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educacion fou sociedad Carmen de Elejabeitia Alumnos y padres ante lo Reforma de las Ensefianzas Medias © Rafael Feito CONCAPA y CEAPA: Dos modelos de intervencién de los padres en if gestion de la ensefianza G. Romany Micheal ” apple los —_ enfoques materialistas y feminists de la subjetividad en a investigacién etnogrdfica ° Ana Olivera Distribucién espacial de —los_-—_recursos humanos en Espafia ° Miguel A. Santos Rego la controversia constructiva en el trabajo escolar 0 Jorge Rodriguez Guerra _Determinismo y economicismo en el andlisis escolar «= @ = José Ignacio Barbero —— Gonzalez Deporte - cultura - Cuerpo @ ARCHIVO Ray C. Rist Sobre la comprensién del proceso de escolarizacién: Aportaciones de lo teoria ~del_—etiquetoje oo EDUCACION Y SOCIEDAD DEPORTE-CULTURA-CUERPO (EL DEPORTE COMO CONFIGURADOR DE «CULTURA FISICA») José Ignacio Barbero Gonzalez «“Ay, ayayay, qué trabajos nos manda el Sefior”, con el resuello exhausto, las venas del cuello hinchadas, pilidos 0 morados del esfuerzo, breandose dia a dia en el gimnasio y en las pistas, entrenando, entrenando, para batir su propia marca, para superarse, para estar en forma, para...» (Agustin Garcia Calvo) El deporte, se dice con frecuencia, se ha convertido en uno de los temas centrales de la cultura (popular) contempordnea. Si alguien lo duda, puede convencerse intentando evaluar, por ejemplo, los rios de tinta con- sumidos por la prensa deportiva, el numero de espectadores habituales (sistematicos), las sumas de dinero manejadas, los proyectos politico-eco- némicos que lo toman como pretexto, y su poder para atraer voluntades, aunar esfuerzos, construir identidades y ocupar las mentes con preocu- paciones. Este articulo trata de las relaciones entre el deporte y el cuerpo 0, mejor, de las formas en que los modelos deportivos generan y condicionan cultura en torno al cuerpo, es decir, en torno a sus usos, a las inversiones en alimentacién, cosmética, vestimenta o gimnastica, en torno al tipo de técnicas y prdcticas corporales que la gente realiza, incluido el propio len- guaje. José Ignacio Barbero Gonzalez. INEF. Castilla-Leén Educacion y Sociedad, 9 (1991), Madrid (pp. 169-178) 169 170 JOSE IGNACIO BARBERO GONZALEZ I La primera dificultad que uno se encuentra al ibi e reside en el propio significado del término. El 10 cleats ae de este vocablo es muy difuso y polivalente. Cualquier patada a un Palen 9 carrera en pantalén corto es automaticamente identificada y referida como deporte, fiitbol o atletismo. El sentido comin y la retdrica ofi ial son, ea lo general, bastante engafiosos. me _EI vocablo deporte se utiliza en este articulo en i A estricto, se emplea como un «lérmino téonieon, que dita Elis (1986, 163), aplicado a «uno de los grandes inventos sociales que los seres humanos han creado sin ningiin plan de hacerlo»: el conjunto de redes institucionales que promueve e impone unas formas de pasatiempo y unas filosofias de divertimento muy particulares, y que se generé o inventé fundamental- ae cn el contexto industrial-urbano de la segunda mitad del siglo pa- eal ade eaten serie de preocupaciones relativas a la salud, la moral El escaparate y fuerza motriz de este complejo «di: iti 5) portivon es el conjunto de prdcticas llamada de elite ese especticulo piramidal, jerérquica y burocraticamente distribuido, que se apoya, a la vez que alimenta y administra, en la filosofia del «citius, altius, fortius». Desde este escaparate, y mediante procesos que no son necesariamente uniformes, se legitima y universaliza la ortopedia corporal, se confier valor prometeico a una determinada cultura fisica. , ° IL ee eareatie may concn bate iniciar un andlisis sobre los efectos es de los modelos deportivos consistirfa en fc guntas como las siguientes: ormuter Pres Qué usos y técnicas corporales son los mas manifiestamente visibles? LQué modalidad de espectaculo corporal es la mas frecuente? {Qué practicas corporales suelen ser justificadas y promovidas por Se € instituciones de la mds diversa indole? {Qué conjunto de actividades fisicas muev e ae ds y genera mayores sumas {Qué tipo de cultura fisica es la que se enseii idui Qué tipo | sea con mayor as y constancia —incluso dentro de la educacién formal? aan ' Todas las respuestas conducen inevitablemente hacia el deporte o, por extensién, hacia la trampa lingtiistica de lo fisico-deportivo. recreativo- deportivo o higiénico-deportivo. , a Routan) no es exagerado afirmar que, dentro del conjunto de prac- icas y filosofias que intervienen o regulan lo corporal, el deporte desem- EDUCACION Y SOCIEDAD pefia en nuestras sociedades un papel abrumadoramente hegeménico en la creaci6n y difusién de «cultura fisica». En su nombre puede hoy hacerse casi todo. Historicamente, el cuerpo es el lugar en el que siempre han confluido, coexistido y dejado su huella distintos tipos de cuidados e iniciativas cons- truidas por diferentes grupos, saberes € instituciones. Médicos, fildsofos, militares, pedagogos, psicdlogos, politicos, pensadores y moralistas en ge- neral han ido aportando su granito de arena, han ido tejiendo punto tras punto una red social de cultura fisica. Una peculiaridad del deporte estriba en que en él parecen haberse conjugado perfectamente las mas variadas preocupaciones y justificaciones de la mayoria de los bienpensantes de modo que, como dice Bourdieu (1978), muy distintas instituciones y saberes compitieron en el pasado y compiten hoy entre si en su promocién.! De esta forma, el deporte vale (positiva y negativamente, como edu- cacién y como antidoto) para casi todo: forma el cardcter o ensefia espiritu de sacrificio del mismo modo que acttia contra la droga y la delincuencia; contribuye al desarrollo de la personalidad de los individuos en igual me- dida que funciona como medicina preventiva. No es extrafio, pues, ob- servar a ingenieros sociales de diversa indole (curas, alcaldes, parlamen- tarios, sindicalistas, empresarios, sanitarios, carceleros, gerentes de fundaciones, etc.) cantar sus alabanzas. En este sentido, el deporte (y el conjunto de saberes que lo justifican y ensalzan) se ha transformado en el més importante centro de transmision y ensefianza (formal o informal, segtin los casos) de tratamiento corporal, en el principal definidor de la practica social del cuerpo. Esto quiere decir que el.hdbito de un determinado tipo de ejercicio se ha extendido de tal forma por el tejido social, se ha asentado tan fuertemente en el sentido comun que se ha «naturalizado». En otras palabras, se ha olvidado el cardcter social de su razon de ser y se han limitado las condiciones de posibilidad de los planteamientos criticos que, si existen, son catalogados como «desviaciones». En la medida en que lo deportivo se asienta hegeménicamente se convierte en uno de los agentes de socializacién menos cuestionados ? y en el principal definidor de la cultura fisica, es decir, de nuestras aprecia- ciones, usos y practicas corporales. "Esta competicién por la promocién deportiva entre distintas instituciones constituy6, dice Bourdieu (1978, 830), uno de los factores més decisivos en la construccién y desarrollo Ge la necesidad social del deporte. Este interés de las distintas instituciones se debié al descubrimiento de que el deporte era una forma econémica de movilizar, ocupar y controlar a la poblacién. La mencionada competicion interinstitucional refleja 1a preocupacién por obtener o asegurarse una parcela de influencia y poder. > Como prueba del cardcter aproblematico que ha dominado las explicaciones de lo 1 JOSE IGNACIO BARBERO GONZALEZ Il Una de las evidencias mds tangibles del poder del deporte como agente socializador es su papel como difusor de practicas corporales muy con- cretas y, dentro del universo de las posibles, muy escasas en numero, El deporte se fundamenta y acttia como homogeneizador de diversidades corporales; el intercambio deportivo, la competicién, no seria posible si cada participante se comportase como quisiese. La aceptacién de unas normas, dirigidas muchas de ellas al control de los cuerpos en su sentido més estrictamente fisico, constituye una condicién sin la cual la existencia del deporte, como lo conocemos hoy, seria imposible. Obviamente, todo proceso homogeneizador disminuye diversidades y reduce autonomias culturales. Asi, desde una perspectiva sociohistérica, puede comprobarse