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Riadernos Historia 16 250 PTAS VISTI Sa WEE Ao La invasion =—s 7” TE] APA Ciel AAU ctarc Cuadernos Historia 16 Plan de la Obra 1. La Segunda Repiiblica Espaiiola + 2. La Palestina de Jesis * 3. El Califato de Cérdoba + 4, El Siglo de Oro, 1 *5. El Siglo de Oro, 2+ 6. Faraones y pirimides + 7. La Castilla del Cid + 8, La Revolucién Indus- trial ¢ 9, Felipe II + 10. La medicina en la Antigtiedad + 11. Los Reyes Catdlicos + 12. La mujer medieval + 13, La Revolucién Francesa, 1 + 14. La Revolucién Francesa, 2+ 15, La Revolucién Francesa, 3 + 16, El Egipto de Ramsés II + 17. La invasion arabe de Espaiia + 18. Los Mayas « 19. Carlos V + 20, La guerra de la Independencia, 1+ La guerra de la Independencia, 23, Vida cotidiana en la Edad Media + 24. El Renacimiento » 25. La Revolucién Rusa + 26, Los fenicios + 27. La Mezquita de Cordoba + 28, La Reforma en Europa + 29. Napoledn Bonaparte, 1 + 30, Napoleén Bonaparte, 2+ 31. Los ieros + 32. Recaredo y su época + 33. Los campesinos del siglo XVI + 34. La Inglaterra victoriana + 35. El Neolitico + 36. Los Aztecas + 37. La Inglaterra isabelina + 38. La II Guerra Mundial, 1 + 39, La II Guerra Mundial, 2 + 40, La II Guerra Mundial, 3 + 41. Tartessos + 42. Los campesinos medievales +43, Enrique VIII + 44, La Espaiia de José Bonaparte + 45. Altamira + 46, La Unién Europea + 47. Los rei- nos de taifas + 48. La Inquisicién en Espafia + 49 Vida cotidiana en Roma, 1 + 50. Vida cotic Roma, 2 + 51. La Espaiia de Franco + 52. Los Incas + 53. Los comuneros + 54. La Espaiia de 5. Ampurias + 56. Los almoravides + 57. Los viajes de Colin + 58. El eristianismo en pronunciamientos + 60. Carlomagno, | + 61. Carlomagno, 2+ 62. La Florencia de los Medic mera Repiiblica Espaiiola + 64. Los sacerdotes egipcios + 65. Los almohades + 66, La Mesta * Expatia de Primo de Rivera + 68, Pericles y su época + 69, El cisma de Avifién + 70, El Reino nazarita * 71. La Espaia de Carlos III + 72. El Egipto ptolemaico + 73. Alfonso XIII y su época + 74, La flota de Indias ¢ 75, La Alhambra * 76, La Rusia de Pedro el Grande + 77. Mérida + 78, Los Templarios + 79. Veliz- quer + 80, La ruta de Ia seda + 81. La Espaia de Alfonso X el Sabio + 82. La Rusia de Catalina Il + 83, Los Virreinatos americanos + 84. La agricultura romana + 85. La Generacién del 98 + 86. El fin del mundo ccomunista + 87. El Camino de Santiago + 88. Descubrimientos y descubridores + 89. Los asirios + 90, La Guerra Civil espaiola + 91. La Hansa + 92. Ciencia musulmana en Espaiia + 93. Luis XIV y su época + 94, Mitos y ritos en Grecia » 95. La Europa de 1848 + 96. La guerra de los Treinta Aiios + 97. Los moris- 0s + 98. La Inglaterra de Cromwell + 99. La expulsin de los judios + 100, La revolucién informatica, © J.Vallvé, M. Grau, M. Marin y J. Vernet Informacion e Historia, SL. Historia 16 304 65 75, 9.236-7 (Fascicuos) 19.287-5 (Obra completa Depésito legal: M-34191-1995 Distribuiin en quiosens: Suserpriones: Historia 1 28037 le Rufino Gonzalez, 34 bis Fotacomposicin yfotomeednica: Amoreti SF, SL. Impresin:Grafcinco, SA Encuadernacin: Mavieam Printed in Spain -Impreso en Bspatia Historia 16 cere 2/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA Indice LA CONQUISTA Y SUS ITINERARIOS 4 6 7 10 ~ 15 al-Andalus: samiyyun Los primeros emires La expedicién de Musa 1 6 Qaysies y kalbies frente a frente 99 i Tolerancia coranica 6 24 Explotacion de la conquista € 24 _ Convivencia reglamentada € 2 6 LAISLAMIZACION 97 (Primera versién moderna 28 Invasién polémica 18 Uastribusbereberes:zonas de poblamiento 20 ULTIMAS TEORIAS 3 0 De Castro a Sanchez Albornoz 3 0 Revision de las fuentes arabes F Ena portada, tropas ‘musulmanas se dirigen a la guerra (miniatura de al-Maqa- mat de al-Hariri, siglo XD. Ala izquierda, la batalla del Guadalete, segtin un grabado del siglo XIX LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA /3, La conquista y sus itinerarios Joaquin Vallvé Catedraitico de la Universidad Complutense de Madrid. Tyeriea sigue apasionande a los fnvestigadores por los multiples roblemas que plantea el andlisis de Fes tuentes arabes de la Edad Media Esos problemas san de indole cronol sce, poratcayonomastin sl pr thero de ellos es averiguar por qué Tos itabes dieron el nombre de al-Andalus ava Espaha musulmana, nombre que Se perpetud en el actual de Andalucia tas la prolongada resistencia de los reyes musulmanes de Granada, ‘El nombre de al-Andalus aparece ya en tradiciones atrbuidas Mahona, €n poesia arabe preisiamica o-de la Drimera epoca del Tslam o-en relacion Eon los primeros ealifas que sucedieron al Profeta, Todas estas fuentes son an fertores al ano T1iy, por tanto, aan {an aun onigen oriental que no thee Nada que ver con fa teoria gue sostiene gas mob de anda drivara Je os vandalos, porque estos barbar atravesaron Tas Werras del sur de Ta Peninaula camino de Africa hacia el aha 429, "El nombre de al-Andalus estas fuentes orientales meras que narran la conguista de Pania como el nombre de una isla, Ghastrar al-Andatus, o de un mar, Bahr al-Andalus, Trai un andlisis dé diversas fuentes, grecolatinas, arabes y romances, yo creo que la denomina: Bién de Chosirat al-Andalus isla de l-Anulaluny ex un cruducelan pura? simple de Isla del Adlantico 0 Atlant da, resultado de una transmision lite. ‘aria del mito de Paton que se puede Tastrear ininterrumpidamente eh mu chos autores clasicos, tanto griegos como latinos “Tunto a esta transmisién del mito de Ja Atlantida debio existir en los pues blos marineros del Mediterraneo orien: tal la ereeneia muy extendida de una Li conquista rabe de la Peninsula 4/LACoNQUISTA ARABE DEESPASA {sla 0 restos de ella mas alla de las Co- lumnas de Héreules 0 del estrecho de Gibraltar, aparte de la traduccion al opto, siriaco y arabe de esas mismas noticias. Las fuentes arabes del norte de Africa y muchas hispanoarabes identifican claramente el Bahr al-An dalus 0 Mar de al-Andalus eon el océa: no Atlantico. Me falta el eslabon que pueda explicar el paso de Atlantida o tuna voz equivatente a al-Andalus, Ese eslabén podria encontrarse en los tex- tos siriacos o coptos. Después de Ia definitiva conquista Visi decimonsni ‘Ba (ustracin de la Historia de z {lila + iis ee, ca eM, frabe de Alejandria hacia lao 646, ioe musuimanesiniian decsdidamente I expansion por el norte de Attica Vente anos mas tarde Ugha ben Nail tras recorrer el Africa negra, leg@ 1 ‘Fines, donde fund la ciudad de & rawan'y i pri Gente musuiman, En