones que generen finalmente un espacio conforme. Las ciudades son significativas en las regiones formales, pero su gravitacién no es exclu- siva, pues la actividad dominante y organizadora del espacio concentra sus funciones en las ciudades, aunque a veces estas, por su posicién geografica en las zonas de contacto de dife- rentes actividades, adquieren caracteristicas polifuncionales 0 multifuncionales Por esa raz6n, a veces la regién formal puede coincidir con la regién funcional pero otras veces no, sobre todo cuando la metrépoli regional se superpone a dos 0 mas regiones uniformes. Asi concebidas, las regiones formales constituyen espacios homogéncos y continuos en las actividades que las caracterizan, mientras las regiones funcionales se corresponden con es- pacios heterogéneos y discontinuos. Estos ultimos conceptos y consideraciones son los que fueron considerados para estable- cer la division regional de la Argentina que fue adoptada en la primera, segunda y tercera edi- cin de la obra La Argentina, geografia general y los marcos regionales. Final del siglo XX y comienzos del siglo XXI Lo sefialado hasta aqui resulta ser una sintesis sobre el concepto y el método regional que campeaba en la geografia regional, y en otras ciencias sociales interesados en la region, hasta fines de la década del ochenta. Es entonces donde se puede sostener que a partir de la iltima década del siglo pasado y en los afios que asoman como umbral del siglo XXI, nos encontramos ante un nuevo escena- rio politico, social, econémico y tecnolégico, que hacen necesario revisar teorias, paradigmas y conceptos, entre ellos el de la regién. Este nuevo contexto no es otro que el que fue tratado al comienzo de esta obra, los esce- narios; sociedad, economia y territorio en el mundo global, con un interrogante ,una nueva lo- gica territorial? En efecto, la transicion de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, el cam- bio tecnoproductivo, las nuevas tecnologias aplicadas a las comunicaciones y a las cadenas de transporte; las redes de informacién; las profundas transformaciones de la sociedad, sociedad real y territorios en red; junto a una profunda transformacién de una economia global y asime- tria que funciona en la instantaneidad, han modificado hondamente nuestra forma de pensar, teorizar, explicar —cuando esto es posible— e interpretar; la sociedad, el territorio, las ciuda- des y las regiones. De ahi aquel interrogante sobre una nueva légica espacial, Todo esto ha llevado a Touraine (2005) a plantearse la necesidad desde la sociologia, pero de las ciencias sociales en general, a la necesidad de construir un nuevo paradigma para compren- der el mundo de hoy. En consecuencia, esto alcanza también al pensamiento geografico. En los comienzos de la década de los noventa el destacado pensador y ge6grafo fran- cés Paul Claval (1993) publicaba una obra muy sugestiva aduciendo a la geografia en los tiempos de la ciudad de los muros. En esta aducia a los nuevos sistemas de valores, a las trans- formaciones sociales y a los nuevos aspectos de distribuciones culturales, econdmicas y po- liticas y la aparicién de una nueva organizacién regional del mundo. La geografia, en el de- cir de Claval, apoyada en renovados paradigmas y en las nuevas técnicas debia prepararse para comprender las mutaciones del mundo. En ese contexto dedica la parte final de su in- teresante obra a la nocién de regién, al nuevo abordaje del concepto regional y a la regio- nalizacion. La renovacién y vigencia del concepto regional se encuadra en el cambio social, en los nue- vos modelos de organizacién de la produccién, del espacio relacional y de las tendencias de la economia territorial, entre lo global, lo nacional y lo regional. 482 Juan A. ROCCATAGLIATA A todo ello se ha referido Benko (1990) cuando sostiene su tesis sobre la dinamica espa- cial de la economia contemporanea. En este sentido el mismo autor y Lipietz (Benko, G., y Lipietz, A., 2000) sostienen la im- portancia y el significado de la regi6n en el andlisis espacial de la economia global y en lo que se ha dado en llamar la “nueva geografia socioeconémica”, En este marco de anilisis se pone énfasis en las riquezas de las regiones, pero se admite que en una economia y sociedad duali- zada se construyen espacios a dos velocidades, tal vez los espacios brillantes y opacos de los que nos hablaba Milton Santos (Santos, M., 1996), en donde hay regiones ganadoras y regiones perdedoras. En linea con todo Lo sefialado, esta nueva sociedad global, de la informacién, del conoci- miento, esté conduciendo a una profunda transformacién de las formas de organizacién de nues- tros territorios, regiones y ciudades. A todo este proceso, en donde la regién estd més