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Cuentos de Ada PePe Pelayo llustraciones de Alex Pelayo Por raro que parezca, en estos Cuentos de Ada no hay varitas migicas, duendes, castillos, ni nada que se convierta en otra cosa. Pero si son cuentas de Ada, porque todo lo que aqui se narra le ‘ocurre al pobre Adalberto; desde: insdlitos problemas, por tener que cuidar a su hermanito menor o conquistar a su chica, hasta enfrentar ‘a Orco, un grandulon contra el cual Je hace falta ta varita magica, que no aparece en estos relatos. www pepepelayo.com 2003, Del ext: Pee Pelayo | Delay utseioncs: Alex Pelayo De a een: “205, Aguilar Chilena de Baliomes Sy Cuentos de Ada ‘ AnfnlAvate 184, oie Shag de Ce PePe Pelayo ‘Gi Sena Balcones hssepae “Vela (0, 28043 Mas psn arise ‘Aen, Alten, Tras Allegan S.A. CX. AN Uist 197 Co lV Mou DE C100 Ailey, Fw Alt ‘ha Leno ew 220, CHOL AAD. Pus As Anse fantitana S.. dla Prima 2140, Snag fe Sue Lisa Pos YaeonesSoeiiana 8. Couch 149.1185 Souter. | SA se Janeiro, (218 eins Feats pn Asi, Par the Eines 5.8. “Aive 281), ets Rend inten ‘ Pat, Bolivity \GUI A Sebastidn por gnan sentido del humor ya Martin por su risa de los Pelayos PRIMERA PARTE EL HERMANITO ae Las vacaciones +, Ada! Qué! “Ad: jAdalberco! Si, mami! _~Veu aqui. Necesito un favor tuyo, tesorito. Se me erizaron los pelos. Siempre que mi madre me llama tesorito es para peditme algo desagradable. Deseé que el favor no fuera algo muy complicado, por- que me habfa hecho amigo de varios mu- chachos y habfamos quedado en salir a re- mar y la mafiana estaba fantastica. Me encanta este balneario, Debo convencer a mi pap para que nos traiga siempre a ve- ranear a eéte lugar, —Mira, Adalberto, hace dos dias que llegamos y todavia no me he podido bafiar en la playa. /Tti podrias enttetener 8 a Yoyito mientras tu padre y yo nos da- mos un chapuz6n? —Pero, mama... —Escuucha, tesorito, estamos pen- sando en comprarte una tabla de surf, pero no sé. ;Guao! jBlla sabe perfectamente que esa tabla me obsesiona! Es muy inteligente y picara mi madre. Por esa tabla yo soy ca- paz de cualquier cosa. ¥, la verdad, pensé que me iba a pedir algo més dificil. Porque, aunque latoso, cuidar por un par de horas a mi hermano chico no es un precio tan alto. Est bien —le dije-. Pero un rato nada mas porque tengo cosas que hacer. De esa manera me responsabilicé del enano y decidf hacerlo con profesio- nalismo. Para empezar, me puse a recor- dar cémo era yo cuando tenia esa edad. Por eso supe que me iba a ser ficil mane- jarlo, Aposté a que si me evaluaban como nifiero me daban el maximo de puntos. Por ejemplo, yo sé que a los nifios hay que tatarlos con dulzura. La entonacién, so- bre todo, es muy importante. ~Oye, si te portas bien, te voy a lle- var a andar bicicleta. Enseguida me lo prometié. ;Qué satisfaccién! Hay que usar psicologia in- fantil. {El maximo de puntos para mi! —jYal -dijo-. Vamos. ;Dale, vamos! Eran las nueve de la mafiana. Tenia ganas de nadar y correr un poco por la playa antes de encontrarme con mis ami- gos, pero ya no me podia echar atrés. Ademas, a los nifios chicos hay que cum- plirles siempre lo que se les promete. A pocas cuadras de allf hallamos una tienda donde arrendaban bicicletas. —Necesito arrendar una bicicleta. Si, dame tu carné me dijo la en- cargada del local. —No tengo ningtin carné le con- testé, ~Entonces no puedes arrendar bi- cicletas. ‘Tuvimos que volver a la cabafia. Por suerte, mis padres no se habfan ido toda- via y papd me presté su carné de condu- cir, Regresamos a le tienda. 10 Nos demoramos porque Yoyito quiso que lo Hevara en. hombros, pero Ile- gamos, aunque algo cansado, debo reco- nocerlo. ¥ comenzamos ¢l tramite. {Usted se queda con el carné? —pregunté. -Si, mi’jito. Yo me quedo con el carné—me dijo la mujer. Es una garan- tia. Cuando traigas de regreso Ia bicicleta te lo devuelvo. Escogi la mejor bicicleta. Con esa gente hay que estar atentos, dice siempre mi tio Matias. El podra ser un chiflado, como alega mi mama, pero sabe mucho de estas cosas. No habia nadie en la calle, Nos su- bimos y asi, sin impulso y er zig zag, to- mamos rumbo desconocido por las calles del balneario. Eran las once y media, cuando pa- Binios bajo una palmeta. Bueno, Yoyito, ya has paseado te, Mas de dos horas, Ahora, regre- ala cabafia. No, ahora vamos a jugar a la