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Sea mec de cy ora yoda Cha rc vats plo Je mca reulizadas bajo su disecciém, * < MARCELO BORMIDA ETNOLOGIA Y FENOMENOLOGIA IDEAS ACERCA DE UNA HERMENEUTICA DEL EXTRANAMIENTO Foncrones: Ceavanres BUENOS AIRES 1976 Hecho el depésito toaree a ley 11.798 © Copyright by 197 Ediciones CERVANTES Nogoyé $770 — T.E, 50-1110 - 58-0828 - 1417 Buenos Aires, PALABRAS PREVIAS Es un hecho conocido que las culturas etnogrdjicas se encuen- tran en wn proceso de extincién cada vez més acelerado, que se ‘manifiesta en su desaparicién como grupos 0 en su absorcién por obra de la civilizacién occidental. La muerte de cada una de estas coulturas es la muerte de una parte del espiritu humano y arrastra consigo en el olvido a todo un mundo, es decir, a una experiencia de la realidad y de 1a vida, ‘inica e irrepetible, Es menester que esta experiencia, una de las innumerables creaciones del hombre a To larga de su multimilenario devenir, pase a integrar el conoci- miento bisico para el estudio y la comprensién de su mismo creador, es decir, para wna autocenciencia del espiritu mds alld de los es- trechos itmites del humanismo tradicional europo-céntrico y dentro de los marcos de otro humanismo, mis amplio y més profundo. La aspiractén @ esta meta se halla hoy en todas las ciencias humanas ¥, quizds, se oculta también en el afin, un poco culpable, de Occi- dente en actuar en pro de ese dilatado mundo que no es él suyo, que durante tanto tiempo ha desconocido y a cuya destruccién ha con- tribuido y sigue contribuyendo, Salear para la posteridad un conocimiento que permita incor- porer para siempre al saber humanista las experiencias de las cul- turas etnogrdficas es una responsabilidad histérica del etnélogo de nuestra época, a quien le es dado ain, y no por mucho tiempo, la oportunidad de realizar este rescate. Pero la tarea de documentar una cultura viviente no consiste tanto en la descripcién de sus rasgos formales, a la manera del arquedlogo quien, por la naturaleza misma de sus materiales, no puede hacer otra cosa. Implica ante todo comprenderla y consignar esta hermenéutica; captar y comu- 8 Marcevo Bérsma nicar el conjunto de sus sentidos, frecuentemente distintor de los que gobieman nuestra propia concepcin del mundo y de la vida, Es por ello que, al acercarnos a tna cultura etnogréfica, nos encon- tramos fatalmente con el extrafiamiento, El extrafamiento es el tema fundamental del enfoque metodo- Togico que nos hemos propuesto exponer en este libro y que arranca de una premisa fundamental: todo hecho cultural es un contenido de conciencia, es decir un hecho de vida, una estructura que incluye tanto sus aspectos formales como sus sentidos y su vivencia, Un hecho que ha de reflejarse en un dato, en toda su multiforme complejidad, ‘para que consigne fielmente Ia realidad que documenta. El camino que permite concretar esta aspiracién obliga a la descripeién culda- dosa de los contenidos de conciencia propios de los hombres que estudiamos, extrapolando todo aquello que et etnégrafo proyecte de si y de su cultura sobre aquellos contenidos, Esta catarsis metodo- légica conduce inevitablemente a enfrentarse con el extrafiemiento, ‘que es el primer paso para reatlzar su hermenéutica, es decir, resol- verlo dentro de sus propios sentidos y comprenderlo. Las dificultades de este proceso no son pocas y las hemos ex- perimentado personalmente en la aplicaoién del método en nuestra labor de campo. Es por ello que hemos abundado en ejemplos, ex- cediéndonos, quizds, de lo que es usual en un escrito de cardcter metodolégico. Pero consideramos que el impacto del hecho cultural mismo, oportunamente comentado y desentraiado, es un recurso ‘mds eficaz para la exposicién de un tema como el que nos ocupa que una mera descripcién de normas y principios abstractos, Hemos pre- ferido acudtr a una ejemplificactin que procediera de nuestros pro- los materiales de campo o de los de nuestros colaboradores, aunque fueran inéditos, pues nos ofrecian una garantia mayor de objetividad dado que fueron obtenides, justamente, utilizando el método que exponemos, con lo cual hemos comprobado sus auténticas posibilt- dades frente a la realidad etnogréfica, En oposicién con este esfuerzo para concretar la problemética metodologica bésica, nos hemos abstenido de formular una “precep- tistica” de la investigacién de campaiia sobre la hase de las técnicas que hemos aplicado a partir de nuestro método, referidas al infor- mante, al traductor, al mecanismo de la encuesta, a la obtencién de la documentacién magnetofénica y a su andlisis, a la varlacién individual de la txformacién, a los aspectos seménticos y conceptua- Tes de la hermenéutica de campo, al estudio “participante” da la Exyowocia x FENomENoLocta 9 realidad natural y cultural y otros, Todos estos t6picos son indula- blemente de un gran interés pero habrian dispersado la atenidn del lector hacia temas no esenciales que podrin ser tratados en otra oportunidad. La corriente fenomenoidgica, en la que se inspira nuestro mé- todo, propone al estudioso un acercamiento al mundo etnogréfico con una actitud de humildad a la que, como occidental, no estd acostumbrado: acercatse para aprender, no para enseviar, para com prender, no para imponer su comprenstén de la realidad. Sea esta Iumildad su homenaje a todos aquellos hombres que han desapare- cido con sus mundos y a los que sufren el doloroso proceso de tn cambio hacia el modelo de vida que les hemos propuesto y que, a veces, les impusimos, aunque nos sintamos cada vez mds inseguros de su justicia y de su eficacia para con nosotros mismos, CAPITULO PRIMERO LA OBJETIVIDAD DEL DATO ETNOGRAFICO 1, DATO Y HECHO Macho se ha escrito acerca de las exigencias de objetividad en el relevamiento y en Ja consignacién de los hechos etnogrificos, Partiendo del supuesto de que toda elaboracién o especulacién poste- rior pueden quedar invalidadas por el pecado original de la distorsién © de la parcializacién del material informative del que arrancan, se han elaborado y aplicado complejas metodologias para salvaguar- darse de toda posibilidad de errot a nivel heuristico. Por ello, aparte lo que fue siempre el elemental y casi innato espiritu de critica de etnégrafos y etndlogos —basado en la experiencia y en el sentido comtin—, se han yenido exponiendo, desde hace més de medio siglo, métodos y téenicas formalizadas para garantizar Ia plena correspon. dencia entre el dato y Ja realidad objetiva del hecho cultural, No es el caso de hacer aqui un aniilisis de estos procedimientos eriticos, que van desde las codificaciones metodolégicas de Graebner y de Schimdt y Koppers, en lo relative a Ja critica de las fuentes etno- ‘srificas, hasta los més recientes manuales para In investigucién de ¢eampo en antropologia cultural, como los de Mauss, Griaule, el de la UNESCO y muchos otros (1), (1) Es mewestersubmaye, sia embargo, qu la natuslexa itinseca de lus Fuentes eactas lode dfereate de ly qos niioee drone Ie eens died. 0 “de primer giao, que er i futurama. ‘Em eke ne a esta altima“. cliro quo’ nox halos ea presencia del ecto ctu cic tan que tae sd iomediatamtente. en una fseita no «ino aruells ve’ alevien fu teferde. con respecte om rigiario, Tor To lao, x ‘boa In ericn ens facotes eogrdice punts, a como Ie mutodologia de cunpada, a consis lr bjctwilid. del 5 Maxceto Bércpa, Dotrés de toda esta preceptistica —2 menudo un tanto abultada por el afin de ser elaros y exhaustivos en Ja enunciacion de normas que sou, con frecuencia, la resultante inmediata del saber y del ‘buen sentido—, ba habido siempre una idea fundamental, que consti- tuye su teoria y la razén de ser de su existencia y de su aplicacién: que existe una casi necesaria interferencia del observador entre el he- cho cultural y el dato, la que determina que el segundo deje de ser fie} reflejo del primero, condieion imprescindible para que el dato mismo pueda ser considerado objetivo. Se admite, ademés, quo esta interferencia es tanto mas peligrosa en cuanto, normalmente, no es conciente y se deriva de una fatal tendencia del investigador a yer el hecho cultural a través del cristal coloreado de sus prejul- clos sean éstos de cardcter teérico 0 pragmatico. Si analizamos las consecuencias de esta interferencia, que es Gato, Gite reuhado se ction siguiendo exmninos moy diferentes y Hene muy Gitta valor et uno. y ofro cago. Lr ciien de las Fyeates esrias considera dato como sespondieods ‘a is Teldad de a fute de primer grado condo ful de nguully coindden eo tu descipcién, Sin emia, ee. pisipla {etoligio no dea de set sa convencibn por cuanto ae Hints In conc See etn con fa obtain” No son econ ‘aii, polo eos aecemument, la Jo que est conden se ‘Sas a heci'Se que oy dices tebe colctico Por rasta ats bone Given im mono anedo’ de ver ln tailed caturaly a poslidad’ ve, por ora parte, es sumamente tified de varias Bic couvencontl al eter Je vetsedad bxtado en In colnedencia de ls fortes cxaias, tanto en eotloga “como cx butelogafia. la bis clued de unm verdadersobjtvdad a rave ce este xt eaona tes Sporaaray poet To nico que ae obtene de au epliacion cx ciate grado da rrolatilided acme ‘de la esctensa de algunos axpecon fornia del hecbo Qe ae deseribe Por jens, le colartenci do. ly elercates fvenas acerca de la presencia del arco entre los Tehuclche de la época del Devcubrimiento, ‘os proporcionan elena grado de probbiidad acer del cho exter de Gue tos indigenas‘vtliahen cieba fnyencin y tamblén a’ lo téatva a la atuler de ou aorfologla y de au funeiln, "Pero to aos peqale cooootr {Bs lias cud doe apects del aren defor Teale Ge Pe loron ser fincionslon, snipicon aficoseligioat 7 sts, ope. ate eehe Studio de este rasgo en etiar culuras etogrifcas; aspectos. todos gue, om fr cotfinto, onttayen objetvameute, arco asl comm canker obec ‘nto erzliaen La “objeiicad™ del arco tebuelch, es dere Ia sera Deri recedes: ua poe ser sp de am fuentes de specaet ‘emos ve balla evemedinblemente: peda oes desaparects para siempre E"Feeuie Se pruser do que nor poems averguasin, © desk, le cults sintate de ly ants Fatsgons, Por ef contri, el tvesigador enfrentado, con ym hecho, etogrfic vient tine todas is poidages tlreas de alata uon veradera bje- vidya ge ete hac se fe anit tl com et op Hada ead Que se [0 cpte de este modo es un problema de metadologin que es pestle resolver en le teria on ln peas dete tnvestigacion Exsowocia ¥ FRNOMENOLOGA 18 indudablemente real y frecuente, vemos que pueden reducirse a dos. La primera determina que el dato sea total o parcialmente falso, ‘en cuanto es contradictorio con el hecho; tal podria ser, por ejemplo, tel rol del Alto Dios en Ia cultura de Tos Fueguinos, cuyo papel en Ja vida de estos grupos habria sido distorsionado y aumentado por Gusinde, por efecto de los supuestos tedricos de la escuela a la que pertenccia (2), La segunda es que el dato refleje tan sélo una parte del hecho cultural, una eritiea a este tipo de distorsién fue hecha por Malinowski en lo referente a la funcién del mito en Tas eulturas cetnograficas, cayo importante y complejo papel no habia sido per- cibido claramente hasta entonces por los etnélogos (#).. Existiendo Ia posibilidad do estas dos clases de errores, es claro qne una metodologia debe intentar eliminarla, y debe hacerlo par- tiendo del supnesto de que Is objetividad de! dato ctnografico consiste cen que refleje el hecho tal como es y en toda su complefidad, cum- pliendo asi Ja definieién escoldstica de la verdad: adecustio mentis ad rem, Pero nna cnsa es formular en teorfa este dureo precepto acerca del cual no hay quien pueda estar en desacuerdo— y otra Tlevarlo a cabo en la préctica, conciente ¢ intesralmente. Por de pronto, los etndgrafos olvidan con demasiada frecuencia que el pre- juieio no es solamente tu prejulcio sino también mi prejuicio, por (2) Gon respecto a lor Sefkaam, Gusinde sstiene que «1 Dios Suprema, Temauket, “eave wpa clara dnthencia en el eueso dela vida forma pate deleting de cada cal em au ditin labor”, lo que To asiaila en. certo smado al Dios Proviente de as elisiones marereteae samperines. Peo. el ‘mismo Gusinde admite que oo exten quacios nt verdodetes swifior con Telacson ‘a ete Ally Diow Los iiformes oe nosotros obhuvimos de. Waten. tp de los iltinies Ona, indican, por ol cantare, qe Tomauie! dexempeiabs tis bien el papel de tin Deus ‘Oona, que via en el cielo in preoeapase inajornente por los horibres” Cabe olveryr que amucis de lis_Alt Dios Grinices, si Bien tuviewn ea el Tiempo Originaro in papel ae creadares de texmiforos, te desinteession Tuege del destiny ea Hummsuided, (Ver Gunde, J9si)" Alwuras vetias acerca dela infornaciin abtexhia | por Woateni ‘se halloo en Barmida, 1056. Cou seeceacia ul" papel de los Altos Dine in sprig. fumed, ee Pearson. 1082 PTDoS 3)"tsn so "Mythe dane Is paychnloge. punitee’, Nelinowsks combate tanto Be tev “smfaica™ del lo come “evehemensir,” er on tod’ mitlogia won cries pra ¥ simple es tan inconcte. coma Yer en ela Jas meiiticomes le natalie primitives" (pag. 90). “El mio. propor. jana an modely retrespectvn de’ los vires mole, de oxen aodilegcn de lw creenciy msenn. (NO por by tanto ua spe ela alana Tent tiva ‘de’ explcasin cities, bajo. ia forma mis primitive, ni uma obra de arte oi umn documento histricn, EI llens ua funcien su givens, ue $6 felaciona istrechamente cm la natwslera de la ted, con lo contiuided de a cullora, com lay relacies entre ta juventid y la vejee. cou It ach humana frente aP pasado,” (Pig. 451), Malnsesi, 195%. 4 Mancexo Bomapa ese pecado tan humana que consiste en ver con mayor facilidad la brizna en el ojo ajeno que la viga en el propio, Es asi que muchos investigadores cousideran cumplidas las condiciones de objetividad en Ja consignacién de los hechos culturales cuando han puesto de manifiesto sus aspectos sociolégicos, econdmicos y tecnolégicos y su reciproca estructuracién, Describiendo, por ejemplo, In pesca entre Tos Mataco, el etnégrafo tradicional dard por cumplida su misién cuando haya relatado que esta actividad econémica es peculiar del vardn —segiin Ia divisién sexual del trabajo vigente en este grupo—, que se realiza colectivamente —sobre In base de una deter- minadu organizacién familiar y tribal—, que se utilizan en ella ciertas téenicas y ciertos elementos ergoldgicos —el acorralamiento de los peces y Ia red de tijera—, que alterna estacionalmente con otras actividades econémicas; podré, ademas, agregar informacién acerca del aprovechamiento y Ia conservacién de los pescados y de todo aquello que, de un modo u otro, considere vinculado con la acti- vidad pesquera de este grupo chaquense. En otro orden de cosas, el etnégrafo que describa una maza de los Ayoreo consignaré su forma, las técnicas mediante las cuales cs elaborada, el material del cual estd hecha, el uso que se le da en la guerra o en la caza, Ago- tada concienzudamente una descripeién sobre la base de estos esque- ‘mas, cslari muy conforme con su objetividad y, en un eventual examen de conciencia, consideraré haber consigaado en el dato lo que vier y todo lo que viera con respecto al hecho que le interesa, Hay muchas cosas, sin embargo, que no figuran en estas, no tan hipotéticas, descripciones por purte de un etnégralo no del todo imaginario. Por ejemplo, en lo que se refiere a la pesca de los Mataco, que nadie puede pescar mis peces de los que necesita para comer, pues de otro modo Ildh, duesio del xio y del pescado, se dis- gustaria, rtiraria los peces y hasta podria ocasionar la enfermedad y la muerte del infractor mediante una flecha que le disparara cuando éste volviera a su tarea en las aguas; que un shamin tiene mas éxito que los demas en Ia pesca mediante sus actividades magicas; que las redes y las téenicas fueron brindadas a los Mataco por el héroe Tokwdh, al que se debe también que los peces se hallen en el rio y no en el fronco de un gran Palo Borracho, donde vivian un tiempo. Si se le reprochara a nuestro investigador no haber consignado estos hechos nos contestaria que ellos nada tienen que ver con la pesca, como actividad econdmica, y que pertenccen al aspecto mitico-religioso de Ja cultura de los Mataco. De un modo andlogo, rechazaria la critica Erotocia ¥ renonenorocia 5 que Je acusara de no haber tomado en cuenta que la maza ayoreo fe origin de un petsonaje mitico que so transformé en el proto- tipo de ella; que, al haber matado un hombre blanco, se “carga’ de tal modo de potencia que es imposible seguir utilizindola por Jos riesgos que ella implica; que puede ser utilizada para alejar Ja tormenta; que se relaciona con un canto terapéutico que dejé ‘a los hombres el personaje mitico que se transformé en ella y muchas otras cosas mas que, sin duda, no caben en el concepto tra- dicional de “ergologia”. Es claro, empero, que si por objetividad entendemos el fiel reflejo del hecho en el dato, descripciones tradicionales como las que resumimos no son objetivas y los datos que resultan de ellas la pesca de los Mataco 0 la maza de los Ayoreo— tampoco lo son, En el hecho etnogeitfico en si, tal como lo piensan y lo viven concretamente los indigenas, no existen fronteras entre la tecnologia, la economia, la sociedad, la magia y el mito; el acto econsmico im- plica, ffcticamente, la creencia; Ia pesca, por ejemplo, implica a 1éh, Ia red a Toktodh, el éxito, el fracaso y la muerte misma la intervencién de una determinada potencia en relacién con la actitud del hombre frente a ella. Por su parte el hecho ergolégico en su integridad con- Tleva Ta idea acerca del origen y de In naturaleza del objeto, asi coma Ja de tomar