cémo la aparicién de las formas deportivas modernas fue asociada, por un lado, a amplios procesos de control de los cuerpos y de regulacién de la vida en general y, por otro, a iniciativas concretas en torno a las recreaciones populares. La resultante de estos procesos ~que combinaron, y combinan, accio- nes represivas y pedagogicas, ejercicios de poder y de saber— fue la trans- formaci6n o sustitucién de los relativamente diversos, particulares y asis- temdticos pasatiempos populares por otros modelos mas «racionales», esto es, mas proximos, moralmente hablando, a los ideales de la burguesia. Gracias al deporte se universaliza un tinico lenguaje corporal que hace posible que individuos pertenecientes a muy distintas culturas y pueblos sean capaces de interpretar y entender la misma partitura. El éxito evangelizador del deporte ha propiciado que los nifios, pon- gamos por caso, de Madrid y de Camertin se organicen, piensen y acttien (se diviertan) «naturalmente» de la misma forma ante la presencia de un determinado objeto, un baldn de futbol (constituido, igualmente, en un universal). Con todo, el deporte (el cuerpo deportivo) admite diversidad. De hecho, su practica esta marcada por mecanismos de distincién. No es igual jugar al fiitbol que al baloncesto, no es lo mismo hacer culturismo que jugar al golf. Todo proceso extensivo 0 «democratizador» va inexorablemente acompafiado de desplazamientos, limites y cuadriculas. En la medida en que las nuevas formas de jugar al modo deportivo fueron desbordando sus lugares originarios —los limpios recintos de las ociosas clases acomo- deportivo puede considerarse la carencia de estudios sociolégicos al respecto. De hecho, el deporte ha sido considerado (y todavia lo sigue siendo) como no merecedor de andlisis «serios». Este abandono ha contribuido a reforzar la concepcién de lo deportivo como algo bueno, neutral y apolitico. (Sobre la construccién de la Sociologia del Deporte puede verse J.L. Barbero, 1991). TE | I | EDUCACION Y SOCIEDAD dadas- y se fueron eiendienee entre las clases populares, aumento la cesi establecer diferencias. | nee a dunce de la distincién consiste, ante todo, en juegos de mirada que se entrecruzan estableciendo identidades individuales y colectivas, y que definen las propiedades Soo de los que tienen «derecho» a com- i i spacio social. | . pa Gomo dive Bourdieu (1986, 1988), el cuerpo es solidario de la relacién con el mundo y, por tanto, la légica de las apreciaciones reas a las inversiones y cuidados corporales esta estrechamente vinculada a las con- diciones de existencia. Dicho de otra forma, parece «natural» que los que comparten un mismo espacio social se encuentren igualmente juntos en torno a unos determinados deportes puesto que éstos, al fin y al cabo, no son sino concreciones de gustos corporales, esto es, de formas, sustancias, é usos y contextos. . eens practicas deportivas, al igual que las propiedades eorporales y los espacios sociales, no son todas igualmente legitimas, unas Posen mis poder simbélico que otras y se convierten 0 reconocen como mas modelicas , Bose ptica, los distintos deportes acttan como escultores (que fabrican cuerpos) y museos (que los muestran) en los que se cone practicantes y espectadores que poseen 0 son capaces de areas mo co corporales similares. Y, viceversa, donde se excluyen (0 autoexcl wea que, por arriba o por debajo, no se ajustan a tales modelos. En ee tit | toda imagen y practica deportiva tiende a reflejar un determinado nivel cial. . a SI ected deportiva esta, por tanto, mediatizada, no es neael est inmersa en el conjunto de desigualdades sociales que, a su vez, ayuda a reproducir. Los distintos tipos de deportes transmiten los a oa delos corporales en los que se apoyan. Pero esta ensefianza es tan ae re se graba tan fijamente en el cuerpo, que no es facil desprenderse fe ella En cualquier caso, es importante notar que esta diversidad a la que vengo aludiendo se apoya precisamente en la fuerza Do ee) 4 deporte, en la imposicién-aceptacion de un tipo universal de racionalidad. Iv Una de las criticas més feroces de la racionalidad deportiva ha sido ta levadaa cabo por J-M. Brohm y sus colegas * quienes conciben el