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1, EL GOCE: DE LACAN A FREUD 1. EN EL PRINCPIO... Siento la tentaci de comenzar con una formula gnémica: Im Anfang war der Genuss (En el principio era el goce), es claro, evocarfa y se contrapondria al comienzo del Evange- jo de San Juan: Im Anfang war das Wort (En el principio era Ia palabra). No me decido a hacerlo porque advierto que tal contraposici6n seria falsa. Entre goce y palabra, no puede decirse cual es primero ‘en la medida en que ambos se delimitan reciprocamente y se im- brican de un modo que la experiencia del psicoandlisis muestra co- ‘mo inextricable. Porque s6lo hay goce en el ser que habla y porque habla. ¥ s6lo hay palabra en relacién con un goce que por ella es hecho posible a la vez que resulta coartado y desnaturalizado, se- grin veremos. Es claro que Ia formula Im Anfang war der Genuss hu- biera podido complacer al iltimo Lacan, pero era inimaginable pa- ra Goethe y su Fausto que del verbo (Wor!) de San Juan pasaran a la fuerza, al sentido y, por fin, al acto: En el principio era el acto, un acto que es también, por fuerza, un efecto de la palabra y est en relaci6n con el goce. Una alternativa seria la de hacerlo equivoco buscando un sind- nimo que parezca aceptable y escribir: Im Anfang war die Freude (En el principio era la alegria), un aforismo que subrayarfa el aspecto bienaventurado y jubiloso que us} 4 FL Goce acompaiia al goce. Sin embargo, al escribir de tal modo mi tentado- indir el goce con su significa- que inevitablemente surge en nosotros se oye como muy parecida ala anterior: Im Anfang war Freud (En el principio era Freud), ¥, una vez pronunciada, hay que buscar el Genus, el goce, en Freud, en un Freud para quien el goce nunca fue otra cosa que un un concepto de su teoria. La significacin vulgar, la del diccionario, es una sombra de la que conviene distinguirse constantemente si se quiere precisar el vocablo como concepto -0. En ese trabajo de diserimi- nacién uno nunca queda del todo conforme; las dos acepciones pa- valgar convierte en sindnimos el goce y el placer. La psicoanalitica los enfrenta, y hace del goce ora un exceso intolerable del placer, ora una manifestacién del cuerpo mas préxima a la te ma, al dolor y al sufrimiento. Y hay que optar: o la una o la otra. Yheme aqui, dispuesto a eslabonar un discurso sobre el goce, una tarea imposible pues el goce, siendo del cuerpo y en el cuerpo, e+ to, indicado, El goce es lo que se escurre del discurso, mas si embargo ese objeto inefable es la sustancia misma de la que se habl aa todo lo largo de un andlisisy, trataré de mostrarlo, aquello de lo {que habla siempre y desde siempre el discurso del psicoans “Goce, en espaiiol, es un imperativo, una orden, una intin que no podria confundirse con su precedente mis arcaico en la len- gua, el “go20" que, por aquello de lo inefable, es imposible de decir como presente del indicativo de la primera persona del singular. Pues al decirlo se lo disuelve, como sucede con el impromunciable nombre de Dios. " Goce” en espatiol, der Genuss en alemin, la jouissance en francés. FL GOCE: DE LACAN A FREUT 5 Jamas enjoyment. Gozarin Ios traductores al inglés buscando en su lengua la palabra justa. Atendiendo a la imposibilidad de nombrar~ loyal origen lacaniano del concepto, muchos optan simplemente por el uso del francés: jouissance. “Goce” y “jowissance”, que deriva del verbo latino gaudere (alegrarse), (sich frewen, Freude, (Freud!) y que reserva algunas sorpresas en la lengua corriente cuando se desdo- bla en sus acepciones segtin la autoridad, segzin ta Real Acadet Espafola: Gozar. 