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DDEREGHO SUGESORIO causante sefiale en un acto de iiltima voluntad, testamento, o que designa la ley en el caso de la sucesi6n legitima. Es desde este punto de vista que se hace'la calificacién, aunque, como se ha repetido varias veces, la ley organiza las érdenes de sucesion bajo la idea de la supuesta voluntad del causante. En Ja medida en que priman los intereses familiares y sociales en la organiza. cién del régimen sucesorio, esta idea se abandona, para distri- buir el patrimonio entre quienes la ley considere mas indica- dos, aunque no sea de suponer el afecto del causante. Pero en todo caso, la sucesién legal opera sin tener en cuenta juridica- mente, la voluntad del de cujus. Ni aun las indignidades para suceder se basan en esa supuesta voluntad, pues tienen el ca- ricter de sanciones legales mas que de interpretaciones de la voluntad presunta del causante (vid. N° 276). 108. Blemenios que supone la sucesién: remisin. La transmisién sucesoral supone la concurrencia de varios supuestos: muer- te de una persona, sucesor digno y capaz, existencia de una asignaci6n, que ésta sea aceptada y que el succsor disponga de un titulo de vocacién. De ellos se trataré mas adelante, cuando estudiemos la wansmisién misma y sus mecanii i inismos (vid. N* 119 y ss.), _ CAPITULO I LA HERENCIA COMO DERECHO REAL 19. Concepto, La herencia designa la masa en que se sucede al Gausante, el patrimonio del de cujus, sus relaciones juridicas “-¢prisideradas como universalidad. Es lo que se conoce como la oncepcién objetiva de la herencia. “5h “Pero también se designa por herencia al derecho a esa uni- + Yéisalidad y, desde este punto de vista subjetivo, se habla de ‘derecho de herencia, que el Cédigo coloca entre los derechos ‘Yeales (art. 577). Su estudio, desde este Angulo, corresponde al erecho de los Bienes. Aqui nos limitaremos a sefialar algunos cipios. Lalidea de derecho real de berencia va fntimamente ligada 'la'de sucesién en la universalidad que tom6 nuestro derecho {4 dé sus precedentes romanos. No se trata de la sucesién en cl dominio de cada especie del causante, sino del derecho que se ‘tiene’ al todo, a la universitas, en la cual se comprende todo lo jue era del causante, activo y pasivo. No es un derecho sobre ‘cosas del causante como tal, pues sobre ellas el sucesor tomaré, por sucesién, el dominio, si lo tenia el causante. Lo ‘que lo constituye son todas las relaciones juridicas que integran “Ywherencia desde el punto de vista objetivo, todas las que tiene ‘el:causante, a cualquier tftulo y que tienen aptitud para ser transmitidas (vid. N° 90). 410. El derecho de herencia y el dominio. La idea de sucesi6n en la -raniversalidad no es, ni con mucho, originalidad del Cédigo. Tiene explicaci6n historica y similares en otras legislaciones. Por tanto, no es ella la que justifica, aunque s{ fundamenta la « explicacién del derecho de herencia como real. «En lo que nuestro Cédigo se aparta de otros es en la crea- ‘eign de un derecho auténomo, cual es el derecho de herencia 10 ERECHO sUCESORIO yal que se le atribuye el cardcter de real (art. 577). Auténomo del dominio y de las cosas comprendidas en la herencia; auté- nomo de las relaciones juridicas en que se sucede. Por el hecho de tomar el sucesor el lugar del causante, no por ello se define el derecho de herencia. La sucesién en la universalidad, insisti- ‘mos, no basta para explicar el derecho real de herenci El articulo 577, al indicar el mimero de derechos Teales, sefiala el de dominio, pero también, y en forma separada, al de herencia, El heredero tendrd uno y otro, en forma sucesiva, segiin se ver4, ya que ambos no coexisten en el tiempo, por mis que la ficcién de la retroactividad singularice los derechos que, en definitiva, correspondan a cada heredero, desde el mo- mento de Ja apertura (art. 1844), El heredero, a la muerte del causante, inicia el Proceso de adquisicion de la herencia, que terminar4 con su aceptaci6n (vid. Ne* 187 y ss.). Pero no con ello ha tomado el dominio de cada especie 0 derecho de causante, pues si varios son los suce- sores universales, cada cual tendré’un