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1 Por qué formar valores! En el presente capitulo se pretende reflexionar brevemente sobre el efecto ambiental, cultural y social que ha provocado la indiferencia, la ineptitud y la falta de responsabilidad de quienes en el mundo han afrontado el compromiso de promover una educacién en valores, que representa uno de los fines mas nobles e impostergables de la educa- cin actual, sobre todo frente a los retos que debera asumir una edu- cacién que ha permanecido postrada ¢ inerte no tanto en el umbral de un final de siglo, sino ante el umbral de su dignidad. Los intentos del hombre por analizar la formacion de valores han sido diversos y desde épocas inmemorables, especialmente en el terre- no de la abstraccién y la filosofia, sin influir de manera significativa en el continuo proceso de degradacién moral de la sociedad contem- pordnea, representado por el aumento desmesurado de violencia, drogadiccién, suicidios, xenofobia, intolerancia y corrupcién, asi como por graves conflictos politicos, religiosos y econdémicos que agobian a la humanidad y que ponen en riesgo no sélo el respeto por la digni- dad de todo ser humano, sino también la vida misma. Por lo anterior, se ha llegado a afirmar que la humanidad nunca ha estado tan alejada de los valores como ahora y, ala vez, nunca se ha * Parte de este tema fue presentado en la ponencia “Talleres vivenciales para la formacién de valores: una propuesta para el trabajo con grupos interculturales”, en el evento internacional Estrategies for Understanding the Latino Behavior Community, or- ganizado por el Latino Behavioral Health Institute, celebrado el 8 de mayo de 1998 en Los Angeles, Californi 23 encontrado tan necesitada de éstos; por ello consideramos que el Ila- mado nuevo orden mundial debe implicar cambios referidos no slo a lo econémico, politico e industrial, sino también de caracter cientifi- co, educativo y social; asimismo, debe conllevar una profunda reflexion sobre el conocimiento del desarrollo humano y su vinculacién con los problemas que se vislumbran para los primeros aiios del siglo XX1, teniendo como centro de gravedad la responsabilidad de la conducta humana en cuanto a la convivencia arménica con todo lo que tiene vida en el planeta. El tema de los valores es un problema acerca de la responsabilidad. humana y el significado.del hombre-en su interaccidn con el mundo Guetorodea, entre fo que es 0 lo que deberia ser; M10 Sdlo €S un pro- blema, sino “el problema” por excelencia de los dilemas humanos. Ello ha provocado que, en el nivel internacional, tanto la politica como la educacién deban replantear sus objetivos, prioridades y métodos de trabajo, de manera que a tiltimas fechas la Unesco y otros orga- nismos internacionales han declarado que los fines educativos del hombre deben dirigirse, de modo impostergable, en primer término hacia la educaci6n moral y en segundo hacia el desarrollo de valores y actitudes (Marin-Ibdiiez, 1987; Rassek y Vaidenu, 1987). Lo anterior ha Ilevado a concluir que es necesario un cambio in- minente en los compromisos y acciones educativas que generen nue- vos conocimientos y promuevan la ejecuci6n de estrategias, métodos y técnicas novedosas que complementen y fortalezcan una verdadera formacién sistematica ¢ integral de la sociedad, de modo que surjan profesionistas y politicos verdaderamente responsables y sensibles a los problemas de su entorno. En el ocaso del siglo XX, la formacion de valores fue un acertijo no resuelto, ya que el hombre, en su incesante afan por entender y encontrar soluciones a este complejo y subjetivo problema, sélo ha hallado un profundo y confuso desacuerdo que incluye desde propues- tas religiosas hasta cientificas, pasando por soluciones magicas. Para- déjicamente, lo magico esta en Ja educaci6n, en virtud de que es el area en la que mis claro se deberia tener el concepto de valor, asi como mejores técnicas para su configuracién en el humano, como lo requieren los fines, los objetivos y las politicas de la educaci6n, todo ello respaldado por los lineamientos de la Constitucién (en los pun- tos referidos a educacién y desarrollo