1. Tener y poseer alguna cvsa; como dignidae, mayorazgo o ren- ta, // 2. Tener gusto, complacencia y alegria C2 aiguna cosa. // 3. Co- nocer camalmente a una mujer: // 4. Sentir placer, experimentar #12 ves y gratas emociones. Es interesante que la dimensi6n objetiva de la primera acep: in predomine sobre la dimensién subjetiva de la segunda y la cuarta, que el goce sea algo que se tiene mas que algo que $2 sie te ¥ sorprends 10 involuntario del desenfado del académico al no excluir que sea “otra” mujer Ia que puede conocer carnalmente a “una” y tampo- co puede dudarse de su pudor no exento de lacanismo en el uso del articulo indefinido “una” pues alas mujeresno puede acceder- se sino tratandolas una por una. El sexismo seméntico imprime su sello inconfesado en esta acepci6n: gozar, si, pero de una mujer en ‘el conocimiento de la carne. Pareceria que fuese inconcebible que se gozase de un hombre V, para ellas, s6lo quedaria gozar “conocien- do” a otra. No hay reciprocidad en el goce. Palabra de académico que el psicoanalista deberd pensar. “Gozar”, que deriva del latin gauderey que tiene una herencia no reconocida en el muy castizo verbo “joder”, un vocablo que tuvo que esperar.a que el calendario marcase el afio 1984 para que la Real Academia Espaiiola le diese cabida por primera vez en la tri- gésima edicidn de su diccionario y con una etimologia que se anto- jaarbitraria pues lo hace descender del latin futuere (fornicat), del ‘que indudablemente deriva la palabra francesa foutre. Un verbo que tuvo que esperar siglos para entrar en el diccionario hasta que fi- 16 EL coce nalmente lo consigui6 aunque precedido por una advertencia in- s6lita: "Voz muy malsonante”! (alguna relacién, aunque sea por ‘oposicién, con la afirmacién lacaniana sobre el psicoanilisis co- ‘mo una “ética del bien decir’?). De todos modos el verbo “joder” no tendrfa mucho de qué quejarse pues, una vez admitido, irrumpe ‘argado desde un principio con cuatro acepciones muy ligadas al gaw- derelatino y asus derivados en romance: govary jouir. Esas cuatro acep- ciones son, en sintesis, las siguientes: 1. Fornicar? // 2. Molestar, es- torbar. // 8. Arruinar, echara perder // 4. Interjeccién que denota asombro o incredulidad. Las vecindades seménticas de “gozar” y “joder” podrian llevarnos ‘agregar a ese par el verbo “jugar”, especialmente si consideramos Javecindad fonolégica en francés entre jouiry jouer. No obstante, la investigacién filolégica nos ensefia que palabras como “jugar” y “jo- ya" no proceden del gauderesino del jocum, que es una broma o una cchanza, algo préximo al Wit: freudiano, si nos colocamos en el pla- no del lenguaje y de sus artficios. Podrfa pensarse también que este “jugar” da cuenta del “conju- gar”, la operaci6n gramatical que se realiza sobre el verbo, pero 36- lo para advertir al cabo que la “conjugacién” no es juego sino sub- yugacién, un someter a los verbos al tormento de un mismo yugo (jugum en latin). Jugar y conjugar que remitirian al célebre senti- do antitético de las voces, ahora no primitivas, ahora derivadas, que interesaran en su momento al Freud paralingiista Valgan deslinde, semiantica y etimologfa para introducir este vo- cablo “goce” que recibird del psicoandlisis otro brio y otro brillo. En psicoanalisis el goce entra atravesando el portén de su signi- ficacién convencional. Asi aparece, a veces en la escritura de Freud, veces en el Lacan de los primeros tiempos, como sinénimo de una gran alegria, de placer extremo, de jubilo de éxtasis, ‘Ocioso y pedestre seria hacer el relevamiento de las oportunida- des en que Freud recurre a la palabra Genuss. Pero estarfa bien re- cordar, independientemente de los vocablos usados, ciertos mo- ‘mentos capitales en que el goce, lacaniano ahora, es reconocido por Freud en el espacio de la clinica. Al respecto, no puede dejar de mencionarse la voluptuosa expresin que éladvierte en el hom- murny — 4098 (Oma — Seer-ot 7 EL GOCE: DE LAGAN A FREUD bre de las ratas en el momento en que recuerda el relato de la tor- tura, un intenso placer que era desconocido por el paciente en el ‘momento de llegar al colmo del horror evocativo. O el jibilo que Freud percibe en el rostro de su nietecito, cuando esta empefiado ‘en jugar con un objeto, el célebre carrete, de la misma manera en. ‘que el propio nifio es jugado por Ia alternancia