Seguimos rastreando la presencia de la muerte y nuestra balsa de libros nos
conduce ineludiblemente hasta las orillas del Barroco (s.XVII), movimiento
cultural que trat profusamente el tema.
Me pareci til hacer una lectura comparada del Soneto XXIII ("En tanto que de rosa y d'azucena...) de Garcilaso de la Vega y el soneto "A una calavera" de Lope de Vega. Como siempre, lo hicisteis muy bien y sacamos conclusiones interesantes sobre cmo se vieron la muerte (y tambin la vida) en el Barroco. Ambos poemas tienen en comn el tema principal, que no es otro que el paso del tiempo, reflejado en la belleza y perfeccin de la amada; lo que los distingue es la actitud con que se enfrentan a este conflicto que afecta a todo ser humano. El renacentista Garcilaso propone el vitalismo del carpe diem (Karim destac acertadamente estos versos: "... coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto..."), valorando as la vida humana como remedio a la muerte. Desprende su poema serenidad, optimismo y esperanza. Por el contrario, Lope, despus de recorrer las partes tpicas de la belleza femenina (cabellos, boca, ojos), remata el poema con una pregunta final que remarca la inutilidad de lo terrenal y la fugacidad de la vida humana. El poema de Lope atemoriza, espanta, advierte; el de Garcilaso, sin embargo, esperanza. Uno canta a la belleza viva; otro, a una calavera. A UNA CALAVERA Esta cabeza, cuando viva,, tuvo sobre la arquitectura destos huesos carne y cabellos, por quien fueron presos los ojos que, mirndola, detuvo. Aqu la rosa de la boca estuvo, marchita ya con tan helados besos; aqu los ojos de esmeralda impresos, color que tantas almas entretuvo. Aqu la estimativa* en que tena el principio de todo el movimiento, aqu de las potencias la armona. Oh hermosura mortal, cometa al viento!, dnde tan alta presuncin viva desprecian los gusanos aposento?