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Conjunciones Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Ensayos y errores Mario Waserman a N Waserman, Mario Aproximaciones psiccanaliticas al juego y al eprendizaje : ensayos yerrores - 1a ed. - Buenos Aires : Centro de Publicaciones Educativas y Material Didactico, 2008. 280 p. ; 22x15 cm. (Conjunciones) ISBN 978-987-538-221-3 41. Psicoandlisis. |, Titulo CD 150.195 Coleccién Conjunciones Directora: Marcela Pereira Correccién de estilo: Susana Pardo Diagramaci6n: Patricia Leguizamon Disefio de portada: Analia Kaplan 1° edicién, agosto de 2008 © Noveduc libros del Centro de Publicaciones Educativas y Material Didactico S.R.L. Av. Corrientes 4345 (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina Tel.: (54 11) 4867-2020 - Fax: (54 11) 4867-0220 E-mail: contacto@noveduc.com / www.noveduc.com Ediciones Novedades Educativas de México S.A. de C.V. Instituto Técnico Industrial # 234 (Circuito Interior) Oficina # 2 - Planta Alta (Ref: Metro Estacién Normal) Colonia Agricultura. Deleg. Miguel Hidalgo México, D. F. - C. P. 11360 - Tel/Fax: 53 96 59 96 / 53 96 60 20 E-mail: novemex@noveduc.com - info@novemex.com.mx LS.B.N. N° 978-987-538-221-3 ‘Queda hecho el depésito que establece la Ley 11.723 Impreso en Argentina - Printed in Argentina No se permite la reproduccién parcial o total, ol almaconamionto, ol alquilor, la transmision o la transforma- cién de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electronica o mecanico, mediante fotoco- pias, digitalizaci6n u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccién esté penada por las loyes 11.723 y 25.446. Capiruro 5. El primer Yo... 135 Capituo 6, Ser nifio hoy..... ac ESF, CarirtuLo 7, Juego y aprendizaje ... 177 El decir de los nifios... 193 Cariruto 9. Sobre el fracaso escolar... 2» 217, Cariruto 10. Depresién, defensas manfacas y trastornos de la atencién .... 087 Cariruro 11. EL objeto de la atencién .... eai251 BrB.ioGraria..... £0273 Copyrighted material ee] ~=Prélogo i Ambigua condicién la del prélogo, tan al principio y tan al final. Sobre todo cuando el que lo hace no esté en la posicién del autor, no lo es, pero tampoco en la del lector corriente. Es una suerte de “primer lector”, con Ja responsabilidad de cuidar y no arruinar la lectura de los demas. {Hay quien lo pensarfa como un “representante”, un “delegado” de todos los lectores posibles? Pero, al igual que cualquier otro “todo”, aquel de los “lectores posibles” es abierto por definicién, lo cual malogra cualquier pretensién de representatividad en el sentido més o menos clisico. No hay, parece, un lugar c6modo para el que prologa. Y encima de todo, es preciso que sea discreto, no invada el espacio protagénico del texto que precede: apenas unos subrayados, y un desvanecimiento. Su tiempo es corto, ademds de entrar a destiempo, cuando cl libro no ha empezado, cuando nadie ha empezado a lecrlo atin. 7 J Acroximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Es en esta amacronfa que quiero detenerme: el prélogo no puede ser escrito junto con lo que viene a prologar ni al principio, inauguracién de una secuencia, tal como viene a figurar, un antes escrito después.' Es posible elegir, su firmante, entre una modalidad enunciativa que borra las huellas del libro en el prdlogo, adoptando un tono académico que procura un efec- to de neutralidad, un compromiso sélo intelectual, una posicién de sobrie- dad descriptiva, o dejar resonar en él el impacto del libro, impregnarse del perfume de lo que se leyé, la implicacién subjetiva del prologador que sabe hacer que el texto se prolongue en lo que él escribe. Esta segunda opcién es la més acorde con la manera psicoanalitica de pensar. Después de Derrida, nos es mas facil precisar el estatuto del prdlogo en términos de s#plemento (posicidn que se arruina cuando se dedica a la vana redundancia —jibarfstica, por demds— de resumir el libro, como esos avances demasiado detallados que nos cuentan la pelicula. En tanto suple- mento, le tocan funciones bien prdcticas: acomodar al lector en lo que va a leer, tejer un cierto contexto, acompafiar la soledad del texto, ayudar al desplicgue de la intertextualidad que es el medio de aquel, lo que le pro- vee aire, dar la bienvenida, trompeterfa de la obertura que anuncia lo que est por aparecer. E introducir otros lectores posibles, liberar al prologado del encierro de lo “especializado”. En el caso de este caso, el de lo que firma Mario Waserman, éste no es un puiio secundario. Prélogo en accién Antes que nada, antes -sobre todo- que lo de “psicoanilisis”, éste es verdaderamente un libro, més all de la factura de su composicién. No es algo que solamente viene en formato de tal (lo que tantas veces sucede y, en el caso del psicoanilisis, demasiado). Esto quiere decir, no depende del eventual deseo de Mario Waserman -como dirfa Lacan- “yo también quiero publicar un libro”. Esto es: ha cobrado vida propia, es posible dis- frutar su lectura en el plano del pasatiempo, olvidandose del “tema”, del “contenido”; si uno se interna en él, hay aventura, curvas inesperadas, se lee lo que no se prevefa leer. Esto aunque uno empiece a leer un capitu- lo que en sus primeros desplicgues parece remitirse a lo bien conocido; Is Ricardo Rodulfo | Prélogo I se sigue y llega la pagina nueva, la senda no transitada, se quiebra lo que hubiera podido ser una secuencia socorrida. Tiene entonces todo-eso-lo- primero que se le exige a un libro, algo dificil de poner en palabras por- que hace a su miisica: ritmos, toques que vuelven atractiva una melod{fa que pudo sonar convencional, “eso” que late, que funciona. Dicho de otra manera, esta escrito desde lo que Mario Waserman llama vértice psi- coanalitico (lo que por mi parte nombro como actitud psicoanalitica) que no es lo mismo que, desde tal 0 cual teoria, el psicoanilisis como manera de pensar. Esto se aprecia facilmente en el hecho de que el paisaje del libro no est saturado de jerga técnica o conceptual, no se pone el piloto auto- mitico de un sistema tedrico para disimular la indigencia de ideas propias. Clara filiaci6n en Theodor Reik y en Winnicott, sea Mario Waserman consciente o no de ella. En consecuencia -si bien no es del género de la divulgaci6n, si bien aborda puntos bien especificos de la practica psicoa- nalitica— esta abierto a todo el que trabaje en ciencias humanas, muy en particular al del campo de la educacién. No necesita terminologfa esta- blecida y cristalizada para pensar lo complejo. (Otro matiz raro se lo da el que no suena como opera prima; no ten- dria que ser el primer libro de Mario Waserman —quien, tiempo ha, habia frecuentado el cuento-? y éste es también un libro de cuentos cortos.) Exceso de pudor del autor que tanto desearfamos para tantos otros “auto- res” de libros de psicoanilisis que sélo son libros de psicoanilisis. Punto éste; ¢] que aquf introducimos no ¢s un libro de psicoanidlisis, es un libro que piensa con el psicoanilisis, y echando mano a otros pensamientos, por lo demas. No es un texto cerrado en torno a un vocabulario estereotipa- do, no tiene fronteras precisas, ni entre las distintas corrientes psicoanali- ticas, ni con respecto a otros discursos y disciplinas. Ejemplo: apenas echado a andar, en una introduccién que introduce la funci6n capital del jugar en la subjetividad humana, un gesto de sencillez digna de Winnicott, propone una articulaci6n inmanente jugar-ser. La sola aparicién de este término disipa la amenaza de que lo Itidico quede administrado por alguna de las —metafisicas— metapsicologias psicoanalfti- cas, lo libera de una servidumbre teérica para ponerlo en relacién con lo mis interrogativo, si tenemos en cuenta que, a partir de Nietzsche y de Heidegger, la cuestion del ser quedo liberada de cualquier sistematizaci6n 9| J Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje ontolégica totalizadora y clasificatoria. Ni hablar de lo lejos que esto nos lleva de la “técnica” del juego subordinada a la palabra y a una “simboli- ca” trascendental. Y esto aunque no siempre Mario Waserman asume claramente cuanto su posicién se distancia de lo que venimos deconstruyendo como psico- anilisis tradicional,’ y puede incluso invocar retéricamente “el genio de Freud” como si el motivo del “genio” pudiera explicar algo. Mario Waserman pertenece a esa generacién que comenzé a asomar en la segunda mitad de los sesenta. Co-autor, junto con nada menos que Marité Cena y Mariltt Pelento, de ese inolvidable trabajo Niéfios de dificil diagnéstico, ponia de relieve las impasses de toda psicopatologia en cuan- to a su pretensién totalizadora. Formado muy rigurosamente en Ia teoria Kleiniana justo cuando la irrupcién en nuestro medio de Ja obra de Lacan iba a desarticular su hegemonjfa y la de un “freudismo” mis bien conser- vador. Como algunos otros, aproveché esas transiciones y convulsiones (crisis de la A.P.A. en 1970) —fuera esa su “intencién” o no- para irse for- jando una posicién pluralista ¢ independiente, renuente al dogmatismo de una “linea” tedrica. El limite en muchos de estos casos ha sido contentar- se con la ganancia —que no es poca~ de ese pluralismo; hace falta un paso mis. Silenciosamente —desde su lugar de conducci6n en el grupo Referencia Buenos Aires (y aqui era bien consciente la sustitucion de Londres 0 Paris)- fue sobrepasando el simple pluralismo teérico aproximandose a Derrida, a Deleuze, a Lewkowicz, asi como a producciones psicoanaliticas indepen- dientes, como la de quien firma este prdlogo. Hay que apreciar hasta qué punto el texto de Waserman se aparta del psicoanilisis de nifios como psicoanilisis aplicado, al que se le aplica una u otra doctrina establecida en la practica con pacientes adultos. Eso hace al lugar prioritario de cuanto se refiere al juego y al jugar a lo largo del libro... incluyendo sus enfermares. No hay mejor punto de partida para- una (re)consideracién de la subjetividad humana en su emergencia y re emergencia: los nifios -los bebés— “saben” jugar, sin necesidad de un adul- to que se los “ensefie”, incluso saben arrastrar a la Otra o al Otro a jugar. El movimiento del libro sigue también los de un desplazamiento evi- dente en la clinica -frecuencia de consultas~ para quienes venimos en ella desde hace cuarenta y tantos aiios: la solicitacién cada vez mayor —perso- [10 Ricardo Rodulfo | Prélogo I nal, familiar, escolar- de ayuda e intervenci6n psicoanalftica para todo lo que confusamente se agrupa como “trastornos de aprendizaje”, campo del cual en otro tiempo el psicoanilisis se autoexclufa, particularmente en lo que concierne a reflexién y trabajo de conceptualizacion. En nifios y adolescentes, es un “sintoma” de “nuestro tiempo”, “casualmente” sin- crénico con la irrupcién de una nueva escritura —imagen digital, disposi- tivos tele-tecno-medidticos, intensificacién inédita de un espacio virtual de no presencia-, algo sabemos indisociable de radicales mutaciones sub- jetivas, segiin ya quedara demostrado por los efectos de la escritura foné- tica y de la imprenta. Y aqui nuevamente el libro. El libro consigue en muchas de sus paginas hacernos olvidar de qué disciplina se trata, psicopedagogia, psicologia evolutiva, psicoanilisis... Hay alguien pensando con esos y otros recursos y referencias. Abundan las operaciones silenciosas, no proclamadas (con riesgo de equivocos): por ejemplo, la ruptura con el paradigma mondadico de la filosofia y la psicologia “individual”, que ingresé tranquilamente al psicoanilisis a través de Freud y culminé en el endocentrismo idealista de Melanie Kicin. En cambio, Mario Wascrman trabaja siempre en el 4mbi- to del entre gestado en la generacién que tuvo en Winnicott y en Lacan sus cabezas més a la vista. Saliendo del Prélogo Si uno lo quisiera, el capitulo VI, “El nifio, hoy”, es un caso testigo de este otro psicoandlisis por el que hoy trabajamos, més all4 de las consig- nas medidticas sobre “el tercer milenio”, que naturalizan, no sin necedad, convenciones cronolégicas. El capitulo bien podria llamarse “El psicoandlisis (de nifios), hoy”, “El psicoanilisis nucvamente, hoy”, inclusive. El examen de la situacién sub- jetiva -en lo mitico, lo histdrico, lo politico, lo institucional, lo familiar, imaginarizante-imaginarizado— del nifio que aqui se despliega no se podria concebir en los tiempos, digamos, de Arminda Aberastury, pero tampoco en los tiempos atemporales —“estructuralistas” o no- del psico- andlisis de costumbre, donde toda la escena gira en la érbita “del Edipo” (0 del narcisismo y del Edipo) y se pretende y presupone que toda aque- [proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje lla conmocién “social”, “tecnolégica”, etc., daria apenas una colocacién periférica a la subjetividad, ajena en lo esencial a un inconsciente “des- centrado” de la consciencia y del Yo, pero bien centrado en el orden familiar, ora més empirista, ora “estructural”, vale decir, trascendental. Nada de esto gobierna aqui. El cuidado con que se inventarian acon- tecimientos de mudanza se acompasa con una hipotesis implicita de que todo eso afecta e impregna lo que rutinariamente se llama “lo incons- ciente”, no corresponde a un “secundario”, el clasico circulo concéntri- co contorneando un “primario” familiar. El inconsciente “tiene” play- station, Internet, amigos, mensajes de texto... Mario Waserman lo enuncia sin estridencias, como si fuera de suyo. Pero no ¢s asi -por cso Icvantamos un poco cl tono. Para que se note-. Es éste, efectivamente, un libro mucho més nuevo y de apertura de lo que se nota. A la inversa de lo que posa de nuevo como efecto de mar- keting, apelando a un vocabulario altisonante que sorprende a poco andar por su fondo eminentemente conservador. Tampoco vociferamos ninguna “revolucién”. Sencillamente, es un libro de cambio. El estudiante, el colega joven que a él apele, no estaré expuesto a ningiin alineamiento. Apenas a tratar de sostener una actitud de pensar, aarreglarselas “viviendo” en el vértice; el psicoandlisis no como corpus, sino lugar desde el cual interrogar ¢ intentar hacer ms plena nuestra existencia. Ricardo Rodulfo Los Cardales, 25 de abril, 2008 Notas 1. V. las reflexions de Derrida a propésito de esta cuestién en el breve estudio que abre La discriminaciin (1978), Barcelona, Sidhasa. 