social) ; sin embargo, salvo esca- 24 umas explicitos y bien definidos para integraran “por arte de magia”. La profunda ignorancia de la educacién moderna sobre estos te- mas ha creado una de las paradojas mas alarmantes de finales de si- glo, que se denomina el sindrome del analfabetismo moral, ya que mien- trasrinde culto ala informacion y al simple conocer, no da importancia ala sabiduria ni al desarrollo de la conciencia; ademas, dicha educa- cién ha mostrado insensibilidad ante una de las mayores urgencias de hoy en dia: producir seres responsables, comprometidos y criticos de su papel ante las verdaderas necesidades humanas. Por si fuera poco, esa miopia intelectual que sufren tanto los académi- cos como los politicos de la educacién ha impedido ver con claridad y reconocer que para los proximos 50 afios el tema de la formacion de valores se convertira inevitablemente en un asunto de superviven- cia para la raza humana, como lo afirma Kirschenbaum.? La Unesco (1983) reconoce que la tecnificaci6n y el desarrollo tecnoldgico po- drian contribuir a desajustes sociales; a estas alturas se ha confirma- do que el futuro no se podra conquistar con industrializacién y tecno- logia, como durante mucho tiempo se nos ha querido convencer; mas bien, la nica via para permanecer en el mundo, con cierta dignidad, sera mediante una comprometida educaci6n en valores. Por ello, en los inicios del tercer milenio, nuestra permanencia en el planeta de- penderd en gran medida de qué tan capaces seamos ahora de aplicar los conocimientos cientificos sobre valores a nuestra vida cotidia- na. La propuesta anterior podria parecer esperanzadora, si no fuera porque no es posible aplicar lo desconocido, es decir, aunque parezca increible, en la actualidad no contamos con teorias cientificas depu- radas sobre la formacién de valores, en virtud de que la investiga- cin cientifica relacionada con este campo es relativamente nueva y no ha terminado de consolidarse para dar un adecuado sustento a una metodologia confiable e integral. Debido a ello, muy pronto se- guramente veremos ins6litas aberraciones de la conducta humana que sobrepasaran con mucho lo visto hasta hoy, por lo cual nuestra indiferencia hacia una auténtica formacion de valores, asi como * Kirschenbaum, en F, Palacios (ed.), “La ensefianza activa de los valores en el aula”, Revista Mexicana de Pedagogia, aio VI, nim. 21, enero-febrero de 1995, México. 25 nuestra soberbia, ignorancia y falta de compromiso, deberan pagar un alto precio. Debemos entender que toda educaci6n en sus elementos ideolé- gicos formaliza y se ocupa de los valores, de manera que si la escuela no se propone explicitamente una educacién en valores se estar simu- Jando educar (como que se “quiere educar”). Aqui es conveniente recor- dar que la simulaci6n es la antitesis de la busqueda de la verdad... en sintesis: en educacién no es valido hacer como que queremos formar a hombres justos, responsables y comprometidos (Schmelkes, 1994) para la educaci6n oficial; formamos 0 no formamos en valores. A es- tas alturas es inadmisible no contar con programas bien fundamenta- dos en materia de valores; menos atin, cuando en todos los sectores de la sociedad se ha venido padeciendo la tan lacerante serie de conse- cuencias negativas que ello nos ha traido. En los tiltimos aiios parece insinuarse —cada vez ms claramente— que si no ensefiamos a nues- tros hijosy escolares a ver més alla de si mismos, sino cambiamos nuestro concepto de educacién, el mundo seguira irremediablemente caminan- do hacia una catastrofe (Labaké, 1986). Por otra parte, es interesante advertir que mientras los valores, la moral y las actitudes son referencias obligadas de los discursos politi- cosy autoridades de educaci6n, en los planes y programas de estudio no se encuentran de manera explicita y en Ja accién educativa repre- sentan un espacio vacante. E] complicado problema de la formacion de valores en la educa- cién se vera agudizado al maximo en los proximos aos, hasta llegar auna situacion de tal crisis social que ocurriran problemas tan com- plejos como los que ya se pueden apreciar en las sociedades mas “avanzadas”. Algunos