este relato en- contramos cl eco de una tradiesgn ERotinna sobre san Cipriano, absspo de Camtago y que murs marr en el ane 256, Egba liego hasta las costas del Atlantic, donde conoes al famoso cone de don Fallen sin dejar de combate « dela batalla del Guadale (Barba, Gem a Albufers lar Menor ‘leg Tar how enw lar ‘bends durante el mes de julio da an ‘jeri del La itogratia represent los beréberes, pero a su rogreso fue Dersoguido y muerta en Taha, un lu far de Argel, donde eurosamente se BsTencontrado'una mseripen fechada 330, gue hace mencion Is el ins de san Cipriano, * EL eat ere ina es la conquista definitiva de Cartago por Musa ben Nusayr hacia el ano 608 Desde Cartago la lota musulmana re: corre el Mediterraneo occidental, pues fas fuentes arabes citan imcursiones maritima a Sie, Cerdena, Baleares J, por supaesto, al Andalus, Mientras LA CONQUISTA ARABE DE ESPARA 5 tanto la decadente monarquia visigoda de Toledo se debate en la anarquia tras la muerte de Witiza (710) y la usurpacién de la corona por el rey Ro- drigo. La cronologia de la conquista arabe de Hispania es muy contradictoria y confusa. Por el lado musulman hay cuatro protagonistas segiin relatos de discutible autenticidad: Musa ben Nu- sayr, emir de Africa del Norte nombra- do por el califa de Damasco; Tarif; Ta- riq, gobernador de Mauritania, y Mugit al-Rumi. Por el lado cristiano hay otros cuatro protagonistas: Rodri- go, el rey; Julian, gobernador de la zona del Estrecho; Teodomiro, gober- nador de la Cartaginense, y los hijos de Witiza. Seguin las fuentes arabes, el conde don Julién entablé negociaciones con Musa para demostrar la debilidad de la monarquia visigoda e invitarle a desmbarcar en la Peninsula. De paso vengaria su honor manchado por la violacion de su hija por el rey. El con- de don Julian era de estirpe goda, como lo demuestra la existencia de descendientes suyos afincados en la Cordoba califal. Entonces Musa envié a un beréber lamado Tarif, que desembareé en una isla con cuatro barcos, 400 hombres y 100 caballos. A partir de entonces reci- bié su nombre y se lamé Tarifa. Los textos arabes norteafricanos y, por su- puesto, los orientales no mencionan a este personaje e incluso algun autor hispanodrabe asegura que Tarifa debe su nombre al fundador de una herejia musulmana posterior y que el hereje se llamaba también Tarif. Yo creo que historiadores y tradicionalistas musul- manes se han inventado la figura de Tarif para explicar la etimologia de Tarifa. Después de ese supuesto desembar- co de Tarif, Musa ben Nusayr envié a su lugarteniente Tariq, quien_desem- barcé con 1.700 hombres, 7.000 6 12,000, segiin las fuentes arabes, beré- beres en su mayor parte, en un monte que tom6 su nombre, es decir, Chabal Tarig, o Gibraltar, en la primavera del aio 711, Los genealogistas arabes han hecho de él un persa, un beréber 0 un arabe y le han dado genealogias muy variadas. Las fuentes arabes no estan de acuerdo ni en el numero de comba- tientes que participaron en el desem- barco, ni en la cronologia, ni en el lu- 6/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA gar exacto del desembarco ni en el iti- nerario seguido. La mayoria de ellas afirma que los musulmanes arribaron a tierra en varias oleadas con tiempo suficiente para que el tiltimo rey de los visigodos acudiera con sus tropas des- de el norte de la Peninsula, donde combatia a los vascos. Los combates duraron una semana, desde el 19 de julio del 711 hasta el dia 26 del mismo mes y ao y terminé con la derrota y muerte de Rodrigo. El lu- gar del encuentro aparece en las fuen- tes arabes con varias denominaciones: Wadi Lakk o Réo del Lago, identificado tradicionalmente con el Guadalete; Wadi-I-Buhayra o Rio de La Albufera, que puede corresponder al rio Barbate oa la laguna de La Janda; Wadi Sidu- na, Rio de Sidonia, que puede ser el mismo Barbate; Wady Umm Hakim, Rio de Umm Hakim, nombre de una esclava que acompanaba a Tariq y que éste dejé en una isla que también reci- bio su nombre: Wady Bakka, Rio de Beca o Meca, que puede tratarse del Barbate o de una mala lectura de Wady Lakka 0 Guadalete; Wadi-l-Tin, Rio del Barro, donde perecié ahogado el rey Rodrigo, y Wadi-l-Sawagi, Rio de las Acequias. Antes de su victoria, Tariq habia ocupado la alqueria de Qartachanna, donde segin la tradicién musulmana, un companero de Mahoma funds la primera mezquita de la Peninsula Ibé- rica; mientras el conde don Julian guardaba la retaguardia en su feudo de al-Chazira al-Jadra. Qartachanna ha sido identificada por los arabes con la antigua Carteya, actual Torre de Cartagena, entre Algeciras y Gibraltar y al-Chazira al-Jadra con Algeciras. Yo creo que Julidn era senor de Cadiz y que al-Chazira al-Jadra es una sim- ple arabizacion de Isla de Gadeira, es decir, Isla de Cadiz, y famosa en el mundo antiguo por ser el confin occi- dental del mundo conocido. Una nueva teoria Seguin algunas fuentes arabes, Tariq se dirigié hacia Cordoba y consiguid una gran vietoria en Ecija al eruzar el rio Genil junto a una fuente 0 monte que a partir de entonces recibié su nombre. Tal vez haya que relacionar este lugar con la villa de Monturque en la provincia de Cérdoba y como un La pesadumbre de Don Rodrigo (ilustracién de la Galeria de los Reyes de Espana, de Alonso de Cartagena, Biblioteca Nacional, Madrid) intento mas para explicar la etimolo- gia de este lugar. Desde alli envié es- cuadrones hacia el sur y el este, que ocuparon las coras de Malaga o Raya, Tibira 0 Granada y Tudmir, regién del sudeste gobernada por el conde Teodo- miro, pero otras versiones sefalan un itinerario inverso, es decir, las tropas 4rabes conquistaron primero Tudmir y después Ilbira y Raya. Esta noticia contradictoria es de ca- pital importancia y replantea el pro- blema de la invasién. Determinados nombres de lugares citados en las fuentes arabes pueden corresponder a topénimos murcianos. La al-Buhayra 0 al-Lakk podria identificarse con La Al- bufera o Mar Menor o mejor atin, con la laguna o albufera que rodeaba la misma ciudad de Cartagena por el no- roeste, origen del Almarjal medieval y moderno. E] Wadi-I-Tin puede ser él Resulta ca General de Espana que mandé com- poner Alfonso X el Sabio, basandose en la Cronica del Moro Rasis, geografo e historiador hispanoarabe del siglo X, la siguiente noticia sobre la derrota de Don Rodrigo: pero algunos dicen que fue esta batalla en el campo de Sango nera, que es entre Murcia y Lorca También el lugar de al-Sawaqi, Las ‘Acequias, citado