pe- lora. ~;Qué...? No, Haquito —tespondi con dulzura, después de la sorpresa, —Bueno, entonces vamos a andar a caballo ~dijo, ~Mira, enano, no te pongas maja- dero; tenemos que regresar ya. =o quieto andar a caballo! —No puede ser. fo quicro andar a caballo!! Cuidar nifiitos no es tan facil como se piensa. Pero no cra para descontrolarme al primer problemita, gno? De diez pun- tos, me iban a tener que dar los diez por la salida quie le di. —Esté bien, vamos a andar a caba- lo. Pero con una condicién: un rato na- da mis, zest bien? Ya deben estar espe- randome para remar. Lo entendié perfectamente. Ense- guida fuimos por el caballo. —Buenas, Nosotros queremos arren- dar un caballo, —gTit carn@ ~me pregunté el hombre. —Mite... tengo un problema. Es que con el unico carné que tengo tuve que arrendar esta biciclera, gme entiencle? = qué? —Que... nada, que ahora no tengo ninguno para el caballo. —Entonces, :émo vas a arrendar el caballo? Qué mal me cayé el tipo. Bs de-esa gente que no ayuda a na -No sé -le dije—. Debe haber algu- na solucin, no? Mire, podemos hacer tuna cosa: si en ver del carné yo le dejo co- mo garantia esta bicicleta, resolveriamos el problema, zno? —Eso no est4 permitido ~me con- testé casi sin mirarme. -Sefior, yo solamente voy a arren- dar por un rato. ;Comprenda! -Fjate, te lo yoy a arrendar —soleé aig Pero no te demoses. ;Va y me = ‘un inspector! Sicaneeaee Muchas gracias, Quise que Yoyito montara solo. ¢Para qué iba a ir con él? Yo sé bien lo que = | cs jugar. Seguro se imagina un gran gue- rrero, que sobre su corcel dirige todo un ejército. No, no podia montarme con ¢l. (Ademis, fa peladura entre mis muslos, por culpa del asiento de la biciclera, no me lo permitia, aunque hubiese querido). Asi, unas veces yo caminaba delan- te, y él, en el caballo, me seguia; otras, él galopaba y yo lo segufa corriendo, Sudar es bueno, Claro, uno a veces se pasa. Ala una y cuarto me senté en una piedra. Tendi mi camisa a secar sobre un arbusto. Mi decisién podia ser tajante, pe- ro eta justa: se acabé el paseo. Las dos horas iniciales ya se habfan convertido en mas de cuatro, Fuimos a devolver el caballo. ® Habfa un anciano sentado afuera. —Hola. :Me puede decir donde es- td el que arrienda los caballos? —Hace un rato que se fue -me con- testé—. Lo vi guardar los caballos, cerrar con Ilave y subirse en una bicicleta. —Pero no es posible! Yo todavia tengo uno de sus caballos, fl tiene mi bi- cicleta! —grité. . Ah, ;era tuya? Por eso me extrafid. El nunca he tenido una. Usted sabe dénde vive? ~quise saber. —No: sé.que es por la costa, pero dénde exactamente, no te podria decir. {Lo que me temia! Desde el princi- pio me cayé mal ese tipo. Qué se puede esperar de un-hombre que no se preocu- Gieiaptaikoncsesetrs i pois ei gi ira la -Si, Yoyito, después. Ahora, vamos adevolver el caballo. —No, yo quiero irme ahora porque tengo hambre. —Espérate, primero tenemos que re- solver esto. ~Yo quie... iQue te subas!! jgMe oyes!! A veces hay que obligar a los niftos chicos. Quizas de diez, me daban ocho o nueve puntos si me evaluaban en ese mo- mento, pero no podia hacer otra cosa. El ruido de un motor me hizo mi- rar al cielo. Era un avién volando a poca altura con un letrero desplegado en la co- la. Los chicos en la playa gritaban y lo sa- ludaban con las manos. Vie lo lejos va- rios botes deslizandose por las pequefias olas que se movian con la débil brisa. ;Y pensar que yo podria haber estado alli di- virtiéndome con mis nuevos amigos! Nos apuramos. La tienda atin esta- ba abierta y la misma empledida arendia. —Buenas tardes le dije-. Mite, le voy a explicar. Yo no traigo la bicicleta... 7 et —jAh, no ttajiste la bicicletal 2¥ pa- ra euuindo lo vas a dejar? Es tarde ya. Sf, es que... —me costaba trabajo, pe- ro tuve que decirlo-. Mire, resulta que ami hermanito se le antajé andar a caballo y yo no tenfa el carné, ya que lo dejé aqui. En- tonees, hablé can el hombre de las caballos yle expliqué la situacién, Al no tener carné, imaginese, era dificil arrendar as... Y se nos ocurtié que si yo, como garantia... (Aquello no fue facil. ¥ tuve que decirlo, aunque me salié en un susurro). —...dejé allt la bicicleta por el caballo. (¢Qué?! —grits. —S{—traté de terminar la explica- cién-, Entonces, cuando fui a devolver el caballo, el hombre no estaba. —Pero, zy la bicicleta? me