2. Mario Waserman, Casa de gatos (1979), publicado por Stilcograf. Escrito en tiempos en que el autor frecuentaba toda clase de “gatos”, el principal y casi tinico efecto de su publicacién fue el cierre de la editorial poco tiempo después. 3.V. mi reciente Futuro porvenir, cn csta misma editorial. También El psicoandlisis de nuevo (2004), Buenos Aires, Eudeba. [a ME Introduccion Hi Quiero agradecerle a mi amigo Ricardo Rodulfo el estimulo generoso de impulsarme a reunir mis articulos en un libro. El consideré que seria muy importante una introduccién que diera cuenta de cierto hilo con- ductor que se deberia desplazar a través de los capitulos de este libro. Confieso sin demoras que esa tarea no pudo ser Ilevada a cabo por mis que obsesiva y concientemente lo intenté. Es evidente que esos intentos no fueron lo suficientemente empefiosos debido a ese estado de laxitud y de vagancia que acompaifia la mas de las veces mi desco de trabajar. O, quizds, esa introduccién no fue posible porque yo no consegufa encon- trar ese misterioso hilo conductor que me pidiera Ricardo para que con- dujese al lector a través de ese laberinto que es un libro. Y es posible que ese hilo conductor yo no lo hallase porque simplemente no existe. Por eso, no sin antes innumerables vacilaciones y rodeos, decidf juntar los ar- ticulos que habja escrito sobre juego y aprendizaje, hacerlos capitulos, y 3 | [Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje dejar la introduccién para mis adelante. Lo ideal, y por lo tanto imposi- ble, lubiese sido dejar algunas hojas en blanco para que cada lector que lo desease le escribiese a este libro una introduccién después de leerlo, siempre que lo pudiese terminar. Q que la escribiese aun sin terminarlo, o aun sin haberlo lefdo. En fin, que en esas hojas el lector se transforma- se en escritor. Lo que si resultard evidente a cualquiera, en cuanto a la ligaz6n que el libro tenga, es que, en él, todos los capftulos se refieren sobre todo al juego y al aprendizaje; y esto le da su unidad. Son artfculos que van des- de el afio 1981 al 2007, un largo periodo. Son al mismo tiempo viejos y nuevos y deben ser leidos como un pensamiento en desarrollo, donde al- gunos momentos del pasado de ese desarrollo estan mas logrados que los que los siguieron y eso justifica para mf haber dejado muchas cosas co- mo fueron en un primer momento. Esta justificacién esta destinada, co- mo ustedes lo deben estar suponicndo, a desligarme de mis responsabi- lidad de la que yo puedo cargar. Sea como fuere, creo que aportan inte- rrogaciones que surgen simultaneamente de la clinica psicoanalitica de nifios , del juego de los nifios y adultos fuera de la clinica, del lugar del juego en la evolucién de las especies, es decir, de la aparicién del juego en la naturaleza asf como de su lugar en la cultura, incluyendo su forma més radicalmente sublimada, que es el arte .Esta continuidad entre jue- go -ejemplo de lo intrascendente, pues se desvanece en su propio desa- rrollo-, y arte -ejemplo de lo trascendente, cuya permanencia a través de la historia nos intriga—, es una continuidad fuertemente establecida por Freud en El poeta y la fantasia (1907) y retomada por Winnicott en su propio estilo en Juego y Realidad (1971). En mis especulaciones mas remotas llegué a pensar lo hiadico como uno de los atributos del Ser. Un Ser sin jugante, un juego sin autor, una exis- tencia que se juega sola, sin otro sentido que ese jugar. Parece que hay una gran discusién sobre si el juego ha tenido o no un lugar en la creacién del universo. Este debate se debe a la famosa frase de Albert Einstein cuando dijo que Dios no pudo haber hecho el Uni- verso tirando un cubilete de dados. Es decir, al azar. Sin embargo, aho- ra pensamos que el azar juega un rol en la misma causalidad. Por lo tan- to, quizds El si lo haya hecho jugando a los dados. Y, por eso, quizds no [14 Mario Waserman | Introduccién ff haya momento en el cual nos asemejemos mis a Dios que aquel en el cual tiramos los dados, repiticndo asf, de alguna manera, cl acto que de- cidio el curso del universo. Un juego puro. No importa si alguien en par- ticular tiré los dados, sino que los dados fueron tirados. Somos nosotros los que, mediante un juego, creamos al tirador de dados. El genio de Freud ha descubierto, que dada la estructura de nuestra subjetividad, los dados que deciden nuestro destino estan cargados .De modo que una misma tirada vuelve a repetirse més alld de la conciencia del jugante, que imagina estar tirando los dados al azar. Desactivar este juego auto-tramposo de los dados cargados va a ser una de las tareas mds dificiles del andlisis. El andlisis consistiria en devolverle al jugante su li- bertad de jugar. Estamos oponiéndonos al determinismo extremo. Enfatizamos la im- portancia del devenir hidico, que es el devenir del juego del nifio. Si uno quisiese forzar el determinismo al extremo, podria pensar que todos los acontecimientos del universo se concatenan para llegar a los resultados que conocemos, pero este forzamiento exigirfa un nfamero de cdlculos tan disparatados que es mejor dejar abierto un espacio al azar. Del mis- mo modo, un sujeto no esté nunca plenamente determinado. Ese espa- cio indeterminado es improvisacién, es juego. No hay una fecha exacta para la muerte. No se sabe cuando se va a caer bajo la cornada del toro. En qué desafio perderemos la partida. Aun en un encuentro de juego re- glado, nadie sabe con seguridad quién va a ganar Ja partida. A veces Da- vid vence a Goliat. De alli el suspenso gozoso que acompaiia la apuesta. Este centro lidico entusiasma y angustia. El juego incluye lo destructivo que esta dentro de la creacién .El juego de un nino incluye impulsos, fantasias y mecanismos ¢ invenciones plenas de destruccién, aun mas nu- merosas que las tiernas No nos alegra para nada que, en lo creado, el sadismo, la muerte y la destruccién cumplan un papel tanto o més fuerte que la construccién y la vida, pero eso est4 muchas veces més alli de nuestro alcance. El juego de los nifios incluye un intercambio constante con la realidad practica, Hay un interjuego entre la realidad practica y el mundo del jue- go. Muchas cosas pasan constantemente de un mundo a otro. Es increi- 5 | Pproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje ble que hayamos podido crear un mundo paralelo donde podemos hacer jugar el azar, la muerte, el amor y la angustia, todo aquello que es para nosotros ingobernable. La palabra representacién tiene la virtud de mos- trarnos nuestra sujeci6n al mundo, en cuanto debemos representarnos la realidad para sobrevivir en ella y, al mismo tiempo, el término represen- tacién alude a la ficcidn -como lo decimos de una representacién tea- tral-, La representacién es cl mundo que creamos nosotros, un mundo de eventos y personajes que sufren, gozan y mueren, y luego se nos pre- sentan para recibir nuestro aplauso por haber y habernos representado de un modo tan acertado en nuestra existencia, Esa miniaturizacién del mundo que tantas veces ha sido destacada como caracteristica del juego. Esa maqueta viviente es el universo mental donde pensamos y elabora- mos nuestra experiencia, donde le damos un sentido, sino racional, al menos emocional. Es en ese espacio donde nos tomamos muy en serio, més alld de los trajines cotidianos. Ese mundo paralclo es el que los ni- iios crean esponténeamente con los restos y las miniaturas que los adul- tos dejan a su disposicién. De la creatividad con la cual ese nifto dispon- ga de esos elementos para representar la vida con sus personajes reales € imaginarios, dependeré la creatividad de la que luego se dotara el mun- do de las artes y las ciencias que cambian el devenir de nuestra historia. Estas reflexiones preliminares tienden a crear un horizonte de misterio al tema del juego, tratan de que la lectura de los ensayos predominante- mente clinicos no opaque la dimensién hidica que va més alld de esa acti- vidad intrascendente con la cual tratamos de aliviar el peso de la realidad. En estos artfculos se encontraran diversas relaciones que el juego man- tiene con otras esferas que el pensamiento ha nominado. En primera instancia, en el Capitulo I hay una investigacién de la co- nexi6n entre juego y suefio motivada por la intensa lectura que yo hacia en ese entonces de los escritos de Freud y Melanie Klein, que aun con- sidero, sobre todo los de la tiltima, sugerentes en extremo. Al detenerse ella con obsesividad ¢ insistencia en el juego de los nifios en la sesion, és- tos le fueron reveladores del mundo mental del nifio pequefio. En ese primer articulo, ahora capitulo I: “Pensando en jugar”, que fue construi- do para un ateneo clinico de un grupo dirigido entonces, en 1978, por | 16 Mario Waserman | Introduccién I Isidoro y Estela Gurman —a quienes les agradezco aquella invitacién-, yo pretendia un objetivo que me persiguié desde entonces: identificar el jue- go. Se trata, mds que del intento vano de buscar una identidad, de buscar una fuerza de presentacin con Ia cual el juego irrumpe en la naturaleza y en la cultura. A lo largo de los aflos comprendo que el juego es inidentifi- cable, su identidad se crea cada vez que se piensa en él, lo cual ya esta plan- teado en el ejemplo del mévil de Calder que menciono en “Pensando en jugar“, pero aun asi tardé muchos afios en convencerme de que era cierto. En este primer articulo que inaugura el libro, ya la lectura de Winnicott ha- bia hecho en mi su impacto, impacto que siguié ejerciendo su fuerza en mis ideas hasta ahora. Hablo de mis ideas de un modo general, pero no es- toy nada seguro de que alguna idea sea realmente mfa. ¢En esto compar- to la suerte con la mayorfa de los autores, no es as{? Lo que es mio es cier- to estilo en el decir que justifica que le ponga mi nombre a los articulos que componen el libro. ¥ ese estilo es fundamentalmente juego. En el capitulo II, que se titula “Identificaci6n del juego”, vuelvo al ob- jetivo inicial trabajado en “Pensando en jugar”, pero ahora ya mis serio, munido de otras herramientas que fui incorporando a lo largo de los aftos. Refleja un momento de mi pensamiento en el que cref que habfa podido identificar el juego. EI capitulo II] es un pequefio texto, importante para mi, que se deno- mina “Posicién de juego” y que esta referido al sustento de placer que deberia acompaiiar la vida, sustento que, a diferencia del placer sexual, no es engafioso en el sentido que le otorgaba Freud a este ultimo, de estratagema para continuar la especie y descartar al individuo-. En “Po- sicion de Juego” se trata de rescatar al individuo de la presi6n social y sus mandatos. Enel capitulo IV introduzco el articulo que dio origen al libro cuya au- torfa compartimos con David Liberman, Ruth Podetti ¢ Irene Miravent: Semiética 9 Psicoandlisis de ninos. Eso fue una aventura de diez alos com- partida con David Liberman, con quien habiamos empezado nuestro control de adultos. Como los tres trabajamos con chicos, le comenté un dia que me gustaria discutir algunas ideas sobre el juego. Sobre todo lo que me