presente que nunca, se lo ha denomina- do “recomposicién” o “refuncionalizacion”’ de los territorios, de sus regiones, ciudades y metré- polis. A ello se ha referido Gagnon (1994) cuando sustenta su tesis sobre la metamorfosis del es- pacio habitado. De este manera, ya a mediados de los noventa, los estudios de casos referidos a regiones u dreas metropolitanas concretas con el fin de analizar dichas recomposiciones 0 metamorfosis territoriales llevan, en el decir de Evette y Lauttier (1994), a sostener la idea del “taller del territorio”. En los comicnzos del tercer milenio los estudios geogrificos abarcan campos asaz variados. La region ya no es cl punto de encrucijada del saber geografico, pero muchas tendencias en la construccién del pensamiento geografico concluyen en el concepto regional. Mas atin, las cien- cias sociales y la gestion politica se han ocupado de la region mas que la propia geografia. La vieja ciencia de Estrabon es hoy “una et varie”. Nos animariamos a sostener que cada geégrafo encara “su” propia geografia. Sin embargo, curiosamente la nueva construccién te6- rica parece incluirlos a todos. En ese sentido, Ortega Valcdrel (2000) sostiene: “los distintos enfoques, las diversas con- cepciones del espacio, los distintos objetos que se proponen como ‘objeto de la geografia”, las diferencias metodolégicas, los campos 0 centros de interés considerados, la propia estructura con la que se organiza y jerarquiza el conjunto de ambitos contemplados por la geografia, tie- nen su razon de ser en esas filosofias ultimas. “La geografia no se constituye al margen de las preocupaciones de la sociedad en que sur- ge, es, por el contrario, un trinsito de tales preocupaciones. La historia de la geografia no es independiente de su contexto cultural. Forma parte de las tensiones intelectuales del mundo con- temporaneo”. Al tratar de situar a la geografia actual en el umbral del tercer milenio, surgen muchos in- terrogantes, aparecen nuevos horizontes, renovadas practicas concretas de la geografia, y en ellas aparece renovado el concepto y el método regional, tal vez menos orientado a la descripcién, salvo en obras de divulgacién, y mas comprometido con la planificacién, el desarrollo y la or- denacion del territorio. No obstante, se debe tratar de encontrar en el pensamiento geografico contemporaneo, los nuevos marcos tebrico-conceptuales para el andllisis espacial, las diferenciaciones areales actua- les, la construccién social de las regiones y las concepciones diferentes en los procesos de re- gionalizacion. Por esa raz6n es necesario recorrer la reflexion tedrica de destacados especialistas del que- hacer geogréfico para visualizar los nuevos horizontes de la geografia como también los de- finiria Ortega Valearcel, y escrutar en ellos la vigencia y reconsideracién de la problematica regional. Para ello es importante revisar las obras de Bird (1993) sobre los cambios mundiales y la geografia. En linea con ello se encuentra la obra coordinada por Bennett y Estall (1991), en don- de al sefialar los cambios globales y los desafios hace referencia especial al nuevo rol asigna- do a la regi6n, con un acento mas mareado en lo econdmico. En el andlisis de una geografia pos- EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL. LA RENOVACION. 483 moderna, Soja (1999), explaya sobre un anilisis critico a la teoria social aplicada al espacio y a la regién como construccién social; Baillo y Ferras (1997), en sus elementos de epistemolo- gia de la geografia, da tratamiento especial a definiciones y Conceptos fundamentales en geo- grafia, entre los que se encuentran la nocién de espacio, medio ambiente, paisaje, territorio y por Supuesto regién, En lo concerniente a la regién, més adelante sostiene que al “comprender las telaciones de los habitantes con sus lugares” como el objetivo de la geografia aparece una ge- ografia regional renovada (1999). Asi, la geografia se asienta sobre el sujeto: “El conocimien- to en geografia regional comienza por la subjetividad”, como destaca Baillo. La nueva geografia regional arraiga en lo que los geégrafos franceses denominan “geo- grafia de las representaciones”, es decir, imgenes individuales 0 colectivas del espacio. “El niicleo de esta geografia regional renovada se encuentra en la atencion preferente alos valores y percepciones sociales” (Ortega Valcarcel, 2000). El autor citado analiza el resurgir de una geografia regional descriptiva, relacionada con las demandas sociales, lo que hace resurgir en una profusa bibliografia sobre la geografia de los paises y las regiones. En el decir del autor “las obras geogrificas tendrian como objetivo salisfa- cer el interés social por los fenémenos territoriales”. Con ello concuerda Johnston (1990), quien considera a la geografia regional como un soporte necesario en la formacién del individuo. Una interesante y reciente obra analiza la geografia en los cambios globales, admitiendo un “remapeo” del mundo. Se insiste en los cambios globales, econémicos, geopoliticos, geo- sociales, geoculturales y medioambientales, con diferentes lecturas de distintos autores. Gohnston, R. J.; Taylor, Peter J. U., y Watis, H. J., 2002). Esta enjundiosa obra es significati- va para comprender los desafios que enfrenta la geografia contempordnea y encontrar para la re- gion y cl lugar una renovada concepcién y utilidad concreta en la arquitectura de un nuevo marco tedrico conceptual, El tema de la diferenciacién areal aparece en otra obra atin més reciente en donde se plan- tean una serie de interrogantes sobre el quehacer de la geografia en el campo cientifico actual “questioning geography”, como la naturaleza, las aproximaciones, los debates centrales, la prdic- (ica y los usos de la geografia (Castree, N.; Rogers, A.; Sherman, D., 2005), Ahora es importante volver al pensamiento de Milton Santos, cuando nos hacia reflexionar pri- mero sobre el transito de la “totalidad al lugar” y finalmente a su obra péstuma sobre la “naturale- del espacio; técnica y tiempo, razén y emocién” (Santos, M., 1986 y 1996-2000 en espaol) En ese sentido debemos destacar del talentoso autor dos conceptos culminantes, cuando seflala “en realidad, el habeas de una disciplina est subordinado al objeto y no al contrario Asi, la discusin es sobre el espacio y no sobre la geografia, y esto supone el dominio del mé- todo”, en ese sentido sostenia la necesidad de hacer un esfuerzo interpretativo desde adentro, lo que contribuye tanto a identificar la naturaleza del espacio, como a encontrar las categorias de estudio que permitan analizarlo correctamente. Luego recordaba, “una disciplina es una poreién auténoma, pero no independiente del sa- ber actual”, Esto es muy importante pues la respuesta a los interrogantes que uno se plantea cn una ciencia, puede encontrarse en otra. En todo este campo hay que recrear los conceptos de la geografia clasica, lo que implica en- tre otras cosas la universalidad actual del fendmeno de region. Sefala Santos que “en la misma yertiente posmoderna que anuncia el fin del territorio el no-lugar, se incluye también la negacién de la idea de region, exactamente en un momento en que ningun subespacio del planeta puede librarse del proceso conjunto de globalizacién y fragmentacién, es decir de individualizacion y de regionalizacién”. Finalmente Santos apunta, “las regiones son el soporte y la condicién de relaciones glo- bales, que de otra forma no se realizarian”. Mas adelante sera necesario volver sobre el pensa- miento de Milton Santos. Ademis existen, como ya se sefialara mas adelante, las vulnerabilidades metodoldgicas que son el rasgo comin de propuestas regionales y del abordaje del andlisis regional. Asi como Johnston (1990) concibié como una consistente concepeién del espacio regional la 484 JUAN A. ROCCATAGLIATA dialéctica de medio y sociedad, medio fisico y organizacién social, las propuestas mas ela- boradas, buscan incorporar la metodologia regional en el marco de la teoria social. (Di Méo, G.; Buleén, P., 2005). Junto a esta reciente obra sobre el espacio social, resulta interesante sumergirse en un tra- tado atin mas cercano de Paul Claval (Claval, P., 2006), quién en su renovada “Epistemologia de la geografia”, nos posibilita pensar sobre la problematica de la regién desde la perspectiva de Ja comprensién del mundo actual, que los hombres viven a través de los paisajes, los patri- monios y las confrontaciones culturales. En consecuencia, como sefiala Ortega Valearcel, existe un movimiento hacia la geografia regional en donde confluyen pensadores muy distintos, desde Johnston, hasta Eutrikin, con en- foques muy diversos como quedé demostrado en estas lineas. Mas adelante el autor antes ci- tado remata: “En las propuestas de los tiltimos decenios conviven altemativas dispares. Algunas suponen una recuperacién de la geografia regional como disciplina, y en ciertos casos, con el perfil mas tradicional. “Otras significan la incorporacién del enfoque territorial o regional al analisis geografico, sin que ello suponga la definicién de un campo especifico, del tipo de la geografia regional”. Se trata mas de una “perspectiva regional” (Johnston, 1990). Es decir, se trata mas del uso “de la regi6n en la geografia que de una geografia regional”, No deja de ser paraddjico que las cuestiones regionales, asociadas al lugar, la regién, la comarca surjan entre los problemas de las sociedades actuales. Es precisamente esta motivacién Ja que nos conducira a la propuesta de