por el poeta del siglo XII al-Qartachanni, podria correspon- der a las acequias que regaban y rie- gan la famosa huerta de Murcia. Y la Qartachanna conquistada por los ara- bes podria referirse a la ciudad de Ca tagena y no a la antigua Carteya de la bahia de Algeciras. Pienso, pues, que el desembarco tuvo lugar en las costas murcianas y que la primera ciudad ocupada por los arabes fue Cartagena. Por conocer ambigua y contradictoria- mente los geégrafos e historiadores arabes la situacién de las Columnas de Hercules, asignaron a la zona del es- trecho de Gibraltar el lugar idéneo del desembarco. Segiin la versién tradicional, encargé a Mugit al-Rumi la conquista de Cérdoba y él prosiguié su avan hacia Toledo, capital del reino visigo- do. La ciudad no ofrecié resistencia y Tariq cruzé Somosierra por un puerto que a partir de entonces recibio el nombre de Bab Térig, es decir, Buitra- go. Creo que la etimologia también es falsa y que ésta, como otras, se forja- ron en el siglo X, cuando se intento en la Cordoba califal redactar la erénica de la Espana musulmana. Seguin la tradicidn drabe. Tariq encontro en este recorrido por el centro de la Peninsula fabulosos tesoros, entre los cuales 50- bresalia la Mesa de Salomon del Ten plo de Jerusalén. ‘ariq La expedicién de Musa Simulténeamente a estos hechos in terviene el emir del Norte de Africa, Musa ben Nusayr. Seguin unos, fue avisado desde el primer momento por el propio Tariq para que le enviara tro- pas de refuerzo para consolidar la ca- LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA /7 beza de puente establecida en Ia Pe- ninsula. Sean otros, Musa manifest luna gran irritacién cuando se enterd dol desembareo y ordend a su subalter- rho que no se adentrara en el interior del pais hasta su llegada. Al frente de | tunos 18.000 hombres concentrd sus fuereas en un puerto cercano a Ceuta, llamado Marsa Musa, Puerto de Musa, fen las faldas del Chabal Musa, Monte de Musa, Tanto el puerto como la mon- tata reebieron, segtin ciertas tradicio- nes, su nombre por haber embarcado alli. Sin embargo, otras tradiciones re Tigiosas fos relaeionan con el viaje de Moises y Josué a la Conffucuca de los Dos Mares o Estrecho de Gibraltar de acuerdo con la azora XVII del Cord, ‘Musa y sus tropas arribaron a ai Chazira at-Jadra (Cadiz més bien que Algeciras) en junio del 712 y quiso | seguir un itinerario distinto del de ‘Tariq contando con el usesoramiento del conde don Julian. Despaes de ocu- par las plazas fuertes de Medina-Sido- nia y Carmona, Musa ben Nusayr sith Sevilla, que se rindié tras débil resis: tencia. Atraves las tierras de Huelva y eruz6 un desfiladero o valle que recibio sunombre, Fachck Musa, actual Valde- Iamusa, cuyos habitantes se convirtie: ron en chientes de Musa, Como es de Fuponer la noticia es inaceptable, El emir arabe prosiguis hacia el norte y Sits la ciudad de Merida, que resistio Varios meses hasta que capitulé el 30 de junio del 713. Las capitulaciones de ‘Mérida, en las que'se indica que los be- nes de fos muertos el dia dela batalla, de los que habian huido a Galieiay los | bienes de las iglesias pasarian a poder de los musulmanes, se pueden conside- rar apocrfas, ‘Aunque la mayoria de las fuentes arabes dice que Musa ben Nusayr en- Vi6.a su hijo Abd al-Azia a Sevilla para Sofoear una rebelién, sin embargo, Otros textos arabes sitan al hijo dei grit flmand eon el conde Teadomiro fas capitulacionos do la antigua Carta inense y que en arabe recibié el nom- re de Tudmir. Este tratado permitia alos eristianos conservar cierta autor omia en siete ciudades a-cambio del ago de ciertos tributos a favor de los Eombatientes arabes, tanto hombres ‘bres como esclavos. Se conservan cua- tro versiones de este interesantisimo documento, fechado en abril del ato 43, Bn las versiones eitadas coinciden Jos hombres de seis ciudades: Orihue- {VLA CONQUISTA ARABE DE ESPASA Na cANTABRICD oceawo aTLArTICo LASERS ide Baanao) wR eDreRaEO Ja, Mula, Lorea, Alicante, Hellin y Va- leneia. La séptima varia; para unos transmisores se trata de Blehe y para trge, de Villena 9 Bigastro, El 'pacto de Teodomire recuerda el de Damasco de septiembre de 635.0 di- ‘embre del afo siguente Bn este pac- to de Teodomiro no aparece menciona- da la ciudad de Cartagena y la razon parece obvia: porque fue eonquistada por las armas y, por tanto, quedaba Incluida en el regimen de eapitulacin Incondicional o forzosa. El pacto de Teodomiro, de indiseutible autenti- cidad, es cl primer documento his- angdrabe del que se tiene noticia y au Enalisis estudio son exenciales para tener una idea clara del regimen civil Smaitar ena Fenineuta foerieu due ante el siglo VII. Teodomiro caso una ina suya con un noble sirio y sus dex antisera ye teas hispanodrabe se perpetuaron en elreino de Murcia hasta el siglo XU fuando fue ocupado por Fernando Ii eT Santo. ‘Tampoco se ponen de acuerdo los autores grabes dein Edad Media en f- jar el panto de encuentro entre Musa ten Nusavr y Tariq. Citan Toledo, T lavera y Cordoba, que puede corres- ponder & Qartacenna Caray 0 Ca. {agena). Segun esos mismos autores la ent i rd la so Musa se atrevid'agolpear con un Ii tigo a Tariq exigiendole ia entrega de los texoros encontrados. Ambos atrave- fon a Sister Contra y Musa ben Nusayr lo cruzo por atro valle 0 deaf- Tadero que tambien se llamo Fech Musa. Se trata del valle del rio Valmu- zaque nace en las estribaciones de la Sorte de ena de Francia, en la pro- ‘incla de Salamanca, Otra etimologia Talsa. Conquista Astorga 9 lego hasta LA CONQUISTA ARABE DE SPARA/ 9 Lugo, desde donde emprendié el regre- so repasando el Sistema Central por el mismo valle de Valmuza. Tariq en cambio se dirigié a Zara- goza tras la ocupacién de Medinaceli, Ta antigua Ocilis, aunque los, gedgra- fos arabes digan que fue fundada por Salim, un companero de Tariq. En el valle del Ebro consiguié, al parecer, la sumisién del conde Fortin, hijo de Casio. Se convirtié al Islam y fue ca- beza de una familia o dinastia que se ensenoreo de la comarca durante tres siglos y desde aqui, en fecha ul- terior, se procedié la conquista de Catalufa. Los primeros emires Llamado para rendir cuentas al cali- fa de Damasco, Musa ben Nusayr abandoné con Tariq la Peninsula Ibéri- ca en el verano del 714. Le sucedié en jobierno de al-Andalus su hijo Abd ‘iz, que se establecié en Sevilla y tuvo como visir a Habib ben abi Abda, nieto del fundador de Qayrawan, Ugba ben Nafi. Segtin parece, se cas6 con la viuda del rey Rodrigo 