intrigaba era que el famoso psicoanilisis de nifios, que se centra- ba en la técnica de juego, se desarrollaba muchas veces en un ambiente 7] J Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje donde 0 no habia juego o habja algo parecido a un juego, pero que no Ile- naba ciertas condiciones para ser llamado asf. Surgié el nombre de activi- dades pseudolidicas. Trabajamos con mucha alegria, suftimiento ¢ inten- sidad y de ese trabajo surgié ese texto de psicopatologia infantil (Liberman y otros, 1982). La esencia de ese libro, en cuya edicién nos ayudé mucho David Maldavsky, esta en este capitulo II. Lo he mantenido tal como era, con algunas pequeiias correcciones y lo incluyo como un homenaje péstu- mo a David Liberman y a mi amiga, Ruth Podetti. EL V capitulo muestra la direccién en la cual quiero escribir mis nuevos articulos y esta direccién quiere aprovechar una vinculacion fuerte que exis- te entre poesia y psicoanilisis. Yo creo que la poesia es pensamiento en un estado, por Ilamarlo asi, cristalino. Diferente al suejio y a la vigilia, la poe- sfa ilustra ese estado transicional que trabaja Winnicott, un espacio que ha- bla de verdades de las que no sabemos nada ni antes ni después de leer el poema. Por eso incluyo ese extrafio articulo que llamé: “E! Primer Yo”. Di- cen de Yeats que alguna vez un joven poeta le pregunté qué habfa querido decir en unos determinados versos suyos y él, después de una larga pausa, releyendo los versos, le contesté: “No lo sé... creo que en esos momentos yo estaba un poco ido”. En esa tesitura hay que leer “El Primer Yo”. EI capitulo VI introduce la actualidad y se titula “Ser nifio hoy”. Mar- ca el lugar de la infancia para el psicoandlisis y algunas caracteristicas es- peciales de la infancia en la actualidad, donde su juego se desarrolla El VII capitulo es ambicioso y vincula dos términos poderosos: “Juego y aprendizaje”. Ahf desarrollo dos algoritmos que buscan definir dos mo- mentos cruciales para todo nifio: el del aprendizaje y el de la creatividad. El capitulo VIII investiga el discurso del nifio y de sus padres a través de una serie de categorfas que ayudan al analista a armarse un cuadro diag- néstico del padecer de los nifios. Es la antesala de los tres capitulos fina- les, que se ocupan de los trastornos del aprendizaje. El capitulo IX abre la investigacion sobre el fracaso y su vinculacién con el tema central del juego. Se basa en el hecho comin de que es muy fre- cuente que un trastorno serio del juego sea la carta de presentacién de un bloquco en el aprendizaje, porque es en el juego donde el chico aprende a pensar. Js Mario Waserman | Introduccién ff El capitulo X toma uno de los trastornos de aprendizaje més discutido de nuestra época: el trastorno de la atencién y Jo vincula a una defensa largamente estudiada por los psicoanalistas: la defensa manfaca, hacien- do de la depresién, por lo tanto, un tema muy importante en la investi- gacién de ese trastorno. Finalmente, el capitulo XI define, en su titulo, un tema muy interesan- te: “El objeto de la atencién”. Trato ahi el punto clave del deseo en la construccién de la concentracién, lo que es fundamental en la conducta del juego y del aprendizaje; la intensa concentracién que el nifio desplie- ga en el juego es el componente que hace al placer que caracteriza los momentos de jugar y aprender. Hasta aquf esta resefia introductoria no ha sido mds que un indice am- pliado. Lo que sigue es el motivo personal que me lleva a dejar esta mar- ca compleja que es un libro. Quiero dejar escrito mi homenaje a los in- crefbles momentos de placer que esa condicién lidica del ser le dio a mi vida. Recuerdo aun el placer de los juegos de mi infancia, donde me des- plazaba por mundos imaginarios tomados en gran parte de los cémics, de la radio, del cine y del teatro, que yo reproducia en soledad, disfru- tando la vida de todos los personajes y la satisfaccion de sus hazafias. Es- padachin, cow-boy, soldado, actor, cantante, etcétera. He recorrido to- dos los mundos sin haberme movido de mi cuarto, del patio y de la te- rraza de mi casa. Recuerdo el placer de mis grandes aventuras y hazafias montado sobre mi caballo, silla destartalada de mi infancia que soporté cabalgatas y galopes interminables por un paisaje donado por los western americanos © las peliculas de espadachines, espadachines que tenfan su modelo en la pelicula “Los Tres Mosqueteros” que constituyé, para mf y para mis amigos del barrio, una obra maestra del placer de la esgrima y la amistad, como los libros de caballeria para Don Quijote. Recuerdo el inmenso placer de los interminables juegos con la pelota con los chicos del barrio. Pelota de goma, de papel, de trapo, hasta de cascarita de naranja doblada con la que haciamos extraordinarios mala- bares. Recuerdo las baldosas de la calle Warnes donde jugébamos. Dicen que mi hermano mayor, cuando le pedfan que me cuidase, me colocaba 19 | Pproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje en mi cochecito de bebé al borde de la cancha y me convertia asi en uno de los postes de un arco improvisado. Es desde ahi que parte mi pasion por el fatbol, esa diversién que nunca se acaba y que parte de ese recuer- do que es imposible rememorar. Esa calle Warnes estaba antes plena de inmensos paraisos cuyas ramas en la primavera curvabamos para fabricar- nos arcos y flechas con los cuales jug&bamos a ser los famosos arqueros de Robin Hood, o simplemente arqueros que gozaban de esa tensién inicial que luego se resolvia en la distensién brusca del disparo. Y esa pa- radoja magica de los frutos del paraiso, unos pequeiios botones amarillos que Ilamabamos venenitos (increfble nombre para los frutos del jardin del Edén) y que usébamos para lanzar con nuestras hondas al espacio 0 a una lata de conserva, imitando a los legendarios pistoleros que le ha- cfan un agujero a una moneda en el aire. He tenido la suerte de no ca- Zar pajaritos con mi honda. Guardo de ella uno de los pocos recuerdos en los cuales no me siento malo, Pero, paradojalmente, lo més maravi- lloso que recuerdo del verano era el juego de cazar mariposas con redes improvisadas que cruzaban las calles del barrio. Mariposas que admiraba embelesado y luego soltaba para volver a verlas volar. Ya no hay més ma- riposas en las calles de Buenos Aires, con su desaparicién se extingue una luz que iluminaba la infancia. Ninguna pantalla de plasma puede repro- ducir los colores vivientes de las mdgicas mariposas que pascaban en ve- rano por los barrios de Buenos Aires. Recuerdo otra cosa que no veo mas en la ciudad: los barriletes .Hay que salir al campo para remontar un ba- rrilete. Antes cubrian los cielos del barrio. Recuerdo el placer del vuelo del juego de remontar los barriletes en esos viajes al espacio que nos elevaban al cielo. Un Da metafisico, donde uno se iba lejos, pero habia un hilo que lo mantenfa unido a la realidad, un cable a tierra. Recuerdo la excitaci6n de los juegos sexuales de la infancia, un espacio extrafio del juego donde erotismo e infancia se cruzan y se experimentan las primeras pasiones del sexo. En esa direccién estaba el juego del cine-gratis, que consistfa en sen- tarnos muertos de risa a mirar a las chicas que, a su vez sentadas en los umbrales, entreabrian sus piernas. Pequefios perversos polimorfos, el cine ya se habia constituido en una pulsién parcial. Me gustaba mucho tam- bién jugar al teatro. Yo re-inventaba las obras en ydishh que veia en el teatro Mitre o Soleil, donde mis padres me Ilevaban de niiio. Lo gracio- | 20 Mario Waserman | Introduccién ff so es que lo hacfa en el patio de mi casa que compartfamos con nuestros yecinos. Mi escenario era la mitad del patio donde yo iba creando todos los personajes que a veces cantaban y a veces se ponfan tristes. Mis veci- nos no decian nada, pero, para ellos, cuando regresaba del teatro yo me volvia totalmente loco. Los juegos de mi infancia se continuaron en la adolescencia, donde lo més minimo nos hacia destornillar de risa hasta la enfermedad. Fue la edad det tentarse de risa y no poder parar. ;Cémo extrafio esa tentacién! Ese morirse de risa con los amigos hasta mearse encima es una de las crea- ciones mas logradas de la alegria. Sin csa risa, la adolescencia seria pura an- gustia, tormenta y misticismo, tal como se ha definido. Si buscéramos una definicién de un adolescente enfermo seria aquel que no se rie. Pero lo més importante, lo que mds me ha conmovido, lo que mds quiero agradecer del juego, son las relaciones con mis queridos amigos, donde el centro que nos unfa era el humor. Humor y su deslizamiento meton{mico inseparable, amor. Creo que el humor es un logro sorpren- dente y sublime de la subjetividad al cual Freud le dio el lugar que le co- rrespondfa al dedicarle un texto inmortal para el psicoanilisis. Es, como lo dijo Freud, para la fantasfa, la continuacién del juego para los adultos. En el afio 2006, perdi dos grandes amigos: Daniel Saidon y Diulio Da- nielli, dos de mis amigos que lamentablemente eran mortales. Con ellos, como con otros que he perdido, y con los que estan vivos 0 son inmor- tales -yo no sabré hasta el tiltimo momento a qué categoria pertenezco— he mantenido o mantengo atin un vinculo que se caracteriza por una condicién unica: Pase el tiempo que pasare, cuando nos encontramos reiniciamos inmediatamente un didlogo que para m{ y para ellos es un re- gocijo. Se trata de una simple conversacién. Una conversacién que cre- ce con una risa contenida y se desarrolla formando una red sobre la que flotamos con levedad. Nifios de mis de sesenta, esa conversacién lidica sostiene nuestra profundidad en los aires. Una amiga mia, Irene, una vez me conté un sucfio que habia tenido, en el cual ella le contestaba a al- guien anénimo: “ahora s¢ qué es Mario, Mario es un humorista”. Yo de- seo que eso sea verdad, que diera cuenta de mi, de una especie de rasgo mio unido a la tristeza, el arte, el amor y la filosofia. Por suerte, me que- dan atin amigos vivos con los cuales sostengo esa relacién de profundi- a | J proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje dad y levedad, en fin, de melancdlico juego. No quiero nombrar a nadie porque no quiero empezar un libro donde alguien quede herido por la exclusién. Que estén allf todos los que han disfrutado conmigo el placer de un jugar compartido. En homenaje de esos amigos es que reunf estos escritos. Si me toca ir al infierno, que me lo tengo bien merecido, seguro que el peor castigo que Dios me tiene preparado es que ninguno de mis me- jores amigos, de esos humoristas que aprecio tanto, estén ahi. Leben ha- ber sido mandados al purgatorio, lugar del cual nunca querr4n salir por- que estan ahi todos juntos. Muchos grandes santos desean, sin duda, ser mandados un tiempo al purgatorio para pasar un muy buen rato, para disfrutar de esa increfble charla de pecadores. Hasta el mismo Dios nos harfa una visita de incégnito para pasar una buena noche. A este Juego y esos amigos de mi juventud, de mi adultez y de mi vejez les est4 dedica- do este libro, que finalmente he titulado Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje. Ensayos y errores. La segunda parte de este titulo alude al famoso apotegma que diferencia esa experiencia del método hi- potético-deductivo. No sdlo inclina !a balanza hacia esa forma del apren- der en la vida, sino que también condensa, en el significante ensayo, va- rias significaciones: una es la prueba singular que hace a la serie experi- mental, otra el trabajo previo a una representacién artistica y otra alude al género de la escritura en la cual se desarrolla el libro. Cada capitulo es un ensayo en todos esos sentidos y cada capitulo contiene errores que tratan de ser mejorados en el siguiente, sin conseguirlo por supuesto, lo cual hace necesario un nuevo ensayo, a su vez tocado por nuevos erro- res. Y as{ indefinidamente, en un juego que seguramente se continuard (to be continued...) con los ensayos y errores de los que tomen el tema del juego en el futuro. Mario Waserman | 22 MEE Capitulo | 1 PENSANDO EN JUGAR “ALGUNAS PALABRAS SOBRE EL TRABAJO Y EL ESTILO El lector apreciar4 que este capitulo es una suerte de primera reflexién especulativa para abordar el fendmeno. Su publicacién responde a la idea de que puede resultar util en lo que serfa un primer paso. Este es el pa- so que se da para rescatar de él cudles son las andaduras que merecerian ser transitadas y cudles dejadas a un lado, al igual que el pintor que so- bre la superficie vacia de la tela deja caer imagenes, para luego seleccio- nar las que aprecia de verdadero valor para el cuadro final. Creo que es- te modelo artfstico-lidico ¢s vélido como primer momento de la pro- duccién cientifica, cuya estrategia de validacién se reconocerd en otros pasos ulteriores y muy probablemente sera dado por otros autores. 