pregunté. {Se lo estoy explicando! -la inte- trumpé-. No la traje, Pero, fijese... esto se puede resolver... —le propuse, no muy convencido—. Mire, ahora ustedes se que- dan con el caballo como si fuera la bi cleta, zme entiende? Entonces, mafana se resuelve todo. 18 -jA aadie se le puede ocurrir eso! 2Dénde vamos a meter un caballo? -iYo qué sé! Pero entienda: zy yo? 2Qué hago con el animal? Yo no soy de aqui. —Lo siento. Ese es tu problema. Mi- ra, lo mejor que puedes hacer es irte con tu caballo, y mafiana veremos. Ya eran la dos de la tarde. Nos fui- mos los tres para la cabafta, Amarré el ca- ballo en el jardin. Estaba seguro de que mi madre comprenderia todo este lio. Su calma y serenidad me hacfan mucha falta en ese momento. ~ig1énde rayos se metiezon?! — vo- ciferé al abrirnos la puerta— -Mita ese ni- fio como estat ;3Sabes qué hora es?! Aplastado, intenté explicarle todo. Ni me dejé termina padre por su carne! Me prohibieron ir a la playa por el resto de las vacaciones. Pero fue al otro dia fue cuando en realidad me dolidé el castigo. Recuerdo que Yoyito se paré en la puerta y comen- LY cémo se puso mi 19 76 asacarme la lengua y a reitse. Agarré la almohada para tirirsela por la cabeza, pe- ro me aguanté, Fsa no era la mejor mane- rade tratar a un nifio chico, Lo miré y no le hice nada. Si me evaluaban me tendri- ¢ dar diez puntos. A antioas faecon me desahogu gtiné diez veces que odiabaa mi besa Después lancé la almohada hacia el techo con toda m' rabia. Tuve mala suerte. Dio contra la limpara, y ésta me cayé encima. Me pusicron tres puntos en la fren- te... con esos puntos, seguro desaprobé la evaluacién. a La mentira 1, Hace como quince dias, el tio Matias me lleves” a pesear al rfo. Caminamos y caminamos. ¥ de repente, sin darnos cuenta, estabamos en medio de un desierto. Un cactus y el esqueleto de un camello, fue lo tinico que vimos en diez: kilémetros a la redon- dda. No habiamos comenzado a transpitar cuando, de pronto, de la arena surgieron Suatto osos polares y nos rocearon. Fl tio Matias, con su gran agilidad mental, me agarré de un brazo y pegé un salto ran descomunal que caimos al borde de un ipicio, situado frente a una selva re- de serpientes, leones, gallinas y mos- No nos quedé mas remedio que, ‘el impulso, rebotar dando otro salto, en fa cima de un volcan en erup- Nos tomamos unos minutos para retomar el ritmo de nuestra respiracién. Después, al observar el lugar, nos dimos cuenta de que el volcén no era tal, sino un gigantesco hormiguero. Decidimos en- tonces continuar saltando, cuando un temblor de tierra nos hizo rodar cuesta abajo. Como la nieve atin estaba algo du- ra, formé una bola alrededor nuestro. Ca- sial Ilegar abajo, ya la bola medfa la altu- ra de un edificio de tres pisos mas 0 menos. Por suerte, cafmos en una playa y la nieve se derritié, Medio mareados to- davia, nos vimos en la necesidad de bus- car un refugio, porque unos vientos hu- racanados nos empujaban hacia un enorme hoyo negro entre las rocas. Llega- mos con dificultad a una cueva. Y para sorpresa nuestra, allf se encontraban ju- gando domind, un indio apache y un cos- monauta. El fo Macias les pregunté por el camino mas corto para regresar a casa y le respondieron que si segulamos dos ki- lometros caminando por debajo del rio, que desembocaba a unos metros del lu- gar, podriamos leyar en un aio, El tio 22 Matias, agradecido, tes obsequié un fi: co de mayonesa que llevaba en el bolsillo, y yo les regalé mi boomerang... ~jMentira, Ada! {Eso es mentira! —No hables tan alto, Yoyito. ;Vas a despertar a todo el barrio! (Qué pasa ahora? {Que es mentira lo del boome- rang, porque me lo regalaste a mf! —Z¥ qué importa eso, flaco? ;No me ; dienes tueete on cuesiopen decal? a Hstndwich 5 ~jMentiroso! ;E] boomerang me lo diste a mil —Yoyito, no grites, vas a lograr que papa... Fitna Ese dia me prepare el ~iMentiroso! sandwich més rico y gran- —Mina.. de que se haya visto jamés, ~jMentiroso! ee 4 Mevite, joSrit HHS! ‘Tenia la boca hecha agua. epee ‘ Me lo servi en un ~jMentiroso! plato para comeérmelo con tranquilidad en el patio. Pero, de pronto, recordé que estaba solo en. casa con Yoyi- to. ZY si me velay se le antojaba la mitad del sandwich? Decidi entonces comérme- lo encerrado en el bafio... Sélo contemplarlo eta una locura. Dos tapas de pan apretaban una