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La causalidad no impide la libertad. Casualismo no es determinismo. Si la libertad
radica en el hombre, el hecho de que radique en la voluntad (es decir, en la razón,
en la inteligencia) hace posible que tal radicación sea consciente y
voluntariamente asumida y dominada por uno mismo.
No deja de ser curioso que la mayoría de las negociaciones de la libertad
procedan de motivos extra racionales. Por ejemplo, motivos religiosos: así, Lutero
defiende que el hombre no puede ser libre si Dios lo es; para exaltar la
omnipotencia de Dios, se recurre al aplastamiento del hombre. Por su parte los
deterministas de la antigüedad, con su creencia en el “fatum” (hado), se movían,
desde otros supuestos, por razones parecidas para justificar un desorden social
donde la injusticia lo presidía todo, el fatalismo afirmaba que había que resignarse.
La causalidad no impide la libertad. Casualismo no es determinismo. Si la libertad
radica en el hombre, el hecho de que radique en la voluntad (es decir, en la razón,
en la inteligencia) hace posible que tal radicación sea consciente y
voluntariamente asumida y dominada por uno mismo.
No deja de ser curioso que la mayoría de las negociaciones de la libertad
procedan de motivos extra racionales. Por ejemplo, motivos religiosos: así, Lutero
defiende que el hombre no puede ser libre si Dios lo es; para exaltar la
omnipotencia de Dios, se recurre al aplastamiento del hombre. Por su parte los
deterministas de la antigüedad, con su creencia en el “fatum” (hado), se movían,
desde otros supuestos, por razones parecidas para justificar un desorden social
donde la injusticia lo presidía todo, el fatalismo afirmaba que había que resignarse.
La causalidad no impide la libertad. Casualismo no es determinismo. Si la libertad
radica en el hombre, el hecho de que radique en la voluntad (es decir, en la razón,
en la inteligencia) hace posible que tal radicación sea consciente y
voluntariamente asumida y dominada por uno mismo.
No deja de ser curioso que la mayoría de las negociaciones de la libertad
procedan de motivos extra racionales. Por ejemplo, motivos religiosos: así, Lutero
defiende que el hombre no puede ser libre si Dios lo es; para exaltar la
omnipotencia de Dios, se recurre al aplastamiento del hombre. Por su parte los
deterministas de la antigüedad, con su creencia en el “fatum” (hado), se movían,
desde otros supuestos, por razones parecidas para justificar un desorden social
donde la injusticia lo presidía todo, el fatalismo afirmaba que había que resignarse.