en consideracién’ todos sus aspectos funcionales, sean éstos de caricter “material” 0 “magico” ya que pertenece intrinscca- mente a 12 maza de los Ayoreo tanto el hecho de ser utilizida para matar como para alejar la tormenta; asi el hecho de ser fabricada por el hombre como el que éste imite en su elaboracién un prototipo originario, que no es producto de su inventiva sino que le es dado. Lo que ccurre en todos estos casos es que el etndgrafo tradicional ha infringido inconcientemente la norma de ver todo lo que hay en el hecho cultural, aplicando a Ja cultura de los Mataco o de los Ayoreo una categorizacién que es la conseeuencia de una particular visién de la pesca o del arma propia de su realidad cultural, de una realidad en la que, para expresarnos un poco rudamente, Dios nada tiene que yer con las tareas de los barcos pesqueros que aprovisionan a los mereados de Ia cindad ni con Ta muerte de un animal mediante um arma de fuego, Dicho de otra modo, el dato ha sido parcializado ‘can respecto al hecho por obra de Ja interpolacton de una concepcién del mundo y de Ia actividad humana en la que Ia esfera de lo sobrenatural y de la naturaleza, de lo sagrado y de lo profano, se hallan perfectamente determinadas y constituyen mundos planos cerrados, casi sin communicacién entre si 16 Mancexo Bémvapa, Pero un hecho cultural, tal como Ia pesca, un arma o cualquier otro, se nos presenta claramente como una estructura, en la que las partes tienen sentido en relacién con ol conjanto y en la que el conjunto mismo es lo que es en cuanto se halla integrado por todas sus partes. Un hecho cultural no es la mera suma de sus partes 8 aspectos pues, si asi fuera, el dato que le corresponde seria tanto mds verdadero cuanto mayor fuera c] uiimero de las partes que tome ‘en consideracién, Por el contrario, cl hecho cultural es la estructura misma y el dato que no la refleje en su totalidad no es solamente parcial sino decididaments falso; y Ja objetividad del dato cultural ‘comsiste en reflejar todo el hecho y nada mds que el hecho. El ver mds de To que hay en el objeto —en nuestro caso, en el hecho cultural y el no ver todo este objeto son dos pecadas de observacién que, 2 pesar de parecer antipédicos y excluyentes, estin estrechamente relacionados entre si, En efecto, el etnégrafo, aun el mis experimentado, tiende a ver més de Io que hay en la mera intuicién del hecho cultural, es decir, en la visién de lo que en él esté dado inmediatamente, De un modo mas o menos inconeiente pro- yeeta en el objeto que observa un conjunto de postulados subjetivas, constituides por todo aquello que acerca de él ha aprendido, todo aquello con é1 relacionado que sabe con anterioridad. De ahi que su vision del hecho cultural, que es polifacético, se vea reducida, por ejemplo, a lo que cabe en su definicién aprioristica de este hecho ¥ de sus limites, Una definicién que es, en el fondo, aquella que es aceptada por su propia cultura y que de ésta ha aprendido, De tal modo, para volver a nuestros ejemplos, la actividad pesquera o el arma resultarén ser, en cualquier cultura, aquellos hechos que se definen como tales en ln cultura occidental, o por lo menos, en el sector de ésta a Ia que el etndgrafo pertenece, Es fatal, entonces, que el observador que na se esfuerce por superar sus limitaciones cultu- rales subjetivas, vea en la pesca de los Mataco o en la maza Ayoreo mis de lo que hay en esta actividad como hecho ~es decir, su definicién de ella— y, en consecuencia, tan solo los aspectos de los mismos que caben en aquella definicién, Se nos plantean asi dos interrogantes que constituyen dos as- ectos de un mismo problema: el primero es: gen qué consiste lo dado inmediatamente en el hecho cultural?; y el segundo: geudl es ‘el método que permite al etnégrafo intuir en este hecho todo lo que es y no més de lo que es? En lo que respecta al primer interrogante, es obvio que lo Ernoiocia ¥ FENomenowocia Bid jiatamente como hecho cultural es el mismo hecho tal ad ppensado, actuado, es decir, vivido, por el hombre fm el quo se conereta en accién, ereencis, actitud o lo que fuere, Ei fhecho cultural no tiene sentido fuera de su existencia concreta, que es el modo con que Io vive un determinado individuo de una deter- minada cultura, El objeto general de Ia. investigacién etnogrifica Gebe ser, entonees, una cultura tivida y el hecho etnogrélico la vivencia de este hecho (*) por parte de los hombres que participan de esta cltura, Todo lo demés ~eategorizaciones, reducssones, icaciones y, en general, teorizaciones més o menos concientes—n Satan ladas inmedistamente en el hecho sino les son agregadas ppor el observador, Y es justamente por obra de estos agregados que Ja cultura vivida, es decir, concreta, se transforma en Ta cultura abs- tracta, pues To que fuera objetivamente un hecho de vida se yuelve ‘an hecho de pensamiento, abstraido y recortado de sus autéaticas circunstuncias de existencia. Es asi como el hecho enltural trans- formado en el datono es un inventario de rasgos ~de hechos culturales “cosificados’— a Jos que, Iuego, se intenta en vano volver a insuflar tuna vide que han perdido para siempre. ‘Tomemos por ejemplo, un mito de los Ayoreo. Considerando tan s6lo como relato, sin infertarlo en Ia vida, es justamente una manera de cosificarlo y més atin. cuando se lo diseccione brutalmente en sus temas, por rucko que se los clasifique prolijamente en base a alguno de Jos varios indices que se utilizan pare esta clase de anatomia, Pero un mito ayoreo es mucho mas que un simple relato 0 un mero texto: es también ‘um reservorio de potencia, tanto es cierto que nadie convencer al informante de narrazlo sino en las circunstancias apropiadas; de wna potencia que puede ser usadz para el bien y para el mal, segiin se lo relate en una u otra ocasién. Es, ademés, lo que otorga sentido a tun objeto oa un comportamiento, sobre la base de lo que fue su origen o su razén de ser. Ast, el relato acerca del origen de la flecha puede curar Tas heridas de esta arma si esti presente alguien que las ha sufrido pero, de no ser as{ las ocasiona. El mito acerca (4) Entondemos por vvencia un moda de existencia de la resided para fn clerto sujeto y. desde otro punto de vista, la unin de To aprendido y de 49 vivido anterior al andlisis, En el primer eounciado esta definicion cancuerda tom ia de Dnithey; “lo que se revela en al complop animico dado en Ia frevenca_Inerat!: Deal of exundo punto de. vita con a de, Huse] {igeen); “Todo lo que encontraznor en el Mojo de To vivido.y, por to tanto, ‘no solo. las vivencias intencinales, Jas cogitaclones actutles y" potanciales, Jas eo ur entera conerocién, ino también las que se. presentan come ‘momentos reales ea este flajo y sus parter concretas”, 18 Manco Béxsupa, del origen de] Tapir explica por qué no puede comerse Ja carne de este animal y si puede utilizarse su cuero, Los mitos originarios de un clan, contsdos oportunamente, matan a las personas que per- tenecen a dicho clan. Todo esto y mucho més quedar4 perdido, quizés para siempre, si el etnégrafo se limita a ver en el mito ayoreo un simple “texto” separado del sentido y de la funcién que desempeia co Ja cultura, Lo dado inmediatamente en el hecho cultural resulta ser, en- tonces, este hecho tal como se lo vive y la cultura conereta se revela como Ia existencia-en-Ja-cultura, De esto se desprende que la objetividad del date etnogrifico consiste en que refleje lo que se da inmediatamente en: Ja existencia. El objeto de la etnogratia es, entonces, un fendmeno existenciario y su descripcién resultard ser una fenomenologia de la existencia cultural, es decir, la enunciacién de lo dado inmedliatamente en la intuicién de las vivencias que son propias de una cultura determinada. En esta intuicién el etndgrafo hha de estar dispuesto a aceptar tales como se dan vivencias que chocan contra todos sus hAbitos de pensamienta y de vidas por ejemplo, a considerar que un estado de anima como la alegria, puede ser apercibida con figura humana; o bien que un ser que ‘vivid en los tiempos de los origenes y se metamorfoseé entonces en un animal o en una planta, siga existiendo como ser personal, ain hoy en dia, En efecto, asi ocurre entre los Ayoreo en el caso de la Alegria y en relacién a los antepasados “dema”, EI procedimiento cognoscitivo que permite intuir lo dado inme- diatamente en el hecho cultural se resuelve, entonces, en una fo- nomenologia de la existencia, es decir, en la apliencién del método fenomenolégico a un particular objeto que es la vivencia, En el caso de la investigacién etnogrifica, este método se aplicard espe- cialmente a hechos que se dan en cierto tipo de culturas —las cul- turas etnogrdficas, primitivas, bérbaras © como quiera denominds- selas— que se curacterizarén por vivencias que resultan. particular- mente extraiias al observador occidental y que ofrecen, por lo tanto, particulates dificultades para su intutctén. ‘Tal es el caso del Welin de los Mataco 0 del Cheimataki de los Chorote del Chaco central, que son, al mismo tempo, seres personales dotados de figura, intencién y potencia y al mismo tiempo un “estado” propio del shaman. La consideracién de estas dticultades, de su razin de ser y del modo de superarlas nos demostrarén Ia parti- cular utilidad que reviste el método fenomenolégico en etnografia, Exnotocia ¥ rexommnozocia 19 El extrafiamiento de las culturas a nivel etnogrifico se concreta fandamentalmente en 1a imposibilidad de racionalizar, es decir, dominar con el intelecto, a una ingente cantidad de manifestaciones, tales como se dan en su realidad vivida, La esfera de lo irractonal, algo mis limitada en la cultura occidental, parece estar omni- presente, Es dificil, en efecto, reducir a términos de razin con- ceptos como el de potencia, de tabi, de dema, de alchera, pues, en su realidad vivida, no son, por cierto, verdaderos conceptos y, ni siquiera, nociones o ideas (*). La potencia es, fundamental- mente, una actitud-frente-a; un objeto potente lo es en cuanto zevela’ su posibilidad de actuar, la que se manifesta inmediata- mente en Ja actitud que el hombre asume frente a él; los términos dema y alchera designan tanto al tiempo de los origenes como a un ser, asi como también a un particular “estado”. Hasta ciertos he- chos sociales 0 econéroicos parecen totalmente indiferentes a la légica vccidental en cuanto a su razén de ser, tal como los percibe la cultura etnogrifica: por ejemplo, la negacién de la relacién directa caust-efecto entre la relicién sexual y el nacimiento de un hijo, gue se vincula con una comcepeién mitiea del concebimiento (®); 6 bien Jos tabi de matar determinados animales, que encuentran su sentido tan slo en razones do cardcter mitico (*). (2) Entre lor shorigenes sustrliawes, los téemivos alta (Aranda), augur (Aluridia). hucart (Karadjet) y Lalau (Ungarinyin) significan, tanto ff Hempo originario como e} sien y kx aosiéu de sofar (Elkin, 19C4 y' 1969). Eotre los Marind-Anim de Nueva Guinea, el tésmmo dema indica tanto Ws sintepasados del tiempo de Tos mitos a8 come To “insite”, desir, lo potente, ‘que Tray em Jog entes actuales { Wirz, 1925;6), (8) Bs sauy conoelda Ia creeneia de los Trobriandeses agvren de la falta de un nexo causal entre el acto sexual y el concebimiento de wu hijo. Ello fe relaciona con Ii creeneia de que la coneepcién estd determinada por Ix tntro- luveidn de un espirita en el cupo de la mujer, accién mediante la cual realiza su deseo de volver a nacer (Matinoteaki, 1935 y 1933 b). Un mecat bismo de concrbimiento semejante ex cl de los’ Aranda. Al pasar wna mujer ‘ere del reservorio do los churingn, objetos saavados en Jor que fesden as slmas de los individnos de un clan ya los que vuelven luego’ de Ta snuert, ang de estos espintus penetra en el. Kn el chueinea permanece un “doble™ fue To snantiene en eonesiin com el individua en el quo el esplnitu se ha Cicorind (Spencer y Gillen, 1927, (7) Por efemplo, los Ayoree comen Jas cares de muy pocos, animales ya que {a casi tolalidad le. estos son puydk (tabu) por laberlo indicada. os Seresmiticos «que se tansfermeron en elon. La infragelin de stor tabs oca- siona enfermedades y, 2 veces, Ja morte. De otros animales puedes coast: rise tan solo ciertis partes y) hay taba especiales sextin ef sexo, In edad y al estado en que se halla el individve (embarszade, onfermo, mordido por una vibora, tc.)." Pars uoa ampliaciin de los ejemplos tomados de la cultura 20 Mancavo Bémscna Frente a esta invasién de la irracionalidad on las culturas et- nnogrdticas, cl etndlogo tradicional tiene dos recursos; considerar todos aquellos aspeetos de estas culturas que no quepan en los ‘maroos de una concepcién racional del mundo como inexistentes, recortindolos arbitrariamente del hecho cultural vivido y enulén. dolas, asf, por omisién; o bien, fomarlos en consideracién, pero eoloedndolos en un plano secundario, derivado, epifenoménico, com respecto a otros hechos que si son susceptibles de una compren- sidn racional. Pero, en ambos cases, el hecho concreto ya no cores- ponde al dato, ya porque lo parcializa, ya porque, al esforzarse el etndgrafo por hacerlo caber en los marcos racionales, lo distor siona y lo falsifica, Ignorar los Seflores de los Animales en la descripeién de la economia de os cazadores del Chaco, situindolos en ofra categoria cultural o explicarlos como un epifenémeno del autocontrol de 1a cultura en el consumo de la cicerfa, son dos diferentes maneras de anularlos en su existencia concteta, tal como Ja vive el indigena. Dicho de otro modo, no abe duda de que los Sefiores de los Animales constituyen nn factor integraute de la economia de ciertos grupos cazadores y que tomarlos en conside- tacidn abstraidos del contexto de las actividades econdmicas signi. fica eliminar en cllas uno de sus aspoctos mis importantes, A la reelproca, hacer caso omiso de estas teofanias en la descripeién de Ja activided cazadora de esos grupos significa mutilar este hecho cultural de uno de sus aspectos, por el simple hecho de no coin- cidir éste con Tos que se postulan como propios de dicha actividad vista desde cierta perspectiva aprioristica. Por otra parte, la re- duceién racionalista de los Sefiores de los Animales como control en el consumo carece de sentido # nivel de contenido de conciencia y también a nivel naturalista, ya que Ia economia y la tecnologia Primitivas no consienten en modo alguno una merma de una especie de la magnitud necesaria como para alterar su equilibrio numérico. Lo dicho leva a considerar que las dificultades para entender —que utitirames Krecumtemants en este trabajo yer: Bormala, 1078 y 1874. Resto escrito cootinuari en los nimeror siguientes de la revista Serinte Etimoligica, citada en Ia bibliografia. Erwotecia ¥ FENoMENOLociA aL wir a Jos Duetos de los Animales la funcién de evitar el Seetiob Sd ta cara, is longed sentido, de meros epife- ‘Sémenos de un principio inconsciente de economia, por medio del Goal te impide el agolaintento de cierto tipo de alimento. Se Tlega, Ge ecto modo, a una comprensiOn racional del hecho etnozrifico ‘i bien puede tener interés y ser, dentro de ciertos limites, Jerdadera, no esti incluida en lo dado inmediatamente en el hecho Vivido ni es dedueible de éte, sino que eonstituye ya un juicio o una teorta acerca del mismo. or cate Bevin Gegid ane al thay wt do, Ba dos consecuencias. La primera os que e dato no corresponde ya al hecho, es decir, alo dado inmediatamente, sino que se transforma en un hecho desfigurado, Uni idea como In de Lang acerea del ‘Alto Dios en las culturas etnogrificas no traduce la vivencia de festa divinidad por parte cle dichas culturas, sino que se resuelve en una teorfa acerca del Alto Dios y en un juicio acerea de su xazin de senna tevin qu To considers cum el produto den ativided tlativa acerca del origen de Tas cosas y un juicio «que predi $e see el eather de om veces Kea del homie (*), La segunda consecnencia es que, sobre Ia base de una tcoria 0 de un Jeb ce bac inpontle Sera cl hecho’ en ou totalled nallor cétien, puesto que sv Ty ve tan silo bajo aquellos aspectos que cabea en la teorla misma, De este modo el Alto Dios de Lang, como concrecién de Ia idea de Causa Primers. no es pereibido sino en su funcién explicativa en To. que hace al problema cosmosésico y antropogénica, Desile este imgalo se omiten 0 se relegm a nn segundo plano ~porque no eaben en la teoria explicativa— otros aspecias de esta teofanfa, qne no es solamente un Primer Motor Inmdvil, sino un ser provisto de intoncién, que quiere algo del hombre y de quien ef hombre también espera algo; que es una voluntad con la que la vohuntad humana se enfrenta o a Ta que se somete; que no es tan sélo un ser teérico, producto de Ja especu lacién de un “flésofo salvaje”, sing wm ser que existe en tanto In vida pnede remitirse a él. pues él es quien guin y determina ciertas acciones del hombre (*) 6) Tal ess tess de Lan quien firm“ --e} eapgcticulo de es gone tha A Hae a A el ae tat Bata aa crtca‘de Tay denen Lane ver Potgcsant 1989 ¥ 1995." Low f= rmenalogne de tas reigines in resents tmnotiamrente ks npetoy 0. rao Bales de les Allo Dinse {Ver al respecto Von der Lorn, 1996. ont 18), (8) Ua tpi heropla 3) repetto x Pu Alto Diot de Ys Andi ees. Un ron do vars fies acres de eon fefania y de soe albus ¥ facoocs ve allan Petia 1908 22, Mancero Bows Lo que hay de comin en todas las tentativas de atribuir un sentido racional a un hecho etnogrifico, cuyo sentido originario ¥ propio no puede o no quiere ser comprendido en lo dado inme- diatamente en su vivencia concreta, es considerarlo como el disfraz, €l