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LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO. IDENTIDAD Artige BARRIAL Y JERARQUIAS EN EL CENTRO HISTORICO DE LA CIUDAD DE MEXICO Ana Rosas Mantecén’ Introduccién A Io largo de las tiltimas décadas, la periferia de la ciudad de México ha conseguido una creciente importancia demografica, territorial y econémica, ademas de que se han ido formando mumerosos subcentros a lo largo de la zona metropolitana, No obstante, podemos reconocer todavia un drea central principal con una intensa combinacién de usos econdmicos, politicos y cultu- rales, dentro del centro histérico de la ciudad de México, dado que este con- centra la mayor densidad de monumentos histéricos no sélo del pais sino de ‘América Latina. Aqui es posible encontrar arqueolégicos y edificaciones co- loniales, varios de los principales museos de arte € historia, teatros, cines, parques, plazas y centros de especticulos de cardcter popular. El centro fue delimitado como zona de monumentos en 1980, con una superficie de 9.1 km’, dividida en dos perimetros a ser protegidos: el “A”, que corresponde a la ciudad desde sus orfgenes prehispdnicos hasta fines de la época colonial, y el “B", que comprende las ampliaciones de la ciudad hasta finales del siglo XIX. Ambos perimetros quedan comprendidos dentro de la Delegacién Cuauhtémoc y la Venustiano Carranza. El “A” representa * Departamento de Antropologia, Universidad AutGnoma Metropolitana (México). Versién modificada de la ponencia presentada en el Simpésio Interdisciplinar sobre Espaco e poder nas grandes metrépoles, otganizado por la Universidade Estadual de Campinas, Brasil Be 1999 HISTORIA SOCIAL Campinas - SP 36 LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS el drea primordial de protece zona de transicién n, reservando el uso y destino del “B” como Fotografia no. 1: El Zécalo es la plaza ms importante de Ia ciudad de México. Situ ‘ado en el corazén del Centro Hist6rico, alberga los edificios més importantes del gobierno federal, local y de fa Iglesia. De los diferentes usos del suelo que coexisten en el Centro Hist6rico, tuno de los que tiende a perder mas importancia ~ en provecho de las activi- dades terciarias, esto es, de servicios ~ es el habitacional, proceso que se refleja en el despoblamiento progresivo del area. Al igual que otros centros de grandes ciudades europeas y norteamericanas, el de la ciudad de México no ha cesado de perder habitantes desde mediados de siglo. Segiin estimaci- ones de Angel Mercado, el Centro Histérico perdié entre 1970 y 1990 més de la mitad de su poblacién: mientras en 1970 albergaba 349,062 habitantes, en 1990 habia disminuido a 189,905. La tendencia continia, pues un lustro ‘més tarde lo habitaban 163,100 personas (Mercado, 1997, p.5). ANA ROSAS MANTECON un CUADRO I: Evolucién demogréfica del Distrito Federal y las delegaciones ‘Cuauhtémoe y Venustiano Carranza Cuauhtémoe V.Carranza___| Distrito Federal 1950 1049,079 398,045 3,239,840 1960 | 1024,389 604,100 5,178,123, 1970 | 969,406 782,762 7,327,424 i9s0 | 843,283, 717221 9,165,136 1990 | 595,960 519,628 8,235,700 1995 | 540,382 485,600 8,481,800, Fuentes: ‘Afios 1950-1980: Instituto Nacional de Estadistica, Geografia e Informética (INEGI), Secretaria de Programacién y Presupuesto (SPP), Departamento del Distrito Federal (DDF), El Colegio de México, citados en Atlas de la ciudad de México:126, 318 y 266. Afios 1990-1995: INEGI, DDF, citados en Mercado, 1997, pS. EI proceso de despoblamiento est estrechamente vinculado a la dis- minucién de! rea de habitacin, La vivienda en monumentes no es una excepcién. De los inmuebles catalogados por el Instituto Nacional de Antro- pologia e Historia (INAH) en el perimetro “A”, alrededor de un millar cum- plieron originalmente la funcién de habitaci6n, A fines de los afios ochenta, cuando se publicé