23 J Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Como se vera mas adelante, este trabajo manticne a lo largo de su de- sarrollo un tono coloquial. Esta modalidad le viene de haber sido conce- bido para ser escuchado.' Me parecié que el estilo del capitulo era el mas adecuado para el desarrollo del tema y por esto le he permanecido fiel, aunque el comienzo resulte chocante para un capitulo que ahora se pre- senta para ser lefdo. Acerca del titulo Pensé inicialmente titular este capitulo “Reflexiones sobre el juego”, pero ese primer tftulo ha suftido muchas vicisitudes. En algtin momento pensé que se debja llamar “Jugar y crear”; en otro momento me incliné por “Pensar y crear”, y finalmente Hegué a “Pensando en crear”, que se metamorfose6 por ultimo en “Pensando en jugar”. Como ustedes pueden ver, los sucesivos nombres por los cuales pasé denuncian que el foco de mis reflexiones se centra alrededor de la liga- zn que existe entre el juego y la creatividad. Ahora bien, si ustedes leen este titulo, “Pensando en jugar”, desde la perspectiva oficialista de los significados, lo que van a entender ¢s que yo me he dedicado un tiempo mas o menos largo a pensar en el juego y en el jugar. Pero si lo ven desde otra perspectiva —como si se tratase de uno de esos juegos dpticos en los que se pueden ver ora un florero, ora dos perfiles- y simulténeamente le anticipan a “pensando en jugar” las pala- bras clave “Yo estoy...”, veran que “Pensando en jugar” revela algo de mis propias inquietudes y de mis propios deseos. Esto significa que yo, como gran parte de los adultos, dedico un monto considerable de tiem- po a pensar en jugar. Los juegos del adulto abarcan una amplia extensién que no deja de incluir los juegos amorosos, los juegos artisticos, los jue- gos de saldn y los de azar, de los cuales él puede participar activamente © participar por observacién. Pérdida y vecuperacién del juego A lo largo de los afios me he encontrado con mucha gente que me ma- nifiesta su deseo de iniciar o retomar una actividad tidica, o su pesar por no poder realizarla. Se trata de gente que esta firmemente instalada en | 24 Mario Waserman | Pensando en jugar sus campos de trabajo con realizaciones satisfactorias en su vida social y familiar, personas que, en fin, han solucionado los problemas practicos de Ja vida, pero que afioran una actividad de juego —alguna vez disfrutado o visto disfrutar por algtin owo- al cual quisieran acceder. En su laborioso trabajo de adaptaci6n a la realidad y de convertirse en adultos, sienten que han perdido algo del orden de Ja infancia y del orden de la ilusi6n que ahora necesitan. Sin juego, el agobio adaptativo presiona finalmente al Yo, ahogando su creatividad y transformandolo en un elemento mecinico. Una represen- tacién plistica de este fenémeno puede verse en la famosa imagen que muestra a Charles Chaplin ajustando sin cesar unos tornillos en la linea de montaje, en la pelicula “Tiempos Modernos”. Como se ve alli, Carlitos responde a esa situaci6n traumitica a través del humor y el juego. En sus escenas lleva al paroxismo el traumatismo de ser solamente una pieza en la linea de montaje y en la politica econémica de la empresa. Al jugar con el trauma, se rescata de la robotizacién. Lleva su drama y el de todos los obreros al paroxismo cémico. Juega con el agobio del trabajo mecaniza- do y nos hace refr de nosotros mismos. Esa risa le da aire a la tragedia y para ello se vale de pocos elementos, como la exageraci6n y la reiteracién, con los que logra el absurdo. Algo semejante consigue al parodiar al gran dictador —Hitler— en su romance con el globo terrestre con el juega en una escena amatoria descabellada. Carlitos demuestra que se puede jugar con lo mis serio, con lo que més se odia, con lo que més nos aterroriza. Sentido del juego que el psicoanilisis ha develado como esencial. Jugar, entonces, no es sdlo patrimonio de una etapa de la vida, la nifez, sino que ocupa también una parte de la vida del adulto. Una parte que puede ser encarada con gran solemnidad, si se piensa, por ejemplo, en los himnos y ceremonias que se realizan antes de los campeonatos mundia- les, donde se pone “en juego” el honor, o en los ceremoniales litargicos, donde se “pone en juego” la fe, o puede ser encarada livianamente como en el baile popular, siendo la danza una forma de juego corporal social- mente aceptada en el adulto, donde se ponen en juego el cuerpo y el mo- vimiento. 2s | J proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Enfermedad y salud en el juego El juego debe tener una gran importancia, ya que sabemos que pode- mos diagnosticar un disturbio grave en la personalidad por las inhibicio- nes de un nifio para jugar. Del mismo modo, la disposicién y capacidad para el juego en un adulto —que ha podido solucionar otros problemas atinentes a la adaptacién de la realidad- es también producto de la salud, y su ausencia debe hacernos pensar cn algiin tipo de limitacién o pertur- bacion en el desarrollo de esa personalidad. Comprendemos que cierta capacidad de juego es necesaria para que un adulto se analice. Solo esto permitira una salida al pedido de ayuda inmediata y concreta que Ilevar4 al paciente a la investigacién psicoanalitica. Una demanda excesivamen- te pragmatica del andlisis impide su desarrollo, al someterlo a una pre- si6n que no esta preparado para soportar. No siempre el juego esté asociado a la salud. En las adicciones al juego, se puede ver con claridad cémo esté al servicio de evadir la frustracién y el contacto con la realidad. En estos casos, ¢l juego revela su morbosidad, porque lleva inevitablemente a una situaci6n cada vez mas destructiva. Pe- ro si la evitacién de la frustraci6n no es un elemento determinante, el jue- go es un producto de la salud que tiende a conservarla y favorecerla. Qué es jugar? Razones de orden prictico y teérico nos Ilevan a preguntarnos nucya- mente qué es jugar, nos llevan otra vez a investigar las raices genéticas del juego, su desarrollo en el nifio y su destino final en la vida del adul- to. Con este trabajo he intentado responder a esa pregunta, pero no he podido contestarla satisfactoriamente. No he podido encontrar ese pun- to panordmico desde donde uno ve todo el paisaje, Pero, aun asf, sin vis- lumbrar siquiera el paisaje prometido a la meta, el viaje en sf ha sido, aun- que fatigoso y lleno de obstéculos, sumamente enriquecedor para la ex- periencia pensante. Identi-kit del juego sQui€n es el juego? ;Quién es ese Sefior que se denomina “Juego”? Pongamos que el juego es un Sefior, un Sefior que ha cometido un de- | 26 Mario Waserman | Pensando en jugar ff lito; algunos lo vieron y otros no lo vieron y hay que tratar de saber qué rasgos tiene. Ahora bien, gqué va a pasar cuando uno hace un identi-kit? Alguno lo vio y evidentemente va a aportar datos verdaderos sobre este sujeto, pero otros, a quienes les encanta imaginar, mentir y participar en el juego, van a inventar seguramente cosas que no han visto. Entonces, al no saber como es el verdadero rostro de este personaje, vamos a tener que ir seleccionando lo que ha sido una informacién verdadera sobre el juego y otra que ha sido producto de una imaginaci6n distorsionadora. No pretendemos tener completo éxito en esta discriminacién, pero nos daremos por satisfechos si adelantamos algo. Siguiendo con nuestra metodologia —que consiste, como ven, en jugar antes de pensar (o en lugar de pensar)-, supongamos ahora que el juego no es un Sefior sino una Cosa. ¢Qué objetos se les ocurren a ustedes? Yo pensé en una escultura, una de esas esculturas modernas méviles, con un disefio de Calder (como se sabe es la modernidad, especialmente Cal- der, la que ha introducido el movimiento a la escultura), movido por una fuerza desconocida, que proviene en parte del observador y que va hacien- do dibujos diversos. Sus elementos permanecen invariables y, si bien estan en un mismo lugar que permite reconocerla, estan, por su movimiento, siempre en otro lugar. Percibimos, por el disefio, una cierta relaci6n cons- tante entre sus elementos que le va a dar su identidad. Esta escultura va mostrando de sf misma un punto de vista distinto cada vez. Volvamos ahora al identi-kit imaginado, ya que tiene rasgos cambiantes y que buscamos sus elementos invariantes y las relaciones estructurantes. Pues bien, sc6mo se hace para hacer un identi-kit, sea éste una persona, un objeto o un concepto? Se convoca a los testigos. En psicoandlisis hay testigos de primera agua para preguntarles quién es el Juego. ¢Quiénes son? Pues Freud, Melanie Klein, Winnicott; y entre los argentinos las in- mensas contribuciones de Arminda Aberastury y muchos otros.” Empecemos por Melanie Klein; si le preguntamos por el jucgo, ella nos dira: “El nifio expresa sus fantasias, sus descos y sus experiencias de un modo simbélico por medio de juguetes y juegos; al hacerlo utiliza los mismos medios de expresin arcaicos y filogenéticos, el mismo lenguaje que nos es fa- miliar en los suenos, y sélo comprendemos totalmente ese lenguaje si nos 27 | J Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje acercamos a él como Freud nos ha ensenado a acercarnos al lenguaje de los suenos”> Como se ve, Melanie Klein establece una analogia estructural entre sucfios y juegos; esto no quiere decir que el sueiio y el juego sean exactamente lo mismo. Hay elementos que diferencian el juego del sue- fio y uno de los esenciales es el que ensefia Winnicott: que en el juego hay una manipulacién de cosas, hay un hacer que compromete la mus- culatura (Winnicott, W. D., 1971). Pero no nos vamos a ocupar en este capitulo de las diferencias, sino que nos vamos a ocupar de las analogias. La analogia estructural establecida por Melanie Klein entre juego y suefio abrié la posibilidad de entender el lenguaje de los juegos. Para se- guir un lineamiento ordenado, inventamos una treta: si Melanie Klein di- ce que la interpretacién de los juegos se puede encontrar en la interpre- tacién de los suefios, vamos al libro La Interpretacién de los Suenos (Freud, S., 1900) a ver qué hay allf y a tratar de seguirlo, capitulo por capitulo, hasta cl siete, donde nos vamos a detener pues alli Freud deja los proble- mas de la interpretaci6n para formular la primera teorizacion de la estruc- tura del aparato psiquico. Antes de entrar a tratar la interpretacion lidica Para todo analista que se acerque al andlisis de niiios, interpretarlos pre- senta una enorme dificultad y le plantea de por sf una tendencia a huir de ese campo de trabajo. No entiende qué pasa en los juegos que el nifio va desarrollando y suele creer que no tiene los medios para expresar lo que entiende. El hecho de que el nifio use un cddigo no verbal asemeja super- ficialmente este andlisis a los cnigmas del anélisis de psicéticos que, como se sabe, no guardan un orden y usan literalmente las cosas para hacer pa- labras. El juguete y la acci6n son los medios con que el nino desarrolla sus pensamientos. Este lenguaje tiene la ventaja psicoanalitica de no permitir una permutacién unfvoca. Sea como fuere, dice finalmente lo que no quiere decir, y eso es lo que a nosotros nos interesa. Todo este trabajo puede ser considerado como una introduccién a la técnica de la interpretacién lidica que, necesariamente, debe empezar por recapitular los descubrimientos de Freud. [28 Mario Waserman | Pensando en jugar I Método de la interpretacion lidica Este titulo paraftasea el capitulo II del libro, que justamente se llama “Método de la interpretaci6n onirica”. Ese capitulo esta dedicado a dos cosas: una de ellas es qué es lo que el suefio dice y la otra es como se bus- ca aquello que dice. Es posible que el “como se busca”, o sea el método, sea mucho mis importante que aquello que se encuentre después. Les voy a decir por qué: porque este método de la interpretaci6n onfrica se pue- de transformar en método de la interpretacién de] folklore o novela u obra cinematogrfica o justamente, lo que nos interesa, un juego. Lo que mis llama Ja atencién en esto es que Freud introduce el méto- do psicoanalitico coincidentemente con el método de la interpretacién. El método en si mismo es una forma de acceso al conocimiento sin duda de mis importancia que el conocimiento por él encontrado. Vamos a decir que los juegos, al igual que los suefios, son susceptibles de interpretacién, se pueden interpretar. La interpretacién, producto de la aplicacién del método de la interpretacién, constituye el sentido del juego o por lo menos uno de ellos. Al igual que en los suefos, esto per- manece indeterminable. Que quede claro que el sentido que nos es acce- sible lo introduce nuestra interpretacion. Al ser singular es practicamente no generalizable. Onirocriticos antes, ahora ludocriticos, nos sentimos como investiga- dores del alfabeto de un raro lenguaje del que sdlo nos llegan inscripcio- nes desparramadas por distintos territorios. ¢Cudles son las reglas de co- rrespondencia de este lenguaje lidico con nuestro pensamiento verbal, con nuestro alfabeto? Puesto que el juego existe fuera de la situacién psicoanalitica, contiene su propia interpretaci6n donde se realice, y de ahi deriva su eficacia -el analista, como el buscador de pepitas de oro, extrae del juego la interpre- tacién contenida—, su cedazo es el método de la interpretacién, que re- quiere de una tecnologia mental altamente refinada implicada en la pre- paracién del analista. 