entre la presencia yla ausencia de la madre; juego del vaivén'del ser que se reitera ‘cuando hace entrar y salir su imagen del marco de un espejo. O el {goce voluptuoso, infinito, que experimenta el presidente Schreber, también ante el espejo, al constatar la transformacién paulatina de su cuerpo en un cuerpo femenino. El vocablo “goce” aparece en Ia ensefianza de Lacan afectado tam- bién por el uso convencional; no podia ser de otra manera. Asi fle 6 hasta un momento que puede precisarse con rigor cronolégico. Has- os ta entonces encontramos al goce como equivalente al jabilo y al ju we’ bilo encontrando su paradigma en el rec io at" de la imagen unificada de si mismo, del moi (aha. Erlebnis). Luego lle- x, ‘giel goceen el advenimientoalsimbalo (/ortde) que permite un Ly nea fa frente los apremios dela vida, primer nivel de autonomia frente a los apremios de la vi lepetesitratienlesh ips eromteniaisaise OO de laLey. Ree “No es que el deseo esté desnaturalizado por la alienacién y por . tener que expresarse como demanda por medio de la palabra; no 9 es que el deseo caiga bajo el rugo del signficante o que éste lo des- Yep vie 0 lo trastorne, no, es que el deseo slo llegaaserdescaparla sh | mediacién del orden simbélico que lo constituye como tal. La pa- 6 Jabra es esa maldicién redentora sin la cual no habria sujeto, ni de 71 se0, ni mundo. Tal es el eje de la ensevianza de Lacan durante unos: Jp) ppocos afios, hasta finales de la década de los cincuenta. Lis concep- 2.96 {os lave en exe perfodo son: deseo, alienaciény ignifcante. Suds" curso gira en torno de las vicisitudes del deseo, la refraccién de ae (: S25 7 Clase Sy Parana a May we EL cock, te en la demands articulad, el deseo de reconocimiento ye reco: pan nocimiento del deseo, el acceso a la realidad que pasa por lain won posicién al sujeto de las condiciones impuestas por el Otr (mundo, el orden simbélico que induce efectos imaginari 4 gulacién de la satisfacci6n de las necesidades y el ajuste de: £3. &, diciones de esa satisfaccién). Son las consecuenciasineludibes de (09 ver la prctcaanaltca como molinee de palabras ydereconocer iscipulos ylos lectores de Lacan que se que- daron en esta apreciacién menos patica que patética de los concep- tos. No fueron muchos, sies que alguno, los que advirtieron la sac dda del arbol conceptual del psicoandlisis que tuvo lugar en aquel Ks hoy ya muy lejano dia en qud Lacan anunci6 que la originalidad de la condicién del deseo del hombre se implicaba en otra dimensién We Jiferente, en otro polo contrapuesto al deseo, que es el goce. | Sof De inmediato nada pareci6notarse. Fue muy lentamente comose (oes tente que el nuevo concepto replanteaba el estatuto del psi- coanalisisy obligaba a practicar un segundo retorno a Freud, a colo- Yj carse mas alld de la dialéctica del deseo en la empresa de subversién «3H? del sueto, tanto del sujeto de la cencia como del dela flexohi, ‘9 Nada habia de arbitrariedad en Lacan al promover sorpresiva- 7 mentelanocén del goce aun har cenual dela resin anal cacontraponiéndolo al deseo, su “otro polo”. Por eso es necesario que el concepto de goce tenga que deslindarse en una doble opo- siciGn, por un lado, con respecto al deseo, y por otro, con respecto a lo que parece sersu sinénimo, el placer: Definir el goce como con- cepto es distinguirlo en su valor diacritico, dferencial, en esa do- ble articulacién, con el placer y con el deseo. Mas, de dénde la jowissance :Por qué recurre Lacan al término degoce" y hace de él un concepto nuclear? No lo extrae del diccio- “al, marietta leigaa dondeve contindetteniel plséaracna eieumas Di traen la obra de Freud, donde aun fa masoquist, Hemos dea tage tines (por un camino inesperado, que ¢s el del derecho. Lacan se nutre jy Conk Hlosola del derecho de Hegel es li donde aparece el Ge oe ‘nus, el goce, como algo que es *subjetivo", “particular”, imposible fe ce go Sse EL GOCE: DE LACAN A FREUD 19 69 4 re de compartir, inaccesibleal entendimiento y