derecho propio, el de herencia, y un derecho cuotativo sobre la universalidad. Seré tan s6lo con la adjudicacién que su derecho sobre la universali- dad se radicaré en bienes determinados y se podra decir que el heredero es duefio de los bienes que le han cabido (art. 144), Mientras ello no suceda, el heredero, por sf solo, tiene un derecho que es el real de herencia. La demostracién de la diferencia entre el dominio sobre cada cosa singular y el derecho real de herencia esté, desde Tuego, en la mencin que de cada uno hace el art. 577, pero ademas en la consecuencia que resulta de que se establezcan acciones reales diferentes con respecto a cada derecho. Para el que sostenga ser heredero y tener derecho a la herencia, se establece la peticién de herencia, accion real, que se refiere a Ja universalidad, y para lo que sirve de titularidad la demostra- cin de ser heredero, frente a otro que pretende serlo y no lo es (art, 1264). Para el dominio, se conserva la acci6n reivindica- toria, pues el heredero puede tanto intentar la peticién de herencia, si otro la ocupa, como hacer uso de la accién reivin- dicatoria si otro esté poseyendo sin derecho alguna especie que compone la universalidad (art. 1268). 110.1, Doctrina y Derecho Comparado, La situaci6n legislada entre nosotros se répite en otras legislaciones, pues en muchas [INTRODUCCION. FRINGIPIOS SUCESORALES, ETC, wr el:heredero recoge Ja universalidad, desligada de los bienes “que la componen. Es decir, se concibe la herencia como la sustitucién en el patrimonio del causante y no solamente en ‘cada especie que era del de cujus. Ast sucede en los derechos que admiten la sucesién en la persona. La explicacién de la hierencia como sucesin en la “universitas”, ha sido y es critica: a (vid., por ejemplo, Lacruz y Albalaciejo, op. cit., N31 y ss.), pero es aceptada por derechos extranjeros. Asf, el derecho fran- és contiene también la llamada accién de peticién de heren- que versa sobre ersalidad, al menos por elaboracion jurispradencial, ya que el Cédigo mismo no la reglamenta (vid. ‘Maury y Vialleton, op. cit., N* 326 y ss; Guarrigues, Suzanne, A ‘propos de la petition d’héredité, Montpellier, 1928, G. Marty y P. Raynaud, op. cit,, N“ 189 y ss.). Lo mismo el derecho argenti- no, aunque por disposicién del Cédigo (art, 3421, vid. Arias, José, Sucesiones, G. Kraft, Buenos Aires, 1942, pag. 340). Pero lo que distingue todas las legislaciones que admiten la “aniversitas” sucesoral de la nuestra es la creacién en el Cédigo del: derecho real de herencia. El sucesor adquiere por sucesion ese derecho, y adquiere también el dominio de los bienes y la responsabilidad, segiin la explicacién tradicional, porque los bienes pasan como un todo, junto al pasivo. El heredero recibe a Ja vez los bienes, derechos y obligaciones, pero si se dice que éllos conforman una universalidad, no por ello se crea un dere- cho diverso al de dominio sobre cada especie. De ahi que entre ‘nosotros sea més simple la explicacién de Ja naturaleza de la vaccién de peticién de herencia. Ella defiende un derecho real, que se ejerce sobre una universalidad. Es pues una accién real. En otros derechos, como se adquiere de una vez todo el patri- monio, es decir, de una vez se adquiere el dominio de cada bien del causante, la naturaleza de la accién es discutida, sien- ‘do para unos real y para otros mixta (asf, para el derecho francés, vid. Maury y Vialleton, op. cit., t. IV, N’ $28; G. Marty y P; Raynaud, op. cit, N°1). La i sma de universalidad ‘resulta, en estos derechos, discutible (vid. Lacruz y Albaladejo, op: cit, N* 38 y ss. y N= 41 y ss.). La utilidad de la existen entre nosotros, de este derecho real esté mas en la aptitud que sus consecuencias, que tiene, como medio técnico para ex- icar la sucesi6n en el todo, y la mantencién de especies que en vida del causante eran elementos disgregados, sin que pu- = sdieran transferirse como un todo, unidos en la idea de univer- we DEREGHO SUCESORIO salidad. Eso es lo que justifica la peticién de herencia de una forma més clara, pues bastard la calidad de heredero para que vuelva el todo a su titular. Esto permite también explicar, de mejor manera, la idea de posesién de la herencia, para no confundirse con la posesién de cada especie que compone el todo. Pensamos, pues, que el derecho real de herencia es nada més que un medio técnico para simplificar la situacién del heredero y de los bienes del causante como universalidad. 