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T.

Petkoff Vs ALaN Woods Adivine Ud quieN es el Burro amarrado…

PetKoff Escribe:

El más reciente asesor político de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y trotskista.
Desde los tiempos en que el Gran Ideólogo se inspiraba en el famoso Oráculo del
Guerrero, que no mencionó más nunca después que Boris Izaguirre hizo público que se
trataba de una suerte de breviario gay, Chacumbele ha contado con los más
disparatados y contradictorios “asesores”.
Primero fue el argentino Norberto Ceresole, quien terminó botado del país cuando
Miquilena alertó a Chávez acerca de las ideas nazifascistas y antisemitas de tal
“teórico”. Pero Chacu le compró algo de su quincalla: la idea antidemocrática de la
relación directa del líder con el pueblo, prescindiendo de cualquier mediación
institucional que no fuera la Fuerza Armada. Líder, Pueblo, Ejército: eso le encantó.
Luego fue un charlatán alemán, Heinz Dieterich, inventor del concepto “socialismo del
siglo XXI”, que el tal Woods considera (y en eso habría que darle la razón) que “tiene
una gran ventaja, ¡nadie tiene la más mínima idea de lo que eso significa!” Lanzado
Dieterich al pote de la basura, no se sabe bien por qué, Chacumbele cogió un
sarampión con el marxista húngaro Istvan Meszaros, traducido por Jorge Giordani.
No ha vuelto a mentar a Meszaros, porque ha acogido como nuevo mentor “espiritual”
al trotsko Alan Woods, que lo ha obligado a “asumir el marxismo y el leninismo”.
Woods, aparentemente, lo convenció de que en lugar de seguirse caletreando el
pesado ladrillo de Meszaros le salía leerse el propio clásico de Karl Marx, El Capital,
pero, de paso, en una traducción mejor que la que le regaló Alí Rodríguez.
Woods es un reivindicador del “marxismo-leninismo” y seguramente espera que muy
pronto su pupilo se declare como tal y no como un mero “marxista”.El primer paso fue
“asumir” el marxismo y recomendar la lectura de un folleto de Lenin, El Estado y la
Revolución. Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de
la URSS; unas ánimas solas, que andan buscando patrocinador, para seguir
pontificando sobre el “marxismo-leninismo” y “la revolución” desde sus púlpitos
polvorientos y cruzados de telarañas.
Ni una sola palabra de las que dice contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se
jacta de ser apenas un salmodiador de clichés, con la excusa de que la rueda ya fue
inventada y él no va a crear nada nuevo, porque ya todo está dicho en el “marxismo-
leninismo”
El “marxismo-leninismo” terminó siendo una pesada guaratara ideológica que los
supuestos dueños de la Verdad, los comunistas, lanzaban a las cabezas que se atrevían
a pensar por cuenta propia. Con esas antiguallas de Alan Woods no se puede construir
una nueva sociedad sino hacer aún más gorda la tremenda torta que está poniendo
Chacumbele. Es como confundir la astronomía con la astrología o creer que la Tierra es
plana.

Responde Alan Woods:

Estimado Teodoro Petkoff,

Leí con gran sorpresa su artículo del 2 de marzo, en el que presenta un cuadro
totalmente incorrecto tanto de las ideas que defiendo como de mi relación con el
Presidente Chávez. Usted empieza su artículo diciendo: “El más reciente asesor político
de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y trotskista”.
En la primera frase usted comete dos errores. ¡No está mal para empezar! En primer
lugar, Alan Woods no es inglés sino galés. En segundo lugar Alan Woods nunca ha sido
requerido como asesor del Presidente Chávez. Sin embargo, según usted, no sólo soy
asesor del Presidente, sino también su “nuevo mentor ‘espiritual’”, algo que ni siquiera
sé lo que significa.
Quizás no se ha dado cuenta que vivo en Londres y no en Caracas. En las ocasiones en
que he visitado esa ciudad, he tenido algunas conversaciones con el Presidente, pero
ese es todo el contacto directo que ha habido entre nosotros. La última vez que le vi
fue en Copenhagen en diciembre, pero literalmente sólo por unos minutos, ya que las
“democráticas” autoridades danesas sabotearon la reunión que estaba prevista con
sindicalistas daneses, en la que yo estaba presente.
Es cierto que el Presidente Chávez en más de una ocasión ha recomendado mis libros,
específicamente Razón y Revolución y más recientemente Reformismo o Revolución,
que, por las citas en su artículo, parece que también usted ha leído. Este segundo libro
contiene una crítica a las ideas reformistas que defiende Heinz Dieterich. Usted
también critica a Dieterich, pero está claro que lo hacemos desde dos extremos
opuestos del espectro político y por razones totalmente diferentes.
Obviamente, me complace que mis libros hayan sido recomendados por el Presidente,
que es uno de los pocos dirigentes políticos del mundo que tiene un interés por las
ideas y la lectura. Creo que hubo un tiempo en el que incluso usted leía libros
marxistas. Pero asumo que en el pasado más reciente se habrá sentido más cómodo
en la compañía de George Bush, que sólo ha leído el Primer Libro del Génesis, y ni
siquiera lo terminó.
Usted añade que el
“trotsko Alan Woods, […] le ha obligado [a Chávez] a ‘asumir el marxismo y el
leninismo’. Woods, aparentemente, le convenció de que en lugar de seguirse
caletreando el pesado ladrillo de Meszaros le salía leerse el propio clásico de Karl Marx,
El Capital, pero, de paso, en una traducción mejor que la que le regaló Alí Rodríguez”.
Por supuesto que recomendaría la lectura de El Capital de Marx a cualquiera, pero
nunca he tenido ocasión de recomendárselo al Presidente Chávez. Esta es una más de
las invenciones de su creativa imaginación. Tampoco tiene ninguna base la afirmación
de que yo obligué al Presidente de Venezuela a “asumir el marxismo y el leninismo”.
Cualquier que sepa algo sobre Hugo Chávez, sabrá que no es fácil obligarle a hacer
nada.
Usted dice que: “Woods es un reivindicador del ‘marxismo-leninismo’ y seguramente
espera que muy pronto su pupilo se declare como tal y no como un mero ‘marxista’”.
Presentar al Presidente Chávez como un pupilo mío, o de cualquier otro, es otro intento
de implicar que es un hombre sin inteligencia ni opiniones propias. Es más, lo que se
insinúa es que el Presidente está controlado por un extranjero. Yo podría responder
que la oposición venezolana ciertamente está controlada por extranjeros… en
Washington. Pero eso es totalmente falso en el caso del Presidente Chávez.
Lo cierto es que tiene opiniones propias bastante fuertes, y no es pupilo de nadie ni se
subordina a nadie. Chávez es un hombre que escucha, lee y aprende. De las
conversaciones con diferentes personas y de sus propias lecturas extensas se forma
una opinión y decide. Rechaza unas ideas y abraza otras. Sus puntos de vista han
evolucionado gradualmente sobre la base de la experiencia. Lo mismo se puede decir
de millones de hombres y mujeres para quienes los últimos diez años han sido una
amplia escuela en la que han aprendido más que en cualquier otro momento. Ha
habido errores y giros equivocados, pero al final, los instintos revolucionarios de las
masas han demostrado ser un compás firme que apunta en una sola dirección: la
necesidad de un cambio fundamental. Esto es lo que preocupa a la clase que usted
representa.
El tono irónico y jocoso de su artículo es una máscara que esconde una profunda
preocupación por la evolución política tanto del Presidente Chávez como del
movimiento que dirige. Lo que usted no puede entender o aceptar es que la evolución
política de Hugo Chávez sea el resultado de conclusiones que ha sacado de su propia
experiencia de la revolución misma. El motivo de sus quejas es que Hugo Chávez ha
evolucionado políticamente, y que esa evolución ha sido hacia la izquierda, reflejando
el movimiento hacia la izquierda de las propias masas. Este hecho se puede expresar
en el auge y caída, no sólo de los asesores del Presidente, sino también de los partidos,
dirigentes y tendencias en el movimiento bolivariano. Tales cambios se han observado
siempre en cualquier revolución en la historia.
Permítame citar lo que el gran revolucionario ruso León Trotsky dijo al respecto:
“Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad nueva, sino
con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja.
Sólo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político, programa que, sin
embargo, necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la
aprobación de las masas. El proceso político fundamental de una revolución consiste
precisamente en que esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la crisis
social en que las masas se orientan de un modo activo por el método de las
aproximaciones sucesivas. Las distintas etapas del proceso revolucionario,
consolidadas pro el desplazamiento de unos partidos por otros cada vez más extremos,
señalan la presión creciente de las masas hacia la izquierda, hasta que el impulso
adquirido por el movimiento tropieza con obstáculos objetivos. Entonces comienza la
reacción: decepción de ciertos sectores de la clase revolucionaria, difusión del