0 con una hija suya, llamada Egilona, para legitimar en cierto modo la posesién arabe de la Peninsula y considerar el nuevo emira- to como heredero directo de la monar- quia visigoda. Consolidé las conquistas de su padre y la tradicién le atribuye la conquista de Evora, Santarem, Coimbra y otras ciudades portuguesas. Fue acusado de abandonar las tradi- ciones arabes por instigacién de su es- posa, que le animé a cenir una corona y obligar a los nobles arabes a incli- harse ante su presencia, aunque otros autores afirman que no quiso recono- cer al nuevo califa de Damasco, Sulay- man, por haber ordenado la prisién y tortura de su padre y la ejecucién de un hermano suyo. Lo cierto es que fue asesinado en marzo del 716 en la igle- sia de Santa Rufina, consagrada como mezquita, Fue nombrado sucesor su primo Ay- yub, hijo de una hermana de Musa ben Nusayr. Su gobierno duré seis me- ses, hasta la Ilegada del nuevo delega- do del emir de Qayrawan. All-Hurr legé con cuatrocientos notables y de- cidié trasladar la capital de Sevilla a Cordoba. Estos gobernadores de al- Andalus oficialmente dependian del emir del norte de Africa con sede en 10 / LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA Qayrawan o directamente del califa omeya de Damasco, como al-Samh, que recibié, segun ‘parece, érdenes precisas del califa Umar ben Abd al- Aziz para informarle con detalle sobre la situacién de al-Andalus y si mere- cia la pena evacuar la Peninsula por razones de seguridad de los musulma- nes asentados en ella. El nuevo gober- nador aplicé estrictamente las leyes del Islam, reconstruyé el puente ro- mano utilizando las piedras de las murallas de la ciudad y construyé un recinto de tapial. Con el quinto conse- guido en las aceifas reservé al otro Tado del rio un terreno como cemente- rio de los musulmanes. Segtin algunos autores, murié el 10 de juio del 721 en un combate contra los cristianos de Tarazona, pero otras fuentes afirman que murié en una expedicién a la Ga- lia cuando sitiaba Toulouse. Cuatro afios mas tarde, Anbasa con- solidé las conquistas de sus predeceso- res y se apoderé de Carcasona y Nimes. Desde esta ciudad organiz6 una rapida campaiia por los valles del Rédano y del Saona hasta penetrar en Borgonia en agosto del 725. Tal ve. haya que situar en esta 6poca el comienzo de la resis- tencia asturiana después de la batalla de Covadonga, aunque la tradicion y muchos historiadores modernos la fijan en el afio 718. Otro emir de Cérdoba, al- Gafigi, atraves6 los Pirineros por Ron- cesvalies, saques Burdeos y se dirigié a San Martin de Tours. A veinte kilome- tros de Poitiers, Carlos Martel derrot6 completamente al ejéreito musulman, En esta importante batalla que tuvo lugar en octubre del 732 murié al- Gafigi y muchos de los suyos. Los super- vivientes se replegaron a Narbona, que siguié en poder de los musulmanes hasta el 751. Hacia el afto 740 estallé en el Norte de Africa una revuelta general de los beréberes contra los arabes, revuelta que se extendié a al-Andalus. El califa de Damasco envio un ejército de tropas sirias, pero fue deshecho cerca de Fez, Los supervivientes se refugiaron en Ceuta y poco después pasaron a la Peninsula para ayudar al emir de Cér- doba, Abd al-Malik ben Qatan. Fueron unos diez mil al mando del Balch, que finalmente se hizo con el poder. Gra- cias al asesoramiento del conde Arto- bas, hijo de Witiza, y para terminar con las guerras civiles entre los arabes baladies, que llegaron a la Peninsula Batalla de Covadonga, en la que los astures, dirigidos por Don Pelayo, rechazaron a los musulmanes en el aio 718 —segin la tradicién— aunque parece més probable que fuese en el 725 (grabado de la Historia de Espaiia, de José del Castillo, finales del siglo XIX) después del 711, y los sirios, el emir Abu-I-Jattar hacia el 743 asento a los sirios en las provincias del sur y a cam- bio de la prestacién del servicio militar recibieron dos terceras partes de las propiedades donde se establecieron, de | acuerdo con la hospitalitas visigoda. El hecho de aplicarse la denominacién de provincias militarizadas a determina- das comarcas 0 regiones —Andalucia el Algarve portugués y Mureia—, en las que se establecieron los sirios, parece indicar que en el ato 743 la administracién arabe se habia consoli- dado solamente en el sur de al-Anda- us. LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA /11 El problema tribal en al-Andalus Manuel Grau Montserrat Universidad de Barcelona, 1 conocimiento de Ia situacién deade los tiempos mda remotoe, elas numerosas trbus estable das en la Peninsula Arabiga, de sus Ssentamientos y'mutias relaciones, ha {ie pouble mereed a gran gewnralo felas ciencias genealdgicas. Estas per miten estudiar los continuos enfremta mientos entre lon grandes grupos tr bales, que no cesar eon la aparicion del Islam, sino que, mas aun, con Ia freaciin del Imperio se trasladaran a Tos distintos temritorios donde unos otros llegardn a establecerse. Asi pues fon el Islam las luchas rebasaran el mareo del Oriente Medio para alan Zar los limites terrtoriales del nuevo ‘orden socio-plitica ¥ religioso. Para ea conecenisnto Uny que partir del hecho de que las dos ramas que Constituyen los grandes grupos ‘riba: Ion, divididos en multitud de elanes, groceden de'un antepasado comun, ers. Una de ellas sera la constituida por los deseendientes de Tsmael, hijo e Abraham, segin la linea de ub a tepasado eonecido por Adnan, es decir Tos adnanies, lamados tambien drabes del morte, qaysies 0 mudaries, Otra es {nde fos desdendientes de Yogtan, hijo de Eber, a través de Qahtan, gable nies, conocidos asimismo, pot kalbies o yemenies, por haber sido el Yemen st Rabitat originario, razdn por la cual se Tes lama tambien drabes el sur a pe sar de que, en apnea ya histarien, a0 degplazaron hacia el norte y aparecie- ron namadeand por el centro ¥ norte de la Peninsula Ardbiga. Estas dos randes ramas pueden responder, por {pque se reflerea su mutua conflict dad y hostslidad, al enfrentamiento, desde los Gempos mas antiguos, entre fl nomada de las estepas y el sedentar Ho de las terras fertiles "Tenemos amphi noticia de las cade- nas de gencracones de ambos grupos 12 LACONQUISTA ARABE DE ESPARA tribales gracias a las abundantes noti- Glas dadas por Ibn Hazm de Cordoba (m. 1064) en su tratado de genealogia Chamhara ansab al-arab, libro de 1s selecta coleceion de las genealogins de log arabes, en el cual encontramos multitud de datos sobre los hechos y personalidad de