J. Guadalupe de Anda
EL COLEGIO
DE MEXICO
Biblioteca Danie! Cosio Vio
Goordinaclén de Serviigg
Los J
Cristeros
&
Los
Bragados ]
Estudio introductorio
José M. Muria
BEloteaa Dantel Costo Villega
EL COLEGIO DE MEXICO, A.C.
olay,
PorraaLos Cristeros
La Guerra Santa en los Altos
J. Guapaiver De ANDAPrélogo*
Octavio G. BARREDs
(0897-1964)
a serie de escritores mexicanos contemporineos (Azuela, Lopez
+y Fuentes, Muito), que ban creado y desarrollado lo que se Nama
ior todas partes “la novela de la Revolucién Mexicana”, bay que
‘agregar un nombre mds: el de Jost Guadalupe de Anda.
‘Jaliscense como el propio Azuela, nace el 12 de diciembre de
1880, en San Juan de los Lagos, Jalisco, regién de Los Altos, y
‘como la mayorta de estos escritores, desde joven participa en las
Juchas intestinas de México y milita en la politica, “Mi padre, Don
Jost Silverio de Anda, -nos dice —fue maestro de tres generaciones
'y un literato de prestigio. En mi jurventud, terminados ls studios
superiors, fui Jefe de Estacin en los Ferrocarriles Nacionales bas-
ta 1914, fecha en que me separé, para incorporarme a la Revolu-
cin con cardeter civil, En 1918 fui electo Diputado al Congreso
de la Unién, por la regin de Las Altos, continué en la politica
durante doce afios como diputado, y pasteriormente como Senador
por Jalisco, basta 1930. Mi aficién por Ia literatura nacié en esa
época, sobre todo cuando la llamada “revuelta cristera”, cuyas be-
chos muchos de ellos presencié...”" Vemos, pues, como doblando yabonradamente -a darnos en vfvidas descripciones sus experiencias
1y lo que pudiéramos llamar su mensaje.
Los Cr
‘mera obra y aparece -en una nada venturosa edicién ~en el afto
de 1937, despertando, desde un principio, un interés mayor del
‘acostumbrado en casos semejantes en que el autores literariamen-
te un desconocido y no forma parte de ningiin grupo o cendculo
literarios. E1 mismo titulo de la obra era ya de por si un obstd-
culo para su difasiGn 0 mejor aceptacién entra las élites del pats;
sin embargo, va imponitndose paco a poco —de abajo bacia arriba,
dijéramas —y en los momentos actuales, a pesar de ser Io inico
que el autor ba dado a la estampa,* éste goza de fama suficiente
‘para ser considerado como uno de los seis o siete “cldsicos” de la
Revolucién Mexicana,
Los Cristeros no podria, ciertamente, escaparse a esta deno-
‘minacion. Participa fatalmente (y esto nos hace confirmar la exis-
tencia de una nueva escuela o estilo, o mejor dicho, de una nueva
especie dentro del género de la novela mexicana) de tadas 0 casi
todas las caracteristicas de la “novela de la Revolucién Mexicana”:
Ja misma preocupacién social; los mismos métodos descriptives; el
‘mismo dngulo de enfoque en la presentacién de escenas y personajes;
ese gusto de buir de verbalismos o explicaciones superfluas,e ir, ver-
tiginosamente, en el modo més crudo y sintético, al meollo de la
cuestién; y ese realismo dspero y expresionista, en el que, con unas
‘cuantas palabras, con unos cuantos giros 0 modismos de expresiGn
@ - OatavieB Barre
el cabo de la mitad de la vida, de Anda comienza —tardia, pera
isteros (La Guerra Santa en Los Altos), es su pri-
Iocalesy genus, nos da el mévimo de movimiento, visuaidad y
ajecrs. La diferencia, pues, entre los excrtores de esta escuela, de
fae estilo o epi, es solamente de grado y mineasustanciah, por
jo que ifcilmente pdrfanos poner wnas a otras decir qe te
superior a 6. A lo sumo, lo crrecto quiz seria aseverar que
fuleno mos gusta oHena mds que tan. A mk por ejemplo, me
sate, me atrae ydistrae mucho mds de Anda que una buena
smayorta de nuestros nveistas revoluconaras, Una vex leas las
primeras pginas, es dif solar el libro de fa mano y salirnos del
aque aunque prfundoybermétco mando de sus narracions. Y
‘sabes bien que el hermetismo ~Ortega y Gasset nos lo recuerda
«on fecuenciaey debe ser tna dels primera cualidades de toda
cverdadera narracién 0 novela
Es natural que, siaceptamos desde un principio este modo de
escribir, -In especie no hemos de extrafiarms al no encontrar
en la obra de Anda los problemas, métodos o motives propios de
otras especies de narracién novelistica; tales como la decantada
ondura psicoldgica, la reflexion de los personajes Hewada aextre-
‘mos, la redondez 0 volumen de étos, ni tampoco la exuberancia
on dibujs de trama, argumento ritmas entre parte y parte
de [a obra, y mucho menos Ja detencién o espacializacién del
tiempo aa manera de un Proust. Las irtudes son otras ya que
los propéstos on tambitn otras. ¥ de este modo, queda en pie
enigma del por que la obra de arte puede dare en miliplsy
cariadas formas, siempre que la mente y la pasion del exritor 0
artista leguen a fundir cualquiera materiales de que disponga,
Prélogo ———‘por mds espurios y pobres que sean y hacer con ellos uno nuevo
cacendrado, propio e indivisible.