datos que muestran dichas tendencias se ven en los indices de homicidios, suicidios y nacimientos fuera del ma- trimonio entre jévenes de 15 a 25 afios (figura 1.1), en los que la reali- dad supera a la ficcién y alcanzaran niveles insospechados para el hombre de hoy; por ejemplo: hasta hace pocos aiios se cometian crimenes por poder, yvenganza, defensa territorial, alimentos, etc., pero hoy en dia se asesina slo por el placer de matar; hace algtin tiempo, los delitos en general tendian a cometerlos personas de edad “adulta” en promedio, pero recientemente los cometen jévenes y adolescentes (figura 1.2). En la actualidad se pueden observar ver- daderas bandas organizadas de nifios de la calle (y en la calle) que 26 wa 1.1, Cambios en as tasas na de homicidios, suicidios y io entre nales (Estados Unidos) del 101 25 Homicidios «—e Suicidios = o—~o Nacimientos =—a Tasa de mortandad para varones blancos, de 15 a 24 alos (en miles} 1914 1934 1954 1974 = 1988 Afios ‘asa de natalidad para mujeres blancas, de 15 4 24 afios (en mites) * Grafica presentada por Edgard A. Wynne en la ponencia “La educacién moral en las escuelas”, en el Foro Internacional de Educaci6n y Valores, IFTE-UNESCO, mayo 25-27 de 1994, México, D. F. Tomado de 8. Coleman y T. Husen (1984), Becoming an Adult in a Changing Sociely, Paris, CODE, Centro para la Educacién y la Innovacién Educativas. practican toda clase de ilicitos, los cuales van desde robos menores hasta consumo y trafico de drogas, ademas de prostituci6n y otros; hoy en dia se encuentran por miles en los paises latinoamericanos, cifra que tiende a aumentar de manera desmesurada no sélo por la 27 Figura 1.2. Numero de arrestos por cada mil personas, por edades, en Estados Unidos* 140 130 120 110 100 90 80 70 60 50 40 30 20 ce De 14.4 17 afios De 18 a 24 afios De 25 a 34 afios Numero de personas por cada grupo (en miles) 0 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 19851988 Afios * Grifica presentada por Edgard A. Wynne en la ponencia “La educacién moral en las escuelas”, en el Foro Internacional de Educacién y Valores, IFIE-UNESCO; mayo 25-27 de 1994, México D. F. Tomado de S. Coleman y T. Husen (1984), Becoming an Adult in a Changing Society, Paris, CODE, Centro para la Educacién y la Innovacién Educativas. crisis econémica, politica y social que vivimos, sino fandamental- mente por la grave crisis de valores implicita, denominador comin en los problemas del hombre moderno. Asimismo, los retos que tendra que enfrentar la educaci6n del siglo XXI incluiran un medio ambiente extremadamente degrada- do. Si bien la conducta destructora o antiambiental se remonta a épocas prehist6ricas (Corral-Verdugo, 1990), hoy en dia s6lo hay que echar un vistazo a las consecuencias de la excesiva tecnificacién e industrializaci6n de la vida moderna sobre la biosfera, manifestada por un progresivo sobrecalentamiento del planeta, descongelamien- tos importantes de los polos, acelerada desertificacion de tierras de cultivo y bosques, niveles por encima de los tolerables de contami- 28 nantes en el aire, i les, escasez y contaminacién del agua potable, asi como hoyos en la capa de ozono cuyas dimensiones alcanzan ya el tamafio de toda Europa (Barona y Ceja, 1992; Esteinou, 1995). Como se observa, es altamente preocupante el estado de deterioro que guarda nuestro entorno, lo cual nos lleva a la creencia —al interpretar el pensa- miento de Teilhard de Chardin— de que la naturaleza que te cred sin ti, no te salvara sin ti. A lo anterior cabe agregar el nuevo “reordenamiento” econé- mico, politico, tecnolégico y cultural conocido como globalizacién, asociado a las politicas de corte neoliberal adoptadas por los pai- ses desarrollados para ser impuestos a los subdesarrollados, a los cuales hacen creer que es la nica manera de enfrentar la crisis que viven; sin embargo, con ello slo logran profundizar la histéri- ca situacion de dependencia de los paises subdesarrollados hacia los desarrollados. Tal situacion seguira generando, entre muchas otras cosas, un proceso de “desterritorializacién” de la cultura, ala par de un marcado debilitamiento de lo que conocemos como cul- tura nacional conforme