111. Es un derecho real. En. Chile no hay duda alguna que el de herencia es un derecho real. Lo dispone asi el art. 577. (Ade- més los arts. 391, 1909, 1910, 2512). Lo protege una accién real, la peticién de herencia (arts. 1264 y'ss.). Se trata de un derecho que se ejerce sobre salidad del patrimonio del causante, sobre sus bienes, acciones, derechos y deudas consi- derados como un todo, y sin respecto a otra persona, fundado en calidad de heredero, es decir, de persona que dispone de un titulo de vocacién respecto de una sucesién ya abierta y deferi- da, Corresponde asia la concepcién clisica de derecho real que admite el art. 577. LLL. Docirina extranjera. La afirmaci6n anterior no es acep- tada en general en otros derechos semejantes al nuestro. La cuestién fue discutida en Francia. Pothier daba a la herencia el cardcter de derecho real. Algunos autores sostenfan que el derecho de herencia era real y consistia justamente en la calidad de heredero, que era el objeto que tenia la accién de peticién de herencia. Por ésta, se persigue el reconocimiento de la calidad de heredero. De alli que Laurent (Droit Civil Francais, t. 6, ed. Bruselas, 1887, N° 83) Y Demolombe (Cours de Code Napoleon, 8* edic., Paris, 1866, N° 474) objetaban que una calidad no podia jamés constituir un derecho real. Los autores franceses contemporaneos se limi- tan a asignar a la peticién de herencia, por regla general, el cardcter de accién real, pues se refiere al reconocimiento dé la. calidad de heredero y persigue todo el patrimonio del difiunto, aunque sin precisar mayormente cémo existe una accién real que no corresponde a un derecho de igual naturaleza, desde que es distinta de la accién reivindicatoria que protege al domi- nio (vid. por ej. Mazeaud, op. cit., t. 4, vol. 2, N° 1253; Maury y Vialleton, op. cit. t. IV, N° 826; Ripert y Boulanger dicen que es BYTRODUCCION, PRINCIFIOS SUCESORALES, ETC, a3 real porque lleva el reconocimiento de un derecho de propie- dad sobre los bienes de la herencia, aunque difiere de la r dicatoria porque se funda en la calidad de heredero, op. cit., t X, vol. 2, N° 2296. Sobre la discusi6n, vid. P. Hébraud en Rev. Trim. de Dr: Civ, 1955, pag. 534, G. Marty y P. Raynaud, op. cit., N° 190 no aceptan ninguna de las calificaciones por versar so- bre la universalidad misma). Nosotros estimamos que la peti- cién de herencia se refiere a la universalidad, al derecho real que se tiene sobre ella. De este modo, Ia acci6n que defiende el derecho pretende reclamar el as hereditario, fundandose en el titulo de heredero. No es pues esta cualidad la que se reclama, sino la adjudicacién misma de la herencia. Es lo que dice el art. 1264. Por tanto, la opinién combatida por Laurent y Demolom- be no tendria aqui asidero, pues la calidad de heredero es cl antecedente juridico que da derecho a la herencia, objeto tlti- mo de la accién real de peticién. Es en este sentido que debe interpretarse Ja jurisprudencia nacional (asi, C. de Temuco, 28 de septiembre de 1965, Rev, t 63, sec. *, pag. 104; C. Supre- ma, 10 de mayo de 1911, Rev,, t. 9, sec. 1*, pag. 493). 112. Es distinto det dominio. Se ha sefialado anteriormente que el derecho real de herencia es mencionado por el Cédigo como diverso del derecho de dominio que el heredero llega a adqui- fir sobre cada especie del causante, Desde luego, insistiremos una vez mas que se protege por una accién diversa a la reivind- catoria, la de peticién de herencia, aunque ambas pertenecen al heredero que ha adquirido herencia y dominio (art. 1268). Y no solamente es diversa al dominio porque asf lo estable- ce el Cédigo, sino porque se ejerce sobre bienes distintos, pues el dominio del heredero recae sobre las especies particulares del causante, corporales ¢ incorporales, mientras el derecho de herencia se refiere a la universalidad o a una cuota sobre ella y que