opuesto al deseo que | resulta de un reconoci racadedos concienciasyquees | ot objetivo", “universal”, sujeto a legislacién. Saaestitncte peat ydeseo, wntral en Lacan, tiene pues una raigambre hegeliana. La- % cation agueiccoiettleetieas AOU temente sobre este punto aun cuando VE ‘ eaters (prohibiciones) y dela moral (deberes) podria desarrollarse larga- ese, mente con profusién de citas. Me contentaré simplemente con re- Jets" mitir al lector a los apartados 36 al 39 de su Propedéutica filosifica de coe 1810. Es entonces cuando el dialéctico toma partido contra el go- ‘Sis ee, ce que es “accidental” y cand se prontuncia en favor del olvido de ‘uno mismo para orientarse hacia lo que él considera “esencial” de ace Jas obras humanas, aquello que remite e incumbe alos demas. cS Desde est remotoorigen se ve que la cestin de. ge cama devlares al er una cuestn de ca EL pcan Ho PU? yas ser indiferente antd esta oposic MeL con el deseo que pasa por la La filosofia y el en sintesis, el discurso del amo, paivilegia 0" la dimension desiderativa. Hegel en el texto citado puede sostencr: a “Si digo que tna cosa también me gusta, o si me remito a mi goce, relacién posible con otros, que se basa en el ente , Goce que, en discurso del derecho remitea la nocién de “usu Ce/_ tructo" det dist de a cos en tanto que es un obisto de ane a6 én. Bl discurso juridico oculta que laapropiacidn es una ex: aC Propiacién pues algo slo es “mio” en tanto que hay otros para 0 quienes lo “mfo" es ajeno. Sélo puede gozarse legitimamente de cas quello que se posee y para poseero plenamente ex necesario que el otro renunci a sus pretensiones sobre ese objeto. Aqui, de gol {jus se encuentran y confluyen las teorfas del derecho y del psicoa- ~ bali Desde un principio se plantea en ambas la cuesti6n funda- 24" Peau anna akienie dees ners cae ibaa relaciones de este cuerpo con el cuerpo del otro tal como ellas ex: Ho" tan reglamentadas en un cierto discus o vineulo social. Cuestion = | Cenencao ours neseees “| 28 =U): Mavuse Cestroro wor) En esta primera exposicién metapsicolégica, lade 1895, el yofor- “ia parte del sistema ly y ocupa tn lugar decisivo en el proceso de- nsivo al servicio del principio del displacerplacer. Con este apa- se presenta una primera version del origen y funcionamiento Sa, I inconsciente. ¥ ot El paciente de la neurosis, el “enfermo", es un nifio que ha viv | pasivamente una seduccién por parte de un adulto; a sexuali- Gad aparece primero en el Otro. Ese nifio ha registrado (en w) es- WY fx tairrupcién de lo real sexual exterior. El recuerdo es una huella “306 no puede integrarse en el sistema de representaciones (0 de Jip jeuronas”) que es el sistema del yo (i), porque su presencia pro.“ yoca un aumento tensional que no encuentra vias para su descar- Qi" ‘ga. En otras palabras, el recuerdo traumético es una suerte de cuer- 6% 0h "po extraiio al yo, que amenaza el sistema en su conjunto. Para el principio del placer, que pretende el equilibrio energético, este re- “quedo es inasimilable, no cabe en la memoria j por ese motivo, es separado del sistema reconocido de las representaciones. Esastco-/” nido waumatismo, ala vez herida yarmair eee eae eed eriaade *, arriesgar una premonici6n de lacanismo— se aparta horrorizado We del recuerdo. Pero este distanciamiento, esta rpresin, lejos de ha- Wa as" cer desaparecer la evocacién del trauma, la eterniza: imposible de () aoe ‘metabolizar y de digerir queda el recuerdo como un quiste incrus- tado en la estructura psiquica. Ya no se lo puede atenuar, yanose | Jo puede esquivar con el razonamiento o con el olvido. ye’, La paradoja es evidente: el principio del placer ha determinado ys ele _ del displacer, el aparato ha. gia de un Otro lascivo y.de su deseo que interviene sobre el cuerpo 5, DS de un nifio, objeto indefenso del que se abusa para gozar Sinem- |) > igh _bargo, al escindirse como mticleo reprimido de representaciones in- conciliables con el yo, este réprobo del