29 | Pproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje El cambio de posicién frente a la interrogacién sobre el contenido Al igual que el vuelo de los pdjaros y el movimiento de los astros, los suefios constituian un buen material para intentar la adivinacién. Para adi- vinar es necesaria una interpretacién de los signos: de ahi deriva una me- todologia preexistente en dos grandes grupos claramente definidos. Uno consiste en la sustitucién simbdlica general, ejemplificado en el famoso suefio del Faraén interpretado por José, donde las siete vacas flacas sim- bolizan los siete afios de sequia que seguixin a los de abundancia. El otro método es el de desciframiento por claves. Al igual que un cédigo secre- to de guerra, hay que conocer las claves del Ienguaje cifrado. Por ¢jem- plo, si se suefia con un muerto que habla, hay que jugar al numero cua- renta y ocho, o si se suefia con Iluvia no hay que salir de viaje, etcétera. Como al pasar, en una nota al pie de pagina, Freud menciona que los oni- rocriticos orientales habfan descubierto un método de desciframiento que contenfa lo principal: la relaci6n de la interpretacién del suefio con el len- guaje (Freud, S., 1900). En los libros orientales sobre interpretacion de los suefios, justamente se interpretaba segtin las palabras que correspon- dian a las imAgenes, es decir, segtin el relato del suefio. Hay un famoso ejemplo, citado por Freud, que ustedes recordarin, donde Alejandro, que estaba sitiando Tiro, pregunta a uno de sus onirocriticos qué signi- ficaba haber sofiado con un satiro sobre el escudo de la ciudad. El ex- perto le dice entonces que avance y que tome la ciudad, porque habfa descompuesto la palabra “sdtiro” en “sa” “Tiro”, y eso queria decir: “Tuya es Tiro”. Nosotros podriamos interpretar tuyo es el deseo de que tuya sea Tiro y, si pudiéramos ahondar, llegarfamos a un deseo infantil reprimido que se esconde detras de esa apetecible plaza y que mueve a la conquista de Tiro. Tanto a los antiguos como a nosotros nos interesa el futuro y c6mo mejorarlo, pero ahora nos hemos vuelto mas modestos y hemos cambiado la adivinacién por la prediccién, comprendemos tam- bién que podemos influir en el futuro a través de la modificacién del pa- sado y él esta en los suefios y en los juegos. El psicoanilisis acta como el film “Volver al futuro”, donde vamos hacia el pasado a modificarlo y asi poder modificar el futuro hacia donde volvemos. En la nueva metodologia que Freud introduce, va a conscrvar cn parte la sustituci6n simbolica (lenguaje arcaico del inconsciente), va a conservar | 30 Mario Waserman | Pensando en jugar | el método de desciframiento a la manera oriental, es decir, se guiard por el relato del sueiio; pero introduce algo esencialmente nuevo que apren- dié en un campo hasta entonces alejado afios luz del suciio: el de la clini- ca. Freud introduce un cambio de posicion. Sabe que la respuesta al enig- ma la posee la esfinge y por lo tanto la interroga. Desde entonces, hay que preguntarle al que suefia lo que en él se sugiere acerca del sueio. La res- puesta est4 ahora en el interpretado y hay que ayudarlo a que la escuche. Esa famosa frase psicoanalitica que tanto se ha ridiculizado: “ja usted qué Je parece?”, es justamente acorde con ese cambio de posicién. Suponemos que la respuesta no estd dentro de nosotros, sino que estd en el mismo que enuncia el suefio y que pregunta: “Digame doctor: jqué significa es- te suefio?”. Siguiendo ese rambo, podemos decir que al juego hay que suponerle un significado para que “algo quiera decir” a alguien. que en la transferencia ¢s cl analista y fuera de ella ¢s como un hablar solo, como un pensar. Si uno esta interesado en saber qué quicre decir, es decir, si uno quiere convertirse en alguien que entiende o escucha, entonces hay que interrogar al jugante. Esta interrogacién es una parte esencial del proce- so que implica una instrucci6n técnica que discutiremos, porque nos con- duce a descubrimientos muy interesantes. LA DISPOSICION CREADORA Para acceder al secreto del suefio, el sohante debe ponerse en una si- tuaci6n tal que deje el mando de si mismo, es decir, que deje el control de su propio discurso y diga no lo que quiere decir en el orden del dis- curso socialmente correcto (en otro orden: diga-lo-que-no-quiere-de- cir), sino lo que se le ocurre. El debe estar sometido a sus propias ocu- rrencias, dejar que ellas hablen por él*. Pero esto no es del todo sencillo; observa Freud que los pensamientos que no estén regidos por la volun- tad acostumbran a desencadenar una violentisima resistencia que trata de impedirles emerger; estas resistencias van a ser conceptualizadas luego co- mo la censura dentro de la mente. Estas censuras deben ser infringidas por el investigador. Fl debe desoir los carteles que prohiben al paso, asi como aquellos que incitan a alcjarse bajo la forma de un buen consejo, 3 | Pproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje me reficro a los modos resistenciales que toman la forma de: “no voy a decir esto porque no tiene importancia, es una pavada, para qué...”, et- cétera. Para ejemplificar la actitud en Ia cual el investigador de la mente debe ubicarse, Freud recurre a un filésofo y poeta (conjunciones quizas necesarias en un analista). Freud dice: “nuestro gran filésofo y poeta, Schi- Her, dice que es también una tal disposiciin condicién de la produccién poé- tica”$ Freud cita una carta de Schiller a su amigo Corner, quien le habfa escrito quejandose por su falta de productividad. Dice la carta de Schi- ller: “el motivo de tus quejas reside a mi juicio en Ia coercion que tu razén ejerce sobre tus facultades imaginativas, expresaré mi pensamiento por me- dio de una comparacion plastica: no parece ser provechoso para la obra crea- dora del alma, el que la razén examine demasiado penetrantemente y en el mismo momento en que llegan ante sus puertas las ideas que van acudien- do. Aisladamente considerada, puede una idea ser harto insignificante o aventurada, pero es posible que otra posterior le haga adquirir importancia o que, uniéndose a otras tan insulsas como ella, forme un conjunto nada des- preciable. La razén no podré juzgar nada de esto si no retiene las ideas has- ta poder contemplarlas unidas a las posteriormente surgidas. En los cerebros creadores, sospecho que la razén ha retirado su vigilancia de las puertas de entrada, deja que las ideas se precipiten al interior y entonces es cuando ad- vierte y examina el considerable montén que han formado. Vosotros, los se- hores criticos 0 como querdis Ilamaros, os avergonzdis 0 asustiis del desva- rio propio de todo creador cuya mayor 0 menor privacién distingue al ar- tista pensador del sonador. De aqui la esterilidad de que os quejdis; recha- zits demasiado pronto Ias ideas y las scleccionais con excesiva severidad”. Ahora bien, gqué es lo que llama la atencién de esto? Que la disposicién para la asociacién libre es igual a la disposicién para la produccién poéti- ca, es decir, a la disposicién necesaria para llegar a un estado creativo que conduce a un descubrimiento. Esta carta es asimismo adecuada para construir un modelo psicoanalf- tico. El espacio psicoanalitico representaria el espacio de la razén y lo que debe caer y nada debe ser desechado de lo que cae, es todo lo que hace y dice el paciente, asf como los productos de la mente del analista que por sus caracteristicas deben caer en el mismo espacio. Nada allf es insignifi- cante, por el contrario, todo es significante. La raz6n ¢s un espacio estruc- [32 Mario Waserman | Pensando en jugar turante que liga elementos dispersos en un todo significativo. Irracional es el estado de los clementos antes de ser estructurados. El analista y, a medida que avanza el andlisis, el mismo paciente desarrollan la tendencia a construir un todo a partir de los elementos dispersos de Ia situacién ana- litica, a lo largo del tiempo de la sesi6n, o del tiempo del tratamiento. Ese todo se llamaria interpretacién —o en algunas circunstancias construcci6n— y ser el producto de la aplicacién del método psicoanalitico. La carta de Schiller es también importante en otro sentido, porque la misma inhibicién que tenia el amigo de Schiller para crear es la que en- contramos en los nifios para jugar. Mclanic Klcin dice al respecto que cuando hay una excesiva severidad del Super Yo, el chico no puede ju- gar. Estamos en el terreno donde la censura detiene el paso de las ocu- rrencias y, en el nifio, las ocurrencias son juego. Todo analista debe recontar en su experiencia ese espacio de Ia razén donde los sucesos caen sin significado y donde no se los evaltia hasta que un hecho, en algtin momento catalizador, organiza un conjunto que, al decir de Schiller, no es nada despreciable. La experiencia interna que acompaiia este conjunto ha sido descripta por los mfsticos como ilumi- naci6n y en la teorfa psicoanalitica como insight. De tal forma aparece es- te conjunto al 6rgano de la conciencia. Podemos decir entonces que el método de la interpretacién se basa en el cambio de posicién en la biisqueda del conocimiento e€ implica la pues- ta a punto de una tecnologfa mental, que del lado del paciente se deno- mina asociacién libre y vista del lado del analista se nombra atencién flo- tante. Segtin la carta de Schiller, “asociacién libre” son las ideas que caen y “atenci6n flotante” la raz6n que recibe sin evaluar. Del todo a las partes: el problema de las asociaciones Habiendo dejado a un lado la sustitucién simbélica general sdlo usable en raras ocasiones, la técnica indica que hay que ir del todo a las partes. Se hace asociar al sofiante sobre cada una de las partes del suefio. Esto, unido a la disposicién de la que hablabamos cn cl pérrafo anterior, nos va a conducir imperceptiblemente a las relaciones que el suefio tiene estable- cidas con la vida de vigilia y en el juego, con la esfera de la realidad prac- 3 | J proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje tica y la fantasfa. El problema con que nos encontramos en el andlisis de nifios es cémo hacer para que un nifio asocie, puesto que aparentemen- te él no sabe asociar. Nuevamente va a ser Melanie Klein la que nos va a dar la respuesta. Ella afirma -y toda su obra es una evidencia al respec- to— que: “A través de la técnica de juego vemos pronto que el nino propor- ciona tantas asociaciones a los elementos separados de sus juegos como los adultos a los elementos separados de sus suenos”’ El juego seria entonces un equivalente al suefio mis las asociaciones. Ultimamente se ha arrojado bastante confusion al problema al postular que el analista de adultos es- cucha, mientras que el analista de nifios mira. Esto sucederd exclusiva- mente en los casos de mutismo, pero en general los chicos juegan y agre- gan comentarios verbales permanentemente. A buen entendedor, pocas palabras. Y si es asi, en realidad hablan hasta por los codos. La riqueza del juego y las asociaciones verbales permiten formular interpretaciones que sacan a la luz la fantasia sobre la que el juego se teje. El tan buscado com- plejo de Edipo, nuclear para la comprensién de la neurosis, aparece cs- cenificado en el juego con mil represcntaciones diversas. Quizds sca la obra mds representada, o la mas interpretada por Jos analistas, que en- cuentran en esa interpretaci6n una via de entrada a los conflictos del ni- fio, con su sexualidad y su rivalidad y su lugar. Asi como del todo vamos inicialmente a las partes, esas partes nos con- ducen nuevamente al todo. Lo importante es establecer que un eslabén totalmente separado no quiere decir nada, siempre tiene que estar en re- lacién con otros clementos para adquirir significacin. Ahora bien, gcd- mo se hace para llegar a un conjunto? Como yimos antes, para que se lle- gue a un conjunto debe