la parte final de este tratado. Un paso hacia delante. La regién como una construccién politica, social y econdémica y como unidad espacial de gestion En las lineas precedentes se han realizado diferentes reflexiones sobre el concepto y el método regional desde la perspectiva de evolucién del pensamiento geografico y desde otras dis- ciplinas sociales preocupadas por el analisis espacial Ahora nos interesa el concepto de region en el marco del desarrollo sustentable del territo- rio como instrumento del desarrollo regional, la descentralizacién y la ordenacién del territorio. En ese sentido se ha sefialado que “la democracia ofrece una oportunidad a la descentrali- zacién, como la descentralizacién ofrece una oportunidad a la democracia”, en el camino de la transformacién de una sociedad. Como se apunté en el titulo de este apartado, nos interesa la construccién social de la re- gin. En dltima instancia la organizacién del espacio es un producto social. Es entonces inte- resante seguir cl pensamiento de Boisier (1990) cuando sostiene: “construir socialmente una regién significa potenciar su capacidad de auto organizacién, transformando una comunidad ina- nimada, segmentada por intereses sectoriales, poco perceptiva de su identidad territorial y en de- finitiva pasiva; en otra organizada, cohesionada, consciente de la identidad-sociedad-regién, ca- paz de movilizarse tras proyectos politicos colectivos, es decir, capaz de transformarse en sujeto de su propio desarrollo”. En este sentido, la descentralizacién, el desarrollo regional y la pla- nificacion concertada constituyen hoy una trilogia inseparable. Todo ello debe analizarse, como sefiala Taylor (1995), como un solo proceso que funcio- na en diferentes escalas, la economia mundo, los bloques regionales, los Estados-Nacién, las re- giones y los lugares. Asi, debajo del nivel nacional, la estrategia se basa en la regién. En consecuencia, se tiende a definir la regidn, siguiendo a Boisier, como una organizacién politico-territorial dotada de personalidad politica, juridica de derecho piiblico que goza de au- tonomia. En el marco de andlisis que hemos encarado se puede sefialar que, “ninguna cantidad de recursos volcados por el Estado en una regién es capaz de provocar su desarrollo si no existe realmente una sociedad regional, compleja, con instituciones verdaderamente regio- EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL. LA RENOVACION... 485 nales, con una clase politica, con una clase empresarial, con organizaciones sociales, sindi- cales de base, con proyectos politicos propios, capaz de concentrarse colectivamente en pos del desarrollo”. El itinerario de la construccién social regional, resulta ser un camino largo y sinuoso que hay que recorrerlo inteligentemente. Parafraseando a Boisier, no cabe duda, el campo de estudio de la “cultura regional” esta todavia por ser explorada, tarea que parece urgente si se quiere configurar la identidad de las regiones. El espacio social y el espacio geografico correspondiente estan ligados por relacio- hes representativas reciprocas y biunivocas. ‘A partir de aqui, nos interesa el concepto de regién no solo como especulacién académi- ca, sino mas bien orientado a la gestion de gobierno. Por esa razén estamos siguiendo en las tiltimas lineas el pensamiento de Sergio Boisier, uno de los maximos referentes en América Latina sobre el desarrollo regional. En “Teorias y metaforas sobre el desarrollo territorial” el autor citado esboza un nuevo paradigma para el desarrollo territorial que resulte racional a los tiempos que corren de cam- bio social, globalizacién y la consiguiente nueva légica espacial, que sea de real utilidad para conferir racionalidad a Jos procesos sociales de intervencion territorial. En linea con ello puede sostenerse que los espacios supranacionales por un lado y los sub- nacionales por el otro, es decir las regiones, alcanzan hoy importancia creciente, aun en des- medro de los Estados-Nacion. En ese sentido es importante sefialar la conceptualizacion de regiones que hace Boisier al proponer una nueva categorizacién de regiones sobre la que basaremos més adelante nuestra propuesta. Asi, reconoce regiones pivotales, asociativas y virtuales. En ese marco sostiene, “El examen de la gestion de la regién como cuasi Estado” sirve de antecedente para comprender la naturaleza sociopolitica del desarrollo regional; analogamen- te, el examen de la gestion de la regién como “cuasi empresa” proporciona argumentos a fa- vor de la especificacién de criterios de planificacién estratégica. En consecuencia, de la mano de Boisier, la regién cobra importancia aunque esta vez pa- ra la gestion del desarrollo territorial. De este enfoque sostiene “el entorno territorial