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HIPOLITO YRIGOYEN MI VIDA Y MI DOCTRINA EDITORIAL RAIGAL BUENOS AIRES El doctor Hipélito Yrigoyen escribié, en el aiio 1923, este documento politico que tradu- ce el ideario y los fundamentos de la doctri- na de la Unidn Civica Radical, con motivo del problema partidario que se planteara al radi- calismo en la presidencia del doctor Marcelo T. de Alvear. En virtud de que dicho problema Jucra, en su hora, superado, el doctor Yrigoyen no juzeé necesaria su publicacién. Posterior- mente, en el aito 1930, el doctor Yrigoyen en- tregé esos originales a mi hermano, el doctor Horacio B. Oyhanarte, quien, al partir para Europa, en el aio 1934, los dejé en mis ma- nos. Entendiendo que este documento perte- nece al pais, al proceso de su historia cfvica y politica, me decido a darlo a publicidad. Ropouro OvHanarre. 'T. 8s Momentos culminantes —ya que no se puede hablar de ciclos en una Nacién que cuenta sdlo 135 artos— tiene la historia argentina: Ja Independencia, la Constitucién de 1853 y la Re- paracién Nacional. El primer periodo lo lenan los hombres de la gesta primigenia debatiéndose con el poder de la metrépoli, en el momento preciso en que nace la patria, ante que en los hechos, en el pensamiento de algunos softadores y de algunos videntes, El segundo la integran las luchas intestinas, cuando perdidas las dncoras que nos amarraban a la larga noche colonial que dura tres siglos, nos aventura- mos, sin bréjula y sin timén, por el mar encrespado e ignoto de los acontecimientos en que braman las furias del instinto, repercutiendo en la vastedad de nuestro desierto, con el entrechocarse de todas las desorientaciones y de todos los heroismos. El primer periodo comienza con el grito inicial, dado en la Plaza Mayor en 1810, que describe una parébola luminosa hasta Ituzaingd en 1826. Lo forman dieciséis afios que dura el parto de la nacionalidad. HIPOLITO YRICOYEN El segundo va desde la inmolacién de Dorrego hasta que Buenos Aires asume el rol de Capital Federal; suma cincuenta y cuatro ajios, un poco més de medio siglo. El periodo de la Reparacién, en cuyo término nos debatimos después de Ia inicua y criminal “in- cidencia”, lo cubre la lucha que se inicia en 1889 por la aplicacién del derecho, con la reunion del Jardin de Florida, hasta el advenimiento de la pri- mera presidencia legitima y constitucional, que se inaugura en 1916 con la ascensin del doctor Yri- goyen. Forma éste un lapso de veintisiete afios, a los cuales hay que agregar los treinta y tres aitos que corren desde ese momento hasta nuestros dias, 0 sean sesenta anos, cerca de la otra mitad de la historia patria. Este periodo, tal vez el mds arduo, tiene un pre- cursor y un realizador, ambos de la misma estirpe: Alem ¢ Yrigoyen. Aquél vislumbra y éste ejecuta; aquél entrevé y éste forja. La nacionalidad, Nega- da que hubo a su pubertad, quiso ser independien- te y esto lo obtuvo en sdlo dieciséis anos de un guerrear indémito, en el cual improvisd en gene- rales a sus leguleyos; y en el que hizo soldados invencibles por igual a los petimetres de sus ciu- dades y a los pobladores rurales que esculpieron las primeras paginas de nuestra cronica, sin saber 10 ‘MMI_VIDA ¥ MI DOCTRINA leer ni escribir, desde el lomo “en pelo” de sus cabalgaduras criollas. En cambio, la empresa de ser libres, cuando ya éramos independientes, ha Ilenado casi toda la his- toria argentina; abarca mds de un siglo de su fasto. Esta tarea secular perseguida con denuedo y con altivez, con sangre y sin renunciamiento, Nega a realizarla un hombre, al cual por antonomasia se le lama “El Hombre”, al frente del movimiento de opinidn mds ilustre y tesonero que haya jamas mar- cado rumbos dentro y fuera de ta nactonalidad. jHe aqui la obra de Yrigoyen! Por eso se le debe Uamar el Libertador: Liber- tador prisionero, como dijera el poeta. Su pufio re- cio corté las ligaduras goticas que ataban al pais al més miserable y retrogrado de los predominios. El cred la Reptiblica en el derecho, él fundé la Nacién en la legalidad, él dié directivas y consig- nas de honor a las muchedumbres burladas, es- carnecidas y expectantes, en la Democracia. Pertenece por eso a la rara estirpe, a la abolida genealogia de los fundadores de pueblos. En la trabazon geométrica de su cerebro nacié la patria redimida; surgié como Palas de la frente de Ji piter esta cosa eterna y evangélica: la nacionali: dad para todos; el bien y el resguardo para los humildes y para los sufrientes, en la libertad y la justicia. ll HIPOLITO YRIGOYEN Llené —como ningtin otro argentino, como nin- gtin otro americano, al igual que el mayor de los hombres del mundo— una labor ptiblica que se dilata por medio siglo; y, ejemplo tinico y admi- rable, la jadeé de extremo a extremo, sin ‘un des- vio, sin una macula, sin la sombra siquiera de un remordimiento. Por el camino torcido y sombrio de los pactos y de las alianzas, reconociendo Ia ilegalidad, no pidiendo, sino aceptando lo que se le ofrecié tan- tas veces, pudo llegar un cuarto de siglo antes; pero no a la cabeza del pueblo, como lo hizo, sino opaquecido por la vecindad delincuente de los usurpadores. Pero él quiso dar este soberbio ejemplo al pa- sado y al porvenir de su raza; él quiso decivles que mds arriba del Ideal esté el cardcter. El suyo ha sido el mas perfecto, el més volcdnico, el mas inconmovible que se haya arrebujado bajo Ia fren- te de un pensador y de un patriota. Llegé solo —si puede lumurse soledad a la com- paiiia fervorosa de todo un pueblo— y partié solo, dejéndonos la certitud del triunfo en su memo- rable apotedsis final. No hay, y dificilmente ha- bré un dolor como el dolor de su partida; un ho- menaje como el tributado por mds de diez millo- nes de almas asomadas tremantes a su sepultura. {Para morir ast, valia vivir como él vivid! 12 ‘Mi VIDA ¥ MI DOCTRINA Yacentes con él estaban los tres atios de su tl- tima via crucis de las mds abyectas afrentas, al mds misericordioso de los seres. Nadie —ningin hombre nacido de la mujer— en la doble ampli- tud de la Historia y del mundo, ha entrado en la Inmortalidad con un séquito semejante. Nadie tampoco lo ha merecido como él: manos probas y creadoras; corazén magndnimo; mente egregia que orientaba hacia el porvenir, como faro en no- che tenebrosa y ennegrecida. Sdlo la Unidn Civica Radical que fué st crea- cidn, reaccionando sobre si misma, ha podido, a su vez, engendrar un tal arquetipo —realizando el milagro del verso del Dante al referirse a la ma- dre de Dios: “virgine madre figlia del tuo Fi- glio”—, de un epitome como el que ducrme su su suefio de gloria en el mausoleo de Julio. Hizo mds que Moisés: entro en la Tierra Pro- metida, y aunque parezca paradojal murid vis- lumbréndola. Desde la Isla —donde en el porve- nir se alzaré su estatua como la que alumbra la entrada de Nueva York desde el mar, con la dies- tra encendida por la Nama jamés extinta de la libertad—, auscultando sus ojos de profeta la ne- grura comercana, vid, de nuevo corporizarse, ri- giendo la vida del pueblo, su Obra imperecedera. El sabia, mejor que nadie que no existe Calvario infructuoso para el Destino de las multitudes. Des- 13 HIPOLILO YEIGOYEN de su futuro peiasco andino cuidard las puertas inviolables del hogar colectivo; verd pasar de ida y de vuelta los bajeles de la opulencta y del en- sueiio. Desde alli presidird, hoy mismo ya preside, Ia victoria, la revancha futura que se acerca, la que él nos entregs con el legado genestaco de su faena, con el endiosamiento de sus exequias griegas. La Revolucién, que los inconscientes reaccio- narios han tenido la osadia de despertar, ya estd realizada en la conciencia del Pueblo; torpe es quien no lo vea; nadie ni nada la detendré. Habremos, entonces, entrado en la cuarta eta- pa de nuestra Historia en que construiremos una otra arquitectura econdmica, social y legista; re- novador pertodo en el cual siguiendo su insptra- cién y su ejemplo se fundard una nueva Argen- tina: tan grande como él la concibiera; tan justa como 41 la evidenciara; tan humana y tan pode- rosa como lo merece el holocausto de todos los imdrtires y de todos los martirios. Buenos Aires, julio 8 de 1945, Horacio B. OvHananre 14 PERSONAL L® FuNDAMENTos de Ja restauracién estaban para mi en la esencialidad de la obra cons- tructiva que realizamos y en el alma de la Nacién, que con acentos y reclamos tan poderosos nos im- pulsaba a implantarla. Los pueblos no se equivo- can jamds en el ejercicio de los atributos de la vida publica, mientras elijan hombres libres y ho- norables que interpreten sus inquietudes espi tuales y sus ideales, Hombres que sean capaces de llegar a conocer y dominar esas fuerzas impon- derables que se generan en el sentimiento de la comunidad y representan los caracteres vitales de una raza. Los males que combati se aumentaban por mo- mentos, pero la grandeza inapreciable de los mo- vimientos realizados, bast, por si misma, para poner término a ellos, e iniciar la época de la re- b c HIPOLITO YRIGOYEN forma revolucionaria en sus fuentes mas puras. Los pueblos desde que comenzé el imperio de su soberania y el ejercicio efectivo de sus institucio- nes, por la representacién del gobierno legitimo, supieron que no habria proscripcin alguna que los detenga en Ia accién espontinea de sus pujan- tes expansiones. Asumf el gobierno de la Nacién sin pronunciar juicio alguno, por mi parte, porque cualquiera que fueren los que hubiera emitido, no habrian sido sino redundancias, que nunca significarian tanto como los mismos acontecimientos que culminaron su finalidad en esa representacién. Como durante mi gobicrno, ahora, nada ni na- die me moverd una fibra, sino para afianzarme en los ideales que me animaron y encendieron mi pa- sién por la liberacién y redenc eso mismo callé muchas veces, pi plir mi obra en silencio, porque ese género-de elo- cuencia majestuosa en su imponencia, lleva impre- so en si la franqueza y realidad de los hechos, que no dejan opacidad alguna en el pensamiento: y era, por Io tanto, el verbo apropiado al momento histérico que lo comprendié en sus deberes su- premos y solidarios. Por otra parte, en tales hechos fundamentales, cobré vigencia el sentido cierto de las grandes pa- labras abolidas 16 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA Pensar que los gobiemos de hecho, pudieran convertirse un dia en fieles custodio de Jas liber- tades, seria dar muestra de una evidente ineptitud 6 de una complacencia que no podia caber en un gobierno como el que presidi, que no tuvo otra horma irrevocable que la de cumplir con su mi- sién histérica, aplicando los procedimientos que eran la esencialidad de nuestra prédica en el Hla- no. Una actitud equivoca por parte de la autori- dad que tenia misién tan terminante, hubiera sido también moralmente culpable. / Tengo el sereno orgullo de decir que fui inten- samente comprendido por el pueblo argentino, que en homenaje y tributo de la patria asumié su defensa y resguardo con las contribuciones mas abuegadas y heroicas. Creo, que fui interpretado de esa manera, porque en mi lenguaje Ilegé a es- cuchar nitidamente el acento de su propia voz. La nueva época inaugurada es el resultado de esa labor gigantesca de la U. C. Radical, genial para concebirla, intrépida para ejecutarla, viril para sostenerla triunfal en la contienda, noble pa- ra no perseguir a los-vencidos, ni siquiera con Ta_ espada de la ley; generosa_y magnanima, en cam- bio, para entregar sus prestigios y conquistas al pien_de-todos_abriendo_ampliamente el vasto es- cenario de la Nacién. 7 ‘HIPOLITO YRIGOYEN il FE 5o mi apostolado era mas que la efectivi- dad de una jornada libertadora y reconstitu- yente. Era el “fiat lux” de orientaciones perma- nentes que al sefialar los destinos de la patria, acentuaba todas sus virtudes ingénitas y afianzaba sobre ellas su grandioso e infinito porvenir. Asi llegamos a la cumbre del Ideal civico, niti- do y luminoso de democracia, fe republicana y de eminente patriotismo, a pesar de las duras penalidades en la larga jornada y de las encruci- Fadas del camino. Asi llegamos a la magna sancion de sus postulados entre resplandores de conquis- tas morales y proyecciones de politica fecundante, que ser triunfal en el futuro, cualesquiera que sean los trances de su consolidacién definitiva. Después de realizar Ia obra, asumo toda la res- ponsabilidad, afirmando que no renegaré jams de mis convencimientos, porque ellos se subliman ta ani fuero futimo, para Henar el cometido de mi vida, y su desvio me espanta como una pro- fanacién. 18 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA san L4 U. C. Ranicax fué el precioso instrumento de las libertades argentinas, y ante su impo- sicién, a mi respecto, me incliné réverente y asumi el gobierno con todas las significaciones patridti- cas que simbolizaban su mandato y como impera- tivo de mi augusto deber. Mi compromiso —yo lo sabia— era dificil, pe- ¥o tampoco ignoraba que no hay nada mas noble ni més eficiente en el hombre que la conciencia de bastarse a si mismo, en todas las contingencias y los érdenes de la vida. La politica que apliqué en el gobierno era la que persigue Ja humanidad como ideal supremo de su progreso y bienestar. Aquella que hace pli- cida la vida de las sociedades y estimula sus ac- tividades y venturas, en la vigencia de un orde- namiento legal equilibrado, entre las dos grandes fuerzas siempre combatientes: el capital y el tra- bajo. Naturalmente que me senti atraido por el drama tremendo de los que nada tienen y sdlo anhelaban un poco de justicia. Ese poco de justi- 19 HIPOLITO YRIGOYEN y cia que representa cl minimo de felicidad a que tienen derecho los proletarios de todo el mundo. Esta politica liberadora, no fué, a pesar de ello, ni parcial ni partidaria, ni menos excluyente; se fun- daments en el bien comim y dié estabilidad a to- dos los avances y al desarrollo econémico y social de la Nacién. No he comprometido jamas la absoluta integri- dad de mi respeto en ninguna situacién de la vida, ni como politico ni como hombre. Abi estén mis actividades y mis ideas, todas transparentes como la misma intensidad de Ia luz, o mas atin, como el ideal soberano que las engendrara. Me explico la resistencia y la tenaz hostilidad que he provocado en los intéreses creados, dentro del bastién inexpugnable de los antiguos privile- gios, al operar la consagracién definitiva de la representacién publica, en todas las manifestacio- nes del gobierno por la contradiccién con las mo- dalidades y sistemas que han imperado durante tantos afios. Cret sacrflega la pretensién del régimen de que- rer eslabonar su pasado con la actualidad en el escenario de la Republica, dentro de un acomo- daticio determinismo histérico. No. Triunfaron mis ideas, mi concepcién de la libertad y de la justicia, y las glorias y prosperidades futuras se- ran comunes, porque no trasuntan el triunfo de 20 MI VIDA ¥ MI pOCERINA un partido politico sobre otro, sino el triunfo de la Nacidn para bien de todos. Esta es precisamen- te la mayor grandeza del movimiento reconstruc- tivo de la U. C. Radical en la abstencién, en la re- volucién, en la intransigencia y en Ja hora de mi gobiernv. Por ello pude expresar en el instante mismo del advenimiento: nosotros no venimos a vengar los dafios producidos a la Nacidn, sino a repararlos. IV STOY PROFUNDAMENTE convencido de que he hecho a la patria inmenso bien, y posefdo de la idea de que quien sabe si a través de los tiempos sera superado por alguien, y ojala que fuera igual, siquiera, en el esfuerzo ciclépeo que demandaron las actuales conquistas y los tributos de rigida moral que le consagramos. Los que nacen con la conciencia superior de Jos destinos de su vida, nada los fascina ni em- briaga, porque no sdlo tienen el mas profundo desdén por todos los poderes de la tierra, sino tam- bién, por cuanto pudiera desviarlos de su propia recta orientacién. Esto impone un riguroso esti- 21 HIPOLITO YRIGOYEN lo de vida y el sacrificio de todo lo que fuera personal. Las iras de los desplazados, sus ambiciones de regresién, sus reacciones esporadicas, sus pasio- nes incontroladas, no van a matar la eterna luz de mis infinitas concepciones, de integridades abso- lutas que constituyen mi vida en la patria y mi irradiacién en el mundo. Representa todo ello, una trayectoria de principios inmanentes y directrices y de preceptos inmutables, que si no han anulado su conciencia para percibir la claridad, habra de quemarles las pupilas con los esplendores que des- lumbran. Vv A. &Temivan el periodo que cumpliera en Ja presidencia de la Republica, por primera vez, en la historia politica del pais, de indole constitu- cional ejercido en Ja mas absoluta identidad con los preceptos que lo fundamentaron y en los que se afirmaban mis mejores esperanzas patridticas, me senti inducido a exteriorizar algunos juicios de orden publico, que las circunstancias de estar todavia en las funciones del cargo no me cohibian 29 ‘MI VIDA Y MI DOCTRINA para hacerlo, desde que todas mis actividades y Consagraciones son esencialmente de cardcter na- cional; pero preferi callar. La U. C. Radical, por sus orfgenes, por los he- chos producidos y actitudes asumidas para con- cretar en la realidad los ideales que sustentara, es una alta conquista de la civilizacién argentina y americana, que afronté las contiendas del su- premo deber, con toda abnegacién y con el mayor denuedo. Fué, asimismo rigida escuela cfvica del caracter y la conducta, donde se formaron varias generaciones argentinas, que sirvieron esta insig- ne causa de la nacionalidad con el mas puro idea- lismo y las gallard{as mAs varoniles. Consagrado a la reparacién y restauracién de los valores esenciales argentinos, no debi omitir nunca ningin esfuerzo a fin de que no se malo- grara tan justa empresa, Fué asi mi gobierno un apostolade de moral politica, el mas eminente y trascendental de que "haya memoria en Ja histo- ria civica de Ja Republica. Y no hay osadfa més villana que la de intentar hacer creer al juicio pablico que a mi lado y en torno mio pudo haber improbidades en cualquier sentido que fuere, cuando es verdad categérica la de que jams se ha respirado junto a mf, otro am- biente que el de todas las dignidades y las més acri- soladas virtudes. 