A Te eT eo tt ace)
eon are aC nanny
Pog CSR Bese od
el amor de Dios. Es posible que al leer los
capitulos de este libro usted se vea reflejado
‘como en un espejo. Es posible que piense }
Pon RU GEMM ICAU EN Cemcantet ome tate) i ¢ vida real que
a cambiaran
SC locae a
[ALEJANDRO BULLON nacié en Pert ytrabaja desde
hacemas de 40 afios en Sudamérica.Actualmente vive
fen Brasil y su gran pasion es eleva 0
ya comunicacion a través de la
| Vero com: en een) ALEJANDRO BULLONA no ser que se indique de ocra manera, todas ls citas de
fas Sagradas Escrituras estan tomadas de la versién Reina-
Valera revisin de 1960.
Primera edicién: 2007
Contenido
{No te muevas ni respires!....
No me dejes sola
‘Una noche fia de agosto...
Confctos de un sacerdore
Hermanos de sangre. .
Las vueltas de la vida
iNo mori
Si yo tuviera hambre, no te lo dicia
Cuenta regresiva
Un enemigo vencido
2
32
mr)
56
rao
81
5
- 108
120Sila lectura de este libro lo inspira a buscar la ayuda divina,
tiene la oportunidad de iniciar un estudio provechoso y trans
formador de las Escrituras, sin gasto ni compromiso alguno de
su pare
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La Vor de la Esperanza
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Los Angeles, CA 90053
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(No te muevas
nt regptres!
Asis tei pees que sql angus aes oma
la mas dramatica de su vida. Llovia. El expedicnte del dia
habia Heado al fin. Mauro se dirigia a la plaza de estaciona-
miento donde acostumbraba dejar su automévil A los 58 aos
de edad, el hombre de cabellos risiceos v arcugas en la frente
se consideraba un vencedor.
Sus padres habian emigrado al pais cuando él era un nifo.
Durante los primeros afios en la mueva patria la familia habia
pasado mucha necesidad. Esos eran otros tiempos. Las cosas
habian cambiado. La vida habia sido buena con él. De un sim
ple vendedor ambulante se habia transformado en el ducfio de
tuna lucrativa cadena de tiendas de ropa. Era un hombre rico y
satisfecho con la vids,
quella tarde, si embar a radicalmenteel rum
bo desu historia. Salié del estacionamienco al cimén de su po
deroso Vectra, de color plome, con vidrios polarizados. El
trinsito era infernal, como en toda ciudad grande a la hora en
que los negocios cierran y las personas retornan a sus hogares.
Automaticamente Mauro siguié el camino de siempre. Estaba
cansado. Lo que més deseaba en ese momento cra llegar a la
casa, mererse en la ducha y sentir el agua resbalando pot st
cuerpo. Era un hombre de habitos definidos. Casi nunca cam:
biaba la nutina de su vida. Hasta aquel dia, Después de aquella
tarde, Mauro nunca més sera el mismo.
Todo sucedié con rapidez asombrosa. La operacién com.
pleta no debe haber demorado mas de dos minutos. Cuando la
Cherokee negra le cerré el paso, Mauro pensé que estaba de-
‘cambINVITACION
lante de un conductor distraido. Levanté la mano en sefal de
protestay grité:
— jHey! Mira por donde andas.
Ya cra tarde. Se vio obligado a desviar el auto para un lado
de la calle y frenar bruscamente. Aeris de él habia una camio-
neta oseura de donde salieron tres hombres armados, Lo forza-
zon a entrar al asiento trasero de la Cherokee. Dentro, alguien
le colocé una capucha y lo obligé a echarse al pis.
AA esas horas de la tarde ya habia oscurecido. En la camio-
neta las cosas estaban mas oscuras todavia. No logeaba razonar.
Instintivamente sabia que estaba siendo secuestrado. Sentia el
cafién de un revélver en su nunca, provocindole dolor. No
centendia lo que estaba sucediendo.