es factor clave del desarrollo. Aunque dicho entorno se presente bajo diferentes formulas administrati- vas y juridicas la comuna, la provincia, la region, el pais, el mundo-, la calidad del territorio determina el desarrollo de las estructuras sociales pertinentes en cada escala. Entonces si a la regi6n la valoramos como construccién politica y social, es decir, como ins- trumento del desarrollo, es importante resaltar lo que el autor citado sefiala. Si bien no hay un recetario posible para alcanzar el desarrollo de un territorio dado, o para entregar a quien tiene la responsabilidad de conducir una intervencién, hay si dos afirmaciones importantes: “Si el desarrollo se encuentra en nuestro futuro, no sera con las ideas del pasado que lo aleanzare- mos; y si el desarrollo es un producto de la propia comunidad, no seran otros, sino sus propios miembros quienes lo construyan”. Sobre esta base sostenemos que cl concepto que usamos es el de un desarrollo sostenible, que apunte a lograr para la regién un equilibrio entre los objetivos de cohesién social, reequi- librio territorial, competitividad econdmica y sustentabilidad ambiental. Con la idea de “estudiar la regién’” José Sotelo trata de poner en valor el concepto re- gional tal cual lo hemos tratado en el apartado anterior (Sotelo, J. A., 2001), pero avanza en las nuevas categorias regionales esbozadas por Boisier, es decir, las regiones pivotales, las asociativas y las virtuales. A partir de ello y basandose en el autor citado identifica los atri- butos que hoy deben tener las regiones, velocidad, flexibilidad, maleabilidad, complejidad e identidad. Las regiones pivotales se las identifica en base a unidades politico administrativas, por ejem- plo las provincias. Estas regiones pivotales pueden unirse entre si a los fines del desarrollo y crear regiones asociativas, por ejemplo en el caso de la Argentina la regién Centro. A su vez las alianzas estratégicas interregionales pueden conformar regiones virtuales. Estas se afirman g' 486 Juan A. ROCCATAGLIATA en protocolos de cooperacién, son el resultado de acuerdos contractuales, entre ciudades o uni- dades administrativas, en donde priman las verticalidades sobre las horizontalidades, es decir la discontinuidad espacial sobre la contigiiidad Es aqui donde debemos volver al pensamiento de Milton Santos cuando sefiala que exis- ton dos ordenamientos y dos segmentaciones. “En las condiciones actuales, los ordenamientos espaciales no se realizan a través de figuras formiadas de puntos continuos y contiguos. Hoy, al lado de esas manchas o por encima de esas manchas, existen ademds constelaciones de pun- tos discontinuos, pero interrelacionados, que definen un espacio de flujos reguladores. Las seg- mentaciones y particiones presentes en el espacio sugieren que se admitan, al menos, dos dimen- siones. Por un lado, hay extensiones formadas de puntos que se agregan sin discontinuidad, como en la definicion tradicional de region. Son las horizontalidades. Por otro lado, existen puntos en el espacio que, separados unos de otros, aseguran el funcionamiento global de la sociedad y de la economia, Son las verticalidades. El espacio se compone inseparablemente de unos y otros componentes. A partir de estas nucvas subdivisiones debemos pensar nuevas categorias analiticas”. (Santos Milton, 1996-2000). Entre estas nuevas categorias de andlisis se encuentra el concepto de regin Volviendo a parafrasear a Santos, se podria sostener que en la categorizacion actual de las regiones estamos lejos de aquella solidaridad organica que las categorizaba y que era lo esen- cial en la definicién del fendmeno regional. Hoy se constatan solidaridades organizacionales. Las regiones existen porque sobre ellas se imponen ordenamientos organizacionales, creado- res de una cohesién organizacional basada cn racionalidades de origenes distantes, pero que se convierten en uno de los fundamentos de su existencia y definicién. “Esas verticalidades crean interdependencias, tanto mas numerosas y actuales cuanto ma- yores son las necesidades de cooperacién entre lugares”. Las ciudades y cl sistema de ciudades son el punto de interseccién entre verticalidades y ho- rizontalidades. La regi6n pasa a ser entonces un elemento o una configuracién mas entre varias. Tal co- mo sefiala Hiernaux (1995), citado por Soledo, la regién es una articulacion coherente de arti- culaciones sistémicas entre diversos grupos y cosmovisiones espacio-temporales, una concep- cién que da cabida a la diversidad en la construcci6n regional, “La regién deja de ser un concepto ubicado en el espacio fisico de las relaciones banales y pasa a instalarse en el ciberespacio de las relaciones virtuales”. “Se constata de esta manera que el