inyolucro que oculta otra cosa; es decir, postular que, detras del hecho cultural, incomprensible de por si, habria otro hecho, ‘01 conjunto de otros hechos, en los euales encuentra su explicaciéin y su sentido, a los cuales se reduce. El reduccionismo 0, para uti- lizar la expresién de Schelling, el alegorismo, es la consecuencia necesaria de toda tentativa de compronsién racionalista de la cultura. Podemos distinguir diferentes tipos de reduccionismo de lo itracional de Ja cultura, cuya naturaleza y mecanismo dependen de Jos hechos, categorias culturales, sectores del conocimiento 0 acti- vidades del espiritu en los cuales se busca In explicacién. Hay, por ejemplo, un alegorismo psicologista, que busca la explicacién de lo irracional de la cultura en constantes psiquicas del hombre, tal como lo hicieron Wundt, Freud, Marett y otros (*9); un reduc. cionismo sociologista, que ve en los nexos de caricter social cl sentido racional de hechos culturales, tales como la religiéa, la magia o el mito y su explicacién iiltima, a la manera de Durkheim ¥ de los autores de la escuela sociolégica francesa y de sus conti- ‘nuadores en ciertas corrientes de Ja antropologia social de los paises anglosajones (24), Hay también un reduccionismo historicista, que busca el sentido y Ja explicacién de Ja cultura en su devenir, la Tacionalidad de un hecho cultural en su historia; tentativas de este tipo fueron las de la escuela histérico-cultural alemana, y, en ge- neral, de las corrientes etnolégicas basadas en el historicismo (#8). Hay, finalmente, un reduccionismo economieista que ve a la cultura como el epifendmeno o la concrecién de las rclaciones do caricter cconémico de sus integrantes o de grupos de éstos, tal como lo ‘hacen ciertas comientes marxistas y otras que, de un modo u otro, se (0) Las ideas de Wont y Freud son miy conoedas (vor Wendt, 1926 y Froud, 1947)" Menos as de. Maret, 1900:162 ¥ ag (4) Durkheim 1912. Para ura rltica a las idéas socolagstae averra dep jigen er Car, 168 lH Ve. atta) ojo rece le In tendeneia socilopicoeduccionsta Se los. aspectoe sal ovos 1 cultura ‘es Spo, 1966. ee eae (22) Por ejemplo, le teoria de que el clto Solar o el del cielo se oviginan en uma decadencis de la idea oe ux Dios Supremo, (Vee: Schou, 1047, 280 y ), En otva dieceiin la tess de Pettaszon, 1092 acerca del destine histricd del Ser Fxnozocfa ¥ FENOMENOLOGIA 23 entroncan con el materialismo histérico (1), Todas estas, reduc- ciones se caracterizan por considerar, de manera ifs o menos abierta y couciente, que lo tinico verdadero y real en la cultura, 0 en algunos de sus aspectos, es el término al que se reduce “la psiquis, la sociedad, el devenir, la economfa— siendo todo lo demis un epifenémeno, en cierto modo ilusorio e irreal, Desde otro punto de vista pueden distinguirse los alegorismas totales y los parciales. Es total aquel alegorisino que pretende re- ducir 0 explicar toda Ja cultura cn relacién al término al que la reduce y que considera como real; pertenecen a este tipo de ale- gorismo las cortientes “ortodoxas” del marxismo en lo que hace a Jo econémico 0 ciertas corrientes de la antropologia social en lo que hace a lo sociolégico (4), Es parcial el alegorismo que, sin abrir juicio acerea del sentido racional de la cultura en su totalidad, cenfoea algunos aspectos 0 hechos culturales explicindolos unita- riamente por medio de otros hechos 0 de particulares actividades del espiritu, Este tipo de alegorismo es frecuente en la interpreta cidn de los aspectos mitico-religiosos de la cultura, que se han ex- plicado ya como aberraciones de la légica o del lenguaje, ya como manifestaciones de la emotividad o bien como epifendmenos de los nexos sociales o de la psiquis colectiva(3*). También en el redue- cionismo parcial existe el convencimiento, expresado o no, de que 4) Un pico elemolo ee conocila iro de Olneda sobre ls socie dades recaptalsas (Olmeda, 1084), fen ha sian deen, © casi, so halla Poeotvolodoniano de White (ver Wine, 149). ; “35} Port eh selucconiamo eeondmico ver Olmeda, 1954, especialmente i capitde X: "La superestuctin, delay sociales precsicats". Sin Stakarge thats suponer que al misma Max too, una positon mucho ‘enoe'Gnplista que Se emcretten su ides acer del "woe de producccn, TSutee® (ier Mary initr T-XIV y- Covel, 1066). Ene corte fellas cirtag rtentscones creat dbl uristo, represetudas por Coder, Hae El" algorimo socologita’ en etwologa poche ser ejampllicado. con fan, 1896 : EAT AE reloainmo on le goe Bate lox pects elise de In cultura poste ser eempliicalo com Max Miller en fo elativo. al ASuiclin de fo matico dela estroctura eniema del lenguaje (Muller, 1670). {Bien tok fae seguda mis cetentemente por Brindon, 1897: 115 y sig. En bo Tite tl tedacconinno. sousloguta da To. aniicoelioxo vet, Durthet, TORE Sern is corneas eonmcimaler ver Note 10, per testatean de cola nike emoconal se allan tuabien eo DuskGeim y aris sures de Ta escuela Soctligics tances, rincipalmente ao Mauss. La pesicn de Lévy-DruM es Sige sbestar dent ‘de a Escuda en visa de 1 evolaion intlectaa. que ioe deste un soilogimo pasado en la iden de ona “paiqas clecivat a 1h tmncra de Wandt, bata posiones que em. pred se tileeneian de ona Fenomenologs de fe Aaciootl {vers Carenewe, 1967). ory Manceto Bénaarpa ciertas categorias 0 aspectos de la cultura constituyen el involucro ‘ilusorio de otras categorias o bien de otras actividades del espiritu que son las reales y verdaderas, Hay, finalmente, un alegorismo conciente y manifiesto y uno inconciente y criptico, El primero se da cuando la reduceién se remite concientemente a un cuerpo de doctrina —un sistema filo- sdfico, una teoria del conocimiento o una concepeién del mun- do— que coustituye su justificacién tedrica; tales son, por ejemplo, e] alegorismo marxista, el histérico-cultural y el evolucionista. El segundo se caracteriza por el hecho de que el témino al que se re- duce la cultura se maneja dando por sentado aprioristicamente que es el timico digno de ser considerado verdadero y real; gran parte de las tendencias sociolégicas y antropologico-sociales de la et- nologia contempordnea responden a este modelo cuando reducen todas Tas manifestaciones culturales a hechos 0 nexos de caricter social (*), En casos como éstos altimos la ciencia o el sector de Ja realidad al cual se reduce Ja cultura se transforma en un verda- dero idolus fori baconiano, que deforma Ia realidad concreta del hecho ctnogréfico en cuanto, al considerar real en este hecho tan sélo lo que cabe en esa ciencia 0 en ese sector del conocimiento, obliga al observador a cousiderarlo tinicamente desde un determi nado punto de vista, con lo cual se ven eliminadas la riqueza y la originalidad del hecho, tal como se da inmediatamente en la con- creta complefidad de su vivenela, No eabe duda de que a este reduc- cionismo ineonciente se debe la imposibilidad de muchos de los etndlogos tradicionales de eaptar cabalmente la importancia fun damental de lo mitico-religioso en las culturas etnogrdficas, ymes Jo considersn como un mero agregado, indiferente a los aspectos sociales casi nulos de estas culturas, 0 bien lo enfocan tinicamente (8) No es descompeida por nadie que todo planteamiento marysta en Ctuoloria posee detrés de él un volumunoso marco de referencia tesrica. fantolégico y epistemoligica que esté explicitadlo en los esertos de aus clisicos ¥ de Ins exéuetas de éstos. Del mismo modo, ef marco de referencia teiriea Gal evolucimismo se remit a sus fundadaves, Mong, Tylor, Spencer 9. pit eipalmente Comte. La esciela hitiricocclturl pence yn bet and apes eto metvutica y feet este atmo remmmio ‘en el moun “Prekieo Bro. zuntlo” de Foy al tntado de Graebner (ver, Grachner, 1011). No puale Alecks fo mmo de te nntropologia socal snglosjona cx Tp que hace sus orulues flere Mises, en ef air de Tax cats st reatolvny gucde remitise a wo aplasia cmpivica del socologiomo de le escula socligion Erapoora, en In ave pu ave alguns desis patos de pata ep egies 0 Din onl empimo ng, del ue aan ois Mops se Erxowocia ¥ revoxanonocia 25 en sus dimensiones vinculadas més directamente con dichos as- pectos, Es por ello que Ins interesantes © innovadoras ideas de Malinowski con respecto al mito no trascendieron e} aspecto social del mismo, subsumiendo en él sus funciones morales y religiosas y dejaudo a un lado mucho de aquello que coustituye la verdadera originalidad del mito en cuanto a coneepeién del mundo y de la vide (7), EI alegorismo inconciente —que se da con mayor frecnencia en Ja labor etnogréfica que en la especuilacién etnoldgica— es le razon de ser profunda de que el investigador vea en el hecho cultural, por un lado, més de lo que se da inmediatamente en él y, por el otro, tan sélo una parte de sa compleja realidad vivida. El apriorismo, que se halla en Ia base de esta visién distorsionada del hecho cultural se comprueba ficilmente por las contradicciones que estén impli- citas en el dato que pretende reflejarlo, Es elaso, por ejemplo, que tuna concepeién del espiritu del muerto, basada en las ideas del anie mismo tyloriano ~es decir, como la resultante de una conclusién racional acerca de hechos ‘tales como el snefio y Ja muerte— no puede contemplar ni explicar determinades aspectos de este hecho y es, frecuentemente, contradictorio con ellos; por de pronto, no puede caber en ella In potencia del muerto, su figura terrible, la actitud emocional de temor y de respeto que se tiene hacia este ente y tam- poco sus intenciones maléficas o benéficas (#*). Tampoco la. deserip- cién de una setividad cconémica, tal como Ja haria un socidlogo 0 um economista, agota In riqueza originaria del hecho econémico vivido y, de intentar hacerlo, rebasaria de inmediato cualquier coneepto de lo econémico y de lo social de lox cuales partiera, llegando fatalmente a una contradiccién terminolégiea y conceptual. Un acto econdmico, tal como la caza de la fora por parte de los esquimales, implica, como hecho cultural vivido, un conjunto de (21) “El mito es un subproducto constante de una fe viviente que neve sita milagros, de un estalo socioligicn que necesita antecedentes ye tn érlizo moral quo exige una saaciin” (Malinowski, 1933: 152), Desle ya sta definicn es mucho mis profunda que lus definiciones Formalee de Ine iitolozias naturstas, que redduclan cl-mita a una mera naracién etilégica 0 a las evehemeristas que lo consideraban el disfraz tardio de avontecimientos personajes histhrieos. (8) Una critics smuy radical a las ideas de Tylor fue hecha ya por Wrundt, 1926: quien sulvaya los aspectos ircionales del -mnerto, Seria anny dlifiell derivar vle una expeculacién racional una idea de alma como. Te del Gregaté de los Ayoreo en 1p que huce a sus aspectos nefastos de posesisn ya su ciclo. eseatulogica, 8 Mancevo Borsa elacioues entre el cazador, el animal y Sedna, la Diosa de los ‘Animales Marinos. Sj estas relaciones no se desarollan satis- factoriamente — y ello implica, entre otras actitudes un conjun- to de precauciones con respecto al animal muerto— el hombre, por nuy hibil que sea, no tendré éxito en la caza, Naturalmente, todo esto rebasa la idea tradicional de “actividad econémica” y, sin embargo, integra Fécticamente esta actividad tanto como sus aspec~ tos tecnoldgicos y exgolégicos (2*). Andlogamente, entre los Ayoreo, ‘1 éxito del cultivo 0 de la recoleceién puede ser impedido por la Snfraccién a ciertas precauciones tales como el narrar determinados rnitos fuera de les cireunstancias propicias. Por el contrario, los mismos relatos, contados en el momento oportuno, favorecen el &xito. Lo dicho implica que el resultado de una actividad que cabe pplenamente en Ia eategorla econdmica —la apropiacién de bienes de consurno —esti condicionado, y a veces determinado, por cireuns- tancias y actividades que en Ia visién tradicional de la cultura portenecen a otra y muy diferente categoria. Se plantea, entonces, la siguiente disyuntiva: se considera que los aspectos miticos y religiosos de una actividad econémica no per- tenecen propiamente a esta actividad, con lo que el hecho cultural concreto se ve mutilado de una parte que se integra estructural- ‘mente en su realidad vivida; 0 bien, de lo contrario, es menester ampliar de tal modo 1 concepto y la categoria de lo econdmico como para hacerle abarcar la totelidad de Ja cultura; una posicién que, si bien es mis coherente que la anterior, ofrece Ia seria difi- cultad de anular la idea misma de “categoria econémica’, tal como se la habfa entendido en un comienzo y como la entienden las ciencias econbmicas tradicionales. La solucién de una definicién “material” de economia, a la manera que Ie postula Godelier (?”) resnelve el dilema tan sélo en parte, En efecto, este autor sostiene que Ta economia, en cuanto produccién y distribueién de bienes y servicios, debe entenderse como un “aspecto” de la actividad huma- na, inherente a cualquier hecho cultural; por ejemplo, el aspecto de remuneracién en la actividad de un mésica, Pero esta concepelén de To econdmico ofrece el Flanco a varias objeciones de gran peso. En primer lugar, del mismo modo que lo “itil”, este “aspecto™ ¥s putencialmente omnipreseme en toda acciéu del hombre, ya que todo es, © puede ser, producido y distribuido, por Jo cual nueva- (28) Rasmussen, 1920, (20) Codetier, 1967258, Erwovocta ¥ rENOMENOLOGIA Pa mente todo es econémico y nada lo es; idea que el mismo Godelier rechaza por confusa ¢ improductiva, En segundo lugar, aun acep- tando la definicién de Godelier, lo econémico no podtia ser més que ‘uno de los aspectos del hecho cultural vivido, pero no todo el hecho, por lo cual delimitar, o simplemente subrayar, la significacién econé- mica del hecho cultural significaria distorsionarlo en el dato. La consignacién fiel del hecho en el dato implica, sin duda alguna, tomar en consideracién su aspecto econémica, pero como uno de los ilimitados sentidos que confluyen en su multifacética realidad con- creta. Ademés, es indiscutible que la importancia de lo econémico es variable segin la cultura, segin el hecho y, también, segin la actitud individual con que este hecho es vivido, Desgajar el aspecto econémico del hecho cultural concreto es tan arbitrario como considerarlo tmicamente desde el punto de vista social, tecno- logico o religioso, Cada uno de estos aspectos del hecho puede ser considerado tinicamente como una perspectiva injclal, pero muy pronto tiene que integrarse en sn estructuracion real, que es el hecho vivido, el cual consiste justamente en todas Ins perspectivas desde las cuales éste puede ser considerado, Hay que observar que las criticas que hemos hecho al alego- ismo tienen razin de ser cuando la posiciin reduceionista es tomadn como punto de partida en la descripeién del hecho etnogri- fico, es decir, cuando interfiere en el proceso mediante el cual el hecho es traducido a dato. Pero es claro que toda reduceién es licita (por lo menos como tentativa) cuando, en vex. de ser tomada como tun terminus a quo, es considerada como un terminus ad quem, ¢ decir, cuando, lejos de introducirla subrepticiamente como un su puesto epistemolégico, se la considera como una hipétesis a demas- trar mediante un proceso discursive que arrange de datos que correspondan a los hechos culturales. Nadie diseute que reducir tun hecho religioso a la economia o a las relaciones sociales puede ‘ser una tarea licita, pero siempre que el hecho religioso se tome en ‘su totalidad vivida y en su originalidad y no se comience por consi- derar en él tan s6lo aquello que pueda relacionarse a primera vista ‘con Ia actividad econémica o con la organizacién social (#4). Del mismo modo es posible describir una esfera de Io econémico en las conlturas rtnogréfiens pero siempre que se nrranqne de la dese de las actividades de subsistencia en su vivencia concreta, sin limitar previamente esta deseripcién a aquello que cabe en Jos marcos de las (22) Un ejemplo sobresalionte ds este tipo de acereamiento a Io cligoco sth dodo en Lead Yo " . 