quienes sobresalieron en los dias de la época preishimica en el naciente Islam, ¥ por si fuera poco, 1 autor anadio, para tiempos poster res, las genealogtas de algunos pueblos ha frabes, como los beréberes, Por lo que hace a Ja epoca poster a la aparicion del Islam, interesan ‘aqui Its continuas referencias de Ibn Musa ben Nosayrproping un ai aye ein fi or tmp cn ns Mudedes aaladns Eh eneenivo Stun traicitn en fled Talgerno Corba ‘nanan ben bbe pod ser mn Carteys a Cartage, (itograia dela Hitria de Bspah de Morava) A Ne Ham a al-Andalus en las que aparecen sitadon Jos personajes drabes mis no- tables que pasaron desde los primeros Lempos a nuestra Peninsila, o's lescendientes, y que son conocidos eon fl nombre de baladies, indigenas, to- ‘mando el calificativo en el sentida de ser los primeros llegados. LACONQUISTA ARARE DE BSPANA/18 Ibn Hazm no se conforma con citar- los, sino que nos da noticia, a la vez, de los principales asentamientos y nu- cleos de poblacién de cada uno de ellos en Hispania, destacando a aquellos que mas se distinguieron en el ejerci- cio de las armas, las ciencias o las le- tras, y en ocasiones, como puede verse en el estudio de Elias Terés, aportando datos completos sobre diferentes lina- jes de poderosas familias, como las de ‘Almanzor, Banu Hachchach y Banu Jaldiin, de Sevilla; los Banu Tuchib, de Zaragoza, o los Omeyas, en general, no faltando algunas familias de origen hispanico, muladies, como la aragone- sa de los Banu Qasi, en el valle del Ebro, Las noticias que presenta Ibn Hazm permiten reconstruir y aclarar nume- Tosos puntos oscuros Sobre los asenta- mientos y repartos de tierras entre la minoria arabe, llegada con la invasién, de acuerdo con su filiacién tribal, ara~ bes del norte o arabes del sur, suman- do a ello buena copia de datos lingiiis- ticos, arabismos y topénimos. La posicion hegeménica que los cla- nes rivales tuvieron alternativamente, segun los califas, en el gobierno del nuevo Imperio arabe omeya no dejé de proyectarse en el Norte de Africa y en al-Andalus, territorios donde llegaron a alcanzar los enfrentamientos graves proporciones. Su espiritu de partido, 0 asabiyya, basado en su origen étnico, segtin cada una de las ramas citadas; la antipatia, cuando no el odio, que los habitantes de las comareas desérticas, némadas, mantuvieron siempre, como se ha sefiado, por los ocupantes de las tierras fértiles, sedentarios, y el lugar tan importante que los qaysies ocupa- ron en época omeya, frente a los kal- bies, relegados a un segundo plano, sobre todo hasta los tiempos de Abd al: Malik (685-705), marcaron profunda- mente las diferencias envenenadas por uno de los mayores errores de la poli- tica omeya. Esla, siempre alenta a apo- yarse alternativamente en uno u otro grupo, en una politica de balanceo, se presto asi a las querellas tribales, ansiosos ambos grupos de usufructuar la proteccién del soberano en beneficio propio de su asabiyya. Cuando Musa b. Nusayr, el afto 712, Hegé a la Peninsula, iba acompafiado de un buen grupo de combatientes dra- bes tanto qaysies como kalbies; es de- cir, de las dos ramas siempre enemis- 14/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA tadas. Fue suficiente empezar a distri- buir las tierras y el reparto del poder para que estallase el conflicto, con to- das sus consecuenias socio-politicas; no se necesité mas para que la tradi- cional hostilidad entre los companeros de Musa y los arabes que luego pase ron a al-Andalus estallara, haciendo tambalearse la estructuracién de la nueva provincia omeya. Pero, ademas, a todos estos problemas habra que su- mar los que trajeron consigo los bere- beres magrebies, poco dados a some- terse a una autoridad supratribal. Todo ello desemboes en una sucesién de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes, entre arabes y berebe- res, que llenan el periodo primero del dominio musulman en la Peninsula Ibérica —el de los gobernadores— has- ta el 756 y cuya actividad es tan dificil de discernir e interpretar como apasio- nante su estudio. Las grandes zonas de poblamiento 4rabe fueron: la actual Andalucia, que no hay que confundir con el concepto de al-Andalus; el valle del Ebro 0 Mar- ca Superior y, en menor proporcién, el Sarq al-Andalus o Levante. Podemos afirmar que que, en general, toda la zona suroccidental andaluza, desde Malaga a Beja, es decir, el Algarve por- tugués, fue dcupada mayoritariamente por tribus arabes yemenies, aunque como senalan los investigadores, con una densidad decreciente seguin nos di- rijamos a poniente. Sevilla es un caso tan notorio que incluso se jactaban de la supremacia yemeni, aunque no fal- taron linajes kalbies, arabes del sur como los anteriores, en clara inferiori- dad: cinco grupos kalbies frente a 19 yemenies. En el valle del Guadalquivir, en sus tierras bajas, encontramos re- presentantes de los grupos de Lajm, Hadramawt, Yahsub y Tuchib, entre otros. Algo semejante sucedié en parte de la corona de Rayya, es decir, la zona de Malaga-Archidona. Si en Andalucia suroccidental hubo un claro predominio yemeni, no suce- dié lo mismo en la central y oriental, aunque quedé bien patente la agrupa- cidn de los clanes arabes y sus afinida- des tribales: en torno a Pechina-Almi ria encontramos grupos yemenies, asi como en la vega granadina, mientras que los arabes del norte se instalaron especialmente en las zonas alpujarre- fas, asi como cerca de Granada, en el término de la actual Santafé. En las Las murallas de Cérdoba, asaltadas por los guerreros musulmanes (grabado decimonénico sobre la conquista arabe de la Peninsula Ibérica) comarcas jiennenses hubo un cierto predominio de los arabes del norte. Manuel Sanchez sefiala, como ha hecho para otras zonas citadas antes, en la de La Guardia, a los asad y ugay- lies; los kinana, en Canena; bahila y aws, en Ubeda, eteétera; pero también encontramos arabes del sur en Arjona. Siguiendo a este autor podemos afir- mar que en el valle medio del Guadal- quivir, entre Sevilla y Cérdoba, la po- blacion de origen drabe se hallaba profusamente mezelada, sin claro pre- dominio, como ocurrié en la zona oriental de Malaga, Tudmir-Murcia, de un grupo étnito sobre el otro. Ai norte de Cérdoba la poblacién arabe, considerablemente densa, estuvo muy diseminada: qaysies por la parte de Fi- rris, actual Constantina, y en el valle de los Pedroches, Fahs al-Ballut, como atestigua el topénimo Gafiq, qa Belalcazar. Para Maria J. Viguera, los arabes del sur o yemenies superaron