deporte como un microcosmos que refleja y reproduce de una forma muy especia el conjunto de relaciones de dominacién existentes en el contexto social. i hm, Laguillaumie, Bert- * Me refiero a un grupo de socidlogos del deporte franceses (Brohm, p haud. yy ‘slemanes (Rigaues, Vinnai...) que suelen ser agrupados bajo la eieentbleTen ane de «neomarxistas». (Véase, por ejemplo, Hoberman, 1984, cap. 11, «Hacia la Abolicién del 173 174 JOSE IGNACIO BARBERO GONZALEZ _ De acuerdo con estos socidlogos, el atleta constituye la mas perfecta ejemplificacién del obrero que trabaja sobre/con su cuerpo-maquina. En este sentido, el sistema productivo y el deporte se fundamentan ambos en una «civilizacién del cuerpo» caracterizada por constantes esfuerzos re- presivos. Las diferencias, si es que hay alguna, entre la vida del obrero y la del deportista son muy escasas: aquél es el atleta de la fabrica, éste es el obrero del estadio. Los dos dependen de su cuerpo el cual es analizado y sometido a la mas estrecha vigilancia. El objetivo que dota de sentido a la ldgica del sistema productivo- deportivo es el de vencer, es decir, la competitividad y el rendimiento, la tematica de las cuotas de productividad y de los records. Es una l6gica que trata de no dejar nada en manos del azar sino que, por el contrario, trata de medir (para mejorar) todas y cada una de las fases en que puede descomponerse la cadena motriz-laboral del obrero-deportista. El auxilio de las «ciencias» se convierte, por tanto, en necesario y se da entrada a médicos, biomecdnicos y fisidlogos cuya misién es indagar en la formula que mejor combine fisica y biologia.* El trabajo y la vida de obreros y deportistas se somete a crecientes procesos de «taylorizacién» consistentes no s6lo en la progresiva diferen- ciacién de funciones dentro de la cadena productiva o del equipo depo: tivo, sino también en el desguace del propio cuerpo en 6rganos y haces musculares, cada uno de ellos con unas funciones muy especificas que deben ser «optimizadas» en funcién de la tarea concreta que deba reali- zarse. Desde esta dptica, el obrero-deportista se convierte en un robot cuyo cuerpo no pasa de ser sino una realidad abstracta, un esquema, un instru- mento carente de visidn global 0 de sensacién de conjunto. Esta transfor- macién requiere de un permanente esfuerzo ascético consistente en la re- presion (sublimacién) de las energias libidinosas y en su canalizacion hacia el trabajo productivo y la cultura. El obrero-deportista, encerrado en la «jaula de hierro» del sistema productivo-deportivo ha de someter su cuerpo a la mds estricta disciplina. Deporte: La Teoria Neomarxista»; Guttmann, 1978, pp. 64-69, «La Critica Neomarxistan), __ Estos sociélogos tratan de combinar las ideas de Marx (particularmente sus escritos mas «jévenes») y Freud. Por tanto, citan con cierta frecuencia a Reich y a distintos integrantes de la Escuela de Frankfurt. La referencia temporal en que se producen sus primeros escritos es 1968. Consideran que el deporte es «el opio del pueblo moderno» y que, consecuentemente. debe ser abolido. . __ “El anilisis «cientifico» del rendimiento del cuerpo-méquina amplia cada vez més los limites fisico-biolégicos tradicionales. Por un extremo, la cibernética ofrece nuevas dimen- siones de la cadena motriz y de las técnicas corporales asi como mayores posibilidades de evaluacion aislada de los distintos aspectos intervinientes. Por el otro extremo, las limita- ciones de la biologia abren la puerta a la psicologia, a los doctores del espiritu, a los variados expertos en técnicas mentales que mejoran el rendimiento. , MM EDUCACION Y SOCIEDAD sin embargo, la imposibilidad de sublimar todos los impulsos hacia el placer da lugar, por un lado, a que el propio sistema articule valvulas de escape controladas («desublimacion represiva») que en forma de ocio, de- porte para todos, tiempo libre, carnaval o fiesta da lugar a que los indi- viduos tengan la sensacion de satisfacion o autorrealizacién que, ademas, es funcional al sistema por cuanto que aligera la presién y disminuye el riesgo de explosiones. Por otro lado, los esfuerzos represivos provocan también que parte de la energia libidinosa se exprese distorsionada to- mando formas sadomasoquistas.