hambur- guesa doble, hojas de lechuga, cebollas, pepinillos, dos capas de rodajas de toma. tes, un huevo frito, varias lascas de queso, y sobredosis de mayonesa, mostaza y ket chup.... De nuevo se me hizo la boca agua. Pero hab/a un problema. O me co- mia uno a uno los ingredientes por sepa- —jjMamai! jjPapa!! jjYoyito no me deja dormir!!... —Mentitoso... tado, 0 aplastaba los panes y me lo comfa todo a mordiscos, abriendo la boca lo mas posible, Si, porque el séndwich medfa unos centimetros mds que una estiradisi- ma boca promedio. Y la mia no era tan grande... Dudé. Y en esa vacilacién estaba cuando Yoyito, al no encontrarme por ningdin la- do, comenzé a llamarme a gritos, No lo pensé dos veces, Que me per- donara mi hermanito, pero no padia compartir aquella delicia. Abré tan desme- suradamente la boca que sonaron los hue- sos de mi mandifbula. Senti un dolor agu- do, pero enseguida se me pasé. Sin embargo, una sensacién de parilisis me invadié la cara, Tocdndola con mis dedos Jo pude comprobar: jse me habia trabado a quijadal No podia cerrat la boca! ;Era increfble! ;Tenia que ir al médico lo mas pronto posible! Pero sentt miedo. :¥ si salia y se burlaban de mien la calle? Era muy ficil feitse si me comparaban con un buzén, ‘por cjemplo, O si un gracioso me metia in papelito arrugado como si mi boca un basurero, -Y qué diria i asi? Nunca mis se interesarfa por mi, lo que era peor! ;Si el pesado de Orco Henaba la boca con agua sacada de jwier lugar! ;© un hombre: sin darse a cuenta, me apagaba un cigarrillo en la bo- caconfundiéndola con un cenicero! No, no podia salit asi... sPero qué podia hacer? Intenté cerrarla a la fuerza, con una mano en la cabeza y otra debajo de la mandibula. Na ironces se me ocurtid una idea estrambética, pero era mi tinica oportunidad: me golpearfa la quijada con el pufio cerrado. Comeneé suavemente. ‘Nada. Continué con mas fuerza. Nada.La tercera vez, me concentré pensando en que golpeaba la cara de Oreo. El knock-out fue fulminante... Percibi un fuerte olor a alcohol. Po- co a poco se me fue aclarando la vista y comprobé que me encontraba en un hos- pital. Reconoci a mis padres parados de- lante de la camilla. Entonces escuché el to- no alto y agudo de la-vor de mi hermanito: —... ysenti un estruendo. Empujé la puerta y vi que era Ada, Entonces llamé a Ja ambulancia, como ustedes me ensei ‘ton, y lo trajeron para ac. Ah, y también recog su sindwich... 28 —Pues cémetelo tt, hijo mio dijo ‘Te lo mereces. instante sentf que se me ha- wua, Y senti también un pro- fundo odio pormihermanico... SEGUNDA PARTE EL ROMANCE a Primer intento Ya legé la! mnisica, Cary esta lindisima, ;Qué manera de gus- C py, tarme! {Tengo que” bailar con ella! jEs mas, hasta pue- do preguntarle si quiere set algo més que mi amiga! Pusieron un tema suave. Es mi oportunidad... Mi tinico problema es que he comi- do ensalada con mucha cebolla. ;Qué de- bo hacer? Tengo dos posibilidades: * Me arriesgo a sacatla a bailar asi. * O me olyido del asunto. Pero, yy si yo le gusto: \ arriesgo, ;Debo apurarme y sacarla a bai lar rdpiclo! (Sf Aunque, no... no sé. Lass decisiones hay que analizarlas muy bien . Si me acerco y la invito a bailar. tengo dos posibilidades: Si, me 32 Peto si me deja bailar muy cerq * Baila conmigo, * O no baila conmigo, Si no baila conmigo, esté todo cla- ro: no le gusto. Pero si acepta, tengo dos posibilidades: * Que bailando le haga la pregunta de si quiere ser algo més que mi amiga, * O que bailando no le haga la pregunta. Si bailando no le hago la pregunta, esté todo claro: soy un imbécil cobarde Por no tener valor. Pero si le hago la pre- gunta, tengo dos posibilidades: * Que me diga que st. * O que me diga que no, Sime dice que no, esté todo claro: tno le gusto. Pero si me dice gite st, tengo dos posibilidades: * Que me deje bailar muy cerquiea de ella. * O que no me deje bailar muy cer- quita de ella. Sino me deja bailar muy cerquita de ella, esta todo claro: no le gusto 33 ella, tengo dos posibilidades: * Que se de cuenta de mi aliento a cebolla y no siga bailando. * O que se de cuenta de mi aliento acebolla y siga bailando. Si se da cuenta de mi aliento a ce- bollay no sigue bailando, esta todo claro: no le gusto tanto, Pero si se da cuenta de mi aliento a cebolla y sigue bailando, ten- go dos posibilidades: * Que ella también haya comido cebolla y no me huela, * O que ella no haya comido cebo- Ila, pero le gusten los malos olores. Siaclla le gustan los malos olores, esti todo claro: no me gusta ella también comid. ce- holla, eso significa «que comparte mis gustos. Por lo que vamos a ser algo mas que amigos y muy felices, Por lo tan- to, jya lo decid! jLa voy 34 a sacar a bailar! 