23, HIPOLITO YRIGOYEN Ello vino a sefialar la senda tinica con las nor- mas sefialadas en los origenes de la patria, siguien- do sin desvios ni desfallecimientos los principios cardinales de su augusta significacion y de su fecunda virtualidad. Las doctrinas y orientacio- nes que sustento no tuvieron correlacién alguna con las distintas parcialidades partidarias que ac- tuaron en los escenarios civicos de la Nacién, a las cuales consideré con igual criterio desde que eran idénticas, en cuanto no tenfan otra finalidad que las de los aprovechamientos publicos y la deten- tacién del poder o de ser, en otros casos, de un reaccionarismo disfrazado de principios nuevos. De tal modo se sobrepuso mi apostolado, cum- pliendo su misién totalmente distinta en el plano superior de los vastos problemas nacionales y rea- lizandose en la plenitud de sus concepciones crea- doras. Mis sagradas convicciones han respondido siem- pre a los impulsos de un hondo y ferviente amor patrio. Quise que la Nacién se perpetuara, deri vandose mas alla de las épocas tal como se inicié en el escenario del mundo; libertadora heroica de los oprimidos; rompiendo los ajenos y propios yu- gos; sin més preocupaciones que las imperativas del deber y del trabajo que fecunda la vida y que, duefia de una superior civilizacién, cimentada por una intensa fraternidad humana, cumpliera am- 24 MI VIDA Y MI DOCTRINA pliamente sus grandiosos destinos. Ese punto dé vista, ese concepto que constituyé la orientacién y el afan de mi vida, es el que formé mi conducta de argentino y mi accién de gobernante. Las actitudes ejercidas durante mi existencia y los actos producidos en el ejercicio de las funcio- nes del poder, lo ratifican plenamente, sean ellos de cardcter interno como externo, morales como politicos, sociales como administrativos, en una unidad absoluta de fundamentos, de finalidades y de principios. Por tal raz6n, puedo afirmar que no tengo en el coraz6n un latido de animosidad contra nadie. Jamas se ha cumplido un cometido de vida pi- blica con mayor insobornable magnanimidad. Nun- ca he preferido una alusién personal acre, porque jams he experimentado esa {ndole de sentimien- tos, y, hoy mismo, no obstante todas las oscuras y violentas irreverencias conjuradas, tengo la inti- ma satisfaccién de decir, que si se me propusiera tener alguna prevencién malsana y pequefia, no sabria en quién fijarla. HIPOLITO YRIGOYEN VI D ESDE Los albores de mi vida publica, me iden- tifiqué con la empresa redentora de la pa- tria, para mantener inalterable ese supremo ideal sin desviarme jamas del recto y duro rumbo. Me he plantado con Ia integridad de mi tempe- ramento y con toda la fortaleza de mi espiritu en contra dé un régimen nefasto que ha malogrado, en gran parte, la existencia nacional y el destino del pueblo. Hay momentos en la vida de Jas naciones, en que los mandatarios deben erguirse simbélicamen- te para cumplir los designius sagrados que afron- taron como ciudadanos y debian sancionar y ha- cer ejecutar como estadistas. Yo sé bien que aunque la tempestad de los intereses conjurados hayan crujido sobre mi fren- te sus mas recios vendavales, no ha dejado ni dejaré en su serenidad inconmovible el mas mi- nimo vestigio, sino que resplandecerdn en ella los fulgores de los deberes més solemnes que pudiera interpretar y realizar. Asi me ergui en el poder 26 ‘MI VIDA Y MI DOCTRINA como en el Ilano, provisto de toda la autoridad moral de mi historia politica contra los falsos con- vencionalismos. La poderosa imposicién de un régimen adue- fiado de todos los gobiernos y devorado por todas as concuspicencias piblicas, requerfa un caréc- ter inquebrantable cn Ja lucha. Un alma olimpica con virtudes preclaras en la cual se estrellaran los dardos de los extravios y los prejuicios; una clara conciencia del deber y un gran espiritu de sacri- ficio. {Qué més se necesitaba? Un pueblo grande, noble y valiente como el nuestro. A toda esa exigencia se respondié y culminé gallardamente en el curso de los sucesos, en la empresa magna de la Reparacién, fueran cuales fueren las abnegaciones, las visicitudes y los in- fortunios que demandaran. Por mi parte he de decir, al final de la con- tienda, que ni las persecuciones, ni la injuria, ni la conspiracién del silencio, ni las acritudes del agravio, Hegaron hasta mi; no fui enemigo de na- die, porque no son esas modalidades y sentimien- tos mfos, y porque era demasiado idealista mi mi- sin redentora, para ensombrecerla con preven- ciones personales. HIPOLITO YRIGOYEN VIL T opo 10 he recibido como reacciones natura- les de la actitud que he asumido en esa mi- sién que ha tenido el poder de incorporar tantas decisiones y de vencer tantas resistencias, porque ¢s superior e inmensa en importancia para los des- tinos de Ja Nacién. Las determinaciones de mi espiritu_y aun los arrojos de mi caracter no tuvieron signo hostil con- tra nadie; por eso mi accién no fué nunca agresiva sino reparadora y aun protectora. La estabilidad de la patria sobre sus tradiciones de honor y sus bases constitutivas, su prosperidad creciente y sus glorias inmaculadas, fueron los impulsos, las ilu- minaciones de mi voluntad. Obedeciendo a esos imperativos que me absorbieron por completo, a cuya vanguardia estuve en todas sus irradiaciones, y de conformidad también con mis propias moda- lidades, he eludido todas las banales e incon- gmuentes exteriorizaciones, como me sustraje a los atrayentes halagos de la superficialidad ambiente, entregado plenamente a las horas de amarguras de la patria, a sus cruentas vigilias y a sus trances 28 Mt via ¥ Mt De CPRINA aciagos. Todo ello comprometieron mis totales de- dicaciones que aparecian intencionadamente mis- teriosas para las incapacidades que siempre se evaden a la fecunda intensidad de las consagra ciones superiores. Cuando en la ya secular perversién era desco- nocido el anhelo de todo bien publico en formas distintas pero igualmente culpables, templamos el 4nimo cada vez mas a la serena contemplacién del gran concepto reparador, sin sorpresa, pero con pena, por las defecciones de los apresurados, que son siempre fenémenos naturales de las imper- fecciones humanas y sin desdén por las aprecia- ciones adversarias que la légica de los sucesos los habia desplazado de Ja responsabilidad del go- bierno de la Republica. Trabajamos sin cesar atm para los mismos a quienes hubimos de remover en su resistencia al camino de su regeneracién y de su nueva vida. La filosofia profunda de nuestra doctrina y el intenso amor que pusimos al crearla, idealizarla y propagarla en la conciencia del pueblo, nos hizo iolerantes y humanos en el gobierno. Represen- tabamos el genio civico de la Nacién, y los genios que trascienden por sus virtudes, sus juicios y sus méritos iluminando los escenarios piblicos con sus poderosas fucultades, conducen a las naciones por el camino de la verdad y de la justicia y erigen 29 HIPOLITO YRIGOYEN Jas libertades en sus multiples y vastas reali- zaciones. Ellos son los que determinan los magnos suce- sos en las horas dificiles, no sélo para sal- var a los pueblos, sino también para orientarlos por los caminos de su grandeza, haciendo que los propésitos que los dirigen impelan también de buen o mal grado, atin a aquellos que sélo los com- prenden cuando sienten sus benéficos resultados. Los genios conciben y estructuran una gran causa y la realizan pero no se sirven ni se apro- vechan de ella para si. La gran satisfaccién esta en haber interpretado con fidelidad y lealtad los anhelos y las esperanzas del pueblo. Vu FE, * gobierno, sin una sola desviacién, se han cumplido todos los preceptos de Ia justicia y de la libertad, tanto en el orden social, politico como econémico. Tuvimos que hacer en un perio- do de gobierno constitucional lo que no se habia hecho en casi un siglo de existencia, y aht est4 mi obra para probarlo. , Convocados por la potestad de la Nacién, he- 30 MI VIDA Y MI DOCTRINA mos laborado con perseverancia y tenacidad, des- de los m4s humildes hasta los mas ilustrados ciu- dadanos, en intima y armoniosa conjuncién de idealidades patridticas, habiendo elevado la re- presentacién publica al mas alto e insigne magis- terio politico. Hemos sefialado las funciones fun- damentales que corresponden desarrollar a cada uno, conforme a los principios de la soberanfa de la Nacién, Hamando a todas las fuerzas sanas y capaces del pais, para robustecer todas las esfe- ras de Ja accion en sus justas direcciones y en sus mAs fecundas aplicaciones. De tal modo se ha constituido asi la més alta jerarquia piblica con la més indivisible dignidad nacional. He ido al poder con las definiciones mds cate- goricas y caracterizadas y desde el primer mo- mento asum{ una actitud que no dejara duda de su significacién al renunciar a toda participacién, contaminacién o derivacién benéfica con el medio que se proponfa reparar. Por el contrario, no sélo infund{ a mi misién cuanto hay de noble y puro en el alma humana, sino todo cuanto alcanza pro- yecciones elevadas de vida, rindiéndola también en holocausto a la causa reparadora. He vivido en la mas absoluta integridad de mis, respelos, para estar a Ja altura del honor de Ja Nacién, absorbido por profundas meditaciones y, vigia insomne de su destino, para entregarle, asi, 81 HIPOLITO YRIGOYEN las fuerzas de mi pensamiento y los frutos de mis desvelos y mis labores. Di todo lo que posefa en espiritu, en energia y en capacidad realizadora al ideal forjado para la patria, por mis fervores nacionales, a través de Jos nds rudos sacrificios y los mas amargos des- encantos. Ix F, %20221 publica ha consagrado la obra de Ja Reparacién nacional y la creacién de la so- beranfa que esplende en las horas actuales ante el mundo y muestra a la Republica como un ejem- plo de Jo que puede el espfritu de un pueblo, cuando se eleva sobre la adversidad y cuando, idealizando sus aspiraciones —solidario en el bien — se propone venver para su buen nombre, para su salud y su gloria, Un pueblo que supo com- prender, sin ningim esfuerzo, que el lema de la Incha debfa ser, y lo fué, la conquista de un mi nimo de dignidad dentro de un maximo de liber- tad, para el hombre. EI ordenamiento admirable de los sucesos y el enlace de los acontecimientos, que han iluminado 32 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA los escenarios politicos de la Repiiblica, por los principios sustentados y por la orientacién de las experimentaciones consagradas, tiene una eminen- cia tal y una clarividencia tan ilustrativa, que no es concebible cualquier juicio contrario en su juz- gamiento. La Nacidn ha conquistado en una hora promi- nente el rango y la espectabilidad que no alcanzé jamés, porque siempre he sostenido que el triunfo no esté en el hecho ni en sus consecuencias, sino en su contenido espiritual, es decir, en el funda- mento doctrinario de las causas y en la integridad insobornable para sostenerlas. La U. C. Radical, ha entregado toda su menta- lidad, su cardcter, su tranquilidad, su bienestar, su patriotismo, su sacrificio y su vida misma, a la realizacién de la empresa redentora, acumulando todas las calidades que mantendrdn su recuerdo en la mas viva admiracién del futuro del pais, re- nunciando a todos los beneficios z prestigios en el escenario de los gobiernos. Asi le ha permitido conservar, a lo largo de la obra empefiada, su fir- me cardcter y su pundonoroso decoro. La capacidad superior de que ha dado tan clo cuentes testimonios para triunfar en el Ilano y or- ganizar juridicamente la Republica, desde el go- bierno, en medio de una accién agobiadora y sin descanso, son el mejor augurio y la légica de los 33 HIPOLITO YRIGOYEN acontecimientos también lo presagian, porque la Nacién ha entrado por fin al pleno y libre ejer- cicio de su soberania. No se sabe qué admirar mas: jsi la magnitud de su vasta y revolucionaria obra social y econémica, o la claridad infinita de sus concepciones idealistas! xX Cc uANTO. popRA decirse de sus beneficios ac- tuando siempre para establecer la concep cién generatriz, del gran lineamiento que se ha trazado para salvar el principio de la nacionali- dad! Dentro y fuera de su espiritu ha sido lo que el sol a Ja vida de la naturaleza. La teoria funda- mental de sus idealidades fué plasmdndose en la accién continua, abnegada, fecundadora del go- bierno que elevé, para que marcara con rasgos inconfundibles su fisonomia moral ante el pensa- miento del Universo. Mas que para gobernar, se habia congregado para vindicar el honor de la Nacién y restablecer el imperio de sus institucio- nes basicas por la imposiciéu de la propia sobera- nia y por la reorganizacién integral de los poderes. S610 por un vigor ciclépeo en su accién y facul- 34 ‘MI VIDA Y MI DOCTRINA tudes, ha sido caper de poner térming a los graves males que se cernian sobre la Repiblica y salvarla de las irreverencias que manchaban su‘dignidad y deprimfan sus preclaras trad No aplicé jamés en la contienda politica ningu- na medida que no fuera absolutamente compati- ble con Ja magnanimidad y altura de sus senti- mientos y ni siquiera atribuyé a ciudadanos deter- minados las responsabilidades de Jos dafios infe- ridos a la patria, sino a un “régimen” tan nefando, que no tiene calificativo que le alcance. $élo bus- e6 su derrumbamiento por el camino del honor, por las exigencias del deber y por cuanto hay de sagrado e intangible en el fuero de las naciones, sin prevencién alguna contra nadie, y menos atin con propésitos inconfesables y mezquinos. XI pe dia inicial de mi vida péblica, tnica- mente me propuse como condensacién de mis ideales, libertar a la Naci6n, renunciando irre- vocablemente al honor de gubernarla, y Dios es testigo de que mis estimulos se hicieron tanto mas sagrados con ese imperativo propésito. 35 HIPOLITO YRIGOYEN Mi obra no ha sido la de un tiempo dado ni de ninguna circunstancia accidental o intrascenden- te. Ella nacié en el momento mismo de la causa que la inspirara y no ha tenido nunca atingencia alguna con las finalidades materiales del poder. Se concreta en una gran bandera que encarna los anhelos mas elevados de Ia redencién del pueblo y sefiala, por ello, el recto camino que habré de recorrer la Republica para alcanzar Ja conquista de un luminoso destino. Todos los encantos y las complacencias de mi fuero intimo, consistian en la satisfaccién del deber cumplido como ciudadano argentino, en que de- bian concretarse los patriticos esfuerzos na- cionales. Afirmo que ese ensuefio tan fervorosamente acariciadg, fué uno de los impulsos fortalecedores de mi caracter al asumir las responsabilidades de las pruebas, a las que debia entregar mis abne- gaciones y el propésito de mis renunciamientos a los beneficios que pudieran aportarme. Bien sabfa que no era yo el ciudadano ms in- dicado para asumir la presidencia de la Republica, porque asi como fut fiel al punto de mira de las maquinaciones desde el Hano, inevitablemente de- bfa serlo desde el gobierno. ¥ no era ello porque motivara ninguna justa ni legitima resistencia o prevencién por mis actitudes 36 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA personales, publicas o privadas, sino porque sélo exa concebible mi ascensién al gobierno para apli- car y caracterizar los principios de orden piblico que fundamentaron mi vida y contrastaron todos Jos intereses espiireos creados al amparo de bastar- das impunidades. ‘Ademis ya habia expresado que siempre es su- perior la abstraccién del ideal sin macula, a Ja dura materialidad del poder. Inicié el gobierno afrontando todos los proble- mas y conflictos que planteaba la pavorosa situa- cién engendrada, a lo largo del tiempo, por la pre- potencia, la ilegalidad, el privilegio, la injusticia, el desquicio y el desconcepto. XI E N EL orden Internacional tuve que plasmar nuevas normas juridicas contra las estable- cidas, para poder asi destacar el significado pre- ciso de la independencia y Ia integridad de Ta na- cién, en Ja plenitud soberana de sus atributos, a fin de que alcanzara el renombre que le corres- pondia en el concierto de los pueblos civilizados de Ja tierra. 