espacio se ha contraido, el mundo se ha hecho cada vez mas pequcfio, porque tanto los flujos materiales como los inmateriales pueden circular a ma- yor velocidad y con un menor costo. Hoy las sociedades son mas abiertas y los lugares estan mas interconectados que nunca. El proceso de globalizacién no se podria explicar sin hacer refe- rencia al proceso de contraccién del espacio. Las nuevas tecnologias de los transportes y de las telecomunicaciones configuran el espacio de un modo nuevo. El espacio se contrae de acuer- do con un principio de geometria variable. Es cada vez més un espacio-red en el que la nocién de localizacién absoluta pierde vigencia mientras que se refuerza la importancia de la cone- xion en red” (Gutiérrez, J., 1998). El concepto y el método regional se encuentran en el seno de todo este proceso contemporaneo. Ademés la naturaleza social del espacio y de la regién impone a la geografia un objetivo esencial, aportar soluciones a los problemas que afectan al territorio. Esta tarea la deberd re: lizar con todas las disciplinas que se ocupan y preocupan por la problematica territorial y re- gional. En ultima instancia cada uno de estos saberes tiene su propia lectura y la perspectiva de la geografia resulta fundamental, pues el territorio es para es! disciplina sujeto y objeto de su quehacer cientifico EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL, LA RENOVACION... 487 La divisién regional adoptada Luego de transitar aunque sea brevemente por la problemitica alrededor del concepto de re- gidn y sobre la regionalizacién, se hace necesario sefialar sobre qué tipo de regién y sobre qué regionalizaci6n se desarrollard la segunda parte de la presente obra. Un aspecto debe ser destacado, el retorno de la regién estd alcanzando un peso especifico en el campo de la politica, en la administracién del territorio y en las reformas y reestructura- cién del Estado, En la Argentina de las tiltimas épocas, se han levantado diferentes voces para valorizar la region y regionalizar el pais, para reordenar y hacer mis eficiente al Estado. ‘También las opiniones y la pluma han marcado no sin matices, la importancia de la region en una estrategia nacional de desarrollo y ordenacién territorial. El distinguido tratadista Pedro Frias hace aiios que viene trabajando en pos de la institu- cionalizacién de la regién y en las reformas juridicas y politicas que Hevaria dicha tarea, En este sentido debe destacarse el trabajo intenso del Instituto de Federalismo de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Cordoba. En una meritoria obra Jorge Antén (1999) sostiene: “La regin, como unidad posible para racionalizar recursos, economizar esfuerzos, potenciar productividad a escala, satisfacer el desa- rrollo social, es la nueva viabilidad federal. Se trata de la tercera reforma estructural de la Argentina, comprometida en una nueva organizacién territorial del pais, basada en funciones y niveles de gobierno”. En otro libro con mas énfasis en lo politico y lo administrative, Dromi y Menen (1997) sos- tienen que no existen regiones sin provincias, tal vez por ciertos anilisis que han pensado en re- giones como reemplazo de las provincias lo cual no es aceptable, pero advierten que las provin- cias integradas en regiones son una nueva realidad econémica. Luego afirman que la regién es la alternativa federal. Descentralizacién politica hacia las provincias, descentralizacién econ6- mica hacia las regiones y descentralizacion administrativa hacia los municipios. Los autores con- ciben “la regién solo como una entidad econmica y social, con personeria juridica a la que se Ic transfiere las competencias delegadas a la Nacién y las reservadas a las provincias en materia econémica y social”, Guillermo Yeatts (2004) vuelve sobre el tema en su articulo “Federalismo y Regiones” rela- cionado con las propuestas de reforma fiscal Nacién-provincias a partir de la coparticipacion. Hace poco, Gussoni (2005) también retorna al tema de la regién, como base para un reor- denamiento econdmico, politico y administrativo del Estado. Las expuestas son algunas idcas de un tema que va tomando nuevamente vigencia entre no- sotros: la institucionalizacion de la regin. A partir de la reforma constitucional de 1994, en el articulo 75, inciso 19 y 124, se au- toriza a las provincias a conformar regiones a través de la unién voluntaria de varias de ellas, Seria lo que Boisier denomina regiones asociativas y que ya fuera comentado en apartados anteriores En ese sentido es interesante sefialar que en un importante tratado reciente sobre las trans- formaciones territoriales en el mundo, en los albores del siglo XXI, al referirse a América Latina se hace referencia a las regiones propuestas por