3Cémo? jE Pocho se me adelanté y la sic6! Ahora no tengo ningu- na posibilidad... 35 = Segundo intento . Me sentia feliz. En la nota que le envié a Cary pude resu- mir mis sentimientos sin caer en los extremos. Pero me costé mucho trabajo, es verdad. A veces, al redactarla, ponfa cosas como: adesde el dia que te conocf comprendi que lo eres todo para mi, bla, bla, bla...» Y rompia el papel. Aquello parecfa una declaracién de esas que salen en las abu- rridas peliculas de amor que ven mis pa- dres. En otras, me iba hacia el otro extre- mo: «Oye, Cary, tienes que enamorarte de mi, zentiendes? Y bla, bla, bla...» Ha- cia mil pedazos la hoja. Un poco mas, y le deefa que si no se enamoraba de mi, la iba a castigar. Pero, al final, logré redac- tarla con mucho tacto; sencilla y bonita. jHasta la rocié con unas gotas de perfu- me! Fue una buena solucién la de la no- ta, Frente a frente me costaba mucho de- cirle lo que sentia, Ahora, sélo tenia que esperar la res- puesta. Entonces, me senté a comer mis dulces en el banco del parque, por donde debia pasar Cary. Comencé a prepararme para el en- cuentro. Cerré los ojos, mientras me la imaginaba a ella corriendo hacia mi con cl pelo suelto y cara de felicidad... Siempre me embelesaba de esa ma- nera al pensar en nuestra relacién. Por eso di un salto de sorpresa cuando me grité al oido. {Oye, bruto! ;Quign te eres que soy Cary! No entiendo... —jEsctichame, Ada! ;Cudndo te he prestado alguna rodillera sucia? Cuando th me has dado una pelota de fiitbol! —zC6mo?! -Y te digo més: jno permito que te dirijas a mi en ese lenguaje!_ ;Por qué ra- 26n me enviaste esto, Adalberto? Déjame ver esa nota... Ay, mi ma- dre! sEs el papelito que le mandé a Pocho! Disculpa, Cary, esto no era para tit jLa que te escribi...! ;Ay, mi madre! {Me voy antes de que el Pocho la lea!... ;Chao! 38 J Ultimo intento a =AlG —gAlé2 gEstard Cary ~Estari dénde? No, sélo pre- gunto si ella esté. ~2Si esté dénde? —Ahi, en su casa, ~Ah, sf. Esta aqui en su casa, ~Y podria hablar con ella? —Supongo que sf. Si lox dos saben. hablar no veo por qué no... Por favor, me refiero a que si po- ‘dria hablar con ella en este momento. —En este momento no lo creo, por- estamos hablando usted y yo. Si ella lara ahora también, no nos entende- mos. Par otto lado, no tengo interés ra en hablar con ella. Yo lo hago casi el dia. —Perdén, pero jcon quién hablo? —Con la madre, de la madre, de la madre de Cary. —Con la madre... buela de Cary! —Asi es. Macho gusto. Yo soy Adalberto, :Podrfa hablar con su bisnieta, por favor? Claro, después que rerminemos de hablar usted y yo. —Si, como no, Enseguida.... Aqui esta. Hasta luego. =Chao. A162 216? Cary? Si. {Usted es la bisa- —Cary, soy Ada. —:Soyada? No conozco a nadie con ese nombre. No, Cary. Te habla Ada. Adalberto. ~Hola, Ada! —Hola, Cary. ~¢Para qué me llamas? —Recuerdas que te dije ayer que te- nia que conversar una cosa contigo? 40 Si. —Bueno pues... deseo decfttelo ahora. —Dime entonces. —Cary... Yo he intentado varias ve- ces decirte esto... Pero no es facil. No quiero que me malinterpretes, Mira... no + {Ya! ;Sea lo que sea! Yo quiero que ta ¥ yo seamos algo mas que amigos! —A ver si entiendo: ti quieres ser stiperamigo mio? =No, algo més. —:Hiperamigo? No, mis que eso. —:Un megamigo? —|Mas que un stiperhipermegami- go tuyo! —Un hermano entonces? Pero Ada, eso tendrias que hablarlo con mis padres aver si te quieren adoptar. Si no, lo veo imposible. y, me refiero a que quicro ser. —:Al6? ;Con quién hablo? —3Cémo? jNo, sefioral jEsté equivo- cada! Parece que la linea se cruz. Yo no me he cruzado con nadie! jCon quign hablo, por favor? —Abuclita, ests hablando con Ada, un-amigo mio! Disculpa Adalbereo, es mi abuela otra vez. jAbucla corta por alld! Ah, eres tt hija mia! Disculpen... — Qué increible! No le hagas caso, Ada, Ella a-veces se pone... Qué me esta- bas diciendo? Ad Te decfa que por lo que he senti- do titimamente, yo quisiera que td y yo... ~2Al6 {Con qui dese habla —Abuela, ya te dije que estoy ha- Pid! Cite eevee —Pero si yo sélo querfa... ~jOye, Adal Yo soy la que voy a col- gut. Asi no se puede hablar, Termina de decirme esto mafiana. zEsté bien? Chao. —No, Cary, espera... ~iCary, hija mia! Eres ed? zAl6, uth abla? ~Setiora!;Por vor! jEstuvea punto. —:De qué, mi nino? —{Cémo? ~2Que estuviste a punto de qué? Ay, hijo, puedes dectrmelo a mi, yo pue- do ser tu bisabuela también... ~Gracias, sefiora. Disculpe, pe nos. Buenas sande. peepee 43 TERCERA PARTE EL ENEMIGO. : Z ‘ La renuncia ts jSuelea al Pocho, Orca! ‘Suélealo! P, Si, soy yo: ‘Adalberto. ;Si Pocho te eché el vaso de agita en la cabeza fue porque te lo mereces! Porque el Pocho no te va a aguantar ni una mds... Ti no eres el que lo empapas con el agua de la fuente del patio delante de rodas las nitias no ees el que nos mojas con la mangue- ta cuando pasamos por delante de nu ZEh? {Ti no fuiste el que me Hens la mochila con el agua de la pecera? :Fh Oreo, ti eres ese abusador. Cobarde! ;Por qué no le haces esas cosas a los de tu ta- mai? 2¥ sabes por qué el Pocho te lo hi- 10 ahora, Orquito? Porque te vio cuando, adrede, diste vuelta el agua del florero en el portafolio de la maestra y después dijisce 46 que fite un aceidente. Por eso te mojé tu caberota, Por justicial (¥ porque tino puedes hacerle nada, grandulén! ue si se te ocurre hacernos algo, te vas “a buscar un tremendo lio. Si, porque el Pocho no dudard en delatarte, Orco... —Oye, Ada, espérate, Qué pasa, Pocho? Déame terminar! No, lo siento, Ada. Yo no le voy a echar ningtin vaso de agua a Orco. —:Cémo? jNo, ti no puedes echar- te para atts ahora, flaco! Ya lo ensayamos dos veces. —No, no puedo, Adalberto. —;Pero no viste emo me aprendi todo el discurso? est bien, pero... —Oye, pero si yo vay a llegar a tiem- po. En cuanto Orco te levante por la ca- misa como siempre te hace... =No, que va... —Pero si... No, Adalberto, no! =jPocho! ;No te vayas! ;Flaco! 48 of Bacto heroico *, ~iAda! jPero sino esté loviendo! zPor qué esta: asi? —jNo me pasé nada, Pocho! -En serio, Adalberto, :qué te pasé? Bueno... te lo voy a decir, flaco, aunque me es dificil contarlo, Tit sabes que a mi no me gusta hacer alardes... La coxa fue que estaba pasando por delante un banco, cuando cinco enmascarados ¢ empujaron hacia adentro y me toma- mn como rehén. A esa hora no habia mu- gente y les fue muy facil reducirnos a . Entonces comenzaron a cargar el yero en varias bolsas de cuseto. {Todo es- menazindonos con pistolas y ctichi- Pero ahora viene lo bueno: en un ito de distraccién, parece que qui- me el valiente, y le di una patada “Dale! Dale! {No puedes més? Lle- yas rato corriendo, zch? ;Qué le pasa al grandulén y fuertore? {Te estas aflojando, Orco? ;Sigue! Demuestra ahora que eres el dur (Me costaba gritarle por Ia falta de aire, Siete cuadsas corriendo a esa veloci- dad no era poca cosa. Por suerte, hacia fiento y soplaba en direccién contraria a al que tenia més cerca, Después salté por encima del mesén y caf sobre otro. Le ¢s- taba apretando el cuello para asfixiarlo, cuando de pronto, ya tenia los otros tres nuestra carrera, Eso me refrescaba algo. a mis espaldas. Entonces me amarraron, ai gente me gritaba al vernos pasar, pero me meticron en uno de sus sacos de cue- ono entendia bien lo que decian, Yo sé- ro, jy me encerraron en la caja fuerte del lo penal en s ie so banco! {Qué calor, Pocho! (Qué manera ose a ee de transpirar! Por eso me ves asi, empapa~ todos, Pero aque- do. Sin embargo. Ilo no habfa Te volvié a mojar Orco, zverdad, ' y? acabado. Ada? ‘ Todavia i podia fasti- diarlo mis). 50. (Las piernas me pesaban mucho, pero tenfa que alcanzar mi objetivo. Ya habiamos salido de los Ifmites de la ciu- dad, El sol se ponfa mas deprisa que de costumbre. Chorros de sudor me corrfan por todo el cuerpo. No sé hasta dénde podria soportar, Pero era la resistencia de él contra la mia. Me concentré en mi ob- jetivo: todavia podta fastidiarlo més). ~ Ahora grita, abusador! Suda! ;Co- tre! Hoy me tocé a mi, flaco! {Te sorpren- di, ch? No te gusté el hielo que te colé por dentro de la camisa y delante de to- das las nifias? gEh? Ahora corre! ;Sigue co- triendo, Oreo! Asf te queria ver, humilla- totalmente, ;Corre! (jQue no me vas a aleanzar munca Claro, si todos los Santos me acom- ny me ayudan... Si después del hie- le eché delante de todos, logro de- nunca me pudo pillar, cumplirfa ivo de fastidiarlo completamen- mio, que se canse él primero! canse él primero! ;Que se canse!). -Asi te querfa ver, jCorte! Te acuerdas, flaco, de todo lo que me has he- cho? Yo lo soporte, bestia asquerosa... Por eso me gusta verte sudar...Is0 es... ;Dale, corre! ;Por el Pocho! Por todos mis com pafieros! ;Y por mi, flaco! ;Corre ahora! 