con mu- cho a los del norte en el valle del Ebro. Esta situacién se observa también en la extension que ambos grupos ocupa- ban, como senala Ibn Hazm al relatar detalladamente los hechos de los prin- cipales personajes de los Banu Tuchib, uno de cuyos clanes hemos visto insta: lado en Sevilla y a los que encontra- mos también en Calatayud, Daroca y Zaragoza —de ahi las dificultades que como vermos luego encontré al-Su- mayl, arabe del norte, en su gobierno de Zaragoza—, donde ademas no falta- ron los udries, chudamies y jazrachies, especialmente en Corbalan. Para el grupo de los del norte recoge Ibn Hazn la presencia de tamimies en Estercuel. Al-Andalus: samiyyun Desde Mérida a las zonas montafo- sas del sarg al-Andalus, el Levante pe- LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA /15 insular, el poblamiento arabe es me- fon importante, aunque con lara pre dominio gayat'La region valenciana, frente a fa teorfa tradicional parece que no fue abundante en poblacion rahe. pesar de fo eual ne prdemos alvider, como sehala Rivera, que entre fon qayafes encontramon a finries (Ru even el vale de Alaa y Aion) jan Kinana (Benicanena), maiza mies, una de las mas numerosas: qa. males (Elche), bakries (Masalaves) gates Beraguer adem oro upon qavstes oh Aleaycia y Benicals En'tmenor numer figuran los kalbies |asrachies Wrien), quastes (Onda) y Tajmies tambien, segun Ribera, bas ‘ate numerosos. Cuando la gran revuelta beréber en ta Peninsula de aor, cada po Plamente.en el Magreb,legaron para fofoearla fos contingents de topes ‘Has, samiyyun, dirgidas por Baleh b Bisr, que no sdlo pudo acabar con ella sino que aportd un nuevo elemento de pee pr on parte don s recien Hegades, motivo por el eua se formé contra cilon una coalicion Pero ariunfante Balch en Agua Porta ‘a, 742, inlets tna serie de ineauta lonen de terraa en favor de lon sirios Yen detrimento de lor arabes balan Stade Pal Aba. fte stn) consiguidimponerse alos sion, en lu gar de expulsarles prefiri stable: cries on territerios Gel sur y sureste Pisa se sgsente wucion: el chund de @innasrin, en nen’ el de Egipto,en Beja y Todi etde Patesting, en Sidona, ef de Hims, en Sevilla; el del Jordan, en Raya) ehde Damasco, en hbira Granada Qaysies y kalbies frente a frente Las aes de orden io-pliio» aun militar que tuvieron lugar en al- ‘Andalus entre las reformas de Abul: Sottan y fa legada del marwsnt Abd al-Rahman hay que contemplarlos, para su comprension, dentro del marco fellas estructuras tribalesy clanieas de los arabes, tanto baladfes como samyoyun. En el centro del conflict, el intent fracteado de Yusuf al Fi de Constituir un Estado propiament dalust apoyandose en el fanctonamien to de la'asabiyva o espiritu de tribu, puso de manifesto que este medio so: Bal puido actuar como ealdo de cultive, 16 LA CONQUISTA ARABE DE ESPARA ag cantaBACo 8 1a primera chispa de esta gran re- vuelta socal iba a eallar en el sur de stant cuando Abu tar, mots ‘ado por a asabiyva vement, atizada @ ut Ver por la hostilidad de un jefe gay" i, ar Sumayl aeabo eon unos omen: os tranquilos que tuvieron la viread Ge apaciguar y disimuar las querellas entre baladie ¥siroe ‘Al Sumas Hegado con el chund de Gennaatiay y = un Ho, arp feconocido de ios arabes del norte: 0 idancio en sllar una allanza con ale sgunos grupos deseontentas de yeme- ‘es, con ayuda de fos euales combats Shige prisoners "Abul Javier. So ‘hombré’nuevo gobernadar en la perso. tna de Tuwaba b Salam (745-746), {a tatela de el-Sumayl, que lo era bet j El gobierno prosqaysi se vio prolon- sgado fa muerte de Tuwaba al pro Ser al-Sumay! como nuevo gobernador 2 Yusuf ak Pin (746756), descendien- | tevdel conguistador del Norte de Africa, Uigha ibn Naf, y aureolado de eterta | fama, que fue'el tltimo walt depene ‘Sheva MEDITERRANEO FL EMIRATO DE CORDOBA Da =r (J Eiger nee — inm.. dionte de Damasco, Pero liberado Abu Mattar, consiguio formar una gran tulle german conten ators dn enuf el Fihe' you cerebro gs; al Su i, con Ia eosiguiente Feagrupacion Seite on i rnd tba “nfrentamiento directo se produo alas pucrias de Cordoba, eabe'a la ale | querit de Sagunda (747) obteniendo el {unfoel grupo pro-qayat de Yusuf a Fihriy alSumagly los yemenies pe tise fuga, ‘Guise entonces el wali desembara- UN CONQUISTA ARABE DE ESPANA 17 zarse de la influencia de al-Sumayl y le envié (750) a la Marca Superior, a Zaragoza, zona de poblacién preferen- temente yemeni, como gobernador, en un momento en’ que un grave proble- ma de subsistencias, la gran crisis de los afios 746 al 753, causaba verdade- ros estragos entre la poblacién del te- rritorio. Al-Sumayl mostrése como un excelente gobernante, acudiendo, con su propio peculio, en’ ayuda de todos los musulmanes sin tener en cuenta su adscripcién a uno u otro grupo. Sin embargo, pasada la crisis, los yemenies reaccionaron contra al-Su- mayl y el gobierno central de Cordoba y, coaligados con los bereberes, les ata- caron y sitiaron en Zaragoza. Al-Su- mayl viose obligado a invocar de nuevo la asabiyya, a pedir ayuda a los qay- sies de Jaén e Ilbira, quienes marcha- ron a levantar el bloqueo de la ciudad. Es de notar que a este grupo se suma- ron algunos clientes omeyas con la in- tencion de negociar con al-Sumayl los derechos del principe Abd al-Rahman, dispuesto a desembarear en al-Andaus y reconstruir aqui, para su familia, el Estado perdido en Oriente. Las tribus berébere: zonas de poblamiento Indudablemente, Abd al-Rahman se habia dado cuenta de que quien osten- taba de hecho el poder en al-Andalus era al-Sumayl y deseaba contar con él; por eso sus clientes acompanaron ai grupo qaysi en su viaje a Zaragoza, pero tras una buena acogida inicial, no solo por parte de al-Sumayl, sino tam- bién por la de Yusuf al-Fihri, su acti tud no demasiado clara tornése defini- tivamente contra el principe omeya, empujandole hacia los yemenies, con lo que de nuevo volvieron a enfrentarse los érabes del norte a los del sur: qay- sies en favor de Yusuf al-Fihri y al-Su mayl y yemenies en el de Abd al-Rah- man. EI principe omeya supo manejar el factor tribal y cuando, el 755, desem- bareé en Almunécar, sus clientes y los yemenies le acogieron con alborozo. Después de diferentes episodios, los dos ejércitos se enfrentaron en al-Mu- sara, cerca de Cérdoba; la victoria fue de los yemenies; era la venganza por la derrota de Saqunda. 