—:Qué quieren? ;Adénde me llevan? —pregunts sin espe-
rar respuesta
Una vor grave le dijo: “No te vamos a hacer daio si colabo-
ras, Ahora cillate, No digas nada. No te muevas ni respires”.
Los minutos que siguieron le parccicron una eternidad.
Habia ofdo historias de secuestros. Inclusive habia sido aco
jado a no seguir todos los dias el mismo camino, Le habian
sugetido contratar hombres de seguridad. A él, todo eso le pa
recia innecesatio. Nunca imaginé que pudiera ser una victima
iis de la violencia que prolifera como una plaga en los grandes
centros urbanos.
El temor se apoderé de su corazén. No tuvo nocién del
tiempo que demord en llegar a su misterioso destino. Sin qui-
tarle la capucha, le ataron las manos y lo encertaron en un lu-
gar oscuro, No le dijeron nada. Ninguna amenaza, ninguna
explicacién, Sélo silencio, Un silencio cruel. La peor arma que
los delincuentes usan para dominar psicolégicamente y trans-
formar al secuestrado en una victima sumisa y obediente.
Estuvo horas en esa situacién. Lloré en silencio. Clamé por
la misericordia divina, a pesar de no ser una persona religiosa
Pidié ayuda. Casi implors que le permitiesen i al baio, Nadie
+6s
INO TE MUEVAS NI RESPIRES!
|e hizo caso. Sus secuestradores estaban en otro cuarto, Podia
escuchatlos, Parecian estar celebrando el éxito de sus planes
siniestros.
Durmié de cansancio, con los pantalones mojados, atemo-
rizado, sin saber dénde estaba. Ni siquiera imaginaba lo que
querian aquellos hombres.
Al despertar continuaba con la eapuch:
ficultad. No vefa nada. Se levanté y empezs a andar a ciegas
Percibié que estaba en un cubiculo de
rng mas de quince metros cuadrados. Tuvo la sensacién de que
iba aenloquecer. ;Qué seria lo que los delincuentes planeaban?
ial menos ellos hablaran, él podria ubicarse en medio del re-
molino de pensamientos que floraban en su mente.
Los secuestradores sabian lo que estaban haciendo, Eran
rofesionales. Lo primero que habia que hacer con la vietima
a pagel ecectmpency Shiga apuendabtbon
cn Ia obtencién del rescate.
Horas después, los delincuentes le permitieron bafarse,
cambiarse de ropa y comer un pedazo de pizza fra, Después lo
lleyaron a otro cuarto donde habia tna cama y un colchén. Fue
la primera ver que alguien le explicé lo que estaba sucediendo.
En un lengua lleno de expresiones propias del submundo del
crimen, el hombre de la voz grave con el rostro cubierto y con
un revolver en la mano le dijo:
Nada te vaa pasar si tii tu familia colaboran, No salgas
dle este cuarto. No intentes hui. Te vamos a dar comida y
petmitir que vayas al baito bajo vigilancia. Todo eso termina si
cometes alguna tonterfa. Nada puedes hacer. Estis totalmente
bajo nuestro control, Lo mejor de tu parte es ayudarnos para
que esto se termine cuanto antes.
‘A partir de ese momento nadie mis habl con él. Le daban
pizza, hamburguesas y refiescos en lata diariamente, Una se-
‘mana despues le pidieron escribir una nota para sus familiares,
solicitando que pagasen ef rescate que los secuestradores exi-
Respiraba con di-INVITACION
sian, Le tomaron una foto sosteniendo un peridico del dia y
ddejaron de hablar con él
Fueron dias y noches interminables. Horas angustiosas y
dlesesperantes. Semanas largas que lo llevaron a perder la. no-
cid del tiempo. Estaba enflaquecido por fuera y envencnado
por dentro, Odio, deseos de matar, amargura, scntimicntos de
los cuales nunca habja tenido conciencia, estaban ahi a flor de
Piel, doliendo como sifueran heridas expuesta,
sos delincuentes se sentian los duefios del mundo, Para
ellos, Mauro no pasaba de ser un objeto. Un saeco de papas que
venderfan por dos millones de délares. Era lo que pedian, La
familia no lograba reunir tanto dinero. La demorallev6 a los
secuestradores a tomar una medida extrema.
