La Invencion
de la Arquitectura
MANUEL J. MARTIN HERNANDEZ
CELESTE EDICIONESCAPITULO PRIMERO
Acerca de la ensenanza
de la arquitectura
@Qué es la Arquitectura? Probablemente esta pregunta no tenga hoy
sentido, como pasa con cualquiera que se haga en este momento sobre
Ja esencia de las cosas. Mies van der Rohe lleg6 a contar que al plan-
tear esa misma cuestidn le respondieron que no hiciera “preguntas
rontas”'. Mies, que, como también dijo, “buscaba su camino”, no
tuvo més remedio que encontrar la respuesta por si mismo y la apren-
dié —sigue diciendo— de “los edificios viejos, con su bella y sen-
cilla construccién, su maravillosa artesanfa, su hermosa proporcién,
su falta de sofisticacién”*. Y no sélo eso: querfa encontrar las rela-
ciones precisas entre la civilizacién, Ja cultura y la arquitectura; sabia
que la arquitectura era siempre la expresién de su tiempo (cel febens-
geftibl de la época, algo suficientemente claro ya desde la teorfa artis-
tica alemana de fines del siglo XIX) y, sobre todo, que cada época se
habfa hecho siempre la misma pregunta’. Francesco Dal Co, en su
estudio sobre Mies, ha dado con una clave: la verdad esta en la mis-
ma pregunta, cuya respuesta serfa, precisamente, “la infinita repe-
ticidn de la pregunta”
Ludwig Mies Van Der Robe: “Agradecimiento por la Royal Gold Medal” (1959)
en Excrites, Didlogos y Discursos, Galeria Yerba y otros eds., Murcia, 1981, p. 65,
* Dbidem.
* Véase la enorme cantidad de definiciones recogidas por Bruno Zevit
Avchitectura in nace, Aguilar, Madrid, 1969.
* Brancesco Dal Co: “Perfeccién: La Culeura de Mies a Través de sus Notas y
Escritos” en AA, VV.z Mies tun der Robe: su Arguitectura y sus Discfpalos, MOPU,
Madrid, 1987, p. 90.Si pregunta y respuesta coinciden, por tanto, en esa aparente para~
doja, Zcual serd el modo de ensefiar-aprender arquitectura, algo que
parece que s6lo se define preguntando? Evidentemente: enseando-
aprendiendo a hacerseexa pregunta. En el célebre didlogo placénico
sobre la arquitectura escrito por Paul Valéry, Fedro cuenta lo que
lehabfa dicho Eupalinos el arquitecto:*... cuanto mas medito sobre
mi arte, més lo ejerzo; cuanto més pienso y obro, més sufto y mas
‘me alegro como arquitecto ...""; construit, dir més adelante, es
construir-se, “conocerse asf mismo”, Puestos en ese punto, el apren-
» Paul Valéry: Eypalns oe argue (1921), Galeria Yerba y otros es, Murcia,
1982, p. 30,
2»
ACERCA DE LA ENSENANZA DE LA ARQUITECTURA
je de la arquitectura ¢no seguiré el camino conttario al tradi-
cional? Y en ese caso no serd necesario “educar-se” uno antes de
ponerse a construir"?
Quizd sea éste el momento de reflexionar sobre el modo en que
los grandes arquitectos de este siglo "se hicieron” como tales, Para
Adolf Loos, por ejemplo, América —es decie, Estados Unidos (que
visita y donde trabaja en variadas ocupaciones, entre 1893 y
1896)— se configuraba como la demostracién sobte un suelo vir-
gen de la posi lad de la izacién. El mito americano era “lo
otro” de Europa, el lugar donde, por fin, toda aspiracién de refor-
‘ma cultural y de nuevas ideas te
ica habia estado como
tanto debe La teorfa
profesor Gottfried Semper, a quien, por
de Loos) le habia provisto del bagaje éenico sul
tres afios americanos descubre —como dijo Richard Neutra, recor-
dando la estancia en la Feria de Chicago de aquel “oc.0so vienés de
aios’— otra manera de vivir y es a partir de ese descu-
iento” cuando imaginé toda una obra nueva. De hecho, hasta
importante ensayo Architektur de 1910, el grueso de sus escritos
i la cransformacién de las coseumbres en pos de una nueva
cultura de lo cotidiano. Esa idea del mundo s la que compartia con
neses: Altenberg, Kraus, Schdinberg. Todos ellos busca-
nguajes con que promover y explicar, desde cada una
nuevo mundo. Todo esto, como sabemos, Loos lo
Ileg6 a plasmar arquitecténicamente en una serie de dualidades
enfrentadas como arte-arquitectura, exterior-interior, volumen-
espacio u ornamento-mat por cierto, siempre del
segundo término de la paretecto: “No reci
‘Trabajé con
labra en el cal
bujar en un negocio de estu-
286 al estudio de Peter Behrens, con quien,
gran forma”; mientras canto, s¢ imponfa la presencia
si obsesiva, de las arq
La idea que Louis Kahn posefa acerca de la ciudad tuvo que
ja de la nifiez: “Una ciudad —
caminaa
ACERCA DE LA ENSERANZA DE LA ARQUITECTURA,