* Pero el cuerpo del deportista-obrero no deja ver la naturaleza represiva de la prdctica que sobre él se aplica, Mas bien al contrario, la épica e imagineria deportiva selecciona hazafias y records que, encumbrados en los altares, producen un efecto deslumbrador segtin el cual los esfuerzos ascéticos pasan a ser considerados voluntarios y gratificantes. En este sentido, los campeones deportivos se convierten en impor- tantes mediadores de las imagenes corporales 0, dicho de otra forma, con- tribuyen a propagar una practica social del cuerpo (de sus gestos, movi- mientos, ritmos, técnicas, sexualidad...) que se corresponde perfectamente con la légica del sistema productivo. v La llamada difusién 0 democratizacién del deporte no implica ne- cesariamente (ni solamente) un aumento del nimero de practicantes de cualquiera de las muchas modalidades de actividad fisica. Quizds sea mas apropiado afirmar que tal popularizacion significa, ante todo, un incre- EI sufrimiento estd con frecuencia asociado al éxito deportivo. El entrenamiento, la competicidn, los intentos de batir marcas se desarrollan siempre alrededor del nivel limite del obrero-deportista. Por otra parte, hay deportes ~como, por ejemplo, el ciclismo~ en los que la capacidad de sufrimiento se presenta como un requisito 0 cualidad indispensable para el triunfo. El propio «sentido comin» suele afirmar que para que un ejercicio sea bueno debe doler. ".M, Brohm (1978, 24-6) ataca la ideologia dominante relativa a los placeres del deporte ofreciendo relatos de atletas de alto nivel que explican cudn insoportables son los dolores que con frecuencia tienen que aguantar. Como muestra, recogo lo que dice el marchador Quéremer porque hace referencia también a los aspectos sado-masoquistas: «El dolor se hace més agudo cuanto te aproximas a los 20 kms. Debes concentrarte para ser capaz de aguantarlo. Hablas lo menos posible. Naturalmente, la fatiga afecta primero a tus piernas y caderas, Pero peor es el tratamiento que estén recibiendo tus pies... Hace falta una especie de locura para continuar. Por nuestra cuenta no po- Grfamos hacerlo, Pero gracias a la gente que nos rodea conseguimos aguantar. Quizas tienes que ser un poco masoquista para pasar por todo esto. Y hay también un cierto sadismo en la respuesta del publico... La gente no viene a ver grandes marchadores. Viene a ver hombres sufrir». 176 JOSE IGNACIO BARBERO GONZALEZ mento del consumo, es decir de la compra-venta de productos y servicios deportivos, En este sentido, conviene tener presente que el deporte constituye un sector muy importante de actividad econdmica e industrial que, como cualquier otro, fabrica unos productos que coloca en el mercado y trata de generar una demanda que los absorba. La peculiaridad estriba en que lo que se compra y se vende, se mira, admira o repudia, son distintos modelos corporales 0, si se quiere de otra forma, ejemplificaciones de nosotros mismos.® La asociacién triangular deporte-«media»-publicidad es particular- mente significativa en este contexto. El dinamismo de este «menage a trois» no se limita a colocar los anuncios publicitarios en lugares visibles para la gran audiencia deportiva sino que, haciendo cierta la afirmacion de que el medio es el mensaje, presenta el cuerpo (deportivo) y el producto- mensaje como un solo conjunto indisociable. En consecuencia, no haria falta decirlo, el cuerpo se transforma en una mercancfa que, naturalmente explota un elemento de indudable atractivo: el sexo. De acuerdo con Jennifer Hargreaves (1990), la imagineria deportiva no es neutral, sino que responde a demandas culturales, econédmicas y politicas. En otras palabras, la progresiva sexualizacién del cuerpo depor- tivo camina paralela a su conversién en punto central de la cultura de consumo. Desde la perspectiva feminista de esta socidloga, la (re)presentacién del cuerpo ha pasado a ser uno de los elementos mds importantes del deporte femenino. Cada estilo deportivo ofrece o crea su propia imagen corporal resultante de una concreta formula combinatoria de las variables femineidad (corporeidad) y sexualidad. El deporte femenino, para Hargreaves, constituye