8 Mancexo Bossa deficiones tradicionales de economia, las que, por otra parte, apenas ‘puoden ser utilizadas en muestra tan mercantilista eivilizacién occiden- tal, Por ejemplo, al describir la “economia” de un grupo indigena como los Ayoreo, serii menester arrancar de algo que, concretamente, se da en la conciencia de este grupo, para el cual 10 “econémico” carece evi- dentemente de sentido pero que reconoce y denomina el “cazar", el “cultivar”, c] “‘melear”. Al ocuparnos de la caza deberdn conside- xarse los aspectos tecnolgicos, sociales. y econdinfees de Ta misma armas, utilizacién de Ia prese, distribucién del trabajo y de la presa— pero también las actitudes precautorias frente al animal y fl sentido mitico de las mismas. De no hacerlo nos verfamos im- posibilitados de entender el porqué los Ayoreo desechan como allmento ta cast totalidad de los animales comestibles, entre los cuales el tapir, el gamo y todas las aves, a pesar de qué Tos matan, a veccs, para utilizar el cuero o las plumas. Tampoco tendefa sen- Ludo el hecho de que ciertas partes del oso hormiguero puedom ser comidis y obas uo, y la raz6n por la cual las jévenes no pedan comer animales 0 partes de animales que st pueden ser comics por tos anciaaos, ¥ eben poeas dudas de que todo esto pertenece a la produceién, distribucién y consumo de bienes tanto como el acto de Gisparar uma flecha aim animal, cocinar la presa o distribuisla dentro de la comunidad, Por otra paute, el esfuerzo por redueir racionalisticamente @ Ja cultura etuognifiea tiene wia razén de ser que tresciende ta mera inclinacién tedriea del investigador y que constituye, en cierto modo, su justificaciém: la necesidad que tiene toda ciencia, es decir, todo conocimients sistemético ~y la emografia también— de superar In mvultipticidad de los hechos individuales expliedndolos sobre la base de un niimera redneide de principios generales. Redu- cir racionalisticamente la cultura. significa justamente establecer, cuando menos, In posibilidad de hallar principios generates a los ena~ les remitir los heckos werticalares y darles asi on sentido, sean estos ptincipios las relaciones de caricter econtmico, los nexos. sociales ‘© ciertas constantes psicoligicas, Ep particular, las cultures elno- arificas se presentan de tal modo que parecen colocar al vindgrafo x la sitnacién de optar entre la reduccién racionalista y el caos del sim sentido, La conctante interferencia de las potenclas, do las in tencionalidades, de los uexos miticcs, de tas actitudes mégicas, parece no tener um sentido de por si y adquirito tan silo cuando se las reduzca a otros hechos y mexos que s{ pueden explicarse Brvovesia ¥ mevonmxorocta 9 racionalmente, Pero ta reduccifn racionalista tunplica necesaria- ‘monte que el hecho cultural vivido soa visto en funeién de un sentido racional y que se Jo traduzea on un dato en el que sus aspectos irracionales sean subsvmnidos en lo racional o bien cmitidos (© minimizados. Por ejemplo, la descripcién de un elemento ergo- légico, tal como el canuto para tomar agua que utilizan los Ayoreo, puede ser realizada yiéndolo con Jos mismos ojos con los que se verla un modemo tubito de plistico para absorber una bebida de una botells, Se consignaré su tamafo, la téenica de su fabricacién, el material de que esté hecho, el modo y las ocasiones de em- plearlo, Es claro que este dato nos presenta vl hecho cultural “canu- to” ya reducido en (érmines racionalistas, en cuanto nos da de él tan sélo las componeates que tienen su razén de ser en su empleo y en su concepcidn racional, Dicho de otto modo, e! eanuto es visto como un ingenioso instrumento inventado concicntemente por él hombre, ‘que ¢5 utilizado y funciona en base 2 principios no muy diferentes Ge los que rigen el uso de esos pequedies tubos mediante los cuales se toman las bebidas sin alcohol, ero el hecho etnogréfico vivido contiene, al mismo tiempo, m4s y menos de lo que esth reflejado ‘en el dato; més, en cuanto la racionalidad conciente que da sentido a la deseripeién morfol6gica del canuto es tan poco conciente que este elementy no es considerado como un invento, debido a a libre iniciativa del hombre, sino como un personaje mitico que se meta- rmorfosed en planta; menos, porque on el empleo del camuto est involucrada no solamente Ja actividad del hombre sino también la dde una potencia intencionada; e involucrada de un modo ton deter- minante como para que el canato pueda ser utilizado no. fision- mente para dafiar al enemigo y para sanar eiertas enfermedades, Es claro entonces que e! sontido del canuto de los Ayoreo cahe ea una compleje estructura vivida que la deseripeién etuogrifiea tradicio- al mutila y distorsiona por completo, En resumen, el precio que page la ctnografia tradicional en su legitima tentativa de explicar lo irracional de Ia cultura en térmi- nos racionalistas covsiste en wna distorsién del hecho vivido en el Gato, por reflejar éste una racionslidad que no existe en aquel, @kxiste Ja posibilided de sbandonar la reduccién racionalista de lo irracional sin renunciar también a una ciencia de lo etnogrifico en Ja que 1a multiplicidad de Jo irracional pueda ser reducida a prin- clpioe gonerales? B+ posthle reopernr, eo el ballazgo de estos principios, una racionalidad més profunda de lo iracional y entender su. sontido? 30 Mancrto Béusra 2, BASES PARA UNA ETNOCRAFIA FENOMENOLOGICA Una contestacién afirmativa a las preguntas que acabamos de ‘plantear implica la formulacién y la aceptacién de un método que responda a las siguientes exigencias: a) que tome en consideracion Tos hechos etnogrificas tal como son vividos por un hombre concreto de una cultura concreta; en otros términos, que permita percibir y describir el sentido que estos hechos tienen para aquel hombre, eon prescindencla del que puedan tener para el etnégrafo; b) que su- prima Ia parcializacién y las interpolaciones reduccionistas en el pro- ces0 cognoscitivo que traduce el hecho en dato; e) que permita hallar principios o ideas generales en las que los datos particulares hhallen su explicacién y su sentido en todo aquello que evada a su explicacién y sentido racionalistas, La exigencia de que se tomen en consideracién hechos cul- turales concretos implica, en base a lo que demostréramos més arriba, que el objeto del conocimiento etnogréfico debe ser el hecho cultural vivido (%#), La necesidad metodolégica de suprimir la in- terferencia del observador impliea una cuidadosa y conciente eli- minacién de todo lo subjetivo que puede deslizarse en el dato; una subjetividad que puede consistir tanto en ver més de lo que hay en Jas vivencias culturales, agregindoles algo que en ellas no existe, como en parcializarlas sobre la base de un enfoque predeterminado ‘que elimine algunos de sus aspectos. La aspiracién a la generali- zacién, sobre Ja base de las vivencias particulares, lleva a la busqueda de aquello que éstas tienen de universal, es decir, de estructuras generales de existencia o esencias vivenciales. Resumiendo tode lo dicho, el métode al que se aspira se resuel- ve en obtener un conocimiento de lo dado inmediatamente en los hechos de la existencia cultural y de las estructuras generales de (22) Insistiendo en lo dicho en la nota 4, subraysmos que por “hecho vivide™ entendemos todas los aspectos y sentides que en él se dan en cuauto contenido de conciencia propio ce una cultura: tanto sus aspectos de raciona- lidad "conscientes come sus facetas irucionales; tanto su sentido prasmitico como lz sctiti! emocional con que se lo apercibe. Un arma no es solamente ‘un artefacto y una téccica, sino puede ser tambien un factor de prestigio, un done, Jondvtepsados i reserve de potmcia, um ete, tt. conémicn, tal como Ia’ caza, tiene si implicaciones y corelatos sociales también ex un acto que involuera una particular concepcién del animal, el temor frente a su potencia dating, Ia relacién que éste mantiene con los ante- pasedos miticor del grupo. Ervotocia y renomEnozocta aL esta existencla. Este método coincide en todo con los principios de la reduccién eidética del método fenomenolégioo aplicado a los hechos de la existencia cultural, es decir, con una fenomenologia de fa cultura en la que el objeto es Ia cultura vivida. Est fuera de nuestras posibilidades un andlisis y una justfi- cacién epistemolégica del método fenomenciégico en general, asi como de sus relaciones con la fenomenologia como posicién filo- séfiea (#8), pero creemos que es posible exponer los principios me- todoldgicos de la fenomenologia en lo que hace a la reducciéa cidé- tica y en Jo relativo a la investigacién etmogréfica (1). No cabe duda que la aplicacién de este método es considerada itil y nece- saria en !as ciencias del hombre por parte de los entendidos, aun por aquellos que no comparten algunas o todas sus derivaciones filoséficas, Por otra parte, estamos convencidos, en base a nuestras experiencias de campo y de gabinete, que el uso del método feno- menolégico en la etnografia se justifica de por si solo por los resultados que se obtienen mediante su aplicacién, Hay que subra- yar al respecto que muchas de sus normas no son sino la formulacién. eonciente de cémo todo etndgrafo debe 0 deberia proceder al enfrentarse al hecho etnogrifico con el propésito de reflejarlo fiel- mente en el dato, es decir, de aleanzar aquella objetividad que es (2) Dentso de ta inmensa bibliografin asren de ta fenomenologia mea- clones, en la que hace a an expoticn,geocral de esto penaumieata fou Hgnientsy tabupa que coniderames muy oviectadores: Laver” 1086, Meroar Ponty 1984, 2 Lo teativg al mttode, fegemenclogion Bochensh 1655, ‘ott Vert, 1998, En ests obras se encontrnk la bibliowalia wcncial acces dela fenomenolonia'y del métado fennmenclégico. (52) Gopi Bothensa, 1056143 es posible dexglovar de Tas obras de Hassell el expecto reativo In roducdiin’ eddtia que es la que. squt ss tctert._A eit tipo de reducein Hlugort dedies 2 atenclta taped fn sun “Investigaciones Logis”. Pore) goutraro, Ia reducclén {ce ea sestidg esticto earn demas ‘unida als" doctrines de Tfuses) Eamo pare pods comiderar como un, miedo fe sguicrée general Ea ‘ease do Te cinologn ln iden bisca de “endzxoo catursls conte casted die concieneln que ve revela inmedietsmente, ex tn cbvia gue ug aire sr slesede 720 vor nos perce, inclusive, independiees de Exo plantemmicns fedniao ihre bases fenomenclgicas, Ein eustto.a ls educcion’ eidetca, sus tspeeies esendals soloelden totalmente con la atpitodn propia de toda cigs hima "genealoaci sare Ja fat. del hecho cataal como coteli do coal ‘solicacgn del ‘mitodo fenomencloco. por ot. paste, se une Gevrato vllots y fucifaa’ on fas miesignetnes Be Geape qu hese slo ce Yo ea a Goan, Chace ovo caplior eon sh oor que focwmn surgi con le espeicncin, Por ob parte ieltens Ut aos han sido cate tétodo. co cl andlisis de ioe material obtesidon, que tetin send laborsdas por el aue excl y sul colaboradores (ver: Sea Ethnologia, 1 y 2 Denon Aires, 1078 y 1974). 32 ‘Manceto Bérnapa Ia aspiracién constante de todos los investigadores de Ja cultura. Por todo lo dicho consideramos itil uma exposicién sistemética de las normas del método fenomenclégico en el dmbito de la investi- gackin etnogrAfica, Considerado en términos generales, el método fenomenolégico es un procedimiento cognoscitivo, basado en la intuicién de to dado inmediatamente, es decir, de la “cosa misma”, La cosa misma no es sino Ia coneiencia original de lo que se da inmediatamente, es decir, del fendmeno, Hacer fenomenologia es emunciar cl fenémena. Pero la intuici6n inmediata de la cosa misma no se da inintencio- nalmente sino que necesita la aplicacién intencional y cuidadosa de ciertos principios metodolégicos que consisten, esencialmente, en una reduceién, eliminacién o epojé, que se realiza tanto desde el punto de vista del objeto, es decir, del hecho observado, como desde el punto de vista del sujeto, es decir, del observador. Desde €l pmta de vista del sujeto, la eliminacién ha de poner entre paréntesis, es decir, suspender el juicio acerca de todo lo subjetivo, lo tedrico y Io tradicional; desde el punto de vista del objeto, hay que poner entre paréritesis todo aquello que hay en él de accesorio, inclusive de su propia existencia “real”. Lo que queda del objeto asi reducido es la esencia, es decir, su estruc- tura fundamental. Si el objeto es una vivencia, su esencia es una estructura general de existencia que, siendo comin a todos los hom- ‘bres, permite al observador su. comprensién y la comprensién de todos los hechos homélogos (2). Analizaremos a continuacién los diferentes principios y normas del método fenomenolégico en lo que hace a la reduccién eidética en su aplicacién concreta en la investi- gacién etnogrifica, 3. EL FENOMENO ETNOGRAFICO Siendo el fenémeno lo dado inmediatamente en la intuictén intelectual, para que haya correspondencia entre el dato y el fené- meno etnogrdfico es menester que el primero relate todo lo quo el intelecto percibe inmediatamente en la cultura vivida. Por ejem- plo, el dato que se refiere a la familia como un conjunto “obje- (35) i, 1988: tivo a lo “mio propio” de I ‘Ver Bochenski, 1958:66, en lo relativo Bropi la Envorocta ¥ FENomenouocta 33 tivo” de relaciones socialecondmicas, no corresponderd al fendmeno “familia” sino que ser el producto de una eleccién arbitraria de de- terminadas relaciones dentro de un conjunto més amplio de nexos; seri, ademés, Ia resultante de la consideracién en abstracto de estas relaciones, separadas de su viveneia concreta y de sus sentidos. En efecto, Io que se nos da inmediatamente en el fenémeno familia es 1m conjunto de relaciones vividas, que son en parte de caricter socioeconémico pero también de otra indole. Es claro que integran estas relaciones tanto el status de los padres como los aspectos de su actitud hacia los hijos, tanto la divisién sexual del trabajo desde el punto de vista de Ia produecién, como las motivaciones mitico- religiosas de esta divisién, tanto el rol social de los padres como su rol mitico, que puede reducirse en actitudes hacia el hijo que atin no ha nacido o ni ha sido siquiera coneebido o bien en observancias antes, durante y después del alumbramiento(2). Del mismo modo no reflejarfa fielmente cl fenémeno un dato acerca de la tecnologia alfarera que no considerara, aparte lo relativo al modelado y coccién de un ccramio, Ja razén mitica del porqué esta tarea es exclusiva, por ejemplo, de la mujer y los aspectos migicos de esta técnica: tales, cl alejamiento del hombre o de la mujer menstruante, so pena de que la pieza se rompa durante la coceién(#*), Finalmente, no habria correspondencia entre dato y fenémeno si se limitara Ta deseripcién de un demonio a sus aspectos morfolégicos y a los rituales para conjurar su accién y no se tomara en consideracién el hecho de que la natursleza maléfiea del demonio es independiente de Ta intencién del hombre; una caracteristica que es mis esencial para la figura demonfaca que el hecho de que ésta tenga una u otro aspect o aparezea durante la noche o durante las horas de la siesta ("). 0 existe un exo entre ol aspecto yl forma de Ta aoja de trenzar de ana mijer v el hijo que éta tendra, Si la agua es recta Y, Dullda el hijo nacerd sin defvetos; sf es muy covta el hija tended plemas Cortas del misnio modo aue, si es demasiado lana, éatas sect muy Inns. Si le ghia és torcida o de superficie dspera, estas caracteristicas seri propiss tam Ibién de In descendencia de la mujer que Ta usa. (1) La mujer ayorea no debe comer cuando homea su slfareria pues de hacerlo, sta se quebraria, Si el hombre modela ua eeramio tendsii mens- (G5) En sus investisaciones de campo en los grupos Huachipaire y Ama- suctize (Mashko) Mario Caliano ba descubierto una diteresante estrnetirs de Ta potencia nue reeihe el nombre de toto. El toto es eseuciahnente wna pateneia danina, que se presenta tanto ‘como un personafe como tambien bajo el aspeeto de une potencia mafica de fos anak silvestres y de los musttos, (28) Botee los A uw Manceo Bénsapa EI primer paso para una fenomenologla del hecho u objeto etnografico es, entonces, dirigirse al hecho vivido; no ya a un “rasgo” abstracto, sino a su vivencia que se traduce en ciencias, comporta- mientos, actitudes y emociones; no solamente a algunos aspectos del objeto, seleccionados en base a ciertos supuestos, sino a todos sus aspectos. El fenémeno cultural es, entonces, todo lo que se da inme- diatamente en el hecho que se considera, cuando se lo intuye en su vivencia concreta como integrado por todo aquello que estructuralmen- telo constituye. El primer esfuerzo metodolégico, entonces, debe estar Sirigido a intuir vivencias conerctas y no rasgos esquemiéticos y abstractos, El firme propésito de intuir hechos de vida, por encima de toda sistematizacién intolectualista en rasgos, estructuras fun- cionales y categorfas, es la garantla fundamental de que cl cono- cimiento se dirige a lo “dado inmediatamente” (2°), a enunciacién de lo dado inmediatamente en el fenémeno et nogrifico no implica la enunciacién de todo lo dado en él de una sola vex —procedimiento que, por otra parte, no es posible dada Ja naturaleza discursiva de toda exposiciin —sino de sucesivos aspectos de To dado, los que, en su enunciacién integrada, constitu yen la descripcién acabada del fenémeno, Por ejemplo, refitién- donos fenomenolégicamente a un objeto sagrado, describiremos tan- to sus aspectos morfol6gicos como Ia vivencia de la sacralidad que hay en l. Eu esta sacralidad distinguiremos a su vez 1m aspecto subjetivo (Ia eleceién del objeto entre otros y el sentido de esta eleccién), un aspecto objetivo (Ia manera con que el objeto revela su saeralidad), un aspecto pragmitico (el camportamieato del hom- Existe un “Toto” porsonaje del misma modo que un ave ex “toto”, A. peser de. estas vaviaciones la carattersticar constavite del toto es In de ser datiso, irdppengiewtenrste de I svtud que el home asuma fete La oc laciin del cancepto de toto de pertonoje a estado es entonces menos esen: que sos evracteristicas malficas y la naturalera absolute de esta malcad. Puede Fecordare al respecto la definieiin del demonic que proporciona Van der Leeuw: “He tenido miedo a la potencia que no se cuida ni de mi rezia ni dle mi ‘conducta (Van der Leouto, 1958: ‘plrrato 15) (2) Heros aplicado esta norma en’ uestmas investizaciones de campo entre los Ayoreo, temando como panto de, partida los hechos que parecera ser los meaox propicios para un eufoque fenamencligico de hachos de exis tencia: low rlomentee ertoligivos. La ergologia ayored, ijetata ea sul ante mitico, ha demostrada ser, como contenido de conciencia, de una siqueza {al como para involucrar Ta east totaliad dela cultura. Todo este mundo featrumental se estructird esponidneamente, sin ningin esfuerzo mi por paste el etuégrafo nf del infomante, linitindose este ultimo a exponer el pri- reo « excuchsr “lo que puede decirse” acerea de uno u otto de lor artelacton, (Yer: Bérmida, 1978:) Emnowocia y rexomENoLociAa 35 bre frente a él y la razén do este comportamiento) y un aspecto emocional (el miedo, el respeto 0 Ja atraccién que pueda suscitar), Vinculado con estos diferentes aspectos podemos comprender