el Catélogo Nacional de Monumentos Histéricos corres- pondiente al Centro Histérico de la Ciudad de México, apenas un 65% con- servaba dicha funcién (en la mayoria de los casos en conjuncién con otros uusos) y el 35% restante la habia perdido por completo. De las 92 edificacio- nes hist6ricas que segufan siendo viviendas, sin uso mixto, para mediados de Ja década de los noventa tan s6lo una tercera parte continuaban como tales y otro tanto alternaban dicho uso con practicas terciarias'. " Los datos correspondientes a mediados de los noventa fueron obtenidos en recorri- dos por la zona. Ulises Cuevas y Luis Guillermo Feria, Informe de préctica de ‘campo, Departamento de Antropologia, 1994, 38 LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS De hecho, la historia de esta zona ha sido la de vastas construcciones que vieron transcurrir por ellas a ricos habitantes, que cedieron el paso a inquilinos menos afortunados, quienes a su vez son progresivamente expul- sados por la expansién de las actividades de comercio y servicios. Mientras los pobladores emigran a tugurios periféricos, tenemos un inmenso patrimo- nio edificado que se deteriora aceleradamente sin el uso habitacional que lo Fotografia no. 2 - Vecindad (también conocida como, conventillo) deteriorada, [ANA Rosas MANTECON 39 ‘mantenia en pie. Junto a la magnificencia de miltiples construcciones, des- taca la degradacién extendida de los edificios. La otrora ciudad de los pala- cios se ha venido convirtiendo peligrosamente en una ciudad en ruinas, tras la desaparicién 0 deformacién de buena parte de los testimonios arquitect6- nicos, sobre todo en la parte este, norte y sur, en donde se mantienen la vi enda y las actividades populares. Los actuales habitantes viven un agudo contraste entre una intensa vida diura y una escasa vida nocturna ~ ahora en transformacién por el reciente auge de la oferta de bares y discotecas -, situacién que propicia el vandalismo y la inseguridad También la pérdida de monumentos es vertiginosa. De los 768 mo- numentos catalogados por el Instituto Nacional de Antropologia e Historia ‘en 1934, 422 habjan sido demolidos para 1965 (Consejo del Centro Hist6ri- co de la ciudad de México, s/d, p. 3). Ni la delimitacién oficial de una zona de monumentos, ni la actuacién y registro de los mismos por parte de dife- rentes instituciones han logrado detener el fenémeno. El Estado y la conservacién del patrimonio: entre la sacralizacién y el desprecio No hay un acuerdo entre las instituciones involucradas en la conser- vacién del patrimonio en torno al ntimero y tipo de monumentos a ser prote- gidos. Cuando se delimité oficialmente el Centro Hist6rico, el decreto fue acompafiado de un listado de edificios considerados como monumentos hist6ricos, fundamentalmente por su valor y relevancia arquitect6nica. Sin embargo, gran cantidad de edificaciones utilizadas como viviendas no fue- ron incluidas en ese listado, sobre todo por el criterio monumentalista con el que fue elaborado, el cual desdefia las muestras de la arquitectura popular 4que, bajo otro criterio, podrfan ser tambien considerados parte del patrimo- nio del Centro Histérico, atin en el caso de las que no son evidencias tnieas, pero que se integran adecuadamente al conjunto arquitecténico y le dan su caricter peculiar a calles y barrios, 40. LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS. Si bien a nivel mundial ha ido en aumento el consenso en torno a la ampliacién del concepto de patrimonio cultural, para que comprenda no sélo lo producido en el pasado, sino también bienes culturales actuales, no sélo lo tangible (como los monumentos arquitecténicos) sino también lo intangible (como las tradiciones), y no s6lo los bienes producidos por las lites sino también lo popular. Actualmente encontramos que la ampliaci6n de la definicién de patrimonio no se ha correspondido