El silencio que se siente es aterrador. Tomas por la culata tu fusil, listo para desencadenar su furia. Temes por tu vida. T y 200 hombres ms desalojan los departamentos contiguos. Nadie hace preguntas, solo obedecen. Te preguntas cmo es que llegaste ah y comienzas de nuevo el padre nuestro. Todos miran al capitn. La orden que los liberar y los llevar directo a la muerte. Observas la seal y comienzas a gritar y correr, directo a una supuesta gloria annima. Derrumban la puerta y los recibe un frente de fuego y granadas. Justo antes de que te alcance una bala entre las cejas logras mirarlo. Ah estaba Arturo Beltrn-Leyva. Asientes. Esa historia la habas imaginado miles de veces, con desarrollos distintos pero el mismo final, el jefe de jefes era abatido por la armada de Mxico. La noticia pareca difundirse como la peste: televisin, redes sociales, peridicos y radio. Una realidad que te persegua y no te dejaba descansar. Todos saban lo que significaba eso, pero nadie se atreva a decirlo en voz alta. Aquello no sera una hazaa, y ciertamente Beltrn-Leyva no iba a quedar en el olvido de los corridos de los Tigres del Norte. Cuernavaca nunca volvera a ser la misma. Abres tu mail y ah estn de nuevo. Cadenas mandadas por Dios sabe quin, clamando que la guerra no era contra los ciudadanos, sino contra el gobierno y dems crteles que ocupaban Morelos. No se metan luca un cartel en el puente de Tabachines, arriba de dos muertos colgantes. Retenes, toque de queda, balaceras, correos masivos, muertos. Todo era parte de una rutina que les fue impuesta por un gobierno corrupto y una guerra que nadie se atreva a nombrarla. Incluso no hubieron clases durante una semana, poco despus de la locura de la influenza AH1N1. Recuerdas aqul comentario que hicieron en la escuela: la moda ahora es cubre bocas y chalecos antibalas. No puedes evitar sentirte miserable, el pas te ha fallado. No solo eso, sino que sientes la irona de la vida abofetearte. Tu padre, que haba huido de Per por culpa de la violencia y la inseguridad, haba
venido a Mxico en busca de una mejor vida.
Res en voz alta y repites la
palabra mejor vida en tu mente. Vuelves a rer. Lo haces una vez ms, dejando escapar una lgrima enfurecida.