él sentido de su forma y de sus funciones de cardeter econémico, social o de otra naturaleza. Asi, los Ayorco eligen para sus ador- nos de guerra las plumas de ciertas aves con preferencia a las de otras, El sentido inmediato de esta eleccién reside en el hecho de que los autepasados miticos que originaron dichas especies eran hombres importantes y potentes por haber sido homicidas; hombres cuyos adomos de plumas se transformaron luego en el plumaje de los pajaros en los que ellos se metamorfosearon, El adorne de plu- mas de guerra revela su potencia por el hecho de que, si lo lleva dguien que no haya matado a un hombre, lo hard enfermar, De ahi las precauciones para que estos adornos no sean tocades por mu- jeres, nitios o jévenes que no sean homicidas, lo que se concreta en su cudadosa custodia en una bolsa hecha para este fin, Todo este conjunto de sentidos y actitudes explica el porqué los adornos de plumas de aves de rapiiia son Nevados tan s6lo por los hombres que han matado y que, por ser homicidas como los pAjaros euyas plu- mas evan, tiencn la misma potencia de aquellos; es esta poten- ccia que los hace inmunes al efecto dafina de las plumas que, a su ve2, son “contaminadas", del mismo modo que lo es cualquier objeto. que haya sido usado por el homicida, En resumen, el objeto potente no es Hevado para dar potencla sino porque quien lo leva ya es ppotente, tal como lo fue el “dema” que lo Nevé originariamente y por las mismas razones; y el evar este objeto no sirve para acre- centar Ia potencia sino es una simple manifestacién de status de potencia; un status que, entre los Ayarco, es sumamente apreciado por ser pricticamente cl iinico patrn de jerarqia que esiste en Ja comunidad, Anélogamente, describtendo un hecho econémico como la agricultura, nos referircinos, desde ya, a sus aspectos téenicos ¥ sociales (por ejemplo, los métodos de siembra, riego, recoleccién) y también a su relacidn con la divisién sexval del trabajo; pero cui- daremos de incluir en los aspectos “téenicos” también lo que hace a las pricticas de cardeter mitico religiosas y en, los aspectos “socialégices” al sentido mitico que tiene Ia participacién de la mujer en Ja siembra, por ejemplo, garantizar la fecundidad de Jas plantas ("), Es importante notar que la integracién sucesiva de (3°) Algunos grupos Acawak del rio Orinoco, sostienen. que ta mujer, ‘gue sabe oimo parr, es también quien sabe mejor emo acer que las 96 Marcsvo Bénstma Jos aspectos de un fendmeno puede hacerse partiendo desde cual- quiera de ellos, con tal que se lo eonsidere en su manifestacién concreta y vivida y no ya en una esquematizacién convencional. ‘Resumiendo lo dicho podemos afirmar que el fendmeno etnogré- fico es lo dado inmediatamente en la cultura vivida; el primer paso para una fenomenologia de estas culturas consiste, entonces, en la intuicién y en la emunciacién sucesiva y ordenada de todo lo dado inmediatamente en los fenémenos que la constituyen, es decir, de todos Ios aspectos de sus hechos vividos. Para ello es menester, en primer término, reducir la actitud subjetiva, procedimiento en base al cual es posible intuir lo dado objetivamente en esas vivencias, se muliipliquen, En lx Nueva Bretafla los prisioneros de guerra que se, acu aban en el trabajo agricola Hevaban traje femenino. La relacién de las caltoras sgzicolas con el eulta de la Gran Madre y Ia identiicaciin de la Tierra con a Madre sun hechos conocidos por todos, CAPITULO SEGUNDO LA EPOJE DEL FENOMENO CULTURAL 1, LA REDUCCION DE LA ACTITUD SUBJETIVA Puesto que el fenémeno cultural es lo dado inmediatamente en Ja cultura vivida, Ia primera norma para sw intuicién consiste en orientar el conocimiento hacia la propia e inmediata vivencia del hecho cultural, excluyendo de éste todo lo que procede del sujeto, No cabe duda de que el investigador enfrenta el hecho etnogréfico con un conjunto de eonocimientos previos con respecto a él, lo que se vineula estrechamente con determinada actitud afectiva hacia el mismo; ambas interpolaciones contribuyen a proporeionar una visi6n del hecho cultural en la que estin incluidos elementos que no se dan en el hecho en si, Para reducir su actitud subjetiva el etnégrafo debe tomar con- iencia y excluir intencionalmente de su visién del hecho cultural todo aquello que esté, de algin modo, ligado con una pasicién te6rica previa. Una posicién tedrica implica una determinada con- cepeién de Ia realidad, Ia que se estructura con um determinado modo de conocerla, Por lo general, tanto esta realidad como esta manera de accedar a ella se consideran, de modo mis 0 menos conciente, como las Yinicas verdaderas y validas, Uno de los casos més frecuentes y tipicos de una posicién tedriea previa en etnogra- fia es el racionalismo clentificista, esquema ontoléico y epistemo- Idgico de clara raigambre positivista y empirista, que toma como modelo del conocimiento en general el que es propio de las ciencias de la naturaleza. Este tipo de conocimiento se resuelve, en tltima instancia, en la aplicacién del concepto de “ley”, partiendo de la reduecién de la realidad cultural a conceptos empiricos y abstrac- 38 Mancs.o Bérsapa tos (2), Dejando a un lado la discutida cuestién acerca de la vyalidez y de las limitaciones de un tipo de conocimiento propio de las ciencias naturales en el campo de las ciencias de In cultura, resulta, sin embargo, muy claro el efecto distorsionante que tiene una aplicacién, en primera instancia, de dichos conceptos a In reali- dad comereta de la cultura vivide. Un ejemplo muy caracteristico es la distorsién que surge de Ia utilizacién acritica de los conceptos empiricos de status, rol y otros, que constrifien In desbordante reall- dad de la vida en el lecho de Procusto de esquemas y f6rmulas que tienen validez tan sélo dentro de un determinado modo de conocer Jarcalidad. La zebelidn de la cultura vivida en contra de la legalidad cientificista y de la coneeptuacién empirica y abstracta se manifiesta en la dificultad on establecer legalidades sulicientemente generales como para ser significativas, en Ja limitacién de los enfoques cuanti- tativos de la cultura y, en lo que hace a los conceptos empiricos, en la necesidad de rebalsarlos constantemente, En efecto, Jos heches ‘econémices claman por su integracién con los sociales, los sociales con los politicos y todos por su integracién con los mitico-religiosos en Jos que hallan su razén de ser. Estos tiltimos, por otra parte, verdadera cenicienta del enfoque cientificista de la cultura, se ven relegados en una categorfa aparte, desintearada de los demés hechos y, por lo tanto, carente de verdedera significacién, No es una mera casualidad que cl ackpite que hace a religién, magia y mitologia se vea colocado siempre al final de las descripciones tradicionales de las culturas etnogriificas, siendo esta posicién casi un simbolo de su creida naturaleza marginal y epifenoménica. Desde otro punto de vista, es claro que la aplicaciin del meca- mismo cognoscitiva de las ciencias de la naturaleza a la etnografia Tleva como consccuencia el empleo constante de conceptos empiricos y abstzactos, dando por descontado que reflejarén auténticamente Ia cultura que se estudia, Pero existen en las culturas etnogrificas una multitud de hechos que son dificilmente reflejables por medio de coneeptos y ni siquiera de nociones o ideas, por lo menos en el sentido que estos términos tienen en el conocimiento racionalicta de la (81) Siguiendo a Croce denominamos “conceptos empiricos” los que sou cece pero 20, ceaiveieae (por efenlt) wo eee pine! los que som univers ‘no concretos jemplo “e lo), fe ce uiiatte mia ts Ur cane eal Ernorocta ¥ rENonmNorocta, 39 realidad (32), Un hecho como el tabi se resuelve en una actitud; la “idea” potencia implica, en primera instancia, una clasificaciin de Ja realidad sobre una base pragmitica de comportamientos (*); tun “concepto” como el de bao se halla totalmente fuera de la con- ceptuncién empirica pues se fundamenta en una clasificaciim por potencia que, a su vez, no es tanto pensada como “actuada” (#4). ‘Una idea como la de alchera se refiere, como vimos, a entes tan distintos como el suefo, la accién de soiiar y el tiempo originario, asi como la de dema se apliea tanto a seres individusles del pasado ‘como a una caracteristica de ciertos entes actuales. La separacién eatre “sobrenatural” y“naturaleza” es pricticamente inexistente a nivel etnogréfico (*), ast como la existente entre naturaleza y sociedad (**) y existen, a menudo, serias dificultades para percibir una clara diferencia entre el animal y et hombre (21), Si eon el fin de “des- cribir” hechos culturales como los que hemos enumerado nos esfor- zamos por hacerlos caber en Ios marcos de la conceptuacién propia del conocimiento cientifico, Negamos fatalmente a distorsionarlos, cuando no a falsearlos por completo, La correspondencia entre el (32) Entendemos por “nociéa” el concepto bisico que se tenga de algo, Por “cancepto” nos referimos aqui especialmente al “concepto objetivo” en of Sentide de PfSndes, cl que tene como correlate un eujeto © un predicado de un jicio, El Ucming “idea” esth emploado agui en el sentido bergsoniae bo de Attic de lo dn” heh Shor 3) No existe entre los’ Ayoreo un para designer “potencia” 0 “poder” paitvameste yen geet, a bien existe la expredion, ohuplé para designar ‘el poder particular propio’ del shaman. En un sentido general Js dea de poteacia se concreta tan s6lo negativainente en la enpresiin pay aque ievplica Ia prohibion, el spartamieato ola abstencién frente a im ente {que cs potencialmente dafino- Ia “idea” general de potencia va implicita en la cctitud que no se distingue de la concreta de actunr propia do ciertos entes que justamente por ello son puy (4) Ver Leonhardt, 1961:42-54, {22} e‘sabido que'la idea de “naturlera” en su acepeién coméa et wm producio xecento del Gevenir del epinty humane. Ta onelenca de un Resbeenatust™ tna *uafualem” comp endo 0 plano cers ex tamben el rela moles del desnmello de la cisclas atures y de 6 aflencia Souve' las ralpions cols” Spor sobreuatual enteadilramos la poteneia us maifetacones fata se halla de tal modo imbriada co 10 “natal” de eeu’ teogties queso nets pole tears de'un melo coveniosl yCUCG) La exttencla de una “concepelin socal de Ie uatualess” en Joe pcb: etnopsifices ha do admirsblemente evidenclada "y Jescipta por luc, 1958 (it) Las lavertigaciones de Califo ente Jos Masbko de la. Amazonia Peruana mivetan quer eq esas cltuas los animales. ge consideran provistot fe propo Tengu eldeas, hustas, flee e-indsive de rus propia tendes fm is Ger, en el egua yen el ae, 40 Manceto Béraupa dato y el hecho etnogrifico seri posible tan sélo si nos adherimos a las actitudes y ercencias del hombre cuando vive estos hechos, descubriendo sus marcos de referencia y adaptando los nuestros a Estos y no lo contrario, La actitud subjetiva se manifiesta también en una disposicién afectioa con la que el investigador enfrenta al objeto. Esta disposi- cién nos remite nuevamente a la posicién teériea previa pero con- siderada desde otro punto de vista, En efecto, una posicién tedrica no implica tinieamente una actitud de pensamiento sino esté vincu- lada con una determinada concepeién de la realidad y, en iltima instancia, con una determinada concepeién de la vida, de lo bueno y de lo malo, de lo verdadero y de Io falso, de lo justo y de lo injusto. En esta concepeién del mundo, conquistada frecuente- mente con esfuerzo y renunciamientos, e] hombre concreto que hay en el investigador encuentra el fundamento y la razén de ser de su accién y Ia garantia de su existencia, Es claro, entonces, que una posicién tedrica actiia también como actitud afectiva que, al enfren- farse con hechos contradictorios, tiende a ignorarlos, minimizarlos 0 distorsionarlos para hacerlos caber en la concepcién del mundo en la que se integra, De este modo, un etnégrafo, adherente a um dogma religioso que afirma la revelacién de la idea de Dios, tendré una decidida tendencia a ver en ciertas teofanias celestes de los grupos que estima més primitives atributes que se acercan a los del Dios del Cristianismo (#8). Un marxista convencide y militante tendrd una disposicién mds 0 menos conciente @ delimitar 1a econo- mia etnogréfica sobre la base del concepto de cconomfa que es propia de su idcologia y, en consecue! excluir de la actividad econémica Jo referente a las motivaciones y recursos mitico-religio- 505 (3). Un socidlogo positivista verd en los nexos de parentesco (29) Aparte de In conocida teoria de Schmidt y de la Escuela de Viena, cesta identificaciin sigue repitiéndese con frecuencia en los masioneias crise anos, ‘Los, abnesados misioneros evangelistas quienes, a costa de las vidus de varios de los suyos, coosiguieron establecer contacto con los Ayoreo. de Bolivia, creyeron identificar en una divinidad celeste de este. gropo, Dupdde, 1k Higura del Dios Cristiano ¢, inclusive, emplean este nombre para desismarlo ca. Sin embargo, la denominacion suscita varias con los’ atributos originals “de Dupéde sor, naturalmente, mv ferentes a los del Dios biblico, Aparte, la clara identidad de Dupdde con el Sol (Coie) ices een de dios odoso™, hace, gus, Mental cou d ristiano, los Ayoreo Tieguen a tener wa idea muy distorsionads de eo, if $9) No cabe duda de que para un Ayoreo es tan necetario para el éxito x te agricultara realizar is tareae materiales del sembreco come celcbrar le Emvorocta ¥ FENOMENOLOGIA AL ‘un conjunto de relaciones socioeconémicas, basadas en la integra- cién de diferentes status y roles en la divisién del trabajo; le ser4, entonces, dificil admitir que estas relaciones no se agotan en lo socioeconémico sino que incluyen relaciones de otra naturaleza, tales como las mégicas o las miticas en las que frecuentemente se halla el sentido mds profundo de las relaciones que le interesan; 0 bien, sin ignorarlas, anularé Jos nexos que no sean socioeconbmicos describiéndolos fuera de su contexto vivido, por considerarlos indi- ferentes 0 marginales con respecto al enfoque que persigue (#). La reduccién de la posicién afectiva implica también tomar con- cieneia del estado afectivo del etndgrafo con respecto a la cultura que estudia, El indigenismo, es decir, la exaltaciin acritica de lo indigena, es una enfermedad algo frecuente en los jévenes etndgra- fos de ciertas partes del mundo y procede tanto de premisas de caricter nacionalista como de un confuso humanitarismo, cuando no de una ideologia politica o de un exotismo nostalgico. No inte- tesa analizar aqui la verdad y Ja autenticidad de estos estados afectivas, de sus premisas y de sus conseeueneias, El hecho es que el indigenista se halla rpidamente apresado en el “mito del buen salvaje”, lo que le levaré, entre otras cosas, a una adulteraciém axiolégica de la cultura que describe; es, entonces, cuando juzgard comportamientos de caricter mitico y pragmatico como inspirados en valores trascendentes y concientes; tomara por coraje algo que se resuelve en una diferente concepcién del riesgo y de sus finali- dades (#) 0 atribuird un sentido profundo u oculto a ereencias y Fiesta catacinal del péjaro Avohond, sin le cual todo su trabajo serla soit, Anilogaments, como ‘dijimos, 9 hay” otra explicacin fuera de ta mitica del Dorqué este gmipo 20 consume la gran mayoria de los animales comentibles. (49) ‘Un easo tipi son los nexox de caricter extra-soctal y extei-econd- rico entro Tes integrates de la, familia wiclear, que se evidencion en Tas relaciones de potencia que se establecen en la estructura padre-madre-hijo. En ‘tas encuentran st sentido Tos frecuentes e innimerables tabaes de. tos padres, ‘que’ determinan el destino del hijo y que se observan antes y despics del ‘acimiento. Para dar un ejemplo concretd muy caracterisico, los padres ayoren se absticncn de tener relacones seruales durante un periodo’ no menor de tres Ae ace del slteaminte. com 1 fie alert secon To (#3) Los Ayoreo deben considerarse como ua grupo belicoso y axresivo en sumo grado y que tiene en gran estima el coraje. Pero jeuin lejos se halla este ‘ethos Gultural del sentido épico de la vide y de la muerte propio de ciertos periodos y secfores de la civilzaciin acexdentall El “coraje” cel fo ayoeo #e crores atar © ticéa a su‘ vietina, eublanea Eten ae ate no tongs armas de fuego luego de babeio acechado toda Hempe que sea necesario para aseguraise desu ipunidad. -Cansste igual- 4 Mancao Bémnea ‘comportamientos que no trascienden la praxis més inmediata (4* ‘Mas contraproducente sin que el indigenismo es una posicién despectiva hacia el indigena, ya que el primero proporciona, por Jo menos, una posibilidad de acercamiento a través de la simpatia, Ja scgunda cierma el espiritu a toda hermenéutica, Pero esta acti- tud, si bien tuvo cierta incidencia en la etnografia de le época del positivisma colonialista —rceuérdese Ia posieién despectiva de Dar- win con respeeto a los Fueguinos (*)—, es casi inexistente hoy en dia en el ambiente etnogrifico, compenetrado en exceso de tun relativismo cultural nivelador, No hay que exeluir, sin embargo, que el eindgrafo conserve atin hoy, a pesar suyo y de sus teorias, de una manera inconciente y no expresada, cierta_posieién valora- tiva de signo negativo frente al indigena que estudia, Esta actitud axiolégica procede del hecho de que el occidental, de un modo u otro, percibe vivencialmente su superioridad frente al hombre etnogré- fico, Esta vivencia de primacia de la concepeién del mundo y de la vida de Occidente tiene sus raices en la tradicién histériea de esta civilizacién, siempre agresiva y victoriosa frente al resto del ecume- ne; una civilizacién a Ta que el indigena, por su lado, ve y vice como superior @ la suya por el hecho mismo de que se esfuerza por integrar- Tete en matar mujeres y hasta nifios indefensos, Lo que en realidad ocure ts que el sentido del coraje y de In muerte es para el Ayoreo amy distinto del ‘mata para que fue, por ejemplo, paca el guerrero medieval de Oceiden ailquirir un status de, potencia que se le transinite mediante la, cor de Js sangre” y_ que lo hard respetado y temida, Los valores “coraje, “eobar- dia", “crueldad”,' no tienen vingin sentido en una hazaia belien en 1a que cl aigtar tiene valor east mismo, independientemente del moda en que es levada a cabo. El coraje ayoreo es shuplemente el “atreverse a mata”, la cobardia ¢} “no animnse'; poco importa a quien se mate y cima se lo mate ya que el fin y el valor residea en la mascte y no en el modo de realizarls, (42) Los’ jovenes ayoreo utilizan en la fiesta de Avohsnd un silbato de ravers, més pequeno y mis réstica que el de los mayores. Ello no tiene ‘in- ixin valor ritual oeulto: se debe simplemente a Ie costumbre de la. juventud de Mevar consigo el menor némero posible de enseres, por Jo cual, sieudo ecesario este iustrumento en oportunidad de la fiesta, lo hacen apuradamente y con madera blanda para poder tirarlo luego de su finalizacién. (48) He aqui algunas expresiones del gran naturalist, las que demuestra gi tampa él pear dst yeni, puto sustrae de Tov peje de a cca: “Emre Tes salvayes Ia mayer Imemperanela no es cosa feprochable.. Sa Aesenfrenada viciosidad es algo que asombra. Et odio hacia la ineleceacia.. 