37 UIPOLITO YRIGOYEN Mientras el régimen debatia intereses mengua- dos pretendiendo mistificar la conciencia publica, yo levantaba bien alto y para siempre las eminen- tes insignias de la Nacidn, demostrando cémo se resuelven las grandes y vitales cuestiones de un pais, cuando las orientan las facultades y capaci- dades superiores de los pueblos. Las naciones mas poderosas del mundo rindieron el homenaje de- hido a esas normas de un nuevo derecho inter- nacional y reconocieron la plenitud justiciera de sus fundamentos. Sefialamos, en un instante cru- cial de la historia de la humanidad, ejemplos de integridad soberana, en el resguardo celoso de nuestro derecho, que prestigiaron a la Republica. Propugnamos en tales principios la igualdad de todas las naciones y enunciamos el precepto evan- gélico de que “los pueblos son sagrados para los pueblos, y los hombres son sagrados para los hombres”. Los problemas mas arduos y mas complejos que pudieran condensarse por légica gravitacién de los sucesos mundiales, se presentaron a la conside- racién y solucién de mi gobierno, y todos los afron- té con la mas encomiable significacién del concepto universal al que estaban vinculados y con la més austera conciencia de la autoridad de la Nacién. Los fundamentales principios que profesé siem- pre respecto a la soberania y a la dignidad de mi 38 ‘MMI VIDA ¥ MI DOCTRINA patria, ya fuera por su concepto ante el pais o ante el mundo, se pusieron en vigencia en el problema de la neutralidad argentina durante la guerra eu- ropea. La politica deliberada y austera, que no im- provisé por cierto, la habfa aprendido y experimen- tado en mis largas vigilias de ciudadano, La habia ahondado y clarificado en el conocimiento de la ciencia politica, en el estudio de los fendmenos sociales y econémicos y en la intima identificaci6n de mi espiritu con el alma de la nacionalidad. Fué por esto que en un momento de universal descon- cierto, puso nuestra patria la nota de altivez y de cordura, tan alta y serena como rectora, atrayendo sobre st, primero la sorpresa, la admiracién inme- diatamente y, por tiltimo, el homenaje de los gran- des cerebros del mundo y la ratificaci6n rotunda de los acontecimientos histéricos. Fui ruidosamente injuriado y calumniado en esa emergencia, y el coro de imprecaciones y denuestos que en idénticas consonnancias se conjuraron con- tra mf, venia enconado de todos los resabios del régimen, de los que habian causado el desastre de Ja Reptblica y de aquellos que dieron la espalda a la causa suprema de la Nacién. Indiferente a la diatriba, continué mi obra pensando solamente en las grandes figuras de nuestro pasado histérico y en al pueblo. Los anhelos de éste, sus suefios y sus denodados esfuerzos, tuvieron en mi el custodio 39 HIPOLITO YHUGOTEN més celoso; y, consecuente con el deber que me impuse al aceptar estoicamente el gobierno —y aunque pareciera inmodestia—, afronté el propé- sito firme de sacrificarme por mi pueblo, entre- gandome por entero a su sagrada causa. XI FF 97 4 todo, me amparaban mis anteceden- tes, porque es de la mas evidente notoriedad que desde que tuve uso de razén he sido una en- sefianza viva del fuero sacro de la vida y un ejemplo de las virtudes mas acrisoladas. Asi se explica que haya aleanzado siempre esealas mas encumbradas en que me antecipé a la generalidad. Asi se ex- plica, también, que en las horas de cruciales prue- bas para la nacionalidad, haya sido buscado y re- querido por los primeros hombres del pafs, ‘para ocupar los cargos de mayor responsabilidad, ofre- cimientos que decliné irrevocablemente. Ya se sabe que la U. C. Radical no luchaba por la obtencién de posiciones pitblicas, al margen de las grandes so- luciones de fondo: el restablecimiento de la lega- lidad y el imperio del orden constitucional. Y es por ello que siempre me he sentido con autoridad, y 40 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA més con derecho, para llamar a los hombres alde ber supremo de todos los argentinos, cualesqu' que fueran las insignias o los cargos publicos d que estuvieran investidos. Mis convicciones insobornables y arraigadas, han obedecido siempre a lus impulsos de un fervor acendrado hacia mi patria. Quise en honor de ella que retornara a su posicién histérica y, orientada hacia una positiva fraternidad universal, cumpliera ampliamente sus grandes destinos. Resuelto como estaba a libertar a la Republi viviendo la hora de mi responsabilidad, he perci- bido plenamente la misién que ésta me deparaba y al sentir sus irrenunciables imposiciones, quise abarcar en una irreductible sintesis reparadora las desgracias colectivas para redimirlas, y eso ha Tle- nado toda mi existencia, porque los deberes del patriotismo, son mandatos imperativos e impres- criptibles. XIV © onsranre ello, el régimen me afrenté. El régimen al que yo he vencido rodeado de vientos y tempestades, en el mds desemparado ano, y desde la presidencia de la Republica, 41 ‘HIPOLITO YRIGOYEN berando a las catorce provincias del sojuzgamiento de un poderio feudal y de cuantos privilegios y convencionalismos se congregaron en su torno; el régimen, al que he derrumbado por el impulso de las mas puras y firmes integridades que haya me- moria en las redenciones humanas y al que le he impuesto la regeneracién bajo el bautizo de los preceptos de la moral politica, de la dignidad na- cional y de las virtudes ciudadanas; el régimen, que no pudo menos que declararse convicto y confeso del proceso de Ios males mas irreparables, haciendo vivir a la Nacién al margen de sus principios éticos Ynormativos de sus preceptos constitucionales, sin rijula ni timén en las orientaciones, tanto en la vida interna como externa; el régimen, que durante mas de dos afios de la guerra mundial soporto ad- yecto, sumiso y silencioso los atropellos mas inau- ditos a la soberania de las naciones y las afrentas mas bochornosas al honor nacional. El régimen, decfa, me afrenté a mf, que volviendo por esos agravios y reivindicando su decoro y su insigne significacién, y con actitudes conducentes le ha dado el rango mas eminente y grandioso que una Nacién pudiera alcanzar en las pruebas afronta- das; el régimen, al cual jams rocé con la menor alusién o teferencia personal, y para el que tuve todas las magnanimidades de mis sentimientos, no haciéndole pasible ni siquiera con la sancién de 42 MI VIDA Y MI DOCTRINA las leyes y de la justicia, me falté durante mi ac- tuacién de gobernante a todos los respetos, que & justo titulo me guardaron los hombres més espec- tables del pais, poniendo en mis manos, si yo lo hubiera querido, todos sus poderios; el régimen me hizo desaforadamente punto de mira de todas sus vilezas, tramando inauditos planes de todo or- den para desviar el juicio pablico sobre mi per- sona. Contra él, la opinién publica, vidente y resuelta me acompaiié en sus determinaciones, exteriori- zando su solidaria adhesién a mis actos de verda- dero contenido colectivo; y la Nacién después de haber pasado por todas las pruebas, ha restaurado, vivificante y sin sombra alguna, el culto de sus generosas consagraciones. XV (9% Prsscripexcis absohuta de mi bienestar personal, de los mas simples goces de la vida, no tuve en Ia larga lucha de Ja empresa reparadora, ni una frase ofensiva o destemplada para nadic, ni la menor demostracién de prevenciones; nada més grato para mé que ratificarme en esa modali- 43, HIPOLITO YRIGOYEN dad, sin que ninguno pueda sefialar una contradic- cién en todas las incidencias de mi azarosa vida. Yo afronté sistemas politicos y no personas. Ceftido a la justa interpretacién del derecho pi- blico en su recta aplicabilidad y en honorable re- presentacién democriatica, desenvolvi mi conducta rectilinea, sometida al grave deber moral impnesto por el espiritu de la U. C. Radical, sin detenerme a pensar cn nada que no se refiriera a la vigencia de la ética y del derecho, aun cuando con ello sus- citara rebeldias inconcebibles ante el pensamiento guiador de una renovacién impuesta por la historia. Tloy creo, como ayer, en la respuesta corrobo- rante y definitiva del destino, ante la inflexibilidad del principio de justicia que no puede ser desesti- mado ni destruido por las afirmaciones sigilosas del delito y sus complicidades, cuando median a su potente empuje, las virtudes firmes de una accion atridtica, sustentada cn las fuentes mds puras de verdad y exhibida en todas las pruebas del sacri- ficio, con fa alta dignidad de su misin. {Qué fuera, sino, del arduo y severo mandato que impone la vida a los que la comprenden en sus vastos lineamicntos, si no hubiera un sereno panorama donde descansar las alas fatigadas del turbulento y recio rodar de las tormentosas adver- sidades! MI VIDA Y MI DOCTRINA XVI 1 via esta en mi obra de demandas y de afanes infinitos donde para poder plantarse, desenvolverse y Hegar a culminarla, era indispen- sable las calidades y lus condiciones esenciales a Ja magnitud de su histérica trascendencia. Esa ha sido mi tmica consagracién, cuyos aportes morales y positives sélo la patria que sintiera sus sublimes inspiraciones puede saberlo. / Desde su incdlume altura, ensefi¢ siempre la jus- ticia de sus idealidades y la probidad de sus credos, imprimiéndoles las caracteristicas de una circuns- peccién tan acentuada como uniforme. Essa ha sido mi conducta desde las gradas de la opinién publica y en todas las actividades que me correspondieron, y desde el gobierno todos mis actos levaron el imismo significado de esa norma de conducta. Nacido en circunstancias azarosas y desgraciadas para mi patria, hemos asumido Ta actitud que la hora nos marcaba, no abdicando del deber que nos correspondia. Desde entonces no nos pertenecimos, nos entregamos a la lucha por Ja liberacién argentina. Y supimos que todo ta- er de forja, parece un mundo que se derrumba. 45 HIPOLITO YRIGOYEN XVII NN 2.Fti iele de nadie ni de nada, porque me siento infinitamente superior a los menguados titulos de toda jcfatura. Pui, en cambio, apéstol, en cuerpo y alma, de deberes consagrados al orden publico, y'de un ideal de redencién humana, que sera hito perenne de la historia de la nacionalidad. Por eso tengo la infinita satisfaccién de saber que he cumplido cabalmente con mi responsable ta- rea, cambiando el curso del destino de la Nacién. Sé bien que soy el simbolo de mi patria en todo cuanto enaltece y orienta su futuro luminoso. Ante esa verdad incontrovertible, que absorbié mi vida entera, nadie puede pensar que habré de defrau- darla nunca en sus justas esperanzas y en sus le- gitimas aspiraciones. He Pasado de las filas del pueblo a los estrados del gobierno, y desde mi vida de trabajo parti- cular a las funciones publicas, sin transicién alguna, porque desde el pueblo conocia la ciencia del go- bierno como del gobierno conocia la psicologia del pueblo. Dios y la patria saben que yo no tengo en mi 46 MI VIDA Y MI DOCTRINA alma sino fervores nacionales, y en mi espfritu solamente decisiones irreductibles para caracteri- zarlos. Mi esfuerzo desenvuelto durante tantos afios, arriba o abajo, me permiten hacer estas de- claraciones libres de toda suposicién egélatra. Sé sencillamente lo que he hecho, y tengo conciencia de la magnitud de la obra. En casi toda mi vida de hombre, no he tenido un dia de reposo; entregado y absorbido por una sola y absohuta preocupacién sobre la que han gra- vitado todas mis actitudes y actividades: la de salvar a la Nacién del desastre y el caos porque atravesaba. Cuando el predominio de las fuerzas oscuras y de los descreimientos confabulados y conjurados invadié el escenario de los gobiernos y absorbié todas las funciones piblicas, me recon- centré a meditar sobre el hecho que tan inaudito atentado presentaba a la consideracién del deber sagrado de la patria, profundizando todo cuanto odia dar mayores y mas certeros juicios a la solu- cidn del problema que desde luego quedaba plan- teado por la légica misma de las leyes universales Ahi se generé el plan de Ia lucha: la abstencién, la intransigencia y la revolucién, como tinica forma de rescatar al pais de la ignominia. Y estuve, asi, mas de 30 afios de pie, frente a la adversidad y la desesperanza, pero también, frente al pueblo ar- gentino. AT mIrOLITO YRIGOYEN XVII B__ txDITOs seaw los que piden transigencia en las actitudes personales; pero los que la piden en el orden de los principios, malditos seran para siempre! No habra poder humano que me haga transigir con las conculcaciones, con las irregulari- dades. con las agresiones, con la ‘leshonestidad, ni con el vicio, en ningiin sentido, en ninguna forma, ni por ninguna raz6n. Sabe la Nacién que si las cruentas reacciones de la opinién no ensangrentaron los escenarios pi- blicos que provocara la agresién de tantas injusti- cias, ultrajes y atentados a la dignidad nacional, fué porque impertérrito e inquebrantable puse mis esfuerzos para evitarlo, por mas que algunas veces la dimensién de los escarnios se colmara y produ- jera dolorosos desgarramientos, que signaron vi- riles gestos de la ciudadanfa argentina. El espectéculo de la absoluta unidad de mi vida, orientada por la ideologfa fundamental de la repa- racién nacional y mi inclinacién total por todo lo que fuera propio de la obra que realizo por la patria y para la patria, constituyen el testimonio més in- 48 MI VIDA Y MI DOCTRINA tegral de su significado y la explicacién mas r ponsable de mi rectitud en los juicios y de las exac- titudes en sus explicaciones. . XIX YY 28 demostrado de la manera mis palmaria y evidente que he ido al gobierno de la Re- publica bien capacitado para dirimir y resolver, sin hesitacién alguna, todas las cuestiones y proble- mas que plantearan las gravitaciones de cualquier orden que fueran y en cualquier sentido que se exteriorizaran, y me he abocado a ellas con la mis- ma serena entereza y segura confortacién de juicio con que afronté la mas formidable cruzada reivin- dicatoria de los tiempos. Esclarecimos entonces la conciencia ciudadana, demostrando un concept de los sucesos y acontecimientos y de los derechos primordiales del hombre de nuestra patria, que no fué ni siquiera vislumbrado por los que tan pér- fida como malignamente querian negar, desconocer 0 dar aspectos distintos a las luminosas orientacio- nes de mi vida. Todo lo he contemplado en justa raz6n y apropiado tiempo en las concepciones mas 49 IPOLITO YRIGOYEN eminentes y con caracteres totalmente extratios al nivel comtn. Si esta marcha hacia un fin cual ninguno més justo y venturoso, ha despertado prevenciones y recelos, ellos guardan relacién con el antagonismo de los méviles y lus propésitos péblicos. Son los contrastes de las distintas situaciones y actitudes, siempre antipodas, y asi como no ejercieron nin- guna influencia sobre el fandamento de-mis idea- les, siguiendo inmutable el apostolado que concebi y afronté desde el albor de mi vida, estaba resuelto, cualquiera que fueran las contingencias que ello me deparara, a no desviarme por consideracién alguna, desde que ese noble ideal representaba la redencién del pueblo argentino. xXx ET Eonave en todo con la devocién que requeria Ja més bella de las empresas humanas: la salvacién de la patria; y por el designio que me animaba, no podia distraer mis actitudes a otras consagraciones. Mi misién era desenvolver y afianzar los man- datos, para mi sagrados, de Ia revolucién, acen- 50 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA tuando sus consagraciones donde quiera que la seguridad del fundamento primordial lo requi- riera, cual fuera la de mantener intacto y libérrimo el derecho electoral, base tinica y condicién indis ensable del honor politico de la Nacién, como al fin se ha logrado obtenerlo. Las criticas interesadas por perversas e inten- cionadas que fueran, no llegaron jams a tocarme, porque demasiado sé que estoy acorazado con los respetos mas altos de que pueda estar revestida la personalidad humana, y ellas no alcanzaron a tener influencia alguna en las decisiones de mi espiritu ni en Ia idealidad subjetiva de mis propésitos. No he deslumbrado en nada ni a nadie con las insignias presidenciales, sino con las ideas y los bienes correlativos en los propésitos y en las me- didas apropiadas. El honor nacional, la dignidad publica y la virtud representativa que los acon- tecimientos ejecutados lograron sancionar y cuyas idealidades surgieron de las profundas meditacio- nes de mi mente y de las santas inspiraciones de mi alma, no se malograrén en sus justas efec- idades, mientras mis sienes alienten un soplo de vida y la Nacién mantenga la austera integridad de su apostolado redentor. 