se forma a la muerte del causante. De ahi que la acci6n de peticién de herencia no persiga el dominio de cada especie del Causante, y que pasa al heredero, sino al derecho que se tiene Sobre la totalidad de las relaciones juridicas del causante, tanto eh sus aspectos activos como pasivos. “* La universalidad sobre que se ejerce el derecho de herencia cOnstituye pues un bien diferente de los que la integran y por » eaci6n de la ley. Nada implica que esa universalidad no haya ekistido anteriormente y surja con el fenémeno sucesorio. In- 14 ERECHO SUCESORIO sistimos en que, a nuestro modo de ver, se trata de una crea cién técnica del legislador para facilitar la intervencién del mecanismo de sustituci6n de una persona por otra. Y es eviden- te que otras formas podrfan ser, tedricamente, adoptadas para realizar la transmisiGn de las relaciones juridicas del causante. Pero ante ellas, nuestro legislador escogi ésta y dio cardcter de real al derecho que sobre la universalidad se ejerce. No entra- remos por ello en el arduo debate que, en doctrina compara- da, existe para justificar la idea de universalidad. 112.1. Doctrina. Ya se ha apuntado mas arriba, y aun ante- riormente, que Ia idea de universalidad es discutida en doctri- na. Los argumentos para sostener la idea o para refutarla son variados (asf, en contra de la idea, Lacruz y Albaladejo, op. N* 35 y ss. en favor, Messineo, op. cit., t. VIL, pags. 17 y Para refutarla se alude a su inutilidad para explicar la sucesin en todas las relaciones al mismo tiempo, pues Ia explicacién puede resultar de la ley: es ella Ia que lo permite. También se sefiala que Ja tal universalidad no existe antes del fenémeno sucesorio. Se dice que no es esta idea la que fundamenta juridi- camente la sucesin por causa de muerte. Pero para nosotros, no se trata de buscar argumentos que fundamenten asi, desde el punto de vista juridico, las consecuencias de la sucesién, Se trata simplemente, insistimos, de un medio técnico, al que el legislador acude para construir el mecanismo de transmisién y ello lo hace creando, en Chile, un derecho real sobre una universalidad que constituye y mantiene. 113. Consecuencias. De ser distinto al dominio de cada una de las especies que componen la herencia, y de ejercitarse sobre una universalidad de derecho, resultan variadas consecuenci ‘Desde luego, su existencia no depende de la mante permanente de los elementos que estaban en el patrimonio del causante. Un tercero puede adquirir, por ejemplo, por pres- cripcién, una o mds de las especies que componian el activo sucesoral y no por ello deja de subsistir el derecho real de herencia. Esta se refiere al conjunto y no a bienes aislados. De aqui resultard también que el titular de la herencia podré ha- cer uso, como se ha sefialado, indistintamente de la accién reivindicatoria y de la peticién de herencia, pues ambas se re- fieren a objetos diversos (art. 1268): por ésta se persigue la YTRODUCCION, PRINCIFIOS SUCESORALES, ETC. 155 universalidad o la cuota que corresponda, y por aquélla bienes determinados. Otra importante consecuencia radics ridica que, como bien, tiene la her 1 Cédigo acepta, como summa divitio de los bienes entre muebles ¢ inmuebles (arts. 566 y 580). Pero siendo la herencia diversa de sus elementos, no puede ser calificada de acuerdo a la naturale- za de éstos. No es pues ni mueble ni inmueble, pero desde que por obligacién legal debe aplicdrsele alguno de los estatutos, tendra que regirse por el de los muebles. EI de los inmuebles es, como se sabe, excepcional. en la naturaleza ju- 118.1. Dificultades. Como se ha dicho, Ia idea de herencia como derecho real y que se ejerce sobre una universalidad es, para nosotros, una pura creacién del legislador, De ello resulta, que no siempre la creacién pueda aparecer como justificada y logica. Asi, aunque se separa del dominio puede coexistir con ste, pues el heredero adquiere, por sucesién, el dominio de las especies que eran del dominio del causante. En cuanto los dienes se consideran aisladamente, el heredero tiene un dere- cho real, pero que no se conecta directamente con los bienes, ya que éstos, como queda dicho més arriba, pueden salir como también entrar a la universalidad, sin que ésta pierda su cardc- ter, Llevada Ia idea a su extremo, resultarfa que un heredero podria perder, aisladamente, todos los bienes de la herencia y mantener su derecho real sobre una universalidad desprovista de contenido. 