haber un libre fluir. Si éste no existe, slo pode- mos interpretar aquello que pensamos obstaculiza este libre fluir -y ya ha- biamos relacionado este elemento con la severidad de un factor interno-. Pues bien, gqué hay que hacer para que un nifio asocie? Hay que dejarlo jugar libremente. Los detalles se significarén por su ubicacién en el con- junto. A veces el contexto se ve completado por los comentarios que los padres del nifio o quien le acompaiia hacen; en ese sentido, es convenien- te tomarlos como una asociacién mas del conjunto de la sesién. Para en- tender el detalle (y éste nos importa por los procesos de desplazamien- to) hay que establecer el conjunto y para establecer el conjunto hay que | 34 Mario Waserman | Pensando en jugar I dejar algo, un tiempo, en libertad. El analista se diferencia de otro inter- jocutor en la capacidad de llevar al paciente a ese estado que implica que el campo lo estructura predominantemente el analizado y leer luego esa estructura. Volviendo a la carta de Schiller, podemos decir que el espacio psicoa- nalitico que hemos asimilado al espacio de la razén debe construir un es- pacio tal que permita una experiencia creadora, que parece ser la conse- cuencia de la libertad “en presencia de alguien que cuida”. Este factor lo introduzco en alusién a la teorfa de Winnicott sobre la capacidad de es- tar solo en presencia de alguien, que resulta esencial a la capacidad de ju- gar (Winnicott, W. D., 1958). Las condiciones de seguridad Vimos entonces que, tanto para la creacién poética como para la tarca de interpretar un suefio, es necesario sintonizarse en una disposicién par- ticular. Freud creia que esto era muy sencillo, pero muchos casos de la cli- nica demuestran que no lo es. La resistencia a un libre fluir son extensas ¢ intensas. Se deben dar una serie de condiciones —que si no existen de antemano es necesario crear- en el andlisis y que podemos llamar “condi- ciones de seguridad”. Siguiendo a Winnicott, podemos sintetizar estas condiciones como Ja existencia de confianza en un objeto suficientemente bucno, Este objeto suficientemente bueno es, en este caso particular, lo que podriamos llamar el sujeto del juego en el paciente y el sujeto del conocimiento en el analis- tay también en el paciente. Este sujeto particular tiene el don de arribar al conocimiento por caminos que nos son desconocidos. Es importante te- nerle confianza y no imponerle las ideas ya establecidas en la mente que ex- plican los acontecimientos. Hay que tenerie confianza de que el encontra- 14 las vias para acceder a Jo singular y 2 lo nuevo. Se puede decir esto mismo de otra manera: en cuanto al sujeto del jue- go, éste es como el personaje real o imaginario ubicado en las profundi- dades del lago Ness; si no hay confianza en un objeto suficientemente bueno, el monstruo del lago Ness, el yo del sueiio y del juego, no se mos- traré a la superficie, no saldré a jugar. Una vez retirado a las profundida- 35 | PAproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje des el verdadero self, simbolizado en monstruos, diablos, dioses, teme volver a salir. Esto se ve muy a menudo en los nifios que sdlo pueden em- pezar a jugar si se ha establecido una verdadera confianza con el analista. Y¥ es porque en el juego, como en el suefio o el chiste, sale algo que antes se escondi6. La falta de confianza en un objeto suficientemente bueno ge- nera una falta de confianza en un Yo suficientemente bueno y esto puede producir una perturbacién socialmente aceptable, que son los estados ob- sesivos de adaptacién. En csc estado, el Yo sc adapta a lo que el objeto quiere, tinica situacién en la cual el objeto es bueno y el Yo también pue- de considerarse asi. El Yo nunca esta seguro de su propia bondad porque nunca esta seguro de la bondad del objeto. Recuerdo a un pequeiio pa- ciente a quien yo le mostraba que, si yo no hacia lo que él queria, era ma- Jo para él. Entonces él me miré y me *Y si yo no hago lo que vos querés yo soy malo para vos”. Las condiciones de seguridad implican un estado en que esta situacién ya no sea planteada. El analista debe diferen- ciar un estado de seguridad de uno de pscudo-seguridad o de adapta- cién, donde el paciente hace lo que el analista desea. Juego de nitios, juego de adultos Sc pueden establecer muchos puentes que unen la situacién que s¢ da en el andlisis de nifios y el juego dentro del anilisis de adultos. Aunque no se puedan ver, en el anilisis de adultos se producen muchos juegos. El juego central del anilisis de adultos se llama transferencia. En ese jue- go, los roles que cada uno de los personajes interpreta no se conocen cuando el juego se inicia, sdlo se descubren de tramo en tramo y produ- cen sorpresa, ya que cuando se crefa estar en presencia de dos personas en realidad se estaba en presencia de dos personajes. En el anilisis de nifios, un nifio puede entrar y decir: “Vos hacé de Bat- man y yo hago de Robin”; el adulto entra a la sesién y adjudica un rol al terapeuta, pero no sabe lo que le estd adjudicando (confunde el personaje con el actor). El terapeuta tampoco sabe que el paciente se lo adjudica y, si bien te6ricamente conoce la situacién, de todos modos no sabe qué rol estd destinado a jugar casi hasta que lo termina de interpretar. Este juego a descifrar se puede denominar: gquién es quién? El analista debe llevar al | 36 Mario Waserman | Pensando en jugar ff paciente a jugar a ese juego. En las neurosis narcisisticas, el andlisis se en- cuentra con un paciente que ha decidido definitivamente no jugar con nadie mds que con él mismo. Hace de sf mismo un {dolo al cual adorar. Otro juego que se desarrolla en el andlisis de adultos ¢s el llamado, en el campo social, “juego de la verdad”. Una regla basica del juego del psi- coandlisis es que hay que decirla. Si bien el analista no se obsesiona con la verdad de los relatos, sf se obsesiona con la verdad del paciente, diga éste la verdad o no. Pero parece haber una regla para que el juego psi- coanalftico funcione: ocultar o mentir lo menos posible. La excesiva fa- bulacién puede ser mejor usada para la creacién de una novela que para un tratamiento, el cual parece pertenecer al género de la crue fiction. La combinacién del juego de la verdad, de la asociacién libre (juego de las ocurrencias) y del juego de la transferencia constituye gran parte del juego psicoanalitico que tanto apasiona a los enfermos de nuestro tiempo. El juego y la realizacion de deseos En Mas alld del placer (Freud, S., 1920), Freud analiza el juego de un nifio de 18 meses. El juego con un carretel mds la palabra con que acom- pafiaba ese juego, mas el conocimiento de datos del contexto, le permi- ten interpretar ese juego. Descubre en su composicién dos tendencias: una primitiva, la compulsidn a la repeticién y otra bajo cl dominio del principio del placer. Sélo en raras ocasiones existirfan juegos donde la compulsi6n a la repeticién actuaria por sf sola; en la mayoria de los jue- gos se fundiria a la tendencia realizadora de deseos. A diferencia del suc- fio, su realizacion no es alucinatoria, pero esto no afecta la interpretacién. del contenido. Siendo la realizaci6n ilusoria permite su ejecucién en la vigilia y con ello otorga un mds completo dominio al Yo en su tarea de ligar las impresiones de los sucesos traumaticos. Seria asf como el nega- tivo del trauma, un espacio benigno para curar las heridas. Es obvio pa- ra el observador que en el espacio de juegos todo lo que deseamos lo rea- lizamos. Somos quienes deseamos ser y no somos quienes no deseamos. En los juegos modernos, es notable el deseo de los nifios en ser el ladrén o el gangster o el que atropella al peatén, etc., una marca que diferencia 37 | PA proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje las generaciones, pues en otra época todos queriamos hacer de buenos.’ En el juego, todas las promesas se realizan y son otros los que soportan las fal- tas, las carencias, la frustracion y la culpa. Hacer la realidad més cOmoda y més facil la resoluci6n de las dificultades; hacer mds poderoso al pobre y va- puleado yo y mas débil y miedoso al enemigo, he ahi algo de lo que pode- mos darnos en ese mundo de ilusién. En el espacio de juego, el jugante es rey, da las érdenes, decide los finales, sus deseos se realizan. Deseos hosti- les, arbitrarios, ferozmente mutilatorios, pero también conmovedores y tiernos cuidados, asf como violentas pasiones donde amor y agresién con- fluyen y encuentran satisfaccién simbolica. Un desliz hacia lo real llevaria al fetichismo. Digamos, entonces, que en el juego hay un deseo y hay una in- tencién que es la realizacién de ese deseo. Para Ja labor de la interpretaci6n es eficaz preguntarse: qué es lo que el jugante quiere? Una vez estableci- do esto, se podra seguir investigando por qué y para qué lo quiere. La deformacién en los juegos. De lo importante a lo nimio Siguiendo a Freud, también podemos decir que el juego, asi como el suefio, no deberia ser objeto de ningtin estudio serio por lo intrascenden- te y lo nimio de lo que allf se produce. Pero el analizar un juego tal co- mo un suefio, vemos que detras de todas esas nimias actividades se es- conde un importante y precioso contenido: el contenido latente. Enton- ces en los juegos podemos reconocer también un contenido manifiesto y un contenido latente. {Cémo se pasa de lo importante a lo nimio? ¢Cual es el camino de esa transformaci6n? Hay varios factores con los cuales la teorfa psicoanalitica ha intentado explicar este movimiento: la fuga men- tal de lo desagradable, las formaciones sustitutivas que el desplazamiento hace posible, el proceso de formacién de simbolos, la conciencia moral in- cipiente. Todo este conjunto de factores producen una colosal transfor- macién que se nos aparece como una deformaci6n. Un nifio juega con un pequeiio objeto, un mero carretel, al que arroja fucra de la cuna en un lugar donde es dificil encontrarlo, acompatia este juego con dos palabras “fort-da”. Freud se ocupa de ese intrascendente y nimio suceso para ac- ceder finalmente al trascendente problema que ocupaba la mente del ni- fio en esas circunstancias. En la practica, todo analista debe volver a ven- cer la barrera de lo intrascendente cuando se enfrenta al juego que deja [38 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PAproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje esa misma espontaneidad debe ser conservada porque estd en el centro de lo que Winnicott denomina verdadero self, sin el cual serfamos bas- tante semejantes a mufiecos inanimados muy sofisticados (robots). Este jugar a ser un robot ocupa a muchos niiios, divirtiéndose en ese pasaje de viviente a lo mecdnico, del mismo modo en que los fabricantes de ju- guetes se divierten haciendo los autématas, los Frankestein de la actua- lidad, que pretenden zanjar la brecha entre lo animado y lo inanimado, EI nifio que se ha robotizado no puede jugar a scr un robot hasta que el tratamiento haya avanzado lo suficiente para que eso pueda ser pues- to en juego. Algunos comentarios sobre el verdadero y falso self La necesidad de dejar de ser espontaneo prematuramente (y esto signi- fica abandonar r4pidamente la ilusion de omnipotencia que se realiza en el disfraz, en el juego y en el suefio) lleva a una importante mentira ha- cia si mismo bajo la forma de una verdad social convalidada. Lo tinico que falla allf es que el individuo no es sélo sociedad ni razén. Una exten- sa necesidad de cortar la espontaneidad, de disimular los verdaderos sen- timientos y pensamientos, indica una preeminencia del falso sobre el ver- dadero self con la consiguiente vivencia de mutilacién personal. Un nifio o un adulto pueden hacer todo lo que hayan tenido que hacer por obli- gaci6n en la vida y ser unos perfectos desgraciados. Al mismo tiempo, la falta de cobertura del verdadero self, que puede darse tanto en una per- sonalidad psicética o en un creador, hace que este nticleo no esté sufi- cientemente protegido y cubierto. Es como ir a la guerra sin coraza 0 a un trabajo peligroso sin gorro protector. En los juegos de los nifios, una buena y adecuada instrumentacién y desarrollo del falso self se observa en los juegos donde predominan la cortesia y el manejo del cédigo social. Su fracaso es la impulsién incon- tenible y la forma mis insidiosa de la hipocresfa. El otro extremo son los estados obsesivos de adaptaci6n, que comentamos ya cuando nos referi- mos a las condiciones de seguridad para el juego espontaneo. | 40 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. J proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje A lo acaccido primitivamente y lucgo repetido, se suma Jo dialéctica- mente opuesto: el deseo de ser grande. Asi como lo infantil muestra su gran trascendencia en la vida adulta, los adultos marcan los modelos del mundo interno y el proyecto, infantil hacia la maduracién. Podemos de- cir que, si hay algo que se proyecta hacia el futuro, esto es la infancia. Tanto el juego del nifio como gran parte de sus otras actividades estan dominadas por su deseo de ser grande. Jugar a ser grandes los introdu- ce cn la realidad mucho antes de que ellos se muevan en ese espacio, pe- ro ese adelantamiento los familiariza con lo que luego seré el espacio de sus vidas. Sueiios, idenles, sublimaciones Si la infancia y su pensamiento, el juego, son la expresién, como diji- mos antes, de la sexualidad polimorfa infantil, no dejan de ser, por eso, el escenario simultaneo de los ideales y las sublimaciones. Una y otra vez Ja pulsion se transforma en satisfaccin de una actividad cultural —pintar, modelar, etc.