51 HIPOLITO YRIGOYEN XXI EL #2 en comunidad con of espirita de la patria, y esa comunidad hace cada dia mas sublime la imagen de las mutuas ensofiaciones. Compartir tan solidariamente la dilucidacién y la prueba del vasto problema, comprendiéndolo en absoluta identificacién, es realizar en su expre~ sién ms superior y més noble los destinos de la Nacién, después de haber reasumido la suma del ideal que naufragara en las infecundas turbulencias de la politica militante. Esa impresin consoladora, esa idealidad plena de belleza, esa evocacidn se representaba siempre como una visién en mi espfritu, sea en las suges- tiones del recogimiento meditativo 0 en Ia inten- sidad del genio universal que resplandecia en mis soledades. jEran las eternas fuerzas del espiritu que se encendfan en mi mente, en forma de trans- figuracién! Esa potencia creadora me impulsaba al destierro voluntario de las vanidades humanas, y se erguian majestuosamente trazando los hori. zontes inefables, en los cuales se percibia una vi- brante apoteosis de la grandeza de la patria! 52, MI VIDA ¥ MI DOCTRIN Fué, pues, en el ambiente de ese grivido reco- gimiento donde se gestaron los medios y las formas de la lucha, que servirian luego como técnica de accién, a la U. C. Radical, y que son: La Revolu- cién, la Intransigencia y la’ Abstencién. Con la Revolucion se propuso mantener en pie de permanente rebeldia —en la conspiracién constante— a la ciudadania argentina, contra los usurpadores del poder. Con la Intransigencia se encerraban los postulados del Dogma, en una in- terpretacién ortodoxa e intangible. De tal modo, se hacia imposible da desvirtuacién de su sentido ético e hist6rico en entendimientos 0 uniones con facciones politicas a las que siempre habiamos combatido. Con la Abstencién se lograba evitar que gran parte de los ciudadanos cedieran a los halagos de las prebendas y del usufructo de las cosas materiales, a cambio del debilitamiento de sus conciencias de hombres libres. Era ese modo duro y sacrificado de probar el temple de los me- jores y resguardarlos como reservas morales para continuar con la larga lucha, hasta el dia final de la victoria. He querido, de modo sintético, demostrar cudn- to afan y fervor se puso en la gran tarea, y cudn clarividente fué el espfritu de la nacionalidad cuan definidos en sus juicios y su conducta al sus- traerse, a costa de enormes padecimientos y pri- 53 AUPOLITO YRIGOYEN vaciones, de toda influencia perniciosa, y que se conjugaba Ievando en sus sentimientos los atavis- mos del pasado ilustre. He dicho otras veces «ue el movimiento no sdlo salvaria a la Nacién del presente, sino que germi- narfa en su magno porvenir, y para los que no se aperciban de que una generacién de ideas nuevas y liberadoras avanza incontenible y resuelta por los caminos de la patria, ésta es la hora de toda per- suacién. XXII FL * e279 2 lo que yo hubiera previsto y manifestado a los gobiérnos del régimen, que pretendian la imposibilidad de mejoramiento alan- no, porque los vicios y las declinaciones eran de todas las capas sociales; que tan pronto como hu- biera un presidente de honor publico, todo y todos se ajustarian sin conducta a esa atmésfera de pro- bidad, de rectitud y de justicia. Acaba de exterio- rizar el pais y puesto en marcha la més austera mo- ralidad politica, con rigido y honesta proceder en su ejecucién integral que representa las labores técnicas, administrativas, cientificas y culturales. 54 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA Como todas las grandes conmociones sociales, que procuran trascender en solucionar rectoras para el progreso de las naciones, he formado una escuela de ética superior y fundido su caracter en un modelo de estructura estricta e inquebrantable, Son ésos los sucesos vitales que nos dan a cono- cer, traduciendo las fuerzas y las energias, y los sentimientos patridticos, de que es capaz un pue- blo que asi se conduce, poseedor de bienes morales superiores. En un acontecimiento pasajero bien se conciben los entusiasmos que puedan emanar de muchas circunstancias momentaneas, pero Ia decisién de un pueblo por un lapso tan dilatado en la sucesién indeclinable de sus actitudes, pasando de genera- cién en generacién, no pueden nacer sino de cau- sas fundamentales, que arraigan en la esencia de su espiritu, en su tradicién histérica, en Jos Ha- mados genésicos de su tierra, y en los solidarios deberes y responsabilidades para cumplitlos. XXUI G 1.80 tuviora la seguridad de que he obrado en virtud de mandatos solemnes de la Nacién que, Dios mediante, no habrian de malograrse ni 55 HIPOLITO YRIGOYEN en mi pensamiento ni en mi accién, la propaganda del régimen, sintesis de sus logicas actitudes y de sus fraseologias empedernidamente falsarias; me hubieran dado toda la evidencia de que asi era. ‘Tengo tal y tan profundo convencimiento de la grandeza y magnitud de la obra realizada; la siento en el presente y la veo en el porvenir de propor- ciones tan vastas en el orden de las perfecciones constitutivas del espiritu humano; estoy tan po- seido de que ella ser foco permanente y cada vez mas luminoso de las orientaciones y conquistas del genio de la patria, que si no fuera por las lesiones irreparables y las inmolaciones desgarradoras cau- sadas por el régimen, mirarfa el contraste como una aparicién propulsora de una prueba destinada a esclarecer y dar relieves inacesibles a una predes- tinacién infinita. Asi el genio de la Nacién alcanzara una vez mas formidables dimensiones creadoras y el testimonio sefiero de sus perennes ejemplaridades. Asi se han realizado todos los acontecimientos humanos: por la concepeién del ideal primero, y por su integra materializacién después; y sdlo fracasaron por el desvio o por la apostasfa, puesto que aun en el error, la pureza y honradez del con- cepto da siempre la solucién, ya que el punto de partida ha sido justo. Asf el ideal argentino se es- parciré en todo su magnifico brillo, reflejado en el 56 MI VIDA ¥ MI pOCTRINA espiritu de la Nacién y en el progreso de sus insti tuciones democraticas, y de sus fuentes de trabajo y de riquez: XXIV DD 2% cvatquien punto de vista que se mire y cualquiera de la posicién en que se encuen- tre, no se podra dejar de reconocer que la accion reparadora ejercera sobre el destino del pais una gran influencia, y mds en esta hora en que se abren nuevos horizontes. En efecto, todos los principios que promueven instituciones sabias y generosas, y en las relaciones que de ellas nacen, aseguran su influencia decisiva en el cumplimiento de los bie- nes inherentes a los fines humanos Asi es como la aurora de las instituciones libres ha resplandecido sobre los pueblos y el sol de Ja justicia no tardé en levantarse también sobre ellos para iluminarlos con radiante brillo, Quisiéramos tener poder, nada mas que para realizar el bien que anhelamos y para probar a los descrefdos los verdaderos problemas de la vida, demostrando asi la enorme diferencia que va entre lo que es y lo que inevitablemente tendr4 que ser. Un mundo 57 HIPOLITO YRIGOYEN nuevo nace. En ese mundo ser protagonista del acontecer social y econdmica, el pueblo; esa en- tidad genial que suma en su masa andnima, Jo auténtico y genuino de las razas. Cuando la vida se funde en una aspiracién su- prema de justicia, de derecho, de honor y de ver- dad, hacia los cuales nos Heva los impulsos gene- rosos de nuestra propia alma, no sdlo debemos resguardarnos de todo aquello que pudiera desvir- tuarnos y empequefiecernos, sino que debemos transformarnos en apéstoles incorruptibles de tan nobles aspiraciones. Me fué dado asistir, naturalmente, al primer 12 de Octubre de Ja libertad soberana y liberacién redentora de la Nacién. Fué la explosién inenarra- ble de los hosannas jubilosos que partian de la multitud enardecida y fervorosa, en el instante cru- cial del dia esperado, que se transformaba en efemérides histérica de los grandes fastos nacio- nales. Esa vibracin espiritual esa arrebatada exal- tacién de pueblo, conmovié mi corazén hasta las fibras mas intimas, fijando en mi alma, la emocién de un acontecimiento entrafiado e impar, tal vez el supremo de mi vida. Acababa de recoger, en un laurel ideal y sin macula, el més alto y generoso premio a tantas consagraciones y tantas amargu- ras padecidas a lo largo de Ia dspera lucha por la libertad de mi patria. 58 MI VIDA Y MI DOCTRINA En ese instante solemne, desfilaron ante mi vista las figuras préceres del pasado glorioso y era en la plaza histérica el mismo fervor y los mismos ideales que se encendieron en Mayo. XXV 1 pia més venturoso, si cabe, sera aquel en que E veamos definitivamente consolidados los pos- tulados ideolégicos que integran y definen la obra de la U. G. Radical, cun la satisfaccién de ver nucs- tra patria retomando sus amplias rutas en el libre ejercicio de su soberania y bajo el amparo de las instituciones democraticas mas sabias del mundo. Por eso concitamos a todo el pais entero a cumplir ese programa, tmico, verdadero y fundamental, eslabonando el punto de partida con el presente, porque es necesario vincular la obra reparadora actual con Ia gesta de la Independencia, con la de la organizacién nacional, y con la reivindicacion de sus atributos legitimos. Debemos lograr el éxito final, porque para ello le ha sido dada la capacidad revelada por el pats en las duras pruebas de lucha, conservando intacto sus ideales, los sentimientos y los habitos de nues- 59 HIPOLITO YRIGOYEN tra tradicién moral en el ejercicio reverente de las instituciones fundamentales. Para continuar siendo todo lo grande y construc- tivo que es este movimiento, debe prolongarse integro en sus luminosas idealidades. Es de tal modo, como por la escala ascendente del ensueiio y del esfuerzo fervoroso se ha aleanzado la infinila conjuncién de latidos que constituyen la prieta armonia de los sentimientos nacionales, sin la mas leve disonancia. Y que nadie se extrafie que aluda al ensuefio; esa fuerza imponderable del alma hu- mana, que idealiza la vida y la sublima, ya que sin su influjo quién sabe si hubiéramos podido vencer la dspera dureza de la lucha. Penetramos en el santuario sagrado de nuestra conciencia, levantando el espiritu para considerar los grandes objetivos que nos animara al asumir la recia prueba que hemos realizado con tanta virtud como patriotismo, con el claro y sereno conoci- miento de la historia, y fortalecidos por nuestros propios principios y austeras normas de conducta, aplicando las facultades de las que estamos reves- tidos a las mas rectas orientaciones y a las ense- fianzas generosas y fecundas en condensacién de un ejemplo rector que corone el fundamento de una trascendente travectoria histérica. MI VIDA ¥ MI DOCTRINA XXVI Hes injuriado y calumniady, pero hieran como quieran, que integro me_encontraran siempre con la conciencia de no haber hecho daiio a nadie; y esas bajas villanias no legaran jams a alcanzarme en sentido alguno, cualquiera sea la imputacién que me lancen, por mas osada que fuere. Mediten ellos, los empetiados en seguir conspirando contra el bien, la prosperidad y la yentura de la Nacién. Fracasaran en su vil intento. La Nacién me sabe y me conoce por completo, porque no he vivido sino para ella, en las finalida- des de mi pensamiento y trabajando en las solu- ciones de sus peligros y de sus destinos. Mi contextura interior, la calidad de mi espiritu, no tienen mezcla alguna. Como no la tienen mis ideas, ni mis ideales. Hasta ahora, deliberadamente he guardado un inviolado silencio, del cual salgo hoy para hablar al pueblo —en forma sencilla y Hana—, pues él es el tico juez de mis actos, y porque he querido que ellos fueran sometidos a su juicio inapelable. Pero yo sé quién es el pueblo. 61 MIPGLITO YRIGOYEN ‘Nadie lo ha visto como yo; nadie, como yo, tam- poco, jamas tan plenamente lo ha eneamnado, XXVII Fe SNEcEsanio comprender que somos intérpretes de una hora crucial del pueblo argentino, y ello esté abonado en todos los tiempos y por los martirologios sufridos en el cumplimiento de sus imperativos mandatos. No soy hombre de partido en sentido militante No tengo temperamento para una vida tan estrecha y limitada como la que ellos realizan; ni tampoco creo en su eficacia, en el sentido de sus beneficios publicos. Pero si soy hombre de solidaridades na- cionales, en las definiciones y exigencias mas aca- badas del honor y de la grandeza de la patria. En todo aquello que arraiga en la substancia viva de la tierra a expande hacia el porvenir. Nunca jamés la historia de las reivindicaciones humanas fué santificada por mayores justicias y regada en su trayectoria por mayores sacrificios y abnegacio- nes, a los que no fueron ajenos, cl tributo bendito de las vidas inmoladas. Y cuando una existencia integra se ha consa- 62 ‘MI VIDA ¥ Mr DOCTRENA grado a Ia patria, ofreciéndole las més puras y nobles ofrendas, hay razén para recogerse en du- bitaciones inevitables ante las ingratas opacidades que se congregan, pero que no Hegan jamas a cu- brir el culto reverente que se funde en nuestras almas, en uma aleacidu indestructible y que Hevan en su efusién las sugerencias que la conmueven en horas de incertidumbre. No se borrara con in- jurias, de Ia mente de los que se han sentido iden- tificados con tan altas idealidades, Ja satisfaccién intima de los deberes cumplidos en paz con la con- ciencia y los dictados del corazén. XXVIDT FR st0ssamce pe Ia encumbrada dignidad que ocupaba no me desvié por consideracién al- guna del recto e inflexible camino trazado, que me impuso solemnes deberes y sumas responsabili- dades. El pueblo argentino me fortalecié invariable- mente con sus fervores y solidaridades en todos los casos, y me expresd sus satisfacciones por mi obra de gobierno y robustecié mi presencia de 4nimo con su infatigable constancia y la mas acen- 63, HIPOLITO YRIGOYEN drada pureza. Debo manifestar que el amplio sec- tor de los hombres de trabajo, dignisimo y noble niicleo de la comunidad patria, estimuld perma- nentemente con su apoyo y beneplacito la obra de cardcter social que tendfa a resolver sus funda- mentales problemas. Cuando un ciudadano ha consagrado su exis- tencia a la causa de la Nacién, debe ser irreduc- tible en su decisién a inspirar todos sus actos y acciones en principios inmanentes de justicia. Es necesario ver a estos vivanderos, a estos dis- ponibles de la vida que se prestan para todo y no saben de nada; a estos vivanderos que plantaron su carpa en todos los campamentos donde habia dé- divas que recibir, que fundan toda su proposopeya en haber sido funcionarios piiblicos por obra’ y gracia de un régimen constitucional conculead6, ajeno a la legalidad. Incapaces, asimismo, ante el trajinar de la vida, y no obstante su vaciedad, em- peiiados en la preténsién de querer minar el pres- tigio del gobierno de la U. C. Radical, que es como si se dijera, entregados a Ja tarea de conspirar con la patria misma, de la que bien sé, soy su auténtico simbolo. Los generosos y altruistas méviles de que he estado animado en la prosecucién de las conquistas patridticas, deben ser reflejados en las horas de Jas comprobaciones piblicas. Yo actuante y responsa- 64 MI VIDA Y MI DOCTRINA ble en mi momento dejo constancia de ello, cuando ya el tiempo y mis conciudadanos lo tienen consa- grado. XXIX 5 POSIBLE que alguien en la Republica —creo que no— pudiera haberse abocado a todas las cuestiones, complejas y multiples, a las que yo me vi por raz6n del mandato que ejercia y de mi deber de argentino, contra todos los poderes, las agrupa- ciones partidarias y la prensa en general. Fuia la prueba en las horas mas dificiles, porque el desorden y la anarquia surgfan con mayor vigor, y fui arrostrando todos los sacrificios para detener- los y conjurarlos en el momento mismo en que un nuevo periodo gubernativo habria de producir una grave y honda perturbacién nacional. La tarea ha sido ardua, pero no sacrificada, por- ue el deber no impone sacrificios cuando dicta obligaciones, Yo la he cumplido en Ja amplitud de mis compromisos y en la exacta medida de mis energfas, orientado por el mandato emergente de la vida argentina a que me cupo asistir y entera- mente apercibido de mi dura misién, me determiné 65 HIPOLITO YRIGOYEN, a realizarla totalmente. Con la fe inmensa que prestan las profundas convicciones, emprendi la ruta: conmigo iba el sentimiento piblico, la soli- daridad insobornable del pueblo argentino. Supe, entonces, que era el conductor de un gran ideal de reparacién justiciera y de liberacién de una comu- nidad oprimida, y mi mérito, si alguno tengo, fué el de no haber equivocado el camino, porque de ser asi, hubiera cometido el error irreparable de ex- traviar a la Republica, hundiéndola en el caos y la disolucién. El gobierno para mi era una carga agobiante que pesaba en mi espfritu y mi ascensién a él, ha sido una suerte de extorsion moral, porque mis modalidades y mi cardcter se inclinaban hacia las abstracciones del apostolado que constituyen la definicién de mi representacién publica. Yo hu- biera preferide, Dios lo sabe, quedarme tinica- mente con el gobierno inefable de las almas. Mis otras consagraciones no han sido més que el deber irrenunciable que me deparé la hora de mi existencia, soportado