psiquismo, metamorfosea- do en memoria inconsciente, se conserva para siempre, se hace liga con él las experiencias ulteriores y retor- e, una y otra vez, en fs que luego se lamardn “forma (5° re cask GOO EN EL Goce ciones del inconsciente” de las cuales es. tosa(Lacan insistira en sefialar que lo reprimido no existe més que Por st retorno y que la represién es Jo mismo que el retorno de lo reprimido. El principio econémico del placer ha engendrado la ppersistencia onerosa y antieconémica de lo intolerable que vuelve {, b& Yquellastima. El sujet el del inconsciente, se experimenta ast mi ie ‘mon la tortura de esta memoria recurrente que lo ‘a como objeto de la lascivia del Otro. 0%. Elyo ha producido el efecto paraddjico de aprisionar al enemigo . , el desencadenante de reacciones imprevisibles si se lo de- stad. Para conservarlo en la circel debe vivir defendiéndo- ible fuga, de una fuga que no deja de realizarse en cuan- tan sus defensas. Queda sometido a su sometido, esclavo lavizado. Ahora el agente traumatizante no ¢s ya el Otro si- no el recuerdo de la seducci6n que ataca—y siempre—desde aden- ‘to, desde su prisién. No hay escape posible. Elsistema ha generado quello de lo que en adelante tend que defenderse. Lo externo de- vino lo mas intimo, un interior inaccesible y amenazante. Esta primera teorfa de la etiologia de las neurosis es el suelo na- tal del que el psicoanslisis nunca acabara de desprenderse. La teo- Lovie La seduccién. El cuerpo del nifio es la cosa indefensa presta al nsrify 4450. El objeto reclamado por y para el Otro La sedueci6n se ha- ee presente con los primeros cuidados, con los modos en que se ad- idades, con la regulacién y la su- peditaci6n del cuerpo del nifio a las exigencias y a los deseos yma la més estrepi- el fantasma del Otro, en especial el Otro materno, que es el sujeto? kS ie Oued Ter, nisrAiior del goce. go. PE” ‘Ce queda de este modo confinado, por esa intervenci6n de la pala: -pis.< bra, en un cuerpo silenciado, el cuerpo de la pulsiones y de a bis“ 77956 ‘queda compulsiva de un reencuentro siempre fallido con el objeto. oa one Hablo det Winsch freudiano, efecto de a experiencia de satisfac py cién. Hablo del deseo inconsciente y de su sujeto. oe _Elsujeto, el que Lacan introduce en el psicoandlisis por haberlo y, aoe i6n, de bisagra, entre dos Otros, el Otro del sistema significante, 4 conv ‘deLlenguajey de la Ley, por un lado, y el Otro que es el cuerpo go-x STS de encontrar un lugar en os intercambios simb6li-Sue ere" ‘¢03, apareciendo entre lineas de texto, supuesto. BT) FE “eile = : Dedadv pe ed CORE Fhe side Tee 6 EL Goce acs ac ae eal pg en este exceso de excitacién y carga, de este goce imposible de mane- jo del Uno resignad intercambios y la reciprocidad. Un topos inaccesible Je __ Paral sujeto que lo alberga y que, por la raz6n ajena, la del Otro sick (% €Xterior interiorizado, debe ser cautelosamente exliado. Esa posi ion de exteroridad intr, an emparentada con Toque Freud Ham6 weet Ex0 (Es), el Ello, es trabajada topolégicamente por Lacan cuando ha- ELLO blade extimidad” Es, sin lugara dudas, el oscuro nicleo de nuestro ser (Kern unseres Wesen). No es en él cuestiGn de palabras, no se tra ta del inconsciente. Pero tampoco ¢s ajeno al lenguaje pues es del le (avouable. confesable) para nos su Pero el goce no puede ser abordad partir de su pérdida, de la er % °° por lo que viene desde el Otro y que deja en él sus marcas. El Otro ‘O0lue no corresponde a ninguna subjetividad sino a las cicatrices dejadas PCi\€ 9 en la piel y en las mucosas, pediinculos que se enchufan en los ori- t (eM acios, ulceracién y usura, escarificaci6n y descaro, lastimadura y Lis- -ajijcos ‘ima, penetracién y castracién. (Todo esto no es sino parafrasis.) Tee Fi hatan flan eeplica ba kapoor dtl feta ho waco rapodemos decir que tal defensa es defensa frente a un ascenso en WA ct goce, que la defensa ex neutralizacion de un recuerdo vivido de fe modo placentero 0 de modo displacentero. ‘mo: la