52 CUARTA PARTE. EL FINAL La batalla decisiva Pa 2 qué hacen uste- “4 des en el parque? le pregunté a los ch quillos. =Yoyiti side dijo por teléfono, de parte tuya, que es- tuvigramos aqui a esta hora —respondié Pocho hablando por los otros cuatro. —;Yoyito? —me extraiié mucho. Y mirando a mi hermanito le increpé 2Té hiciste eso? —Si—contesté Yoyito—. Porque vya- mos hacer una guerra de agua. —:Una guerra de agua? ;Y entre no- sotros scis? No, eso no tiene gracia, :ver- dad, Ada? —comenté Pacho. —Si va a tener gracia, porque se van a enfrentar a alguien poderoso y que odian —aseguré Yoyito. 3A quién? —quise saber. SAiese gue viene por all —respon- hermano. _ Todos nos volteamos y una sorpre- fda con sisto se seflejé en nues- Iearas. Orco hizo su aparicién. que eres td el que quiere en- “Frenarse conmigo en este parque? —rugié el granduldn, dirigigndose a mi. =i¥o..3-—balbuclé, Si, y dice que te va a humillar de- lante de todos -salté Yoyito. —Delante de ustedes? se burlé Si, delante de nosotros —continud lando Yoyito, porque los demas no en- traban todavfa el valor para hacerlo~ también delante de las nifias que vie- por ahi con el armamento. Yen efecto, un grupo de quince ni- Megaban cantando y riendo con Cary beza. Cada una trafa dos bombas de las manos. _ ~{Ah! jEsto se pone bueno! ~se jac- . Creo que me voy a divertir mu~ tarde. 57 —jPero, flaco! {Qué has hecho? -su- surré, casi sin mover la boca. —Bien —hablé Yoyito sin responder- me-. Ahora vamos a dividirnos en dos bandos, —jNada de dos bandos! —bramé Or- co-, Todos ustedes contra mi. ~jNo! ;Tii y yo contra todos ellos! — afirmé decidido Yoyito. ZT conmigo? ~gruiié el grandu- Jén- {El hermano del gusano este? =jYoyito! -exclamaron todos los s. ~Si, porque lo odio a muerte—con- festé mi hermanito, mirandome— y quie- ro verlo destruido, —Bueno, estd bien ~acepté Orco~. ‘Todos los gusanos contra el piojo este y yo. ¥ empecemos ya! ={Claro que si! ~salté de alegria Yo- yito. Y sefialando hacia mi y después ha- cia mis amigos, continud—. ;Ustedes se lla- maran Los Gusanos y Ada sera El Gran Gusano! Nosotros somos Las Aguilas, por tanto, mi jefe es La Gran Aguila! {Me esta cayendo bien el piojo es- te! -dijo para sf Orco, caminando hacia las nifias para buscar sus bombas, pero yo lo escuché, Antes de itse con su jefe, Yoyito me hizo un guifto extrafio, como de complici- dad. La verdad es que me dejé mis confuuso. Ya no podiamos echarnos para atrés. Y menos delante de las nifias, que 59 divirtiéndose, continuaban palmoteando y cantando, Decidi entonces salir de aquello con la mayor dignidad posible. Fai con mis amigos a recoger las bomabas y casi ni miré a Cary. Hubiera preferido que no estuviera allf. Después, cada bando tomdé por su lado en el extenso parque. Habja una sola regla que respetar: el grupo perdia la batalla cuando uno de sus hombres era blanco de un bombazo. Todo lo demas estaba permitido. —jAplastaremos a esos malditos! —les arengué a mis guerreros-. jNo podran con nosotros! Somos invenciblest Yo sabia que ésa era la misién de un lider. ¥ aunque lo necesitaba més que na- die, decid{ darles dnimos y prepatarlos pa- ra la victoria. Pero los nervios comenza- ron a afectar a mis soldados. Nunca habfan participado en tan peligroso jue- g0, ¥ menos siendo los contrincantes de Oreo. ;Con el miedo que le tenian! —jAtiendan aqui, flacos! -les orde- né—, Conozeo bien a Oreo. El piensa que 60. atacaremos por detrds. Pero fo engafiare- mos. Vamos a arrastrarnos hasta aquella zanja que esté a unos metros de la cerca de ladrillos, En esa trinchera esperaremos. jEsta es una accién comando sorpresal jEntendieron? —jAfirmativo, jefe! -grité Pocho. —Si, mds o menos... -asintieron los otros cuatro, Por su parte, Orca y Yoyito se ins- talaron, precisamente, detrés del muro de ladrillos a unos metros uno del otro. Des- pues de acomodar sus bombas y mirar el reloj, Orco imirdé como pudo el graznido de un aguila, y cuando