Boissier, regiones pivotales, regiones asociati- vas y regiones virtuales. Volviendo sobre la Constitucién de 1994, en todos los casos una regionalizacién del pais deberia resultar de un pacto interprovincial. Desde el punto de vista de un reordenamiento te- rritorial administrativo, las regiones pueden resultar de la asociacién. Sin embargo, debemos se- alar que desde el enfoque de la ordenacién del territorio, las regiones, ademés de asociativas, deben ser flexibles para adaptarlas a las realidades cambiantes impulsadas por las dindmicas con- temporaneas del desarrollo territorial (Roccatagliata J. A., 2004). Si esta claro que la Argentina no puede transitar y avanzar en el siglo XX1 con una estructura y organizacién territorial del siglo XLX, entonces, en el desafio del desarrollo te- 488 Juan A. ROCCATAGLIATA rritorial, la regién y la regionaliz cuada a esa necesidad. En los tiempos que corren como ya comentaramos al comienzo de este apartado, la tran- sicion de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, el cambio social, la globaliza- cidn y el cambio tecnoldgico, que han impulsado la sociedad posindustrial, estan creando un nuevo orden territorial, una nueva dinamica socioespacial y, como consecuencia, una nueva estructura de regiones. Este proceso ha precipitado la crisis de las viejas estructuras regionales y el surgimiento de nuevas formas de organizacién regional. Estas tendencias, que se manifiestan en diferentes grados, ya sea que se trate de paises de- sarrollados o emergentes, estin construyendo una nueva geografia sobre la geografia, cién pueden resultar instrumentos de una estrategia ade- La dimensién politica de las regiones Ademias de los Ambitos académicos que siempre se han ocupado de la region y de la regiona- lizaci6n, howe! tema se ha instalado en ciertos circulos politicos que ven la figura de la regién co- mo una nueva instancia de federalismo. El tema también tuvo vigencia aunque en forma intermitente en las tiltimas cuatro décadas del siglo pasado, tal vez impulsado por la Escuela Francesa de l’amenagement du territoire et l'action regionale. Asi se sucedieron enjundiosos trabajos, como los realizados por el Instituto Torcuato Di Tella, los ensayados por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y por el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE). Se trataba en todos los casos de propuestas de regiones de desarrollo, a los fines pricticos de la gestin de gobierno en pos de un acondicionamiento y reequilibrio terri- torial En definitiva, parece ser que hoy la regién y la regionalizacién deben ser un instrumento de esa estrategia, y también lo seria al reordenamiento administrativo de! Estado. En este marco debemos sefialar de qué regiones estamos hablando. En pleno 2001, en medio de la crisis, que siempre resulta ser una buena oportunidad para pen- sar por qué se Tlegé hasta alli, como salir de la encrucijada y construir nuevas oportunidades, nos propusimos pensar un proyecto de pais desde una mirada socioterritorial. Entonces, creamos el Centro de Estudios para el Desarrollo Territorial y la Gestion de la Infraestructura, en la Fundacién del Sistema Educative Abierto y a Distancia Hernandarias*. Asu vez escribimos el trabajo “Desarrollo Sustentable del Territorio Argentino, Perspectivas de Desarrollo Humano”. Su aparicién y debate en un importante seminario, impulsado en esferas de gobierno por el Ing. Sergio Rossi, coincidié con otra enjundiosa obra propiciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (P.N.U.D.), Informe de Desarrollo Humano en Argentina 2001, enfocado desde una éptica territorial bajo la direccién de la prestigiosa socidloga, Dra. Liliana de Ritz Con esta piedra basal nos propusimos algo mas ambicioso, formar un grupo de trabajo in- terdisciplinario y encarar el proyecto “Argentina a través de sus regiones”. aqui en donde nos volvimos a interrogar sobre qué tipo de regiones ibamos a adop- tar y en qué forma regionalizariamos el pais. Fue entonces cuando decidimos trabajar sobre las regiones que fueron creadas a partir de lo establecido en la Constitucién de 1994, por asociacién de provincias, es decir, las re- giones asociativas, segin el concepto acufiado por Sergio Boisier. Como muestra obra de entonces, y que hoy se encuenira en pleno desarrollo‘, esté orien- tada a establecer las bases para el desarrollo territorial-regional y la ordenacién del territo- rio, nos parecié oportuno adoptar las regiones que hoy son motivo de proyectos politicos, sociales y econémicos. Al inscribirse esta obra sobre la Argentina en esa linea de pensamiento, adoptaremos también dicha division regional. Las reuniones de los diferentes gobernadores en donde fueron creadas di- chas regiones produjeron una regionalizacion de hecho de la Argentina, desde abajo hacia arriba. EL CONCEPTO DE REGION Y EL METODO REGIONAL. LA RENOVACION. 