con la legislacién ni con las politicas de conservacién. Por ejemplo, los monumentos artisticos (construidos en la primera mitad del siglo XX) no tienen un inventario mf- rnimamente aceptable y no gozan de los mismos criterios de proteccién que los monumentos histéricos (construfdos entre el siglo XVI y el XIX). Aun- que la ley contempla la categoria de proteccién de zona de monumentos histéricos (drea que comprende un conjunto de monumentos histéricos), y desde Ia aparicién de esta categoria se sentaron la bases para que el con- cepto de proteccién adquiriera una dimensién realmente urbanistica, en la prdctica tenemos una legislacidn que se limita a la defensa conservadora de Jos monumentos y que no plantea estrategias y recursos para su insercién econdmica y social dentro del conjunto del espacio central (Coulomb y Sua rez Parey6n, en Direccién de Monumentos Hist6ricos Il, 1985, p. 95). Las politicas estatales de proteccién de monumentos también han estado regidas por los mismos criterios monumentalistas. Como ha apunta- do Jerome Monnet, la accién del Estado en el Centro Histérico ha tenido un doble aspecto, “de sacralizacién puntual de una parte y, de otra, remodela- cién funcional” (Monnet, 1995, p.269-270). En la busqueda de legitimacién a través de la utilizacién de determinados espacios (como el Zécalo y el ‘Templo Mayor, por ejemplo), el Estado ha sacralizado funciones y jerarqui- as que, por otra parte, le han permitido legitimar 0 excluir otros usos. Uno de los que ha sido mas desdefiado ha sido el habitacional. En otras ocasi nes, las intervenciones puiblicas en ta zona han sido realizadas desde una ica desinteresada por los efectos sociales de las obras perspectiva tecnoer de regeneracién y readecuac in funcional de determinados espacios. ‘ANA ROSAS MANTECON 41 Una y otra vez se ha hecho patente el desprecio por la conservacién de los inmuebles histéricos o artisticos con funcién de vivienda, Pasaron sobre ellos ta apertura y prolongacién de calles, la construccién de conjun- tos de multifamiliares, y atin, en coyunturas especialmente favorables para la rehabilitacién como fue Ia postsismica, fueron desatendidos en su mayo- ria, Las intervenciones sobre las edificaciones no consideradas monumen- tales se han restringido, en el mejor de los casos (s6lo dan créditos a propi- etarios cuya vivienda no tenga un nivel de deterioro avanzado), al remoza- miento de fachadas, asf como obras de impermeal La posibi Popular iidad de cambiar: el programa de Renovacién Habitacional El programa de Rehabilitacién Habitacional Popular (RHP), instru- mentado con posterioridad a los sismos de 1985, fue una experiencia que puso a prueba las posibilidades de abordar conjuntamente los problemas de habitacién y el patrimonio historico. Si bien se concentré fundamentalmente cn la construccién de vivienda nueva, impuls6 la rehabilitaci6n de cerca de setenta monumentos utilizados para la habitacién y el pequeiio comercio. No obstante su limitado rango de accién? atendié apenas al 9% de los monu- mentos que se utilizan como vivienda (RHP, 1988, p. 39 y Ortega, 1987, p. 148 y 150) -, Renovacién Habitacional Popular demostré las posibilidades de incluir a los monumentos en los programas habitacionales de carécter masivo realizados por el Estado. 2 Renovacién Habitacional Popular atendié no s6lo edificios histéricos. Acords trabajar con 102 inmuebles protegidos por el INBA por su valor artstico, consttuf- os a partir de 1900: 45 se demolieron totalmente, 18 parcialmente -conservando la fachada- y la primera crujfa también en 18, y sélo 21 recibieron rehabilitacién total (RHP, 1988, p.73). 42. LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS .. ™ Fotografia no.3 ~ Vecindad rehabilitada después de los sismos. ANA ROSAS MANTECON 4B EL Instituto Nacional de Antropotogia e Historia (encargado del pa- trimonio arqueolégico ¢ hist6rico) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (encargado del artistico) se vieron obligados a enfrentar situaciones inéditas ante la catéstrofe de 1985. Los limitados recursos de estas instituciones im- pedian emprender directamente la restauracién rehabilitacién de inmue- bles, dependian del financiamiento de otras instituciones piiblicas 0 de esca- sas iniciativas del sector privado (Coulomb, 1991). Tuvieron la posibilidad de cuestionar el monumentalismo que ha dominado las politicas de inter- vencién sobre el patrimono en mas de un sentido: en primer lugar, el INAH pudo cuestionar los criterios de catalogacién e incluir en las obras financia- das por RHP edificaciones que no estaban oficialmente reconocidas como monumentos. Con el argumento de que se integraban adecuadamente al ccontexto general de la zona, logré que se intervinieran 24 edificaciones que habfan quedado originalmente fuera del Decreto de 1980. En segundo lugar, la intervencién del INAH tuvo que adaptarse a las limitaciones econ6micas y a un programa de dimensiones plenamente urba- nisticas, con participacién de tos habitantes. Para los edificios en que se opt6 por mantener el uso de habitacién, el trabajo de restauracién estricta hubiera sido altamente costoso y sumamente demorado, por lo que se opts por un enfoque que preservara la integridad fisica y la imagen pero que permitiera garantizar su estabilidad y adecuado funcionamiento. Se opt6 por la rehabilitacién’, esto es, intervencién arquitecténica sin investigacién * Se limpiaron los edificios de todas las construcciones adosadas que se le habian ido afadiendo con el tiempo, bloqueando y desfigurando patios y corredores. Adicio nalmente se reestructuré la disposicién de las viviendas, cuidando que en ningiin ‘caso el drea resultante fuera inferior a 40m? por familia y que cada casa tuviera bao y cocina integrados. Posteriormente se consolidaron muros y techos. En otros ‘casos, cuando el monumento estaba en muy mal estado o habia sufrido tantas trans- Tormaciones y adiciones que resultaba imposible devolverle su forma original, se ‘opt6 por preservar la primera crujfa y se demolié el resto del inmueble para cons- truir vivienda nueva con los criterios normales det programa. Finalmente, en un tercer tipo de casos, por las condiciones del inmueble se preserv6 tan sélo la facha- dda del monumento para construir detras vivienda nueva con los prototipos de RHP (REP, 1988), 44 LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS previa, con sustitucién de materiales y sistemas tradicionales por industriali- zados, subdivisién de los espacios interiores en funcién de las necesidades de los moradores, recuperacién de Ia fachada hasta donde fuera posible y la eli- minacién de los tratamientos detallados de la omamentacién. Con este nuevo criterio se conservé a la gente en sus barrios tradicionales y se restaurd un mayor nimero de inmuebles que los intervenidos en las varias d&cadas de vigencia de las leyes y decretos de proteccién al Centro Historico (RHP, 1988). icultad de conservar Dentro de la problemitica general que enfrentan los ahora condémi- nos, el mantenimiento de los edificios rehabilitados ocupa el sitio principal. Son los nuevos propietarios los que tienen que realizar y organizar todo Yo referente a la conservacién cotidiana y de mediano plazo, ya que en general las autoridades del Centro Histérico se han desentendido de la cuestién y s6lo en contados casos han sufragado los gastos de mano de obra en pintura de muros exteriores ¢ interiores. Ya para 1993, afio en que aplicamos nues- tra primera encuesta, una tercera parte de las vecindades rehabilitadas se encontraba en regulares condiciones y un 14% en franco deterioro. En la iiltima encuesta aplicada (1995) la situacién de las edificaciones era muy similar. Por lo que toca al interior de las