configuracién sintoma OEREND — Feeniee ACen: OR Ame EL GOCE: DE LACAN A FREUD 2 defensas seran las del asco y la conver Iistera frente aun goce supyesto en el Ovo}.os dos mods dese: 5, laci6n con el deseo del Ouro que caracterizan, distinguen y oponen «xs “g* a ia neurosis obsesiva ya la histeria son, asf, modos de separaciGn. « st Elsujeto se extraia del goce que resulta desplazado y reubicado en Con e establecimiento de a neurosis, exo (Ello), el cuerpo, hae, Ee Dla; el goce desterrado vuelve por sus fueros, demanda un interlo- . OMe >. ‘cutor, se dirige a un saber que falta para que sus inscripciones pue- ‘dan ser descifradas por el tinico desfiladero vosible, la palabra. Esa , O°!” fa doctrina freudiana del sintoma. La férmula consagrada y rei- CY terada varias veces por Freud para definir el sintoma es “satisfaccin el cuerpo como sintomat\, ‘ \capsulado y secuestrad En Freud, también en Lacan al p oria del sujeto integrindolo a un saber que puede llegaraser , , « saber de alguien, presto a dotarse de sentido, presto, por eso mis- gin 0 Boal equrocoy ao inconmenrarable, Wo s wer sl ch wen, gy posible decirlo con mayor economia. of, OG Esta posicin del sintoma como goce encapsulado es paradigmati "ys “ ‘eayvale para todas as formaciones del inconsciente. Elinconsciente (*Y<4ua" t amo consiste en —y noes otra cova que— la actividad de os proce- t“*| encargados de operar un priiner desciframiento, una cae tellung de los movimientos pulsionales hasta fi- wi &, ts del deseo, Lacondensacin yeldespla 701 = oS AEC cowreryoG ) DATE AE Smeg —p Soufmen / es EL ote Dison 8 HL Goce ce. El goce, por tener que decirlo, es evocado, fallado, desplazado al Jo: el del deseo. loen la medida en que se lo escuche. quese dice encuentra un buen entendedor, uno que no lo tstfahogue en la marejada del sentido, alguien que rescate su condicién 1020 enigma habit un posble gorar del desciframieno, Ax ein TOES eeiatreasodepene deltiormacscaiinaleadilipzcyeepato 7 fe & repiosserieltcfeceoy el pretinsicile rat Gd nitaserproestiva qc Get", produce la buena suerte, la feliz enhorabuena de un saber ayo. 3 ‘Toda la teoria freudiana sobre los suefios y su interpretacién es re- COL solcada por Lacan a parti de sus conferencias por radio de junio de 20. .1970,!8 donde los procesos del inconsciente son puestos en relaci6n ot ee ‘con el goce. ¥ luego, poco después, en el Seminario 20,"! precisard su Use planteo al establecer que, bien el inconsciente esté estructurado co- { moun lenguaje, no es menos claro que el inconsciente depende del \ gl goce y es un aparato que sirve a la conversién del goce en discurso™ (Ue No creo que sea injusto buscar all el sentido del apotegma freudia-_ ge Geno cisco; "el suetio es el cumplimiento de wn desco”.Eleumplimien- Bec d l encteegr tenors To tanto, su desaparicién “42° como deseo, como falta en ser, como escisién en el sujeto. Por es0 we {Yo puede decirse que el suefo es alucinacin del goce y tambien defen- eS sa frente a éste (en resumen, formacién de compromiso) pues topa con lo imposible de representar y de decir. Es sabido que el proceso de interpretaci6n del suefio encuentra un limite en el contacto con la satisfaccién desnuda del deseo que él debe figurar; 6¢ es el mo- mento del despertar y de la angustia. La angustia es el afecto que se interpone entre el deseo y el goce, entre el sujeto y la Cosa. Es sabido que la interpretacién del suefio conduce a un enigma no interpretable; el punto donde el sueiio arraiga en lo no cognoscible, Ge et-un inaccesible lugar para siempre en sombras. Freud! reconoce ¥ wet tiza este punto con el nombre de “ombligo” del sueii« vale ee Zeneralizar, | ombligo de todas las formaciones del inconsciente. To- (me dascllas pueden comprenderse como eflorescencias, como hongos que 9° seetevan desde un micelio que esté mas alld de ls posibilidades del de- \% Gir: (). Faltan ls palabras para simbolizar esto que por las palabras :mismas lega a producirse como lo imposible, 1o real, el goce, [ A EL GOCE: DE LACAN A FREUD 2 S5ua0 > No seria empeiio vano el de releer a la luz de esta clave toda La yes interpretacién de tos sues, mostrando la relacién que hay entre la yooayyh Enisiellung (dist ‘operada por el trabajo del suefio como pricy. sae mer desciframiento del goce y el trabajo interpretativo del analista. 