489 De esta forma podemos identificar las siguientes regiones: + Region de la Patagonia: provincias de La Pampa, Neuquén, Rio Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antértida ¢ islas del Atlantico Sur, * Region Nuevo Cuyo: provincias de Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja, + Regién Centro: provincias de Cérdoba, Santa Fe y Entre Rios. * Regi6n del Noroeste: provincias de Salta, Jujuy, Tucumén, Catamarca y Santiago del Estero. + Regidn del Nordeste: provincias de Chaco, Misiones, Formosa y Corrientes. + Region Pampeana Bonaerense: provincia de Buenos Aires. * Regién Metropolitana de Buenos Aires: Ciudad Auténoma de Buenos Aires y aglomeracién (provincia de Buenos Aires). Una vez que las provincias conformaron las regiones asociativas, quedaron fuera de ese pro- ceso, la provincia de Buenos Aires, y la Ciudad Auténoma de Buenos Aires. Por esa raz6n, no- __ sotros completamos la regionalizacién identificando las regiones de la Pampa Bonaerense y la gran region urbana que conformandose como metapolis, constituye la Regién Metropolitana de Buenos Aires. En verdad, es muy dificil separarlas, pero debido a su envergadura hemos preferido tratarlas individualmente, sin que ello impida establecer sus multiples y variadas in- terrelaciones. De algiin modo esto también se hard con el resto de las regiones, porque los limites admi- nistrativos son estatuas, mientras la dindmica del desarrollo territorial es activa, por lo cual los limites recortan o mutilan algunas veces realidades geogrAficas que deben ser tratadas con uni- cidad. Por eso consideramos a las regiones como construcciones politicas y sociales abiertas y flexibles. En este sentido debemos apresurarnos a sefialar que no creemos en las regiones rigidas embretadas en limites administrativos rigidos, menos ain en entelequias construidas como ar- tificios de la especulacién cientifica. Si creemos en regiones abiertas y flexibles, en donde una region pueda inseribirse en multiples relaciones espaciales segiin criterios, sentido de perte- nencia o intereses politicos, econdmicos y sociales Las regiones asociativas creadas por asociaciones de provincias como las que presenta- Mos, en principio existen en la declamacién de los actores que las crean, Si, como sefialan Fremont y Guido (Fremont, 1976; Guido, L., 2006), la regidn es un “espacio vivido” es posi- ble que las regiones argentinas tengan dudosa existencia en el sentido de vivencia, arraigo y per- tenencia. Esto no quita validez al Noroeste, al Nordeste, al “Nuevo Cuyo” o a La Patagonia, o al Centro 0 al “Norte Grande” que surge de la unién y complementacién del NOA con el NEA. Mas atin, estas regiones estan en cl imaginario popular, Sin embargo, debe destacarse que es- tas regiones, para plasmarse como tales, requerirén més alld de la voluntad de sus creadores, de una construccién politica, econdmica y social, concertada entre todos los actores que gene- ren en sus habitantes un sentido de pertenencia basado en la afirmacién del principio de cohe- sidn territorial. En consecuencia, las regiones asociativas estn ahi por voluntad de sus dirigentes, apoya- dos en las reformas constitucionales de 1994 que consagraron su decisién politica de construir- las. Sin embargo, para que cada una de ellas se convierta en una comunidad territorial de inte- reses, pues de ello se trata, debera pasarse rapidamente de los papeles de las actas fundacionales ala institucionalizaci6n, a los planes, programas y proyectos comunes, en el marco de una cons- truccién politica y de un amplio consenso social. 490 Juan A. ROCCATAGLIATA Bibliografia Abellan, A. C. (1993). 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Seccién, 1985), * Debemos reconocer el apoyo y entusiasmo de su rector el Dr. Eugenio Gomez de Mier y de su presidenta Sra. Ercilia Carranza de Ababallay, por propiciar la iniciativa * En este caso contamos con la valiosa colaboracién de la Organizacién Techint, a través de los Dres. Luis Betnazza, Gabriel Sbruzzi y Geraldina Marino y Martin Echegoyen y el auspicio de la Academia Nacional de Geografia y de su presidenta Prof, Sarrailh, “Bn efecto el proyecto “Argentina a través de sus regiones” ha terminado y editado La Patagonia, bases estratégi- cas para el desarrollo sustentable (2 tomos, 2004); Region Pampeana Bonaerense, desarrollo sustentable con equidad (2 tomos, 2006); Regién Centro (3 tomos, 2007) y se encuentra avanzada la Regién Nordeste,los desafios de la competitividad, la sostenibilidad, la cohesidn social y la insercién internacional (3 tomes),

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