en bien de la patria. La senda era breflosa y plena de las mas ingratas acechanzas, pero séame permitido decirlo, mi frente es muy alta y mi pecho muy amplio y por ello no puedo concebir ni experimentar sino las plenitudes y las sensaciones de los sacudimientos tremendos de los grandes anhelos piblicos. Con- 66 ‘MIVIDA ¥ MI DOCTRINA sagrado a una religién redentora de moral politica, que nos hiciera creyentes de sus verdades para la felicidad de la patria, y refirmado siempre en su ideal superior, nos mantuvimos distanciados de todos los valores falsos y de todas las engafiosas simulaciones. No comulgamos con las exigencias de un orden ficticio, estructurado en Ia injusticia y en el olvido de cardinales sentimientos cristianos. El alma del pueblo que nos hizo sancionar todo lo noble, humanitario y equitativo con los mejores acervos de nuestros sentimientos, no fuera posible defraudarla, sin cometer un delito de lesa patria. Por ello, supimos dar a la comunidad nacional, en nuestra doctrina liberadora, la fuerza de una mis- tica. XXX E STA OBRA précer por sus ensefianzas y heroica por sus intrepideces, los mercaderes politicos, dirigentes del régimen y del contubernio, han te- nido la desaprensién vergonzosa de imputarme publicamente, que la levé a cabo con los millones que yo habia incontroladamente desparramado. Puede la Nacidn, si no tuviera mds evidencia que ésta, imaginar cémo seran de inferiores esos hom- 67 HIPOLITO YRIGOYEN bres, para sentirse impelidos a lanzar semejante im- putacién sacrilega. Qué seria yo como hombre de honor cuadrado en todos los aspectos de la vida nacional —en el llano, en cl exilio y en el gobieo— si hubiera tenido por mérito él dinero y por halago sus dé- divas? Qué calidad interior se necesita, y qué virtudes morales, para poder haber encarnado en sus esencias genuinas y mds puras, el espiritu mismo de la argentinidad, tal como yo lo he hecho durante mas de 80 afios? Nunca jamés ningiin in- terés mezquino guié mi ruta, ni nadie se confundié conmigo en la accién y la responsabilidad que no fueran para el noble designnio del austero sacrifi- cio y del rigido honor. Soy un hombre de ciencia y de conciencia y no he comprometido jamas ni una y otra cosa, que no fuera en la aplicacién de normas ejemplarizadoras y en rigores extremos de conducta. Quise, ademas, que mi vida trascendiera al pueblo como un mo- delo y sefialara un camino hacia la perfeccién espiritual. Tengo, por ser asi, el alma intacta, tal como la Divina Providencia quiso forjarla al soplo de sus impolutas irradiaciones. Yo no sé mas que de la tarea evangélica de darme a los demés. En mi frente no caben sino el impetu de los grandes pensamicntos y en mi corazén los latidos generosos y solidarios. 68 MI VIDA Y MI DOCTRINA He sostenido el combate mas radical que la hu- manidad haya hecho en sus anales histéricos, y terminado Ja contienda sin tener siquiera que sentir en ningtin instante, una animosidad para persona alguna, Mis sentimientos se cruzarén siempre a los que quieran derramar sangre de her- manos, y lo evitaré si en mis manos estd. En este aspecto creo que San Martin ha fijado la norma imperecedera. Pero, no obstante, donde quiera que haya una libertad oprimida la redimiré, y donde quiera que exista un derecho avasallado, lo restau- raré, No me movié ninguna pasién militante —la Re- paracién es un movimiento de cardcter nacional— porque no tengo ninguna, que de haberla tenido, qué tiempo que ya la hubiera colmado. Es sabido que ningtin hombre ha estado como yo desde los albores de su vida ciudadana, rodeado de mAs efusivos respetos y consideraciones delicadas, los que se han ido acentuando en toda mi trayectoria, no sélo en mi patria, sino en otros ambientes fo- raneos, y atin en aquellos que politicamente me fneran antagénicos. 69 HIPOLITO YRIGOYEN XXXI ENGO EL mejor deseo de laborar con todos mis conciudadanos por Ja grandeza de la patria, pero sin inclinarme a una parcialidad de partido militante; porque no poseo aspiraciones, ni tutelo tendencias, ni intereses encontrados para nadie. Mis anhelos son tinicamente los de Ja Nacién y a ella me he entregado toda mi vida. Hemos soportado muchas amarguras, muchos sinsabores y fuertes vientos nos golpearon en la freute, pero en Ia firmeza de nuestras convicciones siempre se quebraron. Al realizar la obra, afron- tando todos sus inconvenientes y asumiendo las condignas actitudes, no hicimos sino cumplir con el mandato histérico del pueblo argentino. Nada ni nadie podra apartarnos de esa indeclinable tarea, porque tal es la consagracién y el fundamento del deber supremo. Habremos dé cargar con el peso muerto de un pasado retrégrado, y enfrentar, al propio tiempo, las sérdidas fuerzas del privilegio y del poderfo sin alma. Pero no importa. Preferimos caer con todo el honor intacto, en el cumplimiento de nuestra responsabilidad, antes que el menguado 70 MI VIDA ¥ BIT DOCTRINA provecho de ser aplaudidos y reverenciados, por los oscuros intereses de los enemigos del pais. En ello va la diferencia que existe entre la lealtad y la traicién. Digan lo que quieran, hagan Jo que les parezca, no han de abatir jamas mi resolucién de poner en movimiento las ideas que mueven mi accién pi- blica, ni han de perturbar mi fe inalterable en el destino del pucblo argentino. Tengo mi alma plena de los dictados supremos de la justicia; de la suprema justicia con que he realizado siempre desde el Angulo de mis modestas actividades hasta mi culminacién eminente de las representaciones pttblicas, una misién vertida en una rigida Iinea recta, y siempre al servicio de los intereses nacionales. Afirma que sélo Io sagrado de la causa y la ma- jestad de sus méviles como la equidad dé su fun- damento, es lo que me ha inspirado siempre, y por tal razén todo se estrellar contra la absoluta integridad de mi vida, y estos fervores mios, que alientan nada mas que puros sentimientos de pa- tria. 7 HIPOLITO YRIGOYEN XXXII Y 0.0 tengo compatierismo politico con nadie, sino solidaridades con el pais, y con el esfuerzo comin de todos los que se pusieron dentro de la linea irreductible de nuestros ideales de redencidn. No hablo movido por ningén estimulo personal. La U. C. Radical, ni ninguna entidad humana, pudo darme ni quitarme nada, dado que todo lo que soy y pueda ser, es y ser4 absolutamente mio, porque me basto por mi mismo para cumplir con todos los deberes con que el hombre viene a la vida a realizar su destino. Yo he orientado a todos, y nadie, me guié a mi, en ningtin momento ni en ninguna circunstancia. Por eso pude dar a la U. C. Radical, es decir, a la patria misma, un espiritu y una enérgica conducta y la orientacién segura de su camino. Asi se explica sus actitudes y su enorme inflien- cia constructiva destinada a cambiar la faz de la Nacién. Cuando se irguié Intransigente, no se creyé mucho en la brillante empresa que debla cumplir, porque todo concurria a perturbar su avciéu. Pero no obstante los augurios de los ad- 72, MI VIDA Y MI DOCTRINA versarios y de los intereses creados que se propu- sieron desviarla de su orientacién recta, fracasaron constantemente, porque sélo se entrega la vida por la causa de la patria, cuando se tiene luz en el alma para comprenderla, entusiasmo en el corazén para amarla y energia en el brazo para defenderla. Tuve los indispensables elementos de honradez acrisolada al servicio de la causa nacional, y un caracter fuerte y templado para la adversidad; sereno en la lucha y magndnimo en la victoria —en abierta oposicién a las modalidades del régimen tan receloso como cruel—, un alma recia para no embotarse en los dardos de las perfidias, un gran espiritu de sacrificio y una alta conciencia del deber. Soy simbolo y bandera de esta obra colosal y herctilea, de rebeldia, de reparacién y reconstruc- cién de todos los valores genésicos de la nacionali- dad y no hay acto suyo que no Heve el propio con- cepto de mi juicio y la integridad de mi cardcter. Me he debatido por ella asumiendo todas las res- ponsabilidades, ya en la ordenacién interna de las direcciones de las fuerzas congregadas para reali- zarla; ya en la vanguardia de todas las pruebas, ya en resistencias contra el régimen. Yo he expresado el pensamiento de la Nacién en su concepto superior y en integra probidad, con Ia clara visién de los sucesos del futuro y con Ia 73, ‘HIPOLITO YRIGOYEN, creacién de la técnica de lucha adecuada, para aglutinar las voluntades de la ciudadania argentina bajo la bandera de la U. C. Radical, que es mas que un partido politico, un movimiento de cardcter nacional. La U. C. Radical doctrina redentora y generadora que instaura la justicia social en el pais, plena de idealidades y de sentimientos de libertad, surgié a la vida publica argentina como lgica consecuencia de la descomposicién de las instituciones de gobierno, y en el mismo instante en que la Nacién se precipitaba a su total de- rrumbe. He debido ejecutar la magna empresa acome- tido por toda suerte de resistencias interesadas y de fuerzas de poderosa gravitacién en los destinos nacionales, pero al fin, he podido entregar las di- recciones de la Republica a la soberania del pue- blo. Agradezco a Dios que me haya investido de la fe necesaria para lograrlo, con el triunfo defini- tivo de los ideales de Ia U. C. Radical. MI VIDA Y MI DOCTRINA XXXIil PORVENIR L, 4Nactox no puede ni debe consentir preten- siones ni promesas que perturben su recta orientacién politica. Si renunciara a los heroismos y ala grandeza que nimban aquellos acontecimien- tos, habria malogrado su destino y se verfa casti- gada por nuevos y tremendos ‘infortunios. La soberanfa de la Republica se encuentra transferida a las energias reparadoras que emancipan y enno- blecen la vida de los argentinos, y por eso nos con- sagramos con intimo fervor a restablecerla, arrai- gandola en su conciencia. La causa que fué gestada y defendida durante un perfodo tan dilatado y tan intenso, en cuanto al sentimiento de la solidaridad nacional, tenia su programa politico; el més trascendente sin duda en la vida de toda Nacién: la restauracién moral y politica de todos sus poderes en el Ambito de la legalidad y la libertad. Es decir, la instauracién del gobierno democratico, como expresién auténtica de fa soberania del pueblo. La magnitud de la em- Wb} HIPOLITO YRIGOYEN presa realizada por esa causa esencial, se ha de medir y juzgar por la consolidacién de sus culmi- nantes postulados. Las reparaciones histéricas son pruebas decisivas de los pueblos, y aquellos que las han afrontado, alcanzaron la mayor ejecutoria mo- ral y los caracteres mas relevanies en el concierto universal. Y desde la adversidad, cuando todos Jos caminos Ie eran cerrados, Ja Reparacién no cometié un solo acto que pudiera ensombrecerla y surge triunfante, rigiendo los destinos de la Republica, sin realizar desde Jos estrados del poder, nada que no fuere fortalecer sus normas morales, que nacieran de la esencia misma de sus nobles ideales, para ser ga- rantia y resguardo seguro para la civilidad argen- tina. ¥ si en el futuro no se mantuviera incdlume Ta integridad que representa el concepto reivindi- cador, perderia el relieve y la virtud que la carac- teriza en las paginas de la historia, y se desvane- cerfa en el medio ambiente social para confundirse en la complicidad y el desereimiento, que son fru- tos malsanos del rénuncio y de la claudicacién. Pero por fortuna el tiempo de la moral repara- dora est4 ya impuesto, al ordenamiento politico del pais, y va camino de su sélida consagracién, para prez y gloria de los pueblos capaces de ser libres. 76 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA XXXIV D EsTRUIR O malograr esta gran y trascendente conquista, culminadora de tan magnas fina- lidades redentoras, seria el error mds tremendo y el atentado més delictuoso contra la vida de la Nacién. Debe meditar mucho sobre ello el gobernante del futuro, y no desviar la vista de esta orientacién luminosa, que conduce al verdadero punto al cual debe habra de converger la accién reparatoria. Medite y piense que una Nacién entera est4 a su frente, y le invita a cumplir su mandato, a ponerse de pie ante los destinos de la Patria, compartiendo sus altos ideales y elaborando la grandeza del pais, si se quiere vivir en paz con su conciencia y en el respeto reverente de sus conciudadanos. Los apostolados que han impuesto tales solu- ciones de extrema probidad y severo acatamiento a sus normas de conducta, han sido los creadores de obras politicas y sociales perdurables, que de- finieron la marcha de los pueblos, en relacién in- tima y armoniosa con su tradicién histérica y su destino superior. 7 HIPOLITO YRIGOYEN Esto esta impuesto por los principios esenciales de la doctrina de la Reparacién nacional. Hay que conservar celosamente la virtualidad de esos prin- cipios revolucionarios, porque de lo contrario la armoniosa piramide de la Justicia, levantada con tanto denodado esfuerzo y tributos patridticos, se desmoronaria por carencia de los valores espiri- tuales que la conforman, y que sefialé para Ia his- toria patria una de sus efemérides mas destacadas y puras. En los movimientos sociales destinados a cum- plir misiones trascendentales, que se encaminan a cambiar el curso de Ja historia de las naciones, deben concurrir Iégica y necesariamente as con- diciones que emergen de la misma convocatoria doctrinal, y nada més absurdo suponer que sus objetivos puedan alcanzarse por medios opnestas a sus fines 0 con el apoyo de las mismas causas que se propone extinguir. Ademas esos mismos movi- mientos exigen una solidaria continuidad en el tiempo, que les infunde la certeza de su constante perfeccionamiento, vitalizAndose en las concresio- nes de cada hora, en Ia evolucién politica. Es, por tales razoues, imperioso dejar de lado las tenden- cias de las complacencias perniciosas y hasta fu- nestas, asumiendo rigidamente, como lo inspira el credo, el temperamento marcado por los deberes nacionales. 78 MI VIDA Y¥ MI DOCTRINA XXXV si sucEDERA como consecuencia de tan grandes y benéficas soluciones; se repetiran obras inmensamente utiles y encaminadas a progresivas creaciones como resultado de su leg{tima repre- sentacién y de la rigidez de su alto mandato. Todas fas realizaciones superiores del género humano, estuvieron animadas por la potencialidad creadora de un gran conductor, imprescindible para ejecutarlas en todas sus proporciones y mag- nitudes. Pluguiere al cielo que en esta vasta con- cepcién de revelaciones infinitas, no se cruce nin- na duda temeraria que pudiera Hegar a pertur- Frarla antes de quedar definitivamente afianzada en la vida de la Reptblica, porque ella es la tmica ruta que nos Ievard hacia cl supremo bien del pueblo argentino, Todo Io demis exterioriza la escoria que resta aun de nna época nefanda, ya superada, y no ha- ria sino revelar su estado de descomposicidn, como también, retardarfa y dafiaria la desaparicién de- finitiva de Ios males que tenemos la imperiosa obligacién de eliminar. El pueblo argentino con la 79 HIPOLITO YRIGOYEN vision clarisima de esta hora solemne, se ha colo- cado al nivel de la majestad de su tiempo, y seria fatalidad tremenda que después de haber irradiado de grandeza todo un perfodo de la historia patria y de viril resistencia, se pretenda dejar vencida la dindmica de Ja Reparacién, con inauditas confa- bulaciones, aprovechadas sarcasticanfente por los eternos enemigos de la U. C. Radical. Es ineludible deber conjurar ese riesgo sin nin- giin error o vacilacién, ni deslealtad que importaria declinar las ejecutorias de prominentes responsabi- lidades, cuando la Nacién ha puesto en evidencia sus capacidades para consumar la gbra con heroico empeiio. Sélo nos resta, entonces, conservar inmaculado los prestigios de la empresa liberadora, y el resul- tado final ser tan fecundo y seguro como digno de su grandeza. Profesésmola con la fe de los sen- timientos que la inspiran, alejando de nuestro espi- ritu toda consideracién distinta, y el empeio sera afirmativo, y los prestigios futuros superiores a los pretéricos en sus renovadores designios. 