114. Tiene una vida efimera, El derecho real de her establecido con vida relativa. Subsiste la universalidad, ella se justifica. Cuando desaparece, desaparece tambi recho de herencia, Por ello, radicado definitivamente el domi- nio en cada uno de los sucesores universales sobre especies determinadas, desaparece la herencia y queda solamente el de- recho de dominio sobre las especies adjudicadas a cada herede- to. Es lo que resulta del art. 1844 y del llamado “efecto declara- tivo y retroactivo de la particién”. Efectuada ésta y adjudicados los bienes a los herederos, se mira a cada cual como duefio ico desde el momento de la muerte del causante, como si los demas nunca hubiesen tenido parte en ellos: Antes de la parti- Gi6n, todos los herederos tenfan, en conjunto, el dominio de 136 DERECHO SUCBSORIO cada bien del causante y de que éste era duefio, pero cada cual no era propictario de ninguno en particular, por si solo. Cada cual tenia su derecho de herencia sobre una cuota de la univer- salidad, pero no el dominio de una cuota de cada bien. Es realizada la particién y la ‘adjudicacién que se singulariza el derecho de cada heredero. Cuando ello sucede, no tiene razén de ser el derecho de herencia y desaparece. ‘No se trata pues que el derecho real de herencia sea en ello diverso del dominio, pues ambos duran tanto cuanto dure la ‘cosa sobre que se ejercen, La diferencia esté més bien en la posibilidad que tiene el dominio de durar mas que la herencia, pues ésta, fatalmente, termina con el desaparecimiento de la ‘universalidad que es, por naturaleza, transitoria. Es desde este punto de vista que puede decirse que el derecho de herencia es de vida efimera. 115. Modos de adquirir et derecho real de herencia. El derecho real de herencia se adquiere por un modo usual: la sucesi6n por causa de muerte. Por el faliecimiento del causante se abre su sucesi6n, sé produce el llamamiento 0 delaci6n a los sucesores y aceptando éstos, adquieren el derecho de herencia, El domi- nio, como queda dicho mas arriba, se singularizard con la adju- mn de los bienes a cada heredero. Si existe un solo here- dero, adquirird éste el derecho de herencia y también, al mismo tiempo, el dominio de las especies que eran del causante. Pero también se adquiere Ja herencia por prescripcién y se agrega también, generalmente, la tradici6n. 116. Prescripcién. El derecho de herencia es susceptible de po- sesién. Quien posea la herencia, sin tener derecho a clla pues no es heredero, puede no obstante llegar a adquirirla por pres- cripcién. _ Esta prescripcin seré ordinaria 0 extraordinaria, conforme alas normas genereles. La prescripcién extraordinaria es de 10 afios (art. 2512, modificado por Ley N° 16.951). La prescrip- cién ordinaria es de 5 afios (arts. 1296 y 704). Y se trata de una prescripciém ordinaria porque para tener derecho a ella se re- quiere un justo titulo: el decreto que concede al falso heredero a posesién efectiva (art. 704 inc. final en relacién con arts. 2507 y 702). INTRODUCTION, PRINGIPIOS SUCESORALES,EIC. at “© al. La posesién de la herencia. La herencia es susceptible de ‘posesin. No se trata aqui de la posesién de cada uno de los bienes que componen la universalidad, sino de la posesin de lwherencia misma. uw A este respecto, el Cédigo se refiere a la Hamada posesion legal, que el art. 722 establece por el ministerio de la ley en manos del heredero, aunque ésie la ignore, y desde la muerte del causante. Corresponde al verdadero sucesor universal, no | al falso o putativo, La ley presume en el heredero la reunién de los elementos de toda posesion. Y se trata de una posesion gue el verdadero heredero adquiere por el ministerio de la Jey, no de una sucesién en la posesién del causante. Se trata por lo demés de una posesi6n de la hereneia, y el causante no © tenfa el derecho de herencia, Por otra parte, ni aun en