6 una vistud moderna que pertenece exclusivamente. .. a la vida civil” ¥ con referencia a las religiones primitives: “No sabemos que origen. han tenido ciertas tontas excencias religiosas; ni de que manera han ochado silias zaiees en la mente de los hombres de todo el mundo” (Darwin, 1871). Para tna cxtiea «Ta antopologia de la épccu darwiniana ver Birmide, 1958-50: Erwowocia ¥ FENoMENoLoGiA 43 sea ella, asimilando sus valores ¢ intentando concretarlos en pautas de comportamiento y de accién. Entre los Ayoreo la superioridad del “blanco” se conereta claramente en el hecho de que su muerte es Ja que otorga mayor jerarquia al homicida, siguiéndole la del Tigre y la del Ayoreo. Entre los grupos indigenas del Chaco generalmente €l blanco es considerado en toda oportunidad més rico, més sabio y més poderoso. Los Mataco le atribuyen directamente la natura Jeza de ahdt, espiritn demoniaco. Es dificil negar que la civili- zacién occidental —y cicrtas ideologias de gran difusién en Ins colonias emancipadas son parte integrante de esta civilizaciin— constituye basta hoy el ideal de vida de casi todos los hombres que la conocen. Es por ello que Ia relaciéa de jerarquia axiologiea entre el etndgrafo —que siempre es un occidental y el hombre etnogrifico —quien, de existir esta relacién, conoce a Oceidente~ no puede ser eliminada por una mera decisién del primero, puesto que es una estrictura de dos téminos, cuya superacién implica, no s6lo el cainbjo de actitud por parte de uno de éstos términos —el etndgrafo-, sino también por parte del otro; y éste ultimo eambio es, quizds, ain més dificil que el primero, Desde un punto de vista metodolégico lo que puede y debe hacer cl observador es tomar clara conciencia de su eventual valo- racién negativa inconciente de la cultura que describe a través de un anilisis concienzdo de sus juicios aviolégicos (**). Que no juzgue, por ejemplo, como abulia o percza Jo que cs canseciencia de una economia no acurnulativa, basada en el dar y en In ausen- cia de Ia relacién prestigio-riqueza (4*); como absndono o suciedad (44) Todo etnégrafo de cicrta experiencia esti dispuesto a admitir el relativismo altura, inhibiéndose concientemente de emitic juicios_valorativos acerca de Ja ciliura gue estudia. Sin embargo, vioir esta indiferencia de valores 05 algo muy diferente, y es sumamente diel aun para el especaliste ‘mis avezado. Muy poeos de los que han trabajado en un grupo indigena han podido superar cierto grado de fastidio que acompaia casi nevesariamente luna larga convivencia debide a la necesided de adaptarse » patranes de com- pportamiento que soa del todo contradictorios con Ios que la civiizaciin occ Genial estima justos y correctos. EI mismo Malingwskt, & quien se considera tun verdadero prototipo del “etnégtafo participante”, no podia menos de im- arse frente al ineumplimiento de sus uformantes, como lo demuestra tn aniliss de su diario personal recientemente aparecido (Fowdermuker, 1970) (5) Entre los aborigenes del Claacn ln obligacion social de “dar” imp toda acumlaciin de bienes. Recordamos que tun Chulupi, que ofictabs de “laachero” sobre el rio Pilcomayo, considevaba que obtenia sanancias muy buc~ nas de su trabajo peto atribuia 83 difcaltad en progrestr econdmicanente al hhocho de que, en cuanto habla acumulado cicrta cantidad de dinero, sus parientes se instalaban en su casa. y vivian a sus expensas, Entre los Ayoreo ef hombre 4 Mancewo Bémscpa la falta de ciertas pautas de comportamiento basadas en principios hhigiénicos y estéticos que tienen sentido solamente en algunas cual- turas y que, por otra parte, se hallan condicionadas por cierta tecnologia de la cual el indigena carece (“). En otro orden de hhechos, que no considere pedigiiefio a un hombre que fundamenta su relacién umistosa en el don y que ve al blanco como provisto de una inmensa e inagotable provisién de bienes. En efecto, muy pocas veces las culturas etogréficas conciben el “carifio”, la “simpatia” y Ja “amistad” en los términos abstractos y potenciales en los que el occidental puede percibirlos, Para el indigena estos sentimientos se coneretan en el acto de dar, mejor dicho, son este mismo acto, Si alguien quiere a otro le da y el acto del dar, no la posibilidad ‘ntencién de hacerlo, constituye la amistad, la simpatia y ol carifio, De abi que el hombre etnogrifico reaccione a las manifes- taciones de simpatia del blanco con “pedir” y quede totalmente desilusionado si no obtiene, aunque ya haya obtenido, pues consi- dera que el hombre blanco dispone de bienes ilimitados y juzza su eventual negativa como absurda y contradictoria con la procla- mada actitud amistosa. Ademis de la eliminacién de las disposiciones afectivas, la {que guarda para ai sus bienes, especialmente Tos alimentos, es may smal visto. Exe vechiza socal hacia quien "guarda pera si” lego” a provocar, serias shfieultades al indigena a quicu los misioneros encerguron In gestidn del pe- queio aleacén, ya que. Te resultaba.semamente difial rehuser asa uente ‘iguelly que le pedian; de bacedo, cargaba con ln tacha de “mezquino”. Es cliro que le resultaba’ imposthle a log Ayoreo entender el doble rol ase of tncargndo debia descmpenar como indigena, por un lado, y como encaryado por la misién, por el otro, Por ct parte, entre lot misnos Ayoreo, el status & ‘ingependiente de Tos bienes acumolados y se vincala princpaknente fon la “erga” de potencia que el individuo adquiere mediante el bomicidio © lt inicigcién shamnica, (48) Frecaentemente la idea de “Iimpiezs” se identifica en tos pueblos tnogrificos can la de “pusifieaciin”, es devie, con la eliminacién del ‘cuerpo de sostancias contaminantes dainas.” Fl lavado de las manos y antebrazos.y J boca, que los Ayoreo realizan luego de haber cumeads y comido cirtos animale, fesponde a este fin y.puete hacese tasto en el momento come urante ‘todo el dia, real o simbilicamente. Kin cuento @ Je limpiezs de caricter “higiénieo”, ‘no cabe duda que procede de ccrtos hibitos eulturales ¥.no es posible en vrupos humanos que. freeuentemente, mi siguiera disponen de toda el agua necesara para bebe 0 bien, en otros que, como os Ayoreo, cconsideran que el bafo debilita la resistencia y hace al hombre presa fill de las enfermedades. Los misinos olores humanos no siempre se hllan recha- Bebe pe lor mies motive que son propios de mun cura. El olor de menstrual ea Mataca es. considerado peligroso porque es desagradable a Tiipa, quien, por obra del. Arco Iris, provoca el resquebraja- ‘onto dela ira stun ner menstcunte se acerca af aguas Ernotocia ¥ FENoMENOLOGIA 45 reduecién de la actitud subjetiva implica la exclusién de la dispo- sicién pragmdtica hacia el hecho etnograficv. Plantearse previa- mente al conocimiento del hecho su utilidad para un fin determi- ado —por ejemplo, el control del cambio cultural, el mejoramiento de las condiciones de vida de un grupo, la introduccién de normas educativas 0 sanitarias— lleva casi necesariamente a enfocarlo en funcién de la accién que se quiere emprender; de ah{ surge la ‘seleccién de determinados aspectos del hecho 0, por lo menos, la subordinacién de ciertos enfoques a otros. El estudio de la cultura de un grupo indigena con el fin de mejorar sus condiciones de vida responde, casi fatalmente, a un diseno en el que el cambio cultural ‘staré proyectado en funcién de un objetive predeterminado, pen- sado sobre la base de una axiologla propia de ln civilizacién ‘occidental; por ejemplo, la implantacién de una pequeia propiedad rural agricola o ganadera o ¢l estublecimiento de comunidades agrarias, Defando a un lado el problema de la validez de estos objetivas y de la posibilidad real de dirigir el cambio hacia ellos, es claro que la misma finalidad de la investigacién bard que la cultura indigena sea enfocada desde el punto de vista de una socio- economia de tipo occidental, pues las coincidencias y Ins divergencias centre el presente y el futuro de esta cultura se plantearin en fmcién de aquella, Elo implicaré la seleceién arbitraria de determinadas facctas del hecho cultural en su totalidad vivida y la eliminacién la subordinacién de otras. Por ejemplo, en un estudio operative de Ja cultura de un grupo cazador, recolector y agricultor con el fin de modificar su economia en sentido occidental, se consideraré en su economia aquello que es susceptible de ser homologado a la economia occidental, es decir, aquello que cabe en la idea que Occidente tiene formada de Ja actividad econémica. Dificilmente podran caber en este estudio el papel de los Dena-animales 0 de Jos Dema-plantas 0 de las determinantes miticas y rituales del éxito en la agricultura o en Ia recoleccién. La resultante de esta seleceién sera Ja distorsién del hecho etnografico en un dato en el cual la economia misma inchiiré a la vez mds y menos de lo que existe en Ja intuicién inmediata del hecho econémico vivido con- cretamente 1"), (At) A an nivel de concetmient y de atusclin emplion podeman char Ja acelin tisionera entre Tee aborigenes del Chaco, cha aceon parte de alpine ‘conociientos aseea de oy aspectos econGaios le ssi eulkras, ‘onssloads pinepalimente en To qde haces la predusclon de ener. Los mks 46 ‘Manceco BOnnapa ‘Lo expresado acerca de Ia reduccién de Ia actitud subjetiva precisa unas aclaraciones, El objetivismo fenomenoldgico, al que tiende este procedimiento metédico, no es un resultado que se con- signa en su totalidad de una sola vez. Esas normas que se han enunciado no son formulas mégicas que actian por su sola presen- Ga, sino son més bien lineas rectoras de un proceso dirigido hacia tuna idea limite que es el objetivismo. Mas que en reglas se con- cretan en una actitud y en un estilo que presiden un trabajoso esfuerzo por conocer de cierto modo, Fs claro que seria ingenuo pensar que Ia mera intencién de ser objetivo y hasta el esfuerzo. més conciente y empefioso para eliminar toda actitud subjetiva fueran suficientes para conseguir este fin, No es posible climinar totalmente las disposiciones afectivas o las finalidades pragmiticas. La simpatia 0 antipatia hacia el objeto etnografico, fundada en um sistema de valores que se ha consustanciado con el pensamiento y con la vida misma del observador, el apego a una concepeién del mundo y del conocimiento —por ejemplo, la tradicién positivista y empirista, el hibito de conocer de determinada manera —segin conceptos emplricos o abstractos—, el deseo que Io conocido sirva para algo o para alguien ~quizés para el investigador mismo en la afirmacién de sus posiciones ideolégicas 0 en la superacién de alguna duda— son actitudes que no pueden conjurarse, como el demonio, mediante un exorcismo, Pero, justamente, en esta dificultad de climinar la actitud subjetiva estriba la necesidad de aplicar el método fenomenoldgico y de esforzarse para Uevarlo a sus extremas consecuencias, La otra opeién es precipitarse ciegamente en un subjetivismo ingenuo que, escapando a todo control, se volveri cada vez mas invasor y deformante, hasta transformar el data etnogrd- fico en un mero reflejo de las teorias y ufectos del investigador. ‘Aspectos son casi totalmente ignorados y el mismo sector mitico-religioso es gig nro nrg Rep ef eliminado, De ahi la imposibilidad de superar los problemas de fondo para Say a gl Se eet, oben, Emu Uae ce te feeb ae ee Seize lic lgne Sur rcumen cs uren «or del iy ie fauna silvestre. Tan sélo el conocimiento del horizonte de valores y de sentidos Jor oatal dtc aster de mje ie Zea yest ple uate aoe dey ein Exnorocia ¥ FENoMENOLOGIA ra 2 LA REDUGGION DE LO QUE EN EL OBJETO PROCEDE DEL SUJETO El dato etnogrifico, en su formulacién aeritica, distorsiona el hecho, es decir, el fenémeno cultural, no solamente a raiz de la predisposicién conciente del observador, sea esta tedrica 0 emocio~ nal, sino también porque incluye, ademés de lo que se intuye inme- diatamente en el fenémeno, todo aquello que el observador ya sabe acerca de él, tanto por haberlo aprendido como por haber emitido tun fuicio inconciente con referencia al mismo, Para reducir todo aquello que, si bien considerado acriticamente como propio del objeto, procede en realidad del sujeto, es menester, en primer lugar, tomar conciencia de ello y excluir del dato las teorias, conclusiones ¢ hipdtesis que inconcientemente se hayan formulado acerca del hecho etnogrifico. Por de pronto, los julcios de canicter psicoldgico, es decir, aque- los que introducen en el dato una interpretacién del hecho cultural fen base a constantes psiquigas individuales 0 sociales, considerén- dolo, finalmente, como la manifestacién epifenoménica de una acti- yidad psiquica “natural”, comém a todos los hombres. Un ejemplo muy caracteristico de este enfoque es Ia reduceiém del mito a la actividad onirica, viéndolo casi como un sueto disfrazado de relato de acontecimientos reales (**), Si bien ¢s cierto que la estructu- ra de In narracién mitica tiene semejanzas con la del suefio, resulta a todas luces claro que el mito, como hecho de cultura vivida, nada tiene que ver con éste. En primer lugar, porque el hombre etnogré- fico tiene una idea del mito y del sueio del todo distinta de las que tiene la psicologia; en segundo lugar, porque el papel que el mito desempeiia en la vida cultural es diferente del que desempefia ol suefio; finalmente, porque las caracteristieas del mito y del sueio como hechos coneretos de Jz cultura vivida son irreductibles. Las semejanzas que son posibles percibir entre el mito y el sueiio son meras analogies parciales, fundadas en la comparacién de ciertos aspectos aislados del uno y del otro, considerados desde un punto de visla ravioualista; pe eu Ta cultura etuogréfica concreta mito y suciio constituyen dos estructuras yividas bien diferenciadas, cuyas ‘partes no pueden ser consideradas separadamente y menos compa- (#9) Para una exitica de In explicacién onitica del concepto del alma y otrot ver: Otto, 1998:67 y sig, 48 Mascero Bérsoma radas como unidades independientes a sumarse o a restarse, Dicho de otro modo, mito y suefio pueden compararse sobre Ia base de tuna definicién alegérica del uno y del otro y esto es lo que se hace cominmente cuando se tomian los dos conceptos con Ia significacion que tienen para la cultura occidental en la que ambos son conside- rados “irreales", en cuanto secuencia de acontecimientos ¢ inoperan- tes en la vida, Pero tanto el mito como el sueiio pueden tener una significacién diferente, es decir, en cuanto contenidos de coneiencia vividos por los individuos que participan de una cultura etnogré- fica para quienes, por de pronto, ambos pueden ser “reales” e incidir en la vida diaria. EI sueso, por ejemplo, pucde ser reconocido y denominado como tal pero ello no pone en discusién su realidad ys de acuerdo con esto, las consecuencias que los acontecimientos sofiados puedan tener en la vida, Mientras que, desde un punto de vista racionalista, “los suefios sueiios son”, es decir, carecen de verdadera realidad, desde un punto de vista tautegérico son “sue- fios” pero, al mismo tiempo, pueden ser acontecimfentos reales so- jiados, acontecimientos cuya realidad se halla en un plano distinto del de Ta experiencia propia del estado de vela. Por ejemplo, un Ayoreo distingue claramente un suefio de un acontecimiento “real” y también de un mito pero no por ello deja de atribuirle uma “reali- ad” al admitir que dicho suefio influiré en su vida y al tomarlo my seriamente en cuenta, quizds mas que a muchos de los acantecimien- tos comunes de la vida diaria. Para él sofiar con un animal significa la presencia verdadera del espiritu de éste y estar en peligro de ser poseiddo por él. Dormir con la cabeza cerca de la de otto hombre tiene como consecuencia sofiar una pelea con éste y ella constituye tuna Tucha real entre las dos almas con la consiguiente enemistad en la vida, De ahi que se tomen las precauciones necesarias, tanto ‘para evitar el suefio como, una vez ocurrido éste, para eseapar a las consecuencias de lo que se ha soflado, En