Los Cristeros, que abora se reimprime justa y acertadamen-
te, es un libro en el que José Guadalupe de Anda cumple en todo
con sus propésitos de dejarnos un apasionado relato costumbrista de
4s dias tormentosos en que el pais sangraba en las luchas religiosas
de Ia época. Y si esto no fue sufciente, abt queda también, indele-
‘le, un valioso documento, para los filélogas, de la actual y exacta
‘manera de hablar y expresarse en aguel turbulento rincén de la
Repiiblica. El ofdo y memoria de Anda son excepciomales, 9, por lo
tanto, de un interés especial para esta rama de estudios.
En Los Pirules
iAve Maria!
~iEn gracia concebida! ;
Don Ramén se baja del caballo y se sienta en el poyo de pie~
dra que se extiende a lo largo del patio, donde deseansan Doia
Marfa Engracia y Dofia Trinidad.
Es la hora roméntica de los crepiisculos, cuando las aguas
dormidas de los “tanques” se tiften de sangre y aparecen tu-
pidos batallones de tordos bullangueros, ennegreciendo el
cielo.
Pero aquella gente no sueita ni se conmueve con estas cosas.
Dojta Trinidad hace cuentas con los dedos sobre los dias que
faltan para que salgan las gallinas echadas, Don Ramén se qui-
ta las espuclas, haciendo cfleulos sobre el nimero de toros que
hay listos para la capaz6n de la semana préxima, y Doita Marfa
‘De Anda ba exrito potriarment, en 1940, un seguade libro, Los bragados, abra que
se aber teido of nimero de palabras roueridesbubiera lagrade el gun premio en eb
‘oncars de woes latinoamericans, rganizade por la case Farrar & Rinebar, de New
York Eta obra aparcrd présimamente publicadaen ta misma colecién. Adem, tenon
prepara otra: des noela, Juan del Riel y
(peca porn
Engracia, con el rosario en la mano, reparte suftagios, equitati-
2, novel ta decaracter sal de a vamente, entre todos los muertos.
-ECémo te fue, hijo? |
Pos bien, madrecita; arreglé el asunto de Policarpio, mejor
"EI prélogo de Octavio G. Barreda se publics por primera vez en la segunda
etic de Las Cristea, La Guerra Santa ens Altes de Jl, en 1941 po Compan
de lo que yo creiba, Mil pesos al juez, quinientos al diputao, una
General Eaivora (Coecci Mira, 8)
vaca parida y una carga de calabazas al secretario, fue todo loque costé la muerte de Estanislao.
tan libre como Jalisco; ya puede bajar al pueblo.
~iVaya, bendito seas Dios...! después de todo, él no tuvo la
culpa: tres contra uno, no hizo mas que defenderse.
Don esto, Policarpio ya quedé
iHasta cuéndo, Dios mfo, se acabaré esta larga cadena de
muertos! ~exclama suplicante, levantando los ojos al cielo -. Pri-
mero, mi difunto Raimundo; después, mis dos hijos, matados
por esos maldecidos Hurtados...
iY... toda esa malquerencia, que viene desde hace tantos
aitos, haber sido por unas cuantas eafis! iPor un dafio que no
valfa doce rales.
ivina Majestad, que nos ve y nos juzga, ha hecho,
ia: de los Hurtados, ya van cinco con éste...
~2Y el pueblo,
~iUy, uy, uy! iMamacita! Haga de cuenta un camposanto;
ni un alma en la calle, todas las casas cerradas, como si hubiera
Pero su
Imo est
muerto tendido, las tiendas a medio abrir, y las campanas toque
y toque todo el santo dia, para que la gente pida a Dios que re-
medie los males de la Iglesia.