viviendas, se pudo observar que tuna quinta parte mostraba regulares condiciones de mantenimiento y un 5.5% dificultades mayores. ‘Sin dejar de considerar la mala calidad de los materiales utilizados en la remodelacién de ciertos inmuebles o la posible corrupeién por parte de algunas constructoras al realizar sus obras, la conservacién del patrimonio rehabilitado por Renovacién Habitacional Popular se ha enfrentado a diver- sas dificultades, en primer lugar, econdmicas, sobre todo si consideramos los elevados costos de conservacién de un inmueble histérico. Sin pretender abordar la complejidad del problema de la conserva- cién, centraremos ahora nuestro anélisis en el papel de las representaciones ‘ANA ROSAS MANTECON 45 del patrimonio en Ia disposicién a mantenerlo por parte de sus habitantes*. La rehabilitacién y el cambio de propiedad no garantiza dicha disposicién Un problema recurrente, por ejemplo, es la ausencia de pago de las cuotas mensuales para el mantenimiento, Mientras en algunos casos la falta de aportacién esté directamente relacionada con la frugalidad o eventualidad de los ingresos familiares, en las encuestas se reports también la negativa de algunos a involucrarse en las labores de mantenimiento. Uno de los principales escollos para el pleno involucramiento de los nuevos propietarios en la conservacién de sus inmuebles radica en que, no obstante que el proceso de rehabilitacién propicié una revaloracién del pa- trimonio habitacional, ésta fue en cierta manera incompleta. Por revalora- cién incompleta hacemos referencia no s6lo a que apenas un sector de los condéminos ha sido participe de ella, sino a que no se ha transformado si- gnificativamente la jerarquia simbélica del patrimonio — compartida por diferentes sectores sociales — que, en términos generales, valora el monu- mental sobre el popular, como mostraremos enseguida. Mientras no se dé una revaloracién integral del patrimonio cultural, se dificultara la dispo: cién colectiva para la inversi6n de tiempo y recursos en conservacién, Por vivir en quinto patio: las jerarquias simbéticas del patrimonio Jerome Monnet asegura en su investigacién sobre los usos ¢ imagenes del Centro Histérico, que en el complejo imaginario asociado con esta zona “Bl estudio de este caso fue producto de la puesta en préctica de técnicas de investi- gaciGn cuantitativas, como la encuesta, y cualitativas, como la entrevista y el uso de imagenes fotograficas para favorecer Ia verbalizacién de una problemética no siempre facil de explicitar. Gracias al procesamiento y andlisis estadistico de ta en- ccuesta impulsada por Renovacién Habitacional Popular en los monumentos hist6ri- ccos a ser rehabilitados (1985), asf como a la propia reatizacién de otras dos (una en 1993 y otra en 1995), pudimos acercarnos al conocimiento de esta parte de los ha- bitantes de monumentos hist6ricos y de su situacisn antes y después de la rehabili- tacién. 46. LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS hay una visién muy positiva sobre su patrimonio (1995, p.177-178). De he- cho, a nivel general, funciona como el punto de teferencia urbano por exce~ lencia, acumulando una dimensin simbélica tal, que al interrogar a los ha- bitantes de las vecindades rehabilitadas, por los lugares a los que Hevarfan a pasear a un visitante, el 60% mencionaron espacios comprendidos en su perimetro. Si bien es innegable esta valoracién positiva general del conjunto mo- numental, una mirada mds atenta nos permite vislumbrar que en ese con- junto reconocido no se incluye todo el pattimonio. Habria que precisar tal vvez que si se incluye, pero de manera jerarquizada: tiende a valorarse mas lo prehispénico que lo colonial, to arquitecténico que lo intangible, lo monu- mental que lo popular. Con los decretos expropiatorios y la creaciGn del programa de RHP, la situacidn para diversos damnificados del Centro Histé. 