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Pervivencia, Cuentos de Fauna Amenazada Platillos Volantes que se Sumergen

lo atravesaban a todo lo largo -hasta cinco conta-


ron-eran sus luces, que, como era de día se encon-
traban apagadas. Mientras hacían estas disquisicio-
nes sobre su forma y tamaño, inesperadamente,
aquella cosa se hundió, dejando a los observado-
res patidifusos.

-Lo mismo puede ser que por esta zona haya en


el fondo marino una base extraterrestre- dijo
Esteban misterioso.

-O una ciudad- dijo Fede poniéndole más énfasis


al hilo argumental de su amigo.

¿Qué era aquello que estaban viendo? Ninguno lo -¡Osti, qué miedo si fuera verdad!- exclamó Sergio.
sabía a ciencia cierta. Pero la creencia más fuerte
entre ellos era que podía tratarse de un platillo Los tres se miraron estremecidos.
volante posado en el mar. Aunque jamás habían
2 visto uno, salvo en las películas y en los tebeos, -¿Nos vamos ya a merendar?- propuso Fede que- 3

ni se podían imaginar, que pudieran tener una riendo no aparentar miedo.


textura como de cuero negro azulado.
-Sí. Vámonos - dijo Esteban, que era el mayor de
No les faltaban razones para creer que su natura- los tres.
leza era extraterrestre. Uno decía, atinadamente,
que tenía casi dos metros de envergadura, otro Y con la convicción de que en el fondo marino
que más, y el tercero que las líneas de puntos que había extraterrestres, se fueron a merendar al

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chiringuito, y durante la merienda contaron en la Sin embargo, sí aparecieron muchas dudas ¿Qué
reunión familiar lo que creían haber visto. era realmente lo que habían visto? ¿Acaso había
sido un espejismo marino?
-Estos niños beben demasiada cocacola. La cafe-
ína y el sol los están trastornando-dijo el padre de Con estas interrogantes volvieron a la rutina vera-
Esteban después de haber oído la insólita historia. niega. Pero, días después, el destino les tenía guar-
dada una magnífica sorpresa.
Al día siguiente, nada más verse, volvieron a
hablar del suceso y se fueron al lugar del avista- Sergio, Esteban y Fede se disponían a pasárselo
miento: un farallón situado en el acantilado de bien en la playa con el juguete de moda, de ese
Barbate. Allí estuvieron largo rato a la expectati- verano. De repente, mientras sus amigos se lo
va de que la visión se repitiera, y así confirmar tiraban, Sergio, que iba unos pasos más adelan-
todas las conjeturas del día anterior sobre el tado, se paró en seco mirando hacia el mar como
carácter extraterrestre de lo que vieron. Mientras petrificado.
esperaban impacientes, charlaban sobre los plati-
llos volantes y el aspecto que podrían tener "los -¡Toma, cógelo!-exclamó Fede lanzándole el arti-
marcianos", cada vez más convencidos, de que la lugio.
nueva aparición sideral iba a surgir del mar salien-
4 do como disparada hacia el cielo. Pero este deseo El objeto cayó en la arena, pues Sergio no se 5
no se cumplió. Ni tampoco que el supuesto plati- inmutó. Sus amigos se extrañaron.
llo volante apareciera posándose en las aguas
oceánicas. -¿Qué te pasa, quillo? ¿Te has puesto malo?- le
preguntó Esteban al verlo tan pálido.
A los tres días de aquel acontecimiento, dejaron
desilusionados el puesto de observación, pues -No... pero mirad lo que hay en la orilla- respon-
nada de lo que esperaban volvió a aparecer. dió Sergio tartamudeando.

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-Es el platillo volante que vimos el otro día en el


mar.

Al oírle esta afirmación, sus dos amigos se para-


ron de golpe, y se agruparon con Sergio, mirán-
dose un instante sin articular palabra. Después,
como sin querer, Fede llegó a decir.

-Vámonos de aquí corriendo-. Y los demás le


hicieron caso inmediatamente. Pero al instante
Esteban reaccionó, parándose en seco.

-¡Un momento! ¡Esperad! -exclamó.

-¿Qué quieres ahora, quillo? Vámonos de aquí


-¿El qué?- preguntó Fede-. Sólo veo tres barqui-
zumbando- insistió Fede.
tas en la orilla.
-¿Por qué no volvemos para ver el platillo volante
-No. La de en medio no es una barca- aseguró
más cerca?- propuso Esteban osadamente.
6 Sergio. 7
Nos pueden coger y llevarnos a su planeta.., o al
-Sí lo es. Lo que pasa es que tiene echado enci- fondo marino... ¡Venga, vámonos!- dijo Sergio
ma un toldo oscuro- afirmó Esteban-. Venga, musitando y cada vez más nervioso.
vamos a jugar-. Y Fede y él continuaron con el
juego, encaminándose hacia la orilla. Pero no -¿Pero no os dais cuenta que si han venido en ese
habían dado más de cuatro pasos cuando Sergio platillo volante es que son pequeñitos?- dijo
les dijo: Esteban para convencer a sus amigos.

