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Toledo es una ciudad milenaria cuyo origen se

pierde entre la historia y la leyenda. Su originalidad


y belleza le asemejan a un libro de arte, cuyas
páginas es un placer abrirlas para gozar del deleite
de sus iglesias, mezquitas, sinagogas, conventos,
puentes, murallas y edificios emblemáticos.
Forjada por romanos, visigodos, árabes, judíos y
cristianos, guarda celosamente las huellas de su
pasado. Desde  lo alto de una gran roca, observa
cómo el Tajo la circunda  blasonando su  poderío y
gallardía de ciudad imperial.
Su casco urbano custodia todavía hoy el tiempo y
la historia entre sus calles angostas y empedradas.
Celosa de sus tradiciones, ha sabido mantener a lo
largo de los siglos, ese espíritu de antigüedad que
el trascurrir del  tiempo ha depositado en ella.
Vista general a principios del siglo XX
Alcazar de Toledo—Foto: Max Junghaendel- 1887-89
Alcazar de Toledo a
principios del siglo XX
Aguador en el Tajo al
fondo San Juan de los
Reyes y el puente de San
Martin

Aguadores en el Cobertizo
de San Miguel-1925
El Arrabal –Foto: Arnold Genth- 1904.jpg
AZACANES EN LA CALLE DEL ANGEL

Toledo es una hoguera. Cada piedra


es un pequeño corazón en llamas.
En fachadas gastadas por la usura
del tiempo arden ladrillos aljamiados
y arden las cúpulas y los cimborrios
como antiguas ofrendas expiatorias
de vitrales de iglesias encendidas,
y las arduas maderas del mozárabe
y los profundos patios entrañables
y los ojos sin luz de las estatuas
y las ojivas y las claraboyas…
Azacán en la puerta de
Alcántara—Foto: Aberlardo
Linares 1911-20
BISAGRA—Foto: Anna
M. Christian, 1915.jpg
TOLEDO
Siempre estuve en Toledo. Aunque mis pasos
se hayan pedido en otro laberinto,
sé que nunca salí de este recinto
de hondas nieblas e íntimos ocasos.
Siempre llevé conmigo las callejas,
los rumores del río, los gastados
oros de los ladrillos aljamiados,
los mágicos rincones de perplejas
urdimbres y la mística maraña
de blasones, de espadas y de piedras
que ennobleces los hielos y las hiedras
de Castilla, magnífica y huraña.
Siempre estuve en Toledo. Cuando muera,
sé que hay algo en su entraña que me espera.
.

BUEYES EN SAN MARTIN—Foto:


Jean Laurent-1874-92
Calle Cárdenas
Foto: Casiano Argüacil
Calle Ancha
Calle Marqués de Mendigorría
Calle Santa Isabel
Calle
Santo Tomé

Callejón de los Niños Hermosos


Grandes almeces (Celtis australis) en la Ermita del
Valle a principios del siglo XX
Cuesta de Doce Cantos Calle Santa Isabel hacia 1925
Cantareras frente a
la Cava—Foto: Jean
Laurent, 1858-74
La
Melonera
Niño aguador
Fuente de Cabrahigos
Palacio de Caracena Palacio de Pedro I el Cruel
Murallas en 1925
Puerta del Cambrón
Puerta de la Bisagra
Plaza de la Concepción
Plaza Alfonso VI
Plaza de la Retama—Foto Casiano Alguacil-1915
Plaza de las Cuatro Calles
Plaza de San
Nicolás
Plaza de Santa Isabel con el Palacio de Pedro I “El Cruel”
Plaza de Zocodover
Puente de Alcántara
antes de 1864

“…Aherrojado en las lindes de lo eterno,

Guardaré el sueño que me han entregado

Generaciones de hombres y de piedras.

Te seguiré soñando en la otra orilla….”

Fragmento del poema: “Alonso de


Covarrubias mira a Toledo por última
vez” de José María Gómez Gómez
Puente de San Martín y San Juan Puente de Alcántara y castillo de San
de los Reyes Servando
El río Tajo y el puente de Alcántara
Cuando el atardecer entra en los puentes,
ahondados de penumbras y de espejos,
el río es un tizón incandescente,
un fluir de luciérnagas acuáticas…

Puente San Martin—Foto: Jean


Laurent, 1858-74
Hubo un tiempo feliz en que Toledo
era un rumor de gentes en las calles,
con sabor de intrahistoria milenaria,
de pueblo labrador y castellano.
La cantinela de los viejos carros
de mulas era música entrañable
y las mujeres en Zocodover
improvisaban tiendas y mercados,
y ofrecían sus frutos en el suelo
sobre una simple manta o en un cesto…
Tropeles de asnos de los azacanes
acarreaban agua desde el río…
y no faltaba el vendedor de loza
con su burro adornado con borlones
y aparejos de color, portando
aguaderas cargadas de cacharros,
platos, botijos, orzas y lebrillos.
Eran los años de la fiel pobreza,
la honorable pobreza de Toledo,
que contrastaba con la reciedumbre
de su historia y de sus monumentos,
testigos por entonces silenciosos
del abandono y de la decadencia.

Puente de Alcántara
Catedral Iglesia de San Nicolás
Santa Leocadia SANTO TOME—Foto: Arthur Byne 1917
San Juan de los Reyes
Sinagoga del Tránsito
Ermita del Valle a principios del siglo XX
PASTOR EN CHOZO—Foto: Anna M. Christian-1915
DISEÑO: Luis M. Moll
info@laalcazaba.org
Poemas:
José María Gómez Gómez
Colaboración:
Alfredo Pastor Ugena
REVISTA LA ALCAZABA

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