18/LA CONQUIS’ ARABE DE ES ANA Del asentamiento de los grupos be- réberes en la Peninsula podemos dedu- cir que al-Andalus, grosso modo, estu- vo dividido en cuatro amplias zonas: Andalucia, Marca Media, marea Supe- rior y Sarq al-Andalus. Hay que partir de la base de que las tropas que llega- ron con Tariq eran, en su mayoria, be- réberes, como lo fueron otros grupos llegados a lo largo de los afios siguien- tes a la conquista; que estos beréberes eran fundamentalmente magrebies y que, segtin los estudiosos del tema, los primeros siete mil llegados pertene- cian, en su mayoria, a tribus matgara, no solo de los Bunu ifran, sino también de los grupos Gumara, Hawwara, Madchuna y Nafza, fundamentalmen- te, Se establecieron en: ‘Andalucia. Sierra Morena, valle del Guadalquivir, sur del Guadalquivir y Andalucia oriental. En las estribaciones de Sierra More- na, al norte de Cérdoba y hacia el oes te, en direccién a Fahs al-Ballut fue- ron muy importantes los elementos tribales beréberes, donde claramente superaron a los arabes. La sierra de Almadén —Chabal al-Baranis— re- cuerda a uno de los grandes grupos ét- nicos magrebies: Butr y Baranis. Pare- ce que desde el Campo de Calatrava hasta la sierra de Aracena la alta cla- se beréber dominaba incluso en los mi- cleos urbanos. En el valle del Guadal- quivir estuvieron mezelados con la poblacion arabe. Se han senalado, so- bre todo, en la zonas de Moron y Mar- chena (Hawwara), de Osuna (Sinhacha y Masmuda) y, en general, por todo el territorio de Carmona y Ecija. En el sur del Guadalquivir, en el extremo oc- cidental de las cordilleras béticas, la poblacién africana debia ser importan- te si tenemos presente la abundancia de topénimos que delatan su origen, sobre todo en la cora de takurunna. Ei distrito Magila estaria situado en la serrania de Ronda y el mar, siendo su capital la actual Benahavis (Mélaga); otro distrito de poblamiento bereber, el de Saddina, se identifica actualmente con Grazalema (Cadiz); otros toponi mos indican igualmente zonas pobla das por beréberes: Aleala de los Gazu les (Cédiz), Algatocin (Mdélaga) y Bornos (Cadiz). Como se puede obser~ var, en general fueron muy abundantes en las zonas montanosas de Sidonia, Ronda, Malaga y Algeciras, donde existia un chuz al-barbar o distrito de Abd al Rahman desembareé en Almuiiéear cen el aito 755 y fue acogido con alegria no s6lo por sus clientes, sino también por los yemenies, con cuya ayuda derroté alos qaysies de al-Sumayl y se alzé ‘eon el poder en al-Andalus (ilustracién decimonéniea) los beréberes (Manuel Sanchez). Parece ser que la poblacién beréber fue mas bien escasa en la parte muy arabizada de la Andalucia oriental, sobre todo Jaén e Ilbira; no obstante, en Jaén se sefala la presencia de algunos grupos pertenecientes a los Banu Ifran, Banu Birzal y Banu Rachid. Marca Media o regién central. De- jando de lado lo que se ha dado en Ia- mar el paréntesis indigena de Toledo, podemos considerar la Marca Media como profundamente berberizada. En Guadalajara, Medinaceli, Ateca y So- ria, no faltaron, como no faltaron mas al norte de la sierra de Guadarrama, quiza, como dice J. Oliver Asin, lla mada Castilla por los beréberes del Norte de Africa alli establecidos y en recuerdo de su Qastilya natal, de pa- recida geografia. Al sur de Toledo vuelve a ser importante la masa beré- ber, en este caso conereto del grupo Nafza, Marca Superior 0 valle del Ebro. Como senala Maria J. Viguera, los da- tos principales que nos hablan de gru- pos beréberes en la Marca Superior son los tapénimos que han legado has- ta nosotros, como Oseja, situado al norte de Ateca, indicaria que fue habi- tada por los Awsacha; Fabara, por los Hawwara; Mequinenza, por los Mikna- sa. Ella misma senala como rodeando la cuenca del Ebro, formando un con- junto aparte, aparecen poblamientos beréberes, que dominaron unos encla- ves, incluso de la Marca Media, como en Ateca (Tihalt), la Sahla (Albarra- cin), Teruel y Villel de los Gazlun, los Salim, de Medinaceli; los Awsacha de Santaver y los Zannun, luego arabiza- dos Du-I-Nun, en castiilos conquenses en cuya serrania se instalaron tam- bién los Hawwara, Sarg al-Andalus 0 Levante. Desde un principio es muy importante la po- blacion beréber y si atendemos a su distribucién, son, como prueba Ibn Hazm, los grupos nafzies los que abun- daron mas en un territorio situado en- tre Toledo y el mar Mediterraneo, aun- que los datos que se poseen para el siglo VIILy hasta la primera mitad del IX son mas bien escasos, siendo el gru- po madchuma sin duda uno de los me- jor conocidos. LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA /19 Ultimas teorias Manuela Marin Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. a répida y segura implantacién del Islam’en las tierras conquis- [tas se debi6, en el primer siglo de su existencia, en gran parte a la flexi- bilidad de su ley religiosa, que, ex- puesta en El Cordn, atin no habia side encorsetada por las interpretaciones de los juristas, que con exégesis y re- glamentos, lo tinico que hicieron a par- tir del siglo IX, fue darle una normati- va que cerraba, en gran parte, las grandes posibilidades de incluir en su seno la mayoria de los usos y costum- bres de los pueblos conquisiados que en nada se oponian a la revelacién. Piénsese que la conquista y asenta- miento de los arabes y beréberes mu- sulmanes en Espana tuvo lugar entre el 711 y el 755, y que las primeras es- cuelas (o ritos) juridicos importantes que reglamentaron El Cordn se deben a Malik b. Anas (710-795), Abu Hanifa (696-767), al-Safit (767-820) e Ibn Hanbal (780-855), los cuatro fundado- res de las atin actualmente en vigor. Por tanto, en la época de la conquis- ta de Espafia no habian realizado ain su labor exegética ni ésta, por consi- guiente, podia ser conocida: la rapida conquista de Espana y la subsiguiente islamizacién se debieron a la habilidad de los caudillos musulmanes, que su- pieron explotar las inconsecuencias so- ciales del reino visigético y aplicar la legislacion textual de El Coran —infi- nitamente adaptable en aquel enton- ces— a las necesidades de los nedfitos y de aquellas poblaciones cristianas y judias que quisieron conservar sus pe- culiaridades sin sentirse, por ello, dis- criminadas. Bueno sera recordar aqui que en esas fechas el texto cordnico escrito ca- recia de signos diacriticos y de vocales breves, por lo cual sus lectores 0 me- moriones, en algiin caso y de buena fe, podrian reeitarlo con variantes, que joy no serian de recibo, del mismo modo como a mi me parecen poco con- venientes algunas de las exégesis con- tempordneas que, basandose