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-¿Y qué, si son pequeñitos? ¿Y si tienen grandes


poderes y pistolas para desintegrarnos?

-¿Cómo nos vamos a defender? ¿Escupiéndoles?-


argumentó Fede.

-¡Anda ya! Además, si parece que el platillo volan-


te está vacío.

-¿Sí? ¿Y tú cómo lo sabes, listo?- volvió a la carga


Fede. Esteban no respondió. Durante un momen-
to se quedaron callados. Después, sin decir pala-
bra, Esteban empezó a caminar hacia la orilla, y
Sergio y Fede lo miraron boquiabiertos. Con cuenta, de que en realidad, era un extraordinario
temor y zozobra Sergio comenzó a llamarlo. ser marino. El animal levantó la cabeza haciendo
un ruido ronco y quejumbroso, y entonces, vió
-Esteban... Quillo... Vente "p'acá." como parte de una bolsa de plástico le sobresalía
por la boca. Impresionado, creyó aún que estaba
8 Pero Esteban siguió andando; y sus compañeros ante un ser extraterrestre; y dio un respingo hacia 9
pensaron que había sido abducido por los extra- atrás. Pero al instante recapacitó, e hizo una
terrestres. Entonces se pusieron a seguirlo a cier- observación más realista.
ta distancia y con cautela.
-"¡Es una tortuga!" "¡Una tortuga gigante!", se
Al encontrarse a sólo tres metros de aquella cosa, dijo-. ¡Sergio, Fede! ¡Venid! ¡Es una tortuga
Esteban empezó a dudar de que se tratara de un gigante!- gritó Esteban-. Y los dos amigos se
platillo volante; pero tampoco se había dado colocaron a su lado, despacio y precavidos.

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-Y vosotros decíais que era un platillo volante- traban en el Mediterráneo porque les gustan
reprochó Esteban. especialmente las medusas(su alimento favorito)
de este mar. Pero los viejos y sabios pescadores
-Yo no. Ese era el Sergio, que tiene mucha fanta- del sureste de la Península Ibérica tienen desde
sía. antaño otra teoría. Ellos dicen que vienen para
escuchar el mismo lenguaje que oyen en las pla-
-¿Yo? ¡Si fue él-refiriéndose a Esteban-el primero yas de América Latina, a sus colegas los pescado-
que dijo que era cosa de extraterrestres!- protes- res de allí.
tó Sergio.
En aquellas playas lejanas se repite desde tiem-
Esta tortuga gigante que estaba en un gran aprie- pos inmemoriales, su ciclo vital de supervivencia;
to se llamaba Kurma, y pertenecía a la especie pues nacen surgiendo de la arena e inician una
denominada tortuga laúd; la tortuga más grande carrera hacia el mar, llena de peligros, ya que son
que existe en el planeta. Un ser viajero que cono- atacadas por los depredadores.
cía todos los mares del mundo, desde el Ártico
hasta las aguas tropicales de Australia, y al que
en su larga vida y en sus muchos viajes le encan-
taba visitar el Mediterráneo; "El Mare Nóstrum",
10 como lo llamaban antiguamente los romanos, y lo 11
definen muchos de los pueblos y etnias que habi-
tan sus costas.

Las visitas, que Kurma y los de su especie hacían


a este mar, seguían siendo un misterio para los
biólogos marinos. Algunos de ellos sostenían que
Kurma y su familia, los Dermoquélidos, se aden-

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Y cuando son adultas y fértiles, vuelven para


poner sus huevos, haciendo en la arena con sus
patas, un agujero de ochenta centímetros de pro-
fundidad, que después cubren para proteger la
puesta.

