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A fin de cuentas, la felicidad se concibe según la vida de cada uno, aunque destaca tres que parecen hegemonizar en la sociedad:
1. Vida voluptuosa: es toda la multitud y el vulgo que aman el placer.
2. La vida política: De espíritus selectos y hombres de acción, éstos equiparan la felicidad con el honor.
3. La vida contemplativa.
Debido a que el bien supremo debe ser algo difícil de obtener y de quitar, Aristóteles descarta la vida voluptuosa, ya que la riqueza puede ser adquirida fácilmente como arrebatada fácilmente.
La vida política también tiene un carácter superficial, pues el honor radica más en quien lo da, que en quien lo recibe, además muchos buscan el honor con el único fin de convencerse de su propia virtud.
A fin de cuentas, la felicidad se concibe según la vida de cada uno, aunque destaca tres que parecen hegemonizar en la sociedad:
1. Vida voluptuosa: es toda la multitud y el vulgo que aman el placer.
2. La vida política: De espíritus selectos y hombres de acción, éstos equiparan la felicidad con el honor.
3. La vida contemplativa.
Debido a que el bien supremo debe ser algo difícil de obtener y de quitar, Aristóteles descarta la vida voluptuosa, ya que la riqueza puede ser adquirida fácilmente como arrebatada fácilmente.
La vida política también tiene un carácter superficial, pues el honor radica más en quien lo da, que en quien lo recibe, además muchos buscan el honor con el único fin de convencerse de su propia virtud.
A fin de cuentas, la felicidad se concibe según la vida de cada uno, aunque destaca tres que parecen hegemonizar en la sociedad:
1. Vida voluptuosa: es toda la multitud y el vulgo que aman el placer.
2. La vida política: De espíritus selectos y hombres de acción, éstos equiparan la felicidad con el honor.
3. La vida contemplativa.
Debido a que el bien supremo debe ser algo difícil de obtener y de quitar, Aristóteles descarta la vida voluptuosa, ya que la riqueza puede ser adquirida fácilmente como arrebatada fácilmente.
La vida política también tiene un carácter superficial, pues el honor radica más en quien lo da, que en quien lo recibe, además muchos buscan el honor con el único fin de convencerse de su propia virtud.