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13, CASO DE HAYA DE LA TORRE Fallo de 13 de junio de 1951 El caso de Haya de Ia Torre entre Colombia y el Peri, con Cuba como part interviniente, fue sometido ala Corte en las siguientes circunstancias: En un fallo dictado el 20 de noviembre de 1950, la Corte habla definido las relaciones juridicas entre Co- Tombia y el Peri respecto a las euestiones que esos Estados Te hablan sometido en relacién con el asilo diplomatic en general en articular, con l alo concedido los dias 3 y 4 de enero de 1949 por el Emba- Jador de Colombia en Lima a Vietor Rail Haya de la Torre; la Corte habia juzgado que, en ese caso, el asilo no habla sido concedido de conformidad con la Con- vvencién sobre el aslo firmada en La Habana en 1928. Después de haberse dictado el fallo, el Ped pidié a Colombia que lo ejecutara y que pusiea fin, mediante Ta entrega del refugiado, a una proteccién’indebida- mente concedida. Colombia respondié que la entrega {el refugiado no s6lo incumpliria el fallo del 20 de noviembre, sino que, ademis, violaria Ia Convencién de La Habana, y, a su vez, inco6 un procedimiento ante la Corte mediante una soliciud presentada el 13 de diciembre de 1950. En su solicitud, y durante el procedimiento, Colom- bia pidié a la Corte que determinara el modo de ejecu- tar el fallo del 20 de noviembre de 1950 y, ademas, que declarara que, en la ejecucin de dicho fallo, no estaba ‘obligada a eniregar a Haya de la Torre. Por su pate, el Pera pidié igualmente a la Corte que dijera de qué ‘modo debia ejecutar Colombia el fllo; ademas le pidid ‘que rechazara la conclusion de Colombia tendente a {Que se resolviera, sin més, que no estaba obligada a ‘entregar a Haya de la Torre y, en segundo lugar, que ‘eclarara que el asilo debia haber cesado inmediata- ‘mente después del fallo del 20 de noviembre y debia, fen todo cas0, cesar sin mis demora, a fin de que 1a Justicia peruana pudiera reanudar su curso normal, que habia quedado suspendido. En su fallo sobre el caso de Haya de la Torre, la Corte declaré Por unanimidad, que no formaba parte de sus fun- clones jurisdiccionales escoger entre los diversos mo- 4dos poi los que podia ponerse final asilo; Por 13 votos contra 1, que Colombia no estaba obli- ‘gada a entregar a Haya’ de la Torre a las autoridades peruanas; Por unanimidad, que el asilo debia haber cesado una vez pronunciado ei fallo del 20 de noviembre de 1950, y que debia finalizar. En su fallo, la Corte examina, en primer lugar, la admisibilidad de la intervencién del Gobierno de Cuba. Ese Gobierno, valigndose del derecho que confiere el Esatuto de la Corte a las partes en una convencién ‘eye interpretacin se haya Solicitado, habia deposit ro do una declaracién de intervencién, en la cue expresa- 'ba su punto de vista respecto a la Interpreacién de la Convencién de La Habana. E! Gobierno del Peri man- {avo gue itervencin ea namie pr se tala Y porgue constituia més bien un intento de recurso por parte de un tercer Estado contra el fall del 20 de Viembre. A ese respect la Corte recordé que toda in- tervencién es un incidente procesal; por consiguiente, luna peicion de intervencién s6lo adquiere ese cardcter si se refiere efectivamente al objeto del procedimiento de que se trate, El objeto del presente caso 2s una cues- ti6n nueva —la entrega de Haya de la Torre alas auto- ridades peruanas—, cuestin que habia quedado com- pletamente fuera de las peticiones de las partes y sobre Ta que, por consiguiente, no se habia pronunciado el fale de 20 de novi. En eas condiciones, queda ‘por saber sila intervencidn tiene por objetc Ia interpre- facia de la Convencién de La Habana respecto a la cuestiGn de si Colombia estaba obligada a entregar al Fefugiado: como, segin el representante del Gobierno de Cuba, la intervencién tenia por fundamento la nece- Sidad de interpretar un aspecto nuevo de la Convencién 4e La Habana la Corte decidié admitrla. La Corte procede seguidamente a examinar el fondo 4el asunto, Toma nota de que las dos partes le pregun- tan cémo debe ejecutarse el fllo del 20 de noviembre. Ese fallo al decidir sobre la regularidad del aslo con- ‘edido, se limit6 a defini las relaciones de derecho ‘gue la Convencién de La Habana habla establecido al respecto entre las partes; no daba ninguna instruccién alas partes, y s6l0 entraiaba para ellas la obligacion de cumplirlo, Ahora bien, la forma dada por las partes asus peticiones muestra que pretenden cue Ia Corte tescoja entre los diversos modos de poner fin al asilo. sos diversos modos estin condicionados por elemen- {os de hecho y por posibilidades que, en gran medida, s6lo las partes estin en