otto orden de cosas, el “suefio” del shamén mataco significa un “real” desplazamiento al mundo de los ahdt con Ia posibilidad de manejar desde alli los acontecimientos de Ia vida “real”. Consideraciones semejantes a las expuestas pueden hacerse con respecto a toda dcscripcién que enfoque el mito como “alegoria” de la alucinacién, intencional o provocada (4), de Ja fantasia libre (4) Segiin tas iavestigaciones de Califano entre fos Mashko, Tas luc ‘ciones provocidas por la kaydpa son consideradas como avoatecimientos ‘eales", si bien se desimollan en oto plano de la redidad. Pero no se los cconfunde con los mites ni eon los suefias. Emnowocia ¥ FENOMENOLOGIA 49 ‘0 de cualquier actividad psiquica creadora de secuencias de imé- genes y de acontecimientos, tales como las manifestaciones del subeoneiente individual o colectivo. Desde un punto de vista psicolégico no puede ciertamente negarse que de las actividades psiquicas, el suefio o cualquier otra, se hayan originado aspectos y caracteristicas de Ios personajes, de Ios acontecimientos y de la misma estructura del relato mitico; pero es claro que el mito, en su totalidad vivida, rebalsa todos estos aspectos parciales y tiene una profunda “originalidad” dentro de la cultura que es, justamente, la que hace que sea pensado y vivido como mito y no ya como suefo, fantasia o alucinacién (5), Las consecuencias de una heuristica del mito, basada en una definicién y en una teria psicolégiea, serén las de destacar todos Jos aspectos que éste tiene en comin con los demés bechos psiquicos ¢ ignorar o minimizar aquellos que, justamente, constituyen la origi- nalidad de\ mito como fenémeno particular de una cultura, Atribu- tos como la potencia, Ia ejemplaridad o la “presencia” no son derivables del suefio o de la alucinacién ni pueden ser explicados por éstos; en consecuencia, no pueden ser ofstos por el observador prejuiciado por una teoria psicolégica quien terminari por consi- derar el mito tan sélo en su aspecto de relato y analizar sus aconte- ccimientos y personajes fuera de su contexto vivid, Muy Semejantes en su naturtleza y en sus consecuencias a los juicios de caricter psicolégico son los juicios inconcientes de natu- raleza biolégica que han entrado a hacer parte del dato, los que también bay que concientizar y excluir intencionalmente. Una de las consecuencias de la formacién positivista de muchos etné- srafos es Ia tendencia a reducir Jas relaciones sociales, que son particulares y de cardeter cultural, a nexos generales de naturaleza biolégica; es por medio de este mecanismo que se establecen, de tun modo més 0 menos inconciente, anslogias entre la “sociabilidad” humana y la de los animales, Es dificil, en verdad, evitar la homo- Jogacién de la denominada “familia biolgica o nuclear” a la “fa- milia” de una especie animal de la clase de los mamiferos. Pero, (3) Uno de los aspectos de esta “originaldad” del mito osu eventsal ‘eficacia en coanto narracion, tanto positva como negativa. Entzc los Aj fl relato mitico relative al ocigen de los alimentos facilta Ia obteucién de los ee a ee ee ta pique 2 agin a fupo. En geveral, ningiin mito ayoreo es lndierente yu que, de un modo w ot, su naracién ‘produce wn dletenniaado ecto. 0 Manco Bomgpa también en este caso, Io que se hace es tomar en cuenta y comparar algunos aspectos aislados comunes a dos estructuras, mientras se dejan a un lado otros en los cuales justamente estriban las diferencias esenciales entre Ia “familia” animal y la familia humana, que hacen de ésta tiltima una estructura original, irreductible a los nexos de caricter biolégico, Tales son la integracién del grupo familiar bu- mano en una unidad social mas vasta, la formalizacién de su cons- titucién y de sus nexos internos y extemnos, los roles y status eco- ngmicos y sociales institucionalizados y coneientes, los nexos de caricter mitico-rcligioso entre sus integrantes y muchos otros que sexia Jargo enumerar. Todo este conjunto de aspects propios de Ja familia como hecho de cultura integran una estructura que es imposible disociar en su realidad vivida sin alterarla fundamental- mente, pues lo que caracteriza a la familia humana y que constituye su originalidad no es lo que tiene en comin con la “familia” animal sino, por el contrario, aquello que tiene de original y exclusivo (*). ‘Aparte cxtrapolar aspectos esenciales del hecho cultural, el enfoque de caricter biologista percibe y consigna el hecho en el dato de un modo totalmente distorsionado. Dentro de los nexos sociales, enfocados desde una perspectiva biolgica, se hallan casi fatalmente subrayados aquellos que hacen a sus aspectos fisiolgicos y econémices, poniendo en un segundo 0 ultimo plano todos aque- os que no encuentran en éstos su razén de ser y Su explicacién, La consecuencia més inmediata de esta perspectiva es el concepto mis- lia biolégica", que, caleada sobre e modelo de la familia animal, es vista como una relacién padre-madre-hijos mien- tras que, en la realidad de Ia cultura vivida, este nexo no es mis que una parte de una compleje estructura de relaciones que incluye tanto otros términos —tales como el tio materno, el abuelo, la sucgra, los integrantes del clan y el mismo antepasado totémico~ como nexos cuya naturaleza no es bioligica y tampoco social o econdmica, por cjemplo, los magicos y miticos. Los supuestos de cardcter biologista introducidos en el dato etnogrifica no solamente “naturalizan” relaciones sino también efer- tas actividades culturales, determinando asi una andloga distorsién del hecho vivido. Lo econémico os uno de los blancos favoritos (1) La naturales coltuzal de Ja “familia” busmana ba sido claramente evidlencisela por LévieStranss: "Sin duda Ia familia bioligica esth presente y se continda en la sociedad inmana, Feso lo que confiere al parentesco su caric= ter de hecho socis! no es lo que conserva de In naturaleza: esol limite esenctal mediante cl cual se separa de ella” ( Léot-Strauss, 1963:61), Ervowocia ¥ rENoseNoLocia BL de Ia visién biologista de la cultura. De abi que una actividad cultural de gran complejidad como la caza sea enfocada, en primera instancia, como una actividad de apropiacién “natural”, sermejante a In del animal de presa con respecto a su victima, como una rela- cién de enfrentamiento entre alguien que quiere matar y comer y otro que quiere escapar a la mmerte (*), La naturaleze cultural del término activo de esta relacién, el hombre, hace que el etndgrafo subraye especialmente Ios aspectos técnieos e instrumentales de la apropiacién, dando por supuesta la pusividad y la naturaleza no cultural del otro término de Ja selacién, el animal, Pero en la relacién cultural vivida ni el hombre es tan “activo” ni el animal tan “pasivo", El éxito del cazador puede depender de muchos factores que escapan a su vohmtad —potencias, presagias, intencio- nes y actividades de magos y divinidades tales como los Sefiores de los Animales —que hacen al hombre “activo” y “pasivo” al mismo ticmpo. En cuanto a Ja presa, su pasividad es relativa y peculiar, puesto que, en algunos casos, serd ella misma quien decidiré bacerse cazat, en ottos su destino dependerd no ya de la voluntad del caza- dor sino de la de su Duefio (*), Finalmente, los mismos elementos téenicos que interviencn en la eaza deben ser vistos con un concepto mucho mas amplio de “téeniea”; un arma, por ejemplo, funeionaré tanto por su estrnetura material come pur el potenciamiento magico al que ha sido sometido y también en el contexto de otras muchas circunstancias favorables ("). Es asi que, en el enfoque de Ia exza, (22) Una gran confusin a sido taida con reapesto al biologisno en etaologis por low denominados “impnitos hsicos™ de. lalinowsk, ae eran Scmciincte de setules heljica ec, sun aden a ein de tun abstacto “impulso.bioligico” —que en’ hombre munca sean sin um {ouclato cultural, la respuesta cultural conceta no encuentra su “avn suf Gente” en dicho impulbo so que es completamente independiente dec. Asi Jo compruetn le infinita multiplicidad ‘de las respustas also impolo Disico. Eo ols términos, el “impnlsa hasien” no'es el determinante de la sepa cotal sno ta genes y alata “indian” del hecho el uel (38) Recorlamos la fiura de Seng, la Diosn de tos Animales Marinos nize los esquimaln Telfik(Resrmusen, 1920) y-loc Duvios de Tov Avtineles fntee os aborigines del Chaco’ Central, los ue determinan la eanidad de Simalis quo deben ser eazador y eartigng con el frawso, con las calennedades Sia veces con la muerte axon eon mie ae in sor (31) TH oreo fo, Mawhko, por ejrmpio, debe’ su efectividad tanto 4 sa constroccin “amatevil” como @ lis pritiis masices que se han realizado ‘turante si fabriacion (Califo). Andlogumeate, cualquier arma de ciza-@ dle fmerra sleanzara su fisalidad, 10 sdlo por el cowecto uso que ee ode, soo tambien por una disposciin yeverl de ly stuncen que tienda a. este Exo, dlsposickin que podra sex controll, detemitle 9 anulada. mediante ope- frelones migles, vbeervacion de tal, infervenci. Gel shad, ete 52 Marcero Bésnpa ast como en el de la familia, nos encontraremos frente a una estruc- tora cuya originalidad cultural y humana reside en aquello que supera la actividad meramente biolégica del animal carnicero que persigue y mata a su presa, Y es justamente este “més” lo que interesa al estudioso de la cultura y que la visién biologista de Ja cultura tiende a soslayar 0 a extrapolar del hecho vivido, Mis dificil es plantear Ja reduccién en el dato de Tos julctos in- concientes de caricter socioldgico por la dificultad que existe determinar con claridad y en base a um acuerdo comin entre los sociélogos, un objeto y un método que sean propios de la sociclo- gis. La gran profundizacién y diversificacién que caracterizan el desarrollo moderno de esta ciencia han hecho que se vean incluidos en ella enfoques, métodos y objetos muy diferentes; enfoques y métodos que van desde uma mera empiria de las manifestaciones inmediatas de las relaciones sociales hasta planteamientos que se aproximan a una verdadera fenomenologia de la existencia en cuanto objetos que abarcan desde las manifestaciones de la sociedad industrial urbana hasta los grupos etnogréficos més pri- mitivos. En la imposibilidad de formular una delimitacién razonada de la sociologia en cuanto a su objeto, método y fines, consideramos sociolégica toda visién de la cultura en la medida en que emplea ‘conceptos empiricas y abstractos (8°). EI proceso de epojé que agut se plantea hace tan sélo a esta definicién de sociologia o a aquello que de la misma cabe en el estudio de las culturas etnogréficas, ‘Una clisica utilizacién de los conceptos empiricos es el empleo de las denominadas “categorias culturales”, tales como economia, tecnologia, ciclo vital, sociedad, religién y muchas otras de menor comprensividad pero. de igual naturaleza: matrimonio, familia, vivienda, vestido y adomos, funebria, rol, status, tema y respuesta eultural, Estos conceptos responden a la necesidad prictica de reali- zar un primer inventario ardenado de la cultura, considerada como tun conjunto de rasgos 0 bienes, sean éstos objetos o relaciones. Mediante el uso de las categorias se evita incurrir en repeticiones © superposiciones y se facilita el andlisis de una cultura y las com- araciones formales de ésta con otras. A raiz de esto iltimo la sis- tewitizactén empirica de la cultura tivo gran auge en las corrient histérico-comparativas de In etnologia, pero fue dsperamente crit cada por la reaccién integracionista a dichas corrientes, representada (9) Ver Nota 81, Eryovocia ¥ sevommvonocta 53 ‘por la escuela antropolégica francesa, por el funcionalismo y por sus derivaciones. En efecto, les resulté muy facil a los Funcionalistas comprobar la imposibilidad de realizar descripciones orgénicas me- diante un esquema que reducia la cultura a una especie de bolsa compartimentada lena de rasgos. Por otra parte, el concepto mismo de rasgo revela de inmediato su naturaleza empirica, por la misma imposibilidad de ser definido de una manera que no sea convencio- nal y es facil comprobar cémo el “complejo de rasgas” no puede ser delimitado sino arbitrariamente (**), El hecho de que la descripcién acabada de un rasgo, complejo 0 categor‘a rebalse ampliamente todos los limites que se establezcan empiricamente y termine por involucrar otros muchos rasgos inclui- Gos en los més variados complejos o categorias, fue percibido con claridad, en la prictica y en la teorfa, por los estructuralistas de Ia escuela de Krause, por los funcionalistas (°) y, en distintos grados, por cast todos los etélogos y escuelas de este diltimo siglo, Pero Jo que ha sido casi imposible de superar han sido las consecuencias profundas de la conceptuacién empirica misma de la que partian todas las tentativas de integraciéa y que segula subyaciéndoles, haciendo que resultasen siempre incompletas y parciales, En efecto, la primera e isreversible consecuencia de la conceptuacién empi- rica consiste en formalizar arbitrariamente la eultura vivida, en “cosi- ficarla”. Por lo tanto, toda integracién que arranque de ella se basa en hechos intelectualizados, “exteriorizados” y, por Jo tanto, muertos; de ello resulta una integracién mecanicista, en la que las partes son vistas tan s6lo como engranajes de una compleja maquinaria, pro- vista si de movimiento pero carente de vida. Manipulando concep- tos que hacen a la exterioridad del fendmeno no pueden obtenerse sino nexos y explicaciones meramente formales, decir que la funebria esta en funcién del temor al muerto no aclara eudl es el sentido de este temor y porqué el muerto es temible. Del mismo modo, afir- mar que el tabi del incesto se halla en relacién con el principio de reciprocidad no toma en consideracién el horror o desprecio con que es vivida esta culpa, Jas prescripciones miticas que le dan sentido y las consecvencias terribles que pueden originarse de su (88) Herskovits, 1958; cap. XI-XIV, (27) La formulaciée, més inmediata do la interdependencia de los raszos fue Ia misma iden de “funciin” en la interpretacion de Malinowski, 1967. Frente al atomistao de la escuela histrico-eultwral yu habia surgido It critica de Krause, 1928. ot Mancexo Bésxapa infraceién (°*). La desesperacién de Edipo que se arranca los ojos al asumir la conciencia de su culpa, la muerte que castiga al ‘TTikuna incestuoso, no guardan proporcién alguna con un abstracto y formal principio general de reciprocidad, del mismo modo que el terror frente al muerto terrible no puede explicarse por una teoria intelectualista acerca de la muerte del tipo del animatismo (5). La cultura etnogrifica, formalizada y anatomizada por las categorias y conceptos etmoldgicos tradicionales, no es ya un hecho cultural viviente, sino un cadaver al que cl integracionismo sociolé- ico proporciona una vida convencional y ficticia. “Ir hacia la cul- tura misma” significa, entonces, prescindir concientemente de toda conceptuacién empirica previa y captar el hecho cultural vivido en su libre y espontinea integracin, a partir de cima el hombre lo vive en su actitd concreta, De este modo una actividad aparente- mente tan empirica como la agricultura se nos brindard en su real dimensién; una dimensién que abarca tanto el instrumental como la vivencia de la angustia que se expresa en los cultos propiciatorios, tanto las téenicas de siembra como la responsabilidad terrible frente al mundo que se traduce en cl canibalisino, tanto la divisién sexual del trabajo como las relaciones mitico-vrituales entre la mujer, Ja tierra y los frutos (*), El empleo de los conceptos empfricos “cosifica” la cultura con- creta e introduce en ella una estructuracién que no le pertenece; 1 uso de conceptos ahstractos “cuantifica” estas “cosas” alojéndolas aiin mas de su realidad vivida. No es dificil admitir que la vida ignora las medias, las medianas y el coeficiente de variabilidad y que se traduce en hechos individuales; del mismo modo parece obvi que un promedio no expresa nada que exista realmente en Ja cultura vivida, Consignar datos culturales de manera cuantitativa es, sin duda, sitil para ciertos fines prictices pero es evidente que no nos acerca un dpice a los hechos concretos. Establecer cugn- tos individuos respetan un tabi y cuantos no, de por si solo no nos revela nada, ni acerca de la naturaleza y sentido del tabi, ni res- (04) ‘Tal es, en diltima instancis, la idea que surge como consecuencia gusta lamas de pirmtaco” de LévrStaus, Fey Ie ea ture vivida evidencia motivaciones de toda otra naturaleza y una “situaciéa frente a* que no tiene ninguna posibilidad de scr reducida en términos inte- tualistas. Como en otros casos, Lavi-Straust toma en considecacion tan silo ai “sistema de relaciones" pero no In maturaleza ni el sentido de los ténminos Ae relacn y dol reac misma (38) Wunde, 1926, (©) Ver al respecto Jensen, 1965, Valhardt, 1939, Exnoocia ¥ reNonmxotocta BS ecto al parqué existe esta diferencia de comportamientos, Del ‘mismo modo el poreentaje de éxitos y fracasos en la terapia shamé- nnica nada nos revela acerca de la curacién ni sobre el sentido mismo del fracaso 0 del éxito. Toda cuantificacién del dato cultural esti destinada més a alejarnos que a acercarmos a la realidad vivida del hecho (*). ‘De particular importancia es la reduccién de las interpretacio- nes racfoalistas que se hayan deslizado on los datos culturales, entendiendo aqui por racionalista toda explicacin que invoque la aplicacién particular de una relacién universal conciente, La distor- sién racionalista del dato hace del hombre etnogréfico un filésofo salvaje 0 un téenico