Ingresaton un dia furiosos, vociferando, y lo desmayaron
de un golpe. Al despertar, Mauro sinti6 un dolor terrible en la
erda. Percibié una cosa hiimeda resbalando por st
ungraba, Se toc instintivamente, y comprobé lo que
presentia, Le habian cortado un pedazo de la orcja para presio-
nara la familia y “probar” que no estaban bromeando,
El pedazo de oreja enviado por los secuestradores provocé
al desenlace final de los acontecimientos. Pasadas 48 horas, la
familia pagé medio millén de délares y Mauro fuc abandonado
«en un poblado de la perferia, dos meses después de la trigica
tarde del secucstro,
‘Cualquier persona, al verse libre de una situacin semejan-
te, agradeceria a Dios, abrazaria emocionado a sus amados y
«rataria de olvidar lo que pass. Mauro reaccioné de modo dife-
rente: Con frialdad a las expresiones de carif de sus amigos y
parientes, Cumplié mecinicamente sus entrevistas con la poli-
cia y de la prensa. Fue lacénico. Sus respuesta, casi monosilé-
bias irrtaban, No se inmutaba con nadia
Los dias transcurrfan, Mauro parecia un zombi. Ensimis-
‘mado, pasaba horas encetrado en su dormitorio. No trabajaba.
Parecia haber perdido el interés por la vida. Nadie era capaz de
Pie
iNO TE MUEVAS NI RESPIRES!
entrar en el mundo silencioso de sus pensamientos, ni siquiera
el nieto de dies aos a quien amaba mucho,
—dEn qué piensas abuclo? —preguntaba el nifo, sin tener
nocién del infierno que habia vivido aquel hombre,
—Nada, hijo —decfa emocionado y Horaba abrazando al
Ainico ser humano que era capaz de tocar sus sentimientos
adormecidos.
Acostado, con los ojos abiertos, en la oscuridad del dormi-
torio, Mauro dirigia la mirada hacia arriba como si quisiese di-
bujar en el techo la imagen del tinico rostro que habia visto en
las ocho semanas de cautiverio, Era un rostro mulato, redondo,
«demasiado joven para tener la prominente calva que dejaba ex-
puesta la cicattiz de unos cinco centimecros en la frente
Habfa una mezcla de sentimientos en su coraz6n. Quetta
olvidar lo que habia sucedido. Le hacfa mal. Al mismo tiempo
se afetraba al recuerdo del rostro, Si acabara con la vida de
aquel hombre quedaria libre de la prsién en la que ahora se
encontraba cautivo, El deseo de venganza y justicia por cuenta
propia iba cobrando fuerza en su corazén cada dia.
Las semanas pasaton. Mauro fue retornando al trabajo y a
Ja rutina daria, Tres meses despues las cosas habian vuelto a la
notmalidad, a no set por un detall. Desaparecfa durante ho-
ras, Nadie sabia ad6nde iba, Era un misterio. El nunca haba
tenido esa actitud antes del secuestro. Ahora parecia esconder
tun secreto. La familia pensaba que él tenia una relacion extra-
‘matrimonial. Estaban equivocados.
Mauro andaba por la ciudad. Buscaba lugares de mucha
congestién humana. Tomaba el 6mnibus el tren, el metro y se
movia de un lugar a otro. Cualquiera que lo sigaiese tendria
dificultad para entender lo que hacia. Simplemente andaba,
Observaba alas personas. ;Qué buseaba? Ni él mismo lo sabia
definit. Vivia obsesionado por un rostro. El tinico rostro que
rigsINVITACION
recordaba. Aquel grupo de delincuentes habia marcado su vida
para siempre. Inconscientemente, la dinica motivacién de st
vida en los dos iltimosafios habia sido el deseo de vengarse de
aquellos hombres.