ésta se convierta en “objeto mercadeable” (Bertussi, 1995). Por otra parte, en los medios de comunicacién salen patrones cul- turales, al mismo tiempo que entran otros, trayendo consigo diferen- tes estilos de comportamiento, asi como nuevas formas estandariza- das de consumo. Todo ello altera progresivamente nuestras formas tradicionales de actuar y pensar, ademds de nuestros sistemas de creen- cias mas arraigados, que son nuestros valores; esto obliga a coexistir con distintas formas de pensar en un clima de competencia, des- personalizacién, pérdida de identidad, individualizacién, etc. Con todo ello se crea un ambiente de ambigitedad y vaguedad de valores, cuya manipulacién y relativizacién extrema podria seguir ocultando y justificando la verdadera intencién de seudorrecolonizacién eco- némica y cultural de Latinoamérica. Esto ha sido impulsado por una mecdnica que dicta el “libre” mercado, cuya dinamica determina e impone su propia escala de valores, la escala del marketing, también conocida como de la calidad y la excelencia, basada en valores mate- riales y empresariales, “sutilmente sugerida” desde altos puestos ad- ministrativos, incorporada con rapidez a la educacién privada y la- mentablemente adoptada por algunas instituciones de educacion clerada extineién de especies animales y vegeta- 29 pablica. Lo anterior se podria traducir no como un crecimiento y homogeneizacién de valores, como se quiere hacer pensar, sino como un agravamiento en la crisis de valores preexistente, como afirman corrientes de pensamiento humanistas y existencialistas. Tal situaci6n esta provocando, entre otras cosas, una desestabilizacién de la perso- nalidad con una “florida” variedad de sintomas, que en gran parte podrian ser el origen de algunas conductas, francamente patol6- gicas, que protagonizan los altos indices de delincuencia en la ac- tualidad. El desarrollo social integral de los paises latinoamericanos esta sostenido por la falsa expectativa contenida en los discursos de nues- tros politicos, en los que aseguran que el crecimiento econémico de las naciones es la base de dicho desarrollo social. Es urgente poner- nos a pensar con responsabilidad acerca de que si las tendencias de industrializacion, consumo y competencia del mundo moderno no son reorientadas en el corto plazo hacia una convivencia armonica con el entorno, la educacién y otras disciplinas humanistas habran terminado por demostrar sus limites, ineficacia e ineptitud para enfrentar sendos problemas. Como es bien sabido, “el crecimiento econdémico no asegura automaticamente la equidad social, ni la elimi- nacién de la pobreza, ni la preservacién del medio ambiente” (Yarza- bal, 1998). Por ello, debemos generar una profunda reflexién acerca de qué valores se han de promover, cuales son las razones y fundamentos que los justifican, asi como cual debera ser la metodologia mas id6- nea y quiénes los indicados para formarlos, sugeridos mediante un diagnéstico cientifico-humanista bien definido, empleando como ins- trumento de trabajo una metodologia confiable que haya mostrado su eficacia y avalada por expertos en el campo. Finalmente, esnecesa- rio reiterar la conveniencia de que tanto la evaluaci6n, el diagnéstico y la aplicacién de metodologias los realice personal bien capacitado tanto académica como profesionalmente. En resumen, no se podra pensar en un verdadero desarrollo social sila educacién no se ha propuesto una profunda reforma que impli- que aceptar en los hechos su responsabilidad y compromiso para crear una infraestructura, tanto tedrica como metodolégica, con el fin de formar valores que vayan més alla de repetir simple informacién o teoria sobre ellos 30 Por lo mencionado, concluimos que es impostergable el compro: miso que debe tomar ka cducacidn y la politica en materia de forma- cin de valores, la cual requiere ser auténtica y que tenga como pro- posito no preparara simples estudiantes con informacién sobre justicia y moral, sino mas bien a hombres justos y con acciones morales, en virtud del inaplazable compromiso de la educacién con el siglo XXI, que ya estamos viviendo.

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