al fin Yoyito le pu- so atencién, lo llamé con su mano. Oye, piojo, mira por el agujero aquel que hay en el muro, y dime si ves algiin movimiento le ordené. Mi hermaniro fue agachaclo hasta el hoyo que le habian indicado, no sin an= tes detenerse para sacar una piedra peque calma y vio cémo Los Gusanos (es di nosotros), estabamos tensos, en silencio y 62 fia que entré en su zapatilla, Observé con” para entrar en accién con nuestras ibas en las manos. Regresé corriendo sut jefe: ~jEs la hora de atacar! ;Estan todos raidos, sentados y discutiendo entre ellos sin atender la guerra! Entonces, Orco solté una risa de sa- tislaccién. Decidié comenzar la batalla. Ti dispararfa, Y él, como siempre, humi- Hlaria a esos gusanos (es decir, nosotros). ttba.a punto de realizar otra de las ha- as que mas le complacian! {Todos y ca- uno de los chiquillos fe iban a temer mits! ;Y las nifias se derretirian de ad- i6n ante su presencial ~{Quédate aqui, piojo! —gritd. Se incorporé lo mas ve que pudo. ur una bombita en cada mano. Subid a verea de ladrillos dando un feroz. alarido. ~jjAaaaaaaahhhhhbh!! _Entonces, lo que se vio en aquel ue fue espectacular, inco bombas de agua, salidas de Is manos, fucron a explotar direc- nue en la cabeza del grandulén. La 63 imagen de pollo mojado y tiritando de La Gran Aguila, quedé por siempre en la memoria de todos. Oreo no atindé a reaccionar. Sdlo quiso huir de aquella humillante situa- cién, Nos demorames en darnos cuenta que habfamos triunfado. Después, noso- tros (es decir, Los Gusanos), comenzamos a cantar y bailar festejando la victoria, acompafiados de las nifias. En medio de aquel regocijo, Yoyito se me acercé con una caja de cartén en la mano. -2¥ esto, Yoyito? -Es un cachorrito de perro Chihua- \ua —contestd, ZY para qué me lo das a mi? —qui- saber. ~Ya verds —fue la respuesta. En ese momento, Cary llegé hasta trOs. oy muy argullosa de ti, Ada dijo—. Yoyito me contd cémo des- a Oreo por mi. 65 {También me conté cémo le arre- bataste mi cachorro! El imbécil se lo robé cuando se lo prestéa Yoyito. Puedes cre- etlo? {Qué abusador! ;Verdad? Lo comprendi todo. Mi hermanito habla preparado el espectéculo. Cité a to- dos para ésa hora, inventé la guerra de agua y habfa hecho perder a Orca. Y, por tiltimo, con su astucia lagré que Cary se muriera de admiracién por mf. ;Quién dijo que Yoyito era un nifo odioso? Al contrario, ;cémo amaba a mi hermanito! —Oye, Adalberto, yo creo que aho- ra sf podemos ser algo més que amigos, {Estas de acuerdo? me dijo la nifia con mucha coquieteria, Senti que mi cuerpo éra recortido por un repentino calor, No sabia qué ha- cer ni qué decir. Entonces se me ocustid acaticiarle el peloarni hermanito: Pero él me empujé hacia Cary, y mi rostro que- dé muy cerca del de clla. Dicen que nuestras caras se tiferon ‘ intenso. Parecfa el final de ide: Hadas. Asi, con todos jento, no quiero seguir contando... da vergiienza). (se delo que harfamos, ella me... PELAYO , Cabs (1952), tesidentecn Chile desde 1991. Es 1, comiediante, gsionista,dieector eseénico, espe fen humor e ingeniero civ PyLa obtcnido varios peemias en concursos intemnactonales for obra Fe fundador y ditector de fi rconocida compania Lt ‘Sofia del amor en su pais natal, Actualinente imparte ‘ersor y taleres sobre Crechiniento Personal, Pedagogia yy Animacign & la Lactura a través del Hnnor, v Nartae iin Oral Le han pabfieado mis de una veintena de ibrosien Ciba, Argentina, Uruguay, Eeuador y Chile, entre Jos que se ct Hl oupacabrets de Pirgue (2003), Elsecreto de Ia cree negra (2004) y Bi le garoes de Los Miaraperros (2005), en coauracia con Retin: Ni to pelo de ronto (2005) » Draguiiay ol drgén (2006), en coautoria con ‘Alex Pelayo, Ademds, de mus libros Pepe, setor de lor hisses (2002), Pepa lle 2004), Las tecopelos ade Papica 2007), Las ddlecor de Pepive (2008) y Cuensos «de Ada (2003), codes publicados por Allaguara. 1 elcreador del Concurso Nacional de Humor Infantil to Chile y Unaguay, que leva el nombre se su personaje Tepito. ~ indice PRIMERA PARTE Fy Hexmastro, f I Hi sindwich 0... vacaciones mentira SEGUNDA PARTE Fy Romance Primer intento Segundo intento Ultimo intent. TERCERA PARTE EL. ENEMIGO La renuncia ELacto hervico venganza CUARTA PARTE Hi Fina La batalla decisiva Biografia del autor

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