Llegan to Alejo y Felipe, el hijo menor de Don Ramén, y se
incorporan al grupo.
‘Muge la vacada entrando a los corrales.
Berrean los becerros.
Alegan en vor-alta, en disputa de campo, las gallinas.
Traquetean a lo lejos las carretas, camino de las trojes, y se
presentan las primeras avanzadas de la noch
Ora con lo del boicot 0 como se llame, ~prosigue Don Ra-
m6n —no se oye ni un ruido, ni suena una cuerda por la calles,
66-4. Guataape de nde
‘ni dejan vender los sifiores de la Liga “aperito” cual
\guno;
por €30 no les traje el bocadillo de coco que tanto les cuadra
iC6mo estaré la cosa que a los pobres empleaos del gobierno no
n tlaco de sal...!
-iMuy bien hecho! —dice airada la abuela; ~a esos infelices
Jes quieren vender
ni agua... Veneno era bueno que les vendieran para acabar con
ellos...
Pero por qué, Marfa Engracia? ~se interpone tio Alejo.
ue estén
—2Y me lo preguntas? iBruto! Qué no has visto lo
haciendo con la Iglesia y Jos santos padrecitos? Bestia!
Ellos ni
mandan, ni dan las leyes; lo tinico que hacen es estar pegaos
Pero qué culpa tienen esos probes hombres.
como becerros mamones a las ubres del gobierno, y esquilmar
al prdjimo con las contribuciones y las “mordidas”, que antes se
Iamaban “buscas”... Que por lo tocante a creencias, pa’ que no
se les caiga el “giteso”, podirin decir y gritar ique viva la Revo-
lucién! Y presumir entre ellos de comer curas y acabar con los
santos; pero si les abres la camisa, vers como llevan una torta de
rosarios y escapularios, y a las escondidas van a misa, rezan y se
confiesan como todo buen cristiano.
Y eso no creas que es només con los empleaditos de a cuar-
tilla, no, Maria Engracia; eso lo ves en algunos diputaos y en
munchos de los grandes politicos, que en cuanto sacan la tripa
de mal afio, cambian de parecer, y ansf como te digo, por un
lado vociferan y hasta quisieran empedrar las calles con ca-
bezas de curas, pero si los oservas bien y vas a sus casas, te
encuentras con que sus viejas tienen las paderes cubiertas de
santos, y a sus muchachos los mandan a las escuelas de paga,
EnlosPiulas 6?con los padrecitos, pa’ que se hagan santos, alternen con log
nifios “decentes” y no se revuelvan en las escuelas del gobierno
con la gente “peluza”...
—Fso a mino me importa. Pa’ mi, chicos y grandes, todos log
del gobierno son unos desgraciados que deberian estar ardiendo,
en los infiernos. Ora, sino fueron ellos, Zentonces quiénes cerra-
ton los templos y corrieron a los probes padrecitos?
Pos asegiin of decir allé en el pueblo, en presiencia del co-
ronel Limén, la Zorra y Moiséis “la Changa”, jueron los mesmos
padre
las leyes del gobierno, y dijeron: “nosotros no tenemos més jefe
os que se declararon en gitelga, porque no les cuadran
que el Papa; no nos registramos, ni dicemos una misa més, ni
bauti
“iQué leyes, ni qué giielgas, ni qué nada! A mi no me en=
mos, ni echamos responsos”... y se jueron.
redes con tus cuentos; ya te digo, todos, desde el més grande al
mis chico, de la gente del gobierno, son una pandilla de...
~iAh!, se me olvidaba —vuelve otra vez Don Ramén: —Al
maistro de la escuela del gobierno, unos curros lo echaron a la
presa con todo y trapos, porque dizque les decfa a los mucha-
‘chos que no habia Dios.
iAlabaos sean los Santos Nombres! £Y se salié el condena-
do? pregunta temblando la abuela.
, como ratén hogao en la manteca; toda atascao de lodo,
después de haberse tragao un céntaro de agua cuando menos.
~Pos yo, en lugar de esos sefiores, le habia amarrao una piedra
cen Jas patas pa’ que nunca hubiera asomao la cabeza ese impfo..
Pero, hombre, Marfa Engracia, iqué corazén tan negro!
~mueve la cabeza tio Alejo.