0 cambié radicalmente: se abrié la posibilidad de transformarse en propi- cetarios de una vivienda nueva o rehabilitada, y dejar de ser inquilinos de las vituperadas vecindades, esas casonas coloniales 0 des abandonadas por su duefios originales, habfan sido subdi en alguiler como habitacién colectiva. Por lo que respecta a los habitantes de las vecindades catalogadas como monumentos histéricos por el Instituto Nacional de Antropologia e Historia (INAH), ante la posibilidad de rehabi- Titacién de la vivienda o construceién de una nueva, en un primer momento Ja opinién mayoritaria se inclinaba por la no permanencia en los edificios y la adquisicién de vivienda nueva. La opcién por la vivienda nueva aparecta como la mas segura en el marco de la reconstruccién postsfsmica: dominaba el escepticismo por la falta de mantenimiento a los edificios y el estado de abandono en que se encontraban, asf como por las dificultades que interponia Renovacién Ha~ bitacional Popular para rehabilitar. Resultan ilustrativas al respecto algunas afirmaciones de habitantes de vecindades ahora rehabilitadas: = “Nosotros no sabiamos del valor arquitecténico de la vecindad. La vetamos fatal, considerdbamos que no valia la pena arreglarla” ANA ROSAS MANTECON 47 = “2Qué es un monumento histérico? No lo sabiamos. Conociamos las pirdmides de Teotihuacén, Nosotros de- ciamos: esta es una simple vecindad, no un monumento”. = “La mayoria queria que se tirara. Dilatamos mucho para llegar a un acuerdo” En las primeras etapas de la investigacién, la preferencia por la vivi enda nueva la interpretamos como parte de una desvaloracién o rechazo a lo viejo, lo pasado, La iltima encuesta que realizamos nos permite matizar esa posicién, ya que el rechazo parece darse especfficamente a la representacién de la vecindad y a lo que ha venido simbolizando histéricamente y no a su cardcter de antigitedad. No deja de sorprender a los habitantes del Centro Histérico, reflexiona Carlos Monsivais, que lo que se les presenta como el patrimonio a rescatar coincida con las derruidas vecindades, emblema del México premoderno y uno de los primeros a ser cuestionados en el examen de los mitos de la pobreza. Este tipo de edificaciones fue sujeto de eritica social desde fines del siglo pasado, por sus condiciones higiénico-sanitarias y hacinamiento; su mala fama fue explotada primero por la novela y, poste~ riormente, por la radio y el cine. Como ha mostrado Anahi Ballent, en con- traposicién a las vecindades, se fue oponiendo, desde los afios cuarenta de este siglo, a los multifamiliares, que representaban el ideal moderno del habitar para los sectores que no podfan acceder a la vivienda unifamiliar: Los multifamiliares fueron propuestos como el reemplazo ideal de las vecindades, ya que su transformacién parcial no podia ser pensada: todos los males sociales habitaban allt. Asi, en los aiios cuarenta, los multifamiliares fueron pensados inicialmente como un instrumento de saneamiento de las dreas donde se localizaban las vecindades (Ballent, 1998). Encontramos que en Ia jerarquia del patrimonio que comparten los ha- bitantes de vecindades rehabilitadas uno de los ejes més claramente identifica- bles es el prehispinico-colonial. Al exponerles el caso de las excavaciones del ‘Templo Mayor, les preguntamos su parecer acerca de la demolicién ~ realiza- da por el gobierno ~ de edificios coloniales y el 70% estuvo de acuerdo, ar- 48. LAS REPRESENTACIONES DEL PATRIMONIO: IDENTIDAD BARRIAL Y JERARQUIAS, ‘gumentando que vale la pena evidenciar “la historia més antigua”, que “es més mexicano lo arqueolégico” y que el deterioro era “inevitable”, Encon- tramos las huellas del proyecto nacionalista que finalmente triunfé hace un Fotografia no. 4: Zona arqueolégica del Templo Mayor. Para su develacién fue

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