Apreciados hermanos, la alegra de la resurreccin de Cristo
debe continuar llenando nuestros corazones. Dice el evangelio de Juan que acabamos de escuchar que Jess se apareci resucitado en medio de la comunidad de los discpulos que estaban en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judos. Hoy tambin, aqu y ahora, en este recinto sagrado, el Seor se nos aparece y nos dice: Paz a ustedes Nos ensea sus manos y su costado, y nos transmite su alegra. Y, al igual que lo hizo con los discpulos en aquel tiempo, hoy nos da un encargo a todos: Como el Padre me ha enviado, as tambin os envo yo y para ello sopla tambin sobre nosotros el don del Espritu Santo. No podemos hacer caso omiso a este envo. Si de verdad creemos en Jess resucitado debemos anunciarlo todos los das. La misin de anunciar a Jesucristo no est reservada solo para los sacerdotes y las religiosas. Todos los bautizados, todos los que decimos creer en Jesucristo debemos, a nuestro modo, anunciarlo. El evangelio que escuchamos dice que Cristo primero estuvo en medio de los discpulos, les transmiti la alegra de su resurreccin y luego los envi a anunciar esa alegra al mundo. As nosotros, debemos primero dejar que cristo est en medio de nosotros. Debemos llenarnos de l. Tener experiencia profunda de l y luego anunciarlo. Nadie puede anunciar algo que desconoce. Uno anuncia a Cristo en la vida concreta de todos los das por medio del comportamiento que tiene para con los dems. No se puede anunciar el Evangelio de Jess sin el testimonio concreto de la vida. Quien nos escucha y nos ve, debe poder
leer en nuestros actos eso mismo que oye en nuestros labios,
y dar gloria a Dios. Es precisamente la incoherencia de los fieles y los Pastores entre lo que dicen y lo que hacen, entre la palabra y el modo de vivir, la que mina la credibilidad de la Iglesia. Hermanos, dejemos, pues, que la fidelidad a Cristo entre en nuestras vidas, que queden de verdad transformadas por su presencia en medio de nosotros, que reciban una nueva direccin, y que con lo que decimos, hacemos y pensamos todos los das en el trabajo, en el hogar, en la universidad, etc. demos testimonio de la fe y del anuncio de Cristo.