—, el impulso es sometido a la vigilancia de lo que supera al yo, el Super-yo. Los valores del bien y la justicia se encarnan en los per- sonajes miticos elegidos que ponen la omnipotencia, el Yo ideal, al servi- cio del bien. En el campo del juego, entonces, es donde las sublimacio- nes encuentran su primera expresién y son éstas las que conducir4n al in- dividuo al campo de las satisfacciones culturales. Asi como el nifio permanece en el adulto y es motor de sus sueifios, el fuego de la vida, el adulto, se instala tempranamente en el nifio y encar- naré los ideales y valores que desarrollard en su vida de adulto, en el mar- co social. Son los adultos que rodean al nifio los que luego pasan a estar dentro de él y sus cualidades van a determinar la riqueza de sus sublima- ciones, la fortaleza de su yo, la tolerancia y firmeza de su Super yo, la li- mitacién de su narcisismo y la bondad de sus ideales. El futuro del hom- bre se halla relacionado con estas primeras influencias. Las funciones somdticas y el juego Morder, chupar, arafiar, descos de orinar y defecar, caricias, etc., son todas actividades corporales que se hacen presentes en el mundo del jue- [44 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. J proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje raz6n debe buscarse en figuras paternales (externas, luego internas) para quienes el nifio no es sino cuando hace, y lo que hace nunca es suficien- te para demostrar lo que es. Estos padres crean un verdadero tormento interno y una imposible biisqueda por parte del nifio de la prueba de bondad y capacidad que nunca se consigue. El sentimiento de un vivir creador y de creatividad en los juegos no est4 basado en la cantidad y bondad de las obras realizadas, sino en padres internos que han dejado la huella de que el vivir que el nifio tiene es de por sf un bien valioso y que no tiene que justificar su existencia mas all4 del valor de su vivir. La época de oro del juego Asi como el siglo de Pericles, 0 el siglo de Oro espafiol, existe también una €poca gloriosa del juego simbdlico. Al respecto dice A. Aberasturi: “La simbologia de la vida genital es muy rica entre los tres y los cinco atios. El jue- §0 del nino de amplia y se complica en esta épocn; la intensidad del mismo y Ia riqueza de sus fantasia nos permiten evaluar su armonia mental”.” Esta riqueza esta indudablemente ligada a una fase donde el desarrollo psicose- xual infantil logra su culminacién; pareceria que al mismo tiempo se expan- diera al maximo la creatividad del juego, siendo creatividad un nombre pa- ra un significado en gran parte desconocido. Es mi suposici6n, y la de mu- chos, que hay una ligaz6n estrecha entre esa creatividad y la que admira- mos en las obras de creacién del adulto, sean éstas cientificas, técnicas 0 culturales. Cualquicr observador que enfoque los dos campos encontrar& afinidades que es necesario conceptuar. Sin duda, enconwarfa también di- ferencias que vienen de la experiencia, conocimientos, trascendencia y ri- gurosidad que, por ejemplo, caracterizan la obra que se propone el adulto, en contraposicién al goce personal donde termina la efimera creacién del nifio. Pero estas diferencias no deben confundirnos del fenémeno de la creatividad, presente més que nunca en esa etapa del juego infantil y cuya presencia nos asombra, al igual que a Freud le asombraba la casi adulta vi- da amorosa de un nifio de cinco aftos. Asimismo, es escalofriante observar al genio creativo en los juegos de guerra, donde la creatividad esta asocia- da a fenémenos de devastacién. Creo que los analistas debemos enfocar nuestra curiosidad en los fenémenos de devastacién y preguntarnos, en al- gunos nifios y adolescentes, qué riesgo hay de un pasaje al acto. | 438 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. J Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje s6lo algunas palabras sobre cada uno y reservaremos para otro trabajo una ejemplificacién de ellos, asi como la puntualizacion de algunas dife- rencias con el suciio. La condensacién Siempre nos sorprende el hecho de que podamos encontrar en el jue- go una interpretacién mis de las que habfamos visto antes. Un ejemplo extraordinario de esta situacién en la que se encuentra el analista puede verse en el anilisis del juego hecho por Marion Milner (Marion Milner, 1958), Guerra entre dos mundbs, en el articulo “Papel de la Ilusién en la formacién de los simbolos”: esto se debe al hecho de que el montaje de condensacion de un juego, como en el suefio, es rigurosamente indeter- minado, de modo que queda siempre la posibilidad de que haya servido a la expresion de otro sentido mis. No sélo el juego en su conjunto puede expresar mds de un sentido, si- no que, por labor de condensacién, cada uno de los elementos del juego (y aquf estén claramente representados por los juguetes) est4 multideter- minado. Cada uno de los elementos es un punto de convergencia y por eso da lugar a una multiplicidad de significaciones. Asf, por ejemplo, la elecci6n de un camioncito volcador por un nifio esté multideterminada, porque sirve a la representacién de su problema con la defecacién, mis una situacién de viaje, mds la separacién de fin de semana. Por supuesto que esto es visible al estudiar las asociaciones verbales que acompafian el juego y el contexto donde son producidas. Pero aqui nos interesa el meca- nismo a partir del cual en un solo elemento estén condensadas varias situa- ciones presentes ¢ histéricas que encuentran en ese elemento su punto de convergencia. La condensacién muestra la interpenetracién de los aconte- cimientos, que caracteriza tanto la vida mental como la bioldgica, donde todos los funcionamientos estan a su vez ligados y separados. Volveremos a ver la labor de condensacion ligada al expresar las analogias. Es de suyo que la esencia del juego humano esta ligada a la dimensién metaférica y a la capacidad de formacién de simbolos. El hecho de que seamos habitantes de por lo menos dos mundos hace que el juego se pre- sente como una metdfora del mundo real, pero también como una me- [52 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. JA proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Muchos juegos, un juego Todos los juegos de una misma sesi6n tienden a pertenecer a una mis- ma totalidad. Aqui esta de més sefialar, como ejemplo, las diferentes ver- siones en las que se puede presentar un mismo problema hasta que el analista lo entiende. Lo presentan de mil maneras a ver si finalmente pue- de llegar a ser entendido. Proyeccion en reversa A veces el juego funciona como esas proyecciones de cine que empie- zan por el final, es decir, empieza la pelicula por el final y va retrocedien- do hasta llegar al principio, donde estaba Ja causa de todo el desarrollo. El juego dentro del juego Después tenemos el juego dentro del juego, como cuando el sofiante dice: esto no es nada més que un suefio. El chico puede decir, ante una interpretacidn: esto es sdlo un juego. Todos sabemos que en este caso se trata de evitar la realidad psiquica. De la representacion plastica a la representacion verbal Como analistas, muchas veces tenemos que codificar un lenguaje plas- tico analdgico en el lenguaje incoloro y abstracto de las palabras. Esto quiere decir que, inicialmente, las pocas palabras aprendidas sirven para designar tantas situaciones que no se vuelven tiles para referirse a suce- sos particulares con precisién. El juego es entonces el vehiculo de trans- misi6n de innumerables detalles que llenan la vida mental de un nifio. Meltzer denomina al juego “pensamiento en accion”. Es decir, es un ex- celente medio de transmisién de todos los detalles de su realidad interna y externa, Como nosotros siempre recibimos y transmitimos mucha mas informacién de la que creemos transmitir, siempre hay algo nuestro que sigue hablando en el juego. Esto se ve en el famoso ejemplo de las repe- ticiones: repetir en lugar de recordar. No es que recordamos, sino que lo hacemos en términos de accién, en términos plisticos, en términos de al- go que podria ser considerado un juego que hay que decodificar y codi- ficar a veces por primera vez en el lenguaje verbal. Entonces podemos de- | s6 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. [ proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Notas le » Be ee 8. x 10. He Este trabajo fire preparado especialmente para cl Atenco de Agrupo del 28 de agos- to de 1978. Este es cl momento de que exprese mi gratitud a Marité Cena, a través de la cual mi grupo de trabajo y yo aprendimos a entender el juego de los chicos y a llevar adecua- damente un proceso analitico con ese instrumento. Melanie Klein, Principias del andlisis infantil. Contribuciones al psicoandlisis. Una teorfa del yo al sujeto del inconsciente, un descentramiento Itidico. Sigmund Freud, La Interpretacion de los Suciios. Melanie Klein, Principios del andlisis infantil. Parece que los nifios han comprendido perfectamente que los adultos admiran el poder y que este ¢s mas accesible a través del mal que del bien. Nuestro legado, en tanto adultos, es mas que sombrio. A. Aberastury, El nifio y sus juegos. A. Aberastury, El nifio y sus juegos. A. Aberastury, El nifio y sus juegos. Sigmund Freud, La Interpretacién de los Sucitos. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. BP proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje juego y el significante. Huizinga ve al lenguaje mismo como un conti- nuo jugar con las palabras. Es el juego el que tiene el poder transfor- mador sobre la lengua. La metafora y la metonimia son propias del juego con las palabras, pero no estoy hablando aqui del juego de des- plazamiento de las palabras y los fonemas en el inconsciente, sino de la funcién poética del hablante que usa permanentemente esos ladrillitos que son las palabras y también los fonemas (como cuando se habla al “yerre“)* para hacer, con el material del lenguaje, un juego. Es importante para nosotros, en nuestra biisqueda de la identificaci6n del juego, seguirlo a Huizinga en su inspirado seguimiento® del vocablo “juego” en las mas diversas lenguas y, con la misma vocacién que Freud en “Lo siniestro”, tratar de identificar el fendémeno. Por su extensién no tomaremos toda la investigacién de Huizinga. Sin embargo, nos es necesario apuntar algunos de sus hallazgos .En primer lugar, Huizinga saca a relucir el inmenso poder semantico del lenguaje. Se observa alli que la lengua, en tanto tesoro de significaciones, suelda en su interior, en cada uno de sus conceptos, todo aquello que esa cul- tura y las que la precedieron han ido descubriendo sobre él, es en ese sentido que el lenguaje es una gran maquina de pensar colectivo que de- ja su producto en las palabras. En los vocablos que designan el juego, en todas las lenguas, est4 todo lo que la humanidad sabe de él. Es en el idioma chino donde la extensién de la raiz que designa al juego es tan amplia que esta lengua puede ofrecernos una vision de cuiles son los dominios que el fendmeno cubre. Cito: en el capitulo Il de Homo Ludens, “El concepto de Juego y sus expresiones en el Lenguaje” (Huizinga, pag. 55): “Si bien en el idioma chino no hay una sola palabra para todas las acti- vidades concernientes al juego, la palabra mas importante parece ser wan , pa- labra en Ia que prevalecen las ideas del juego infantil y que también encierra Jos siguientes sentidos especiales: entretenerse con algo, encontrar gusto en algo, divertirse, juguetear, alborotar, bromear...”y he aqui , ahora, lo sorprenden- te y revclador para nosotros: “...ya que wan también sirve para palpar, exa- minar, olfatenr, enredar con pequetos adornos y disfrutar de Ia luna...) El punto de partida semintico parece ser fijarse, con juguetona