80 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA XXXVI P24 potencialidad de un esfuerzo revindica- torio de las mas vastas proporciones concel bles, hemos resuelto los problemas morales y po- liticos que permanecieron insolubles durante toda la existencia nacional. Hay que demostrar siempre que las aptitudes que se poseen son para promover el progreso y el bienestar de la comunidad politica y no para uti- lizarlas en provecho propio, haciendo contrapro- ducente sus beneficios. Es decir, que los hombres que ejercen funciones publicas, deben hacerlo con capacidades condu- centes, para ensefiar y dar ejemplo a los pueblos de la eficiencia de las instituciones democraticas para el beneficio y la felicidad comin. Que no sdlo se debe organizar el gobierno téc- nica y administrativamente para manejar los ne- gocios del Estado, sino que debe ser una escuela de educacién politica. Por eso el dogma de la Reparaciéu resulté in- comprensible para muchos. Pero como dice Pascal, més incomprensibles son los que Io resisten o si- 81 1nP6LITO YRIGOYEN mulan no conocerlo. Desechado el dogma de la Reparacién, el pais se habria convertido en un caos. Por lo contrario, sentado y afianzado en la conciencia popular, él es la piedra angular del imponente edificio politico que hemos levantado La historia demuestra que todo dogma se ha con- sagrado por el sacrificio de generaciones sucesivas, y que no llega a alcanzar su verdadera sustentacion si se producen extravios en sus definiciones, orien- taciones y principios normativos. Nosotros no queremos establecer nuestra propia felicidad sobre la desgracia de la patria, sino cum- plir con nuestro deber contribuyendo a repararlas. Por tal razén, hemos consagrado todas nuestras fa- cultades y nuestros esfuerzos al servicio de Ia cau- sa, que importa la defensa de los mds sagrados atributos de la vida nacional, que se vienen reali- zando en medio de la més idealista y noble doc- trina. XXXVI L As crisis morales tienen su ldgica reparacién y no se extinguen sino segando sus fuentes ori- ginarias. ME VIDA Y ME DOCTRINA Por eso es menester planear y resolver Ja accién por la unidad de pensamiento, de suerte que los procedimientos y medidas que se adopten sean conducentes a los rectos afanes piblicos, para con- sagrar las soluciones patristicas buscadas, y que hacen a aquella primordial finalidad. EI honor nacional asi lo impone y reclama con firme imperio, ya que ello importa dar efectiva eje- cutoria a los indiscutibles derechos publicos. Hemos alimentado y fortificado esos convenci- mientos con todas las fuerzas del alma, y con todas las potencias del pensamiento, y cualquier retroce- so 0 desviacién en el rumbo trazado, sera de gra- ves consecuencias para la patria. Ha Ilegado la hora de la terminacién del largo periodo de nuestra regresién moral y civica, y no todos quieren comprender, 0 no aléanzan a defi- nir, los medios precisos que deben ponerse en eje- cucién para que la transicién y la renovacién se realice naturalmente, en cumplimiento de exigen- cias superiores de la Nacién. Y ello sin hesitacién, y también sin dividir al pais en dos sectores irre- conciliables: elegidos y réprobos. Hay que propen- der a Ja fraternidad entre los argentinos. Pero todo debe hacerse por la justicia y la ver- dad de los idealismos vigentes en el escenario na- cional. Debe hacerse, por la suma de sacrificios con que se han nutrido y sustentado; por las virtudes 83 MEPOLILO YRIGOYEN de rigida moral que demandaron; por las luchas heroicas y sin cuartel del ostracismo y la rebeldia vigilante; por el futuro emancipado de la comu- nidad. Por todo ello, debe hacerse. La reorganizacién general de todos los poderes, ha de cumplirse por medio del veredicto de la opi- nién, tan noblemente sentido como lealmente ejer- citado, y asi se habra conseguido en toda su efec- tividad Ia transformacién que determinaron los histéricos pronunciamientos nacionales. Tales son los términos verdaderos del concepto que cabe aplicar en toda la integridad de sus fina lidades, para contemplar, asi, con el mas efusivo regocijo patridtico la inmensidad de los bienes que comportaron los sacrificios reparadores. XXXVIII TT. opos tos esfuerzos desplegados desde el Nano, fueron en pos de*soluciones definitivas y al llegar al desempefio de Ia funcién publica ha de ser rigida en la aplicacién de todos los derechos, consecuente con el origen determinante de su fi- nalidad histérica. El concepto de Ia Reparacién, en cuya esencia 84 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA se fundaran las mas nobles y plausibles esperanzas, debe sefialar siempre la orientacién superior de sus propios preceptos rectores, eliminando todo cuanto por su perturbacién no guarde armonia con sus realizaciones definitivas. Si ello fuese tributaria del tiempo y del ambien- te, en su esencia, desvirtuaria su contenido dogma- tico; nulificaria sus virtudes y fracasaria en sus propésitos. Naturalmente que me refiero a la doc- trina en su fundamento ideoldgico, que es perma- nente; no a la técnica de su realizacién, que es temporal. De ahi el dilema constantemente planteado y denodadamente sancionado por el pueblo argenti- no: estamos congregados para mantener irreduc- tibles los principios fundamentales que nos inspi- xaron y no para transigir con insidiosas y torpes desviaciones. Olvidar este precepto, serfa caer en las adaptaciones regresivas que nos precipitarfan a todos los desmedros y conculcaciones. Los pueblos no deben inclinarse hacia ninguna promesa que importe una desyirtuacién en su rumbo histérico, porque el renunciar a su contenido moral, a su tra- dicién y a su précer predestinacién, retrogradaria anuevos y mas dramaticos infortunios, En tal caso, tras dias de enorme espectativa y tal vez de cruen- tas pruebas, se someteria de nuevo a los pueblos, a 85 HIPOLITO YRIGOYEN Ia via crucis de su lucha por la libertad, por la jus- ticia y el derecho. La salvacién de la Repéblica estuvo y esta libra- da a las energias reparadoras. Esa empresa de emancipacién es la extraordinaria causa de los acontecimiento decisivos de las naciones; y por eso cuando tremolen en alto sus ideales humanos triunfantes, trascendern en el concierto civilizado del mundo. XXXIX IN 2.28888: pues, soluciones intermedias, Es ne- “NX cesario remontarse al verdadero origen de la situacién porque atravesamos, y exhibir en las pa- ginas diarias las profundas perturbaciones que tra- ajan la existencia nacional. La Reparacién tiene que ser concordante con la magnitud de los esfuer- zos ejecutados. De ahi la intransigencia en los pro- pésitos y la inflexibilidad en las acciones, Asi como a los grandes males deben aplicarse grandes remedios, asi también, a las hondas trans- gresiones y desvios hay que oponerles rigurosas virtudes y absolutas integridades. : Nunca se vié una causa tan trascedente y admi- 86 MI VIDA Y MI DOCTRINA rablemente comprendida y defendida con tanto de- nuedo, como tributo y homenaje a la soberanta de la Nacién, en el curso de su vida civica. Sucesos tan eminentes scran cl presagio cierto y persuasivo de que ya no podrén renovarse las usurpaciones del poder en el suclo argentino, y en ellos aprenderan las generaciones argentinas venideras, las altas lec- ciones de justicia y libertad, e integridad moral, Nadie juzgue, este planteamiento mio como de des- medida apreciacion en su significacién real, como también, de pronunciada afirmacién en su acento. No es asi, de modo absoluto. Cobra mi palabra, en esta hora crucial de la patria, el solemne signi- ficado que imponc cl deber argentino y la suerte presente y futura de los destinos nacionales. Bien sabe Dios, el esfuerzo de espiritu que me ha de- mandado, quebrar la’ sobriedad con que siempre me he movido en el Ambito de las ideas con el fin de que tomaran estado piblico. He preferido so- meter mi accién y mi conducta, a la sancién de los hechos. Durante la larga lucha contra el poder usurpado, la U. C. Radical ha mantenido como fuente de en- sefianza y de disciplina mental, su fidelidad a los grandes principios de la revolucién, siendo el la- brador incansable de cuyas fatigas todos recogeran sus opimos frutos. Al vencer cuantos obstdculos se oponian a su accién, encaminada a redimir a la 87 HIPOLITO YRIGOYEN Nacion de todas las opresiones y vejamenes, ha demostrado el pueblo argentino, frente al mundo que nos mira, sus decisiones para realizar, ya fuera en el absoluto recogimiento de la abstencién, 0 en Ja rebeldia de la intransigencia, como también, en la protesta armada _o eu el ejercicio del derecho electoral, la integridad de sus ideales. Asi ha conquistado sus atributos fundamentales, agregando a las glorias heredadas, este esfuerzo sostenido y limpio de la U. C. Radical, que se apreciard en su real magnitud, el dia glorioso en que el pueblo argentino, en la plenitud de sus atri- butos, se sepa en la vigencia de la ley y el derecho, soberano duefio de sus destinos. La reivindicacién del honor de la Nacién, la re- asuncién de sus atributos morales, la restauracién de sus instituciones, la eleva‘cién de las clases tra- bajadoras, el restablecimiento de su soberanfa, la vigencia de los fueros de la cultura, la estructura- cién econémica y social, todo ello, expresién del del desagravio histéricu que entrafia, no tiene nada més que una bandera: la de la patria, que flamea en el ambito de toda la Republica, en solidaridades fraternales de 1m mismo grande destino. ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA XL N ase hard impunemente, y todos somos res- ponsables de nuestras conductas y las leyes se cumpliran con toda la exactitud de sus preceptos. Mediten en esto los empefiados en proseguir por una ruta fatal y que alientan impudentes las pers- pectivas de un funesto porvenir. Se lo aconseja todo el conocimiento de la ciencia politica, en sus con- tenidos mas vastos y profundos, y una experiencia de las luchas civicas que ha servido para penetrar en el oculto sentido de las cosas y dilatarse en el porvenir. . Si fuera posible admitir que en el trajin de las especuladoras perfidias pudiérase desviar y enga- fiar el criterio publico, la fatalidad de la patria ha- bria legado a su grado maximo, y si asi sucediera, los males proseguirfan su accién destructiva con todas sus consecuencias en la estabilidad y marcha de la Nacién. El voto popular conculcado durante un tercio de siglo, con el escarnio de la ciudadanfa, habfa He- vado al pais a la digna actitud abstencionista, he- roica porque importaba, a la vez que no complicar- 89 HIPOLITO YRIGOYEN se con las parodias electorales del régimen, la afirmacién del ideal revolucionario. Esta posicién indeclinable debia triunfar al fin, inaugurando so- bre los desastres del pasado, la realidad jubilosa de una nueva Era; de un derrotero por donde la na- cionalidad redimida habra de afianzar la expan- sién de sus altos destinos. Hemos llegado por un esfuerzo de voluntad sin precedentes, en Ja historia de los pueblos redimi- dos, a un alto grado de perfeccién democratica y republicana, de donde podemos volver la vista al punto genésico de la nacionalidad, para Ilenarnos de justo orgullo y afirmarnos en la ruta que se pro- longa delante nuestro. No olvidemos que en Ia historia de Ja humani- dad, en sus fastos definitorios del curso de la vida colectiva, los mas grandes caracteres, han poseido también sentimientos magnanimos y nunca proce- dieron a impulsos de las pasiones, sino por los equilibrados dictados de los juicios esclarecidos que los inspiraron. Al estudiar y ahondar en el and- lisis los acontecimientos histéricos y las transfor- maciones producidas por los fenémenos sociales que los integran, incidiendo en los destinos de la humanidad, siempre se plantearon las mismas cues- tiones con todas sus inevitables consecucncias. Y es precisamente, en las dificultades que tropiezan las soluciones y conquistas reparadoras y las pe- 90 MI VIDA Y MI DOCTRINA nurias de los pueblos para alcanzarlas, donde ad- quiere la contienda todos los contornos épicos que caracterizan las grandes revoluciones politicas de sentido universal. La nuestra cumplida en estas tierras de la joven América, que es reserva segura para el viejo mundo, puede tener una saludable gravitacién en el proceso formativo de sus propios sistemas de gobierno. Pongamos una solucién de continuidad a tedas Jas malas causas y encaminémonos a la ejecucién de la labor comin que nos espera, plena de ansie- dades y satisfacciones. Inauguremos esta época nueva con actitudes patridticas, de alta inspiracién idealista, que Tlenen de orgullo al pais. Hemos da- do ya grandes pasos, y debemos terminar definiti- vamente la obra. Cuando los hombres de Estado tienen a misién de ejecutar un mandato histérico, y Jo imterpretan fielmente, las soluciones concuerdan siempre con sus fundamentos y orientan la prosperidad nacio- nal en todas las manifestaciones de la vida colec- tiva. Por ello, no hay nada més peligroso que las revoluciones que no cumplen los postulados que las generaron, ni nada més infiel que el hombre publico cuando, al legar a ejercer el mando insig- ne, sc manifiesta en desacuerdo con las doctrinas sustentadas en el Ilano y que determinaron su ad- venimiento al poder. Para que las facultades poli- 91 HIPOLITO YRIGOYEN ticas de los pueblos no sean ilusorias y deleznables en su ejercicio, deben tener como base primordial ¢ irrevocable, los principios democraticos que es- tructuran las instituciones nacionales. En una época en que las tendencias funestas de todo orden expanden su poderio dentro de los go- biemos y a la sombra de ellos, y tenden a transfor. mar la Virtud ingénita de la Nacién, en descrei- miento y perversiones de toda indole, el hombre de honor debe saber cual es su puesto, en la emer- gencia. En esa definicién del espfritu y Ia conduc- ta, experimentaré la mas grata satisfaccién de su vida, al contemplar que existe un foco de virtudes activas, lidiando con abnegada intrepidez para mantener las esencias de la vida publica en sus bases cardinalcs, al propio tiempo, que pugna con resolucién patridtica por proseguir hacia la gran- deza de su destino. XLI FT 4 tt80an0 Ia hora de imprimir a In accién precursora de la regeneracién general sus ca- racteristicas propias, para que el régimen se preci- pite a su inevitable disolucién o rectificando sus 92 ‘MI VIDA Y MI DOCTRINA principios politicos concurra con sus propias fuer- zas a la consolidacién de la democracia argentina. Sila U. C. Radical cayera en el error de confun- dirse con el medio imperante, tendria que convo- carse nuevamente a Ja voluntad nacional porque se habria falseado su misién histérica y perdido su carActer politico. Serfa menester condensar nuevas fuerzas para continuar la lucha cada vez mas di- ficultosa, porque a los males previstos y conocidos se habria agregado esta tremenda apostasfa a su fe. Y no hay drama mis siniestro que la pérdida de fe por un pueblo. jAy de la Nacién el dia en que tan nobles sen- timientos y heroicas decisiones se tornaran en bas- tardas ambiciones 0 en un frio calculador egotmo! Quedaria a mercedad de la codicia y del predomi- nio de la ambicién, sin esperanza alguna, una vez que se hubiera consumado cl ultimo golpe. Y se habria sacrificado, de ese modo, al turbio apetito de los extraviados y los descrefdos, el esfuerzo y la esperanza de muchas generaciones de hombres ar- gentinos. La resistencia perseverante al mal, unido en un solo propésito y luchando y esplendiendo las ca- Hidades de su Concepto y de su disciplina, van fir memente canalizadas a la salvacién de la patria, cualquiera fueren las jornadas duras que le resta cubrir en la refirmacién de sus ideales, y en el ro- 93 HIPOLITO YRIGOYEN bustecimiento de su fe en el presente, como pren- da de su porvenir. Nada hay mas daiioso que los gobiemos que se obstinan en ser negacién de las legalidades y de las representaciones publicas, cuando la fimcidn del Estado se mueve en sentido reaccionario. To- das esas propensiones, son tan funestas a lus urde- namientos de la funcién publica, que desnaturali- zan la potestad nacional en el ejercicio de su ministerio y tienden a justificar todas las tras- gresiones. El pensamiento argentino triunfara al fin con- cretado en una aspiracién superior y en una fuerza espiritual incorruptible, sustrayéndose a toda su- gestién que no fuera la de la patriética convocato- tia por los sagrados intereses nacionales. Si pudiera suceder que por ineptitud, por debi- lidad o por cualquier otro mévil se le hiciera declinar de su integridad, ese dia aciago no sélo habrian cesado los inmensos beneficios conquista- dos, sino que se mostraria abierto el camino mas franco a la regresién, a la descomposicién va la anarquia. Todo debe hacerse dentro de un orden perfecto y del juego regular de las normas constitucionales y juridicas, poniendo por encima de los intereses prevalentes, los sagrados de la Nacién, para que 94 MI VIDA Y MI DOCTRINA resplandezca de nuevo el imperio de la justicia, en toda su augusta majestad. Dos fuerzas antipodas luchan: la una con el es- piritu del bien comin, avalado por su trayectoria civica, y la otra, con el peso de un pasado oscuro y apetitos insaciables por las ventajas del poder; la una, con la clara conciencia de su deber respon- sable, y la otra con el acre descreimiento que am- para la impunidad. La cesacién de la una, Ievard a detener por tiempo indefinido la marcha regular de la Nacién y el logro de su luminoso porvenir. La continuacién de la otra, acentuaré su domina- cidn a través de agravios arteros y tragicas desola- ciones sin término, afirmando el triunfo de la Na- cién Argentina. XLIT Topas tas facciones se estrellan ante el pensa- miento que anima a la U. C. Radical, porque se mantienen firme en linea politica trazada sin inclinarse a ningun lado, por su espfritn, sus sen- timientos, su sabiduria y el fervor patridtico que Ja anima, contra las ingratitudes, las ambiciones, las pequefieces, las miserias y las injusticias de los grupos militantes con todas sus exigencias. 