uno de los contados lugares en que se puede observar con absoluta normalidad (sin mirar, esta ahi para ser vista) la semidesnudez femenina. Esta semidesnudez no es uniforme puesto que cada modalidad deportiva ofrece unas representa- ciones corporales cuyas proporciones de poder fisico y sexual son variables. Las prendas deportivas, los disefios, colores, cosméticos, peinados y otros adornos no son ajenos a estas diferentes combinaciones de sustancias y formas. Si bien el volumen depende directamente del tipo de trabajo- rendimiento requerido por cada modalidad deportiva, su apariencia puede modificarse mediante el atuendo. “ Quizds debiera decir que los distintos modelos corporales son algo més que ejempli- ficaciones «externas» de nosotros mismos. En la medida en que ensefian formas de ser, en tanto en cuanto que son perseguidos y afiorados, se incrustan en nuestros propios cuerpos. Los modelos corporales no son, pues, tan «externos» como parecen, constituyen formas concretas de ser hombre 0 mujer. Como escribié el fildsofo Ferrater Mora (1979, 108) «el hombre es un modo de ser cuerpo». | EDUCACION Y SOCIEDAD Es interesante resaltar que estos andlisis feministas son también apli- cables al cuerpo deportivo masculino. Si uno se cifie al estricto 4mbito del estadio en que tiene lugar el espectaculo deportivo, las similitudes no son, quizas, del todo obvias; pero si se sobrepasan dichos limites, las analogias resultan evidentes.” En el contexto de la cultura de consumo, las imagenes y representa- ciones corporales deportivas (femeninas y masculinas) estan invadiendo o siendo tomadas por otros ambitos comerciales «extradeportivos» con el propésito de vender cualquier cosa, lo mismo da un yogurt que un perfume, un automévil que una prenda de vestir. Efectivamente, el cuerpo deportivo sexualizado (femenino y mascu- lino) parece haberse convertido en el mas seguro agente comercial. Esto deriva precisamente de la mencionada variedad de formulas mdgicas com- binatorias de sustancia y forma, de apariencia y eficiencia: ofrece tal can- tidad de modalidades, es decir, de alternativas, que puede satisfacer los mas diversos gustos. Ademés, la dindmica y procesos internos de disefio y seleccién de la propia publicidad sdlo permite la salida y exposicién de aquellas imagenes corporales que superan un cierto «control de calidad». En este marco, el cuerpo deportivo que se ofrece en el mercado es un producto (un objeto) totalmente idealizado, una sintesis de erotismo y fuerza, una representa- cién de la eterna juventud. Y asi se produce el espejismo: por un lado, el duro trabajo cotidiano del deportista cae en el olvido, por otro, lo deportivo se transforma en causa de toda imagen corporal bella y sana, esto es, inalcanzable y efimera y, por tanto, movilizadora de fantasias. : y VI En resumen, la cultura fisica, es decir, las percepciones de nuestros cuerpos y, por tanto, de nosotros mismos no es algo tan natural como a primera vista puede parecer. El conjunto de creencias y valores que orientan nuestra actividad en torno al cuerpo se construye socialmente a través de complejos procesos coactivos y pedagdgicos. Todo parece indicar que el deporte se ha convertido en la agencia estelar de nuestros dias en lo que a la evangelizacién en torno al cuidado y usos del cuerpo se refiere. Por una parte, me parece que cada vez es més frecuente ver a deportistas varones actuando como «modelos» antes y después de las competiciones. (Por supuesto, varia de unos deportes a otros), Por otra parte, la semidesnudez masculina atlética (hombros, cuellos, abdominales...) se ha convertido en reclamo habitual de todo tipo de productos. 77 178, a JOSE IGNACIO BARBERO GONZALEZ, Pero esto es problematico: En contra de lo que la retorica oficial repite insistentemente, el deporte no es ajeno a las relaciones de poder (econé- mico, politico, cultural, etc.) existentes en el contexto social mas amplio del que lo deportivo es, a la vez, efecto y causa. BIBLIOGRAFIA BARBERO, J.I. (1991). «Sociologia del Deporte. Configuracién de un Campo». Revista de Educacién, n° 295. Bourpieu, P. (1978). «Sport and Social Class». 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