primitivo, frecuentemente un filésofo muy inge- uo y un técnico fracasado, Ello depende del hecho de que, en rela- ci6n a los hébitos de pensamiento occidentales que le son propios, ol etndgrafo suele exigir una coherencia y una sistematizacién no con- tradictoria de Ja realidad y de la praxis, tanto en la “teorfa” como fn las actuaciones; de ahi que puedan sorprenderlo Ins incohere cias y la asistematicidad que percibe tanto en las actuaciones de las culturas ctnogrificas como en el horizonte explicativo 9 de sentido en el que éstas se fundamentan. Le resulta chocante, por ejemplo, que un hecho pueda tener dos o varias explicaciones distintas, a veces contradictorias y que scan aceptadas todas como vélidas y verdaderas; o bien que pase desapercibido el fracaso de una téenica, por ejemplo una terapia shaménica, a pesar de hallarse francamente enfrentada con los hechos. Por ello el frecuente error de distorsionar algunos hechos conerctos u omitir otros con el fin de encontrar una, coherencia dentro de los marcos de una concepcién del mundo racional y “clentifica” —concepcién que no tiene porqué ser com- partida por otras culturas— en vez de buscar el sentido y la cohe- rencia internas de otras concepciones de] mundo en las que esas (8%) Eu ofocto, la cuantificaciin de la camuistice es pricticamente impo- sible ex cultures cayos conocimientos ‘se conservan tan s6lo en la, memoria ‘individual o colectiva, For otra parte, a faltn de comunicacién y de la comsig- rhacién esciita de los. scontecimentes hace impostble Ta acumulacién de casos suficientes como para poder ser “estadisticamente” significativos. La cuantifi- ‘ict ew alge que I ultra. coerce maneja on nivel caution muy Feducido, por lo cual, como es obvio, so presta a ser interpretada de las Giferentes lunerss, En obo: téeminos: [a “teoria” la “interpretacioa” de los hechos solamente en muy contadas oportunidades puede enfrentarse con el nimero muficiente de hechos contrarios como para que rerulten contradictariot Y, atin en este caso, en la misma “teoria” pucde hallare la explicacién de Ia Zoutradieciée. Tal es el caso de la persistencia de las pricticas i pesar de quo puedan verse frecuentemente desmentidas’ por los resultados, 56 Masceio Bémapa incoherencias se resuelven sin residuo. Por ejemplo, no se toma en consideracién que la contradiccién surge cuando dos sentidos dife- rentes del mismo ente son considerados simulténeamente y, por ende, coenfrentados uno con el otro, Pero la contradiccién no se da en un saber que es radicalmente asistemitico, en el cual los dos sentidos son considerados aisladamento, uno a la vez, a una distan- cia temporal que no los coloca vivencialmente en un mismo nivel de presencia y de interés; o bien cuando un sentido no tiene un valor explicativo, sino simplemente pragmético y, por Jo tanto, no hay razén alguna para tratarlo desde el punto de vista del principio de identidad y de no contradiocién. Ejemplos claros de distorsiones racionalistas de los hechos en el dato son la visién de Lang acerca del Alto Dios de Jos Primitives, lu de Tylor acerea de la idea de alma y espfritu, Ia de Frazer acerca de la magia, las posiciones del viefo natnrismo en mitologia y, en otro orden de cosas, todas las descripciones interpretaciones meramente racionalistas de la ergo- logia etogréfica (), Tn enalquiera de estas visiones del hecho est implicita la idea de que el hombre etnografico se plantea “cient{- ficamonte” ciertos problemas a partir de premisas generales con- cientes y los resuelye con 0 sin éxito segiin estas premisas sean Yerdacleras 0 falsas. De este modo el mismo hombre que fracasa en Ja técnica migica por aplicar, aparte el principio de causalidad, los falsos supuestos de la ley de la semejanza y de le contaminacién, tiene éxito en Ja fabricacién de un instrumento por partir de ciertos rineipios técnicos, genorales y verdaderos, La visién racionalista de la caltura es particularmente atractiva ‘para el investigador occidental pues cabe plenamente en sns habitos de pensamiento y de pmavis. De ahi Ia frecuente tendencla de los einégrafos a interpolar en los datos interpretaciones racionalistas ue no existen en los hechos culturales, tales como son vividos y que, a veees, sc hallan en abierta contradiceién con los hechos ‘mismos. Es claro, por ejemplo, que atribuir una racionalidad con- (2) Sorin Lang, el Alto Dios procede de tina necesidad racional do explicaciin sikima, de la realidad; un mecanismo no muy distinto de ta prucha ela existencin de Dios fundada cn la necesidad de’ nna "“nousa primera Frazer considera a Ja mais como “tna falsa clencia y nn arte fallde™ que procede de una enénea aplicaciin del principio de causlided. El nateriomo Ve los persounjes y los acontecimientos miticos como una testativa deer. plkear” Jos feaimenos sannales, La erzologia tradiciona) basa su_descripeion eo le adecuacién de les instrumentos @ un fin, considerindolos excnsivamente €n 3 sspecto marfoligico y dejando a un Indo sus componentes: co. morfolé- Sicas y sus aspectos irracionales que hacen tamblle a la eiciooin del. abjeto Exworocia ¥ rmNoxcenotocta oT ciente a un elomento ergol6gico, pongamos un arco o una pintura corporal, implica necesariamente atribuir a quien los hace a los utiliza, la idea de que hayan sido incentadas por alguien y en algiin momento, Sin embargo, en la conciencia concreta del hombre mf- lico, puede no existir idea alguna de la invencién de esos objetos por parte del hombre. Por ejemplo, el arco de los Ayoreo se origind por la metamorfosis de un personaje mitico que se transformé en ‘1 prototipo de esta arma, El signo en zig-zag que identifica al clan etakéri de este rsismo grupo se identifica con el dibujo de la Vibora Cascabel; pero, lejos de considerirselo “imitacién” de este dibvajo “natural”, se dice que este reptil fue marcado con su dibujo por Dupade, ¢1 Sol, justamente por pertenocer al clan etakéri, Ello im- plica que tanto el “arco vivido” como el “signo vivide" del Ayoreo no corresponden al arco y al signo, tales como los ve el ctnégrafo tradicional, asf en lo que hace a su razén de ser como a su origen. Esto significa que un ente cultural puede no ser considerado como “invento” sino como el producto de la actividad de una teofania. Inclusive, aquello que puede parecer, a primera vista, un objeto “natural”, tal como un rasgo morfolégico de un animal, se revela, en la perspectiva de ciertas culturas, como un objeto “ergologico”, ‘no ya “dado”, sino “hecho”. Ello no implica, desde ya, que tanto el arco ayoreo como la téenica de su empleo no respondan a Ia aplica- cién de ciertos principios racionales, pero a conciencia do estos principios y de su aplicacién no se hallan claramente en el hecho cultural vivido, sino que son, en buena medida, interpolados en el dato por el observador, Por otra parte, aun la racionalidad y la inten- cionalidad implicitas en cl arco tienen, en contexto, un sentido dis- tinto al que tienen en el pensamiento occidental, que limita a ellas el resultado que con él se obtiene; en efecto, para el cazador ayoreo este resultado esté condieionado por otras factores © intencionali- dades, sin cuya buena disposicién el éxito es imposible, ‘Del mismo modo que el rasgo ergolégico, en su caricter de hecho vivido resulta ser, al mismo tiempo, més y menos de lo que ‘es consignado en el dato por el etnégrafo tradicional, tambiéa 1o son, en un sentido més general, el alma del animismo y el Alto ‘Dios de Ja interpretacién causalista. Dejando a un lado Jo aie de que un hombre etnogrifico pueda llegar a especulaciones un grado tan elevado de generalidad y abstraccién como las que 58 Mancsxo Bémncwa Ie atribuyon Tylor y Lang (), os f4cil yer que la interpretacién acional de estos entes no explica la totalidad de sus atributos y el modo en que éstos son vividos por el hombre. Un “primer mo- tor inmévil", as{ como una idea explicativa de animacién de lo inanimado son emocionalmente indiferentes y no tienen porqué determinar en el hombre actitudes de cardcter afectivo; consideradas en su razén de ser légica, no hay porqué temerlas o amarlos ni hay motivo alguno para establecer con ellos cierto tipo de comunicacién, Pero el Alto Dios y el alma del muerto no son anénimos entes de razén, sino seres personales, provistos de voluntad, quienes quieren algo del hombre y de los cuales el hombre también solicita y espe- ra algo. Son, ademis, seres provistos de potencia que pueden dirigitse hacia el bien 0 hacia el mal, segtin el tipo de relacién que €l hombre establezea con ellos; relacién que, a su vez, esti determi- nada por Ia actitud de éste (“). Caben pocas dudas de que este conjunto de atributos, emociones y relaciones no puede ser visto de modo alguno por un enfoque racionalista que, por el contrario, tronsformard unos seres vibrantes de vida y de poderes en pilidos esquemas racionales. _ Una manera particular y muy frecuente de enfocar racionalis- ticamente Jos hechos culturales es verlos en funcién de la utilidad que proporcionan, es decir, en su aspecto econémico. La reduccién de la interpretacién economicista de la cultura vivide es especial- (62) Las empeviecias de campaia no dejan lugar a dudes acerca de ls Aficultades ‘ave expetinestan los hombres eteagriices ea todo Proeece de tact y'gineaizacion, En cong opurenideg, sh pregunta uno le ‘i infomtubtes ayored que oouraia "st se onlara” deteranada mate que Ss suponla provocara la inserts de Is espost— tte coutestéc "Si yo lp omtarn spre sro By ube gee ml mule mura, ein tl huedlitmente ‘cu fen ‘uta experiencia pasiolar y personal. ‘Fo srden de cous, foe tnformantes posian indcar in dibealtal s que dln Gee fenecia un eate considendo indivsdualment, pero se hallabun ck ls atachta ‘unpostbldad de eaborar Litas de entee que pertenecan a cals dan; hye deVhaber erimecato tos poces coufesban ba treapacded pare. toutna, Ep seal os aa Ge aly de diately To omer Seecciie' para suesten abies de. pensamiets tan ‘Westfendor snk (ca) tal, por empl, deduce de In expicactn ana, oe jucit de In expicacin tyloriana del imo fete desea, desde el mundo de jos sorts, ateaer al vitent, ts] comes FErrvovocia x rENomenotodiA =” mente importante puesto que esta distorsién del hecho en el dato es frecuente y atractiva para el observador occidental, quien vive sumergido en una concepeién de! mundo en la que Io vitil, en su sentido més inmediato, es considerado uno de los fines fundamen- tales de la existencia. Es as{ que la gran mayoria de las acciones y relaciones humanas se yen frecuentemente enfocadas en funcién de la produccién y distribucién de los bienes y servicios (*), Tia idea de que ciertas actividades del hombre, tales como Ia tec- nologia, alguno tipos de organizacién jerdrquica, por ejemplo, la estratificacién en clases sociales y las relaciones entre éstas y tam- bién las relaciones de enfrentamiento entre los hombres —la guerra ¥ los conflictos— tengan su razén de ser en la mera produccién de bienes de consumo y en su distribucién, puede resultar verdadera —y hasta cierto punto— en una cultura como la occidental y en algunas de sus épocas histéricas (®), No cabe duda, empero, que la visién ‘economicista de los hechos de las culturas etnogriticas resulta a todas Tuces parcial y distorsionante, For de pronto, uo es fécil recortar ‘en estas culturas un sector que pueda considerarse propiamente “conémico”, en la aceptacién que tiene cominmente este concepto. En efecto, las mismas actividades “econémicas” camo la recoleccién, Ja caza, la agricultura, trascienden la mera apropiacién 0 produccién de bienes y, en su realidad vivida, integran aspectos de otra natu- (08) Billo sempre que se adapte una definiciin mis amplia de ecouoaa, tal como la quo enunvian cles teoicos moderncs (ver Codaler, 1861). Ka Ua mayor parte de los trabgjos tradiconales de etnografie la exposioioa de la economia se halla limitada casi exclusivamente a Ia obtencién de los blenes de consumo, (8) Decimos “hasta cierto punto” porque es evidente que la estructura de las sociedades y de sot conflictor tanto en Gpocas passdas como ea. Iz fsctualidad no se agotan en la econcmia, por muy comprensiva quo Considerarse este, categoria, La componente ideolosica y emocional de. las Telaciones entre indiviluos, estratos sociales o grupos humanoe e¢ demasiado ‘obvin como para necesitar una. demottracin, Explcar, como lo hace Engels, las Iuchas caunpesinas en le Alemania del siglo xvt sobre bases exchusivamente conémicas no contestan al interrogunte de por qué estas fuchas se orga niaron alrededor de factores religions, misticas 'y mesiénicos, Coneiderar Je siquota ac] muinda sontemporines haciendo aro ome in st, relgalén con el “confor, el prestigio y el poder, es evidentemente mutlaa de cipal razin de ser en cuanto axpiraciin suprema de tantos hombres de Ia actualidad, Del mismo modo, considerar In "justia socal” desde ou punto de vista “monetario”, haciendo caso omiso vde los aspectos morales, juridioas y Teligioios que lo dan sentide 0, eonsiderindolos como meros émenos ‘es emasculat a eta noble ideologia y anular tds. posbiidad de ‘comprender cabalmente cl mundo contemporinco y sus conflictos 6 Manceto Bérema raleza, sociales y juridicos, magicos y mitico-religiosos (°"). Afirmar que estos aspectos existen “en funcién” de Ia apropiacién, produe- cién y distribucién de los bienes nada explica, pues no es posible derivarlos necesariamente de estas actividades, aun cuando se quiera considerar a dichos aspectos como meros epifendmenos, carentes de sentido racional y prictico. Del mismo modo no es posible cons- treiiir en una visién meramente economicista actividades tales como cl intereambio y el comercio a nivel etnogréfico. Son conocidos desde hace décadas los aspectos no utilitarios del intercambio, que son dominantes en la kula de los melanesios, en el potlach de los indios del noroeste de Norteamérica y, en general, en los presentes reciprocos de todos los grupos etnogréficos (*). Eu cuanto al eomercio, aun cuando no se reduzca a una mera variante de inter- cambio de dones, puede ofrecer aspectos no econémicos, basados en tuna concepcién mitica tanto de Ia mercaderia como de las modali- dades de su produceién y distribucién; véase al respecto la. ya super- abundante literatura acerca del “cargo cult” en Oceania (5), Des- aribir todos estos hechos culturales sobre la base de una definicién de economia tal como las aceptadas coménmente por los economistas tradicionales y por ciertos marxistas, Tleva sin remedio a la pérdida de su realidad vivida y a ver a toda la economia etnografica como ‘una grotesca caricatura de la de Occidente. Puesto que no es posible siquiera circunscribir en las culturas etnogrdficus un sector que responda satisfactoriamente al concepto sceidental de economia, es claro que resulta a todas Ices distorsio- ante una yisién economicista de las relaciones sociales politieas, Es cosa sabida que la relucién valorativa prestigio-riqueza no es uni- versal, sino es caracteristica de algunas culturas en las que, por otra parte, las ideas mismas de riqueza y de prestigio pueden no (#7) Nimen se subrayars demasinde el hecho de que los aspectos mitico- religioses de la. producciin n obtencién de bienes dle consumo en los ynichlos ‘etnogrificos tienen, a nivel de cultura vivida, un valor istrumental’ y som tanto o mis vilidos y nevesacios que los aspectos exgoloxicos y téenicos. Lat ‘ntoneionalidad del hombre y la actividad de las potencias con 0 sit voluntad! que lo rodean se imbrican ‘de ua manera tan ‘estrecha que no es posible epacasloe vin deevietaar por completo el hecho concrete, "Es on ke ims tun, insensato para nn agricultor primitive pretender win buena coseeha sin realizar los pricticas. propiciatorias oportunss que pensar abteneria sin wli- lisur los recursos teentens de que dispone, (08) Hubert y Mens, 1924, () Ver al respecte Lanternari, 1960; Worsley, 1957. Ambos con am= lia bibliogratia. Exnovodia x renomenotocia aL tener el mismo sentido que para la cultura occidental (7°), Es su- ficiente recordar que en Ins sociedades estratificadas de las civiliza- ciones de tipo sefiorial Ia riqueza se deriva del prestigio y no vice- ‘versa y que el rango mismo no estriba en la posesién de bienes, sino que esta vineulado con un particular status de potencia (7), En otro orden de cosas, explicar una guerra con el afén de un grupo de apoderarse de los bienes de otro puede servir quizis para la cultura de Occidente y para algunas culturas emparentadas con ella =la de los pastores némadas, por ejemplo o por ella influidas —las de los indios ecuestres de las lanuras norteamericanas, del Chaco o de la regién pampeana—; carece empero de todo sentido en mu- chas cultures etnogrificas donde la guerra no reporta beneficio econémico alguno, responde 2 motivos de caricter mitico-religioso y se acerca més. a un ritual que @ un acto utilitario (*). ‘También ‘en estos aspectos de la cultura una yisién “econémica” de los hhechos que se describen Jos consigna parcializados y distorsionados, cargados de un sentido occidental y sin relacién con su realidad vivida, La reducciéa de la interpretaciin economicistica no significa, desde luego, negar que el hecho cultural tenga un aspecto econémi- co, siempre que entendamos lo econdmico en su acepciu més com prensiva, En ésta lo econdmico es equivalente a lo itil y, desde 10) ition robe picasa scl Wi, 08 go ee taSae a Meee eye peoion ow an ee ee i ee Fein Re eens cate Lr ayo et tala i eee pee el mae a sui 0 ee a aie ia sei conkeyeatacee pos tl ienerse de doar. y, en. comsecuencia,

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