Fue una tarde de sol brillante y 38 grados de temperatura,
Finalmente encontré lo que buscaba. Parado en la puerta de
un bar, bebia una borella de agua. Obbservaha alos tainsentes.
Hombres y mujeres se movian de un lado para otro. Parecia,
‘una multitud de peces dentro de un pequcio acuatio.
Sibitamente, su corazn se acelerd. Casi dejé cac la botella
Era. Sin ninguna dada, aquél erael rosro. No lo olvidar nun
«a. Aungue viviese un milldn de afos. Sintié miedo, trror, odio
¥ ganas de arojarse encima de aquel hombre. Pero se contro,
Dos afios de biisqueda. Encontrar a aguel hombre habia
sido como hallar una aguja en un pajar. No. La oportunidad
cra demasiado preciosa para desperdiciarla. Quiso grita, lla-
mar ala policia, deciele a tado el mundo que aquel hombre
aparentemente inofensivo era un secuestrador peligroso, pero
tuvo fa suficiente sangre fifa para controlarse. Nunca imaginé
‘que fuese capaz de reaccionar con tanta frialdad. Se sorprendic
«on una personalidad extraia que habia permanecido oculea
dentro de si hasta aquel dia.
Instintivamente, se vio siguiendo al hombre. De lejos.
‘Atento a todos los detalles para no perdetla de vista, Como una
ficra sigue a la presa, acompaié los movimientos de uno de sus
secuestradorcs. Fl supuesto delincuentellegé hasta la estacién
central del tren. ‘Tomé una linea hacia el suburbio. Después
entté a un émnibus. No percibié que lo seguian. Al descender
del émnibus, caminé 300 metros. Entté a una casa amarilla de
dos piss, Enfrence de la casa habia un terreno baldio donde
tunos muchachos jugaban fiitbol. Mauro se sent6 a mirar el
juego. En realidad, su atencién estaba concentrada en la casa
amarilla, A su lado habia una nia de aproximadamente diez
aos. Disimuladamence le sad informacién,
+0.
iNO TE MUEVAS NI RESPIRES!
Satisfecho, desaparecié del lugar. Yaera tarde y empezaba a
oscurecer. De vuelta al centro de la ciudad, en el interior de un
tad, sintié una extrana sensacién de alivio. Sabia bien lo que
iba a hacer. Lo haba plancado durante dos afios. En todo exe
tiempo, era la primera ver que se sentia contento,
El hombre que aguardaba apareci6 puntualmente alas seis
de la tarde, Mauro estaba sentado en un banco del enorme
Parque recreativo de la ciudad. Haba mucha gente a esa hora
‘Gente que andaba y corria. Muchachos en patines y en bicicle
ta, Parejas que se enamoraban ajenas al intenso movimiento de
las personas.
—Llimame "Negio” —dijo el desconocido.
‘Aquel hombre, pertenecia a.una cuadrilla de exteeminio,
No queria ser identificado. Existen muchos grupos asi, Son
asesinos profesionales de alquiler. Hacen cualquier tipo de tra-
bajo sucio por una buena cantidad de dinezo.
El extrafio personaje vestia jeans, camiseta negra y calzado
deportivo. Usaba un gorro negro de cucto y lentes oscuros. Era
alto, fuerte y de pocas palabras.
El acuerdo fue sllado, Los justcieros identifcarian y mi
rian a todo el grupo de secuestradores. Mauro pagaria pore “sr
vicio". La mitad del dinero seria entregado al dia siguiente. La
otra mitad cuando A, personalmente, pudiese ver los cadkiveres.