6 =~ 4. Guadalupe de ands
de estar con el rosario en la mano, pidiendo a Dios n
quien dice en sepoltura, ests defendi
dios del gobi
envuelta en un reguero de
! iArrastrao!, que en lugar
ricordia,
-iTu cillate, viejo cara de cuajo.
porque ya andas “dando las tres y diltimas”, con las patas como
\do a los maldecidos j
‘Tio Alejo rie con socarroneria, tuerce un cigarro de hoja;
snca su eslabén y su yesca y a poco su cara de ermitafio se ve
ispas.
Noche de plenilunio, de dulce tranquilidad campesina
Ladran los perros, espantados con las sombras, y en el mon~
te aillan los coyotes.
En los jacales ronronean los metates, lloran los erios y se
escuchan Kinguidas canciones Iugarefias, acompaitadas por un
organillo de boca.
“Della Sierra, morena,
vienen bajando,
tun par de ojitos negros,
iCielito lindo!
de contrabando,
LLlega Policarpo cantando, con una reata en la mano.
Es el hijo mayor de Don Ramén.
Oye, té,-le grita éste~ordena que les den agua a las bestias
y las suelten en el potrero de en medio, y luego vas a ver e6mo
cesta de pastura Fl Carey.
Pero, hijo, Z6nde tienes la cabeza? —le observa
te Dofta Trinidad, su mujet—£Qué ya se te olvidé que mafiana
tienes que ir ta y los muchachos a la pelegrinacién de desagravio
iftosamen-
EntosPiules =a Nuestro Padre Jestis, que va a haber en Caballerias, después
de misa?
uueltan los caballos, mafiana los agarran a modo de airgue~
nas, y van a llegar allé —mala la comparaci6n, -como la recua del
tio Gargajo...
Que por floja y cansada toda en junto valfa un puro... ~ter-
mina a frase tio Alejo.
—Caballerias no est af només traslomeando, ~contintia Dona
cz a los caballo
‘Trinidad -hay que madrugar y talonearles n
pa’ Hegar a buena hora.
=No, no, suéltenlas, suéltenlas; tenemos muncho quihacer
manana,
~£Cémo, cémo, cémo....? =i
\quiere, alargando su percudido,
pescuezo Doiia Engracia.
—Que ai iremos otro dia a la pelegrinacién, porque maiana
hay muneho quihacer.
=No seftor: Dios primero que todo.
Pero, madrecita... tenemos que reforzar la presa, capar
unos puercos, curar los bueyes y preparar la tierra pa'l trigo. No
podemos ir.
~Ya le digo a usted: Dios primero que todo. Fl provera.
Don Ramén se rasca la cabeza contrariado; pero no puede
desobedecer a su madrecita
Mira, hijo: -le dice notando su contrariedad ~al que es
buen cristiano Dios lo ayuda. San Isidro labrador, cuando an-
daba en este mundo arando la tierra, dejaba el arao a medio
surco y se ponia en oracién; entonces, Dios Nuestro Sefior,
en recompensa, mandaba una pareja de angeles que siguieran
M+. Giadlupe do Anda
arriando la yunta... 'Y vieras visto qué cosechas levantaba el
santo...!
Lo mismo que San Pascual Bailén, cuando se ponfa a hacer
la comida: no més arrimaba las ollas ala lumbre, y cuando volvia
de su oracién, se encontraba con unos guisos que le habfan he-
cho los mismos fngeles... de esos de chuparse los dedos.
Asi es que no te preocupes por los bueyes y las siembras,
que Dios te ayudars.
~Pos sf; —murmura a media voz tio Alejo ~nomas que si no-
sotros no le bullemos al quihacer, ino hay esperanzas de que ora
vengan los angelitos del cielo, a darnos siquiera una manita...!
~Otra ver tt...? Qué ests
No, nada, hermana, que mafiana, Dios medi
iciendo?
ite, cuandoama-
nezca ya vamos caminando pa’ Caballerfas a la pelegrinacién.
—Oiga, tio Alejo, y a propésito, équé ha oido decir por af de
idad.
~Pos nt, cuentan unos que pasaron esta mafiana por Caba-
Ja pelegrinacién? ~le pregunta Donat
Heras, que aquello esté que no hay énde poner una abuja del gen-
‘fo; haz de cuenta el mero dia de la Virgen de la feria de San Juan,
Porque a més del rezo y la pelegrinacién, hay danza, loterias
y bochinche; dicen que han Hlegao unas chaborras de por ai de
Le6n, iqué hasta la pala jumea...! ‘Ti vers, pa’ mi genio! Yo
que me pasaba toda una semana de jilo en un fandango, y casi
siempre lo acababa a balazos...
'Valgame Dios, tio Alejo!