95 NPOLITO YFIGOYEN Las funciones publicas en los gobiernos deben asumir el significado y el cardcter que impone la situacién en que se encuentra el pais. Deben abar- car las manifestaciones multiples y complejas del presente, como también, las idealidades del por- venir. Sus expresiones cardinales concretan en el cuadro de las actividades individuales y colectivas la encarnacién soberana del sentimiento nacional. Desviar esa orientacién o disminuir ese concepto para introducir en ellos actitudes extrafias, es nu- lificar en su esencia los méviles fundamentales que determinan siempre el proceso histérico de las grandes reivindicaciones sociales. Los propésitos y los procedimientos tienen que ser fecundos en su amplitud, y arménicos, en su eficacia. Ellos deben reconstruir moral y politica- mente a la Nacién, para restablecer el rumbo de sus legitimas aspiraciones. Deben sancionarse con toda la imponente solemnidad que exige el presen- te y augura el porvenir. XLUI FS sesestex ahora tratar de que el resultado de los inmensos sacrificios cumplidos hasta aqui, importen la restauracién de todos los atributos y 96 MI VIDA Y MT DOCTRINA los valores esenciales de la patria, por cuya con- quista la ciudadania se ofrendé en un esfuerzo heroico y sin renunciamientos. Desdefiemos las torvas amenazas que contra la consumacién de la obra se intentan, ya que ella se defiende por su misma magnitud y pujanza. Si los conglomerados amorfos y utilitarios la censuran, ella ha de tender, sin duda alguna, a servir los sagrados intereses de la patria. La historia certifica de la influencia orientadora y bienhechora que ejercen los gobiernos respetuo- sos de todos los derechos y todas las libertades. Comprueban también todos los desastres que pro- vocan cuando falsean las leyes, desconocen sus mandatos y resguardan sus prevalencias persona- les, con el cjercicio arbitrario de la representacién publica. Asi como la Reparacién ha procedido desde to- das las eminencias del poder, asi debié consagrarse imica y esencialmente a realizar las funciones del Estado en entidad genérica, conservindose en su virtualidad inmutable y no perdiendo Ia dignidad del sacerdocio que fué su culto. Ahora le toca a la U. C. Radical custodiar celo- samente las conquistas logradas, v prolongarlas en las tareas de mafana, con el mismo afén patridtico que puso en la accién revolucionaria. No olvidemos que nos pertenece, uno de los territorios mas ricos 97 MIPOLITO YRIGOYEN y vastos del mundo, cuyas tierras prodigas y férti- les, se contienen entre mares infinitos y montaiias imponentes; entre rfos caudalosos y pampas inmen- sas; y que el hombre que en esta heredad nace, cre- ce y trabaja, es de un tipo racial que honra la especie humana, por las calidades de su espirity y los arrestos generosos de su corazon, ya que ha sido capaz de crear una entidad democritica de avan- zada estructura juridica, ajustada a un régimen constitucional igualitario, por el imperio pleno de Ja justicia, del derecho y de la libertad. No olvide- mos, tampoco, que hemos realizado insignes accio- nes humanas, ora para alcanzar nuestra indepen- dencia, y ora para libertar medio continente, afirmando siempre el predominio de las fuerzas morales. Miremos, pues, con serenidad lo que significan estos bienes prodigiosos que poseemos, y la obra que el hombre argentino, en su esfuerzo cotidiano, ha sumado, victoriosamente, a los dones de Ia Na- turaleza, en todas las actividades, y no vayamos a naufragar en las playas, ni a sembrar en las arenas, ni a recoger en la ciénaga. Aquéllas son nuestras grandes tradiciones y éstos son nuestros superio- res mandatos. Sigamos la vision y la sefial rectora de los pro- ceres que fundaron ia patria, y remontemos cada vez més nuestro vuelo a impulso de nuestros idea- 98 MI VIDA Y ME DOCTRINA les, concurriendo, de tal modo, pueblos y gobier- nos, a labrar la prosperidad de la Republica, sobre la base de la mas acendrada austeridad y legitimas ordenaciones jinstitucionales. j|Qué escenario re- confortador ser4 para nosotros y para todos los hombres del mundo que vienen’a nuestra tierra, a compartir nuestros suefios de grandeza y nues- tras esperanzas de progreso! Su doctrina de honor y de justicia es un sistema armonioso, uniforme e intangi ible. Instrumento po- Iitico que ha dado cjemplaridad al sentimiento de la ciudadanfa argentina, modelando su contextura espiritual, con la conciencia del deber cumplido, sin la més leve desviacién, como homenaje perdu- rable al esfuerzo y el sacrificio de los martires que ennoblecieron la lucha, con su denuedo y su idealismo. XLIV sos tramos finales de nuestra ardua labor, en la cual ya hemos alcanzado Ia reparacién de la civilidad argentina, invocamos los anhelos verdaderamente regeneradores y el espfritu que Jos anima, para que nuestros conciudadanos, sin 99 HIPOLITO YRIGOYEN distincién de banderias politicas, ni de credos per- sonales, pongan término a las anormalidades pi- blicas que tan graves dafios han causado a la Na- cién, concluyendo con todas las afrentas inferidas a las instituciones democraticas. Se reconcilian, de este modo, en el ejercicio honrado del derecho y la justicia. Debemos realizar acontecimientos rectores sean dignos de las naciones mas civilizadas del mundo. Al comienzo de nuestra vida independien- te, presididos por hechos y sucesos de homérica heroicidad, supimos escribir paginas que honran Ja historia del hombre, en su lucha por ser inde- pendientes y soberanos. En la hora presente, dando continuidad histérica a la gesta emancipadora, afirmemos en el ideal de la Reparacién nacional, nuestra decidida .e irrevocable voluntad de ser libres. Y por asi, es que estamos en condiciones de de- cir que la Providencia nos ha deparado Ia suerte de ser actores laboriosos de una de las transforma- ciones mas trascendentales de nuestra evolucién politica, en el curso de los tiempos. Debemos per- severar en el cumplimiento de ese mandato his- torico, cualquiera sean las contingencias que nos demanden los sucesos. Afrontemos la contienda con la serenidad propia de la razin suprema de la patria, en conjuncién arménica con la probidad y 100 MI VIDA ¥ MI DOCTRINA las energias en que los ciudadanos revelen sus cualidades, en medio de los contrastes de las du- s pruebas. En las horas dificiles de los pueblos es cuando los hombres publicos dan la medida de su temperamento y la hondura de su patriotismo. Apartemos nosotros todo lo que pueda desviar- nos de la recta ruta trazada, y de tal modo, la Re- paracién trasuntara sus éptimos beneficios. Asi co- mo nos mantuvimos invulnerables en todos los in- fortunios de la nacionalidad, debemos afirmar la figuracién histérica que hemos levantado para or- gullo y honra de la Republica. De la misma manera que nos sobrepusimos a todas las adversidades y Jesencantos, através de una contienda entablada en forma tan desigual contra los sojuzgamientos y sumisiones a los falsos poderes, asi debemos ahora desdefiar todos los pre- juicios y temores, manteniendo los ideales en su fuente de pureza absoluta, sin sombrear su limpi- dez con nada que pudiera empafiarlos, ya que no puede haber mayor satisfaccién que ver culmi- nar la patria por el camino de su grandeza. 101 HIPOLITO YRIGOYEN XLV C, ONseRVENOS FL prestigio que Ja obra ha alk canzado, para que los resultados finales sean dignos de la Nacién. Grabemos cada vez mas pro- fundamente su cardcter, profesindole la fe de sus inspiraciones y con el sentimiento patridtico con que fueron afrontados, y alejemos de nosotros toda consideracin extrafia “a sus fundamentos gene- radores. De otra manera desaparecerian los impulsos idealistas, se desvanacerfan las nobles inspiracio- nes, y cesarian esos generosos sentimientos que clevan al hombre por encima de las pasiones de- lemables. Sabemos bien que hemos empezado una nueva época y para trabajar incensantemente por su mejoramiento, debemos inspirarnos en las ideas evangélicas que la terminaron y que serin las fuente de todas las conqnistas sociales y politicas. No olyidemos tampoco que nosotros hemos sido los predestinados por Dios, para ser los primeros que miréramos para abajo, que es sin duda alguna, la mejor manera de mirar para arriba. Abajo es- 102 MI VIDA Y MI DOCTRINA taba el pueblo, y con él nos confundimos, her- manados. El apostolado politico que asumiera, afrontando en todo sentido sus consecuencias, no tuvo jamas debilitacién alguna en su iniciacién y en su trayec- toria posterior y, por consigniente, tampoco debe tenerla en su solucién verdadera y total. Hay que pensar lo que seria del pais, del gobierno de la Nacién y del orden piblico, con la subsistencia, continuacién y derivacién de los regimenes frau- dulentos. XLVI UANDO SE abarca en una condensacién tan vas- ta las decisivas espectativas de la patria, para los que tenemos puestos en ella los fervores mas ciertos de Ja vida, no podemos menos que pensar sino en soluciones acordes con los imperiosos de- beres que exige, abrigando el convencimiento de que las tendencias mas impudentes y sacrificado- ras de la Republica, generadores del ominoso re ciente pasado y de los estragos y Jas violencias mas inauditas, volverian a imperar inevitablemente en Ta vida del pats. 103 HPOLITO YRIGOYEN XLVIL Lear A concebir y culminar una doctrina de significado tan profundo como trascendente, era la extensién de qh causa que la inspiraba, dilucidarla y afirmarla en entidad absoluta con concordantes rigores y normas morales, civicas y politicas. Y ello fué desde el ano, desde la opo- sicién, sin més fuerzas que las propias, en un me- dio de declinaciones, de renuncios de la conducta, y dentro de una conflagracién regimentada de du. rezas poderosas y opresoras, que operaban desde la eminencia de fos gobiernos. Es de una grande tan excepcional y definitoria de los ideales a cury impulso se movia, que todo cuanto tienda a des- conocerla o con mengua sopesarla, ya no servird sino para certificar una torpe irreverencia, que lle- va en si misma implicita su inevitable descali- ficacién. El triunfo de tan alto ideal( ha sido la empresa mis trascendente que desde la gesta emancipado- ra, haya realizado el pais, pues no sélo rescata la unidad histérica argentina, sino que habra funda- do e impuesto al pueblo una moral politica nueva 104 MI VIDA Y MI DOCTRINA y una escuela civiea de claras y perdurables ense- fianzas, sin las cuales se producira en las socieda- des una fatal declinacién en todo lo que enaltece y dignifica la vida, y le infunde un sentido de res- ponsabilidad moral al destino del hombre. Los que tengan corazén de patriotas, los que ambicionan la grandeza de la Nacién, su fortale- cimiento interno y su esplendor exterior, deben profcsar talcs justas esperanzas, pensando solamen- te que por el bien comtn pueden llegar al logro de la realizacién de esas aspiraciones. Y si ocupan cargos representativos de la opinién publica, no deben olvidar que deliberan por causas sagradas y principios inmanentes. Los gobiernos pasan en su rotacién constante; pero los sagrados dogmas permanecen inmutables a través de los tiempos. Ademas, desde Ia altura deben venir los grandes ejemplos, para que la ciudadania vea en ellos la norma de conducta austera que sefiala los caminos rectos y afirmativos. XLVII Lo: ospues de Estado fracasardn siempre que no contribuyan a extinguir las causas que per- turban o darian el desenvolvimiento natural y pro- 105 HIPOLITO YRIGOYEN gresivo de los pueblos, y si distraen su atencion del espiritu potencial de los tiempos, a cuyas direccio- nes tienen que inspirar los cauces orientadores. Hay el deber de concurrir sicmpre a los justos anhelos de las transformaciones publicas con los resortes apropiados del gobierno, imprimiendo a la labor directiva el ritmo de la hora universal. Por otra parte, ya lo ha dicho Platén: que el arte de gobernar consiste en hacer amar a los pueblos la Constitucién y las leyes. Retardar la concurrencia interfiriendo acciones dilatorias de politica utilitaria, es atentar dolosa- mente, colocado ajeno a la realidad circundante, contra los deberes que las responsabilidades irre- cusables imponen. Esa es la obra que debemos cumplir y a la que nos impele la causa de la civi- lizacién en todo cuanto eleva el espiritu y embe- llece la vida de las sociedades y mantiene los prin- cipios de justicia arraigados en el sentimiento de la patria. ¢Cémo se explica, entonces, que la Re- paraci6n, a través de los preceptos del dogma haya podido ir nutriendo y modelando la conciencia de la ciudadanfa argentina, si no respondiera, como lo hace, a una concepcién arraigada en los senti- mientos mas extrafiados de Ja raza? MI VIDA Y MI DOCTRINA XLix ES ideal revolucionario lo que ha salvado la Patria. Sin la revolucién, la Reparacién no hu- biera podido imponerse y el régimen hubiera dila- tado sus usurpaciones Hegando sin aprensién, sin escriipulos, a torcer las corrientes de la historia, comprometiendo los destinos nacionales. Los que han caido envueltos en Ja bandera de convicciones tan altas, los que han ofrendado su sangre y su heroico esfuerzo con el fin de realizar esta obra cimentar este apostolado, han merecido bien de ha patria y sus nombres ilustres tienen el respeto y la gratitud eterna del pueblo argentino. En la lucha ardiente y largamente sostenida, s6- lo se bused el desplazamiento de un mal que nos deprimia como pucblo y comunidad civilizada, persiguiendo un concepto y una finalidad superio- res. Por esa causa el movimiento conté con pensa- dores y mértires que vivieron consagrados a la obra y murieron por cumplirla. Asimismo, la juventud le prest6 su noble y puro idealismo, como los arre- batos de sus apasionados entusiasmos. De ahi que podemos dar por terminados el an- 107 HIPOLTTO YRIGOVEN tagonismo entre el pueblo y gobierno —tremendo drama de la civilidad nacional— y contemplar en Ja armoniosa unidad de sus finalidades, la imagen de la patria, renacida en su esplendorosa plenitud de sol y cielo. L [, S328TE8CH pronunciada por el pueblo argen- tino al proscribir al régimen de sus escenarios publicos es definitiva, y no existe potestad que pue- da rever ese juicio condenatorio. Vencido en la contienda nacional, el sentimiento ciudadano ajus- ta sus deberes a los dictados inflexibles de la moral politica que fundamentara la justicia de sus acti- tudes y Je dieran trascendencia histérica. Por tal raz6n debe ejecutar el pensamiento de su empinada idealidad con la firmeza incontras- table de la visién profunda de sus propésitos esen- ciales, y restaurar la plenitud de sus fueros sancio- nados ‘definitivamente, ya que no existen ahora cuestién de fondo que debatir, sino grandes cues- tiones de bien publico que deben hacerse efectivas, ciftiendo las funciones eminentes, al mandato de los pueblos. La salud de Ia patria es la primer so- lidaridad y el mayor de los problemas. 108 MI VIDA Y MY DOCTRINA Por eso, frente a la dificil obra de la Reparacién consumada, por medio de un esfuerzo que reclamé la accién de mas de un tercio de siglo, toca al pue- blo argentino conservarla como un culto y perfec- cionarla como un ideal colectivo. Que nunca su idealismo y su fe sirvan para nutrir sentimientos pequefios 0 facciosos; el mandato de la Reparacién nacional viene de Mayo. Hasta alli hay que elevar el pensamiento para no traicionar sus principios ni errar el camino. Se recuerde siempre que son las leyes del avan- ce armonioso y ordenado las qué desarrollan progresivamente a las sociedades y las conducen a sus fines de conquista y perfeccién, y que luchando contra los obstaculos que se anteponen a tales fines superiores, es como los pueblos evidencian el genio de que estin dotados. E's por ese espiritu que Dios ha puesto en el alma de Ja humanidad, que ella se encamina constantemente hacia adelante, sefialan- do su eminencia en la historia universal. Si se olvidaran estos preceptos, se rodaria por la pendiente inclinada en que se confunden las doctrinas por las causas ocasionales que las susten- tan, para entremezclarse desvirtuando sus esencias y las finalidades que aseguran y fundamentan los destinos manitiestos de Ja Nacién. 