Hay actitudes que el propio hombre no comprende: Por
‘qué alguien que hasta aquel momento habia sido un ejemplo
ale buen comportamiento actuaba de esa manera? Para él era
tun misterio, pero la Biblia afrma: “Engafioso es el corazén mis
que todas las cosas, y perverso; zquién lo conocer?” (Jeremias
17:9). Cualquiera que conociera a Mauro habria tenido difi-
cultad para creer que aquel hombre, padre eemplar, esposo fel
y buen amigo, estuviese planeando de manera fria aquel acto
horrendo. Todas nos sorprendemos con las actiudes incohe-INVITACION
rentes de ls otras personas, Olvidamos que dentro de nosotros
vive adormecida una fiera capaz de realizar las peores acciones,
Ningin ser humano esta libre de eso, Todos nacemos con na-
turaleza pecaminose. Fs una tendencia innata hacia el mal. No
podemos librarnos de ella por mécodos humanos. La cultura, la
«ducacién y la autodisciplina pueden arregla las cosa por fue-
2, pero no pueden cambiar el interior del see humano. En el
mundo escondido de los pensamientos y sentimicntos intimos,
la fiera esté lista para atacar al menor descuido. Es lo que el
apéstol Pablo escribis: “Miserable de mil ;Quién me librard de
«ste cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Mis tarde, él confi
mé esta verdad: “No hay justo, ni aun uno... No hay quien
hhaga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10, 12)
‘Mauro estaba sintiendo en carne propia esta doloros reali-
dad, aunque no era consciente de ello. Hasta el momento del
secuestro la fcra interior habia vivido agazapada dentro de su
corazén, esperando la hora oportuna para atacar. La hora habia
llegado. El sufrimiento y las humillaciones que habia pasado en
‘manos de los delincuentes habian despertado un ser capaz de
odiar, de vengarse, de hacer justicia con ls propias manos y de
planear un crimen batbaro.
Por esas coincidencias dela vida, pasaron dos meses desde
que enconteé al hombre del rosto hasta ver la sed de venganza
satifecha, Durante ese tiempo nformes peribicos de
“Negio”. El grupo de exterminio habja empezado a buscar a
los malhechores, a partir de los datos proporcionados por
Mauro. Uno a uno los secuestradores fueron identifcados, si-
lenciosay sigilosamente, hasta que eltiltimo Fue encontrado,
Alas eres de la madrugada de un caluroso amanecer de ve-
rano, cl celular de Mauro vibr6. Se levanté sin hacer ruido y
fue aatender la llamada a la sala,
—Tienes una hora para llegar aqui —fe dij la vor pegajo-
iNO TE MUEVAS NI RESPIRES!
sa de “Negio—. Tenemos los seis “paquetes” y necesitamos
ddeshacernos de ellos antes de que salga el sol —ariadi6, rei-
rigndose alos cadiveres de los secuestradores, cinco hombres y
tuna mujer.
El tato era que Mauro debia ver los cadaveres ances que fu
sen quemados. Sélo as entregaria la ilkima mitad del dinero.
Mientras se dirigia a alta velocidad hacia cl lugar indicado,
tuvo un segundo de lucider. z¥ si aquellos exterminadores esta-
ban mintiendo? ;No podsian matarlo él y apoderarse del dine-
ro? Sacudi la cabeza intentando ahuyencar aquel pensamiento..
Ya habia ido demasiado lejos. Era tarde para volver atts.
En menos de cincuenta minutos recorrid 73 kilémetros.
Attavesé la ciudad sin respetar los semaforos, después tome
tuna carretera estrecha de sentido tinico. Los ilkimos once kilé-
metros los recortié por un camino de tierra, pedregoso y leno
de curvas. Finalmente vio la luz de un carro estacionado, Se
y se apagaba. Era la sefial convenida. Mauro estacio-
1n6 el aucomévil. Temblaba, Sudaba, presintiendo instintiva-
mente que iba a suceder algo terrible. Habia cuatro hombres
«en pie. Negao era uno de ellos. Fue el tnico que habls.
—Ahi estén, miralos bien, llevs tiempo identificalos y ubi-
carlos, pero el primero “cants” —dijo, reiriéndose al mulato
«que Mauro reconocia,
Los exterminadores lo habfan secuestrado y rorturado para
descubrir al resto de la pandilla,
Los seis cadiveresestaban ordenados en l suelo, con el r0s-
tro para arriba. Mauro comenzé a verlos uno a uno mientras
‘Negio alumbraba con una linterna, De repente el corazén cas
se lesalié por la boca.