el caso dela posesién de bienes singulares.el sucesor toma la pose- ‘sion del causante, pues entre nosotros no se sucede en la + posesiOn (art. 717) ‘Pero también existe la posesién material o comin, que “tequiere la concurrencia y establecimiento del elemento cor poral y del subjetivo (art. 700). Esta podra tenerla el heredero sun tercero y es la que habilita a ganar la herencia por rescripcién. »Por tltimo, con objetivos y de naturaleza eminentemente < sprocesal, se ha establecido la llamada “posesién efectiva”, que egide competencia del derecho adjetivo, y que no atribuye la » alidad de heredero, pero que puede servir de titulo a una Z *poseion material y conducir a una prescripcién ordinaria (vid. AIB.-La tradicién. Es posible que el heredero ceda, a cualquier «+ stftio, la herencia, esto es, la universalidad, sin considerar bie- fies determinad s lo que se conoce como la “cesién del = derecho de herencia” y que puede resultar de una compraven- ‘“azde una permuta, de una donaci6n o de cualquier otro titulo ‘gratuito w oneroso que justifique la enajenacién. Esa ‘cesién ‘hard. pasar la universalidad hereditaria si al titulo le sigue la j6n, que se efectuard conforme a las normas generales de tekteé:modo de adquirir. El Cédigo se ocupa tan slo de regla- “tnentar los efectos de la cesi6n (arts. 1909 y 1910). _pisDe esta materia no se trataré aqui en especial, ya que es mas [propia del derecho de los bienes. DDERECHO SUCESORIO Con todo advertiremos que; en nuestro concepto, no es enteramente justificada la idea de que por tradici6n se adquie- te la herencia. O mejor dicho, la idea de tradicion del derecho de herencia debe ser precisada, pues no se trata de una sustitu- Gién del heredero por él cesionario, sino del traspaso del activo sucesoral que puede encontrarse en la herencia. La calidad misma de heredero y la responsabilidad que de ella se deriva para el sucesor frente a acreedores hereditarios o testamenta- Fos, subsiste en manos del heredero. El cesionario adquiere la ‘universalidad frente al cedente, pero frente a terceros, tan s61 el aspecto activo, pues en cuanto al pasivo, depende de la cal dad de heredero y no tienen ellos por qué perseguir necesaria- mente al cesionario. 118.1. Doctrina y jurisprudencia. La doctrina, en su mayoria, entiende que la calidad de heredero no se traspasa por acto entre vivos: “semel heres semper heres”. Con la cesion del derecho Ge herencia no pasa al cesionario el pasivo. Ello ocurrira s6lo si Jos acreedores hereditarios y testamentarios lo quieren, y em tonces es por su aceptacién del cesionario como nuevo deudor, que éste pasa a tener frente a ellos la deuda; pero no en virtud de la sola cesién. Por otra parte el cedente sdlo garantiza por él fart. 1909 que él es heredero; pero no traspasa tal calidad, Asi lo entiende buena parte de nuestra doctrina (vid. L. Urrutia, “Ce. ‘sion de Derechos Flereditarios”, en. Rev., t. 6, primera parte, pags. 922 y ss., esp. N° 83, ss., pags. 234 ssJ. R. Gutiérrez, “Cesion de Derechos Hereditarios”, en Rev., t7, primera parte, pags. 8y ss. esp. pag. 28). ‘fia la ensefianza de Pothier: “Cuando se vende una heren: cia, no es el titulo y la calidad de heredero lo que se vende: este {iltimo y esta calidad son inherentes a Ja persona del heredero Ocunes Completes, Edit. Bugnet, t. 3, (asi, V. Polacco, ob. 1, pag. 11; De Gasperi, op. cit, t pag. 132; Fornieles, op. 2, pags. 302 y 304; Rébora, op. Git, t. 1, pag, 355; L. M. Rezz6nico, en Estudio de los Contrat pig, 607, Depalma, Buenos Aires, 1958; J. Giorgi, Teoria de las ‘Obligaciones,t. 6, pags. 879 y 380, Reus, Madrid, 1980, etc.) Ta jurisprudencia nacional ha entendido, errneamente, que el cedente transfiere su.calidad de heredero, pasando el INTRODUOCION, PRINCIPIOS SUCESORALES, ETC. cesionario a ocupar su misma situacién juridica (asf, C. Sup. Be dic 1012, Rev, t I, sec. 1, pég, 140; 18 de enero 1018 “, t10, sec. 1°, pag. 350, impiicitamente; 24 de e1 : Fallos del Mes N* 802, pags. 898'y 5. Vease comentario cftee ¢ este fallo de R. Dominguez B. y R. Domi U. Concep., N° 176, 1984 pags I7y yea A, en Rev. Der,

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