atencién, en al- Jo, sumirse despreocupadamente en algo. No sirve, en chino, para designar juegos de habilidad, competiciones, juegos de dados o representaciones”. | 6 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. [Aproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje le es posible, hasta el borde de su propia muerte, sacando de su boca una ocurrencia que desemboca en una carcajada o en una sonrisa. En los cémics, no lo olvidemos, se dibujan las palabras enmarcadas en un globito que sale de la boca. Es decir, que en esa burbuja en la que se goza se van ir escribiendo las letras de la literatura, esta alli, tan lejos los fésiles del marco de la escritura. Los ejemplos son multiples y altamen- te esclarecedores. Antes de dejar estos ejemplos, sefialaremos un punto a cuyo misterio nos parece que podemos acceder. En casi todas las lenguas aparece el vo- cablo juego o su rafz asociado a hechos propios de la naturaleza o hechos de la mecdnica 0, mejor, dicho, de los mecanismos y también al propio movimiento en si, especialmente el movimiento rapido. Veamos en deta- lle la observacién de Huizinga al respecto: “En los idiomas enropeos mo- dernos, la palabra que designa el juego abarca un campo especialmente an- cho. Tanto en los idiomas romdnicos como en los germénicos, lo vemos exten- derse sobre diferentes grupos conceptuales del ‘mover’ o del ‘obrar? que nada tienen que ver con el juego estricto y formal (creemos que es justamente lo es- tricto y formal lo que impide ver en que st tienen que ver). Asi, por ejemplo, Ia aplicacion del término juego o de jugar a la movilidad limitada de par- tes de un mecanismo es comtin al francés, italiano, espanol, inglés alemin y bolandés y también, como observamos antes, al japonés”. Esta ampliacion, este misterio que preocupa a Huizinga es sdlo la confirmacién de su pro- pia aproximacién y quizds no la ve porque la tiene tan cerca. Para el hom- bre, homo ludens, como él lo denomina, todo juega 0, dicho de un mo- do mis preciso, el todo juega. Y es homo ludens justamente por eso, no porque él juega todo el tiem- po, sino porque el todo juega o, en definitiva, él ve que el todo juega. No se trata, por supuesto, de que las partes de un mecanismo o las olas y el agitarse del viento ni el universo entero sean los que juegan, sino que a él, al hombre, en su vision antropomérfica, le interesa fundamental- mente el cémo las cosas juegan entre si y cémo hacerlas jugar entre sf. Si lo puede hacer para su provecho y regocijo, bicnvenido sca. Asi como investiga los juegos que pueden hacer su mano y sus dedos, en el mismo momento en que conoce y toma posesién de su cuerpo, asi después penetra los objetos para ver cémo juegan sus partes entre si, sea | 68 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. [A proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje todo lo nuevo. Es importante la siguiente observaci6n de Lorenz que muestra el rango del objeto del conocimiento en estas especies (pag. 209): “Aunque predominan los esquemas dirigidos a un objeto de apetencia (p. ¢7., un alimento), es un error creer que este es su objetivo principal... el bocado mds exquisito no es capaz de apartar al animal de la investigacién, el animal desea saber todo lo comestible que existe, en teoria, en el lugar en el cual vive. La investigacién del animal es objetiva, en el sentido de que su consecuencia es una representacién del medio cuyo centro son los conocimien- tos referidos al objeto y cuya riqueza de detalles sabidos supera a la de los otros animales especializados en ese medio”. Gehlen dice que el animal intima con cualquier objeto nuevo para después archivarlo, dejarlo alli en suspen- so, por si después lo necesita. Toda esta introduccién nos resulta necesaria para entender recién aho- ra cOmo se instala la identificacién del juego en esa perspectiva y poder elucidar as{ mejor su funcion. En las formas superiores, concluye Lorenz, encontramos en la edad juvenil una auténtica apetencia por situaciones de aprendizaje. La conducta definida como juego, propia de la crfa de animales superiores, es, cuando se examina en detalle, un continuo pro- bar de objetos nuevos, guiados por la curiosidad y por su especial confi- guraci6n expresiva. Donde est4 permitida cierta amplitud del objeto y se necesita un esquema de accién propio, ya que los mecanismos desenca denantes no son rigidos, en esas especies, esté prevista una intensa ape- tencia por lo nuevo. Finalmente, el aprendizaje guiado en una especie, via el juego con objetos nuevos, esti obviamente ligado a su organiza- ci6n psiquica absoluta, es decir, a su capacidad de aprender. De ahi que la investigacién sea mayor en los de mayor capacidad cerebral. La mayo- ria de las formas de conducta aparentemente humanas, propias de las crfas de mamfferos superiores, que se acostumbra incluir en el concepto de juego, resulta ser un continuo probar de objetos nuevos que estimu- lan por su especial configuraci6n y a los cuales tienden guiados por la cu- riosidad (especfficamente, en ese campo, curiosidad y deseo forman un conjunto —una inhibicién en la curiosidad del impulso epistemofilico es de mayor importancia en la inhibicién del juego—). Esto es especialmen- te evidente en chimpancés y orangutanes jévenes, con organizacién de juegos que equivalen al estadio del nifio estudiado por Charlote Bhuler [72 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PAproximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje Reflexionaremos ahora sobre la observacién de Freud sobre el juego del carretel, siempre con el objetivo de su identificacién, tratando ahora de deslindar, en el juego, la funcién de discurso. La pregunta es ahora: gqué tipo de funcién cumple y qué clase de dis- curso es? Al analizar el juego del carretel, Freud (1920) se interna en los dos ni- veles de analisis en los que el juego puede ser analizado, y este ser anali- zado es otra forma de perseguir su identidad, que por lo visto es ubicua. Es de suyo que sdlo en lo humano el juego es discurso, es mensaje, en el sentido en el cual se dice que una obra de arte puede portar un mensaje. Nos referimos a una partici6n del analisis que hemos postulado en otros escritos y que puede aplicarse tanto al juego como al suefio o al sintoma. Existe, entonces, el andlisis del juego en tanto funcién o funciones y, por otra parte, el andlisis en tanto discurso, en tanto lenguaje. Asi lo ha hecho Freud con el suefio: en tanto funcién, una de sus fun- ciones es, por ejemplo, proteger el dormir; en cambio, en tanto discurso, es una forma regresiva en la cual el sujeto se enuncia. Del mismo modo, una cosa es Ja funcién del sintoma, ya sea primaria o secundaria, y otra co- sa es el decir del sintoma, en tanto metdfora. Asimismo, una cosa es ana- lizar las funciones del juego y otra es escuchar qué es lo que el sujeto es- ta diciendo al enunciarlo. No es necesario que este mensaje tenga un des- tinatario, ni que Hegue a destino. Su eficacia esté en el logro de su enun- ciacion. Podrfamos hablar de una eficacia primaria, como se puede dar en una obra de arte o en un jugador que hace malabares con su pelota. En cuanto a su dimensién de discurso, Freud apunta que el nifio al ju- gar con el carretel esté diciendo: “Fuera, ahora soy yo el que arroja y no ti la que me abandonas” y con ese mismo discurso aflora una de las fun- ciones del juego, que es transformar lo que se ha suftido pasivamente en una conducta activa. Y es desde este anilisis que se descubre el obrar de Ja pulsion de muerte, esa compulsion que presenta lo traumatico de vol- ver una y otra vez a repetirse, haciendo que lo penoso y lo desagradable | 76 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PA proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje ya funcién es simplemente de alivio momentinco o de consuclo (como jo sefiala Freud para el arte). Pero si ampliamos este lapso y lo vemos a la luz de periodos mis largos, vemos que los descubrimientos que se rea- lizan en las conductas de juego -curiosear e investigar y divertirse con ob- jetos nuevos, o aplicar a un mismo objeto un nuevo programa, como lo hace el jugador de ruleta aplicando nuevas martingalas para poner el azar bajo el dominio del yo, observando atentamente algunas fallas que las maquinas del azar presentan; asombrosa astucia del jugador para vencer a la maquina. O jugar para crear, como lo hacen el nifio o el pocta, un mundo propio y asf, ladrén de Jo real, apropiarse del mundo y dejar de ser un mero extrafio en el universo. O como lo hace la especie que se crea para si misma un mundo humanizado con las bondades y los desastres que lo humanizado implica. Vemos entonces que lo que archivamos en el espacio del juego nos da la posibilidad de aplicar nuevos ¢ inéditos proce- dimientos a la realidad, que pueden mejorarla y afirmar nuestra supervi- vencia 0, por el contrario y al mismo tiempo, esa creatividad puede ser y cs usada para las operaciones de destruccién, pueden apresurar o causar la extincién del mismo mundo que ¢l hombre ha creado. En los juegos de la guerra, los malos y perversos son tan creativos 0 a veces mas que los buenos. La lucha entre lo buenos y los malos parece ser eterna y esta en cada uno la eleccion del bando al cual elige pertenecer. Hubo un momen- to en la ultima guerra mundial en que los buenos tuvieron que juntarse € inventar el mal para detener el mal: esa bomba atémica, cuyo origen se remonta a maravillosos juegos matematicos sobre la fisica cudntica. El juego esta, entonces, en los origenes, siempre actuales, de la salvaci6n y la aniquilacién. En ese contexto, juego y realidad no se oponen, sino que se comple- mentan. Lo momentineamente ilusorio se hace profundamente real. Por cierto que hay niveles de escapismo y evasi6n, pero ésa no es su funcién més profunda. Habiéndonos dado cuenta de este valor, ponemos ahora a nuestros pensadores y jugantes bajo un duro trabajo, la “investigacion basica”, la cual, como vimos, es uno de los nombres de los rasgos funda- mentales constitutivos de la conducta de juego. | 80 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. [proximaciones psicoanaliticas al juego y al aprendizaje subtexto sin cambiar ¢l texto—, queria entonces, sin reparar en el costo, que en ese entonces era abultado, de una llamada telef6nica desde Rosa- rio, saber qué era en realidad lo que yo habfa dicho. {Se trataba de “Po- sicién de juego” o “Posicion del juego”? Yo contesté apurado, por una accidental ansiedad que siempre me acompaiia, que el titulo era Posicién del juego porque se trataba de res- ponder cual era la posicién que el juego habia tenido hasta entonces en la teoria psicoanalitica, lugar no demasiado jerarquizado -salvo por Winni- cott-, aunque profusamente indagado por Freud, Melanie Klein, Erikson y otros pensadores. Se trataba, pues, de ver como se le habia aparecido a Freud en esa escena que se desarrolla con su nieto; cémo se le habia pre- sentado a Melanie Klein en sus aventuras clinicas y, finalmente, qué lugar le daba Winnicott en la experiencia humana. Estaba también el gran inte- rés que Lacan habfa tenido por ciertos juegos de ingenio y de juegos li- gados a las probabilidades, asi cémo también el continuo juego que lo ob- sesion6, del enganche y desenganche de los nudos borromeos. Pocos dias después, o con el correr de los dias o con el transcurso del tiempo, expresiones todas estas equivalentes y distintas, se fue imponien- do en mi esa duda en la escucha de Marta Marfa. Se fue afirmando en mi una idea extrafia que tomaba la forma de una pregunta: gqué significaba posicién de juego? ,¥ si esa “ele” fuese un estorbo para pensar? Ya tenfa yo un antecedente con respecto a una preposicién que desperté un gran interés y un cambio en la denominacién de nuestra actividad. Yo habia sefialado afios antes, en un Congreso sobre el psicoanilisis de nifios, que nuestra actividad debia denominarse anilisis con nifios y no de nifios, trayendo a colacién que el con le daba de entrada al paciente un estatu- to de sujeto y no de objeto, tal como quedaba definido por el de. Esa sutileza preposicional fue ampliamente adoptada, aunque olvidado su origen, olvido que ahora me encargo personalmente de remediar. Es co- miin que en nuestro ambiente todas las inspiraciones sc las debemos a los muertos © a los ingleses o a los franceses. Dado entonces ese antecedente, yo estaba predispuesto a escuchar esas pequefias diferencias. Eso me empujé a pensar que cl “de” era mas impor- tante que el “del”. Quizds yo debfa actuar (ese quiz4s que siempre ante- | 84 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book.

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