—Espera jEspera! —dijo, Tomé la linterna en sus manos
para alumbrar de nuevo el rostro del cuartocadiver. Sincié que
la tierra temblaba bajo sus pies. Casi grits de dolor, No era
nada fisic, era un dolor emocional
—iNo puede ser! —grité—, Ustedes se equivocaron, co-
se|
INVITACION
metieron un ertor terrible, este hombre es mi mejor amigo.
{No puede ser!
Por primera vez la vor de Negio parecia humana:
—Nosottos no nos equivocamas —dijo, consolador—
Debe ser dloroso para ti pero éte, ru mejor amigo, fue el que
pagé a la pandilla y se quedé con la mayor parte del rscate.
‘Mauro tuvo ganas de vomitar. Empezé a llorar desgarra
ramente, Corria de un lado para otto gritando:
—Tii no, miserable. Ti no puedes haberme hecho ¢s0
Los exterminadores, antes de deshacerse de los cadveres, le
Aijeron:
—Desaparece, o te vas a meter en problemas,
Mauro entré a su auto y partié como loco. Cortia a una
velocidad exagerada. No le importaban las sefiaes de trinsico
ti el riesgo en que colocaba su propia vida. Al contratio, daba
la impresiin de que buscaba lx muerte. Anduvo sin rumbo
hasta que el combustible se le acabd y el automévil se detuvo.
La policia de tnsito lo encontré alli en la carretera, durmien-
do sobre el volante, como si hubiese sufrido un accidente.
Cuando lo despertaron, hablaba cosas incoherentes. Cam-
biaba constantemente de tema, Era evidente que sufria de algu-
na ateracién mental. Sélo fue posible identificarlo gracias a los
documentos que traa consigo
Ya era de noche cuando la familia fue notificada sobve el
paradcro de Mauro. Los hijos mayores cortieron hasta la esta-
cin de policia donde él exigia que lo decuviesen,
—Soy un asesino —gritaba—. Préndanme, Merezco pu-
dritme en la circel, Acabo de matar a mi mejor amigo y merez~
co mort
AA ser interrogado, no daba informaciones ni detalles del
supuesto delito. S6lo lloraba y se golpeaba la cabeza conta la
pared.
ara
iNO TE MUEVAS NI RESPIRES!
Meses despues, a situacién de Mauro era deprimente, Pa-
saba nochesy dias sin dormir. Gritaba como un lobo durante
las noche. Safa al jardin y andaba alrededor de la piscina in-
cansablemente. Nadie podia explicar lo que le sueedia. La fi
mila lo habia llevado a los mejores especalstas. Le daban cal-
‘antes poderosos para hacerlo dormir, pero los resultados no
eran nada alentadores.
Transcurtieron afios. Con el pasar del tiempo fue transfor
smindose en una persona agresva y peligrosa a veces, y apiticae
indiferente otras veces. Parecia un autista, s¢ negaba a comer.
Quedaba con la vista fjaen-un punto indefinido durante hors.
Fueron diez aftos dolorosos para los seres que lo amaban.
Gran parte de ese tiempo lo pasé en clinicas para enfermos
‘mentales. Pero en los dltimos meses del décimo primer afio
parecié estar mis repuesto. Los médicos crefan que algunos
dias de convivencia con la familia le harian bien, Peto estaban,
equivocados. Aprovechando un descuido, Mauro ingirié todo
tun frasco de calmantes. No murié. La esposa lo descubrié a
tiempo para llevarlo al hospital mas cercano.
Las fiestas navideiias de aquel ao fueron las mis triste,
para la familia. La vida cémoda que aquel hombre les habia
proporcionado durante afios de trabajo honesto, se veia ame-
nazada por el dolor terrible de ver al esposo y padre amado en
una situacin tan deprimente. Este habia sido al rercer intent
de suicidio desde que habia entrado en ese estado de locura.