condicion de apreciar. La elec- tidn no puede basarse en consideraciones juridicas, sino soloven consideraciones de cardcterrractico 0 de ‘oportunidad politica. Por consiguiente, nc entra en la funcién judicial de Ta Corte efectuar esa eleccién, por To.que no puede acceder a las peticiones de las partes al respecto, En cuanto a la entrega del refugiado, se trata de una cuestign nueva, sometida ala Corte slo ex la solicitud del 13 de diciembre de 1950 y que, por consiguiente, no fue decidida en el fallo del 20 de noviembre. Segin Ta Convencién de La Habana el asilo diplomético, me- dida provisional para la proteccién temporal de delin- {euentes politicos, debe cesar tan pronto como sea posi- bie; sin embargo, Ia Convencién no da una respuesta completa ala cuestiOn de saber cémo debe cesar. Para Tos delincuentes de derecho comin se prevé expresa- ‘mente Ia entrega a las autoridades locales. Para los de- Tincuentes politicos se prevé la concesin de un salvo- ‘conducto para que abandonen el pais. Sin emt s6lo puede exigirse un salvoconducto cuando el asilo se haya concedido o mantenido regularmente y cuando 1 Estado territorial exija que el refugiado abandone el pals, Para los casos en que el asilo sea iregular o en {Que el Estado territorial no exija nada, la Convencion no contiene ninguna disposicién. Concluir de es silen- ‘i a obligaciou de entrega seria contrario al espritu 4e 1a Convencién, conforme a la tradicién Iatinoameri- ‘ana en materia de aslo, con arreglo a la cual un refu- giao politico no debe sr enregato, No exit en ea ttadicién una excepeion en caso de asilo irregular. Para abandonarla, se habriarequerido una disposicidn con- ‘vencional expresa; el silencio de la Convencién impli a que se ha querido dejar la solucién de tales situacio- nes a decisiones inspiradas por consideraciones. de convenienciao de simple oportunidad politic. Es cierto que, en principio, no hubiera debido opo- nerse el asilo a ia accidn de la justicia nacional, y que Ia seguridad derivada del asilo no puede interpretarse ‘como una proteccién contra las leyes y a jursdiccién de los tribunales legalmente constituids. La Corte lo eclaré en su fallo del 20 de noviembre. Pero algo ‘completamente diferente seria la obligacion de entregar ‘un acusado politico en caso de asilo irregular. Se tratariaentonces de una asistencia positiva a las aut dades locales en su persecucion de un refugiado polit 0, lo que rebasaria con mucho las conclusiones de la Corte en su fallo del 20 de noviembre; esa asistencia sélo podria admitrse si estuviera expresamente previs- {ta en la Convencién. En cuanto al caso de Haya de la ‘Torte, la Corte constaté en su fallo del 20 de noviem- bre, por una parte, que ino se habia demostrado que antes de la concesién del asilo se le hubieraacusado de delitos de derecho corain; por otra pare, el asilo no se le habia concedido de conformidad con la Convencién Por consiguiente, y en vista de cuanto antecede, Co- 28 Tombia no esté obligada a entregarlo alas autoridades peruanas, La Corte examina seguidamente Ias conclusiones del Peri, relaivas al cese dl aslo, cuyo rechazo ha soici- {ado Colombia. La Corte constita que el ‘allo del 20 de noviembre, en el que se declaré que el asilo se habi ‘concedido de modo iregular, entra una consecuencia Juridica: la de poner fin a esa irregulardad haciendo ‘cesar el asilo. Por lo tanto, el Peri tenia derecho a pedir ese cese; sin embargo, el Pera afiada que el aslo ‘ebia. cesar “a fin de que la justicia peruana pueda ‘su curso normal”. La Corte no puede aceptar ‘esa adicién, que parece implicar una petciGn indirecta ‘de entrega del refugiado. La Corte llega, pues, ala conclusign de que el asilo be cesar, pero Colombia no esté obligada a cumplir esa obligacion mediante la entrega del refugiado. Esas dos proposiciones no son contradictorias, pues la entte- {ga no es el nico modo de poner fin al asl. Habiendo definido asi, de conformided con la Con- vencidn de La Habana, ls relaciones de derecho entre las partes respecto a las cuestiones que se Ie han plan- teado, la Corte declara haber cumplido su misin. puede dar ningin consejo prictico en cuanto al camino ‘que convenda seguir para poner fin al asilo, pues a Hacerlo ebasaria el marco de su funciéa judictal. Sin embargo, cabe presumir, ahora que se han precisado sus relaciones juriiasrecigrocas, que spats ein fen condiciones de hallar una solucion prictica y s factoria insprada en las consideraciones de cortesia y de buena vecindad que en materia de aslo siempre han tenido un lugar prominente en Tas relaciones entre las repiblicas latinoamericanas

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