indeferentismo y consiguiente consolidación de las posiciones adquiridas por las
fuerzas contrarrevolucionarHistoria de la Revolución Rusa, prólogo)
Estas líneas expresan perfectamente el proceso que se ha desarrollado en Venezuela
durante más de una década. En un primer momento, el movimiento bolivariano carecía
de un programa revolucionario e ideología coherente. No avanzaba el objetivo de la
transformació
Usted dice: “Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de
la URSS; unas ánimas solas que andan buscando patrocinador para seguir pontificando
sobre el ‘marxismo-leninismo’ y ‘la revolución’ desde sus púlpitos polvorientos y
cruzados de telarañas”. Y luego afirma que el marxismo y el leninismo son lo mismo
que el estalinismo. Por lo tanto, asume que el sistema que yo defiendo es el que existió
en la URSS antes de 1990. Eso es completamente falso.
Si se hubiera tomado la molestia de leer lo que he escrito en los últimos 50 años,
estaría enterado de que nunca he defendido ese sistema, y que siempre me he
opuesto al estalinismo. ¿Acaso usted puede decir lo mismo? El intento de asociar la
idea de una democracia obrera defendida por Lenin y Trotsky con el régimen totalitario
de Stalin y sus herederos es una distorsión que no tiene ninguna base, ni en la teoría
marxista ni en los hechos.
El estalinismo y el bolchevismo son mutuamente excluyentes. Y eso se puede
demostrar de manera simple con el siguiente hecho: para poder consolidar su
dictadura, Stalin tuvo que exterminar a todos los viejos dirigentes bolcheviques,
incluyendo a Trotsky. Un río de sangre separa el estalinismo del leninismo. Por lo tanto
es bastante divertido leer que “ni una sola palabra de las que [Alan Woods] dice
contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se jacta de ser apenas un
salmodiador de clichés...”
Usted sabrá, por supuesto, que todo lo que ha escrito sobre la supuesta identidad entre
el leninismo y el estalinismo es simplemente una repetición de un cliché repetido ya
mil veces anteriormente. Ciertamente no hay una sola palabra de las que usted
profiere que contenga una idea nueva o renovadora. Es más, lo que dice es falso.
En los últimos 20 años, los enemigos del socialismo no se han cansado de repetir la
misma mentira: que el colapso de la Unión Soviética representa el fin del socialismo (e
incluso el fin de la historia). Pero lo que fracasó en la URSS no era en absoluto el
socialismo tal y como Marx o Lenin lo hubieran entendido. Lo que fracasó fue una
caricatura totalitaria y burocrática del socialismo.
El socialismo es democrático o no es nada. Nosotros defendemos la democracia: una
auténtica democracia en la que los millones de obreros y campesinos, que son la
aplastante mayoría en Venezuela y otros países, tomen control de la gestión de la
sociedad a todos los niveles: de las fábricas, la tierra y el Estado. Este es precisamente
el mensaje en el libro de Lenin El estado y la revolución, que Chávez citó en la apertura
del congreso extraordinario del PSUV (sin necesidad de que yo le obligara).
“Con esas antiguallas de Alan Woods no se puede construir una nueva sociedad sino
hacer aún más gorda la tremenda torta que está poniendo Chacumbele. Es como
confundir la astronomía con la astrología o creer que la Tierra es plana”.
Las ideas del marxismo son “antiguallas”. Disculpe, pero esto no es precisamente una
idea nueva ni renovadora. Ha sido repetida insistentemente en los últimos 150 años, y
todavía se sigue repitiendo. Uno se pregunta, ¿¡por qué se molestan!? Si el marxismo
realmente está muerto, ¿por qué no dejarle que descanse en paz? ¿Por qué tanta
preocupación por una idea que es una antigualla?
Lo que es realmente una antigualla, señor Petkoff, es el sistema capitalista, la llamada
“economía de libre mercado” que se encuentra en una crisis sin precedentes a escala
mundial. Es suficiente señalar que en este momento los grandes bancos y las grandes
empresas en los EE.UU. y en los demás países capitalistas sólo sobreviven porque se
aguantan en las muletas del Estado. Se han entregado billones de dinero de los
contribuyentes a los bancos, mientras se afirma que no hay dinero para las pensiones,
hospitales o escuelas.
Por cierto, veinte años después de la caída del Muro de Berlín, El Capital de Marx es de
nuevo un éxito de ventas en Alemania. Evidentemente Alan Woods y Hugo Chávez no
son los únicos en todo el mundo en interesarse por estas “antiguallas”. Y la verdad es
que estas ideas ofrecen una explicación mejor del mundo moderno que las de todos los
economistas y políticos burgueses juntos.
Muy gentilmente nos da lecciones sobre cómo construir una nueva sociedad. Pero la
oposición a la que pertenece no está en absoluto a favor de construir una nueva
sociedad. Al contrario, quiere arrastrar a Venezuela al pasado, desmantelar todas las
reformas sociales y democráticas de los últimos diez años que han dado esperanza a
millones de ciudadanos venezolanos que estaban excluidos, marginados, engañados y
explotados bajo el viejo régimen.
Bajo la falsa “democracia” de la IV República, el pueblo tenía el derecho a votar por los
candidatos de dos partidos que tenían nombres diferentes pero representaban los
mismos intereses de clase –los intereses de un puñado de familias ricas que
consideraban a Venezuela como su propiedad privada–. ¿Acaso hemos olvidado el
Caracazo, cuando el gran “demócrata” Carlos Andrés Pérez ordenó al ejército disparar
sobre hombres y mujeres desarmados en las calles de Caracas? ¿Es esa la nueva
sociedad que ofrecen?
Si hay problemas en Venezuela no es porque la revolución haya ido demasiado lejos,
sino porque no ha avanzado todavía suficientemente. Para poner fin al desempleo, la
inflación y el caos hay que expropiar a la oligarquía, nacionalizar la tierra, la banca y
las grandes industrias, para crear una economía socialista planificada
democráticamente.
Es irónico leer hoy las protestas “democráticas” de la oposición venezolana. Ustedes
son los mismos que organizaron el golpe contrarrevolucionardime con quién andas y te
diré quién eres.
Londres, 10 de marzo 2010

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