Sin embargo, esta vez en su travesía por el mar


Mediterráneo, a Kurma le ocurrió un hecho inde-
seable y espantoso. Peor que aquél que le suce-
dió cuando se quedó ciega durante largo tiempo,
por culpa de la contaminación de las aguas mari-
nas cercanas a una plataforma petrolífera.
Ceguera de la que pudo sanarse gracias a las pro-
piedades curativas de las profundas y puras Cuando se comió la segunda, se dio cuenta que
aguas oceánicas, y a su magnífica capacidad para lo que se había tragado no era el rico manjar que
sumergirse en ellas. había pensado y comenzó a sentirse mal, pues
como era lógico no había manera de digerirlas.
Kurma se encontraba junto a la costa malagueña,
12 muy cerca de la ampulosa ciudad turística de Esta vez, hizo lo mismo que cuando se quedó 13
Marbella, cuando creyó ver un montón de hermo- ciega, y se sumergió en aguas más profundas
sas y exquisitas medusas, y entonces quiso darse para aliviar sus males; pero el efecto fue el con-
un banquete. Fue una decisión siniestra; pues trario y salió a la superficie para intentar mejorar
aquellas "hermosas medusas" resultaron ser en de su ahogo. Enferma, Kurma tomó la decisión de
realidad una cantidad enorme de bolsas de plás- volver al Atlántico. Si tenía que morir, quería estar
tico que flotaban a la deriva, igual que esos raros lo más cerca de la playa donde naciera, allá en
seres marinos. Méjico.

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Las fuertes corrientes del Estrecho de Gibraltar y todas las precauciones del mundo por si el animal
su estado de salud no le permitieron llegar dema- le pudiera atacar, empezó a tirar de la bolsa con
siado lejos, y se dejo llevar por el oleaje hasta los dedos, retirando la mano al instante para evi-
alcanzar una playa del pueblo de Barbate, muy tar un posible mordisco.
cerca del acantilado del Parque Natural de la
Breña. Sorprendidos, sus amigos admiraron la valentía
de Esteban, que en uno de esos tirones, logró
Y fue aquí donde la encontraron los niños, que sacarle un poco la bolsa maldita; lo que provocó
después de un rato junto a ella no salían de su que también ellos se armaran de valor y quisieran
asombro. ayudar a la tortuga gigante.

-Creo que está enferma. La bolsa de plástico que Fueron a acercarse más, pero entonces Kurma
tiene en la boca no la deja respirar- dijo Sergio hizo otra vez su ronquido y se movió casi un
acertadamente. metro, creando el pánico entre los niños, que se
escondieron detrás de una barca.
-Qué pena. Se va a morir-se lamentó Fede.
-Vámonos de aquí, que nos va a atacar-dijo teme-
-¿Qué podemos hacer por ella?- preguntó roso Fede-. Será mejor que se lo digamos a la
14 Esteban. Sergio y Fede no respondieron. Kurma policía local. 15
volvió a mover la cabeza hacia arriba con la bolsa
atascada en la boca como queriendo buscar el Pero Esteban no hizo caso y volvió a acercarse
aire que le faltaba; su rostro expresaba desespe- despacio a la criatura marina, y vio que ésta no
ración. expresaba ira en sus ojos, sino que le salía de sus
ojos un líquido viscoso, que él supuso que eran
De repente, en un reflejo de osadía, Esteban se lágrimas de agradecimiento. (Al menos así lo
acercó a la tortuga laúd y despacio, tomándose creyó Esteban.)

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-Tengo que seguir ayudándola- dijo-. Y volvió a co, dándole ánimo a la tortuga que parecía cola-
tirar de la asfixiante bolsa de plástico, esta vez borar.
con más confianza consiguiendo sacársela un
poquito más, mientras sus amigos seguían expec- La zona de playa en la que se encontraban no
tantes la acción, detrás de la barca. era de las más concurridas, puesto que tenía
difícil acceso para los coches; no obstante, cada
-Chico, déjame a mí, que soy veterinario-escucha- vez se fueron agrupando más curiosos, que se
ron decir detrás de ellos. Ninguno se había perca- quedaban asombrados con el enorme animal. La
tado de la proximidad de aquel hombre. Éste, concentración formaba cierta escandalera, que
observó a Kurma y dijo: -Se morirá si no le quita- el veterinario quiso evitar pidiendo silencio, para
mos la bolsa pronto. Voy a mi coche a por mis ins- poder concentrarse en la operación que estaba
trumentos. No hagas nada; sólo procura que esté realizando.
tranquila. Ahora vuelvo. Y no os preocupéis, esta
criatura no es peligrosa. Me vais a ayudar a sal-
varla ¿verdad?-

-Sí... Sí... Claro... dijeron emocionados.

16 El veterinario tardó poco tiempo en volver con un 17


maletín.

-No se ha movido. Bien; eso está bien-dijo sacan-


do unos instrumentos muy raros.