en tradi- 20/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA ciones 0 consensos, intentan introdu- cirse a determinadds versiculos del Li- bro como, por ejemplo, las referentes al matrimonio de musulmanes con judias y cristianas. EI éxito del Islam se explica, en pri- mer lugar, porque la situacién de algu- nos estamentos de la sociedad visigoti- ca era sumamente desagradable: el peso, de los impuestos, la existencia jumillante de los siervos, la discrimi- nacion de los judios, las continuas su- blevaciones de los vascones y la exis- tencia de islotes paganos, sobre todo en las zonas montafiosas del Norte, hacian que gran parte de la poblacién no se sintiera representada en el gran proyecto de unidad peninsular que jen o mal habjan Hevado a cabo godos e hispanorromanos En especial, los judios, que atin a principios del’ siglo V se confundian con frecuencia con los cristianos, ha- bfan sido discriminados cada vez. mas por los sucesivos Concilios de Toledo: en el III se obligé a bautizar a los hijos de matrimonios mixtos, con lo cual, al- gunos iniciaron el camino del exilio ha- cia el reino franco (587); en el IV (633) se previé la persecucién de los conver- s0s que no practicasen el cristianismo; en ef XII (681) se les oblig6 a bautizar- se en el plazo de un aio, aunque, en compensacién, se les devoivia la facul- tad de testar; en el XVI (693) se les prohibia comefciar con los cristianos, con lo cual se les arruina, y en el XVII (694), suponiendo que sus actas no ha- yan sufrido manipulaciones posterio- res, se acus6 a los judios que habian buscado refugio en el Norte de Africa de conspirar para conseguir la ruina de Espaiia y, en consecuencia, se con- denaba a sus correligionarios residen- tes en la Peninsula a perder todos sus bienes, a la esclavitud con prohibicién Puerta de San Esteban, Ia més antigua de la mezquita de Cérdoba, erigida por Abd al Rahman LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA / 21 de que sean manumitidos y a entregar a sus hijos menores de siete aos para que fuesen bautizados y educados en el cristianismo. Tolerancia coranica Frente a esto, los judios del norte de Africa sabian que El Cordn —y este li- bro era conocido en todos los territo- rigs ocupados por los musulmanes— admitia la libertad de cultos de todos los pueblos que tenian un texto revela- do y les adjudicaba un rango igual al de los cristianos, sus perseguidores en Espana (2,107/113): Los judios dicen: Los cristianos no tienen ningun funda- mento. Los cristianos dicen: Los judios no tienen ningtin fundamento. Pero to- dos ellos recitan la Escritura; de esta manera se expresan los que no saben y la discrepancia entre ambas religiones solo sera resuelta, segtin el mismo ver- siculo, por Dios, quien juzgard entre ellos, el Dia de la Resurreccién, en lo que discrepan. En consecuencia, los judios peninsu- lares no vacilaron en ‘convertirse en auxiliares de los conquistadores ara- bes e inscribirse como soldados para guardar el orden en algunas de las ciu- dades recién ocupadas (v.g. Sevilla) y permitir que las fuerzas de choque continuaran su avance en todas direc- ciones. Por su parte, los cristianos veian estos sucesos con relativa tran- quilidad, puesto que en otro versiculo, El Coran (5,85/82) reconocia su supe- rioridad sobre los judios: En los judéos y en quienes asocian encontrarés la ‘més violenta enemistad para quienes creen. En quienes dicen: Nosotros s0- mos cristianos, encontrarés a los mas proximos en amor para quienes creen, y eso porque entre ellos hay sacerdotes y monjes y no se enorgullecen. Por consiguiente, la conquista debis verse con relativa tranquilidad por la Boblacién, que podia entender que sélo lebia pagar el tributo fijado por El Co- ran, la capitacion o chizya (9,29/29): iCombatid a quienes no creen en Dios ni en el tiltimo Dia, ni prohiben lo que Dios y su Enviado prohiben, a quienes no practican la religion de la verdad entre aquellos a quienes fue dado el Li- bro! Combatidles hasta que paguen la capitacin por su propia mano y ellos estén humillados. En principio, pues, los conquistado- 22/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPANA res —y sobre todo las autoridades fi- nancieras— no estaban muy interesa- dos en conseguir nuevos prosélitos, puesto que éstos en teoria dejarian de pagar la capacitacién, con el consi- guiente empobrecimiento de la hacien- da del califato, y éste, durante el domi nio de los primeros omeyas desconocia la existencia de conversos y les obliga baa eontinuar pagando la capacita- cién. Pero al subir al trono uno de ellos, Umar II el Santo (717-720), cuando atin estaba en marcha la con quista de Espana, éste cambié de opi- nion y decidié que la ley cordnica se aplicara en su integridad aunque sus arcas se empobrecieran. Cabe pensar que las conversiones se multiplicaron, y mas cuando las co- lumnas volantes que habian avanzado sin cesar a lo largo de las calzadas ro- manas de la Peninsula, habian dejado numerosos territorios sin ocupar, pac tando con los condes visigodos seguin las modalidades que la tradicién oral —la escrita atin no existia— decia que habia empleado el Profeta a lo largo de su predicacion y que cada tradicionero explicaria de modo mas 0 menos préxi- mo a la realidad. Y en cuanto al pago de la capitacién por propia mano y hu- millados es tema que admite tal nume- ro de interpretaciones que bastaba con que el conde que habia quedado a la cabeza del distrito cobrara sus impues- tos —notoriamente inferiores a los vi- sigéticos— y fuera a entregarlos a la autoridad musulmana correspondien- te. En estos primeros afos de la con- quista conocemos dos casos extremos la capitulacién de Teodomiro, goberna- dor godo de Levante, y la conversion del conde Casio de Aragén. El texto re- ferente al primero es auténtico, se con- serva en cuatro copias posteriores y tiene la ventaja de estar escrito antes de la subida al poder de Umar II. Dice que Teodomiro acepta capitular (nazi- Ta «ald al-sulh wa-ahada»)... con la condicion de que no se impondré domi- nio sobre él ni sobre ninguno de los su- ‘yos; que no podré ser cogido ni despo- Jado de su senorio; que sus hombres no ‘podran ser muertos, ni cautivados, ni apartados unos de otros ni de sus hijos ni de sus mujeres, ni violentados en su religion, ni quemadas sus iglesias; que no serd despojado de su senorio mien- tras sea fiel y sincero y cumpla lo que hemos estipulado con él; que su capitu-

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