7 Por ese camino se desembocarfa en el capitulo 7 y se descubrirfa en Iaconcepcién del aparato psfquico la maquinaria que convierte el!" / {goce en un discurso que lo evoca y que es la tinica via que permite suciio es el camino real que condu le descifrado y hecho irreconocé jendo los suetios, permite seguir “Pe” -poso. Si el sueiio es formacién de — ‘compromiso al servicio del principio del placer, lo es por sunatu- “Y Taleza bifronte. Descifra el goce, lo palabrea, vigilando ala vez que su sy" mon ante no rebase ciertos limites de seguridad, tratando de colocar gy- a €l flujo de las representaciones oniricas en el centro de ese “Iadrillo | de seguridad” por donde deben volar los aviones para evitar la pertur- | bacién del encuentro con otros objetos voladores. Puede recordarse iy (que el primer Lacan (en laconferencia del 6 de julio de 1958 sobre Ct"? Jo imaginario, lo real y lo simbélico), mientras preparaba su discurso ("69° de Roma, sostenfa que la lectura de “La interprtacion de los sueios” mos- + ‘que sofiar era imaginarizar el simbolo mientras que interpretar 0 of suefio era simboli YY ello bien pudiera ser asi pero al ce". precio de desatender el resto, esignificante de lo ndaciblecon que we 60 tropieza al querer simbolizar la imagen (S (A)] y el de lo iepresenta- Eg? blecuando se trata de imaginarizar el simbolo. Qué quedaria afuera? o> > 4 Lo no especular, el objeto @* que, como causa del deseo (plusde-go- we maiema por excelent Habraquedecirque_¢ texto que gue potieseliegaraserdewso > c8 ‘romncando a primera lea del alfubeto, de misma manera que desimos"c [imatemas que so pueden rear lasimados po el hab. 30 EL coce ce), es precisamente el micelio sobre el cul se eleva el hongo del sue- fio.como discursoy también el discurso como sueio,asiento'y sopor- tede un primer descframiento del goce. Asi entendemos,con Lacan, Ja micética metéfora de Freud. El sue‘io, champiién del goce. Desplazamiento? Si; desplazar, transponer: Ese es el trabajo del inconsciente. Un maldito (sac) desplazamiento. ¥ el de Lacan? Enistellung, reflexion de Freud a partir del goce. Segundo retorno. __.<® También nosotros tendremos que ret MEOH La Poicopatlogia dela vida cotidian'®itustra, tomando el discur- SG” so-comoun suefio, la presencia de este ciframiento y desciframien- {felbebé) cumplir los sue‘ios, os irrealizados descos de sus padres’ npr acia si mismo, reflejo del amor que‘/ gust ra Je dispensa el Otro. La investidu 's que recibe su propia’ 4+" spensa el Otro qu puppies bel “finagen especular sera modelo, yo ideal, que habra de perderse y| ‘que se buscar recuperar-a través de la obediencia a los dictados del oe Siro, constitayéndose ax el ideal del yo. ELamor del yo ideaizado,), 2, ‘por la relaci6n amorosa con un otro que se elige siempre se-" je: tin el modelo narcisistico. La otra, la Hamada eleccién de objeto | por apuntalamicnto oanacitica, no es sino unavariaién de in elec- OO ‘Gin narcisistica en tanto que las figuras de la predileccién amoro- "<7 sa, a macire nutricia y el padre protector, no son sino los sustentos’”" necesatios para ese yo del narcisismo. Las otras cuatro formas de tleccién del objeto del amor (que no es, por cierto, el objeto del de- seo) que Freud distingue son, clara y confesadamente, narcisistas. Del goce al deseo, del desco al amor, y eLamor, por su parte, reca- indo sobre un objeto al que se desplaza la imagen de sf mismo. No; no hay nada que hacer, la relacion sexual no exist. Pero el yo es, desde el principio de la obra de Freud, desde el. Proyecto (Entwurp) de 1895, una instancia de proteccién y de desvia- Gon de lan cage detensin para hacris nocias ax init la {5 