109 HIPOLITO YRIGOVEN LI L, 0.2% importa, pues, es discernir el bien que hemos alcanzado y corresponder fielmente a sus consagraciones. La Nacién que estA investida de virtudes todopoderosas, debe trascender las mas altas idealidades y las efectividades mas encum- bradas. Los gobiernos pueden labrar la felicidad de los pueblos, orientando sus actividades en el movi- miento integral de las acciones. En la verdad de la ley pareja y de una justicia social humanista y cristiana que tienda a resolver los derechos de los que menos tienen, armonizados con los poderosos, que lo tienen todo, hay campo para aplicar leal- mente los preceptos de la Reparacién nacional. Pero, en cambio, si ello se desestima, y se tiende tinicamente a la prepotencia de Ia fuerza indiscri- minada, que escuda la impunidad y la injusticia, y sanciona los fueros del privilegio, fatalmente se rueda por la pendiente que precipitarfa al pats al caos de la anarquia y la disolucion. Las grandes y justas aspiraciones impresas a Jas obras de los pueblos, demandan devociones patrié- 110 MI VIDA Y MI DOCTRINA a ticas elevadas, y a veces, estoicas determinagipnes en la afirmacién de la propia fe. Pero la vietpria, pertenece siempre a los insobornables y limpios' conciencia y corazén. Por ello, la Nacién debe ofre- cer el ejemplar espectaculo de todas las actividades politicas, en lo social, econémico y cultural, ac- tuando en los escenarios conquistados por la li- bertad, a cubierto de la violencia y de las imposi- ciones sojuzgadoras que caracterizan el pasado. Lil L, *ottrsciés de la Repiblica estuvo coneretada en las energias reparadoras que no solamente emanciparon y ennoblecieron la vida publica, sino que ensancharon ampliamente sus horizontes. Por tanto, no debe consentirse en desviaciones que in- terfieran la orientacién histérica que con sublime heroismo se traz6, porque seria ello renunciar a las grandezas que suman nuestra précer predes- tinacion. La Reptiblica Argentina, cumpliré fatalmente con su alto destino, consagrando la libertad y la justicia en sus representaciones publicas, como sig- no inconfundible de su tradici6n historica, guar- il HIPOLITO YRIGOYEN dando leal armonfa con su origen preclaro y abrien- do nuevos escenarios a los perfeccionamientos de la vida universal. Resta ahora que sus bases juridicas se consoli- den en absoluta correspondencia con sus fines. $6- Jo falta que este movimiento Ileve la plenitud de su espiritu y su savia regeneradora al organismo social y politico de los gobiernos, comunicandoles desde su elevado ambito el estimulo del ejemplo, uniéndose al paso para prolongar los mandatos de Ja historia. Atender nada mAs que el resultado inmediato, es entregarse inerme a la inconsistencia de la hora subsiguiente, que Iega con su necesidad premiosa exigiendo a veces la virtud que menos tenfamos decidida. Debemos afirmarnos en el convencimien- to de que la solucién debe bnscarse tal como la hemos planteado con los mas austeros preceptos morales y las legitimas consagraciones piblicas, ara asi extinguir Ja planta maldita de las bastar- fas ambiciones vy los subalternos aprovechamien- tos. Asi cada dia que avanza e] tiempo, nuestras concepciones seguiran penetrando con mayores In- cideces y con ejemplares ensefianzas en la decla- racién histérica de constructivas irradiaciones. El dogma politico abarcaré el desarrollo completo de Ja vida integral del pais. Se juzgarA que mis preocupaciones y mi pensa- 112 MI Vina ¥ Mr DocrRINA miento ‘esulten redundantes con la insistencia que giran alrededor de una idea central y dominante. Pero no es asi. Debo encarar la cuestién funda- mental de Ja supervivencia de la Reparacién na- cional, con el mismo interés patriético que si se tratara de la supervivencia de la Nacién, ya que ambas integran Ja realidad de un mismo destino. De nada vale ninguna dignidad piblica que no esté avalada por la certitud y la caracterizacién moral de aquel que la formula 0 aquellos que han hecho lo contrario de Io que ese juicio establece. Las inspiraciones del sentimiento patridtico tienen que guardar una absoluta armonia con la inflexibi- Jidad que caracterizé la contienda nacional. La ta- rea que nos impone ese responsable deber es ardua, pero es necesario construir fundamentalmente la Nacién, en la aplicacién de auténticas soluciones de bien puiblico, Si cuando por medio de una unénime sancién nacional Hlegamos al gobierno —en una justa elec- toral desventajosa— buscando las cancelaciones del desastre causado por el régimen al pais y a la ciudadanfa, se crefa ya haber alcanzado la ‘so- luci6n final; si ella se desviara, en defecciones cul- pables, el descontento nacional no tendria Ifmites, Porque ninguna tragedia moral para los pueblos es mayor que la que se origina en la frustacton de sus 113 HIPOLITO YHIGOYEN esfuerzos o el malogro de sus conquistas. En ese caso la pérdida de la fe es un crimen de lesa patr La obra histérica misma, quebrarfa su continui dad en el tiempo si se la interceptara en su vigencia en la accién de gobierno, rescatando de la concien- cia ciudadana sus benéficas idealidades y su espi- ritu renovador. El hombre de Estado fracasar& siempre que no se proponga esforzadamente a ex- tinguir Jas causas que malogren el desenvolvi miento natural de los pueblos, aplicando los re- sortes constitucionales y el orden juridico con sabia escrupulosidad. No puede haber ficciones morales, politicas ni sociales que lo determinen para excu- sarse de cumplir los requerimientos esenciales de la comunidad. Los gobiernos que en tales opor- tunidades han sabido responder honradamente a esas esperanzas y a las aspiraciones de bien publi- co, Henaron ciclos de la historia, e impusieron a Jas naciones la marcha del progreso y la felicidad. El cardcter y la conducta no se revelan sélo al afrontar las imposiciones de las causas, sino que se expanden en sus influencias afirmativas, cuando Hegan a solucionarlas con acentuaciones defi- nitivas. Por ello, el gran propésito cuyo signo es el de la suprema ley de la Nacién, ser mantenerse a la altura del mandato representativo, en Ia Iinea del 114 MI VIDA Y MI DOCTRINA decoro y rectitud que emana del precepto dogma- tico de la causa. Dentro de las normas que fijan esos sabios pre- ceptos de la Reparacién, la cancepcién del Fstado debe sustanciarse con mayor amplitud para res. ponder a las exigencias perentorias de la Nacién. La soberanfa en sus expansiones definidas reclama la politica tan licidamente sentida por el pais, co- mo reflejo de todas las inspiraciones del patriotis- mo, en la aplicacién integral de las condignas soluciones. LOI A Repanacion es un imperio de la dignidad argentina. Pero un imperio que se afirma y robustece en la aplicacién y desarrollo de las fuer- zas del espiritu. No fué, no pudo ser nunca, en su gestacién originaria una confabulacién de egois- mos, de intereses pequefios, de ambiciones bastar- das 0 de ansias de poder. Fué, en cambio, una gran cruzada que emprende la argentinidad para reto- mar la marcha perdida, de su tradicién histérica, que viene de Mayo. Fué, asimismo, accién revolu- cionaria que, al mismo tiempo que se propone con- 115 HIPOLITO YRIGOYEN servar las virtudes esenciales de la raza, en el ejercicio activo de practicas civicas idealistas y regeneradoras, sc Ic iba formando una conciencia clara de sus deberes a los ciudadanos, y haciéndo- les responsables del destino de la Nacién. Por ello sus fundamentos dogmaticos y sus principios éticos deben difundirse sistematicamente en el ambito del pais y bajo los auspicios de la mas alta razén de Estado. Se pretende a todo trance, por intermedio de confabulaciones inauditas, desviar la orientacién de las soluciones sancionadas por el pueblo argen- tino, para convertirlas en formulas contraprodu- centes de oprobio y atraso. Si ello pudiera suceder caerfamos —lo afirmo una vez mas—, en la més impudentes regresiones que de nuevo entregarian el pais a las contingencias del pasado ominoso, desde que de todas partes se veian aparecer el re crudecimiento de las dolorosas pricticas abatidas, y ocupar posiciones estratégicas a las fuerzas del privilegio. No es posible admitir que la causa del honor nacional y el destino de los argentinos, se deriven a una declinacién en Ia cual se Iegaria a confundir con las anormalidades de una época nefasta ya su- perada, Serfa un verdadero sacrilegio, en contradic- cién con los lineamientos rectores de la obra de la U. CG. Radical, y con la altura del ideal que estuvo 6 ‘MI VIDA ¥ MY DOCTRINA revestida, y no estaria en concordancia con el he- roico esfucrzo realizado por la ciudadania para su conquista. La empresa formidable de la Repara- cién qudaria trunca y quién sabe qué extravios y horas amargas le esperan al pueblo de los ar- gentinos. LIV J 4, Nsci6n no debe ni puede consentir en tales funestas pretensiones, que entrafiarfan un gra- ve peligro para la paz social de los argentinos y frustraria su orientacién histérica. De ocurrir ello, tornarfamos de nuevo a la Era revolucionaria, a la inseguridad, a la zozobra, a la prepotencia de los poderosos y al reinado de la injusticia. Es menester apercibirse de que las grandes soluciones reclam: das por la vida de una Nacién no pueden ser dete- nidas por eventuales tendencias regresivas y mezquinos intereses coaligados, a espaldas de la voluntad popular. Es suprema ley de las evolucio- nes humanas que mientras no quede consumada tuna obra de cardcter politico y social, inspirada en la realidad teltirica de un pueblo, subsistiran las inquietudes y fenémenos latentes, que habran de interferir en la conquista de su auténtico destino. li7 HIPOLITO YRIGOYEN La sentencia histérica pronunciada por la opi- nién nacional proscribiendo al régimen del manejo de la cosa publica, es inapelable e irreductible. Si por una fatalidad volviera a tomar las riendas del destino de la Republica, recrudeceria la tragedia y de nuevo se volveria a la contienda cruenta en todo el territorio argentino. Es preferible, antes de caer en tales tremendas equivocaciones, hacerse cargo responsable y serenamente del problema politico, en todos sus aspectos, y pensar que més allé de la lealtad a los principios y el respeto de los compa- triotas, no queda otra cosa que la conciencia re- mordida y Ia pérdida de la paz, del espfritu. La U. C. Radical tiene fe en sus hombres, pero no obstante ello, queda convocada para mantener imreductiblemente los principios fundamentales que inspiraron su doctrina, y para hacer fracasar, al mismo tiempo, la posibilidad de que la Nacién vuelva a las encrucijadas siniestras del pasado. V P_ moma parte, los gobiemos deben asumir el cardcter y significado que les impone la si- tuaci6n en que encuentran el pais. Sustraerse a su 118 MI VIDA Y ME DOCTRINA obligacién por actitudes extrafias, es desvirtuar los moviles que determinaron el proceso histérico de la Reparacién nacional. Los propésitos y los proce- dimientos tienen que ser rigurosamente arménicos en sus conclusiones. Los mandatarios que sean ca- paces de colocarse a la altura de estos actos que entrafian un sentido histérico seran dignos gober- nantes del pueblo argentino, y no habra ciudadano respetuoso de la justicia que no tribute su testimo- nio de adhesién ante la integridad y sabiduria de tales estadistas, que encaucen el pais dentro de las, direcciones fundamentales y permanentes. De ese modo se consolidan las garantias de la libertad, del derecho y de la justicia; grandes pa- labras que habfan perdido para los argentinos su verdadero significado. Hay que saber que las ins- tituciones juridicas mas avanzadas, se malogran si- no se ejercitan al amparo de una voluntad férrea y una decisién irrevocable que las encaucen por el camino constructivo que ellas mismas representan. Esta alta y noble labor de los estadistas, estd siempre expuesta al error, por la intervencién de las facciones desplazadas de la funcién publica, que pretender tornar al pasado regiminoso, sin haber aprendido nada en el ostracismo e inmune a toda posibilidad de enmienda y de renovacién en sus practicas democraticas. La regeneracién reclamada y alcanzada por to- 119 HAPOLITO YRIGOYEN do el pats, es incompatible con el predominio de las oligarquias que si tuvieran en sus manos los resortes del poder y la impunidad de los poderes nacionales, se afianzarian en sus sistemas de fuer- za y regresién. El fraude, la violencia, el dolo, la agresién ar- mada, los ultrajes a la ciudadania y la torpe burla de la ley, serian los medios activos que concurririan para oponerse a la Reparacién sancionada por el pueblo argentino, y se habria consumado, asi, una estafa siniestra al destino de la Republica Argentina. LVI BE xm situacién la voz del deber lama a todos Jos ciudadanos a rodear la bandera de Ja pa- tria, y prestar a la accién reivindicatoria el apoyo de su esfuerzo y de su entusiasmo, en tanto que los gobiernos hacen cuanto pueden por desdorar su representacién y suscitan resistencias y cometer excesos que tienden cada vez més a trastornar la tranquilidad del pais. Por eso los momentos pre- sentes tienen un valor decisivo, para el destino de la Republica, que puede terminar ya con la reden- cién de la patria, o de lo contrario, caer ignominio- 120 MI VIDA ¥ SX DOCTRINA samente bajo el imperio nefasto de la opresién. La Nacién no debe declinar por ninguna consi- deracién de la frustacién del ejercicio pleno de la soberania. Ella se congregé para restablecer los principios que fundamentan su existencia y que jamas deben transigir en la consumacién de las in- sidiosas tentativas que anularfan sus sanciones y malograrian su vida institucional. Si se legara a olvidar los propios credos, se caeria en adaptacio- nes retrogradas con las declinaciones consiguientes de su caracter y su conducta. Por eso la ventura y prosperidad, la atmésfera de libertad que tanto bien hace a la salud del pue- blo, tuvieron real vigencia en el momento mismo de la restauracién del ejercicio de la soberania, y convirtieron la heredad patria, en auténtica tierra de promisién, para todos los doloridos del mundo, que pudieron darse a la tarea noble, mancomu- nados con los hijos del propio predio, de realizar la grandeza de la Nacién. Debemos ir hasta el fin, con la urgencia con que los acontecimientos se vayan desarrollando para mantener a todos los ‘ciudadanos en igualdad de condiciones frente al derecho comin y ante el ejer- cicio de la soberanfa. Es preciso no olvidar, en estos momentos solemnes de la vida de la Rept- hlica, que un golpe de timén equivocado dado a la nave del Estado bastarfa para cambiar el rambo 121 POLIT YRIGOTEN de las direcciones nacionales, y hundirnos para mucho tiempo, quien sabe en qué extravios y en qué horas de tragicas zozobras. LVIL LL LENsse zt espirituy el pensamiento de perple- jidades ante la posibilidad de que por cual- quier causa pudiera desaparecer del escenario na- cional la contienda reivindicatoria, teniendo en cuenta, que todavia no se ha aleanzado la solucién total perseguida, en la recuperacién del pais, en todos los aspectos de la vida nacional. Tal hecho entrafiaria una fatalidad, cuyas consecuencias de- sastrosas para la patria, tmicamente podria medir y apreciar la Divina Providencia. Esa causa polt- tica, que es un movimiento de cardcter nacional —pues representa lo auténticamente argentino—, se ha gestado en el tiempo nutriendo y decan- tando sus esencias, en la adversidad y el dolor. Por ello es fuerte y arraiga en el espiritn mismo de la raza. Por eso, también, suma en si lo mejor de la ciudadanfa patria; aquella que cree exalta- damente en el destino superior del pais, Represen- ta el formidable poder de la opinién publica, ges- 122 ‘MI VIDA ¥ MI DOCTRINA tado en las largas y duras luchas de sus contiendas civicas: en la revolucién, en la intransigencia y la abstencién. La aliments el idealismo puesto al ser- vicio de la Republica en sus formas mas puras. Se hizo de tal manera una suerte de religién laica, y tuvo una mistica, Congregé bajo su bandera a Jos hombres de todas las clases sociales y todas las eda- des. Los jévenes le dieron su exaltacién y la pureza de los sentimientos; los obreros, la reciedumbre de sus brazos nervudos y los intelectuales, las me- jores inquietudes de sus espiritus. Por ello, es de Ja Republica la emocién mis esclarecida que se di- Jata hacia el porvenir. Suprimamos con la mente la existencia viva y actuante de la Reparacién, de las justas civicas de la Nacién, y nos encontraremos frente a la noche del caos y la anarquia. Ast como la Republica advino al mundo con su prodigiosa naturaleza, mostrando la alcurnia de su espiritu y la dimensién de su voluntad, asi, con ese signo de imperio augural, y con esa misma irre- vocable predestinacién, debemos conservar la rei- vindicacién redentora de la U. C. R., que ha escrito uno de los capitulos mas gloriosos de la historia ar- gentina. Asi, erguidos y resueltos debemos mante- nernos en este instante crucial del destino de la Nacién, abnegados y decididos. Somos la patria misma, en la verdad de nuestros ideales y la virtud de nuestros sentimientos. En nosotros confia la Re- 123 HIPOLITO YRIGOYEN puiblica; demostremos que sabremos ser el nexo de su continuidad histérica. LVI L a U. C, Rapicax es —lo reitero, finalmente—, a patria misma. Movimiento de opinién na- cional que enraiza en los origenes de Mayo. Nunca doctrina alguna se consubstancié tan hondamente con el espiritu y los anhelos de una raza, mante- niendo intactas las mejores tradiciones de su his- toria. Yo puedo afirmar, con verdad meridiana, que es la existencia misina de la Replica, y por ast, prenda segura de trabajo, de paz, de libertad, de progreso y de justicia. Dios depare al pueblo argentino, la ventura y la riqueza que se merece, y que no decline nunca de la jerarquia espiritual que hoy representa, como una de las naciones mas soberanas y generosas de la tierra. Buenos Aires, 1923. Hirourro Yricoven. 124

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