de ver algo que le dirs qué desea hacer durante toda su vida"’. En
sucaso,a diferencia de otros, la Escuela de Arquicectura fue impor-
cante (de hecho, lainfluencia Beaux-Arts —que en aquel momen-
0 era lo mismo que decis los dibujos de Choisy conocidos a través
de su profesor Paul Cret— fue admicida por el mismo Kahn); pero
el descubrimiento de lo que es “el gran suceso de la arquitectura”
(el momento en que “se implantan las columnas”, dird) lo hace en
tuno de sus viajes, plantado ante la arquitectura griega. La impor-
‘ancia que para Kahn tavieron los viajes se demuestra echando un
vistazo a sus dibujos de 1928-1929 (fecha de su primer viaje euro-
identificar alguna de las prefiguraciones que
mds tarde va a trasladar a su obra ®
Pero el gran viajero de la arquitectura fue, sin duda, Le Corbusier
Y la necesidad del viaje se justifica en su inagotable sed de mirar,
de mirar para aprender. En un apunce escrito en Cap Martin en 1963,
firma: "La clef c'est: regarder .. Regander | observer voir | imaginer |
inventor | crer”. En la pgina del caret correspondiente, los s
verbos se ordenan en un eje vertical descendente: para Le Corbusier,
la creacién, que nace de la imaginacién, se apoya en “los ojos que
ven” (y recordemos el bombardeo de imsigenes con que Le Corbusier
jo, escritura y
eran los ins-
s arqui-soe
tales dela Piazza d'Oro en la
{a influencia de aquellas experiencias"*, Con el tiempo, la capaci
dad de influencia en su arquitectura residird en cual
Corbusier dibujard con verdadera fr
Bs evidence que una reflexiGn como sta apenas habri servido de
(0 a arquitecto; en tanto que biogr
tales de los grandes maestros habrin sido
«aso, para ellos mismos, Pero a través de esas experiencias mat
lesa las insticuciones docentes de la época descubrieron, teniend
lad suficience pat ndamento de
guajes. Habia algo comin a todos ellos, algo en lo
muchos ati antes, EE, Viollet-Le-Duc para
o de la Beole des Beaux Arts:
ACERCA DE LA ENSESANZA DE LA ARQUITECTURA
la raz6n, ni la reflexidn sobre los problemas arquitect6nicos y su cons-
ttuibilidad, ni presupuestos realistas, ni culeura actualizada'’. Aun
‘no siendo el nuestro un panorama tan desalentador, habria que admi-
‘ieque hoy, como enconces, la ensefianza de la arquitectura esté inmer-
sa en un enorme simulacr, en fenémenos que Jean Baudrillard defi-
lo teal por los signos de lo real”, cuyo
cfecto seria la producci6n de “hiperrealidades”, algo que se traduce en
la prictica del “fingir tener lo que no se tiene” a eravés de dibujos.
yecto edificatorio, planeamiento territorial y urbano,
critica, construccién, control de la obra, ensefianza de la arquitec-
cura...) €5 siempre una intervencién sobre una realidad que acaba-
1 siendo ittemisiblemente transformada (es decir: conocida, mani-
pulada, innovada, trastocada, protegida). La intervencién arqui
lad reduce poco a poco el territorio de lo des-
‘imo de la comprensién de miltiples
experiencias acumuladas, casi siempre contradictorias, a través de
tuna serie de hipdtesis sucesivas que pueden ser construidas.
La idea de una enseftanza de la arq)
dad, es decir, de pensar la arqui
transmisible, Se sobreentienden, por tanto, unos principios genera-
les, una idea de regularidad, unas normas y leyes apodict
as en tor-
{elarquiceeo er teal quese ledestinaen una escue-
{que no se enedLAINVENCION DE LA ARQUITECTURA
onocids. Asi pasa con una serie de mater
téenicas" que atienden todo el
ivo—y configuran el peso espe-
cifico del tiempo dedicado al aprendizaje en nuestras escuelas, En cual-
‘quier cas, serra de tema en el que hacer in
bile, es decir construible, cualquier intervenci6n an
ero hay algo mis y esto ha venido a plantear
sdeconstruccisn. La diffrance de Jacques Derrida (concepto fundamental
de esta
regularidades (las presencia) cs importante,
lo es destacar las diferencias, Frente
-que,en su
momento, fundaments la aparicién de las Academias de las Arces
lade Arquitectura en el siglo XVI ysostuvo lu
10 todo su poder hasta bien entrado
(como una de las
és" que ceracteriza, quizs, una obra
” del cédigo y que, sobre todo, fun-
dlamenta toda fnerpretaciin”. De ese modo, pudierasuceder que cues-
tiones marginadas en lecturas anterores se conviertan para mi cn
cenurales: “la de-conseruccién —dice Dertida— no consiste en pasat
de un concepto aoteo sino en invertir