tensién sexual, es decir, el goce, que se despierta en el organismo cuando se orienta hacia la experiencia originaria y mitica de Ia sa- tisfacci6n. La funci6n del yo es regulada por el principio del placer, tiende a la igualacién de las cargas, ala homeostasis, ala evitaci6n del displacer, al menor esfuerzo. Su objetivo es el de servir econé- micamente al organismo como un todo y lo cumple poniendo limi- tesa la tensi6n que en el propio organismo se engendra. El goce, ppara Lacan, es lo que no sirve para nada. En Freud, no s6lo no sit- ve sino que amenaza y contrarfa el principio del displacer placer. El ‘modelo freudiano del goce es el que encontramos, me parece,vol- ms EL GOCE [ye stendo ston Te ejr deere see Vert en peer » preliminar" que Freud opone al place inal den descarga ogi mica. De ese placer previo, que emana de las zonas erégenas, dice?> aque es un efecto que carece dein en nada contribu (ones de 3» 1a pubertad) a la prosecuci6n del proceso sexual. Por eso Freud dis- esaave bywerh y st we: £ — Teaver | ° _ Egtctosscencenh cand tisa)came excinirassartosiiosele | desgracias, de los azotes dela vida, de las exigencias de que el Otro_ Feconozca el pasaje significativo del sujeto, de las puestas a prueba del aguante y Ja tolerancia de ese Otro, de los estiramientos cons- TImaximo de lamini inal. En todo esto —y lo que digo no es la opinién compartida por to- dos los lacanianos—saltaala vista un rasgo particular del goce. El go- es dialéctico aunque de un we 1e de la dialé deseo, En primer lugar debemos entender que la referencia dia- 0" léctica en Lacan no es hegeliana pues, en Lacan, no podria recono- © cerse un momento final de sintesis al que se llegaria por alguna “as- tucia de Ia raz6n”. En efecto, creo que no puede sostenerse que la dimensi6n del deseo seria, en sf, dialéctica mientras que la del goce no lo seria. Tal es la In que sostuyo J.-A. Miller®! en su semina- | te, Hiodel 2 de mayo de I concepto mismo de goce es un concep © to fundamentalmente no dialéctico con relacién al deseo"| En esa cla- se, el heredero de Lacan desarroll6, con particular agudeza, la idea de que la enseiianza de Lacan habria adoptado ur contraria a dialéctica.a partir, precisamente, de su texto de 1960: “Subversion sujetoy dialéctica del desco en el inconsciente freudiano”. Tal po- HN sicién de Miller es congruente, por otra parte, con la sostenida en su as So conserencia {HTeoria de los goces"* en donde sostenia que puede de- cirse sin ambages que el desco es cl deseo del Ouro pero no puede Postularse que el gace sea el goce del Otzo, En esto hay que convenir. Por cierto que el goce de uno nose confunde con el “goce del Otro".\ ‘Sin embargo, no por evitar esa confusi6n, dj i st, aladimensién del 2,22 podria coincidise con Miller cuando, ese mismo dia de 1984, afirm6 ‘@ipot sque el progreso que va en la ensciianza de Lacan de 1960 a 1964, de eociaperaere coms certo: Sn lnente eas ‘9, eliminacién de la referencia dialéctica. Mi +e Lo discutible de ese aserto de Miller se comprueba al seguir el hi-

por tanto, recondciendo una ceria relacion con ©)" mejor que el sulcida pero también secompructn 2 >, ‘mismo en los a-dictos, en los psiedticos, en los escritores para quic- oe Ja pluma representa un modo de escapar a los vinculos del discur- °c“ Formas todas de la adiccién se abordan en el capieulo 7. ond "El placer esti del lado del acto reflejo. Es lo que Hleva a la pata “ ey Jaana a contraerse cuando se le aplica una corriente eléctrica. (0s iis podré esa reacci6n crear un objeto. Los hablentes inscriben Wea trabajos, sus discursos, en el tiempo. Viven matindose y dejan- 5% €ltesimonio desu padecer, de su parecer de su parser. La sus: (3 ia verdadera de la pulsn de muerte ext del lado del ces del 7 dolor, de la hazaiia. MK, see nee 74 jeza inanimada sino este registro donde se inscribe lapasién im- +) sible de una subjetividad a través de sus tri(e)bulaciones, de sus

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