Y poco a poco, y con los niños como ayudantes,


le fue sacando minuciosamente la bolsa de plásti-

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-Si quieren ustedes ayudar, tráiganme algunas toa- La expectación era total, y ahora todos los allí
llas húmedas para que la tortuga no se deshidrate- reunidos se conjuraron para que la operación
pidió el especialista. Rápidamente trajeron varias saliese bien, mandándose callar unos a otros para
toallas mojadas y se las echaron encima a Kurma. respetar al máximo el trabajo del veterinario, que
demostraba otra vez su pericia. Pero la tortuga
Por fin se la sacó, y todos los allí presentes aplau- parecía sentir más esta intervención que la ante-
dieron entusiasmados. rior, y el sanador especialista pidió ayuda a los
bañistas para que la buena de Kurma permane-
-Un momento; que aún no podemos cantar victo-
ciera inmóvil.
ria- dijo el veterinario en tono inquietante.
-¡Bieeen!-exclamaron todos al unísono cuando el
(Recuerda lector, que Kurma se tragó dos bolsas,
veterinario enseñó, agarrada por unas pinzas, la
y la segunda le aparecía en la boca como una len-
segunda bolsa. Algunos abrazaron al doctor de
gua blanca burlona).
animales colmándolo de halagos; incluso uno de
ellos, al darle el abrazo, le dijo-:
-Umh, ésta va a resultar más complicada - se
lamentó-; pero tenemos suerte de que le sobre-
-Eres un mago-. A lo que, el ya famoso veterina-
salga un poco.
rio respondió con ironía: -Me ha descubierto
18
Lo que había pasado para suerte de nuestra tortuga usted, amigo; pero no he terminado-. Y cogió de 19

laúd, era que en su afán por digerirlas, sus podero- su maletín una especie de tubo negro, largo y
sos músculos del estómago habían provocado que elástico, conectado a un aparato electrónico, y
las bolsas se enredasen en el mismo, y cuando el con habilidad se lo metió por la boca a la tortuga.
veterinario le sacó la primera, tiró también de la Miró lo que el aparato le indicaba, y dijo.
segunda, que se quedó como ya se ha dicho.
-Perfecto. La sonda me indica que no tiene más
-Vamos a intentarlo-dijo con determinación. plástico en su estómago.

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Ahora tenemos que avisar a las autoridades para


que cuiden de este animal hasta que se reponga
y sea devuelto al mar.

Pero Kurma, aliviada y con fuerza, desbarató esos


planes. Pues al rato comenzó a caminar hacia el
mar, y no hubo quién pudiera pararla. Incluso
hubo gente que agarrado a ella, se metió en el
agua y se llevó más de una ahogadilla.

El veterinario temiendo por sus vidas y sabiendo


que la tortuga laúd se encontraba bien, ordenó:
-Déjenla-. Y la tortuga se perdió de vista al poco
tiempo.

Un coche de la policía local de Barbate apareció -No se ha escapado; se ha ido a su casa-rectificó


en la lejanía, y dos policías y dos personas de pai- el discípulo de Hipócrates.
sano se acercaron al tumulto y preguntaron por la
20 tortuga gigante. Las primeras palabras que las -Este señor ha sido el que la ha curado- dijo otro 21
autoridades oyeron fueron de Sergio diciéndoles, hombre. Las autoridades le dieron la mano, con-
que él y sus amigos habían sido los descubridores trariados por la "fuga" de la tortuga.
de la tortuga laúd.
Durante un tiempo no se habló de otra cosa en el
Después, uno de los hombres que habían ayuda- pueblo de Barbate. Pero como no hubo constan-
do al veterinario, les dijo que la tortuga se había cia gráfica ni televisiva del acontecimiento, había
escapado hacia el mar. quiénes decían que todo era un bulo.

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Muchos de los veraneantes iban a la playa donde Sí. Hay mucha y variada vida extra-terrestre que
había varado Kurma, y a los acantilados, para ver tenemos que proteger.
si por aquella zona marina aparecían otras tortu-
gas laúdes, cosa que no se produjo más aquel ¿Dónde?
verano.
Marinero en tierra. Pon tu granito de arena.
Esteban, Sergio y Fede, contaron casi a diario a
todos aquellos que les preguntaban, la historia
que les había sucedido con la legendaria tortuga,
lo que provocó que les asignaran un alias, llamán-
dolos: "Los Salvaores de Tortugas". Sobrenombre
que no les hacía mucha gracia, pues pensaban
que se lo decían con cachondeo. _________________

Sin embargo ellos se sentían orgullosos de haber FIN


ayudado a salvar a la tortuga laúd.

Pasaron quince días, y en Barbate prácticamente


22 se dejó de hablar de los acontecimientos protago- 23
nizados por los niños, y de aquel excelente vete-
rinario del que no se volvió a saber.

No obstante, en las mentes de los niños seguía


persistiendo la idea de que habían tenido un
encuentro con vida extraterrestre. Y en verdad
que no se equivocaban, porque...

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